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Serie Diario de unas Bragas Rojas 01

Carmesí
Agradecimientos

Al grupo de traducción Seshat:

A mdf30y por la traducción. A Taeva por la corrección. A Dely


por la lectura final de este libro.

A Jeantte por el diseño.

Y a todas las personas que nos apoyan día a día.

¡Disfruten de la Lectura!
Argumento

Tres amigas, tres pares calientes, ardientes de bragas… y un malvado, malvado vestido de
novia.

Cait ha padecido hombres que resultan ser polis: demasiado arrogantes,


demasiado dominantes… demasiado sexys. Pero cuando el prestado vestido de novia
que lleva puesto cae delante de Rain, su decisión de mantenerse alejada de los policías
se desvanece.

Rain asiste a una recaudación de fondos a la fuerza, pero su noche mejora


cuando se encuentra a solas con Cait. En un momento ella lleva un vestido de novia
feo, al siguiente, nada más que un par de bragas de color carmesí. Ha fantaseado sobre
ella a menudo, pero ha estado saliendo con su mejor amigo Tanner, lo que la hace
estar fuera de los límites.

Tanner sabe que Rain y Cait serían perfectos juntos, pero todavía la quiere toda
para él. Hasta que ella se queda de pie ante ellos desnuda a excepción de sus bragas.
De repente Tanner está dispuesto a compartir…
Capítulo Uno

Querido diario,

Encontré las bragas perfectas hoy, rojo brillante y seda suave. Las adoro. Y hacen que las
piernas parezcan malditamente largas. No es que nadie más que yo vaya a verlas pronto. Aun
así, me encanta ir a trabajar con todos esos tipos y que ninguno de ellos sepa que debajo de mi
uniforme, llevo bragas de color carmesí.

— ¿Estás segura de que no le importará? — Preguntó Cait mientras seguía a


Heather por las escaleras traseras.

— No hay problema. — Heather abrió la puerta del apartamento y entró. — Mi


tía ha sido dama de honor más veces de lo que la ley permite. Para una amiga, ha sido
dama de honor tres veces.

Cait lo sospechó por la primera parte de la declaración.

— ¿Natasha es tu tía? — Natasha era sólo unos años mayor que cualquiera de
ellas.

— Sí. Es muy complicado. Hermanos mayores, un bebé sorpresa, pero sí,


técnicamente ella es mi tía. — Heather entró en el dormitorio y abrió la puerta del
armario. Un montón de colores pastel entremezclados con tonos de joyas brillantes
cegadores asaltaron los sentidos de Cait.

— Oh, Dios mío. Lo tomaré como que Natasha tiene un montón de amigas.

Heather sacudió la cabeza.

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— En realidad, sólo tiene unas pocas amigas, pero todas ellos parece que se
casan mucho. Hasta el punto en que ella es la única soltera del grupo.

Cait extendió la mano y con cuidado recogió la falda de un vestido,


sosteniéndolo entre su pulgar y dedo medio.

— ¿Estás segura que son sus amigas?

— El vestido de dama de honor está diseñado para ser feo, por lo que la novia
se verá particularmente hermosa en su día especial.

Cait se estremeció ante el satén fucsia y verde en su mano.

— Entonces las amigas de Tasha deben ser extremadamente feas.

Heather se rió y se encogió de hombros, pero no negó la afirmación.

— Entonces, ¿qué buscamos?

Cait tuvo que luchar contra el impulso de marchitarse.

— Es la recaudación de la Familia y Amigos de la Policía.

— Oooh, El Otro Baile Secreto de la Policía.

Cait se estremeció por el título. Por más que lo intentaba, no podía hacer que la
gente se refiriera al acontecimiento por su nombre propio. En cambio suspiró.

— Sí.

— ¿Y qué tema loco se le ha ocurrido a la Señora Presidenta? — Los ojos de


Heather brillaban de risa.

Por la Señora Presidenta se refería a la Sra. Warren, la esposa del Jefe de


policía. Era una buena mujer que adoraba patrocinar este tipo de eventos.

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Afortunadamente, su personalidad conseguía que los llevara a cabo. Parecía que la
gente encontraba sus extrañas ideas encantadoras en vez de irritantes. Cait no estaba
segura de que ella estuviera de acuerdo, pero era su trabajo convencer a la comunidad
que querían acudir al evento anual.

— Es un baile nupcial. Se espera que todos se presenten con trajes de novias,


esmoquin, y feos vestidos de dama de honor. — Esto estaba explícitamente
mencionado en la invitación. La Sra. Warren decidió que era la oportunidad perfecta
para conseguir un segundo uso para los vestidos de dama de honor que cada mujer
tenía en su armario.

Excepto Cait que no lo tenía. Nunca había sido dama de honor de nadie. Había
estado demasiado ocupada trabajando. Heather y Natasha eran sus mejores amigas y
sólo las había conocido desde hace un año. De todos modos, habían establecido lazos
bastante fuertes con las dos mujeres durante ese tiempo.

Heather inclinó la cabeza hacia un lado, haciendo una imitación muy precisa de
un cachorro curioso.

— La fiesta es en dos horas. ¿No pensaste antes de ahora que ibas a llevar?

— Yo no planeaba ir. Soy de relaciones públicas. No necesito estar realmente en


el evento.

— Pero…

— ¡Pero, la Sra. Warren parece creer que me he ofrecido a ayudar, por tanto
ella espera que yo llegue en una hora, vestida para ese estúpido baile!

Heather se echó a reír y ni siquiera se molestó en disimular el sonido.

— No te preocupes. Tenemos lo que necesitas.

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Comenzó a repasar el armario, rechazando vestido tras vestido. Y otro vestido.
Maldita sea, ¿cuántas veces había sido Natasha dama de honor?

— Oh, este es perfecto. — Heather metió la mano en el fondo del armario y


sacó… un vestido de novia.

— Es una broma.

— Es perfecto. —Heather lo sostuvo en alto. — Es horrible.

— Ah, no.

— Sí.

— No puedo llevar eso. — Miró el vestido blanco. No estaba metido en ningún


tipo de cubierta de plástico. No metido en una caja o envuelto en papel especial para
preservarlo para las generaciones posteriores. Sin tirantes, el vestido colgaba en la
percha como si fuera un saco arrugado. El corpiño caía profundamente y, sin duda,
revelaría excesivamente los grandes pechos de Cait como si fueran dos melones
maduros pidiendo ser exprimidos. La falda era una amplia, excesiva, masa de tela,
llena de aplicaciones de flores blancas aplastadas.

— No, ¿por qué?

— Es el vestido de novia de alguien. — Aunque quién compraría algo así, no lo


podía saber.

— No está en ninguna clase de cubierta. Desde luego no es una herencia


familiar. — Heather miró la etiqueta. — Probablemente fue una broma para alguien en
una despedida de soltera o algo así. — Empujó el vestido de novia en las manos de
Cait.

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Tan pronto como la tela tocó su piel, una profunda necesidad de ponerse el
vestido subió a través de su cuerpo. La necesidad de quitarse su ropa y ponerse ese
vestido era casi irresistible.

Sus dedos se crisparon, pero no podía dejar completamente de lado el feo


vestido.

— Tal vez tenga un significado especial para Tasha.

Sostuvo el vestido contra su cuerpo. Era horrible, el vestido, no su cuerpo, pero


lo deseo. Visto más de cerca, la sección bajo los brazos consistía en tiras elásticas
estrechas y finas entrelazadas. El corpiño se estiraba probablemente lo suficiente para
encajar en su pecho y todavía darle una indirecta de apoyo.

Un toque extraño de placer se metió en su subconsciente al saber que el vestido


podría servirle. ¿Qué está pasando? El vestido es horrible, pero quiero llevarlo. Es extraño.

— Voy a llamar a Tasha y se lo preguntaré. — Antes de que Cait pudiera


protestar otra vez. Heather había agarrado su teléfono móvil y había dado un toque a
la pantalla, golpeando el nombre de Tasha en su lista de “favoritos”. — Oye, Tasha,
Cait tiene que tomar prestado un vestido para el Baile Secreta de la Policía. — La
estática chisporroteó a través de la línea. La cara de Heather era confusa. — ¿Qué? Te
dije: Cait tiene que tomar prestado un vestido para el baile. Estamos arriba en tu
armario. ¿Está bien que coja el traje de novia?

— Lo que sea. — Incluso sin el teléfono presionado a su oído, Cait podía oír la
respuesta de Tasha. — Está bien.

—Ves, está bien. — Heather colgó y sonrió a su amiga. — Será mejor que te des
prisa.

— Bueno, básicamente estoy lista. — Se había duchado antes de venir y su pelo


se secaba naturalmente. Se lo echaría hacia atrás en un moño. Los rizos castaños eran

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demasiado rebeldes si los dejaba sueltos. — Correré a casa, me pondré el vestido y me
maquillaré.

— Deberías probártelo primero.

Cait vaciló. La chica tímida que se había desarrollado demasiado grande,


demasiado pronto volvió como una venganza. Pero Heather era una amiga y no se
reiría sin importar cómo de horrible se viera.

Con un suspiro, se fue al baño y se desnudó. Alcanzó detrás de ella y abrió el


sujetador blanco liso. Era aburrido, pero le daba el apoyo que necesitaba. Tendría que
ir sin sujetador, lo que era un problema para ella. Nunca iba sin sostén, pero el vestido
simplemente no lo permitiría. Si el vestido le servía, tenía un sujetador sin tirantes en
casa que podría usar.

Incapaz de resistirse, se dio la vuelta y se miró el trasero. Las bragas carmesí


atrevidas ahuecaban su culo perfectamente. Eran un placer culpable. Tenía que llevar
sujetadores robustos, prácticos para mantener sus pechos en su lugar cuando estaba en
el trabajo.

Pero debajo de su uniforme… algo sobre las diminutas bragas rojas le daba un
impulso extra de confianza cuando se enfrentaba con media docena de tipos machistas
que preferirían que ella no estuviera alrededor.

Dios, podía imaginar sólo la molestia que conseguiría si Rain alguna vez se
enterara lo que llevaba bajo sus pantalones de uniforme. O Tanner. Se burlarían
despiadadamente. Las dos citas que habían tenido hace seis meses no habían llevado a
nada, pero habían seguido siendo amigos y Tanner era un coqueto impenitente. A
diferencia de su amigo que sólo refunfuñaba cada vez que ella se acercaba.

Apartando sus pensamientos a un lado, movió los brazos por la abertura y pasó
el vestido sobre su cabeza. Escalofríos corrieron por su piel cuando el material

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resbaladizo se deslizó por su espalda. La mullida falda flotó alrededor de sus tobillos.
Ella se retorció, enroscándose para subirse la cremallera.

Su primer pensamiento fueron sus pechos. Agarró los lados y tiró para probar el
ajuste. El corpiño estaba ajustado alrededor de su pecho, pero no demasiado mal. El
elástico se estiraba lo suficiente para que pudiera respirar.

Cait empujó sus hombros hacia atrás, reunió valor y se miró al espejo.

Una novia enloquecida le devolvió la mirada. Su cabello alborotado alrededor


de su cabeza como si lo hubieran electrificado. El vestido prácticamente brillaba como
si fuera un letrero de neón de mal gusto. Las aplicaciones de flores en la falda añadían
un volumen innecesario, haciendo que su culo pareciera grande. Y su pecho…

El corpiño hizo que sus pechos parecieran enormes, exprimidos y aplastados,


casi listos para caer.

— No puedo llevar esto.

— Déjame ver, — Heather llamó a través de la puerta.

— No. — Cait alcanzó alrededor de la espalda y agarró la lengüeta de la


cremallera, pero mientras que se había deslizado para subir fácilmente, no se movía
para bajar.

Un golpe precedió la apertura de la puerta y Heather se inclinó dentro.

— Déjame ver, — Heather insistió.

— Es horrible.

— Por supuesto. Se supone que debe serlo.

— No. El vestido es horrible, pero se ve peor en mí. — Le dio la espalda a su


amiga. — Ayúdame con esta cremallera. Está atascada.

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— Date la vuelta. Déjame verlo primero.

Los hombros de Cait se hundieron y se giró. Los ojos de Heather se abrieron


como platos.

— ¿Ves? — Trató de reírse de ello, salvo que ninguna mujer quiere verse fea…
incluso con un vestido feo. — Ayúdame a quitármelo.

— ¡No! Te ves increíble. — Heather parpadeó y se encontró con los ojos de


Cait. — En serio. Te ves sexy y mala. Tu pelo parece que acabas de rodar fuera de la
cama después de haber tenido relaciones sexuales geniales. Incluso tus ojos brillan.
Maldita sea, si yo no estuviera firmemente a favor de unas buenas pollas duras, lo
haría contigo.

Cait se rió.

— Me lo tomaré como un cumplido. — Sus manos revolotearon y luchó contra


el impulso de cubrirse el pecho. — Simplemente no estoy segura de poder salir así. No
encaja realmente con mi imagen en la oficina, ¿sabes?

— Bueno, tal tez necesitas una nueva imagen.

— Cierto. Pero la zorra de la oficina no va a hacer que sea querida por la


dirección.

— No te ves como una zorra.

Cait aplastó los labios y ladeó la cabeza hacia un lado, desafiando a Heather a
mantener esta flagrante mentira.

— Bueno, tal vez te ves un poco como una zorra, pero… — Se rió y agitó las
manos hacia el feo vestido. — Te vas a casar, así que eso ¿no eliminará todas las
indiscreciones pasadas? Así es cómo funciona en las novelas románticas históricas. —

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Heather hizo girar su dedo índice en un círculo. — Date la vuelta. Vamos a conseguir
sacarte de esto y puedes ir a casa y maquillarte.

Cait se dio la vuelta, afrontando el espejo, contemplándose, tratando de ver lo


que vio Heather. Sus pechos realmente se veían bien con el vestido. El elástico se
ajustaba a su caja torácica y el entrelazado le daba bastante apoyo. El escote en forma
de corazón caía bajo, revelando su hendidura. Y no era como si estuviera enseñando
sus pezones al mundo. Todo lo que necesitaba estar cubierto, lo estaba.

