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DEL PARAMILITARISMO AL MILITARISMO Y DE LA DELINCUENCIA ORGANIZADA A

LA LEY DE SEGURIDAD

Al pueblo trabajador de México


A las organizaciones sociales

En el estado de Guerrero la política de Terrorismo de Estado ha tenido como finalidad principal el


generar las condiciones propicias para la implementación de proyectos de muerte tales como la
minería, construcción presas, puertos, autopistas, entre otros. El uso faccioso de la llamada
“delincuencia organizada” (que no es otra cosa que paramilitarismo) ha sido clave en la
implementación de esta política pues es ésta la que de manera selectiva ha asesinado y desaparecido a
una gran cantidad de luchadores sociales y opositores políticos; de igual forma ha ocasionado el
desplazamiento forzado de comunidades enteras a través del terror, todo lo anterior con complacencia y
por orden del Estado y donde la participación encubierta del ejército ha sido clave. Esto se observa en
casos como la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa o el
cobarde asesinato de nuestros compañeros de la policía comunitaria de la Casa de Justicia “La Patria es
Primero”, el 26 noviembre de 2015, sólo por citar algunos casos. En éstos, de manera coordinada, se
ejecuta la actuación de la delincuencia organizada con mandos militares y policiacos eximiendo así de
toda responsabilidad al Estado, pero también generando con esto la legitimación suficiente para la
creación de una ley que dote de facultades legales al ejército para cualquier tipo de acciones, sin que
tengan que dar cuentas a nadie, aún cuando éstas representen crímenes de lesa humanidad.

En los últimos años el uso del parimilitarismo ha sido clave para la implementación de las políticas de
despojo, pero ni aún con ello se ha logrado apaciguar totalmente la resistencia, no sólo en Guerrero
sino en todo el territorio mexicano y con la implementación de la Reforma Energética, dicho despojo se
incrementará arrojando a la miseria a gran cantidad del pueblo trabajador, generando así un mayor
descontento, mismo que pretende ser contenido vía la represión franca y abierta que hasta ahora se
había llevado acabo a través de la delincuencia organizada; más estos vulgares delincuentes son
incapaces de confrontarse con la organización real del pueblo, por lo que surge la necesidad de hacer
uso del aparato represivo por excelencia es decir, las fuerzas armadas, cuya actuación se legaliza con la
Ley de Seguridad Interior que no es otra cosa que la organización de la violencia y la legalización de la
Guerra y Represión contra el pueblo.

La muestra mas clara de lo dicho anteriormente es lo acontecido el pasado domingo 7 de enero de año
en curso. Ese día, un comando integrado por policías estatales, ministeriales, federales y soldados
asesinaron a tres policías comunitarios de Cacahuatepec, detuvieron al vocero del Consejo de Ejidos y
Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (Cecop), Marco Antonio Suástegui, a su hermano
Vicente y a otros 20 integrantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC),
allanaron casas de los pobladores, además de agredir y amedrentar a la prensa. Este acto represivo no
debe verse como un suceso aislado, pues la Cecop es una organización que se ha opuesto y ha logrado
mantener detenida la construcción del megaproyecto de la presa la Parota en el río Papagayo,
megaproyecto que, además de afectar a los comuneros, también representa un deterioro ecológico de
gran magnitud. No obstante ello y por la importancia de inversiones y ganancias, tanto el gobierno
como el sector privado no han quitado el dedo del reglón para llevar acabo dicho proyecto, lo que ha
llevado consigo una sistemática represión hacia la Cecop, que va desde la actuación legal en su contra
con detenciones ilegales, hasta intentos de asesinatos y ahora, un proceso represivo a gran escala por
parte de la fuerzas militares y policiacas del Estado de manera abierta.

Es así como pasamos del paramilitarismo al militarismo y de la delincuencia organizada a la Ley de


Seguridad Interior, es decir, la legalización de la violencia contra la mayoría de los mexicanos con el
afán satisfacer los intereses de la burguesía nacional e imperialista, pues dicha ley está generada para
combatir la resistencia a los megaproyectos de muerte, tales como la presa “La Parota” o para terminar
con conflictos como el de la mina “La Media Luna”. Tal situación evidencia el agotamiento del
régimen democrático burgués que, aún con su palabrería hueca que dice “salvaguardar la seguridad de
la ciudadanía” y “velar por el bienestar de la población”, muestra cada vez más el verdadero carácter
del Estado, es decir, el de aparato de dominación, donde el derecho no es otra cosa que la organización
del poder y la violencia de la clase burguesa contra la la clase trabajadora.

A pesar de todo lo anterior, aún hay quienes buscan llevar la organización popular y de los trabajadores
por causes legales, electoreros o de derechos humanos, disgregando con ello la lucha popular y
desviándola de sus objetivos; son estos los mismos que exigen justicia a los verdugos y “respeto a la
legalidad”, omitiendo que actos como los antes mencionados ahora son legales, mas resulta
conveniente cubrir la realidad para no comprometerse a una lucha de mayor trascendencia o bien, para
mantener canonjías ganadas al servirse de las necesidades del pueblo oprimido y explotado.

Nuestra organización, el Frente Oriente, repudia estos deleznables crímenes por parte del Estado,
disfrazados unos por paramilitares y otros abierta y descaradamente, ejecutados por el aparato estatal
en todos sus niveles de gobierno; decimos además que, ante tal panorama se hace cada vez más
imprescindible la organización popular que transcienda los marcos de la legalidad burguesa, pues ésta
no representa los intereses del pueblo trabajador. Se hace pues necesario elevar las formas organizativas
y de lucha de las clases oprimidas y explotadas y luchar por la verdadera emancipación del pueblo y
por la verdadera justicia popular, emanada ésta de verdaderos tribunales populares. Ello no será posible
mientras el pueblo trabajador no tenga en sus manos el poder real. Así, se hace necesario entonces, en
estos momentos de descaro absoluto por parte del Estado, de luchar de manera efectiva por el poder
real para el pueblo trabajador y ese no vendrá de las urnas, sino de la guerra popular.

¡¡ROMPER LAS CADENAS DE LA OPRESIÓN BURGUESA!!

¡¡POR LA LIBERACIÓN DE LA CLASE TRABAJADORA!!

Frente Oriente
Proletario y combatiente!!

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