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16 Pablo Gentilt Ellconcenso de Washington buen ejemplo de ello. ¥ en este juego, hasta Espaiia ha saltado al campo. En efecto, algunos expertos espafioles han sabido aprove- char muy bien las ventajas comparativas que oftece la globaliza- cidn intelectual, transformandose en consultotes multi-uso disponibles para cualquier tipo de reforma. Junto a sus excelentes jamones, chorizos y aceitunas, Ia Peninsula ha pasado a exportat “hombres practicos”, “hacedores de reformas”. Algunos ejemplos son paradigmaticos (o patéticos). Quien busque uno, puede encon- trarlo en el ex-coordinador de la reforma curricular espafiola: el Prof. Cesar Coll, quien ha pasado a ser a la pedagogia de exporta- idn ibérica, lo que Julio Iglesias a la misica. La comparacién puede ser exagerada, ya que Julio Iglesias nunca se ha entrometido en asuntos de politica educativa en singin pais de América Latina. Si bien es cierto que, en su tltimo disco, el célebre cantante hispano ha tenido una buena dosis de coraje para entonar algo de lo mejor del repertorio tanguero, el psicélogo espafiol no ha sido menos valiente al coordinat la elabo- racién de los documentos de base del nuevo Curriculum Nacional en Brasil (la versién tercermundista del Mare Curricular per a ‘1 Ensenyament Obigaton). Amos, como no podria ser de otra mane- 1a, han desafinado en el intento. Julio Iglesias le imprime al tango Ja cadencia propia de una pueblerina banda de carabineros. Cesar Coll, al curriculum brasilefio, el mismo, la misma fascinacfon pot las modas lexicogrificas y la misma desconsideracién por la reali- dad cotidiana de los centros que ha caracterizado a la no demasia- do exitosa reforma educativa espaiiola. Sies dificil imaginar a Carlos Gardel interpretando una zarzue- Ja, no menos dificil es imaginar a algin pedagogo brasileiio, por mas competente que sea, coordinando la politica curricular del Departament d'Ensenyament de la Generalitat de Catalufia, No pretendo hacer aqui, obviamente, ningiin comentario xenéfobo, ni prejuicioso"®, Simplemente, estoy tratando de caracterizar una ten- dencia que define el sentido de las nuevas reformas educativas lati- noamericanas: la transnacionalizacién de los tecnécratas encargados de producir recetas de caricter supuestamente univer- sal, mis allé de la historia, los conflictos, las necesidades y las demandas locales. Habtia que aplicar la famosa transversalidad que tanto se le exige al curriculum al andlisis de esta tendencia. GES EL CONSENSO DE WASHINGTON UNA CONSPIRACION MALIGNA (¥ EXITOSA)? Dos objeciones podsian formularse al anilisis desarrollado en las lineas precedentes: es excesivamente conspitativo, lo cual invali- datia las premisas generales que le dan sustento; y, es irrealista, en la medida en que no reconoce que, més alla del “costo social” que genera, el orden promovido por los sechnopols neoliberales es la ‘inica propuesta de reforma viable teniendo en cuenta las pésimas condiciones econdmicas y politicas en las que se encuentran las sociedades latinoamericanas. Aun cuando dichas criticas pueden ser formuladas de manera conjunta y articulada, no necesariamen- te se complementan. En efecto, la primera descarta nuestros argu- mentos porque sostiene que los mismos presuponen la existencia de una aparente conjura internacional cuando Jo que existe, en rea~ lidad, es el establecimiento de una serie de acuerdos estratégicos entre las naciones orientados a garantizar el desarrollo econémico, politico y cultural de un sistema capitalista ya definitivamente vic- torioso, una vez desaparecida la amenaza del comunismo. La segunda critica argumenta que, mas alli de las evidentes asimetrias ‘en las relaciones de poder y en el sufrimiento diferencial de los fis Pablo Geni “costos” que genera el nuevo orden mundial, una buena dosis de pragmatismo obliga a no tratar de oponerse a lo que ha demostra- do ser el tinico sendero exitoso (y posible) para escapar de los laberintos de la crisis. Examinemos brevemente ambas objeciones. ¢Conspiracién? Realmente, no parece demasiado serio suponer «que las politicas neoliberales son disefiadas por un reducido grupo de malignos conspiradores durante una pattida de bridge. Esto es tan absurdo como suponer que el Consenso de Washington expre- sa, de hecho, un verdadero “'consenso”; o sea, el acuerdo uninime entre naciones 0 grupos que negocian cuestiones de interés comiin. Las nada discretas y ciertamente poco pacificas maneras de persuasién que han sido usadas en América Latina para ‘impo- ner” (vaya paradoja) el citado “consenso”, tienen bastante poco que ver con aquello que generalmente denominamos con ese nombre. Si la hipétesis de la conspiracién es falsa, no lo es menos la confiante perspectiva de quienes sospechan que el triunfo del capitalismo ha traido consigo la difusion de una serie de certezas universales que pueden sentar las bases de un acuerdo global orientado a garantizar el desarrollo de los pueblos. Lejos de cualquier tipo de conspirativismo, lo que el Consenso de Washington sintetiza es la hegemonfa neoliberal en el contexto de un capitalismo globalizado. Este, como todo proceso hegem6- nico, no se reduce sélo a la construccién de una politica del con- sentimiento, sino también a una poderosa estrategia de coercién. La centralidad y el protagonismo que los organismos financie- ros internacionales fueron cobrando en cl escenario mundial durante los tltimos afios, especialmente el impacto que la accién de los mismos ha tenido para los paises del Tercer Mundo, consti- tuye una de las caracteristicas més salientes de esta nueva hege- monia. En efecto, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Elconsenso de Washington Internacional y, en materia regional el Banco Interamericano de Desarrollo no se han limitado a