Pero el vestido ponía sus pechos en demostración, y Cait había estado haciendo
todo lo posible para minimizar su existencia desde el instituto.

Heather tiró de la cremallera y la parte trasera del vestido cayó.

— Maldita sea, esta cosa realmente está atascada.

— Lo sé. Estaba… — Su teléfono sonó, interrumpiendo sus pensamientos.


Agarró sus pantalones cortos y sacó la correa de su móvil fuera del bolsillo, gimiendo
cuando vio el número. Tenía que responder. — Hola, Sra. Warren, — saludó.

— Cait, querida. ¿Dónde estás?

— Vistiéndome. — Separó el teléfono de su oído y miró detenidamente el reloj


que tenía delante. — Planeaba estar ahí en una hora más o menos.

— Oh, no. Te necesito ahora. La habitación no está lista. Los trabajadores del
hotel están faltos de personal a causa de un poco de gripe. ¿Para cuándo puedes estar
aquí?

— No estoy vestida, exactamente.

— Estoy segura de que estás bien, querida. No puedo hacerlo sin ti. Eres mi
roca. Ahora sacude una pierna. ¡Tenemos una fiesta que sacar adelante!

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La llamada terminó y Cait se quedó mirando fijamente, con la boca abierta y el
corazón palpitante. ¿Cuándo se había convertido en directora de un manicomio?

— Maldita sea. Tengo que irme. — Se miró en el espejo una vez más. —
Mierda, no tengo nada de maquillaje.

— Y de todos modos te ves magnífica, perra.

Cait sonrió.

— Eres tan buena amiga. — Recogió en lo alta los metros y metros de tela que
componía la falda. — Me preocuparé de la cremallera más tarde. — Con Heather
mostrándole el camino, avanzó lentamente hacia abajo por las escaleras. La
voluminosa falda haciendo que fuera imposible ver lo que estaba bajo ella.

— Espera. Necesitas zapatos.

Cait hizo una pausa. La responsabilidad exigía que se fuera en este momento,
pero el sentido de la moda no se lo permitió. Había llegado en pantalones cortos y
zapatillas de tenis. Los zapatos seguramente no podrían hacer daño al vestido, porque
realmente no había ninguna manera de hacerlo un poco más feo, pero no podía
aparecer en un evento formal en zapatillas de tenis.

Heather prácticamente bailó cuando entró en la habitación llevando unos


zapatos carmesí con unos tacones locamente altos.

— Uh, no sé…

— No hacen juego con el vestido.

— Es una fiesta de disfraces. No tienen que hacer juego.

— Hacen juego con mis bragas, — soltó Cait.

Heather se congeló.

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— ¿Llevas bragas rojas?

— En realidad, carmesí. — Heather inclinó la cabeza y Cait se encogió de


hombros. — Me gusta el color.

La sonrisa de Heather se ensanchó

— Me encanta. — Se arrodilló a los pies de Cait y apartó con fuerza la hortera


falda del camino, encontrando los pies de Cait debajo. — Vamos, Cenicienta. Déjame
ver si las zapatillas encajan.

Cait hizo rodar sus ojos. Ella y Heather habían ido a comprar zapatos las
suficientes veces como para saber que tenían casi la misma talla. Heather le puso el
zapato y Cait renunció, o aceptó, en realidad.

— Oh, Dios mío. Voy a caerme de cara. — Golpeó una palma de su mano en la
pared para mantenerse de pie.

Parecía que Heather usó la distracción del momento para deslizarle el otro
zapato.

— Eso es. — Heather saltó y retrocedió mirando a Cait con un ojo crítico. —
Perfecta, — ella canturreó.

Cait se tambaleó sobre los zapatos y casi le pidió a Heather un par distinto, pero
su amiga parecía tan malditamente feliz que Cait suspiró.

— Gracias. — Atrajo a Heather a un abrazo rápido, fuerte. — Podría


romperme un tobillo antes de que la noche termine, pero gracias.

Heather se rió.

— De nada.

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Sintiendo que los minutos pasaban y sabiendo que la Sra. Warren estaría
caminando posiblemente de un lado al otro en el salón de baile esperando que
apareciera, siguió su camino abajo por la escalera, con el golpeteo de los pies de
Heather por detrás de ella.

Alcanzaron la puerta principal y Heather dio una palmada en la chapa de


madera, manteniéndola cerrada mientras Cait trataba de abrirla.

— Tengo que irme.

— Lo sé, pero también sé… que han pasado ocho meses.

Cait no tuvo que poner la referencia en duda. Ocho meses desde que había
atrapado a su novio en la cama con otra mujer. Una rubia delgada y pequeña, con
curvas y sin una sólo neurona en su cabeza. No es que Cait realmente hubiera hablado
con la tonta, pero funcionaba mejor en sus fantasías de venganza si Brad, el ex,
estuviera atrapado noche tras noche sin una conversación inteligente.

No es que le molestara. Probablemente estuviera haciendo noche tras noche


sexo con la tonta.

Cait no era buena siendo tonta, dentro o fuera del dormitorio.

— Ahora, estás trabajando esta noche… — La voz de Heather interrumpió sus


pensamientos. — Pero eso no significa que no puedas divertirte. Te ves increíble.
Vuélvete salvaje. Y luego llámame por la mañana. — Heather le guiñó. — Quiero
oírlo todo.

Cait se burló.

— No habrá nada que contar. — Era trabajo. Tenía que trabajar. Se mantendría
cuerda.

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Se recordó que rascar “gilipollas” en la pintura del coche de su ex – novio
constituía un delito grave.

— En una sala llena de policías calientes, atractivos. Siempre hay algo que
contar.

— No esta vez. — Nunca más. Había salido una vez con un policía. La
arrogancia necesaria para enfrentarse a los tipos malos era atractiva al principio, pero
también se traducía en arrogancia en otras partes de la vida.

— ¿No hay algún hombre que haga que tu corazón repiquetee?

Cuando Heather hizo la pregunta, el corazón de Cait hizo exactamente eso. Y


en su mente se formó una imagen perfectamente clara del sargento Rain Lucas y el
Oficial Tanner Webb. Excepto por los músculos duros como rocas, los dos hombres no
podían haber sido más diferentes en sus aspectos. Tanner era rubio, hermoso,
arrebatadoramente sexy. Tanner era todo coqueteo, siempre bromeando, haciéndola
reír.

Rain era… sombrío. Oscuro, serio, rara vez sonreía. Le habían disparado en
acto de servicio hace más de un año y acabó volviendo a un servicio más liviano. Cada
vez que ella había tratado de entablar conversación con él, le había gruñido o la había
ignorado por completo.

Pero algo en sus ojos sólo le daba ganas de querer hacerlo salir, trayendo una
sonrisa a sus malvados y duros labios.

El aleteo en su pecho se deslizó a su coño, calentando y recordando a la zona


recientemente descuidada que había más vida fuera del trabajo. Podría sentir como sus
bragas rojas se mojaban. El pensamiento sólo hizo que el dolor empeorara.

Rain o Tanner, el uno, el otro, ambos, bajándole sus bragas, inclinándola


mientras…

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— ¡Lo hay! — Acusó Heather. — Hombre, tu cara simplemente se encendió.
¿Quién es él?

— Son…

— ¿Ellos?

— Él quiero decir, y no, no hay nadie. Él es… — Su mente se enredó entre


Rain y Tanner. Tales hombres diferentes. Irresistibles, cada uno a su manera. — No es
nadie.

Cait tiró del pomo de la puerta, pero Heather apoyó su peso contra ella.

— No suena como nadie para mí. Suena como si tuvieras a más de uno en la
mente.

Cait suspiró.

— Está bien. Sí, hay dos hombres que… — No sabía cómo describirlo.

— ¿Giran tu manivela?

— Exactamente.

— ¿Cómo son?

— Uno es alto, moreno y hermoso.

— ¿Y follable?

— Inmensamente.

— ¿Y el otro?

— Rubio, malvado y…

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— ¿Follable?

— Totalmente.

— ¿Y bien?

— ¿Bien qué? — Espetó Cait.

— Escoge uno y salta sobre él.

—Trabajo con estos tipos y son como el capitán del equipo de fútbol en la
escuela secundaria. Cada chica está loca por ellos. Las inteligentes saben que solo son
una cara bonita. Alguien que tomará tu virginidad la noche del baile, pero que no te
llamará al día siguiente. — Miró la expresión con los ojos muy abiertos de Heather. —
Sólo lo estoy usando como un ejemplo. Son esa clase de hombres.

— ¿Los dos?

— Bueno, uno no lo sé muy bien, pero estoy segura de que una vez que vuelva
a ponerse totalmente en pie, sí, te seduciría fuera de tus bragas. — Bragas brillantes
carmesíes.

— Ooh, suena divertido. Ve por ello.

Cait se rió. Esa era la actitud de Heather hacia la vida. Ve por ello.

— No lo creo. Voy a conseguir poner en marcha la cosa, haré un par de


minutos de socialización para que la Sra. Warren me vea y luego me iré a casa. Te
llamaré mañana de todos modos. — Esta vez fue ella la que guiñó a Heather, no
queriendo irse con una nota malintencionada. — Tendré que compartir
definitivamente sobre lo que cada uno llevaba puesto.

Salió corriendo por la puerta.

— Dile a Tasha gracias por el vestido.

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*****

Tanner contuvo un suspira mientras observaba la pelea de Rain con la pajarita


que iba con el esmoquin. Rain cada vez estaba más fuerte, reponiéndose de los
disparos y el fuego que casi lo había matado, pero sus habilidades motoras finas con la
mano izquierda tardaban en volver. Los médicos se mostraron cautelosos sobre una
recuperación exitosa y últimamente Rain había ido perdiendo impulso para trabajar
con su mano.

Tanner sabía que no debería ofrecerse para ayudar. Rain lo quería hacer él
mismo, o no hacerlo en absoluto.

Rompía el corazón de Tanner. Había conocido a Rain desde la academia. Se


habían convertido en amigos, hermanos. Pero, ¿quién sabía si Rain iba a ser capaz de
regresar al trabajo?

En este momento, Tanner sólo quería que su amigo regresara a la vida y estaba
bastante seguro que tenía cura para eso.

— Sólo déjala colgar, — dijo Tanner cuando salió del cuarto de baño. El cuarto
de hotel era un poco estrecho. Las dos camas ocupaban la mayor parte del espacio.
Había convencido a Rain para conseguir una habitación para pasar la noche, para que
ambos pudieran beber y no preocuparse por conducir.

Esperaba que Rain consiguiera una oportunidad de usar la habitación para algo
más, pero no mencionó eso. Cada vez que traía el tema del sexo a Rain, el tipo sólo se
ponía enojado. Diciendo a Tanner que se fuera a la mierda, que él estaba bien.

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Pero Tanner había visto el modo que Rain miraba a Cait Malone. La caliente,
hambrienta mirada intensa que no había visto en la cara de su amigo en más de un
año.

Bueno, Cait estaría aquí esta noche, y Tanner haría todo lo posible para
conseguir que los dos se quedaran a solas. Su polla se estremeció al imaginar a Cait. Si
Rain no hubiera mostrado interés en ella, Tanner habría ido tras ella él mismo.

Tanner y Cait habían salido en dos citas, pero ella no había superado a su ex, y
Tanner había estado lidiando con Rain al salir del hospital de rehabilitación y
aprendiendo a funcionar en el hogar. El momento había sido malo para ambos.
Siempre había querido acercarse a ella otra vez, pero entonces había visto la mirada en
los ojos de Rain.

Rain necesitaba esto más que él. Aun si ella aparecía en un papel estelar en las
fantasías nocturnas húmedas de Tanner. Él sobreviviría, y sólo tal vez, Rain volvería a
la tierra de los vivos.

Rain hizo una mueca y dejó que la pajarita cayera. Alcanzó y masajeó su mano
izquierda con la derecha.

— Sólo tenemos que conseguirte una botella de licor y puedes ser el padrino de
boda borracho.

El borde de la boca de Rain se levantó en una media sonrisa.

— Una botella de licor me parece bien ahora mismo. Estoy seguro que el
servicio de habitaciones la traería.

— Oh, no. No te escapas de esto. Yo tengo que asistir, por lo tanto, tú vas
conmigo.

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“Tener” era un poco exagerado. Había ayudado a la esposa del jefe con algunas
cosas. Se esperaba que él estuviera allí, pero podría haberse librado si hubiera querido.
Lo cual no hacía.

La Sra. Warren podría ser útil. Ella era un poco romántica en el fondo, y
cuando Tanner había mencionado que trataba de reunir a Rain y a Cait, la mujer había
entrado en el plan.

Ahora Tanner sólo tenía que conseguir que Rain bajara.

— Será mejor que nos vayamos.

— La fiesta no empieza hasta dentro de más de una hora, — indicó Rain. —


Ah, espera, puedo ir a pasar el rato en el bar.

— No, no puedes. — Agarró el brazo izquierdo de Rain y tiró de él hacia la


puerta. Rain se estremeció y movió su brazo del agarre de Tanner. — En cierto modo
te ofrecí para echar una mano.

— ¿Qué?

Tanner no permitió que Rain se detuviera, abriendo la puerta y guiándolo hacia


el pasillo.

— La Sra. Warren necesitaba un poco de ayuda, y yo le dije que nosotros


podríamos hacerlo, ya que ya estábamos aquí.

Rain hizo una mueca.

— Perfecto.

Tanner no pudo detener su sonrisa. Destellos de su sarcástico amigo estaban


empezando a reaparecer.

— Y Cait estará aquí, — Anunció Tanner cuando el ascensor llegó.

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La cabeza de Rain se volvió de golpe y miró a Tanner.

— ¿Qué?

