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Carmesí
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Argumento
Tres amigas, tres pares calientes, ardientes de bragas… y un malvado, malvado vestido de
novia.
Tanner sabe que Rain y Cait serían perfectos juntos, pero todavía la quiere toda
para él. Hasta que ella se queda de pie ante ellos desnuda a excepción de sus bragas.
De repente Tanner está dispuesto a compartir…
Capítulo Uno
Querido diario,
Encontré las bragas perfectas hoy, rojo brillante y seda suave. Las adoro. Y hacen que las
piernas parezcan malditamente largas. No es que nadie más que yo vaya a verlas pronto. Aun
así, me encanta ir a trabajar con todos esos tipos y que ninguno de ellos sepa que debajo de mi
uniforme, llevo bragas de color carmesí.
— ¿Natasha es tu tía? — Natasha era sólo unos años mayor que cualquiera de
ellas.
— Oh, Dios mío. Lo tomaré como que Natasha tiene un montón de amigas.
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— En realidad, sólo tiene unas pocas amigas, pero todas ellos parece que se
casan mucho. Hasta el punto en que ella es la única soltera del grupo.
— El vestido de dama de honor está diseñado para ser feo, por lo que la novia
se verá particularmente hermosa en su día especial.
Cait se estremeció por el título. Por más que lo intentaba, no podía hacer que la
gente se refiriera al acontecimiento por su nombre propio. En cambio suspiró.
— Sí.
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Afortunadamente, su personalidad conseguía que los llevara a cabo. Parecía que la
gente encontraba sus extrañas ideas encantadoras en vez de irritantes. Cait no estaba
segura de que ella estuviera de acuerdo, pero era su trabajo convencer a la comunidad
que querían acudir al evento anual.
Excepto Cait que no lo tenía. Nunca había sido dama de honor de nadie. Había
estado demasiado ocupada trabajando. Heather y Natasha eran sus mejores amigas y
sólo las había conocido desde hace un año. De todos modos, habían establecido lazos
bastante fuertes con las dos mujeres durante ese tiempo.
Heather inclinó la cabeza hacia un lado, haciendo una imitación muy precisa de
un cachorro curioso.
— La fiesta es en dos horas. ¿No pensaste antes de ahora que ibas a llevar?
— Pero…
— ¡Pero, la Sra. Warren parece creer que me he ofrecido a ayudar, por tanto
ella espera que yo llegue en una hora, vestida para ese estúpido baile!
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Comenzó a repasar el armario, rechazando vestido tras vestido. Y otro vestido.
Maldita sea, ¿cuántas veces había sido Natasha dama de honor?
— Es una broma.
— Ah, no.
— Sí.
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Tan pronto como la tela tocó su piel, una profunda necesidad de ponerse el
vestido subió a través de su cuerpo. La necesidad de quitarse su ropa y ponerse ese
vestido era casi irresistible.
— Lo que sea. — Incluso sin el teléfono presionado a su oído, Cait podía oír la
respuesta de Tasha. — Está bien.
—Ves, está bien. — Heather colgó y sonrió a su amiga. — Será mejor que te des
prisa.
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demasiado rebeldes si los dejaba sueltos. — Correré a casa, me pondré el vestido y me
maquillaré.
Pero debajo de su uniforme… algo sobre las diminutas bragas rojas le daba un
impulso extra de confianza cuando se enfrentaba con media docena de tipos machistas
que preferirían que ella no estuviera alrededor.
Dios, podía imaginar sólo la molestia que conseguiría si Rain alguna vez se
enterara lo que llevaba bajo sus pantalones de uniforme. O Tanner. Se burlarían
despiadadamente. Las dos citas que habían tenido hace seis meses no habían llevado a
nada, pero habían seguido siendo amigos y Tanner era un coqueto impenitente. A
diferencia de su amigo que sólo refunfuñaba cada vez que ella se acercaba.
Apartando sus pensamientos a un lado, movió los brazos por la abertura y pasó
el vestido sobre su cabeza. Escalofríos corrieron por su piel cuando el material
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resbaladizo se deslizó por su espalda. La mullida falda flotó alrededor de sus tobillos.
Ella se retorció, enroscándose para subirse la cremallera.
Su primer pensamiento fueron sus pechos. Agarró los lados y tiró para probar el
ajuste. El corpiño estaba ajustado alrededor de su pecho, pero no demasiado mal. El
elástico se estiraba lo suficiente para que pudiera respirar.
Cait empujó sus hombros hacia atrás, reunió valor y se miró al espejo.
— Es horrible.
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— Date la vuelta. Déjame verlo primero.
— ¿Ves? — Trató de reírse de ello, salvo que ninguna mujer quiere verse fea…
incluso con un vestido feo. — Ayúdame a quitármelo.
Cait se rió.
Cait aplastó los labios y ladeó la cabeza hacia un lado, desafiando a Heather a
mantener esta flagrante mentira.
— Bueno, tal vez te ves un poco como una zorra, pero… — Se rió y agitó las
manos hacia el feo vestido. — Te vas a casar, así que eso ¿no eliminará todas las
indiscreciones pasadas? Así es cómo funciona en las novelas románticas históricas. —
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Heather hizo girar su dedo índice en un círculo. — Date la vuelta. Vamos a conseguir
sacarte de esto y puedes ir a casa y maquillarte.
Pero el vestido ponía sus pechos en demostración, y Cait había estado haciendo
todo lo posible para minimizar su existencia desde el instituto.
— Oh, no. Te necesito ahora. La habitación no está lista. Los trabajadores del
hotel están faltos de personal a causa de un poco de gripe. ¿Para cuándo puedes estar
aquí?
— Estoy segura de que estás bien, querida. No puedo hacerlo sin ti. Eres mi
roca. Ahora sacude una pierna. ¡Tenemos una fiesta que sacar adelante!
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La llamada terminó y Cait se quedó mirando fijamente, con la boca abierta y el
corazón palpitante. ¿Cuándo se había convertido en directora de un manicomio?
— Maldita sea. Tengo que irme. — Se miró en el espejo una vez más. —
Mierda, no tengo nada de maquillaje.
Cait sonrió.
— Eres tan buena amiga. — Recogió en lo alta los metros y metros de tela que
componía la falda. — Me preocuparé de la cremallera más tarde. — Con Heather
mostrándole el camino, avanzó lentamente hacia abajo por las escaleras. La
voluminosa falda haciendo que fuera imposible ver lo que estaba bajo ella.
Cait hizo una pausa. La responsabilidad exigía que se fuera en este momento,
pero el sentido de la moda no se lo permitió. Había llegado en pantalones cortos y
zapatillas de tenis. Los zapatos seguramente no podrían hacer daño al vestido, porque
realmente no había ninguna manera de hacerlo un poco más feo, pero no podía
aparecer en un evento formal en zapatillas de tenis.
— Uh, no sé…
Heather se congeló.
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— ¿Llevas bragas rojas?
Cait hizo rodar sus ojos. Ella y Heather habían ido a comprar zapatos las
suficientes veces como para saber que tenían casi la misma talla. Heather le puso el
zapato y Cait renunció, o aceptó, en realidad.
— Oh, Dios mío. Voy a caerme de cara. — Golpeó una palma de su mano en la
pared para mantenerse de pie.
Parecía que Heather usó la distracción del momento para deslizarle el otro
zapato.
— Eso es. — Heather saltó y retrocedió mirando a Cait con un ojo crítico. —
Perfecta, — ella canturreó.
Cait se tambaleó sobre los zapatos y casi le pidió a Heather un par distinto, pero
su amiga parecía tan malditamente feliz que Cait suspiró.
Heather se rió.
— De nada.
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Sintiendo que los minutos pasaban y sabiendo que la Sra. Warren estaría
caminando posiblemente de un lado al otro en el salón de baile esperando que
apareciera, siguió su camino abajo por la escalera, con el golpeteo de los pies de
Heather por detrás de ella.
Cait no tuvo que poner la referencia en duda. Ocho meses desde que había
atrapado a su novio en la cama con otra mujer. Una rubia delgada y pequeña, con
curvas y sin una sólo neurona en su cabeza. No es que Cait realmente hubiera hablado
con la tonta, pero funcionaba mejor en sus fantasías de venganza si Brad, el ex,
estuviera atrapado noche tras noche sin una conversación inteligente.
Cait se burló.
— No habrá nada que contar. — Era trabajo. Tenía que trabajar. Se mantendría
cuerda.
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Se recordó que rascar “gilipollas” en la pintura del coche de su ex – novio
constituía un delito grave.
— En una sala llena de policías calientes, atractivos. Siempre hay algo que
contar.
— No esta vez. — Nunca más. Había salido una vez con un policía. La
arrogancia necesaria para enfrentarse a los tipos malos era atractiva al principio, pero
también se traducía en arrogancia en otras partes de la vida.
Rain era… sombrío. Oscuro, serio, rara vez sonreía. Le habían disparado en
acto de servicio hace más de un año y acabó volviendo a un servicio más liviano. Cada
vez que ella había tratado de entablar conversación con él, le había gruñido o la había
ignorado por completo.
Pero algo en sus ojos sólo le daba ganas de querer hacerlo salir, trayendo una
sonrisa a sus malvados y duros labios.
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— ¡Lo hay! — Acusó Heather. — Hombre, tu cara simplemente se encendió.
¿Quién es él?
— Son…
— ¿Ellos?
Cait tiró del pomo de la puerta, pero Heather apoyó su peso contra ella.
— No suena como nadie para mí. Suena como si tuvieras a más de uno en la
mente.
Cait suspiró.
— Está bien. Sí, hay dos hombres que… — No sabía cómo describirlo.
— ¿Giran tu manivela?
— Exactamente.
— ¿Cómo son?
— ¿Y follable?
— Inmensamente.
— ¿Y el otro?
— Rubio, malvado y…
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— ¿Follable?
— Totalmente.
— ¿Y bien?
—Trabajo con estos tipos y son como el capitán del equipo de fútbol en la
escuela secundaria. Cada chica está loca por ellos. Las inteligentes saben que solo son
una cara bonita. Alguien que tomará tu virginidad la noche del baile, pero que no te
llamará al día siguiente. — Miró la expresión con los ojos muy abiertos de Heather. —
Sólo lo estoy usando como un ejemplo. Son esa clase de hombres.
— ¿Los dos?
— Bueno, uno no lo sé muy bien, pero estoy segura de que una vez que vuelva
a ponerse totalmente en pie, sí, te seduciría fuera de tus bragas. — Bragas brillantes
carmesíes.
Cait se rió. Esa era la actitud de Heather hacia la vida. Ve por ello.
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*****
Tanner sabía que no debería ofrecerse para ayudar. Rain lo quería hacer él
mismo, o no hacerlo en absoluto.
En este momento, Tanner sólo quería que su amigo regresara a la vida y estaba
bastante seguro que tenía cura para eso.
— Sólo déjala colgar, — dijo Tanner cuando salió del cuarto de baño. El cuarto
de hotel era un poco estrecho. Las dos camas ocupaban la mayor parte del espacio.
Había convencido a Rain para conseguir una habitación para pasar la noche, para que
ambos pudieran beber y no preocuparse por conducir.
Esperaba que Rain consiguiera una oportunidad de usar la habitación para algo
más, pero no mencionó eso. Cada vez que traía el tema del sexo a Rain, el tipo sólo se
ponía enojado. Diciendo a Tanner que se fuera a la mierda, que él estaba bien.
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Pero Tanner había visto el modo que Rain miraba a Cait Malone. La caliente,
hambrienta mirada intensa que no había visto en la cara de su amigo en más de un
año.
Bueno, Cait estaría aquí esta noche, y Tanner haría todo lo posible para
conseguir que los dos se quedaran a solas. Su polla se estremeció al imaginar a Cait. Si
Rain no hubiera mostrado interés en ella, Tanner habría ido tras ella él mismo.
Tanner y Cait habían salido en dos citas, pero ella no había superado a su ex, y
Tanner había estado lidiando con Rain al salir del hospital de rehabilitación y
aprendiendo a funcionar en el hogar. El momento había sido malo para ambos.
Siempre había querido acercarse a ella otra vez, pero entonces había visto la mirada en
los ojos de Rain.
Rain necesitaba esto más que él. Aun si ella aparecía en un papel estelar en las
fantasías nocturnas húmedas de Tanner. Él sobreviviría, y sólo tal vez, Rain volvería a
la tierra de los vivos.
Rain hizo una mueca y dejó que la pajarita cayera. Alcanzó y masajeó su mano
izquierda con la derecha.
— Sólo tenemos que conseguirte una botella de licor y puedes ser el padrino de
boda borracho.
— Una botella de licor me parece bien ahora mismo. Estoy seguro que el
servicio de habitaciones la traería.
— Oh, no. No te escapas de esto. Yo tengo que asistir, por lo tanto, tú vas
conmigo.
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“Tener” era un poco exagerado. Había ayudado a la esposa del jefe con algunas
cosas. Se esperaba que él estuviera allí, pero podría haberse librado si hubiera querido.
Lo cual no hacía.
La Sra. Warren podría ser útil. Ella era un poco romántica en el fondo, y
cuando Tanner había mencionado que trataba de reunir a Rain y a Cait, la mujer había
entrado en el plan.
— ¿Qué?
— Perfecto.
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La cabeza de Rain se volvió de golpe y miró a Tanner.
— ¿Qué?
Rain se detuvo.
— ¿Qué?
— No. En la secundaria no habría sabido qué hacer con una mujer así. —
Sonrió y se inclinó adelante. — Ahora sí lo sé.
