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Señor de los Temblores

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Señor de los Temblores

Imagen del "Señor de los Temblores" durante la procesión


de Lunes Santo, cubierto en flores Ñucchu.

Autor Anónimo

Creación 1620

Ubicación Catedral-Basílica de Cusco (Cusco, Perú)

Material fibra vegetal de lino, maguey, madera balsa,


etc.

[editar datos en Wikidata]


El Señor de los Temblores, Taytacha de los temblores (llamado en quechua como
neologismo, Taytacha Timplures1, del latín tata > tayta > taytacha: nombre dado a dios o a
los santos, sacerdotes, abuelos y padres ),23 es una efigie que simboliza a Jesús de Nazaret
enclavado en tres puntos de una cruz.

La sacra imagen es venerada en la Catedral-Basílica del Cusco en el Perú, donde acoge la


profunda y testimonial reverencia de todas las clases sociales. Es célebre en el Perú y fuera
del país, pues se cree que amainó los estragos de un gran terremoto que destrozó la urbe
andina. Es el "Patrón Jurado del Cusco" y una de las imágenes del país con mayor
predicamento de credo y providencia.

Índice
 1 Descripción
 2 Historia
 3 Procesiones
 4 Literatura
 5 Referencias
 6 Enlaces externos

Descripción[editar]
La escultura, de facciones grotescas y anatomía asimétrica, se creía que fue modelada en
pergamino de llama, con el busto hueco y muy poco valor estético. Al analizar su
composición durante una restauración en 1985 los artistas se dieron cuenta que el cuerpo no
estaba hecho de pergamino o cuero de camélido, sino de fibra vegetal de lino. La cabeza es
de maguey, mientras que los pies y las manos están hechos con madera balsa, materiales
comunes en la región andina. Por lo tanto se considera que el Taytacha de los Temblores es
autóctono y original.

El Cristo está cuidadosamente adornado. Los clavos de sus manos y de sus pies son de oro
puro con incrustaciones de piedras preciosas, tenía una corona de oro puro con piedras que
pesaba 1,3 kg, obsequio del Virrey Francisco de Borja y Aragón, que en la década de 1980
fue robada. La que ahora usa es áurea también, pero es más liviana. Con el paso del tiempo
se le añadieron en el altar las imágenes de la Virgen de los Dolores y San Juan Evangelista.

Historia[editar]
Tradicionalmente se creía que la imagen fue donada por el emperador Carlos V, pero
históricamente la obra data de alrededor de 1620, durante el gobierno de Felipe II, quien
escuchó los informes del arquitecto de El Escorial, diciendo que los “indios del Perú
seguían adorando al Sol y que en sus fiestas recordaban a las deidades de su
gentilidad”.[cita requerida] Al oír tal cosa, mandó esculpir en Sevilla la imagen de un Santo
Cristo de gran talla y belleza, pero distinto a los que veneraban en España; éste debía tener
color cobrizo y fracciones que les permitieran a los indios reconocerse en la propia
imagen.4

Concluida la obra, es enviada al Virreinato del Perú, asegurada en un arca y afianzada en la


cubierta de una nave destinada a cruzar el mar y llegar al puerto del Callao, desde donde
sería trasladada a la ciudad del Cuzco. Sin embargo, en alta mar la embarcación sufrió
amenazantes tormentas y los sacerdotes comisionados, en su desesperación, sacaron del
baúl al Santo Cristo, lo aseguraron al trinquete mayor e imploraron piedad y clemencia para
que detuviera la cólera del mar y así fue. Se sosegaron las aguas, cedió el viento y en
gratitud por su mediación salvadora le llamaron Señor de las tormentas.5

Una vez en el puerto del Callao, la imagen debía ser transportada al Cuzco,
encomendándose la tarea a un conocido arriero español. Después de un viaje lleno de
incidentes, arribaron al lugar de la última jornada antes de llegar a Cuzco, este lugar fue el
pueblo de Mollepata (provincia de Anta). La comitiva se detuvo para descansar unos días,
pero al querer reiniciar el viaje sucedió algo inaudito, el arcón que contenía la imagen se
tronó tan pesado que no pudieron moverlo. La gente dijo que era porque la imagen deseaba
permanecer en ese lugar y la comitiva se vio obligada a dejarlo, no sin antes imponer como
condición a los moradores que debían levantarle un templo. Por supuesto que todo fue una
farsa del arriero cuya verdadera intención era quedarse con la imagen, de fina escultura y
armónica anatomía y de la que se afirma es muy parecida al Señor de Burgos en España,
por lo que es conocida como Señor Manuel de exaltación de Mollepata. Así, para cumplir
su compromiso, el arriero mandó hacer secretamente otra imagen, obra que fue
encomendada a un imaginero indio de la zona y fue este otro Santo Cristo el que entregaron
a la Catedral del Cuzco. Sin embargo, es admirada y querida por los pobladores de la
ciudad de Cuzco por sus portentosos milagros y fue así desde el momento que ingresó a la
Catedral y le llamaron Cristo de la Buena Muerte.6

A finales del mes de marzo de 1650 un terremoto asoló la ciudad. A un tiempo la gente
sacó en procesión al Cristo negro, que hasta entonces estaba olvidado en su altar, y el
movimiento fue detenido coincidentemente. Fue colocado en la puerta de la Catedral
mirando a la ciudad con la creencia de aplacar las constantes repercusiones del sismo. Por
éste evento fue bautizado como Señor de los Temblores.

