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CUANDO TUVE QUE HACERTE DAÑO

He estado observándote largo tiempo


y he decidido hacer algo que nunca jamás pensé que podría:
He decidido darte la razón.
Y decirte sin que escuches
que puedes agredirme siempre que no esté escrito;
Te espero como el mal que desea ser alejado
para hacerse en soledad, sin ver sufrir
a quien le padece.

Voy a permitir que subas por mi escalera


y dejes por las paredes del rellano
unas pinturas de guerra que nunca tuvieron
sentido, porque toda guerra es absurda
y nunca sabemos quién la empezó.

Por eso me compadezco de tu dolor,


y he de darte la razón:
eres igual que yo
y sólo uno podrá regresar por la escalera.

Por eso aplaudo tu decisión,


de venir a vaciarte a mi lado,
ya que mi única salvación radica
en que, a fin de cuentas,
y aunque estemos enfrentados,
sientes las mismas cosas que yo sentí
cuando tuve que hacerte daño.

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