— La deseas.
— Vete a la mierda.
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— Lo tomaré como un sí. — Esperando que el orgullo masculino de Rain aún
existiera bajo su piel con cicatrices, Tanner apretó el botón del ascensor. — La prueba
serán sus bragas.
— Eres un cerdo, ¿lo sabías? — Dijo Rain mientras salía del ascensor.
— Sí, lo soy.
*****
Heather abrió la revista de tejer que había comprado ese mismo día. Era su
propio pequeño placer culpable. Mirando todos los modelos que podría hacer.
Pero también la hacía sentir un poco como si fuera una vieja solterona. Todo lo
que necesitaba era un gato para completar la imagen.
La puerta principal se abrió y Tasha entró. Suspiró cuando dejó caer su bolso
sobre el sofá.
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Heather le había pedido a Tasha que se mudara con ella después de que sus
padres habían muerto. La persona extra aliviaba la soledad y la ayudó con la hipoteca.
— Dios, sí.
Tasha fue a la cocina para hacer precisamente eso y volvió a la sala de estar,
dejándose caer en otra silla. El ligero aroma de las galletas cocinadas al horno la
siguió, pero entonces, Tasha siempre olía a galletas. Heather se preguntaba a menudo
como no pesaría más de ciento treinta kilos.
— Cait dijo que gracias por el vestido. — Heather sabía que era algo pequeño,
pero cuando alguien le decía que “saludara” ella lo hacía.
— ¿Qué vestido? — Los bordes de los ojos de Tasha formaron diminutas líneas
cuando echó un vistazo por encima de su copa de vino.
— Oh, ¿era eso por lo que lo preguntabas? La conexión era mala, por lo que no
te pude entender. — Tomó otro sorbo de chardonnay. — ¿Encontró algo?
— Sí, agarramos ese traje de novia feo del fondo del armario. — Heather se
quedó mirando el patrón de un hermoso chal azul noche, mentalmente calculando
cuantas madejas de hilo llevaría y cuánto costaría.
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— El vestido de novia que había en la parte posterior de tu armario.
— No. No lo hiciste.
— Sí, lo hice. ¿Por qué? No me puedes decir que es una reliquia de familia. Era
horrible.
— Está maldito.
Heather dejó caer la revista. Esa era una de las pocas declaraciones que podrían
haberla distraído. Levantó la vista. Tasha, la miraba con ojos muy abiertos,
preocupados.
— Está maldito.
— Claro.
— No, lo está. ¡Oh, no! — Tasha se hundió en su silla y miró con tristeza al
techo. — ¿Qué vamos a hacer?
— ¿Por qué es eso una maldición? — A Heather le sonaba como algo bueno.
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— ¿Qué?
Heather se echó a reír. En verdad, ¿había alguna otra respuesta? No podía estar
hablando en serio.
— Es en serio.
— Sí.
— ¿Y cómo lo sabemos?
— Mi madre.
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De todos modos, feliz como parecía esa situación, Heather no se la creía. Era
un vestido. No había manera de que pudiera ser una maldición.
— ¿Qué pasa si hay múltiples Señores Correctos? Tal vez haya una docena de
hombres por ahí que son una pareja perfecta y sólo hay que elegir uno.
Heather se rió entre dientes. A veces era demasiado divertido meterse con
Tasha.
— Pero pensé que no podría quitarse el vestido a menos que lo encuentre. Por
eso queremos que ella lo encuentre, ¿verdad? — Heather negó con la cabeza,
confundida y considerando seriamente tomar más vino.
— ¿Qué?
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— Sí. Simplemente una especie de caída. Dejándote allí de pie con nada más
que tu ropa interior.
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Capítulo Dos
Querido diario,
Estoy tan lista para que acabe este fin de semana. El baile nupcial es esta noche y la Sra.
Warren no estaba contenta cuando se enteró que yo no iba a asistir. No es lo mío. Desde luego, no
sin una cita. Me voy a quedar sentada en casa, mirando la tele y tomando un poco de vino. Nada
separará mi trasero de mi sofá esta noche.
Cait tiró del corpiño del vestido de novia, tratando de tirar de ello un poco más
arriba, tal vez haciendo que sus pechos fueran un poco menos evidentes. Pero cada vez
que tirara, el material volvía a caer de nuevo en su lugar.
Desando haber tenido tiempo para haber corrido a casa y conseguir una
chaqueta, chal, cualquier cosa que le proporcionara algo de cubierta, mientras caminaba
por el amplio vestíbulo que conducía al salón de baile, mentalmente calculó las horas
que pasarían hasta que pudiera irse. Lo mejor que pudo hacer fue retirar su pelo en un
moño durante el viaje. Por lo menos ya no era un lío salvaje.
Suspiró, mirando las puertas abiertas de la sala de baile. Este no era su tipo de
evento. Era divertido y por una buena causa, las familias de los policías que habían
muerto, pero era el tipo de cosas a las que quería asistir con una cita. No libre. Y no
mientras estuviera trabajando.
Si fuera sólo una participante, le encantaría asistir. Buena comida, vino y baile.
Hmmm, bailar. Los cuerpos presionados sutilmente juntos, lo suficientemente juntos
como para tentar, pero dejando mucho a la imaginación
Miró hacia abajo. Los picos aplastados de sus pezones eran apenas presionados
contra el corpiño grueso de seda. Estaría bien. Nada odiaba más que entrar en una
habitación con sus pezones mostrándose tras su ropa. Por lo general, era por el frío,
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pero a veces era sólo puro estímulo sexual. ¿Podría ayudar si sus pezones respondieran
al toque más ligero? Para ocultar la reacción de su cuerpo, había aprendido a usar
gruesos sujetadores con relleno. Pero esta noche, eso no era posible.
Para una mujer con doble D de talla de pecho, ir sin sujetador era un acto de
valentía en sí mismo. Sin embargo, el entrelazado y elástico del corpiño hizo mucho
para mantenerlo en su sitio.
— Oh, gracias a Dios que estás aquí. — La Sra. Warren tomó la mano de Cait
y tiró de ella a un lado del amplio vestíbulo.
— Y gracias a Dios, digo otra vez. — La Sra. Warren tenía un poco de drama
en ella. — La habitación no está debidamente preparada y el guardarropa es un
desastre. — Dio un paso atrás. — Pero te ves maravillosa. Vas con un vestido de novia
familiar, ¿verdad? Porque el vestido es feo.
— Bueno, si ese era tu objetivo, me temo que fallaste. Deberías haber hecho
algo para atenuar tus ojos y tal vez ocultar tu figura un poco. Te ves preciosa, y tengo
que decir, que estoy contenta de verte vestida de novia. Tantas mujeres esta noche
vistiéndose con esos vestidos terribles de dama de honor, pareciendo desaliñadas como
si fuera su derecho. Creo que tenemos la obligación de hacernos parecer atractivas. —
Sonrió a Cait. — Por lo menos, para burlarnos de los hombres con lo que podrían
haber tenido, si se hubieran comportado mejor.
Cait no pudo dejar de sonreír. La Sra. Warren tenía actitud y el jefe dejó bien
claro que ella era la que dirigía su casa.
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nada listo para usarlo. Prepáralo, por favor. — Con esa orden, empujó el hombro de
Cait hacia la puerta y se alejó, llamando a su próxima víctima, uh, voluntario, que vio.
Cait suspiró y se quedó mirando la puerta. Esto no sería tan malo. Podía
pasarse la noche atrapada en el guardarropa. Podría ser peor.
Sólo empeoró.
El oficial Rain Lucas alzó la vista, sus ojos llenos de enfado y frustración. Pero
al cabo de un instante, su mirada cayó sobre su pecho. La sorpresa llameando en su
brillante mirada fija, seguida rápidamente por el hambre.
Cait quería gemir. El hombre no le había dicho dos palabras a ella más allá del
trabajo en los seis meses desde que había vuelto al servicio. Su regreso al “trabajo
liviano” había sido uno de sus primeros empleos como portavoz del departamento.
Los medios de comunicación estaban emocionados con un oficial que volvía al trabajo
después de recibir un disparo. Rain había estado menos que encantado. Se había
negado a dar entrevistas y apenas le dio la suficiente información personal para parecer
creíble.
En los últimos seis meses, habían logrado una relación de trabajo civil, y ahora
él estaba mirando sus pechos como si fuera un adolescente viendo su primera revista
de desnudos. Cada vez que la mirara de aquí en adelante, todo lo que notaría serían
sus pechos. Maldita sea, este vestido había sido una idea monumentalmente mala.
Esta noche, no llevaba el uniforme azul nítido que usaba en el trabajo, y estaba
vestido con un esmoquin. El cuello estaba abierto, la pajarita colgando a un lado. Se
veía desaliñado y sexy, como un guapo novio que acababa de tener un rapidito con su
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novia en la sala del guardarropa. O más probablemente, con una de las damas de
honor.
Los pezones de Cait se apretaron detrás del corpiño de seda, pero no tuvo el
valor de mirar hacia abajo para ver si estaban haciendo acto de presencia.
Dejó caer su bolso al lado de una silla que había en la esquina y vaciló por solo
un instante antes de echar sus hombros atrás y su pecho hacia fuera. Preparándose
para su reacción, se dio la vuelta para estar frente a él. Esta vez, no había confusión en
la ostensible mirada fija a sus pechos.
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— ¿Estás aquí para arreglar esto? — Había un toque de desesperación que
nunca había oído en su voz antes. Extraño, viniendo del hombre que una vez dirigió el
equipo SWAT.
— ¿Arreglar, qué?
— ¡Esto! Tanner me abandonó y la esposa del jefe me metió aquí. Me dijo que
lo arreglara y se fue. ¿Qué demonios hago? Quiero decir, ¿necesitamos incluso esto?
Hace malditamente más de veintiún grados esta noche. Nadie va a traer un abrigo esta
noche.
— Se siente frío por la noche y la mayoría de las mujeres usará algún tipo de
abrigo, — explicó, encontrando su actitud sarcástica con una de las de ella misma.
— Sea lo que sea. — Suspiró. — ¿Pero qué demonios hago con todas estas
etiquetas? — Dejó caer los colgadores en el mostrador.
El centro de su coño palpitó y sus rodillas temblaron. Sí, ocho meses eran
definitivamente demasiado tiempo, pensó.
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Alzó la vista, incapaz de detenerse, mirando su fuerte y definido perfil. Siempre
un poco oral, lamió sus labios, imaginando su boca sobre la de él. O su lengua
deslizándose por su piel, corriendo sobre al tenso, ondulado abdomen, que imaginaba
bajo su esmoquin arrugado.
— ¿Sí?
Ella apartó la mirada y contempló fijamente los bastidores de perchas que tenían detrás
de ellos.
Mientras reordenaban las perchas, miró por encima del hombro y se quedó
contemplando la espalda de Rain, los amplios hombros que disminuían
progresivamente hasta su cintura. La suya era estrecha, pero parecía agradable y firme.
Y casi podía imaginar el paquete de seis que se marcaba al frente de él.
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Su culo… ahora que podía verlo… apenas visible debajo del largo faldón del
esmoquin. Pero de todos modos, la vista era encantadora.
Su ex tenía uno de esos culos apretados, flacos que la hacían sentirse enorme.
El elástico se aflojó una vez más, pero lo ignoró. Tenía trabajo que hacer y no
era como si el vestido pudiera deslizarse hasta el suelo.
No hagas caso de ello. Cuenta perchas. Céntrate. Céntrate en las perchas, no en el sexy
hombre que tienes detrás de ti. Sexy, fuerte. Delicioso. Se lamió los labios, y se imaginó
como sabría. A diferencia de muchas mujeres que conocía, adoraba hacer mamadas, le
gustaba sentir la polla de su amante contra su lengua y sostener tanto calor en su boca.
El calor que había comenzado entre sus piernas se había ampliado a través de su
cuerpo como si fuera un flujo de lava. El aire rozó su piel, refrescándola, tentándola.
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Tentación. Ese era Rain. Su cuerpo, duro y fuerte. Sabía que los meses de
rehabilitación habían fortalecido sus músculos dañados y todo lo que ella podía ver
parecía en óptimas condiciones.
Maldita sea, podría sentirlo prácticamente, una polla larga y gruesa, dentro de
ella, bombeando en su coño mientras ella lo montaba.
Sus rodillas temblaron y Cait se aferró al perchero, usando el débil metal para
mantenerse en pie. El calor y la necesidad llenaban el centro de su cuerpo. A pesar de
que reconocía la locura de todo, lo quería, dentro de ella, por encima de ella, su polla
llenándola, una y otra vez. Los brillantes ojos verdes mirándola mientras la follaba,
mientras se levantaba arriba y abajo en esa polla dura, deliciosa.
Céntrate. Céntrate. Trató de ordenar a su mente, pero el calor del cuerpo de Rain
estaba tan cercano y ella tenía tanto frío. Temblando.
Miró hacia abajo y vio sus pechos. Desnudos. Los pezones duros y apretados.
De hecho, todo excepto el trozo rojo de seda que se había puesto como ropa interior
había desaparecido. El vestido de novia blanco estaba reunido alrededor de sus
tobillos.
Concéntrate. Concéntrate.
Rain repetía la palabra una y otra vez en su cerebro. A pesar del reto de Tanner,
no tenía la intención de follar a Cait esta noche. O intentar seducirla.
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Infiernos, ninguna mujer le había visto desnudo desde antes de que le
dispararan y del fuego. No iba a empezar ahora. No con la mujer que puso a sus
fantasías con estrellas porno en vergüenza.
