Capiruto 2
CINE/TECNOLOGIA:
MONTAJE Y DESMONTAJE DEL CUERPO
CINE: TECHNE E IDEOLOGIA
Entre las anécdotas de la historia del cine se ha contado a
menudo c6mo, cuando los hermanos Lumitre mostraron la Lle-
gada del tren a la Ciotat, entre sus primeras peliculas, los es-
pectadores se levantaron atemorizados Porque pensaron que el
tren los iba a atropellar. Este episodio es la prueba mas evi-
dente de la historicidad de la competencia de lectura de los es-
pectadores —que, en 1896, confundieron la imagen de un tren
con el objeto real—, y apunta a la necesidad de distinguir en-
tre un modo de representaci6n propio del cine de los origenes,
que se complace en ensefiar el movimiento —Gaudreault y Jost
(1990) lo definen como cine de «mostracién»—, y un «modo
de representaci6n institucional» (Burch, 1987), cuyo objetivo es
presentar un mundo organizado en relato sin interferir en el
Proceso que en los primeros escritos sobre el cine es denomi-
nado, muy acertadamente, «el olvido de sf» (vid. Canudo, 1914
y Miinsterberg, 1916). Pero es, sobre todo, emblematico de la
capacidad de la imagen filmica para provocar efectos, produ-
cir reacciones e involucrarnos en el mundo representado y, fi-
nalmente, una prueba del efecto de verdad que tiene toda re-
Presentacién en tanto parte de los mecanismos discursivos que
lamamos cultura. :
Con terminologia semidtica podemos decireque esta pe-
quefia anécdota nos remite al poder referencial de la Se
‘mica, que hace del cine un medio extremadamente en i
tepresentacién y persuasién. De la misma manera que la ima—s
gen fotografica, parece hablar por sf misma; o, mejor dicho
ella el mundo parece simplemente estar, sin filtros, ni aaa
ciones ni distorsiones. Es lo que Barthes (1980) llama la ass
constativa» de la imagen: autentifica la existencia del ser, =
tableciendo una Urdoxa, una creencia fundamental sobre q
mundo:
Giulia Cotaizzy
.. en la imagen, el objeto se entrega en bloque y la vista
tiene la certeza de ello, al contrario del texto 0 de otras per-
cepciones que me dan el objeto de manera bortosa, discuti-
ble, y me incitan de este modo a desconfiar de lo que creo
ver. (Barthes 1980 [1997: 181]; cursiva en el original)
La certeza de la visién producida por el aparato reproduc.
tor —que funciona, por lo tanto, como una «cdmara clara» y
no obscura, en el juego de palabras que da el titulo al original
francés del libro de Barthes— nos remite no sélo a la claridad
inequivoca de la percepcién que nos convence de la existencia
del objeto representado, sino también al espacio ilusorio —una
chambre, una habitaci6n— que, especialmente en la representa-
cién filmica, parece rodear a quien mira integréndolo en un
mundo orgdnico y coherente y le hace establecer una equiva-
lencia entre ver y creer. La imagen, concluye Barthes, es «ver-
dadera a nivel del tiempo» (frente a ella «me consumo cons-
tatando que esto ha sido») pero engafiosa respecto de la
percepci6n: realiza la «inaudita confusién de la realidad (‘Esto
ha sido’) en la verdad (‘jEs esto!’)» (Barthes, ib.: 192; cursivas en
el original).
Los mecanismos de la creencia como efecto de verdad y pro
ceso de reconocimiento que nos remite al imaginario individual
y colectivo han sido estudiados por Louis Althusser (1978) en
oa earéeten ideol6gico intrinseco y en tanto partes de un dis-
es Eepeemeicio que afecta, inevitablemente, a la cons
eae pet. En «ldeologia y aparatos ideolégicos de Es
aenieese re establece una conexién ineludible entre una
cho, los ee diferenciadas y especializadas» —de he:
en su conjunto, la esfera supe’
tural
tructural del edie es
“Tedificio social— y la ideologfa. Para el autor, el S*PASION DEL SIGNIFICANTE,
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tema de las artes, el de la informaci
el juridico, el politico, el sindical,
tos ideolégicos de Estado» (A.LE.
cierta ideologia, los valores hegeménicos de una sociedad con-
creta, naturalizarlos, indicar a cada individuo de una comuni.
dad cual es su lugar y su papel en el entramado social. Su ob-
jetivo es la transformacién de individuos en sujetos y,
finalmente, la reproduccién de las condiciones y relaciones de
produccién de dicha sociedad. Mediante el mecanismo de la
«interpelacién ideolégica» y su estructura doblemente especu-
lar, los AIE crean «una representacién imaginaria de condicio-
nes reales de existencia» que naturaliza el status quo como es-
tructura jerarquizada y jerarquizante: el individuo se reconoce
en la interpelacién (texto verbal, imagen, ley, etc.) —recono-
ciéndose como destinatario de la interpelacién, se reconoce
como ‘yo’—,, reconociendo al mismo tiempo, en ese mismo acto,
la centralidad, la autoridad y la verdad del Sujeto de la misma.
La conclusién es el «Amén», el «!Asi sea!» (la representacién,
dirfa Barthes (1980), tiene efectos constalivos y exclamativos):
el individuo, como sujeto (de la interpelacién, del Sujeto) fun-
ciona por si mismo, obedece; asume, comparte y se identifica
con los valores vehiculizados por la representacién. En tanto su-
biectum, es interpelado «para que se someta libremente a las 6r-
denes del Sujeto, para que acepte, por tanto (libremente) su so-
metimiento (sujecién)», y para que realice por si mismo «los
gestos y los actos de su sometimiento» (Althusser, 1978: 166).
El mismo acto, por lo tanto, funda el Sujeto y el sujeto (subiec-
tum), los vincula en una especulacién doble, aténdolos, pode-
mos decir, en una relacién de interdependencia. fr
La reflexién de Althusser tiene consecuencias sustanciales
Para todo discurso crftico sobre el cine: nos autoriza a resistir
a cualquier tentacién mimética y referencial, a todo intento de
entender el cine como copia de la realidad, como simple gra-
bacién de hechos. Como practica social e institucin, el cine no
Puede entenderse simplemente como un mero soporte técnico-
material para la vehiculizaci6n de una representaci6n; en aan
discurso, aparato ideoldgico, no es un espejo, un reflejo -
realidad, un instrumento pasivo o neutral de reproducci6n: no:
i6n, el educativo, el familiar,
son definidos como «apara.
u funcién es perpetuar una