— Cait. Malone. Ya sabes, cabello oscuro, malvados ojos azules sexys.

— Sé quién es. — El tono era frío, pero no había ningún ocultamiento en el


calor que destelló en sus ojos.

—Te reto a follarla.

Rain se detuvo.

— ¿Qué?

Tanner se puso delante de su amigo, haciéndole apartar la vista. Rain nunca


podría resistirse a un desafío. A veces era la única manera de conseguir que se
moviera.

— Te reto a llevarla a esa habitación y follarla. — Dejó que sus labios se


curvaran en una sonrisa. — Antes de que yo lo haga.

— Esto no es un polvo de escuela secundaria.

— No. En la secundaria no habría sabido qué hacer con una mujer así. —
Sonrió y se inclinó adelante. — Ahora sí lo sé.

— La deseas.

— ¿Te atreves o no?

— Vete a la mierda.

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— Lo tomaré como un sí. — Esperando que el orgullo masculino de Rain aún
existiera bajo su piel con cicatrices, Tanner apretó el botón del ascensor. — La prueba
serán sus bragas.

— Oh, joder, ahora sé que estamos de vuelta a la secundaria. — El ascensor


sonó y Rain entró. Se apoyó contra la pared de atrás, sus manos se hundieron en los
bolsillos de sus pantalones de esmoquin. — ¿Qué te apuestas a que lleva bragas blancas
de las que le llegan hasta la cintura?

— ¿Bragas de abuelita? — Tanner inclinó la cabeza hacia un lado y pensó en


ello. Tenía una mirada muy severa en ella. Y llevaba su uniforme como si fuera una
armadura. Tal vez realmente llevara bragas de abuelita. — Hmm, sería algo digno de
averiguar.

— Eres un cerdo, ¿lo sabías? — Dijo Rain mientras salía del ascensor.

— Sí, lo soy.

*****

Heather abrió la revista de tejer que había comprado ese mismo día. Era su
propio pequeño placer culpable. Mirando todos los modelos que podría hacer.

Pero también la hacía sentir un poco como si fuera una vieja solterona. Todo lo
que necesitaba era un gato para completar la imagen.

La puerta principal se abrió y Tasha entró. Suspiró cuando dejó caer su bolso
sobre el sofá.

— ¿Un día largo?

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Heather le había pedido a Tasha que se mudara con ella después de que sus
padres habían muerto. La persona extra aliviaba la soledad y la ayudó con la hipoteca.

— Dios, sí.

— El vino está abierto y en la nevera. Sírvete tú misma.

Tasha fue a la cocina para hacer precisamente eso y volvió a la sala de estar,
dejándose caer en otra silla. El ligero aroma de las galletas cocinadas al horno la
siguió, pero entonces, Tasha siempre olía a galletas. Heather se preguntaba a menudo
como no pesaría más de ciento treinta kilos.

— Cait dijo que gracias por el vestido. — Heather sabía que era algo pequeño,
pero cuando alguien le decía que “saludara” ella lo hacía.

— ¿Qué vestido? — Los bordes de los ojos de Tasha formaron diminutas líneas
cuando echó un vistazo por encima de su copa de vino.

— El vestido. ¿Recuerdas? Te llamé y pregunté si Cait lo podía tomar prestado.


Asaltamos tu armario de “Dama de honor”. Es para el Otro Baile Secreto de la
Policía.

— Oh, ¿era eso por lo que lo preguntabas? La conexión era mala, por lo que no
te pude entender. — Tomó otro sorbo de chardonnay. — ¿Encontró algo?

— Sí, agarramos ese traje de novia feo del fondo del armario. — Heather se
quedó mirando el patrón de un hermoso chal azul noche, mentalmente calculando
cuantas madejas de hilo llevaría y cuánto costaría.

— ¿Qué vestido de novia?

El tono agudo de la voz de Tasha casi separó la atención de Heather de la


bonita tela.

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— El vestido de novia que había en la parte posterior de tu armario.

— No. No lo hiciste.

— Sí, lo hice. ¿Por qué? No me puedes decir que es una reliquia de familia. Era
horrible.

— Está maldito.

Heather dejó caer la revista. Esa era una de las pocas declaraciones que podrían
haberla distraído. Levantó la vista. Tasha, la miraba con ojos muy abiertos,
preocupados.

— ¿Qué? — Preguntó Heather.

— Está maldito.

— Claro.

— No, lo está. ¡Oh, no! — Tasha se hundió en su silla y miró con tristeza al
techo. — ¿Qué vamos a hacer?

Heather se dio la vuelta y se obligó a sentarse tasa parecía completamente en


serio.

— ¿Cómo puede estar maldecido un vestido?

— No sé cómo se hizo, sólo que lo está. — Tasha suspiró antes de ponerse


derecha y mirar a Heather. — Te lo pones y estás destinada a encontrar a tu verdadero
amor.

— ¿Por qué es eso una maldición? — A Heather le sonaba como algo bueno.

— Porque hasta que lo encuentres, no te lo puedes quitar.

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— ¿Qué?

— Es verdad. El vestido no se puede quitar. No importa lo que hagas. No se


puede romper, cortar o incluso quemarse. Una vez que lo tengas puesto, tienes que
encontrar tu verdadero amor o tendrás que seguir llevando el vestido.

Heather se echó a reír. En verdad, ¿había alguna otra respuesta? No podía estar
hablando en serio.

Excepto que la cremallera se había atascado cuando habían tratado de bajarla.


Pero… no, no podía ser. Sonrió y esperó a que Tasha dijera que solo era una broma,
pero nunca lo hizo.

— Es en serio.

— Sí.

— ¿Y cómo lo sabemos?

— Mi madre.

— ¿Tu madre? — Heather sonrió, pensando en la “Tía K”. Técnicamente, era


la tía abuela de Heather, pero esto se hacía demasiado confuso en las fiestas familiares.
La madre de Tasha era divertida y animada. El padre de Tasha, por otra parte, era un
completo idiota.

— Sí, después de que se divorció de mi padre. Entró en esa pequeña tienda y


por casualidad se probó este traje de novia. Fue más una broma que otra cosa. Pero no
pudo quitárselo. — Tasha negó con la cabeza. — Estuvo atrapada en la cosa durante
una semana hasta que se topó con Nick. — Nick era el padrastro de Tasha y un gran
tipo polifacético. Era siete años más joven que su madre y estaban tan obviamente
enamorados. Los dos formaban una gran pareja.

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De todos modos, feliz como parecía esa situación, Heather no se la creía. Era
un vestido. No había manera de que pudiera ser una maldición.

— ¿Cómo pude un vestido saber quién es el Sr. Correcto?

— No sé cómo funciona, sólo que lo hace.

— ¿Qué pasa si hay múltiples Señores Correctos? Tal vez haya una docena de
hombres por ahí que son una pareja perfecta y sólo hay que elegir uno.

— No. — Fulminó con la mirada a Heather, la exasperación llenando sus ojos.


— Es un hombre. El vestido sólo responde a un hombre.

Heather se rió entre dientes. A veces era demasiado divertido meterse con
Tasha.

— Estoy segura que Cait estará bien.

— A menos que encuentre a su amor verdadero, — dijo Tasha. Su voz vibró


con la agitación y advertencia. Maldita sea, Heather sintió como si fuera un personaje
de una película de terror. ¿Oh, qué demonios? Ella entraría al trapo.

— Pero pensé que no podría quitarse el vestido a menos que lo encuentre. Por
eso queremos que ella lo encuentre, ¿verdad? — Heather negó con la cabeza,
confundida y considerando seriamente tomar más vino.

— El vestido no puede quitarse hasta que encuentres a tu amor verdadero. —


Tasha hizo una pausa y se mordió el labio. — Pero si lo encuentras…

— Sí, — empujó Heather.

— El vestido hará, una especie, de striptease.

— ¿Qué?

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— Sí. Simplemente una especie de caída. Dejándote allí de pie con nada más
que tu ropa interior.

— ¿Me estás tomando el pelo?

— No. Mi madre estaba en el trabajo, y vaya que, fue sorprendida.

— ¿El vestido se quitó a sí mismo?

— Todo el camino hasta la ropa interior. Al menos fue lo que me contó mi


madre. Ya sabes, después. Cuando cumplí los veinte años.

— Creo que tu madre estaba jugando.

— No me lo creo. — Tasha se extendió hasta la silla de enfrente y tomó el


bolso.

— Tenemos que llamar a Cait. Dile que no se ponga el vestido.

Heather miró el reloj.

— Ya es demasiado tarde. Se fue de aquí con el puesto y la fiesta comenzó hace


una hora.

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Capítulo Dos

Querido diario,

Estoy tan lista para que acabe este fin de semana. El baile nupcial es esta noche y la Sra.
Warren no estaba contenta cuando se enteró que yo no iba a asistir. No es lo mío. Desde luego, no
sin una cita. Me voy a quedar sentada en casa, mirando la tele y tomando un poco de vino. Nada
separará mi trasero de mi sofá esta noche.

Cait tiró del corpiño del vestido de novia, tratando de tirar de ello un poco más
arriba, tal vez haciendo que sus pechos fueran un poco menos evidentes. Pero cada vez
que tirara, el material volvía a caer de nuevo en su lugar.

Desando haber tenido tiempo para haber corrido a casa y conseguir una
chaqueta, chal, cualquier cosa que le proporcionara algo de cubierta, mientras caminaba
por el amplio vestíbulo que conducía al salón de baile, mentalmente calculó las horas
que pasarían hasta que pudiera irse. Lo mejor que pudo hacer fue retirar su pelo en un
moño durante el viaje. Por lo menos ya no era un lío salvaje.

Suspiró, mirando las puertas abiertas de la sala de baile. Este no era su tipo de
evento. Era divertido y por una buena causa, las familias de los policías que habían
muerto, pero era el tipo de cosas a las que quería asistir con una cita. No libre. Y no
mientras estuviera trabajando.

Si fuera sólo una participante, le encantaría asistir. Buena comida, vino y baile.
Hmmm, bailar. Los cuerpos presionados sutilmente juntos, lo suficientemente juntos
como para tentar, pero dejando mucho a la imaginación

Miró hacia abajo. Los picos aplastados de sus pezones eran apenas presionados
contra el corpiño grueso de seda. Estaría bien. Nada odiaba más que entrar en una
habitación con sus pezones mostrándose tras su ropa. Por lo general, era por el frío,

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pero a veces era sólo puro estímulo sexual. ¿Podría ayudar si sus pezones respondieran
al toque más ligero? Para ocultar la reacción de su cuerpo, había aprendido a usar
gruesos sujetadores con relleno. Pero esta noche, eso no era posible.

Para una mujer con doble D de talla de pecho, ir sin sujetador era un acto de
valentía en sí mismo. Sin embargo, el entrelazado y elástico del corpiño hizo mucho
para mantenerlo en su sitio.

— Oh, gracias a Dios que estás aquí. — La Sra. Warren tomó la mano de Cait
y tiró de ella a un lado del amplio vestíbulo.

— Por supuesto. Estoy aquí para ayudar.

— Y gracias a Dios, digo otra vez. — La Sra. Warren tenía un poco de drama
en ella. — La habitación no está debidamente preparada y el guardarropa es un
desastre. — Dio un paso atrás. — Pero te ves maravillosa. Vas con un vestido de novia
familiar, ¿verdad? Porque el vestido es feo.

Cait asintió, recordándose a sí misma que en realidad le gustaba esta mujer.


Recorrió con los ojos de arriba a abajo el cuerpo de Cait.

— Bueno, si ese era tu objetivo, me temo que fallaste. Deberías haber hecho
algo para atenuar tus ojos y tal vez ocultar tu figura un poco. Te ves preciosa, y tengo
que decir, que estoy contenta de verte vestida de novia. Tantas mujeres esta noche
vistiéndose con esos vestidos terribles de dama de honor, pareciendo desaliñadas como
si fuera su derecho. Creo que tenemos la obligación de hacernos parecer atractivas. —
Sonrió a Cait. — Por lo menos, para burlarnos de los hombres con lo que podrían
haber tenido, si se hubieran comportado mejor.

Cait no pudo dejar de sonreír. La Sra. Warren tenía actitud y el jefe dejó bien
claro que ella era la que dirigía su casa.

— Vamos. — Agarró la mano de Cait y la arrastró al pequeño puesto del


guardarropa. La persiana que cubría la ventanilla estaba bajada. — Por favor, ¿podrías
ocuparte de esto? Los voluntarios estarán aquí dentro de media hora y no está para

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nada listo para usarlo. Prepáralo, por favor. — Con esa orden, empujó el hombro de
Cait hacia la puerta y se alejó, llamando a su próxima víctima, uh, voluntario, que vio.

Cait suspiró y se quedó mirando la puerta. Esto no sería tan malo. Podía
pasarse la noche atrapada en el guardarropa. Podría ser peor.

Abrió la puerta y se detuvo.

Sólo empeoró.

El oficial Rain Lucas alzó la vista, sus ojos llenos de enfado y frustración. Pero
al cabo de un instante, su mirada cayó sobre su pecho. La sorpresa llameando en su
brillante mirada fija, seguida rápidamente por el hambre.

Cait quería gemir. El hombre no le había dicho dos palabras a ella más allá del
trabajo en los seis meses desde que había vuelto al servicio. Su regreso al “trabajo
liviano” había sido uno de sus primeros empleos como portavoz del departamento.
Los medios de comunicación estaban emocionados con un oficial que volvía al trabajo
después de recibir un disparo. Rain había estado menos que encantado. Se había
negado a dar entrevistas y apenas le dio la suficiente información personal para parecer
creíble.

En los últimos seis meses, habían logrado una relación de trabajo civil, y ahora
él estaba mirando sus pechos como si fuera un adolescente viendo su primera revista
de desnudos. Cada vez que la mirara de aquí en adelante, todo lo que notaría serían
sus pechos. Maldita sea, este vestido había sido una idea monumentalmente mala.