Cait. Fría, controlada. Casi frágil en el trabajo. Tan estirada con su uniforme.
En un día normal, era suficiente para que cualquier hombre quisiera despeinarla un
poco, follarla hasta que perdiera las líneas elegantes de su moño, hasta que ella se
olvidara de mantener el control.
Pero esta noche, ella había entrado, y maldita sea, casi se había corrido. Gracias
a Dios que había llevado un traje y la chaqueta era lo suficientemente larga para cubrir
su erección.
Cait llevaba un uniforme igual que los otros policías y el grueso chaleco que
todos llevaban había escondido algunos de sus atributos más distintivos. El vestido de
novia que llevaba esta noche no lo hizo.
Infierno, ¿quién habría sabido que tenía unas tetas así? Redondas y grandes, y
maldita sea, él quería pasar su lengua por su hendidura. O mejor aún, deslizar su polla
entre ellas. Su polla se agitó y Rain se preguntó si podría alcanzar hacia abajo y
adaptarse los pantalones sin que ella se diera cuenta.
El interés por Cait no era nada nuevo, pero al verla con ese vestido había
empujado los límites de su control.
Sabía que Tanner había salido en unas citas con ella. Infiernos, había aparecido
en la casa de Rain después, frustrado y hablando sobre la nueva sexy Oficial de
Relaciones Públicas de la fuerza. Rain no había pensado mucho en eso. Conocía a
Tanner, y sabía que el hombre no era probable que se comprometiera a corto plazo.
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Aun así, era agradable oírle hablar sobre mujeres atractivas, incluso si él no estuviera
alrededor de ninguna.
Entonces había vuelto a trabajar y se había encontrado a Cait por sí mismo. No,
él no sabía que tenía un conjunto de tetas que le hizo querer correrse, pero había algo
definitivamente sexual en ella, tal vez era el culo redondo que su chaleco no podía
esconder.
Antes del tiroteo, Rain podría haber hecho algún intento con ella. El y Tanner
parecían que estaban atraídos por el mismo tipo de mujeres y lo habían convertido en
un concurso. Pero infiernos, que mujer iba a querer estar con un tipo quien…
Rain no se dejó terminar la frase. Cait nunca vería sus cicatrices, así que, ¿qué
más daba?
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— Terminé. — Mientras hablaba se dio la vuelta, esperando el aspecto frío y
distante que se había acostumbrado a usar para Cait.
¿Qué demonios? Hace unos instantes había usado ese vestido de novia
voluminoso. El montículo blanco reunido a sus pies, justo cuando el rosa teñía sus
mejillas.
Incapaz de detenerse, miró a sus pechos. Así como los había imaginado: llenos
y firmes. Lo suficiente para que él agarrara y sostuviese. Apretándolos mientras
montaba entre sus muslos, deslizándose en su mojado coño.
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— No te muevas, — le ordenó.
— Deja tu brazo caer para que pueda ver tus bonitas tetas. — La orden salió de
su boca fuerte y segura, mientras una parte de su mente estaba gritando “¿qué coño
estás haciendo?” Dar órdenes a Cait, la reina del hielo, probablemente no era la mejor
manera de comenzar la noche.
Eso sería para más tarde. Ahora estaba concentrado en hacer que la cosa dulce
frente a él le obedeciera.
Levantó las cejas, puntuando su orden. Cait tragó saliva y lentamente bajó su
brazo, dejando sus pechos al descubierto. Él la observó mientras ella bajó la mirada al
suelo.
Sumisa.
¿Era posible que la mujer fría y controladora que dirigía al personal y hablaba
con los medios de comunicación, que estaba bien entrenada con un arma, fuera una
sumisa dentro del armario? ¿Era una cosa a tiempo completo en ella? O como él, ¿le
gustaba incluir de vez en cuando un poco de juego de poder en el sexo? ¿Tenía un
amante habitual que se encargaba de esa necesidad? Había salido con Tanner, así que
Rain tuvo que asumir que “no”.
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Se quedó allí, sus dedos retorciéndose como si ella estuviera luchando
interiormente con obedecerle. Ella alzo la vista, mirándolo a los ojos. El rojo teñía sus
mejillas. Maldición, él lamentó no saber lo que estaba pasando dentro de su cabeza.
Joder, había pasado más de un año, desde antes del incendio, que había estado
con una mujer. No había manera de que estuviera listo para desnudarse con nadie.
Dio un paso más cerca y supo cuando ella se dio cuenta que estaba parado por
encima de ella. Sus dedos se cerraron sobre la tela del vestido, pero no hizo ningún
movimiento para cubrirse. Bueno, él no le había dado permiso.
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Capítulo Tres
Querido diario,
He estado teniendo los sueños más salvajes últimamente. La última noche comenzaron
conmigo usando nada más que mi ropa interior de color rojo y arrodillándome ante Rain Lucas.
Extrañamente, él estaba vestido con pantalones de cuero y sostenía un flogger púrpura. Ahora,
mientras que no me sonroje la próxima vez que lo vea, estaré bien.
La mirada de Cait cayó a su ingle y al bulto duro que se presionaba contra los
pantalones de su esmoquin. Yo quiero eso.
Se las arregló para mantener las palabras para sí misma, pero fue a pura fuerza
de voluntad. La imagen de ella desnuda de rodillas a sus pies, su polla en su boca
mientras gemía suavemente y follaba sus labios abrumó su cerebro. Respiró hondo,
tratando de calmar sus nervios rotos, tratando de pensar en algo que decir. La imagen
de ella desnuda y de rodillas delante de un magnífico Rain vestido, hizo el discurso
imposible.
Al hombre no le gustaba ella, lo sabía. Rara vez le hablaba. Incluso cuando ella
le hizo preguntas. Pero era probable que a Rain no le importara en este punto. Estaba
desnuda y de rodillas. Eso era suficiente para algunos hombres.
Excepto que ella había jurado no volver a salir con otro policía. Y trabajaba con
Rain, así que era una mala idea. Una muy mala idea y ella iba a levantarse, ponerse el
vestido de nuevo e ir a buscar algunos imperdibles para sujetar el corpiño arriba.
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— Ponte de pie. — La orden se disparó a través de ella como si tratara de un
centenar de dedos acariciando de repente, moviéndose a la vez hasta que estuvo lista
para correrse con una simple orden. Ella no iba a obedecer sus órdenes, se dijo, pero la
mirada desafiante en sus ojos hizo que se apretara su coño de necesidad.
Tragando saliva, se empujó hacia atrás sobre los dedos de sus pies y se levantó,
los peligrosamente altos zapatos de tacón haciendo que ella fuera casi tan alta como él.
Rain caminó hacia adelante, acercándose hasta que las duras puntas de sus
pechos rozaron el pecho de él.
Los ojos de Rain se clavaron en los suyos, haciéndola callar sus intentos de
explicación. Retrocedió, cruzó los brazos sobre el pecho y miró fijamente, evaluándola
tranquilamente, hasta que Cait comenzó a retorcerse. Luchó por no esconderse detrás
de sus manos. Pero ella estaba allí, bajo luces fluorescentes, sintiendo cada uno de sus
diez kilos de más. Kilos con los que había combatido toda su vida y firmemente había
resuelto deshacerse de ellos algún día.
— No debes moverte a menos que te lo diga, Caitlyn. — Su tono era tan firme,
casi reprendiendo, y el sonido se curvó en su cuerpo, calentándola en el interior. El
líquido goteó hacia abajo por el interior de los labios de su coño y estuvo agradecida
por haber llevado unas bragas de verdad. Un tanga no habría hecho nada para capturar
su humedad. — Ahora, gira. Quiero ver tu culo.
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La banda que estrechaba su pecho subió a su garganta. ¿Su culo? De ninguna
manera. Horas subiendo escaleras y todavía era demasiado grande.
Ella se tensó cuando un solo dedo caliente trazó una ruta por el centro de su
espalda, deslizándose sobre sus bragas, burlando en la hendidura entre sus nalgas con
un toque delicado.
— Joder, eres hermosa. Puedo imaginar sentir ese culo presionado contra mí
cuando te folle por detrás. Agarrando tus caderas para poder entrar profundamente en
tu coño. Sentirás cada centímetro de mí así. — Su dedo hizo el viaje de regreso hacia
arriba, prendiendo fuego en la delgada línea en su espalda.
— Oh, sí, nena, llegaremos a eso… pero más tarde. — Su voz estaba cerca, sus
labios jugaban en su oído cuando habló. — Cuando tenga el suficiente tiempo para
follarte. Porque una vez que tenga ese dulce culo presionado contra mí, voy a montarte
mucho tiempo y con fuerza.
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Sabía que no tenía sentido, hace unos momentos se había estado diciendo a sí
misma que lo ignorara y ahora estaba prácticamente desnuda y dolorida por sentirlo
dentro de ella.
— Gírate, Cait.
Abriendo a la fuerza los dedos del perchero, se dio la vuelta para mirarlo. Él
inclinó su cabeza y colocó sus labios contra su oído.
— Cuidado. Las niñas malas que mienten son castigadas. — Le lamió el punto
que mordió, calmando la advertencia. — Las niñas buenas son recompensadas. Ahora,
dime, Caitlyn… — Su coño revoloteó cuando uso su nombre completo. Nadie la
llamaba así. Parecía tan formal, tan sexual viniendo de su boca. — ¿Quieres chuparme
la polla? —Puntuó la pregunta con una lenta lamida por su cuello.
Una banda invisible apretó su pecho. No podía mentir. Al menos todavía no.
No antes de haber aprendido lo que su “castigo” implicaba.
— Sí.
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Se estremeció y lamió sus labios. Hacía mucho tiempo que no se sentía lo
suficientemente cómoda con un hombre para hacerle una mamada, y ella se lo estaba
perdiendo, adoraba el poder del pene de un hombre en su boca. Y algo le dijo que este
era un hombre que sabía cómo disfrutar de una mamada.
Ella desvió la mirada y se encontró con la de él. El verde intenso centelleó hacia
ella. Había una indirecta de diversión acompañando al calor que vio. Pero también
había un desafío. Él pensaba que no lo haría. El reto hizo que sus pezones se apretaran
aún más. El dolor agudo envió otro delicado estremecimiento por su columna.
Ella se inclinó hacia adelante, dejando que los picos duros de sus senos rozaran
contra su pecho mientras rozaba sus labios a través de los suyos, un solo toque, no
dejándole capturar y controlar el beso que ella sabía que él quería. Era apenas un
sabor, pero no iba a hacer una mamada a un hombre si no lo hubiera besado antes al
menos.
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Los labios de ella se levantaron en una sonrisa, mezclados con la sensualidad
que Rain no había visto antes de esta noche. Joder, ¿de dónde había venido todo este
sexo? En la oficina. Cait actuó como si estuviera tallada en hielo. Aquí, era puro calor
líquido.
Un brillo malvado brillaba en los ojos de ella. Esta era una mujer que sabía
cuánto poder sostenía cuando tenía la polla de un hombre en su boca. Ella desabotonó
el primer botón de la bragueta. Se empujó alto sobre sus rodillas y le abrió la
cremallera. Su pene presionaba contra la tela como si detectara la liberación. Su
gemido suave susurró sobre su piel mientras empujaba sus pantalones y calzoncillos
abajo, dejando libre su polla.
Un suave suspira escapó de los labios de ella. Su lengua revoloteó por el interior
de sus labios como si estuviera esperando el sabor de él.
Joder, ¿había algo más seductor que una mujer que quisiera tu polla?
Rain amplió su postura y se quedó quieto, decidido a que ella fuera la que
llevara la batuta. A pesar de que iba en contra de su naturaleza ceder el control, tenía
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una idea de que si se dejara en sus manos, por lo menos por un tiempo, él sería
recompensado.
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— Ten cuidado, cariño, cuando te tenga atada en mi cama, rogando para
correrte, voy a recordar esto.
Como para recompensarlo por dejarla tejer su hechizo mágico, ella finalmente
abrió los labios sobre su gruesa cabeza y empujó lentamente hacia adelante. La visión
de su linda boca tragando su polla, agravado por el puro placer de su lengua mientras
ella lo tomaba, hizo que sus bolas se prepararan apretadas contra su cuerpo. Estaba a
punto de correrse. Apretó los dientes más y luchó contra la sensación. Quería más,
quería sentir sorberle antes de que cediera.
Alcanzó abajo, sus dedos escarbando a través de su pelo, soltando el moño que
tenía en la parte posterior de su cabeza aún más. La mantuvo en su lugar, limitando
sus movimientos, en silencio advirtiéndole que ella no estaba al cargo. No se dio
cuenta de con quién estaba tratando. La tomaría y follaría hasta que ella suplicara.
Hasta que le suplicara a él…
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El crujido agudo de metal contra metal dio un tirón de su fantasía cuando la
persiana se sacudió y tembló. Los instintos protectores que nunca supo que tenía se
pusieron en vanguardia y presionaron la cabeza de Cait contra su muslo, protegiéndola
debajo del mostrador mientras los paneles metálicos se deslizaban hacia arriba. La Sra.
Warren apareció en la abertura.
— ¿Cómo van llegando las cosas aquí? — Preguntó a su manera sin aliento,
imperiosa. La mente de Rain se cerró en una sola palabra. Llegando. Maldita sea, un
par de buenas bombeadas en la boca de Cait, y, sí, él iba a llegar.
— ¿¡Eh!?
