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Mary Shelley vuelve

"remasterizada", a 200
años de inventar
Frankenstein
Con la idea de hacer un cuerpo nuevo con otros cuerpos, investigadores
de Massachusetts crearon un monstruo narrativo, entre la inteligencia
artificial y Twitter

12 de agosto de 2018

A dos siglos de su nacimiento el más célebre de los monstruos


literarios sigue con vida, con latido vigoroso a pesar de tal
longevidad. ¿Quién no conoce, al menos en parte, el argumento
de Frankenstein o el Moderno Prometeo, piedra angular de la
ciencia ficción? La criatura que Mary Shelley creó para aquella
novela publicada en 1818 apareció más tarde en decenas de
películas, series de televisión, videojuegos, cómics, obras de
teatro, piezas de ballet; y la lista crece.

Recientemente este imaginario tuvo un nuevo capítulo:


investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)
"remasterizaron" la figura de la escritora inglesa, que es la
protagonista -¡por fin ella y no su monstruo!- de un sistema de
inteligencia artificial que compone historias de terror. Esta
tecnología crea monstruos narrativos zurciendo fragmentos
propios con textos que envían usuarios en Twitter, en una suerte
de cadáver exquisito new age. La mecánica es sencilla: Shelley (la
máquina) escribe un tuit para iniciar una historia e invita a que la
continúen los escribas humanos diciendo "tu turno".

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#Mommy es el título de una de estas creaciones colaborativas. La


que sigue es una de las versiones compuesta por un hilo de tuits,
en donde los fragmentos en negrita corresponden a la inteligencia
artificial. " ¡Mami! -llamé nuevamente. Mami, ¡hay alguien
en el ataúd, ayúdame! No sirve de nada, ella no puede oírme.
Estoy demasiado lejos de la superficie. ¿Imaginas lo que es ser
enterrado por tu propia madre? ¿Puedes hacerlo? Esto está
sucediéndome mientras escribo estas líneas. De pronto, cuando
la tierra cubre mi ataúd, escucho una voz diciéndome ' Ella no
puede molestarnos aquí, finalmente estamos juntos y
solos '. Sonreí en mi interior. La voz, muy profunda, dijo
'Yo seré un padre para ti'".

Manuel Cebrián, uno de los hombres del MIT involucrados en la


iniciativa, explica que antes de poner al sistema a escribir
inyectaron en su vena inerte clásicos de Stephen King y Edgar
Allan Poe, además de una colección de miles de obras de terror
disponibles en internet, libres de derechos.
A esto se conoce como deep learning -o aprendizaje profundo-
que es la habilidad de las máquinas para aprender e imitar el
funcionamiento del cerebro humano [ver recuadro].

El investigador reconoce que su criatura ha demostrado destreza


para describir una persecución o la irrupción de un monstruo,
aunque no es muy hábil para crear suspenso o proponer
revelaciones. Sus virtudes y falencias se corroboran en los cuentos
breves que están publicados en el sitio www.shelley.ai (en inglés).

"La creación interactiva que propone este trabajo es una idea


fascinante", opina Marie Mulvey-Roberts, profesora de literatura
inglesa en la Universidad del Oeste de Inglaterra (UWE Bristol).
"Es un poco lo que Víctor Frankenstein hacía: unía partes ya
creadas y le daba vida.

Esta iniciativa es una forma de monstruosidad, donde la ilusión de


un cuerpo coherente se descompone". La especialista en la obra de
Shelley nota que la vigencia de la novela y la persistencia del
monstruo no son casuales: "El libro puede ser visto como un mito
de la creación moderna, y también como una advertencia respecto
a asuntos que no pasan de moda como la compasión o la crianza, y
acerca de los peligros de la ambición desmedida. Plantea además
las grandes preguntas sobre el significado de la vida y de la
muerte, y por supuesto los límites de la ciencia. La novela es sin
dudas versátil, y es actual cuando pensamos en actividades como
los trasplantes o la clonación", comenta Mulvey-Roberts.
En diálogo con LA NACION, Esther Cross desmenuza más razones
que explican la vigencia del personaje de Shelley. "Su originalidad
fue tal que ni bien apareció surgieron las imitaciones y parodias.
Eso no sucedió con ningún otro personaje de la historia de la
literatura. Y es al mismo tiempo un personaje complejo, difícil de
atrapar en un par de pinceladas: pensante y asesino, comprensible
y al mismo tiempo terrible, plantea preguntas que todavía nos
hacen pensar", señala la autora de La mujer que escribió
Fankenstein, un título publicado en 2013 que explora
encantadores y también aterradores detalles de la vida de Shelley.
Por ejemplo, que la escritora, cuando niña, aprendió a leer su
nombre en una lápida, la cercanía de Shelley con la muerte, y la
historia que cuenta que la creadora del monstruo conservó el
corazón de su amado fallecido envuelto en un poema.

"Cuando escribió Frankenstein o el Moderno Prometeo había


otros escritores trabajando en temas tangenciales pero ella captó
el temor de su época, el asombro y el miedo que sentían las
personas por lo que podría hacer la ciencia con los cuerpos
humanos, y lo puso en palabras. De esos hilos secretos, entre
otros, está hecha la trama de su libro, y esos hilos no se cortaron",
dice Cross.

No fue el rayo de una tormenta la chispa que dio vida al monstruo


en la cabeza de Shelley. Cross cuenta que el engendro resultó de
una apuesta, cuando los integrantes de un grupo de escritores,
entre los que se encontraba la autora inglesa, se propusieron
escribir una historia que les helara la sangre.
¿El sistema de creación artificial creado en el MIT cumple con este
objetivo que el texto de Shelley, la de carne y hueso, sí alcanzó?
"El programa de shelley.ai investiga, por lo que entiendo, la
capacidad de la inteligencia artificial para inducir emociones,
específicamente el miedo, de manera que las intenciones podrían
compararse, salvando las distancias", opina Cross. "La diferencia
es que Mary Shelley dio en el clavo porque imaginó la historia que
heló la sangre a ella misma, comprendió que si a ella la asustaba,
podría asustar al lector y eso no puede hacerlo una máquina. Por
ahora, no encuentro paralelismo entre el monstruo de Mary
Shelley y los sistemas de inteligencia artificial. Creo que esos
sistemas cambian nuestras vidas, pero la manera en que lo hagan
no tiene por qué ser necesariamente monstruosa. Dependerá de lo
que pase con los sistemas de inteligencia artificial. Lo que sigue
vigente es la pregunta de qué hacer con los resultados de ciertos
experimentos. Sigue sin respuesta, dentro y fuera de la literatura",
comenta la autora de Tres hermanos y La señorita Porcel.

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