El hecho de que él y su amigo Tanner protagonizaran sus fantasías nocturnas


realmente no tenía lugar en sus pensamientos. Había sido más fácil cuando Rain la
ignoró. Ahora la mirada hambrienta en sus ojos iba a seguirla.

Esta noche, no llevaba el uniforme azul nítido que usaba en el trabajo, y estaba
vestido con un esmoquin. El cuello estaba abierto, la pajarita colgando a un lado. Se
veía desaliñado y sexy, como un guapo novio que acababa de tener un rapidito con su

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novia en la sala del guardarropa. O más probablemente, con una de las damas de
honor.

Los pezones de Cait se apretaron detrás del corpiño de seda, pero no tuvo el
valor de mirar hacia abajo para ver si estaban haciendo acto de presencia.

Hombre, qué calor hace aquí.

La puerta se cerró detrás de ella con un golpe, sorprendiéndolos a los dos. El


sonido pareció que lo sacudió del estupor inducido por sus pechos. Consiguió apartar
los ojos y la fulminó con la mirada. La mirada enojada la ayudó a controlar la reacción
de su propio cuerpo.

— ¿Qué? — Le preguntó ella. El instinto, afilado tras los años en la secundaria


como la chica más desarrollada de su clase, insistió en que doblara los brazos sobre su
pecho, pero el orgullo no se lo permitió. Rain era el tipo de hombre a notar y ella no le
daría la satisfacción.

Dejó caer su bolso al lado de una silla que había en la esquina y vaciló por solo
un instante antes de echar sus hombros atrás y su pecho hacia fuera. Preparándose
para su reacción, se dio la vuelta para estar frente a él. Esta vez, no había confusión en
la ostensible mirada fija a sus pechos.

O el silencioso “mierda santa” que escapó de sus labios.

Cait trató de no sonreír, pero encontró el impulso imposible de negar. Respiró,


sólo para ver lo que haría. Oh, wow. Creía que realmente él podría comenzar a babear.

Sintiéndose satisfecha, chasqueó los dedos para llamar su atención.

Su cabeza subió y maldita sea si no parecía como si estuviera sonrojándose.

— Ahora… ¿cuál es el problema?

La arruga irritada de sus labios, le advirtió que estaba realmente molesto.

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— ¿Estás aquí para arreglar esto? — Había un toque de desesperación que
nunca había oído en su voz antes. Extraño, viniendo del hombre que una vez dirigió el
equipo SWAT.

— ¿Arreglar, qué?

Hizo un gesto con las manos, llenas de perchas, alrededor de la habitación.

— ¡Esto! Tanner me abandonó y la esposa del jefe me metió aquí. Me dijo que
lo arreglara y se fue. ¿Qué demonios hago? Quiero decir, ¿necesitamos incluso esto?
Hace malditamente más de veintiún grados esta noche. Nadie va a traer un abrigo esta
noche.

La primera reacción de Cait fue sonreír, pero entonces el frente de su vestido


comenzó a caer lentamente hacia abajo, deslizándose el material sedoso sobre sus
tensos pezones. Un escalofrío recorrió su piel y esta vez no detuvo el impulso de cruzar
sus brazos. Necesitaba un momento para que Rain mirara a otro lado para que pudiera
tirar del corpiño a su lugar.

— Se siente frío por la noche y la mayoría de las mujeres usará algún tipo de
abrigo, — explicó, encontrando su actitud sarcástica con una de las de ella misma.

— Sea lo que sea. — Suspiró. — ¿Pero qué demonios hago con todas estas
etiquetas? — Dejó caer los colgadores en el mostrador.

— Las emparejas, colgándola en las perchas.

Sintiéndose un poco arrogante con el policía que había enfrentado a un


pistolero armado y que había sido presa del pánico ante la visión de perchas, caminó
hacia adelante, empujando las pequeñas etiquetas y fichas del camino. Respiró hondo
e inhaló el olor más delicioso. Era una mezcla de loción para después del afeitado y
masculinidad pura.

El centro de su coño palpitó y sus rodillas temblaron. Sí, ocho meses eran
definitivamente demasiado tiempo, pensó.

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Alzó la vista, incapaz de detenerse, mirando su fuerte y definido perfil. Siempre
un poco oral, lamió sus labios, imaginando su boca sobre la de él. O su lengua
deslizándose por su piel, corriendo sobre al tenso, ondulado abdomen, que imaginaba
bajo su esmoquin arrugado.

— ¿Sí?

La vos de Rain, demasiado sarcástica y exigente, la sacó de sus pensamientos.

— Uh, es necesario enganchar todas estas etiquetas a los extremos de las


perchas. — Alzó la vista para ver si él la estaba escuchando, y se encontró con su
mirada. Maldita sea, ¿por qué nunca se había dado cuenta que sus ojos eran verdes?
Verde hermoso. Hipnóticos y cautivadores. La pulsación en su coño se transformó en
un latido y se inundó, llenando su interior hasta que tuvo que apretar sus muslos
juntos.

Ella apartó la mirada y contempló fijamente los bastidores de perchas que tenían detrás
de ellos.

— Trabajaré en esta parte. — Obligó a su cuerpo a alejarse, cuando cada deseo


femenino exigía que se rozara contra él, presionando sus pechos contra aquellos
músculos del pecho duro, sintiendo el roce de sus pezones a través de su piel, frotando
su clítoris contra su erección.

No se atrevió a mirar hacia atrás y ver si él estaba duro. La tentación era


demasiado grande. El dolor en su coño aumentó. Presionó sus labios juntos,
aplastando el gemido que amenazaba.

Mientras reordenaban las perchas, miró por encima del hombro y se quedó
contemplando la espalda de Rain, los amplios hombros que disminuían
progresivamente hasta su cintura. La suya era estrecha, pero parecía agradable y firme.
Y casi podía imaginar el paquete de seis que se marcaba al frente de él.

Pero eso era sólo una fantasía.

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Su culo… ahora que podía verlo… apenas visible debajo del largo faldón del
esmoquin. Pero de todos modos, la vista era encantadora.

Su ex tenía uno de esos culos apretados, flacos que la hacían sentirse enorme.

Incapaz de detener la mirada, se quedó mirando el culo de Rain. Era estrecho y


duro, no muy pequeño. Probablemente ella no podría usar sus vaqueros, pero no se
sentiría como si fuera aplastarlo si ella estuviera encima.

El tirón en su corpiño se intensificó, llevando el vestido hacia el suelo. Miró


hacia abajo y vio el rosa más oscuro de un pezón. Oh, maldita sea. Colocándose para
que su espalda se dirigiera firmemente hacia Rain, agarró la tela y tiró de ella. Colocó
el vestido de nuevo en su lugar, Cait fijó su atención en las perchas. Contó,
mentalmente siguiendo el recuento en su cabeza.

El elástico se aflojó una vez más, pero lo ignoró. Tenía trabajo que hacer y no
era como si el vestido pudiera deslizarse hasta el suelo.

Incluso mientras contaba, era consciente de Rain moviéndose detrás de ella.


Era silencioso, pero imposible de ignorar. El delicioso aroma de su loción de afeitar le
llenó la cabeza. Incapaz de detener su imaginación para que se volviera salvaje, lo
imaginó desnudo, tendido en su cama, los fuertes dedos envueltos alrededor de su dura
polla, observándola, llamándola.

El calor salió a borbotones de su coño. Sus pezones se apretaron


dolorosamente. Esta vez, ella miró hacia abajo y, con toda seguridad, hacían pequeños
montículos distinguibles a través del corpiño de seda.

No hagas caso de ello. Cuenta perchas. Céntrate. Céntrate en las perchas, no en el sexy
hombre que tienes detrás de ti. Sexy, fuerte. Delicioso. Se lamió los labios, y se imaginó
como sabría. A diferencia de muchas mujeres que conocía, adoraba hacer mamadas, le
gustaba sentir la polla de su amante contra su lengua y sostener tanto calor en su boca.
El calor que había comenzado entre sus piernas se había ampliado a través de su
cuerpo como si fuera un flujo de lava. El aire rozó su piel, refrescándola, tentándola.

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Tentación. Ese era Rain. Su cuerpo, duro y fuerte. Sabía que los meses de
rehabilitación habían fortalecido sus músculos dañados y todo lo que ella podía ver
parecía en óptimas condiciones.

Maldita sea, podría sentirlo prácticamente, una polla larga y gruesa, dentro de
ella, bombeando en su coño mientras ella lo montaba.

Sus rodillas temblaron y Cait se aferró al perchero, usando el débil metal para
mantenerse en pie. El calor y la necesidad llenaban el centro de su cuerpo. A pesar de
que reconocía la locura de todo, lo quería, dentro de ella, por encima de ella, su polla
llenándola, una y otra vez. Los brillantes ojos verdes mirándola mientras la follaba,
mientras se levantaba arriba y abajo en esa polla dura, deliciosa.

Se humedeció los labios y lo imaginó follando su boca.

Lentamente empujando profundo, sus manos en su pelo, sosteniéndola en su


lugar, mientras metía su pene dentro y fuera de su boca. Otro gemido se apoderó de su
garganta, pidiendo la liberación. Tal vez si ella se diera la vuelta, podría secretamente
frotarse su coño contra uno de los postes de metal para aliviar el dolor.

Céntrate. Céntrate. Trató de ordenar a su mente, pero el calor del cuerpo de Rain
estaba tan cercano y ella tenía tanto frío. Temblando.

Miró hacia abajo y vio sus pechos. Desnudos. Los pezones duros y apretados.
De hecho, todo excepto el trozo rojo de seda que se había puesto como ropa interior
había desaparecido. El vestido de novia blanco estaba reunido alrededor de sus
tobillos.

¿Cómo diablos había conseguido quedarse desnuda?

Concéntrate. Concéntrate.

Rain repetía la palabra una y otra vez en su cerebro. A pesar del reto de Tanner,
no tenía la intención de follar a Cait esta noche. O intentar seducirla.

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Infiernos, ninguna mujer le había visto desnudo desde antes de que le
dispararan y del fuego. No iba a empezar ahora. No con la mujer que puso a sus
fantasías con estrellas porno en vergüenza.

Pasó la etiqueta sobre el extremo de la percha y la empujó a un lado, luchando


por mantener un firme control sobres sus deseos, tratando de ignorar a la mujer que
había detrás de él.

Cait. Fría, controlada. Casi frágil en el trabajo. Tan estirada con su uniforme.
En un día normal, era suficiente para que cualquier hombre quisiera despeinarla un
poco, follarla hasta que perdiera las líneas elegantes de su moño, hasta que ella se
olvidara de mantener el control.

Pero esta noche, ella había entrado, y maldita sea, casi se había corrido. Gracias
a Dios que había llevado un traje y la chaqueta era lo suficientemente larga para cubrir
su erección.

Cait llevaba un uniforme igual que los otros policías y el grueso chaleco que
todos llevaban había escondido algunos de sus atributos más distintivos. El vestido de
novia que llevaba esta noche no lo hizo.

Infierno, ¿quién habría sabido que tenía unas tetas así? Redondas y grandes, y
maldita sea, él quería pasar su lengua por su hendidura. O mejor aún, deslizar su polla
entre ellas. Su polla se agitó y Rain se preguntó si podría alcanzar hacia abajo y
adaptarse los pantalones sin que ella se diera cuenta.

El interés por Cait no era nada nuevo, pero al verla con ese vestido había
empujado los límites de su control.

Sabía que Tanner había salido en unas citas con ella. Infiernos, había aparecido
en la casa de Rain después, frustrado y hablando sobre la nueva sexy Oficial de
Relaciones Públicas de la fuerza. Rain no había pensado mucho en eso. Conocía a
Tanner, y sabía que el hombre no era probable que se comprometiera a corto plazo.

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Aun así, era agradable oírle hablar sobre mujeres atractivas, incluso si él no estuviera
alrededor de ninguna.

Entonces había vuelto a trabajar y se había encontrado a Cait por sí mismo. No,
él no sabía que tenía un conjunto de tetas que le hizo querer correrse, pero había algo
definitivamente sexual en ella, tal vez era el culo redondo que su chaleco no podía
esconder.

Antes del tiroteo, Rain podría haber hecho algún intento con ella. El y Tanner
parecían que estaban atraídos por el mismo tipo de mujeres y lo habían convertido en
un concurso. Pero infiernos, que mujer iba a querer estar con un tipo quien…

Rain no se dejó terminar la frase. Cait nunca vería sus cicatrices, así que, ¿qué
más daba?

Guardaría la imagen de esas tetas y su dulce culo en su mente, y los utilizaría la


próxima vez que se masturbara.

Apreciaba a una persona que se conservaba en forma, pero a Rain le gustaba un


poco de blandura en su sexo. Un poco de calor y relleno mientras bombeaba en ella.
Como Cait. Era la mezcla perfecta de salud y curvas.

El pensamiento lo llevó de vuelta al culo de Cait, amablemente redondeado.


Perfecto para sus manos. No lo conocía a ciencia cierta. Entregaría su vida en sus
manos por tocar realmente su culo sin permiso, pero maldita sea, por lo que había
visto, cabría perfectamente. Suavidad suficiente para aliviar, bastante poder para
luchar con él.

Justo lo que quería en una mujer.

Pero él sabía mejor. Nunca arriesgaría sus relaciones de trabajo profesionales


relacionándose con otro policía. No importa lo mucho que su polla quisiera estar
dentro de ella.

Deslizó la etiqueta en la última percha de su pila.

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— Terminé. — Mientras hablaba se dio la vuelta, esperando el aspecto frío y
distante que se había acostumbrado a usar para Cait.

En cambio, ella estaba… desnuda. Realmente, realmente desnuda. Excepto por


unas bragas rojo vivo. Las ignoró como una irritación menor. Un rápido tirón y él
podría tenerlas fuera del camino.

¿Qué demonios? Hace unos instantes había usado ese vestido de novia
voluminoso. El montículo blanco reunido a sus pies, justo cuando el rosa teñía sus
mejillas.