Rain sabía que esta no era la respuesta apropiada, pero maldita sea, la lengua de
Cait creaba demasiadas distracciones para que él se concentrara en lo que era
“apropiado” o no.
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— Un, ella está por aquí. — Cerca. Tan malditamente cerca. Luchó por controlar
las palabras en su cabeza. Como si ella se hubiera hecho más confiada en que no iba a
ser vista, Cait se liberó de su agarre y dirigió la punta de su polla a su boca. No se
atrevió a mirarla, pero estaba seguro de que ella estaba sonriendo. Entonces dejó de
bromear y le llevó dentro, deslizándose adelante, sus labios calientes húmedos se
cerraron alrededor de su pene. Era grueso y no sería capaz de tomar mucho, pero
maldita sea, sólo el meter los pocos primeros centímetros en su boca era el cielo puro.
El vestido. Joder. Casualmente, dejó que sus ojos se hundieran hacia abajo. De
alguna manera, cuando se habían movido en su pequeño círculo sensual el vestido
había venido con ellos y estaba amontonado actualmente al lado de sus pies.
— Así es.
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brillaban cuando alzó la vista, retrocediendo y respirando antes de que lo tomara
profundamente dentro otra vez, lo hizo querer follar su boca. Con fuerza.
Rain apenas esperó a que su espalda diera la vuelta antes de agarrar la persiana
de metal y tirar arrastrándola hacia abajo. La acción lo apartó de la boca de Cait.
Regresó rápidamente, deslizando su mano detrás de su cabeza y volviéndolos a
realinear, la polla con su boca.
Cait gimió cuando sus dedos se apretaron en su cuero cabelludo. Pudo sentir la
tensión que se apoderó de su cuerpo. Tanto poder, a su disposición. Queriendo
burlarse un poco más, ella lamió la cabeza de su polla, capturando una gota de pre-
semen que asomó por la punta. Él empujó la cabeza contra sus labios, silenciosamente
pidiendo la entrada, pero ella sólo ofreció otra lamedura.
Ella sonrió cuando él gruñó, pero algo le dijo que estaba cerca del final de su
cuerda y ella no quería empujarlo más. Podría encontrarse fácilmente a sí misma
inclinada sobre el mostrador, su polla bombeando en ella.
Él pasó sus dedos más profundos en su pelo, esparciendo las horquillas restantes
que había usado para sostener el moño en su lugar. Él empezó a mecerse, bombeando
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su eje dentro y fuera de su boca. Ella cerró los ojos y sucumbió a su ritmo, absorbiendo
cada vez que él se retiraba, atrayéndolo de nuevo con cada lamida.
— Voy a correrme.
Fue amable por su parte advertirle, pero no le importó. Ahuecó sus pelotas,
dirigiendo sus dedos a la piel suavemente peluda. Pareció que el toque delicado era lo
suficiente. Él gritó y se corrió, eyaculando en su boca.
Cait tragó rápidamente, saboreando los fuertes tirones en su pelo mientras Rain
mecía su eje en su boca una última vez.
Ella alzó la vista, sintiendo una audacia que nunca hubiera imaginado. Dejó
que la polla se deslizara de su boca, pero siguió acariciando el eje grueso con sus
dedos.
— No, pero…
Antes de que pudiera terminar lo que fuera a decir, lo que iba a prometer,
porque el brillo en sus ojos estaba sin duda lleno de promesas, la manija de la puerta se
movió.
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Estaba desnuda, de rodillas, con la polla de Rain Lucas todavía húmeda justo
de frente a su cara.
— ¡Sólo un segundo! —Dijo Rain. Agarró a Cait por debajo de los brazos y la
puso de pies. Ella se tambaleó durante un momento sobre los tacones altos. — ¿Estás
bien? —Murmuró mientras empujaba su polla de nuevo dentro de sus pantalones de
esmoquin.
Ella asintió con la cabeza. Rain recogió su vestido, las voluminosas faldas
abrumándolo.
Entre los dos, consiguieron arrastrar el vestido sobre su cabeza. El corpiño cayó abajo,
prácticamente revelando sus pezones.
Rain se acercó y tiró del rígido material, poniéndolo en su lugar. El dorso de sus
dedos rozaron contra su piel enviando deliciosos escalofríos a su coño. Ella golpeó su
mano contra la pared y la uso para apoyar sus temblorosas rodillas. Maldita sea, será
tan fácil. Ella podría inclinarse sobre el mostrador, Rain podría levantar la falda y…
Él levantó los brazos y retrocedió, con los labios apretados en una delgada
línea.
— Maldita sea.
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La exclamación baja retumbó en la garganta de Rain. Cait alzó la vista. La
mirada de Rain estaba firmemente clavada en sus pechos, que una vez más fueron
aplastados, levantados y descaradamente exhibidos.
Cait alisó sus manos en la parte delantera del vestido, esperando que se viera
bien. Sin un espejo, no había ninguna manera de saberlo. Manteniendo tanta distancia
como pudo entre ella y Rain, cogió el pomo de la puerta, esperando que la pequeña
habitación no oliera demasiado a sexo.
Con una amplia sonrisa, ella abrió la puerta y casi gimió de alivio cuando no
era la Sra. Warren la que estaba al otro lado. Una mujer joven, probablemente todavía
adolescente, estaba de pie ante la puerta.
— ¿De verdad? Genial — Dijo Cait. Parecía un poco extraño, pero cualquier
cosa servía para sacarla de ese cuarto y lejos de Rain.
— ¿Estás haciendo eso? Es un desastre — Dijo Rain, con la voz ronca. Cait no
sabía si era porque la chica iba a trabajar en el guardarropa o porque Cait lo acababa
de hacer una mamada.
Él dio un paso más cerca. Cait se escapó por la puerta, poniendo a la joven
entre ellos.
Eso fue todo lo que Cait necesitaba oír. Le sonrió agradecida y salió corriendo
de allí. En realidad no podía escaparse porque sus llaves estaban en su bolso, que
estaba en el guardarropa, y la Sra. Warren muy probablemente esperaba que se
quedara.
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Capítulo Cuatro
Querido diario,
Arrgh. ¿Por qué parece tan buena idea en ese momento, pero más tarde quiero patearme a
mí misma?
Pero, maldita sea, ¿qué demonios había pasado? No parecía real. Tal vez no lo
era. Tal vez sólo había fantaseado sobre ello. No sería la primera vez.
Se lamió los labios, recordando su eje en su boca, lo grueso que había sido lo
suave y caliente. Maldita sea, se sentiría increíble en su coño.
Mierda.
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Se quedó escondida todo el tiempo que pudo, más tiempo del que esa otra
mujer usó al entrar, utilizando las instalaciones y se fue, hasta que Cait empezó a
sentirse ridícula.
Todo lo que tenía que hacer era encontrar a la Sra. Warren y decirle que no se
sentía bien. Lo cual era cierto, aunque no estaba segura de que la Vergüenza calificara
como una enfermedad válida.
Bueno, excepto por lo de la cama, lo otro más o menos explicaba lo que había
sucedido. No podía salir del baño. No con este aspecto.
Un gemido se escapó de su garganta antes de que supiera que iba a hacer ese
sonido. ¿Cómo la había encontrado la Sra. Warren?
— Pero, por supuesto. Has estado conmigo a lo largo de todo el camino. Debo
insistir.
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Seguramente como una mujer, la Sra. Warren tenía que entender.
— Bueno, puedo ver que has cambiado tu aspecto un poco. El vestido sigue
siendo horrible, pero representas a la “novia cachonda” muy bien. — Pasó sus manos
por su muñeca. — Uno pensaría que acabas de tener relaciones sexuales en los últimos
minutos.
Cait se mantuvo ilegible salvo por un sonido, pero no había ninguna diferencia
para la fuerza dinámica que era la Sra. Warren.
— ¿Con quién más? — Miró a Cait con el rostro impasible, con un toque de
humor en sus ojos. — Yo nunca engañaría al hombre. El lleva un arma.
— Buen punto.
Antes de darse cuenta, ella seguía a la Sra. Warren fuera del cuarto de baño y al
salón de baile, de pie a su lado mientras saludaba a la gente, dirigiendo a los invitados
a las mesas, y a la barra. El bar era un lugar popular. Por el rabillo del ojo, había visto
entrar a Rain y dirigirse directamente allí.
Demonios, ella misma quería una bebida, pero mantener la cabeza clara
funcionando en el trabajo parecía una buena idea.
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Su estómago cayó al pensar en el incidente. No sabía que se había apoderado de
ella. Le gustaba hacer mamadas y en secreto le encantaba la idea de ser sumisa, incluso
ahora mismo su coño se apretaba mientras recordaba la voz de Rain, ordenándola
arrodillarse, pero lo que había sucedido en el guardarropa estaba más allá de lo
aceptable. No era una adolescente muerta de hambre por la lujuria que no pudiera
controlar sus hormonas.
Así que, si no era Rain, tenía que ser Tanner. Su corazón latiendo con fuerza,
nubló por un momento su audición, dándole tiempo para sacudir su cabeza.
— Nada.
Cait pinchó su codo hacia atrás, clavándose con fuerza en su tripa. Él gruñó
pero no se alejó. Y así no quería explicarle a la Sra. Warren.
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— Cuidado, Cait, no quieres joderme esta noche. — La advertencia envió una
espiral de calor a su corazón y su coño revoloteó. Maldita sea, ¿Qué pasa con los malvados
y peligrosos hombres esta noche?
No pudo evitar que su mirada se deslizara sobre Rain una vez más. El vaso de
líquido color ámbar en la mano solo hizo el conjunto de “libertino padrino de boda”
aspecto aún más intenso. Parecía como si acabara de follar.
Mientras que ella probablemente se vería como si estuviera herida más apretada
que un muelle. Su cuerpo todavía vibraba de excitación y Tanner de pie a su lado no
ayudaba. El hombre era sexo andando. Había sido la estrella en un buen puñado de
sus fantasías nocturnas. Por lo general, implicando a él desnudo en su cama y a ella
lamiéndolo de arriba a abajo.
Ella jadeó, agarró el frente del vestido y se dio la vuelta, dando la espalda a la
línea de recepción y quedándose cara a cara con Tanner.
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— No. Aléjate de mi camino. — Caminó a un lado, dispuesta a rodearlo.
Tanner se movió directamente a su camino. — Mi vestido está a punto de caérseme.
— Le explicó finalmente.
Su mirada bajó y sus ojos se ensancharon. Cait no tuvo el coraje para mirar.
Sólo podía esperar que el corpiño todavía cubriera sus pezones. Sintió como si la
gravedad de repente fuera peor alrededor de la base de su vestido, como si estuviera
siendo tirado lejos.
— Maldita sea.
— Está bien. — Ella bajó la voz para que nadie más oyera. — Terminé desnuda
y le hice una mamada. ¿Feliz?
Ella miró por encima del hombro y se dio cuenta que Tanner la había seguido al
pasillo.
— ¿Por qué demonios iba a estar yo feliz porque le hicieras a otro hombre una
mamada?
No había nadie cerca, pero Cait podía sentir como su reputación se convertía en
ruinas. Giró sobre sus talones y se dirigió de nuevo a él.
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— Baja la voz. — Justo cuando las palabras salieron de su boca, los laterales del
vestido se aflojaron. Ya, familiarizada con esa sensación, rodeó sus brazos alrededor
de su cintura. Los pezones presionaron contra el pesado material y una ráfaga caliente
se apoderó de su cuerpo.
— ¿Estás enferma?
— ¿Qué? — Ella miró hacia abajo y se dio cuenta de que parecía como si fuera
una persona con una gripe estomacal. — Este vestido tiene algo malo en él. El elástico
o… — Se encogió de hombros e hizo una mueca, porque el movimiento que acababa
de hacer, hizo que el corpiño se deslizara un centímetro más abajo. — Se sigue
cayendo.
— Vamos a mi habitación.
— Espera. ¿Te estoy diciendo que mi vestido se está cayendo y tú asumes que
eso significa que quiero ir contigo a tu habitación? — Las sinapsis que fallaban en su
cerebro, su protesta parecía absolutamente lógica y sólo un poco estirada. Al menos
fue lo que Cait esperó. Podría ayudar a ocultar el hecho de que desnudarse con Tanner
sonaba muy bien en estos momentos.
Justo como conseguir estar desnuda con Rain había sonado antes.
¿Qué demonios me está pasando? Era cierto que había pasado mucho tiempo desde
que había tenido relaciones sexuales, e incluso más tiempo desde que había tenido
buen sexo, pero nada debería haber causado esta reacción.
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— No te estoy llevando a mi habitación para… — Hizo una pausa. — Violarte.
— ¿Violarme?
Ella empujó sus hombros hacia atrás y puso sus manos en las caderas.
¿Un kit de costura? El hombre le ofrecía un kit de costura y ella estaba lista para
ofrecerle… más o menos cualquier cosa. ¿Qué injusto era eso?
Cait ahuecó sus manos bajo sus pechos, sosteniendo el vestido en su lugar.
Ella miró hacia abajo. Su postura empujó sus pechos y los juntaba, creando una
hendidura aún más mala. La vergüenza calentó sus mejillas, pero esta no fue la única
parte de ella que se estaba calentando. El calor líquido inundó su coño por segunda vez
en la noche.
La parte cuerda de su cerebro todavía estaba al cargo, por lo que ella se dio la
vuelta, mirando la pared y dando la espalda a Tanner.
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Ella parpadeó y miró fijamente los paneles de madera falsa.
— Hasta ahora, no he visto ninguna parte de ti que no sea sexy. — Incluso sin
mirarlo, ella podría oír el hambre en su voz. Wow, dos citas y nunca lo había visto.
