Está en la página 1de 44
SOCRATES Lo que dice Hegel acerca de la filosoffa en general, que «la lechuza de Minerva levanta su vuelo solamente al caer el cre- ptisculo»,! es valido solamente para una [ilosofia de la historia, ces decir, es verdadero con respecto a la historia y se correspon- de con el punto de vista de Jos historiadores. Por supucsto, He- gel se anim6 a adoptar este punto de vista porque pensé que la filosoffa realmente habfa comenzado en Grecia tan sdlo con Platon y Aristételes, quienes escribieron cuando la polis y la gloria de la historia griega tocaban a su fin. Hoy sabemos que Platon y Aristételes fueron mas bien el comienzo que la culmi- nacién de} pensamicnto filoséfico griego, el cual habia em- prendido su andadura cuando Grecia hubo alcanzado o casi al- canzado su climax. Sin embargo, sigue siendo cierto que tanto Platén como Aristételes se convirtieron en el comienzo de la tradicién filoséfica occidental, y que este comienzo, en con- traste con el comienzo del pensamiento filosofico griego, tuvo lugar cuando la vida politica griega estaba efectivamente acer- candose a su fin. En toda la tradicién de pensamiento filoséfi- co, y, particularmente, de pensamiento politico, no ha habido quiz4 un solo factor de una importancia y con una influencia 1. Vale la pena citar al completo Ia frase del prefacio de Hegel a su Filosofta del De- recko, en la cual aparece esta famosa imagen: Wenn die Philosophie ihr Grau in Grau malt, dann ist eine Gestalt des Lebens alt geworden, und mit Grau in Grau lasst sie sich nicht verjilngen, sondern nur erkennen; die Eule der Minerva beginnt erst mit der einbre- chenden Dammerung ihren Flug («Cuando la filosoffa pinta de gris sus tonos grises, entonces adquiere la forma de una vida envejecida. El gris sobre gris de la filosoffa no pucde ser rejuvenecido, sino solamente comprendido. La lechuza de Minerva levanta su vuelo solamente al caer ef creptisculo»). (N. del e.) " LA PROMESA DE 1A POLITICA tan abrumadora sobre todo lo que iba a venir después como el echo de que Platon y Aristételes escribieran en el siglo wv, >ajo el impacto de una sociedad polfticamente decadente. De este modo, el problema que surgid es el de cémo el hom- re, teniendo que vivir en una polis, puede vivir al margen de cian ltica: este problema, que guarda a veces un extrafio pare- te ne nuestra propia época, SG transformé muy rapidamen- 4 cuestién de cémo es posible vivir sin pertenecer a for- a alguna de gobierno, esto es, bajo las condiciones de Ja Usencig de gobierno 0, como dirfamos hoy, sin Estado. Mas Srave incluso fue el abismo que inmediatamente se abrié entre tonensamiento y la accién, y que no ha sido cerrado desde en- clea). Toda actividad pensante que no sea meramente el “culo de Jos medios para obtener un fin buscado o deseado, eo que se preocupe por el sentido en su acepcién mas gene- » desempeiia el papel de un «pensamiento tardfo», esto es, peat ala accion que hubiese decidido y determinado la tido aoe La accién, por su lado, es relegada al terreno sin sen- € lo accidental y lo aleatorio. I a abismo entre filosofia y politica se abrié hist6ricamente €l juicio y la condena de Sécrates, que en la historia del ia atniento pol{tico representa cl mismo papel de punto de “€xi6n que el juicio y la condena de Jests en la historia de la cn BiSn. Nuestra tradicién de pensamiento politico comenzé Ndo la muerte de Sécrates hizo que Platén perdiera la fe en atace dentro de la polis y, al mismo tiempo, pusiera en duda 4s ensefianzas fundamentales de Sdcrates. El hecho de aon, Socrates no hubiese sido capaz de persuadir a sus jueces Viog Ca de su inocencia y sus méritos, los cuales eran bien ob- his, Para el mejor y mas joven de los ciudadanos de Atenas, tres que Platén dudara de la validez de la persuasion. A noso- dias resulta dificil comprender la importancia de esta » Porque «persuasi6n» es una traduccién muy débil e ina- SOCRATES 45 decuada del antiguo peithein, cuya importancia politica se ad- vierte en el hecho de que Peithé, la diosa de la persuasién, te- nia un templo en Atenas. Persuadir, peithein, constituia la forma de discurso especificamente politica, y, puesto que los atenien- ses se enorgullecian de que ellos, al contrario que los barbaros, conducian sus asuntos politicos en la forma del discurso y sin coaccién, consideraban la retorica, el arte de la persuasi6n, como el arte mas elevado y verdaderamente politico. El discurso de Sécrates en la Apologia es uno de sus grandes ejemplos, y cs en contra de esta defensa que Platén escribe una «apologia revisada» en el Fedén, a la cual denomina, con ironfa, como «mas persuasiva» (pithanoteron, 63b), puesto que concluye con un mito sobre el «mas alld», repleto de castigos fisicos y re- compensas, concebido para atemorizar en vez de para simple- mente persuadir al ptiblico. El argumento de Sécrates en su defensa ante los ciudadanos y jueces de Atenas habfa sido que su comportamiento estaba encaminado al mayor bien de la ciudad. En el Critén é] hab{a explicado a sus amigos que no le era posible huir, sino que en vez de ello debja sufrir la pena de muerte, debido a razones polfticas. Parece que no sélo fue in- capaz de persuadir a sus jueces, sino que tampoco pudo con- vencer a sus amigos. En otras palabras, la ciudad no ten{a ne- cesidad de un filésofo y Jos amigos no tenian necesidad de una argumentacién politica. Esta es parte de la tragedia de la que dan testimonio los didlogos de Platén,. Estrechamente conectada con esta duda acerca de la validez de la persuasi6n esta la furiosa denuncia por parte de Platén de la doxa, la opinién, que no solamente recorre como un hilo rojo sus obras politicas, sino que ademas Ilegé6 a ser una de las piedras angulares de su concepto de verdad. La verdad platéni- ca, incluso cuando no se menciona la doxa, siempre es enten- dida como lo contrario de la opinién. El espectaculo de Sécra- tes sometiendo su propia doxa a las opiniones irresponsables de los atenienses, y siendo sobrepasado por una mayoria, pro- vocé que Platén despreciara las opiniones y anhelara criterios absolutos. Dichos criterios, por medio de los cuales los hechos humanos pudiesen ser juzgados y el pensamiento humano pu-

También podría gustarte