y he decidido hacer algo que nunca jamás pensé que podría: He decidido darte la razón. Y decirte sin que escuches que puedes agredirme siempre que no esté escrito; Te espero como el mal que desea ser alejado para hacerse en soledad, sin ver sufrir a quien le padece.
Voy a permitir que subas por mi escalera
y dejes por las paredes del rellano unas pinturas de guerra que nunca tuvieron sentido, porque toda guerra es absurda y nunca sabemos quién la empezó.
Por eso me compadezco de tu dolor,
y he de darte la razón: eres igual que yo y sólo uno podrá regresar por la escalera.
Por eso aplaudo tu decisión,
de venir a vaciarte a mi lado, ya que mi única salvación radica en que, a fin de cuentas, y aunque estemos enfrentados, sientes las mismas cosas que yo sentí cuando tuve que hacerte daño.