Por supuesto, él había estado distraído ambas noches.
Antes de que ella tuviera algo que contestar, la puerta del ascensor se abrió. Ella
suspiró y siguió a Tanner fuera. Se movía con seguridad, incluso con arrogancia, la de
un hombre que estaba totalmente en control de su mundo. Esa clase de poder que
siempre había intrigado a Cait.
Y Tanner tenía un cuerpo atractivo, duro y una traviesa sonrisa a juego. Este
era el hombre con el que había salido, aunque fuera brevemente… pero luego había
desaparecido de la faz de la tierra. Ella sabía que había estado ocupado, Rain acababa
de volver a su casa, pero una llamada habría sido agradable.
Unos besos calientes y tal vez un apretón a su culo, pero solo había sido esto.
Ella había quedado recientemente soltera. Él podría haber estado buscando uno
rapidito, pero ella no estaba lista para eso.
Miró fijamente la habitación vacía del hotel, sus pies congelados durante una
fracción de segundo. Se temía que iba a ser una mala idea.
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Y realmente, ¿cómo podía hacer que su velada fuera un poco menos extraña?
— Oye…
No tenía mucha habilidad para coser, pero tenía la esperanza… y sí, ahí
estaba… un imperdible. Todo lo que tenía que hacer era fijar la cosa tan fuerte que no
pudiera caerse y entonces mañana le diría a Heather que sabía porque el vestido había
estado en el fondo del armario.
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también. Se retorció un poco más, esperando encontrar un agarre más firme y tirar. La
maldita cosa estaba atascada.
— Arrgh.
— ¿Ocurre algo?
Nada.
Dos veces había sido capaz de atraparlo, pero, ¿por qué no podía conseguir
quitarse ahora esta cosa?
Cait se congeló. Ella no estaba haciendo nada malo, pero de alguna manera
parecía algo ilícito estar en la habitación de un hombre. Conteniendo el aliento, ella
entreabrió la puerta del baño y se asomó.
Rain se detuvo frente a Tanner, con los músculos tensos y tensando las costuras
de su esmoquin.
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— ¿Qué diablos? — Tanner mantuvo abiertas sus manos y empujó su pecho
hacia adelante, acertando justo en la cara de Rain. — ¿De qué diablos estás hablando?
La cabeza de Cait se enderezó. ¿Rubia tonta? Ella admitiría que era un montón
de cosas, pero esa no era una de ellas.
— ¿Estás diciendo que no tuviste nada que ver con que ella y yo quedáramos
atrapados juntos en el guardarropa?
— Voy a admitir eso, pero no tuve nada que ver con lo que sucediera allí.
Rain se burló.
— Eres un imbécil.
Las palabras apenas habían salido de la boca de Tanner cuando Cait abrió la
puerta.
— ¿Qué? — Ella caminó hasta Rain. — ¿Pagado? ¿Crees que me pagaron por lo
que sucedió en el guardarropa?
Se aclaró la garganta.
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— Malditamente bien lo hiciste. Imbécil.
— Cait…
La voz razonable de Tanner ralló sus nervios ya tensos. Puso una mano sobre
su hombro y ella se apartó, plantándose entre los dos hombres.
El pecho de Tanner dolió. Joder, ¿qué iba a necesitarse para volver a traer a su
mejor amigo a la vida? No había planeado el guión de esta noche, pero si hubiera
pensado en ello, podría haberlo hecho. Rain estaba molesto ahora, pero era la primera
verdadera emoción que Tanner había visto en él en meses, desde que la rehabilitación
no había fortalecido lo suficiente su mano para volver al trabajo plenamente.
— ¿Estabas desnuda? — Tanner contempló sus pechos. El vestido sólo los hizo
parecer enormes y deliciosos. Maldita sea, lo que daría por verla desnuda.
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— Eso fue un accidente. Te lo dije. Hay algo que está mal en el elástico de
esto…
Todo lo que quedaba en su cuerpo era el par de bragas de color rojo brillante
que se aferraban a la dulce curva de su cuño y protegían su coño.
Sus dedos se crisparon. Entre sus tetas y su culo, no podía decidir qué tocar
primero.
— No, nosotros…
— No, Caitlyn. — Dijo Rain, con una voz que no admitía réplica. La autoridad
en su tono le hizo enderezar la columna vertebral de Tanner. Miró a su mejor amigo.
Había sabido que Rain jugaba un sexo retorcido, pero nunca lo había visto antes. —
He dicho que nunca escondas esas hermosas tetas de mí.
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La tensión visible comprimió a través de sus músculos y su pecho subió y bajó
en respiraciones rápidas y fuertes. Luego, poco a poco, bajó el brazo, dejándola
desnuda a excepción de las bragas rojas.
Pero ella no había terminado con su desafío. Ella empujó sus hombros hacia
atrás, haciendo que sus pechos se levantaran un poco.
El lado derecho de la boca de Rain se detuvo en una leve sonrisa. Maldita sea,
había pasado meses, casi un año desde que había visto esa sonrisa arrogante en el
rostro de su amigo. Incluso si nada más pasara esta noche, siempre le estaría
agradecido a Cait y a ese feo vestido. Al menos eso demostraba que el verdadero Rain
existía todavía.
Cait jadeó y miró a Tanner. Tenía la boca abierta y ella se lamió los labios, y
joder si casi no se corre… sólo imaginando a ella haciéndole una mamada del modo
que se lo había hecho a Rain.
70
piel. Rain hundió su mano en el pelo de Cait y volvió su cabeza. Cuando se separaron
el suficiente tiempo para respirar, Tanner vio sus lenguas entrelazadas.
La otra mano de Rain se deslizó hacia abajo por su espalda, deslizándose bajo
las bragas rojas.
Tanner de repente se dio cuenta que tenía dos opciones: podía quedarse de pie
allí y mirar a los dos tener sexo, o podía participar.
Dio un paso adelante, tirando del brazo de Rain de nuevo, creando un hueco
entre ellos. Cait parpadeó y levantó la mirada hacia él, sus ojos un poco vidriosos, los
labios brillantes y rosados.
— Mi turno, — murmuró cuando tiró de Cait hacia él. Los suaves montículos
de sus pechos empujaron en sus pectorales y gimió. Joder, tenía razón. Podía sentir
que sus pezones se apretaban con fuerza contra él. Se inclinó abajo y la besó,
aprovechando su sorpresa y sumergió su lengua en su boca. Hubo una vacilación sólo
un momento, entonces ella le acompañó, deslizando su lengua contra la suya.
Rain se puso de pie. Los dos hombres se miraron por encima de los hombros de
Cait.
Habían compartido a una mujer antes, pero los dos habían estado bebidos y
parte de la noche era un poco borrosa.
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Iban a recordar esto.
Este asintió. Si Cait mostrara alguna reticencia, pero hasta ese momento…
Una delgada franja de pelo era todo lo que quedaba por encima de su coño.
Tanner vio como la mano de Rain se deslizó hacia abajo, más y más, hasta que su
dedo tocó la parte superior de su hendidura. Hizo una pausa y Tanner sabía que su
amigo estaba dando a Cait la oportunidad de retirarse.
Ella lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
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— ¿Qué te está haciendo, nena? ¿Esta follado ese dedo tu dulce coño?
Ella tragó saliva y asintió con la cabeza. Él se inclinó, mirando hacia abajo
entre sus cuerpos mientras ella se mecía contra los dedos de Rain, dos de ellos estaban
enterrados en su mojado coño. Su mano agarró el hombro de Tanner, usándolo para
mantenerse erguida mientras se follaba a sí misma en los gruesos dedos que invadían
su coño.
— Oh, joder, nena, esto es tan condenadamente caliente. Te verás mucho más
caliente montando su polla.
73
Capítulo Cinco
Querido diario,
Han pasado ocho meses desde que dejé a ese estúpido y me alejé. No lo echo de menos.
Echo de menos el sexo… bueno, no realmente las relaciones sexuales con él. Pero echo de menos el
buen sexo. Tal vez Heather esté en lo cierto y yo sólo debería encontrar a un tipo y follarlo.
Lamentablemente, el ligue de una noche salvaje y extraña no es realmente mi estilo
Pero aun cuando las palabras llenaron su cabeza, supo que no estaba bien.
Rain sabía que después de ocho meses de terapia física que no tenía de vuelta
toda su forma física y que nunca volvería. La piel de Tanner estaba entera, no
marcada. Demonios, Tanner era el más estable de los dos.
Pero joder, su culo presionaba hacia atrás, rozándose contra la polla de Rain
con cada movimiento de bombeo de sus caderas y él sabía que no podía apartarse. La
malvada mamada de antes, las sensuales curvas de su cuerpo… maldita sea, nunca
podría tener otra oportunidad como esta.
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La mirada de Tanner se clavó en la suya y pudo ver el hambre en los ojos de su
amigo. Y la chispa de humor. Tanner disfrutaba de esto.
Rain podía sentir cuando Tanner había penetrado en su pasaje resbaladizo. Una
malvada sacudida corrió a través de su cuerpo. Ella arqueó la espalda, su cuerpo
tensándose aún más.
— Shh, eso es, Cait, — susurró, sus labios contra su oreja. — ¿Puedes sentirlo
dentro de ti? Eres tan hermosa, frotando ese dulce culo contra mi polla. — Levantó la
voz lo suficiente para que Tanner pudiera oír. — Vamos a darte lo que ella necesitas. A
hacerte gritar.
Una punzada de celos se disparó en el pecho de Rain, pero ella con el otro
brazo, llegó detrás de ella, envolviendo su mano alrededor de la espalda de Rain,
agarrando su culo, sosteniéndolo cerca.
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Casi se rió entre dientes porque ella creyera que lo podría controlar pero adoró
la necesidad. Sostuvo sus caderas con más fuerza y apretó la base de su polla en el
espacio entre sus nalgas maduras.
Tan fuerte, pensó cuando Rain le levantó las piernas, acunándola contra su
duro pecho masculino.
Se agarró del hombro de Tanner. El serio hombre había sido su roca a través de todo
esto. Permaneciendo al lado de ella, uniéndose a Rain cuando él la bajó en el centro
del colchón de una de las camas grandes.
Por un momento, se quedó allí mirando a los dos hombres. Estaba desnuda
mientras que ellos todavía se encontraban en su mayor parte vestidos. Debería haberla
hecho sentirse vulnerable, pero el hambre que ardía en ella a través de sus ojos hizo
que su piel se calentara. Sintiéndose atractiva, echó su cabeza hacia atrás y arqueó la
espalda, ofreciéndose.
76
Haciendo caso omiso de todas las voces razonables que susurraban en su
cabeza que podría lamentar esto, ella rozó sus dedos a través de su estómago,
deslizándose peligrosamente hacia su coño.
Por un momento, pensó que Rain podría prohibirle tocarse a sí misma, pero en
cambio, sólo miró. Ella deslizó su dedo en su coño y jadeó ante el escalofrío brillante
que corrió en su núcleo.
Cait miró esa boca, acariciando su pecho, chasqueando la lengua para burlarse
del pico plano.
— ¿Puedes imaginar estas bonitas tetas con pinzas para pezón? — Volvió su
cabeza y miró a Tanner.
77
Tanner asintió con la cabeza.
— Harán tu dolor tan bueno, nena. — Susurró Rain, separando su atención del
atractivo hombre que se desnudaba al lado de la cama. Su mente se arremolinó,
encantada y un poco asustada por sus palabras. Rain pasó su lengua a través de uno de
los apretados picos que tenía cerca de su boca, enviando un estremecimiento caliente a
su interior. — Lo sentirías profundamente abajo en ese agradable coño.
— Quiero probarte, nena. — Tanner murmuró contra sus labios. Ella gimió y se
retorció en el beso de Tanner, su mente apenas capaz de procesar lo que le había
dicho, ella sólo sabía que lo necesitaba.
Unos segundos después, él se deslizó fuera, dejándola con Rain, que sus
instintos sabían que era el amante más peligroso. El aliento quedó atascado en su
garganta mientras miraba esos ojos oscuros, las motas ámbar brillantes prácticamente
reluciendo con lujuria.
— ¿Te gusta esa idea, cariño? ¿La boca de Tanner en tú resbaladizo coño? —
Sólo las palabras hicieron que su coño se tensara. La mano de Rain se deslizó a través
de su pecho y se arrastró hacia abajo, por su estómago, sus dedos revoloteando sobre
los labios vaginales, un roce rápido antes de que acariciara su suave piel.
78
Dirigida por sus palabras, por el hambre de su voz, ella abrió sus rodillas,
alcanzando abajo para agarrar el hombro de Tanner cuando avanzó lentamente entre
sus piernas.
Las manos de Tanner se deslizaron desde sus rodillas hasta la parte superior de
sus muslos, abriendo sus piernas un poco más amplias, hasta que fue totalmente
expuesta.
— Shh, cariño. Eres tan hermosa. — Pasó su dedo entre sus labios vaginales, el
toque suave, casi reconfortante. Pero el hambre en sus ojos era fuego puro.
Su mente giraba con las caricias combinadas: Rain en sus pechos, lamiendo,
mordiendo sus pezones, haciéndolos doler. Tanner haciendo el amor en su coño:
hundiendo su lengua en su pasaje una y otra vez hasta que tuvo que moverse contra él.
Los movimientos rápidos delicados en su clítoris, antes de regresar a su entrada,
lamiendo profundo, gimiendo como si cada toque la excitara.