Incapaz de detenerse, miró a sus pechos. Así como los había imaginado: llenos
y firmes. Lo suficiente para que él agarrara y sostuviese. Apretándolos mientras
montaba entre sus muslos, deslizándose en su mojado coño.

Mientras contemplaba su cuerpo, ella pareció reaccionar, levantando


lentamente el brazo para cubrir sus pechos. La vista le ofendió. Esas tetas eran
demasiado bonitas para esconderlas. Sólo verlas desnudas hacían que su boca se
llenara de agua. Podría pasarse horas centrado en sus pechos. Perfectos para chupar.
Tal vez para follar.

Su polla tensó contra la tela de su esmoquin alquilado, con ganas de ser


liberada. Sí, deslizándose entre esas tetas deliciosas, redondas, en una follada lenta,
constante, con la boca de ella esperando cada vez que él se lanzara adelante.

Pero él no quería correrse en su boca. Lo haría en su pecho, eyaculando sobre


su piel. Marcándola.

— Puedo explicarlo. — Ella miró a su alrededor, como si estuviera tratando de


encontrar su respuesta en algún sitio de la habitación. — Por lo menos creo que puedo
explicarlo. — Su mano, la que ahuecaba su pecho izquierdo se apretó. Ella cambió un
poco su palma hacia un lado y Rain casi pudo imaginar que ella se acariciaba el pezón.
— El elástico del vestido debe estar defectuoso y parece que de alguna manera se cayó
de mí. — Comenzó a inclinarse, arrodillándose para recoger el vestido.

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— No te muevas, — le ordenó.

Ella se estremeció mientras su cuerpo absorbió la orden. Entonces, como si ella


estuviera luchando contra sus propios censores internos, se enderezó y lo miró
fijamente, pero interesada.

— Deja tu brazo caer para que pueda ver tus bonitas tetas. — La orden salió de
su boca fuerte y segura, mientras una parte de su mente estaba gritando “¿qué coño
estás haciendo?” Dar órdenes a Cait, la reina del hielo, probablemente no era la mejor
manera de comenzar la noche.

Los recuerdos de Tanner sobre la apuesta le dieron un codazo al subconsciente


de Rain. Podría ganar. Todo lo que necesitaba era aquellas bragas, y maldita sea, no
eran las bragas blancas de abuelita después de todo. Era un pedazo de color rojo
brillante de encaje lo que escondía su coño, y Rain se sintió tentado a arrancárselo con
los dientes.

Eso sería para más tarde. Ahora estaba concentrado en hacer que la cosa dulce
frente a él le obedeciera.

Levantó las cejas, puntuando su orden. Cait tragó saliva y lentamente bajó su
brazo, dejando sus pechos al descubierto. Él la observó mientras ella bajó la mirada al
suelo.

Sumisa.

¿Era posible que la mujer fría y controladora que dirigía al personal y hablaba
con los medios de comunicación, que estaba bien entrenada con un arma, fuera una
sumisa dentro del armario? ¿Era una cosa a tiempo completo en ella? O como él, ¿le
gustaba incluir de vez en cuando un poco de juego de poder en el sexo? ¿Tenía un
amante habitual que se encargaba de esa necesidad? Había salido con Tanner, así que
Rain tuvo que asumir que “no”.

40
Se quedó allí, sus dedos retorciéndose como si ella estuviera luchando
interiormente con obedecerle. Ella alzo la vista, mirándolo a los ojos. El rojo teñía sus
mejillas. Maldición, él lamentó no saber lo que estaba pasando dentro de su cabeza.

Finalmente, ella se liberó de su mirada y se inclinó, de rodillas en medio del


montón blanco del vestido de novia. La visión de ella de rodillas, los pezones de color
rosa bastantes duros y sólo pidiendo ser chupados, llamaron al dominante en él.

Joder, había pasado más de un año, desde antes del incendio, que había estado
con una mujer. No había manera de que estuviera listo para desnudarse con nadie.

Pero aquí, no había ninguna necesidad de desnudarse. Él no tenía que quitarse


la camisa y enseñar las cicatrices que marcaban su hombro.

Dio un paso más cerca y supo cuando ella se dio cuenta que estaba parado por
encima de ella. Sus dedos se cerraron sobre la tela del vestido, pero no hizo ningún
movimiento para cubrirse. Bueno, él no le había dado permiso.

Levantó sus ojos y lo miró, su mirada se posó en su ingle y se detuvo. Joder,


podía ver el hambre reverberando en esa simple mirada. Ella lo deseaba.

— Cuidado, pequeña, no te arrodilles nunca ante mí a menos que estés


dispuesta a tener la boca llena con mi polla.

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Capítulo Tres

Querido diario,

He estado teniendo los sueños más salvajes últimamente. La última noche comenzaron
conmigo usando nada más que mi ropa interior de color rojo y arrodillándome ante Rain Lucas.
Extrañamente, él estaba vestido con pantalones de cuero y sostenía un flogger púrpura. Ahora,
mientras que no me sonroje la próxima vez que lo vea, estaré bien.

La mirada de Cait cayó a su ingle y al bulto duro que se presionaba contra los
pantalones de su esmoquin. Yo quiero eso.

Se las arregló para mantener las palabras para sí misma, pero fue a pura fuerza
de voluntad. La imagen de ella desnuda de rodillas a sus pies, su polla en su boca
mientras gemía suavemente y follaba sus labios abrumó su cerebro. Respiró hondo,
tratando de calmar sus nervios rotos, tratando de pensar en algo que decir. La imagen
de ella desnuda y de rodillas delante de un magnífico Rain vestido, hizo el discurso
imposible.

Al hombre no le gustaba ella, lo sabía. Rara vez le hablaba. Incluso cuando ella
le hizo preguntas. Pero era probable que a Rain no le importara en este punto. Estaba
desnuda y de rodillas. Eso era suficiente para algunos hombres.

Tuvo que admitir que no estaba pensando lógicamente en este momento. La


sexy pajarita colgando alrededor de su cuello, la manera perfecta en la que el esmoquin
se ajustaba a su cuerpo… oh, sí, definitivamente podría ser llevada por el camino de la
tentación por un hombre así.

Excepto que ella había jurado no volver a salir con otro policía. Y trabajaba con
Rain, así que era una mala idea. Una muy mala idea y ella iba a levantarse, ponerse el
vestido de nuevo e ir a buscar algunos imperdibles para sujetar el corpiño arriba.

42
— Ponte de pie. — La orden se disparó a través de ella como si tratara de un
centenar de dedos acariciando de repente, moviéndose a la vez hasta que estuvo lista
para correrse con una simple orden. Ella no iba a obedecer sus órdenes, se dijo, pero la
mirada desafiante en sus ojos hizo que se apretara su coño de necesidad.

Tragando saliva, se empujó hacia atrás sobre los dedos de sus pies y se levantó,
los peligrosamente altos zapatos de tacón haciendo que ella fuera casi tan alta como él.

Rain caminó hacia adelante, acercándose hasta que las duras puntas de sus
pechos rozaron el pecho de él.

Desesperadamente necesitando oxígeno para contrarrestar sus pensamientos


que se arremolinaban, tomó un largo y profundo suspiro. El movimiento hizo
cosquillas en sus pezones contra su camisa y envió nuevos escalofríos a su columna
vertebral. Se unió a los nervios que residían en su coño y profundizó el dolor.

— Yo, eh, yo… — Alzó la vista, encontrando el coraje para enfrentarse a su


mirada. Había esperado la risa cuando se giró, la burla, el sarcasmo. Nunca iba a haber
esperado el calor sexual y órdenes sensuales. Las órdenes que su cuerpo quería seguir.

Los ojos de Rain se clavaron en los suyos, haciéndola callar sus intentos de
explicación. Retrocedió, cruzó los brazos sobre el pecho y miró fijamente, evaluándola
tranquilamente, hasta que Cait comenzó a retorcerse. Luchó por no esconderse detrás
de sus manos. Pero ella estaba allí, bajo luces fluorescentes, sintiendo cada uno de sus
diez kilos de más. Kilos con los que había combatido toda su vida y firmemente había
resuelto deshacerse de ellos algún día.

— No debes moverte a menos que te lo diga, Caitlyn. — Su tono era tan firme,
casi reprendiendo, y el sonido se curvó en su cuerpo, calentándola en el interior. El
líquido goteó hacia abajo por el interior de los labios de su coño y estuvo agradecida
por haber llevado unas bragas de verdad. Un tanga no habría hecho nada para capturar
su humedad. — Ahora, gira. Quiero ver tu culo.

43
La banda que estrechaba su pecho subió a su garganta. ¿Su culo? De ninguna
manera. Horas subiendo escaleras y todavía era demasiado grande.

— Date la vuelta, Caitlyn. Déjame verte. — El poder de su voz era demasiado


para que ella pudiera ignorarlo y lentamente se dio la vuelta. Sus rodillas temblaban
con tanta fuerza que se sorprendió que no se cayera cuando se dio la vuelta lejos de él.
— Encantador.

Ella se tensó cuando un solo dedo caliente trazó una ruta por el centro de su
espalda, deslizándose sobre sus bragas, burlando en la hendidura entre sus nalgas con
un toque delicado.

— Joder, eres hermosa. Puedo imaginar sentir ese culo presionado contra mí
cuando te folle por detrás. Agarrando tus caderas para poder entrar profundamente en
tu coño. Sentirás cada centímetro de mí así. — Su dedo hizo el viaje de regreso hacia
arriba, prendiendo fuego en la delgada línea en su espalda.

Sus rodillas debilitadas vacilaron y agarró el perchero para estabilizarse. Fue un


toque ligero, no había manera de que ella debiera haber sentido eso tan profundamente
como lo hizo, pero cada caricia susurrada por su dedo parecía deslizarse bajo su piel y
calentar su coño. Su espalda se arqueó hacia adelante, no para escapar de él, sino para
presionar su culo hacia atrás. Él gruñó cuando se tocaron.

— Oh, sí, nena, llegaremos a eso… pero más tarde. — Su voz estaba cerca, sus
labios jugaban en su oído cuando habló. — Cuando tenga el suficiente tiempo para
follarte. Porque una vez que tenga ese dulce culo presionado contra mí, voy a montarte
mucho tiempo y con fuerza.

Ella gimió, incapaz de controlar el sonido o las imágenes en su cabeza. Las


malvadas palabras estaban creando sensaciones palpables en su cuerpo, hasta que
quiso inclinarse hacia adelante, rogarle que la follara, tal como dijo: fuerte, profundo,
mucho tiempo.

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Sabía que no tenía sentido, hace unos momentos se había estado diciendo a sí
misma que lo ignorara y ahora estaba prácticamente desnuda y dolorida por sentirlo
dentro de ella.

— Gírate, Cait.

Abriendo a la fuerza los dedos del perchero, se dio la vuelta para mirarlo. Él
inclinó su cabeza y colocó sus labios contra su oído.

— No te inmutaste cuando mencioné deslizar mi polla en tu boca. — Su pecho


se elevó y cayó con suspiros profundos, rápidos, tratando de mantenerse al ritmo del
galope de su corazón. Él colocó un beso justo bajo su oído, caliente y sexy. — ¿Te
gusta la idea, Cait, de mí… follando tu bonita boca?

Ella tragó saliva y se humedeció los labios. Ella no podía admitirlo


simplemente, ¿verdad? Admitir que segundos antes de que el vestido misteriosamente
cayera de su cuerpo había estado pensando en eso, en tenerlo de pie ante ella, de
rodillas ante él.

— No, eso no era…

Sus dientes atraparon el lóbulo de su oreja y la mordió, un toque de dolor, sólo


la suficiente advertencia para hacerla jadear.

— Cuidado. Las niñas malas que mienten son castigadas. — Le lamió el punto
que mordió, calmando la advertencia. — Las niñas buenas son recompensadas. Ahora,
dime, Caitlyn… — Su coño revoloteó cuando uso su nombre completo. Nadie la
llamaba así. Parecía tan formal, tan sexual viniendo de su boca. — ¿Quieres chuparme
la polla? —Puntuó la pregunta con una lenta lamida por su cuello.

Una banda invisible apretó su pecho. No podía mentir. Al menos todavía no.
No antes de haber aprendido lo que su “castigo” implicaba.

— Sí.

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Se estremeció y lamió sus labios. Hacía mucho tiempo que no se sentía lo
suficientemente cómoda con un hombre para hacerle una mamada, y ella se lo estaba
perdiendo, adoraba el poder del pene de un hombre en su boca. Y algo le dijo que este
era un hombre que sabía cómo disfrutar de una mamada.

Ella desvió la mirada y se encontró con la de él. El verde intenso centelleó hacia
ella. Había una indirecta de diversión acompañando al calor que vio. Pero también
había un desafío. Él pensaba que no lo haría. El reto hizo que sus pezones se apretaran
aún más. El dolor agudo envió otro delicado estremecimiento por su columna.

Ella se inclinó hacia adelante, dejando que los picos duros de sus senos rozaran
contra su pecho mientras rozaba sus labios a través de los suyos, un solo toque, no
dejándole capturar y controlar el beso que ella sabía que él quería. Era apenas un
sabor, pero no iba a hacer una mamada a un hombre si no lo hubiera besado antes al
menos.

Él trató de seguirla, con ganas de profundizar el beso, pero ella se apartó,


dejándose caer hacia abajo, y colocando pequeños besos en su pecho mientras se
arrodillaba. Sus manos agarraron la cinturilla de sus pantalones, vacilando, burlándose
con la posibilidad de que él pudiera retirarse

Pasó su mano por la parte delantera de sus pantalones de esmoquin, y él jadeó


mientras su palma tocaba la dura y gruesa polla detrás de la tela. La sorpresa hizo que
ella mirara hacia arriba y Rain le sonrió mirándola hacia abajo.

