¿Verdad? Qué malestar, qué de tiempo para reaccionar en un instante, antes que amor y verdad nos digan a la cara lo que hace tiempo negamos en soledad: Que todavía nos amamos.
Sin embargo hoy he comenzado queriéndome
a mí; Fin último del amor, inicio singular de la pareja. De la mía siempre, porque si soy posesivo contigo a ratos es porque conmigo mismo no puedo evitar serlo constantemente.
Y te digo que me voy.
Y mascullo que se acaba y musito que no es culpa de nadie el hecho de que sea culpa mía.
Sueño con otra vida mientras aún te tengo delante,
y prometo a otras lo que no supe entregarte; Sin embargo has de ser tú quien cumpla mis promesas, quien empiece a mi lado la nueva vida que tanto me gusta porque no tiene nada de pasado, aunque sea la misma, la misma que me angustia por eso que sabemos y nos molesta: que todavía nos amamos.
Así que me he entregado a ti nuevamente
como lo hice el primer día: Sabiendo que me quedaba a tu lado porque me hacías bien, ignorando qué te hago yo a ti. Este regusto tan absurdo y fuente de vida que es el quedar por encima de la otra persona. Huir del equilibrio sabiendo que yo salgo ganando y desconociendo la realidad que sólo tú conoces: que soy el verdadero perdedor de la batalla diaria, y hoy me has dejado ganar para hundirme del todo con la única excusa de siempre: que mientras sigamos juntos con desgana, vamos a seguir disfrutando de este amor tan poco llevadero.