79
Ella se estremeció, dejando que el placer fluyera a través de ella, lo que debilitó
sus músculos su mano cayó lejos de la cabeza de Tanner.
Su coño se apretó y ella lo agarró, llevándolo hacia ella, deseando que estuviera
profundamente dentro de ella. El delicioso calor estalló entre sus cuerpos mientras se
apretaba contra ella. Él se arrodilló sobre ella, las rodillas manteniendo sus piernas
ampliamente abiertas mientras cubría su boca en un beso profundo y duro.
Echó un vistazo a Rain. El otro hombre asintió con la cabeza, sus labios
mojados y un poco rosados. Tanner sabía que era por haber estado chupando las tetas
de Cait. Lo aprobó. Sus bonitos pezones estaban en el mismo estado, pareciendo casi
dolorosos mientras se estiraban hacia el cielo.
Extendió la mano y agitó cuatro dedos a través de un pico hinchado. Ella jadeó
y se empujó dentro de su toque.
Tanner no podía dejar de mirar por encima. Rain había perdido sus pantalones
y calzoncillos en algún momento, pero había mantenido la camisa. La polla de Rain
estaba dura y goteando contra la cadera de Cait.
Maldita sea, esperaba que ella estuviera lista para los dos, pensó. De ninguna
manera Rain podría negarse después de esto.
80
— Déjame conseguir lo que necesito, nena.
Tanner se inclinó hacia un lado, casi dejándose caer de la cama para agarrar sus
pantalones de esmoquin del suelo. Había metido un par de condones en los bolsillos,
como parte de la imagen de “cachondo padrino de boda”, no esperando nunca
necesitarlos. Maldita sea, se alegraba ahora de tenerlos. El sabor caliente de su coño
cubría su lengua y tenía que estar dentro de ella, la tenía que follar. Había sentido las
contracciones suaves cuando ella se había corrido y quiso sentirlas alrededor de su
polla.
Arrojó el extra en el colchón, sin importarle donde aterrizó. Pero se quedó con
uno, rasgándolo abierto y colocándolo sobre su polla. Una gota de pre-semen cubría la
punta.
Se humedeció los labios, necesitando otro sabor. Su dulce sabor hizo que su
polla saltara. Adoraba comer el coño de una mujer, adoraba el sabor, la sensación, el
modo en que se retorcía bajo él, pidiendo más. Pidiendo el alivio que sólo él podía dar.
— Tanner.
81
Ella gritó y el apretón protector en su coño disminuyó y él se deslizó dentro. El
sexy puño sostuvo su eje, él tuvo que apretar los dientes para no gemir. Joder, eso se
sentía bien.
Un gemido sexy llenó el aire. Se retiró y se volvió a meter dentro de ella otra
vez, empujándose arriba en sus manos, deslizando su polla contra su clítoris. Las
delicadas contracciones a lo largo de su eje le dijeron que había encontrado el lugar
correcto. Se levantó y la llenó otra vez, perdiéndose en el ritmo, el pulso de follarla.
Maldita sea, sabía que debería sentir algún tipo de celos, pero el hombre en él
estaba demasiado cautivado por martilleo constante en su coño, el seductor apretón de
su coño en su polla.
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Las sutiles ondulaciones revolotearon a través de su canal y sabía que ella
estaba cerca.
Tanner sabía que no iba a durar mucho más tiempo, la vibración en la base de
su espalda le advirtió que no podía aplazar su clímax. Se meció más profundo,
decidido a llevarse a Cait con él.
Sus ojos revolotearon abiertos y la contempló con los ojos muy abiertos, con un
tipo aturdido de mirada. Maldita sea, tenía que probarla una vez más, tenía que ser
parte de ese perverso placer durante sólo unos minutos más.
Se inclinó hacia abajo y la besó, metiendo su lengua entre los labios de ella.
83
Este era Tanner. Había tenido sexo con Tanner. El coqueto escandaloso que
bromeaba todo el día se había convertido en un exigente amante poderoso. El beso
envió otro rayo de placer a su corazón. Se aferró a él, sosteniendo su polla
reblandecida dentro de su cuerpo, no estando dispuesta a perder la deliciosa sensación
de estar llena.
— Tan hermosa. — Alejó el pelo de ella lejos de su cara. Sus sexys ojos
marrones brillaron con la satisfacción. Ella no pudo evitar sonreír. Nunca en su vida
había puesto tal mirada en la cara de un hombre. Él colocó otro suave beso en sus
labios. — Gracias, cariño.
Ella gimió cuando su polla se deslizó del interior de su vagina, dejándola vacía,
pero puramente satisfecha.
Él gruñó y se dio la vuelta, dejándose caer sobre el colchón. Una fina capa de
sudor destacó los músculos tensos de su pecho, y si hubiera tenido fuerzas, se habría
dado la vuelta y habría lamido su piel.
Pero justo cuando pensaba esto, unas manos calientes, ásperas pasaron rozando a
través de su estómago y pechos, caricias rápidas que enviaron hormigueos a sus
nervios. Abrió los ojos y recordó a Rain. Ah, bueno. Aún no había terminado. Él se
inclinó sobre ella, la camisa blanca de su esmoquin aún sobre sus brazos y hombros,
pero el resto de su cuerpo estaba desnudo… deliciosamente desnudo. Ella echó un
vistazo al hombro que sabía que tenía cicatrices y decidió que esta noche no era el
momento para luchar esa batalla.
Su eje duro le dio un codazo contra su cadera, como para recordarle que él
estaba allí, listo para follar.
Unos largos momentos más tarde, ella parpadeó y miró mientras él se retiraba.
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— ¿Lista para más? — La pregunta bromeó contra su piel.
Sabía que le estaba dando una oportunidad para retirarse, pero no podría, no
perdería la posibilidad de sentirlo follarla.
— Maldita sea, nena, no puedo esperar para verlo follarte. — Tanner la besó. —
Vas a correrte tan fuerte. ¿De acuerdo?
— Sí, lo haremos.
Ella se estremeció al darse cuenta que ambos hombres estarían haciendo el amor con
ella.
Con él y Tanner dirigiéndola, se dio la vuelta sobre sus manos y rodillas. Una
ráfaga de vulnerabilidad inundó su núcleo, pero cuatro manos calientes acariciaron su
espalda y culo.
— Maldita sea, nena. — Ella se estremeció por las palabras y caricias fugaces.
Unos momentos más tarde, sintió el calor de la polla de Rain deslizándose a lo largo
85
de su hendidura. La gruesa vara bromeó sobre su carne sensible. Ella arqueó la espalda
y se meció contra él, necesitándolo en su interior.
Sabía lo grande que era Rain, lo había tenido en su boca, así que era difícil
recordarse a sí misma que se relajara cuando la llenó. Su polla empujó contra su coño,
estirándola. Su paso estaba un poco sensible, pero no quería que se detuviera.
— Maldita sea, esto es tan dulce. — Tanner la besó otra vez. — Va a follarte
duro. ¿Estás lista, nena? ¿Lista para tomar esa polla grande y dura?
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— Shh, cariño, —Tranquilizó Tanner. — Quiero saber si se pone demasiado
áspero.
— ¿Es demasiado?
Su voz tenía un dejo de preocupación, pero ella negó con la cabeza. Tanner se
rió entre dientes.
— Ah, no sé. Creo que eso es un poco demasiado para ti. — Y luego dijo por
encima del hombro de ella. — Hey, Rain, creo que estás siendo demasiado duro con la
chica. — Tanner ahuecó su pecho, sus dedos se deslizaron hasta su pico y tiraron. Era
la primera vez que Tanner había tocado sus pechos con algo menos que suavidad.
Pero él tiró, estirando, pellizcando su pezón hasta que el dolor se mezcló con el
placer en su interior.
— ¡Por favor!
87
Rain se rió entre dientes. La frustración se hundió en su pecho. El firme apretón
en sus caderas la sostuvo en el lugar, no permitiéndole empujarse contra él. Despacio,
Rain empujó de nuevo. Comenzando otra vez, empujes lentos, sólidos.
— Maldita sea, hombre, déjala correrse. — Tanner parecía estar tan sin aliento
como ella se sentía. Abrió sus ojos y miró bajo su brazo. Su puño bombeaba una y otra
vez arriba y abajo en su polla, meciéndose al constante ritmo de la follada que Rain le
estaba dando.
— No, me gusta sentir su coño alrededor de mí, — dijo Rain. — Quiero más.
Sabiendo que necesitaba romper su control, ella meneó su culo contra él.
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Él deslizó la polla de su vagina. Tanner estaba allí para atraparla cuando ella se
desplomó sobre el colchón. A lo lejos, los oyó murmurar, palabras sexys, calmantes,
aquellas manos fuertes que acariciaban su piel, impulsándola a dormir
89
Capítulo Seis
Querido diario,
Creo que podría estar lista para salir de nuevo. Ahora sólo tengo que conocer a alguien.
Alguien que no sea policía. No más policías, nunca más.
Le tomó un instante a su cerebro par a reconocer que esta era una sensación
equivocada.
— ¿Qué?
— Maldita sea.
— Exactamente.
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— Tenemos que ir detrás de ella. — Echó hacia atrás la sábana y agarró sus
pantalones de esmoquin.
Las palabras apenas habían dejado sus labios cuando Rain gritó y se abalanzó
sobre el colchón, su puño llegando con fuerza y rápido, y conectando con la
mandíbula de Tanner. Su cabeza se desplazó hacia atrás y luces brillaron en su
cerebro.
Estaba listo esta vez y se agachó cuando Rain se balanceó, zambulléndose bajo
el puño de su amigo y clavando su hombro en el pecho del hombre. La fuerza los llevó
a la cama.
Tanner se preparó, listo para la pelea. Sabía que Rain había estado
rehabilitando su hombro. Pero después de unos pocos segundos, se dio cuenta de que
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Rain no se movía. Se incorporó lo suficiente para ver la cara de su amigo, no lo
suficiente como para darle espacio para que lo golpeara de nuevo.
— Eres lindo y todo eso. — Rain arrastró las palabras. — Pero realmente no
eres la persona con la que quiero estar desnudo en una cama.
Y Tanner no se pudo resistir. Le dio una palmada al culo de Rain y rodó lejos.
Tanner se movió otra vez para tomar su pantalón caído. Los arrastró hasta sus
caderas y subió la cremallera antes de mirar hacia arriba. Rain se había sentado, pero
no se había movido. La camisa blanca estaba abierta, colgando de sus hombros,
escondiendo las cicatrices que el fuego había causado en su brazo y hombro, dando a
la piel un aspecto brillante. Había pasado con Rain durante los primeros días llenos de
dolor, la recuperación, la rehabilitación.
Como si pudiera haber oído los pensamientos de Tanner, Rain frotó su mano a
través de su hombro.
— Ella nos quiere a los dos. ¿No estuviste en la cama anoche? ¿Los jadeos, los
ruegos, los gritos? Maldita sea, esa mujer nos quiso a ambos.
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— Tal vez tenías razón. Tal vez fue un polvo de compasión.
Esta vez Rain se movió, caminando hasta el otro lado de la cama para
encontrar su ropa.
Tanner suspiró.
Tanner miró el reloj. Rain tenía razón. Eran las dos. No podía haberse ido hace
mucho tiempo.
— Mucho mejor para seguirla y convencerla de que follarnos a los dos no fue
una mala idea.
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Tanner se tensó, esperando, sabiendo que Rain iba a decirle que se fuera solo,
que Cait no los querría a ambos.
Rain echó su cabeza hacia atrás y una lenta sonrisa tiró de sus labios.
— Sabes que… — Su cabeza se inclinó mientras sus dedos cerraban los botones.
— En realidad no la follamos juntos.
— Nunca lo he hecho.
*****
94
Cait gruñó y se desplomó en el sofá, con sus brazos agotados.
Respiró hondo y se empujó de nuevo de pie. No podía ser tan difícil. El elástico
estaba defectuoso. Todo lo que tenía que hacer era tirar del vestido hacia arriba y
sacarlo por encima de su cabeza.
Con un fuerte suspiro dejó caer las faldas y agarró la parte superior de la blusa.
Seguramente podría empujar hacia abajo el maldito vestido. Metió sus pulgares bajo
los laterales y tiró hacia abajo. No se movió. Simplemente se presionó contra las
articulaciones de sus pulgares.
Miró los alicates, y le hicieron pensar en unas tijeras. Podría salir de ello
cortándolo.
Pero no era su vestido. Y aun si no fuera una reliquia familiar, no iba a destruir
el vestido de otra persona sin su permiso. Echó un vistazo al reloj. Casi las dos y
media. No podía llamar exactamente a Heather y a Tasha a esta hora.
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No es que pensara dormir mucho. Cada vez que hizo una pausa incluso durante
un segundo, su mente rellenó el espacio en blanco con imágenes de Tanner y Rain.
Sobre todo imágenes desnudas de Tanner y Rain.
Los había imaginado desnudos docenas de veces en los últimos meses, pero sus
sueños no se habían acercado a la realidad. Cuerpos masculinos firmes, músculos
fuertes, sólidos. Pollas gruesas, deliciosas.
No lo había hecho. El maldito vestido se había caído, dejándola allí de pie con
sus bragas favoritas rojas y lo siguiente que supo, zas, las bragas habían desaparecido y
estaba siendo follada por dos hombres.
Hombres con los que trabajaba. Hombres que tendría que enfrentar el lunes.
Pero no podía huir del país adecuadamente vestida con un traje de novia.