— Es todo yo. — La arrogancia era aparentemente justificada, por lo que la


dejó pasar. La pregunta era, ¿sabía qué hacer con ello? ¿O era uno de esos hombres que
pensaban que porque su polla era grande, todo lo que tenía que hacer era ponerla a tu
disposición? Ella lo miró a los ojos ardientes por la lujuria, y esperó como el infierno
que su madre lo hubiera educado para ser un caballero. Y que supiera cómo tratar a
una dama. Porque ella estaba decidida a tener ese eje grueso en su interior, al menos
una vez. Dos veces si fuera un buen chico.

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Los labios de ella se levantaron en una sonrisa, mezclados con la sensualidad
que Rain no había visto antes de esta noche. Joder, ¿de dónde había venido todo este
sexo? En la oficina. Cait actuó como si estuviera tallada en hielo. Aquí, era puro calor
líquido.

Rain miró y esperó, desafiándola a hacerlo y que en realidad lo tomara en su


boca. Podría ordenarle que lo chupara, infiernos, probablemente lo haría, pero primero
quiso ver cuán lejos llevaría esto. Cuando había dicho que quería sentir su boca, había
querido decir un beso, pero si quisiera llevarlo adelante, él también.

Echó un vistazo a la puerta y vio que tenía un bloqueo automático. Bien. No


serían molestados.

Un brillo malvado brillaba en los ojos de ella. Esta era una mujer que sabía
cuánto poder sostenía cuando tenía la polla de un hombre en su boca. Ella desabotonó
el primer botón de la bragueta. Se empujó alto sobre sus rodillas y le abrió la
cremallera. Su pene presionaba contra la tela como si detectara la liberación. Su
gemido suave susurró sobre su piel mientras empujaba sus pantalones y calzoncillos
abajo, dejando libre su polla.

Un suave suspira escapó de los labios de ella. Su lengua revoloteó por el interior
de sus labios como si estuviera esperando el sabor de él.

Joder, ¿había algo más seductor que una mujer que quisiera tu polla?

Sus dedos tropezaron ligeramente sobre su piel, acariciando su verga mientras


ella lo liberaba, sosteniéndolo, acunándolo en sus calientes manos. Se inclinó hacia
adelante, con los ojos fijos en su pene. Su lengua salió y lamió, el roce más suave,
como si estuviera tomando una muestra de su sabor. La delicada caricia envió un
impío rayo a su ingle. Los bordes de su boca se curvaron en una sonrisa satisfecha.

Rain amplió su postura y se quedó quieto, decidido a que ella fuera la que
llevara la batuta. A pesar de que iba en contra de su naturaleza ceder el control, tenía

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una idea de que si se dejara en sus manos, por lo menos por un tiempo, él sería
recompensado.

Sus manos lo ahuecaron, sosteniéndolo en la posición perfecta para deslizarse


entre sus labios. En lugar de abrir plenamente la boca y llevarlo dentro, ella le lamio la
cara inferior de la cabeza de su pene, en una promesa de más. Ella le sonrió y le guiñó
un ojo. Ese brillo peligroso todavía en sus ojos, se inclinó hacia adelante, enterrando la
cara en su entrepierna. Ella lamió la base de su pene, una lamida larga y ardiente. La
malvada caricia envió un rayo de fuego por su columna vertebral.

Se agarró al mostrador que tenía detrás de él, manteniéndose en posición


vertical. Joder, una pequeña lamida y ella había debilitado sus rodillas. Envolviendo
sus dedos alrededor de la base de su polla, ella abrió la boca y acarició la lengua a
través de su piel suave, pequeñas lamidas calientes y húmedas mientras se movió
sosteniendo toda su longitud. Su suave mano se deslizó entre sus piernas y ahuecó sus
bolas, con toques ligeros y evasivos, jadeantes que le hicieron querer más.

La sensación lo dominó. El calor de su aliento y su lengua en su polla, sus


dedos burlándose de él, prometiendo, pero frenando su liberación, y la vista, joder, la
visión de ella, con el pelo cayendo suelto de ese feo moño que tenía detrás de su
cabeza, sus labios bastante rosados dejando rastros húmedos mientras ella tejía su
hechizo alrededor de su eje.

Su mano sana se cerró, pero Rain resistió la tentación de apoderarse de la parte


posterior de la cabeza de ella y meter su polla entre sus bonitos labios. Quería follar su
boca, deslizarse profundamente hasta que ella no pudiera tomar más, hasta que fuera
demasiado.

Pero ella continuó trabajando su polla, pasadas largas deliciosas, lameduras de


una mujer que disfrutaba con su tarea. No podía apartar su mirada, capturando sus
ojos de vez en cuando mientras jugaba con él. Ella sabía el poder que tenía y ese poder
llamó algo muy dentro de Rain. Alguna energía masculina no estaría, no podía
permitir que la tentadora lo dominara por completo.

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— Ten cuidado, cariño, cuando te tenga atada en mi cama, rogando para
correrte, voy a recordar esto.

No parecía como si su amenaza tuviera ningún impacto… excepto para hacerla


burlarse más de él. Ella lamió y saboreó, dejando rastros calientes que se sintieron
como si fueran marcas en su pene. Era como si ella lo estuviera marcando,
reclamándolo para su uso personal. Y joder, no había nada que pudiera hacer para
resistir, no había manera de que pudiera convencer a su cuerpo para que se retirara de
un placer tan seductor.

Como para recompensarlo por dejarla tejer su hechizo mágico, ella finalmente
abrió los labios sobre su gruesa cabeza y empujó lentamente hacia adelante. La visión
de su linda boca tragando su polla, agravado por el puro placer de su lengua mientras
ella lo tomaba, hizo que sus bolas se prepararan apretadas contra su cuerpo. Estaba a
punto de correrse. Apretó los dientes más y luchó contra la sensación. Quería más,
quería sentir sorberle antes de que cediera.

— Maldita sea, Cait, tú…

El pomo de la puerta traqueteó y Rain sintió a Cait tensarse. Puso su mano en


la parte posterior de su cabeza y la sostuvo en su lugar, mirando la puerta, asegurando
a ella y a él que la puerta estaba bloqueada. Nadie vería a Cait desnuda, su pene
enterrado en su boca, esas vistas estaban destinadas sólo para él.

Después de un momento, el intruso desapareció y Cait se retiró, ligera, una


succión irresistible siguió mientras ella se retiraba. Fue justo lo suficiente para hacer
que quisiera más, querer moverse con fuerza contra ella. Ella alzó la vista, sus ojos
brillando con poder femenino. Ella sabía. Y a ella le encantaba.

Alcanzó abajo, sus dedos escarbando a través de su pelo, soltando el moño que
tenía en la parte posterior de su cabeza aún más. La mantuvo en su lugar, limitando
sus movimientos, en silencio advirtiéndole que ella no estaba al cargo. No se dio
cuenta de con quién estaba tratando. La tomaría y follaría hasta que ella suplicara.
Hasta que le suplicara a él…

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El crujido agudo de metal contra metal dio un tirón de su fantasía cuando la
persiana se sacudió y tembló. Los instintos protectores que nunca supo que tenía se
pusieron en vanguardia y presionaron la cabeza de Cait contra su muslo, protegiéndola
debajo del mostrador mientras los paneles metálicos se deslizaban hacia arriba. La Sra.
Warren apareció en la abertura.

— ¿Cómo van llegando las cosas aquí? — Preguntó a su manera sin aliento,
imperiosa. La mente de Rain se cerró en una sola palabra. Llegando. Maldita sea, un
par de buenas bombeadas en la boca de Cait, y, sí, él iba a llegar.

— Están bien. — Rain asintió para añadir energía a su respuesta. Echo un


vistazo a la habitación detrás de él y se dio cuenta que no habían hecho mucho para
mejorar la situación, desde que se habían puesto en ello. Pero infiernos, él se había
conseguido distraer.

Por el momento, la mujer se arrodillaba a sus pies. Justo mientras lo pensaba,


ella movió su lengua y le lamió la polla. La caricia delicada casi hizo que sus rodillas
se doblaran. Como si ella lo intuyera, Cait se acercó, resistiendo sus intentos de
mantenerla a distancia. Ella arremolinó la lengua a lo largo de su erección, creando
unos modelos arbitrarios, salvajes a partir de la parte inferior de su polla.

Su mente se concentró en los trazos de su lengua, tratando de entender el


patrón, aunque sabía que no importaba. Lo único que importaba era que ella estaba
allí, lista para hacerle una mamada. Si sólo pudiera regresar a su boca, podría correrse.
Follar aquellos bonitos labios hasta que eyaculara dentro de ella.

— No parece que hayáis hecho mucho progreso.

— ¿¡Eh!?

Rain sabía que esta no era la respuesta apropiada, pero maldita sea, la lengua de
Cait creaba demasiadas distracciones para que él se concentrara en lo que era
“apropiado” o no.

— ¿Dónde está Cait? — Preguntó la Sra. Warren.

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— Un, ella está por aquí. — Cerca. Tan malditamente cerca. Luchó por controlar
las palabras en su cabeza. Como si ella se hubiera hecho más confiada en que no iba a
ser vista, Cait se liberó de su agarre y dirigió la punta de su polla a su boca. No se
atrevió a mirarla, pero estaba seguro de que ella estaba sonriendo. Entonces dejó de
bromear y le llevó dentro, deslizándose adelante, sus labios calientes húmedos se
cerraron alrededor de su pene. Era grueso y no sería capaz de tomar mucho, pero
maldita sea, sólo el meter los pocos primeros centímetros en su boca era el cielo puro.

— Es una gran chica, ¿verdad? — Dijo la Sta. Warren, inclinándose sobre el


mostrador y charlando como si fueran viejos amigos. — Tan servicial.

— Servicial. — Repitió, su cerebro empezando a recortar cuando Cait se retiró,


chupando suavemente, su lengua revoloteando a lo largo de la parte inferior de la
cabeza. Maldita sea, estaba a punto de ayudarle a derrumbarse en el suelo.

— ¿Pero viste ese horrible traje de novia?

El vestido. Joder. Casualmente, dejó que sus ojos se hundieran hacia abajo. De
alguna manera, cuando se habían movido en su pequeño círculo sensual el vestido
había venido con ellos y estaba amontonado actualmente al lado de sus pies.

— Sí. Bastante horrible. — Sus palabras no eran más que mantenerse al


corriente simplemente de la conversación. Parecía que Cait tomó la ofensa y sintió la
presión, la advertencia de sus dientes. No le mordió en realidad, pero la amenaza le
hizo elegir sus siguientes palabras con cuidado. — Pero se ve genial con él. — Y fuera
de él.

La Sra. Warren asintió y miró al vestíbulo.

— Así es.

Los dientes de Cait soltaron su asimiento provisional y azotó su lengua a través


de su carne, en recompensa por su elogio. Arriesgándose, Rain echó un vistazo hacia
abajo. Mala idea. La sensación de la mamada era lo suficiente para hacer que su
cabeza, y su polla, explotaran. Pero ver sus labios estirándose amplios, sus ojos que

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brillaban cuando alzó la vista, retrocediendo y respirando antes de que lo tomara
profundamente dentro otra vez, lo hizo querer follar su boca. Con fuerza.

Rain agarró el mostrador, luchando contra el impulso de empujar contra esa


lenta mamada.

— Bueno, no te apartaré de tu trabajo por más tiempo. — Dijo la Sra. Warren.


— Los demás estarán aquí en unos minutos, y por fortuna creo que esta cosa puede
salir adelante. — Él asintió con la cabeza, su mente aferrado al hecho que ella lo iba a
dejar. — Oh, ahí está Bernie. Tengo que ir a conseguir los premios. — Con un saludo,
caminó con paso majestuoso a lo lejos, su foco cambiando a la siguiente víctima.

Rain apenas esperó a que su espalda diera la vuelta antes de agarrar la persiana
de metal y tirar arrastrándola hacia abajo. La acción lo apartó de la boca de Cait.
Regresó rápidamente, deslizando su mano detrás de su cabeza y volviéndolos a
realinear, la polla con su boca.

—Tómala, Caitlyn, — Ordenó mientras presionó la cabeza en sus labios.

Cait gimió cuando sus dedos se apretaron en su cuero cabelludo. Pudo sentir la
tensión que se apoderó de su cuerpo. Tanto poder, a su disposición. Queriendo
burlarse un poco más, ella lamió la cabeza de su polla, capturando una gota de pre-
semen que asomó por la punta. Él empujó la cabeza contra sus labios, silenciosamente
pidiendo la entrada, pero ella sólo ofreció otra lamedura.

Ella sonrió cuando él gruñó, pero algo le dijo que estaba cerca del final de su
cuerda y ella no quería empujarlo más. Podría encontrarse fácilmente a sí misma
inclinada sobre el mostrador, su polla bombeando en ella.

Ella gimió cuando la imagen llenó su cabeza, su coño palpitando con la


necesidad de ser follada. Hundiéndose en el festín sensual ante ella, sorbió a Rain de
nuevo en su boca. Él era grueso y haría que su coño doliera cuando la follara.

Él pasó sus dedos más profundos en su pelo, esparciendo las horquillas restantes
que había usado para sostener el moño en su lugar. Él empezó a mecerse, bombeando

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su eje dentro y fuera de su boca. Ella cerró los ojos y sucumbió a su ritmo, absorbiendo
cada vez que él se retiraba, atrayéndolo de nuevo con cada lamida.

Su gemido rompió el silencio provisional de la habitación, incluso cuando sus


empujes superficiales se convirtieron en más erráticos. Cait gimió alrededor de su
pene, adorando que pudiera hacerle perder un poco de ese control tan alardeado.

— Voy a correrme.

Fue amable por su parte advertirle, pero no le importó. Ahuecó sus pelotas,
dirigiendo sus dedos a la piel suavemente peluda. Pareció que el toque delicado era lo
suficiente. Él gritó y se corrió, eyaculando en su boca.

