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LA ÉTICA EN KANT

La principal pregunta de la ética para Kant es qué debo hacer, por lo que la moral está
directamente relacionada con el deber, o sea, lo que debe ser hecho y lo que se debe evitar.

La ética para Kant, se basa en dos rasgos centrales, ésta debe ser universal y moral.
Universal, porque sus principios deben ser válidos para todos aquellos que ejercen la
razón. La moral, que tiene en cuenta la experiencia particular de una persona, sólo tiene
un valor particular, la moralidad no puede atender a casos particulares, sino respetar el
principio universal, que reside en la razón y no debe derivarse de las sensaciones, las
inclinaciones o los deseos.
Cuando Kant se pregunta por lo que se debe hacer, no es lo mismo preguntarse qué
gustaría, desea o se necesita hacer, es decir, no es una pregunta donde la persona pueda
pensar en el placer o en sus intereses individuales, lo único válido es la razón, porque a
través de ésta, el hombre puede actuar libremente, esto significa que la ética debe ser
racional.

Kant afirma que la naturaleza le otorgó, a nuestra voluntad la razón y define a la primera
como “la capacidad para determinarse a sí mismo a obrar según un principio universal de
la razón” (Sanza, Fernandez, & La Porta, 1999, pág. 85), porque nada es malo ni bueno
en sí mismo, por ejemplo la riqueza, el poder, el valor, la decisión, son buenos y deseables,
pero pueden transformarse en malos si la voluntad no es buena.

Una buena voluntad ordena las acciones hacia un fin correcto, pero ésta no siempre está
de acuerdo con la razón, sino que en ocasiones se somete a impulsos, deseos,
inclinaciones.

Cuando la voluntad desea un objeto, se actúa a través de un principio material y la


decisión que se tome será de acuerdo al agrado o desagrado que cause ese objeto, es decir,
si produce placer. Por ejemplo, una persona que decide no devolver un dinero que le
habían prestado, para irse de vacaciones. En cambio, cuando se actúa a través del
principio de la ley de la razón, la voluntad no depende ni del deseo, ni de la necesidad, ni
del agrado o del desagrado, sino de lo que determina la razón. En el ejemplo del dinero
prestado, el sujeto devuelve el dinero y no se va de vacaciones.
El deber

Para Kant, el deber significa que la buena voluntad, no puede llevarse a cabo por sí sola.

El hombre, además de ser racional, también es sensible y sus acciones están determinadas
por la razón, pero también por sus inclinaciones como el amor, el placer, el orgullo, el
odio, por lo que la buena voluntad se pone en tensión o lucha con esas inclinaciones y es
aquí cuando la buena voluntad se convierte en deber, distinguiéndose en distintos tipos
de actos:

1. Actos contrarios al deber: por ejemplo una persona que decide no salvar a otra
que se está ahogando en el río, porque le debe dinero y si éste muere se librará de
la deuda. En este caso se actúa por inclinación y no por deber.

2. Actos de acuerdo al deber y por inclinación mediata: por ejemplo, una persona
decide salvar a otra que se está ahogando en el río y es su deudor, porque si éste
muere no podrá cobrar la deuda. En este caso el deber coincidió con la inclinación.
Se trata de inclinación mediata porque el sujeto a quién salva es un medio con el
cual consigue un fin.

3. Actos de acuerdo al deber y por inclinación inmediata: por ejemplo, una persona
decide salvar a quién ama, quién se está ahogando en el río. En este acto, el deber
coincide con la inclinación, y es inmediata porque la persona salvada no es un
medio, sino un fin.

4. Actos cumplidos por deber: por ejemplo, una persona decide salvar a otra que se
está ahogando en el río, quién le es totalmente indiferente (no es deudor, no lo
ama, directamente no se conocen). Para Kant este es el único acto moralmente
bueno, porque se actúa de acuerdo al deber, sin ninguna inclinación.

El imperativo categórico

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