No tuvo que terminar siquiera la oración. Sólo una persona podría estar al otro
lado de esa puerta.
Maldita sea, ¿dónde está mi pasaporte? Podría escapar por la parte de atrás y…
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El golpe fuerte resonó otra vez.
— ¡Maldita sea, Cait, abre la puerta antes de que la tiremos de una patada!
El instinto empujó sus hombros hacia atrás. Podría enfrentarse a ellos antes de
lo que habría querido, pero no iba a acobardarse… al menos ahora que sabía que no
era una opción viable.
Eran policías y estaba bastante segura que podrían partir la puerta a la mitad si
lo quisieran.
Hombres.
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— Te dije que funcionaría, — Tanner anunció, mientras entraba dentro. Rain
vaciló durante un segundo, luego pareció prepararse para un ataque y lo siguió.
Ella volvió a respirar para calmar sus nervios y cerró la puerta. Podía hacer
esto. Podía manejarlos. Después de todo, había sido sólo una noche de sexo.
Con ambos.
Colgaron allí, como una maldita bandera roja delante de un toro. Bufando
mientras soltaba el aire, caminó hacia adelante y las arrebató de su mano.
Ella siguió moviéndose, más allá de la mesa de centro, usándola como un bajo
muro entre ellos.
— También olvidaste dar las buenas noches, — dijo Tanner, mientras ambos se
volvieron y siguieron el progreso de ella.
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Presionando sus labios cerrados para guardar la disculpa compulsiva dentro, se
esforzó para encontrar la calma.
Sé sofisticada. Sólo otra noche ocasional de buen sexo. Excepto que ella nunca había
sido muy buena en el sexo ocasional, y había sido un buen sexo. Increíble. Pero no
ocasional.
— Escucha, fue una noche encantadora, pero creo que deberíamos dejarlo en
eso.
— Polvo increíble.
— No encantadora.
— Y luego desapareciste.
— Sólo pensé que… — Ella lo dejó caer porque no estaba segura de cómo
describirlo. ¿Me entró el pánico? ¿Me desperté presionada entre dos cuerpos calientes y
enloquecí?
— ¿Qué pensaste? — Desafió Rain. El destello de dolor brilló otra vez en sus
ojos y el corazón de Cait realmente hizo un pequeño aleteo en su pecho.
99
— Sólo pensé que sería mejor si me fuera. Si no me despertara allí. Entre los
dos.
Se concentró y se dio cuenta que ambos habían dado un paso hacia adelante.
— Pero…
— ¿Pero?
— ¿Es este el vestido que se te cayó como una docena de veces esta noche? —
Preguntó Tanner.
100
— Vamos a intentarlo, — dijo Tanner, girando un dedo para decirle que se
diera la vuelta.
Incluso sabiendo que esto era una mala idea, quedarse desnuda cerca de estos
chicos, sólo conduciría a más problemas, se dio la vuelta, presentando su espalda a
ellos.
— Sólo baja…
— Abrieron la cremallera.
— Nunca la tocamos.
— ¿Cómo…?
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No tuvo oportunidad de completar su pregunta. Tanner se acercó y apartó la
mano de sus pechos.
— Y quiero verlas otra vez, — añadió Rain, aunque se dio cuenta que él había
dado un paso atrás, dejando a Tanner que tomara la iniciativa.
Su coño revoloteó y bajó sus brazos, abandonándose desnuda, desnuda ante sus
amantes. Ella luchó contra el impulso de retorcerse.
Ella asintió con la cabeza. Cogió su labio inferior entre sus dientes, usando la
sensación para mantenerse en el lugar. La seductora mirada fija la impulsaba a
adelantarse, llevarlos arriba a su dormitorio donde podrían tomarla, follarla.
Tanner le tendió la mano y Cait puso sus dedos en la palma de su mano. Con
un tirón, empezó a llevarla hacia las escaleras.
Los dedos que sostenían su mano se estremecieron y dio un paso más cerca.
Sabía que Tanner y Rain eran los mejores amigos. Todo el mundo sabía eso. Las
historias de Tanner quedándose al lado de la cama de Rain durante aquellos primeros
días eran legendarias. Tal vez había entendido mal su relación.
102
— No creo que Cait deba ir arriba y follar… — Ella jadeó. — Hasta que haya
sido castigada.
— Por escaparte. Por huir. — Rain dio un paso adelante, y por primera vez, vio
el tenue destello del superhéroe que todos admiraban en la sala de la brigada. El poder
lo rodeaba.
— Pienso zurrarla, darle algo en lo que pensar durante toda la semana. —El
bajo tono de su voz se rizó a través de su coño. — Cada vez que se siente, pensará en
nosotros, zurrando su bonito culo, follando su bonito culo.
Ellos quieren…
— Yo…
103
Rain giró su mano derecha, pidiendo su mano. Sabía lo que estaría aceptando si
ella dijera que sí.
Nalgadas.
Y follar… su culo.
— Vamos, nena. Haremos que tu culo esté bonito y rosa antes de que te
llevemos arriba y te hagamos gritar.
Rain le soltó la mano y dio un paso atrás. Su mirada saltó a Tanner. El hambre
y la tranquilidad se mezclaban en su mirada.
— En serio.
— Esos malvados tacones que llevaba antes, — contestó Rain como si pudiera
leer el pensamiento de Tanner.
104
— ¿Te los pondrás para nosotros nena? — Su mano se deslizó por su muslo y
sobre la mejilla del culo, calentando su piel. Recordándole porque estaba ella en esa
posición. — Hacen que tus piernas se vean aún más largas y empujan tu culo arriba.
Mientras Tanner guiaba su pie derecho en los zapatos de tacón, el dedo de Rain
bajó entre sus piernas, deslizándose en su coño.
— Has estado pensando en nosotros, ¿eh?, nena — Preguntó. Ella podía oír la
sonrisa en su voz, pero la penetración húmeda de los dedos de Rain en su vagina se
llevó todo su enfoque. Él bombeó dos dedos dentro y fuera. La sensible carne
apretando alrededor de él y él gimió. — Tan apretada.
Una nueva sensación hizo que su cabeza se levantara: el dedo de Rain jugando
con su ano. El dedo resbaladizo por los fluidos de su coño recubrió su abertura trasera
mientras daba un toque a su entrada, con empujes superficiales. Su cuerpo se
estremeció, y luego se relajó, aceptando cuando él metió su dedo un poco más
profundo.
Ella clavó los dedos en los cojines del sofá y evaluó la nueva sensación. Él no
fue lejos, suavemente deslizando un dedo por delante de su apretada entrada.
— Shh, eso es todo, cariño. Nos aseguraremos que estés bien y estirada antes de
que follemos este pequeño culo apretado.
105
Ella jadeó, incapaz de contener el sonido.
Ella podía aguantar esto. Conseguir que su mente pasara alrededor de la idea de
que alguien llenara su…
—Ay. — Ella subió sobre sus manos y lo fulminó con la mirada sobre su
hombro. — Eso me dolió.
— Por supuesto que lo hizo. — Su mano aterrizó contra su culo una segunda
vez. El dolor cerrándose en su piel. — No sería un castigo si se sintiera bien de buenas
a primeras. — Una tercera palmada golpeó su carne, quemando más fuerte esta vez. —
Lo sentirás mañana. — Llevó su mano abajo otra vez. El calor se hinchó a través de su
piel, hundiéndose en su centro.
Cait parpadeó y se quedó mirando el sofá. Por el rabillo del ojo, vio a Tanner
acercarse.
106
— Maldita sea. — El sonido susurró a través de su piel.
107
Capítulo Siete
Querido diario,
Heather me prestó este libro… dos hombres y una chica. Caliente, sexo caliente. Quiero
decir, fue muy divertido para leer. Lástima que algo así nunca me ocurrirá en mi vida. ¡Ah!
Y su piel ardiendo.
— Eso es, nena. Ahora vamos a llevarte arriba y follarte tan bien, — prometió
Tanner.
Cait parpadeó, y lo miró y asintió con la cabeza. ¿Qué otra cosa podía hacer
una mujer cuando dos de los hombres más atractivos que había conocido nunca
dijeron que la deseaban?
Si Tanner llevándola en brazos al piso de arriba hacía que estuviera más cerca
de ser llenada con sus dos pollas, ella estaba de acuerdo.
La mujer prudente que la había sacado fuera de la habitación del hotel antes
estaba en silencio, sin duda acobardada bajo la quemadura en el culo de Cait.
108
Ella se aferró a sus hombros y señaló hacia su dormitorio, agradecida que se
hubiera tomado el tiempo por la mañana en hacer su cama. Ese no era siempre el caso.
Su pecho se apretó cuando ella miró hacia los dos hombres. El hambre y la
necesidad llenaban sus miradas, calmando la rabiosa vulnerabilidad que corría a través
de sus venas.
— Recuéstate, nena.
— ¿Qué haces?
— Estoy buscando algo que podamos usar para lubricar tu dulce culo. Y si
conozco a las mujeres… Dejó que las palabras se apagaran cuando abrió el cajón. —
Tienes algo escondido aquí que nos servirá.
Ella sintió que sus mejillas se ponían rojas ante el sonido sordo de su vibrador
rodando hacia la parte delantera del cajón.
109
— Hmm, bonito. — Lo recogió y se lo mostró a Tanner. — Le gusta grande. —
La miró hacia abajo. — Pero ya sabíamos eso.
La boca de Tanner se curvó en una sonrisa, pero sus ojos se iluminaron por el
hambre. Se quitó la camisa ya abierta y la arrojó a un lado. Él desabrochó sus
pantalones y los empujó hacia abajo. Incluso habiéndolo visto una vez, jadeó cuando
su polla presionó hacia adelante. Estaba erecto y duro. Y se sentía deliciosa dentro de
ella.
— Hmm, bonito. — Ella extendió las manos y movió sus dedos. — Dame.
— Bastante creída para una mujer que acaba de conseguir una zurra en su culo.
El calor de la paliza aún le quemaba la piel, pero sólo agregó una capa de
sensaciones en su cuerpo que ya zumbaba.
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El deseo en los ojos de Tanner brilló otra vez mientras se arrastraba lentamente
hacia arriba en el colchón. Se arrodilló sobre ella, su largo eje erecto con fuerza entre
sus piernas.
— ¿Sabes qué vas a conseguirlo, verdad? — Empujó su mano entre sus muslos.
Los callos de sus dedos jugando en los labios de su coño. — Voy a follar este bonito
coño y Rain va a sepultarse en este pequeño culo apretado.
Puntuó sus palabras con golpes superficiales en su vagina. Cait meció sus
caderas, tratando de forzarle a ir más profundo.
— ¡Sí! Por favor. — Ella alcanzó hacia abajo y agarró su mano, sosteniéndolo
en su lugar, mientras se follaba en sus dedos.
¿No lo hago?
Se alegró porque las palabras quedaron detrás de sus dientes, porque estaba
bastante segura de que la respuesta habría conseguido meterla en un problema.
— Si te corres antes de que estemos dentro de ti, no habrá ninguna razón para
follarte. — Retiró sus dedos y se bajó de ella, tumbándose en el firme colchón, su
pecho apretándose contra su costado. Sus dedos, mojados en los fluidos de su coño,
rozaron a través de su estómago, pintando diseños arbitrarios en su piel.
111
Joder, ella era hermosa, el cabello largo extendido a través de la colcha pálida,
sus ojos brillando con hambre.
Siseó y arqueó su espalda, empujando su culo hacia arriba hacia sus caricias.
Tanner asintió. Nunca había hecho esto, así que dejó que Rain tomara la
iniciativa mientras abría la botella de lubricante y vertía un poco del líquido en sus
dedos.
Ella asintió con la cabeza y empujó hacia arriba, casi poniéndose de rodillas. La
dulce curva de su cadera y culo hizo que la polla de Tanner saltara. Joder, tenía que
estar dentro de ella.
No podía ver lo que estaba haciendo Rain, pero vio cada sensación moviéndose
a través del cuerpo de Cait. Rain retrocedió, añadió más lubricante, y luego regresó.
112
Ella jadeó y se agarró a las sábanas, sus ojos abriéndose de golpe forzándose a
mirar hacia abajo, a la colcha de color púrpura.
Tanner se dejó caer en la cama y se meneó para que su cabeza estuviera por
debajo de Cait. Ella parpadeó mientras miraba hacia abajo, y luego sonrió
abiertamente.
— Te estoy distrayendo.
— Mírame, Cait, — ordenó Tanner. Ella abrió aquellos hermosos ojos verdes y
lo miró fijamente. — Respira conmigo. Deja que el dolor pase. — Por favor, deja que el
dolor pase.
113
— Tan hermosos. — Alcanzó, ahuecando uno, y luego el otro, revoloteando
sus dedos a través de sus tensos pezones. — Son tan atractivos, nena. Cuando ese
vestido se cayó de ti anoche, creía que me correría allí mismo.
— Ese vestido era tan feo, pero se veía tan jodidamente sexy en ella. — Le
ahuecó un pecho y apretó sus dedos en su pico, manteniéndolo casi como demasiada
fuerza, pero la perversa sensación se transformó en placer cuando fluyó en su interior.
— Todo en lo que podía pensar era en tener mi boca en tu coño, lamiendo tu dulce
crema.
— Por favor.
114
— ¿Quieres que nosotros te follemos, nena?
Estaba bastante segura que fue Tanner quien hizo esa pregunta, pero incluso los
sonidos eran borrosos.
Una vez más, las palabras se filtraron en su mente, pero no podía distinguir una
sexy voz gruñona de otra. No importaba. Ellos eran sus amantes. Los quería dentro de
ella, follándola.
