Está en la página 1de 2

NADIE TIENE LA CULPA

Qué silencio se ha quedado.


¿Verdad?
Qué malestar,
qué de tiempo para reaccionar en un instante,
antes que amor y verdad
nos digan a la cara
lo que hace tiempo negamos en soledad:
Que todavía nos amamos.

Sin embargo hoy he comenzado queriéndome


a mí;
Fin último del amor,
inicio singular de la pareja.
De la mía siempre,
porque si soy posesivo contigo a ratos
es porque conmigo mismo
no puedo evitar serlo constantemente.

Y te digo que me voy.


Y mascullo que se acaba
y musito que no es culpa de nadie
el hecho de que sea culpa mía.

Sueño con otra vida mientras aún te tengo delante,


y prometo a otras lo que no supe entregarte;
Sin embargo has de ser tú quien cumpla mis promesas,
quien empiece a mi lado la nueva vida
que tanto me gusta porque no tiene nada de pasado,
aunque sea la misma,
la misma que me angustia
por eso que sabemos y nos molesta:
que todavía nos amamos.

Así que me he entregado a ti nuevamente


como lo hice el primer día:
Sabiendo que me quedaba a tu lado
porque me hacías bien,
ignorando qué te hago yo a ti.
Este regusto tan absurdo y fuente de vida
que es el quedar por encima de la otra persona.
Huir del equilibrio sabiendo que yo salgo ganando
y desconociendo la realidad que sólo tú conoces:
que soy el verdadero perdedor de la batalla diaria,
y hoy me has dejado ganar para hundirme del todo
con la única excusa de siempre:
que mientras sigamos juntos con desgana,
vamos a seguir disfrutando de este amor
tan poco llevadero.

También podría gustarte