desempeiiar las tareas propias de simples agencias de crédito, sino que ejercen actualmente una fun- cién politico-esteatégica fundamental en los procesos de ajuste y reestructuracién neoliberal que estin siendo llevados a cabo en nuestros paises. Tales instituciones son, ademés, una poco disimu- lada y poderosa herramienta de presién al servicio de la politica exterior norteamericana, tendiente a garantizar y perpetuar la hege- monia politico-militar de los Estados Unidos en Ja configuracién del nuevo escenario mundial que sucedié al fin de la Guerra Fria!!, Los paises latinoamericanos constituyen un ejemplo elocuente de la intervencién directa que estos organismos ejercen en asun- tos de politica econémica doméstica, asi como en la promocién (u obstaculizacién) de ciertas propuestas legislativas o de profundas reformas constitucionales; de su activa, aunque no siempre trans- parente, injerencia en las relaciones internacionales de los paises de Ja regién; del papel importantisimo que ambas instituciones juegan en el disefio de las politicas sociales implementadas (0 no implementadas) por los gobiernos locales, etc. Especialmente a partir de la década del 80, y desde la introduccién de los llamados programas de ajuste estructural (SAPs ~Structural Adjustment Programmes), ambas instituciones han ejercido un fuerte carécter tutelar de las economfas latinoamericanas. En rigor, las fronteras entre el Banco Mundial y cl FM se han diluido como producto de la aplicacién del ajuste promovido por estos organismos con el objeto de garantizar, mas alla de toda retérica, el pago de la deuda externa (la cual — como ha demostrado con elocuencia Alfredo Calcagno— sigue siendo tan inagotable y eterna como a deuda que la candida Eréndira mantenia con su abuela desalmada'2, Este proceso ha intensificado el sentido interventor y condicionante de 8p Pablo Gentili ambas instituciones en asuntos vinculados a la politica interna de Jos paises latinoamericanos, especialmente en lo referido al disefio de las politicas sociales Con relacién a este titimo aspecto, dos cuestiones merecen ser destacadas aqui. Primero, la presin ejercida por los organismos financieros internacionales para una dristica reduccién del supues- tamente elevado gasto piblico social en los paises de América Latina', La posibilidad de renegociacién de las dendas y la capta- cién de nuevos empréstitos han estado, entre otros factores, diree- tamente vinculadas al imperativo (o, si se prefiere, al chantaje) de limitar al extremo la intervencién de los gobiernos en la esfera de las politicas sociales. Asimismo, la reduceién del gasto puiblico ha ido acompafiada de la implementacién de un riguroso programa de privatizaciones, no s6lo de las empresas productivas del Estado, sino también del sistema de seguridad y bienestar social, y de una progresiva trans- ferencia a los usuarios de los costos vinculados a su funcionamien- to, La educacién, en este marco, fue uno de los sectores mas fuertemente sometidos al ajuste impulsado por dichas politicas, Por otro lado, y en segundo lugar, es importante destacar que el papel ejercido por el Banco Mundial y el FM en el disefio e imple- mentacién de las politicas sociales se ha caracterizado por dos ten- dencias asociadas: el instrumentalismo de las propuestas sectoriales llevadas a cabo y el condicionamiento de los limites y del contenido que tales politicas pueden tener en el contexto del com- plejo proceso de reestructuracién promovido por dichos organis- mos. El ‘instrumentalismo” se expresa en la subordinacién de la politica social a la dinémica més amplia de la logica econémica, teniendo como objetivo central el tratar de dar apoyo, respaldo y legitimidad a los programas de ajuste!5. Las politicas sociales son Ellconsenso de Washingfon ad asi pensadas como un componente indisoluble de los procesos de reestructuracién econémica y disefiadas desde la éptica de un exa- cerbado reduccionismo tecnocritico. Todo asunto referido a cues- tiones de politica social (entre ellos, la reforma escolat) se limita a Ja aplicacién de la légica coste-beneficio y al énfasis en la necesidad de considerar como prioritaria la obtencién de una creciente tasa de retorno de los recursos invertidos"®, El “condicionamiento” de los limites y el contenido de la politica social se expresa en el pro- tagonismo que dichas instituciones juegan en la financiacién direc- tay creciente de ciertos programas sectoriales desartollados en la regién. Aun cuando esta financiaci6n es asumida de forma directa por el Banco Mundial y el BID, cl FM ejerce un papel central en el establecimiento de las pre-condiciones necesatias para la aproba- cién de los recursos a ser invertidos. Como bien observa Marilia Fonseca, aun cuando estos prestamos se ocultan tras el velo de la “cooperacién” y la “asistencia técnica”, se trata de voluminosas sumas de dinero que pasan a engrosar la inagotable deuda externa de los paises del Tercer Mundo, y cuya inversién esta sometida a tun riguroso control ideolégico que define el contenido ¥ los limi- tes de los proyectos implementados!7, La cada vez mas intensa canalizacién de eréditos para el area social, especialmente para el ‘rea educativa, no puede ser entendida fuera de este contexto!® Obviamente, los organismos financieros internacionales no son el Tio Sam que impone su voluntad arbitraria e implacable a los inocentes y siempre bondadosos gobiernos latinoamericanos que defienden el interés del pueblo. Por el contratio, estos tiltimos han sido, tanto en su versién dictatorial como constitucional, y salvo may raras excepciones, un engranaje central en la aplicacién del riguroso ajuste neoliberal implementado en la regién. El Consenso de Washington se construye innegablemente hacia el interior de las

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