Cait tragó rápidamente, saboreando los fuertes tirones en su pelo mientras Rain
mecía su eje en su boca una última vez.

Ella continuó chupado burlándose de él más.

— Joder, Caitlyn, vas a mantenerme erecto.

Ella alzó la vista, sintiendo una audacia que nunca hubiera imaginado. Dejó
que la polla se deslizara de su boca, pero siguió acariciando el eje grueso con sus
dedos.

— ¿Y eso es algo malo?

El hambre llameó en los ojos de Rain.

— No, pero…

Antes de que pudiera terminar lo que fuera a decir, lo que iba a prometer,
porque el brillo en sus ojos estaba sin duda lleno de promesas, la manija de la puerta se
movió.

— ¿Hola? ¿Estás ahí? Se supone que yo…

Cait se congeló, la realidad golpeándola como un ladrillo.

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Estaba desnuda, de rodillas, con la polla de Rain Lucas todavía húmeda justo
de frente a su cara.

— ¡Sólo un segundo! —Dijo Rain. Agarró a Cait por debajo de los brazos y la
puso de pies. Ella se tambaleó durante un momento sobre los tacones altos. — ¿Estás
bien? —Murmuró mientras empujaba su polla de nuevo dentro de sus pantalones de
esmoquin.

Ella asintió con la cabeza. Rain recogió su vestido, las voluminosas faldas
abrumándolo.

— Aquí. Déjame hacerlo.

Entre los dos, consiguieron arrastrar el vestido sobre su cabeza. El corpiño cayó abajo,
prácticamente revelando sus pezones.

Rain se acercó y tiró del rígido material, poniéndolo en su lugar. El dorso de sus
dedos rozaron contra su piel enviando deliciosos escalofríos a su coño. Ella golpeó su
mano contra la pared y la uso para apoyar sus temblorosas rodillas. Maldita sea, será
tan fácil. Ella podría inclinarse sobre el mostrador, Rain podría levantar la falda y…

El vestido se hundió aún más y el golpeteo se repitió en la puerta.

¿Qué demonios estaba pensando? Su autocontrol le preguntó, pero no sabía la


respuesta. Ella no estaba pensando.

Palmeó las manos de Rain.

— Puedo hacerlo yo.

Él levantó los brazos y retrocedió, con los labios apretados en una delgada
línea.

Se colocó el corpiño. Esta vez el material se deslizó hacia arriba y en su lugar,


prácticamente apretándola.

— Maldita sea.

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La exclamación baja retumbó en la garganta de Rain. Cait alzó la vista. La
mirada de Rain estaba firmemente clavada en sus pechos, que una vez más fueron
aplastados, levantados y descaradamente exhibidos.

Cait alisó sus manos en la parte delantera del vestido, esperando que se viera
bien. Sin un espejo, no había ninguna manera de saberlo. Manteniendo tanta distancia
como pudo entre ella y Rain, cogió el pomo de la puerta, esperando que la pequeña
habitación no oliera demasiado a sexo.

Con una amplia sonrisa, ella abrió la puerta y casi gimió de alivio cuando no
era la Sra. Warren la que estaba al otro lado. Una mujer joven, probablemente todavía
adolescente, estaba de pie ante la puerta.

— ¡Hola! Estoy aquí para tomar el relevo.

— ¿De verdad? Genial — Dijo Cait. Parecía un poco extraño, pero cualquier
cosa servía para sacarla de ese cuarto y lejos de Rain.

— ¿Estás haciendo eso? Es un desastre — Dijo Rain, con la voz ronca. Cait no
sabía si era porque la chica iba a trabajar en el guardarropa o porque Cait lo acababa
de hacer una mamada.

Él dio un paso más cerca. Cait se escapó por la puerta, poniendo a la joven
entre ellos.

— No hay problema. — Dijo la chica. — Tenemos una organización de


servicios en la escuela y nos ofrecemos para este tipo de cosas todo el tiempo.

Eso fue todo lo que Cait necesitaba oír. Le sonrió agradecida y salió corriendo
de allí. En realidad no podía escaparse porque sus llaves estaban en su bolso, que
estaba en el guardarropa, y la Sra. Warren muy probablemente esperaba que se
quedara.

No. Cait no podía huir, pero podría esconderse.

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Capítulo Cuatro

Querido diario,

Arrgh. ¿Por qué parece tan buena idea en ese momento, pero más tarde quiero patearme a
mí misma?

Cait exploró el pasillo y vio su salvación. Se metió en el baño de mujeres que


estaba sólo a unos metros de distancia, cerrando de golpe la puerta detrás de ella y
apoyándose en ella, usando su peso para mantenerla cerrada.

No es que creyera que Rain fuera a forzar su camino para entrar.

Pero, maldita sea, ¿qué demonios había pasado? No parecía real. Tal vez no lo
era. Tal vez sólo había fantaseado sobre ello. No sería la primera vez.

Excepto que todavía podía saborearlo en su lengua. Y el dolor que sentía en su


coño no había disminuido. Si iba a fantasear, se habría asegurado que ella había
conseguido estar satisfecha también.

Se lamió los labios, recordando su eje en su boca, lo grueso que había sido lo
suave y caliente. Maldita sea, se sentiría increíble en su coño.

La presión sacudió la puerta detrás de ella.

Cait clavó los tacones en la alfombra.

— ¿Qué demonios? — Exigió una voz femenina.

Mierda.

Se enderezó y se apartó de la puerta, abriéndola lo suficiente para que la otra


mujer pudiera ver que estaba libre ahora. Luego corrió a uno de los cubículos.

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Se quedó escondida todo el tiempo que pudo, más tiempo del que esa otra
mujer usó al entrar, utilizando las instalaciones y se fue, hasta que Cait empezó a
sentirse ridícula.

Por último, suspiró y se enderezó.

Todo lo que tenía que hacer era encontrar a la Sra. Warren y decirle que no se
sentía bien. Lo cual era cierto, aunque no estaba segura de que la Vergüenza calificara
como una enfermedad válida.

Dejó el cubículo y se lavó las manos. Su mirada se desvió hacia el espejo y se


quedó sin aliento, poniendo sus dedos en sus labios. Su elegante moño había
desaparecido. Los dedos de Rain se habían encargado de eso. Su pelo parecía
despeinado tras el sexo, como si hubiera estado rodando por ahí desnuda. En una
cama. Con un guapo hombre caliente.

Bueno, excepto por lo de la cama, lo otro más o menos explicaba lo que había
sucedido. No podía salir del baño. No con este aspecto.

— Oh, ahí estás, querida.

Un gemido se escapó de su garganta antes de que supiera que iba a hacer ese
sonido. ¿Cómo la había encontrado la Sra. Warren?

— Las puertas van a abrirse y te necesito a mi lado.

— No creo que sea una buena idea… — Sacudió la cabeza, necesitando el


énfasis añadido.

— Pero, por supuesto. Has estado conmigo a lo largo de todo el camino. Debo
insistir.

Cait cerró los ojos y dejó escapar un suspiro. Finalmente, se enderezó y se


encontró con la mirada directa fija de la Sra. Warren.

— No puedo entrar ahí, no estando así.

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Seguramente como una mujer, la Sra. Warren tenía que entender.

La mujer en cuestión dio un paso atrás y le dio a Cait una mirada de


consideración.

— Bueno, puedo ver que has cambiado tu aspecto un poco. El vestido sigue
siendo horrible, pero representas a la “novia cachonda” muy bien. — Pasó sus manos
por su muñeca. — Uno pensaría que acabas de tener relaciones sexuales en los últimos
minutos.

Cait se mantuvo ilegible salvo por un sonido, pero no había ninguna diferencia
para la fuerza dinámica que era la Sra. Warren.

— Ahora, vamos a asegurarnos que las cosas funciones correctamente y luego


quiero agarrar a mi hombre para un par de bailes lentos y acurrucarnos en un rincón
oscuro.

— ¿Con el jefe? — Cait no pudo impedir que la pregunta hiciera erupción de su


boca. Nunca había pensado en él como alguien que le fuera “acurrucarse”.

La Sra. Warren se detuvo.

— ¿Con quién más? — Miró a Cait con el rostro impasible, con un toque de
humor en sus ojos. — Yo nunca engañaría al hombre. El lleva un arma.

— Buen punto.

Antes de darse cuenta, ella seguía a la Sra. Warren fuera del cuarto de baño y al
salón de baile, de pie a su lado mientras saludaba a la gente, dirigiendo a los invitados
a las mesas, y a la barra. El bar era un lugar popular. Por el rabillo del ojo, había visto
entrar a Rain y dirigirse directamente allí.

Demonios, ella misma quería una bebida, pero mantener la cabeza clara
funcionando en el trabajo parecía una buena idea.

A diferencia de hacer una mamada a tu compañero de trabajo en el guardarropa.

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Su estómago cayó al pensar en el incidente. No sabía que se había apoderado de
ella. Le gustaba hacer mamadas y en secreto le encantaba la idea de ser sumisa, incluso
ahora mismo su coño se apretaba mientras recordaba la voz de Rain, ordenándola
arrodillarse, pero lo que había sucedido en el guardarropa estaba más allá de lo
aceptable. No era una adolescente muerta de hambre por la lujuria que no pudiera
controlar sus hormonas.

Manteniendo la barbilla levantada, negándose a dejar que cualquiera supiera la


agitación que continuaba en su cerebro, sonrió y fingió escuchar a la Sra. Warren
saludar al alcalde y a su esposa.

— Tenemos que hablar.

Se sobresaltó cuando la voz baja, masculina, retumbó junto a su oído. Por un


momento, pensó que era Rain, pero todavía estaba en el bar, sin mirarla resueltamente.
Un grupo de hombres lo rodeaban. No parecía que les prestara atención a ellos
tampoco.

Así que, si no era Rain, tenía que ser Tanner. Su corazón latiendo con fuerza,
nubló por un momento su audición, dándole tiempo para sacudir su cabeza.

— Estoy ocupada, — respondió, no mirando ni siquiera a Tanner. Ella inclinó


la cabeza y saludó al siguiente invitado con una amplia sonrisa falsa.

— ¿Qué demonios pasó contigo y Rain en ese guardarropa? — Murmuró, su


voz tan baja para que sólo ella pudiera oír.

— Nada.

— No me vengas con esa mierda.

Cait pinchó su codo hacia atrás, clavándose con fuerza en su tripa. Él gruñó
pero no se alejó. Y así no quería explicarle a la Sra. Warren.

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— Cuidado, Cait, no quieres joderme esta noche. — La advertencia envió una
espiral de calor a su corazón y su coño revoloteó. Maldita sea, ¿Qué pasa con los malvados
y peligrosos hombres esta noche?

Tomó aliento y la tensión alrededor de su pecho pareció que se alivió un poco.

— Ahora, ¿qué pasó?

— ¿Por qué no le preguntas a Rain? — Explotó, porque no había ninguna


forma en el infierno que le fuera a explicar lo que pasó. Que lo hubiera hecho, que
hubiera querido hacerlo, todavía la confundía malditamente.

— Te lo estoy preguntando a ti. Él está ahí ahogando sus penas.

No pudo evitar que su mirada se deslizara sobre Rain una vez más. El vaso de
líquido color ámbar en la mano solo hizo el conjunto de “libertino padrino de boda”
aspecto aún más intenso. Parecía como si acabara de follar.

Mientras que ella probablemente se vería como si estuviera herida más apretada
que un muelle. Su cuerpo todavía vibraba de excitación y Tanner de pie a su lado no
ayudaba. El hombre era sexo andando. Había sido la estrella en un buen puñado de
sus fantasías nocturnas. Por lo general, implicando a él desnudo en su cama y a ella
lamiéndolo de arriba a abajo.

Ella enderezó su espalda y empujó sus hombros hacia atrás. Un hormigueo


enérgico recorrió sus pezones. Miró hacia abajo. El vestido se estaba cayendo. El
“hormigueo” había sido cuando el borde del corpiño se enganchó en sus pezones
apretados.

Ella jadeó, agarró el frente del vestido y se dio la vuelta, dando la espalda a la
línea de recepción y quedándose cara a cara con Tanner.

— ¿Lista para hablar?

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— No. Aléjate de mi camino. — Caminó a un lado, dispuesta a rodearlo.
Tanner se movió directamente a su camino. — Mi vestido está a punto de caérseme.
— Le explicó finalmente.

Su mirada bajó y sus ojos se ensancharon. Cait no tuvo el coraje para mirar.
Sólo podía esperar que el corpiño todavía cubriera sus pezones. Sintió como si la
gravedad de repente fuera peor alrededor de la base de su vestido, como si estuviera
siendo tirado lejos.

— Maldita sea.

— Exactamente. Ahora, por favor…

La cabeza de Tanner subió y su mandíbula era una línea de determinación.

— No. Dime lo que pasó contigo y Rain. — Él se encogió de hombros. —


Entonces podrás irte.

— Está bien. — Ella bajó la voz para que nadie más oyera. — Terminé desnuda
y le hice una mamada. ¿Feliz?

Ella utilizó el momento en que Tanner deslizara el “qué diablos” para


deslizarse de él y dirigirse directamente a la puerta lateral. Con cada paso, el tirón del
vestido parecía disminuir, y para cuando llegó al pasillo, pudo dar un tirón hacia arriba
del corpiño a su lugar.

— ¿Qué demonios fue eso?

Ella miró por encima del hombro y se dio cuenta que Tanner la había seguido al
pasillo.

— ¿Por qué demonios iba a estar yo feliz porque le hicieras a otro hombre una
mamada?

No había nadie cerca, pero Cait podía sentir como su reputación se convertía en
ruinas. Giró sobre sus talones y se dirigió de nuevo a él.

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— Baja la voz. — Justo cuando las palabras salieron de su boca, los laterales del
vestido se aflojaron. Ya, familiarizada con esa sensación, rodeó sus brazos alrededor
de su cintura. Los pezones presionaron contra el pesado material y una ráfaga caliente
se apoderó de su cuerpo.