En el año de 1720, la ciudad del Cuzco fue asolada por una peste que sólo se detuvo
después de sacar en procesión al Santo Cristo y es así como, por decisión del pueblo fue
proclamado Patrón Jurado del Cuzco, desplazando al Patrón Santiago que había sido
nominado como tal por los españoles en 1646.

Cuzco fue devastado con terremotos y sismos en varias oportunidades, se desplomaron


templos y casonas, los fieles de inmediato tenían que correr a la catedral para sacar al
Taytacha de los Temblores en procesión. En el terremoto de 1985 fue sacado para implorar
misericordia y pedir perdón, porque creyeron que fue un castigo por el robo de la corona de
oro. En 1989 gracias a la gestión de Monseñor Mario Gálvez Tió, Vicario Capitular, y
miembros de la Confraternidad, señores Jesús Lambarri, Concepción B. de Pola, Laura F.
de Dueñas, Luzmila de Ochoa y Ricardo Castro Pinto, fue renovado y embellecido el altar
del “Taytacha”, con hermosa platería y dorado en sus cornisas.

El 9 de mayo de 2001, después de una solemne misa, los esposos Hilda Kalinowski y Luis
Navarrete Lechuga donaron dos hermosas coronas, una de oro y otra de plata, réplicas de la
corona original que nunca fue recuperada. Recibió este obsequio el Monseñor Mayorga, y
en representación de la Confraternidad, los señores Washington Peralta y Ricardo Castro
Pinto.

Entre enero y marzo del año 2005, la Imagen del Señor de los Temblores fue restaurada por
un equipo interdisciplinario del Instituto Nacional de Cultura (INC.), en los laboratorios de
la Hacienda del Marqués de Valleumbroso. Los maestros restauradores hallaron dentro del
cuerpo 61 cartas de diferentes años, siendo la más antiguo de 1762.7 Este conjunto de
documentos corresponden a una vieja costumbre religiosa, la de escribirle cartas al santo
pidiendo favores, rogando su mediación, contándoles sus penas, quejas, rogándole conceda
gracias a las que el creyente devoto no se siente capaz de alcanzar por esfuerzo propio. Al
menos desde la restauración de 1977, las autoridades eclesiásticas conocían de la existencia
de estas cartas, pero, optaron por dejarlas en el lugar donde fueron halladas.

Las cartas fueron introducidas por la herida en el pecho. El gesto y el lugar de colocar las
cartas dentro del Taytacha, nos estaría hablando de una relación afectiva y fuerte, dice así
una carta:

Ruegos al Señor de los Temblores, al Señor Don Manuel Jesús de la Palestina, Dios Trino y Uno,
Justo Juez de Cielos y Tierra, como tú sabes bien yo sólo vivo en la esperanza tuya y la de la Madre
María que también es mi Madre, a quien pediré si no es a ti. Las cosas que te pido son cinco en
memoria de tus cinco preciosas llagas…

Cuzco, octubre 30 de 1908, firma completa

En octubre de 2012, el Congreso de la República le otorgó la medalla de honor en el grado


de "Caballero", en una ceremonia realizada en la Catedral-Basílica de Cuzco.8

Procesiones[editar]
La procesión fue instituida el 31 de marzo de 1650, en recuerdo al terremoto, y en 1741 fue
cambiada al día de Lunes Santo, marcando el inicio de la Semana Santa.

Desde los balcones de las casas, que para esa época se adornan con dorados tapices, se
arrojan los rojos pétalos de una planta que crece por esa época en los campos: el ñucchu. El
recorrido de la procesión sigue tal como se estableció en ese entonces. Sale de la Catedral,
visita a la Iglesia de Santa Teresa, donde cambia su sudario para luego dirigirse a la Iglesia
de la Merced, donde le espera la Virgen de la Soledad. En todo su recorrido recibe
multitudinario homenaje. Según la creencia, durante la procesión del Lunes Santo, el peso
de las andas es el peso de los pecados del que lo carga; y su rostro expresa cómo va a ser el
año siguiente.
La festividad del Señor de los Temblores del Cusco fue declarado patrimonio cultural de la
nación peruana el 28 de diciembre del 2007; esta declaratoria reconoce a esta festividad
como un culto religioso que contribuyen a la identidad nacional peruana debido a la riqueza
de los elementos que conforman esta tradición religiosa.9

El último domingo de octubre se celebra su fiesta patronal. Inicialmente su fiesta litúrgica


fue señalada el 14 de septiembre (Día de la Exaltación de la Cruz) y el año de 1924 fue
cambiada al último domingo del mes de octubre (Día de Cristo Rey). Para estas fechas, se
traslada a la venerada imagen al Altar Mayor, dejando dispuesto el Retablo del Taytacha
para su limpieza y mantenimiento. El Cristo preside la Santa Eucaristía a él dedicada, y
permanece en el Altar Mayor de la Catedral hasta concluir sus celebraciones patronales.

Literatura[editar]
José María Arguedas narra, en su novela autobiográfica, Los ríos profundos, de la llegada
del niño Ernesto con su padre al Cusco y la visita a la catedral. En sombras de tiempo y
negro, el Señor de Temblores los miraba con gozo inefable llamándolos a su grey.

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