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“El pecado de comer carne” (de El camino de la vida)

El filósofo griego Pitágoras no comía carne. Y cuando Plutarco, que había escrito la vida de
Pitágoras, le preguntaban sobre ello, respondía que lo sorprendente no era que Pitágoras no
comiera carne, sino que la gente, pudiéndose alimentarse y saciarse de cereales, verduras y frutos,
aún siguiera cazando seres vivos, degollándolos y comiéndoselos.

Ya en la antigüedad los sabios enseñaban que no había que comer carne, sino alimentarse de
plantas; pero nadie les creyó y la gente siguió comiendo carne. Pero ahora, año tras año, más
personas consideran que comer carne es un pecado, y no lo hacen.

Nos sorprendemos que en el pasado hubiera personas que se alimentaran de carne humana, y de
que en África esto aún se siga haciendo. Pero llegará un día en el que la gente se sorprenderá igual
de cómo podíamos matar animales y comérnoslos.

“Ten lo imprescindible y responde de ti mismo” es un buen proverbio que se debe seguir.

Durante diez años la vaca te ha dado alimento a ti y a tus hijos, y la oveja con su lana te ha vestido
y te ha dado calor. Y ¿Cómo las recompensas tú? Les cortas el pescuezo y te las comes.

De no ser por la avidez, ningún pájaro caería en la red, y los pajareros no tendrían qué cazar. A las
personas se las caza con el mismo cebo. Su tripa actúa como una cadena en sus manos y un
candado en sus pies. Y quien sea esclavo de su tripa siempre será un esclavo. Si quieres ser libre,
ante todo libérate de tu tripa. Lucha contra ella. Come para aplacar el hambre, pero no para
obtener placer.

Basado en Saadi
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“No matarás” no se refiere únicamente a matar a una persona, sino a matar a cualquier ser vivo. Y
este mandamiento fue grabado en el corazón humano antes de ser escrito en el Sinaí.

L a compasión por los animales está tan estrechamente ligada al buen carácter que se puede
afirmar con toda seguridad que quien es cruel con los animales no puede ser buena persona.

Schopenhauer

No alces la mano contra tu hermano ni viertas la sangre de ningún ser vivo que habite en la tierra:
ni de personas, ni de animales domésticos, ni de bestias, ni de pájaros. En el fondo de tu alma una
sabia voz te prohíbe verter sangre, pues la sangre es vida, y tú no puedes devolverla.

Lamartin

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