Tanner se rio y negó con la cabeza. Sus manos fueron a un lado y un golpe
rápido aterrizó sobre su trasero.
Ella sintió que sus ojos se abrían más y miró hacia Tanner. Una ceja se levantó,
retándola a decir que no.
115
Una banda invisible apretaba en su pecho, ella trató de hablar, pero finalmente
se conformó con asentir con su cabeza en acuerdo.
— Eso es, nena. Tu culo es maravilloso. — Una mano caliente se deslizó entre
su pecho y el pecho de Tanner. — Pero también lo son tus hermosos pechos. — Los
dedos de Rain encontraron un pico apretado. — Es difícil decidir cuál es la vista más
deliciosa. Tus atractivas tetas o este perverso culo.
— Muy bien.
El calor tocó su apertura trasera. Incluso sabiendo que tenía que relajarse, la
extraña invasión envió tensión a través de su cuerpo y se quedó inmóvil.
— Shh, shh, te tenemos. — Estaba bastante segura que este era Tanner.
Parpadeó y lo miró. — Vamos a conseguir que yo entre en este dulce coño, ¿eh? — Él
esbozó una sonrisa ante ella, animándola.
116
La presión en su entrada trasera se alivió y Tanner alcanzó entre ellos. Cait se
preparó lista para la lenta penetración. El calor aumentó a la entrada de su coño,
deslizándose dentro, llenándola cuando Tanner deslizó su grueso eje profundamente
en su coño. Las paredes resbaladizas dejándole deslizarse fácilmente pero Cait sintió
cada centímetro.
Sus dedos se apretaron y se dio cuenta que estaba clavando sus uñas en los
hombros de Tanner. No parecía que a él le importara.
Ella asintió con la cabeza, no estando segura de que realmente podría hacer eso.
— Eso es, nena, — animaba Tanner. — Ah, joder, se siente tan bien.
Ella parpadeó y se dio cuenta, maldita sea, tiene razón. Era una sensación
extraña, pero justo en el momento en que decidía si le gustaba o no, Rain salió.
Deliciosos temblores corrieron a través de su cuerpo. Tanner sostuvo sus caderas y
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empujó, llenándola. Se hundió profundamente hasta las pelotas cuando Rain salía. Se
movieron juntos, los golpes perfectamente sincronizados, nunca dejándola vacía.
Trabajaron sus pollas dentro y fuera de ella, una onda sexy de un hombre
retirándose mientras el otro se deslizaba dentro de ella, siempre manteniéndola llena.
Se meció con sus movimientos, avisándolos que estaba lista para más, que
podría tomarlos con más fuerza, más profundo.
— Cálmate, Cait, — advirtió Tanner. Rain golpeó con la mano abierta sobre su
cadera, pero sólo sirvió para hacerla desear más.
Durante un largo momento era demasiado, abrumando sus sentidos por lo que
todo lo que podía hacer era sentir. Poco a poco su cuerpo se despertó, no sólo al placer
que recibía, sino exigiéndolo. Levantó sus rodillas bajo su pecho, manteniendo a
Tanner en su coño y abriendo su culo a Rain.
Oyó un sonido de maullido bajo y se dio cuenta que salió de ella. Se meció
entre ellos, tratando de sostenerlos a cada uno en su interior mientras la tensión se
acumulaba en su coño. Parte de ella quería avisarles que iba a correrse pero no podía
hablar.
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Su grito fue seguido instantes después por dos gemidos masculinos.
Rain gruñó y se deslizó de nuevo en su culo, un poco más suave, pero aún
profundo. Largos momentos pasaron mientras la follaban. Ella cerró los ojos y sólo
dejó que las sensaciones fluyeran a través de ella, músculos firmes, tensos, cuando
ambas trabajaban para correrse.
Tanner empujó en ella una vez más. Su cuerpo se tensó por debajo de ella y oyó
un gruñido cuando se corrió. Rain lo siguió unos momentos después, estrellándose en
su culo una última vez y manteniéndose allí cuando el orgasmo se apoderó de su
cuerpo.
Liberó su polla ablandada del agujero trasero de Cait y se dio la vuelta, usando
el impulso para ponerse de pie. Se tambaleó hacia el baño, eliminando su condón y
limpiándose un poco antes de regresar.
Cait estaba de lado, su muslo atravesado sobre la cadera de Tanner, ese dulce
culo curvado inclinado hacia Rain. Tomó la toalla tibia que había llevado consigo y la
pasó entre las mejillas del culo de ella.
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Se veían sexys juntos, el cabello oscuro de Cait fluyendo sobre el pecho de
Tanner mientras él se abrazaba a ella. El cuerpo desnudo de Tanner bronceado y
fuerte. Rain se frotó los dedos por la parte de atrás de su mano, sintiendo las cicatrices
que le quedaron. Eran menores comparadas con las de su hombro y espalda, pero eran
un rápido recordatorio de sus lesiones.
La camisa blanca que había llevado bajo su esmoquin todavía colgaba alrededor
de sus hombros.
Demonios, la mujer había tenido por lo menos tres, tal vez cinco orgasmos esta
noche. Era un milagro que pudiera mantener sus ojos abiertos.
Tanner levantó las cejas, retando a Rain a irse. Mierda, su amigo era demasiado
malditamente intuitivo a veces.
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estremeció y sabía que tenía que estar sensible. Habían trabajado con fuerza esta
noche.
Sólo pasó unas caricias sobre los labios de su coño, la húmeda capa resbaladiza
recubriendo sus dedos.
Una paz que no había notado que le faltaba cayó sobre él cuando el sueño lo
derribó.
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Capítulo Ocho
Querido diario,
Eso significaba que el otro se había ido… o estaba en algún lugar de su casa.
Echó un vistazo al reloj. Casi las nueve. Habían estado despiertos hasta tarde.
Después de que la hubieran follado a la vez, se habían derrumbado en la cama,
demasiado cansados para moverse. Había esperado que saltaran de la cama y corrieran
hacia la puerta. Ninguno de los dos hombres parecían inclinados a moverse.
Hasta ahora.
Consciente de estar desnuda bajo ella, se ató el cinto apretado antes de llegar a
la parte inferior de las escaleras. Rain no estaba en la sala de estar. Eso dejaba a la
cocina.
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Había oído el refrán que decía que “ninguna mujer dispararía a un hombre
mientras él estuviera lavando los platos”, pero nunca había pensado en las tareas
domésticas como algo particularmente sensual.
Justo cuando decidió que era una buena idea, su cabeza se ladeó a un lado y le
dirigió a ella una sonrisa suave.
— Buenos días.
— Tenía que hacer algo con mi tiempo. No se puede cenar fuera cada noche.
Giró su cuerpo hacia ella y Cait se sintió cómoda caminando entre sus brazos,
pasando su brazo alrededor de su espalda y subiéndose de puntillas. Él se inclinó y le
dio un rápido beso antes de retroceder.
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— Ah.
— ¿Estás dolorida, nena? — Ese profundo tono seductor que la tentó anoche, le
hizo que el clítoris le doliera y ella apretó adelante. — No tanto para que no
pudiéramos volver a tenerte, ¿eh?
Cautivada por la sensación de la mano en su culo, sus pechos burlados por los
suaves pelos del pecho de él y el sólido muslo duro entre sus piernas, Cait sólo pudo
asentir.
Ella retiró la manga izquierda de su camisa, exponiendo la piel marcada por las
llamas.
— Quiero verte.
Rain se detuvo, con los ojos chasqueando hacia el suelo, pero Cait se mantuvo
estable.
— No es bonito, — le advirtió.
Rain vaciló un suspiro más, luego retiró el borde de su camisa hacia atrás,
dejando al descubierto la piel brillante, tensa de su hombro.
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— ¿Te duele? — Le preguntó, inclinándose adelante y dándole un beso en el
borde de las cicatrices. Antes de que pudiera contestarle, tiró de la manga de la camisa
lejos, dejando colgar el puño en su espalda. Susurró otro beso a través de la piel
devastada. — ¿Puedes sentir esto?
La otra mano que sostenía su culo la acercó más, moviéndola para que sintiera
el borde duro de su polla a través de sus boxers.
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Su pulgar se movió a través de su pezón, manteniendo apretado y duro el tenso
pico. Él apretó la rodilla contra su clítoris y el timbre de la puerta se desvaneció en un
recuerdo.
— No se van.
— Nena, de ninguna jodida manera pasará eso. — Él la atrajo hacia así para un
beso más, luego la despidió con un golpe en su ya dolorido culo. Ella gritó, saltando
hacia adelante.
Y la malvada cosa que había dejado en su cocina. Maldita sea, el que estaba al
otro lado de esta puerta sería mejor que tuviera una buena razón para la interrupción.
Tasha y Heather.
Tasha golpeó sus nudillos contra la puerta una vez más antes de alcanzar y
apretar el timbre de la puerta. El timbrazo resonó en la casa y Cait hizo una mueca.
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Cait afirmó los hombros hacia atrás y abrió la puerta.
— ¿Qué?
— Ves, te dije que estaba aquí, — dijo Tasha, mientras se empujaba dentro.
Cait saltó fuera del camino. Heather la siguió un poco más despacio, mirando la
espalda de su tía todo el tiempo. — ¿Dónde está el vestido de novia?
— Ves.
— ¿Qué?
Un sonido metálico seco en la cocina, sonó como si una cazuela golpeara con
otra cazuela, hizo callar la habitación.
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— Lo sabía, — añadió Tasha.
— Por favor…
Nunca consiguió una oportunidad para pedirle que ellas olvidaran que habían oído el
ruido. Sus ojos se abrieron aún más y contemplaron la entrada de la cocina.
Cait se giró. Oh, ñam era la evaluación perfecta. Rain estaba a la entrada.
— Perdón por la interrupción, pero pensé que no era un secreto. — Rain entró
en la habitación, con un paño de cocina en sus manos. — Soy Rain.
— Claro. — Cait recobro la compostura. — Rain, estas son mis amigas, Tasha
y Heather. Tomé prestado el vestido de novia de Tasha.
Rain saludó con la cabeza y apretó sus labios en una lenta consideración.
— Hay un serio defecto de diseño en ese vestido. — Dejaría las cosas así y lo
explicaría más tarde, cuando Rain no estuviera de pie justo a su lado. Y cuando ella no
se viera como si hubiera pasado la noche en un puro libertinaje.
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Se encogió de hombros, no queriendo hacer un gran asunto de ello. Habían sido
lo suficientemente amables para prestarle el vestido. No quería criticar.
En lugar de las risas tontas que esperaba, Tasha golpeó el brazo de Heather.
— ¿Lo ves?
— ¿Qué?
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Parpadeó y miró la pequeña multitud que había en la habitación.
Tasha miró a Tanner y luego su mirada fue a Rain. Y luego de nuevo a Tanner.
— Pero esto no es posible. — Sus ojos abiertos de par en par, miró a Cait. — Se
supone que sólo debe ser uno.
— Hablaremos más tarde. — Sus ojos saltaron entre los dos hombres, y luego
de vuelta a Cait. — Porque definitivamente yo quiero detalles.
Cait abrió la boca, pensando en detenerlas. ¿Qué era eso de que el vestido que
sólo funcionaba con un hombre? ¿Qué maldición?
Estás durmiendo. Presente. No, dormiste con dos tipos anoche. ¿Significaba eso que
esperaba más de una noche? ¿Lo hacía Rain? ¿Lo hacía ella?
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El concepto nunca se le había ocurrido a ella. Incluso en sus fantasías se había
imaginado una noche malvada, un sexo que pateara fuera sus bragas. Nunca una
repetición.
— ¿Abrazar? ¿Tú?
El brillo en sus ojos, todavía hambrientos, pero llenos de una emoción diferente
también, le dieron confianza.
— Vamos, nena. Seguramente hay algo arriba que podamos usar para atarte.
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Epílogo
Querido diario,
Qué noche…
Cait cruzó sus manos juntas en un esfuerzo para no estrangular a las dos
mujeres a las que consideró sus mejores amigas.
— Tanner.
— No. El otro podría haber aprovechado la situación, pero sólo uno de ellos
causó que el vestido se cayera.
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Cait alzó la vista a sus amigas. La mirada absorta de Tasha hizo que pusiera
una mueca. Echó un vistazo a Heather. Rodó sus ojos y sacudió la cabeza. Claramente
una incrédula.
Cerca de Rain.
Y de Tanner.
Y vaya si su cuerpo no había cobrado vida por ellos. Tanto por no salir nunca
con otro policía. Ahora estaba saliendo con dos. ¿Cómo diablos pasó esto?
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Toda su vida parecía moverse en una dirección uniforme. ¿Y Tasha quería que
ella eligiera?
— Ambos.
Tasha cruzó sus brazos sobre su pecho, apretó los labios y negó con la cabeza.
— No pueden ser los dos. Uno de ellos hizo que el vestido se cayera.
Cait no estaba segura de creer en toda la cosa entera del “vestido maldito”, pero
estaba dispuesta a aceptar.
Se encogió de hombros.
Se encogió de hombros.
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Cada uno de ellos la hizo querer arrancarse el pelo a veces, pero eso era de
esperar.
Las bragas que llevaba bajo su ropa no tenían ninguna esperanza. Por suerte,
Rain y Tanner habían descubierto su preferencia por la ropa interior de este tono en
particular y la habían abastecido.
Sabía que antes de que la noche terminara, sus bragas carmesíes serían tostadas.
Fin
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