— ¿Estás enferma?

— ¿Qué? — Ella miró hacia abajo y se dio cuenta de que parecía como si fuera
una persona con una gripe estomacal. — Este vestido tiene algo malo en él. El elástico
o… — Se encogió de hombros e hizo una mueca, porque el movimiento que acababa
de hacer, hizo que el corpiño se deslizara un centímetro más abajo. — Se sigue
cayendo.

— Vamos a mi habitación.

Tanner enganchó su mano en el codo de ella y la hizo girar, empujándola hacia


los ascensores.

— Espera. ¿Te estoy diciendo que mi vestido se está cayendo y tú asumes que
eso significa que quiero ir contigo a tu habitación? — Las sinapsis que fallaban en su
cerebro, su protesta parecía absolutamente lógica y sólo un poco estirada. Al menos
fue lo que Cait esperó. Podría ayudar a ocultar el hecho de que desnudarse con Tanner
sonaba muy bien en estos momentos.

Justo como conseguir estar desnuda con Rain había sonado antes.

¿Qué demonios me está pasando? Era cierto que había pasado mucho tiempo desde
que había tenido relaciones sexuales, e incluso más tiempo desde que había tenido
buen sexo, pero nada debería haber causado esta reacción.

Su mente seguía permaneciendo clara, anunciando en ese tono firme, maternal


que esto era una “opción imprudente”, pero su cuerpo se dirigía directamente hacia el
ascensor y la habitación de arriba del hotel. Ella casi podía oír a sus hormonas
cantando, “oh bien, oh bien, oh bien”.

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— No te estoy llevando a mi habitación para… — Hizo una pausa. — Violarte.

— ¿Violarme?

— Parecía la mejor palabra, ya que pareces una novia aterrorizada.

Ella empujó sus hombros hacia atrás y puso sus manos en las caderas.

— No estoy aterrorizada. Yo… — El vestido se deslizó.

La mirada de Tanner cayó otra vez.

— Casi estoy desnuda. — Dijo para completar su oración. El agarre sobre su


codo se apretó y la arrastró hasta la puerta del ascensor abierta. — Hay un kit de
costura en mi habitación.

Las puertas se cerraron detrás de ella y gimió.

¿Un kit de costura? El hombre le ofrecía un kit de costura y ella estaba lista para
ofrecerle… más o menos cualquier cosa. ¿Qué injusto era eso?

Cait ahuecó sus manos bajo sus pechos, sosteniendo el vestido en su lugar.

— Sí, nena, esto realmente no ayuda.

Ella miró hacia abajo. Su postura empujó sus pechos y los juntaba, creando una
hendidura aún más mala. La vergüenza calentó sus mejillas, pero esta no fue la única
parte de ella que se estaba calentando. El calor líquido inundó su coño por segunda vez
en la noche.

La parte cuerda de su cerebro todavía estaba al cargo, por lo que ella se dio la
vuelta, mirando la pared y dando la espalda a Tanner.

— Bueno, esto ayudará.

— ¿Y ahora qué? — Preguntó ella sobre su hombro.

— Porque tu culo es un poco menos atractivo.

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Ella parpadeó y miró fijamente los paneles de madera falsa.

— ¿Crees que mi culo es atractivo?

— Hasta ahora, no he visto ninguna parte de ti que no sea sexy. — Incluso sin
mirarlo, ella podría oír el hambre en su voz. Wow, dos citas y nunca lo había visto.
Por supuesto, él había estado distraído ambas noches.

Antes de que ella tuviera algo que contestar, la puerta del ascensor se abrió. Ella
suspiró y siguió a Tanner fuera. Se movía con seguridad, incluso con arrogancia, la de
un hombre que estaba totalmente en control de su mundo. Esa clase de poder que
siempre había intrigado a Cait.

Y Tanner tenía un cuerpo atractivo, duro y una traviesa sonrisa a juego. Este
era el hombre con el que había salido, aunque fuera brevemente… pero luego había
desaparecido de la faz de la tierra. Ella sabía que había estado ocupado, Rain acababa
de volver a su casa, pero una llamada habría sido agradable.

Suspiró. No quería entrar en esto esta noche y de alguna manera no podía


imaginar a Tanner que quisiera hablar de ello. Era el hombre típico y sin duda se
estremecería ante una mujer exigiendo saber por qué nunca la había llamado de nuevo.

No podía haber sido por el sexo. No habían tenido relaciones sexuales.

Unos besos calientes y tal vez un apretón a su culo, pero solo había sido esto.

Ella había quedado recientemente soltera. Él podría haber estado buscando uno
rapidito, pero ella no estaba lista para eso.

Tanner se paró en la puerta y deslizó la tarjeta en la cerradura. Dos clics


silenciosos y abrió la puerta.

Miró fijamente la habitación vacía del hotel, sus pies congelados durante una
fracción de segundo. Se temía que iba a ser una mala idea.

Excepto que ella no temía a Tanner.

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Y realmente, ¿cómo podía hacer que su velada fuera un poco menos extraña?

Respiró hondo y entró en la habitación. Momentos después oyó la puerta


cerrarse.

— Oye…

— El kit de costura está en el cuarto de baño. — Él cruzó los brazos sobre su


pecho y extendió sus pies amplios, haciéndole parecer enorme y bloqueando su salida.
— Arregla tu vestido y luego vamos a hablar de Rain.

— No hay nada de qué hablar.

— Le hiciste una mamada en el guardarropa.

Ella se adelantó, levantando su barbilla.

— ¿Por qué te importa? Tú no me llamaste. Nunca… — El revelador


aflojamiento en su tórax la hizo jadear. Envolvió sus brazos alrededor de la cintura,
apenas deteniendo el vestido de caer al suelo. — No importa. — Ella se dio la vuelta y
corrió al baño, cerrando de golpe la puerta con un satisfactorio portazo.

Dos juegos de artículos de higiene personal masculinos yacían esparcidos sobre


el mostrador. Maquinillas de afeitar, loción para después del afeitado, uno de ellos
tenía un par de pinzas. No podía imaginar a ningún hombre depilándose las cejas, pero
la hizo sonreír al pensarlo. Ella hojeó el contenido de la bandeja que había al lado del
lavabo y encontró el kit de costura.

No tenía mucha habilidad para coser, pero tenía la esperanza… y sí, ahí
estaba… un imperdible. Todo lo que tenía que hacer era fijar la cosa tan fuerte que no
pudiera caerse y entonces mañana le diría a Heather que sabía porque el vestido había
estado en el fondo del armario.

Cait se meneó alrededor y agarró la lengüeta de la cremallera. Tiró, pero el


cierre se mantuvo en su lugar. Maldita sea, esto había ocurrido en la casa de Heather

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también. Se retorció un poco más, esperando encontrar un agarre más firme y tirar. La
maldita cosa estaba atascada.

— Arrgh.

— ¿Ocurre algo?

— No. — Le espetó. — Vete. — Tiró de la cremallera, con la esperanza de


forzarla a través de lo que la estuviera atascando. No se movió. Intentó una nueva
táctica, enganchó los pulgares debajo de sus brazos y empujó hacia abajo.

Nada.

Esto simplemente no es posible. El maldito vestido prácticamente se ha caído tres veces


esta noche.

Dos veces había sido capaz de atraparlo, pero, ¿por qué no podía conseguir
quitarse ahora esta cosa?

Brevemente consideró tirar de él por encima de su cabeza, pero antes de que


pudiera agarrar las voluminosas faldas, la puerta de la habitación del hotel se abrió de
golpe.

Cait se congeló. Ella no estaba haciendo nada malo, pero de alguna manera
parecía algo ilícito estar en la habitación de un hombre. Conteniendo el aliento, ella
entreabrió la puerta del baño y se asomó.

— Rain, sólo estábamos…

Rain se detuvo frente a Tanner, con los músculos tensos y tensando las costuras
de su esmoquin.

— ¿Qué? — Se burló Rain. — ¿Trazando tu siguiente movimiento?


¿Encontrando la manera de que finalmente consiguieras que el monstruo de las
cicatrices lo consiguiera?

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— ¿Qué diablos? — Tanner mantuvo abiertas sus manos y empujó su pecho
hacia adelante, acertando justo en la cara de Rain. — ¿De qué diablos estás hablando?

— Tú, enviaste a la rubia tonta a hacerme una mamada.

La cabeza de Cait se enderezó. ¿Rubia tonta? Ella admitiría que era un montón
de cosas, pero esa no era una de ellas.

Tanner sacudió la cabeza, pero no se retiró ni un centímetro.

— No la envié a ninguna parte. Si te hizo una mamada, fue porque quiso.

— ¿Estás diciendo que no tuviste nada que ver con que ella y yo quedáramos
atrapados juntos en el guardarropa?

Tanner hizo una mueca.

— Voy a admitir eso, pero no tuve nada que ver con lo que sucediera allí.

Rain se burló.

— Claro. Déjame conseguir mi cartera. ¿Cuánto le pagaste a tu novia por la


mamada?

— Eres un imbécil.

Las palabras apenas habían salido de la boca de Tanner cuando Cait abrió la
puerta.

— ¿Qué? — Ella caminó hasta Rain. — ¿Pagado? ¿Crees que me pagaron por lo
que sucedió en el guardarropa?

Rain parpadeó y la furia en su mirada pareció desvanecerse un poco, siendo


reemplazada por el miedo. El sano temor de un hombre cuando se enfrenta a una
mujer enojada.

Se aclaró la garganta.

— Tal vez hice una suposición errónea sobre eso.

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— Malditamente bien lo hiciste. Imbécil.

— Cait…

La voz razonable de Tanner ralló sus nervios ya tensos. Puso una mano sobre
su hombro y ella se apartó, plantándose entre los dos hombres.

— No me toques. — Le espetó. Su cabeza giró a Rain y Tanner sintió una


mezcla de alivio y temor cuando su mirada ya no se dirigió hacia él. — No puedo
explicar qué demonios pasó en el guardarropa.

— Yo puedo. — Parecía que Rain se estiraba en toda su altura y recuperaba su


confianza. — Tú y tu novio de aquí, decidisteis que el tullido necesitaba tener sexo. —
Rain dio un paso atrás, alejándose de los dos.

El pecho de Tanner dolió. Joder, ¿qué iba a necesitarse para volver a traer a su
mejor amigo a la vida? No había planeado el guión de esta noche, pero si hubiera
pensado en ello, podría haberlo hecho. Rain estaba molesto ahora, pero era la primera
verdadera emoción que Tanner había visto en él en meses, desde que la rehabilitación
no había fortalecido lo suficiente su mano para volver al trabajo plenamente.

— No necesito un polvo por lástima.

— ¿Polvo por lástima? — Escupió Cait, sus ojos entrecerrados en confusión.


Tanner podría haberla besado por eso. Dio un paso adelante hasta que estuvo en la
cara de Rain. — ¿Por qué me compadecería de ti en absoluto? Eres guapo, confiado y
tienes a las mujeres jadeando detrás de ti.

— Es curioso. La mayoría de las mujeres que conozco no se quitan sus vestidos


y se ponen de rodillas sin una buena maldita razón.

— ¿Estabas desnuda? — Tanner contempló sus pechos. El vestido sólo los hizo
parecer enormes y deliciosos. Maldita sea, lo que daría por verla desnuda.

Ella fulminó con la mirada a Tanner.

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— Eso fue un accidente. Te lo dije. Hay algo que está mal en el elástico de
esto…

Si él no hubiera estado mirando fijamente directamente a sus tetas, podría


habérselo perdido. En un segundo estaba totalmente cubierta. Entonces la cumbre de
su vestido se movió y en un latido del corazón, el vestido había desaparecido, cayendo
a sus pies, quedando en un montón vaporoso de tela.

Todo lo que quedaba en su cuerpo era el par de bragas de color rojo brillante
que se aferraban a la dulce curva de su cuño y protegían su coño.

Sus dedos se crisparon. Entre sus tetas y su culo, no podía decidir qué tocar
primero.

Cait se quedó congelada. Tomó aire y luego otra vez.

Tanner miró la subida atractiva y caída de sus pechos.

— ¿Ves? — Exigió ella.

— Maldita sea. — Tanner murmuró en respuesta. Echó un vistazo hacia Rain.


El otro hombre estaba mirando su pecho también. — Joder, nena, eres hermosa.

— ¿Nunca la has visto desnuda antes?

— No, nosotros…

Como si Cait de repente se diera cuenta que la estaban mirando fijamente,


levantó su brazo derecho y golpeó en su pecho, la palma de su mano ahuecando su
pecho izquierdo. Durante un momento había olvidado que ella era policía, un oficial
igual que él.

— No, Caitlyn. — Dijo Rain, con una voz que no admitía réplica. La autoridad
en su tono le hizo enderezar la columna vertebral de Tanner. Miró a su mejor amigo.
Había sabido que Rain jugaba un sexo retorcido, pero nunca lo había visto antes. —
He dicho que nunca escondas esas hermosas tetas de mí.

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La tensión visible comprimió a través de sus músculos y su pecho subió y bajó
en respiraciones rápidas y fuertes. Luego, poco a poco, bajó el brazo, dejándola
desnuda a excepción de las bragas rojas.

Pero ella no había terminado con su desafío. Ella empujó sus hombros hacia
atrás, haciendo que sus pechos se levantaran un poco.

— No me voy a quedar aquí desnuda.

— No estás desnuda. — Indicó Rain.

— No se necesita mucho para cambiar eso. — Añadió Tanner.

El lado derecho de la boca de Rain se detuvo en una leve sonrisa. Maldita sea,
había pasado meses, casi un año desde que había visto esa sonrisa arrogante en el
rostro de su amigo. Incluso si nada más pasara esta noche, siempre le estaría
agradecido a Cait y a ese feo vestido. Al menos eso demostraba que el verdadero Rain
existía todavía.

Cait jadeó y miró a Tanner. Tenía la boca abierta y ella se lamió los labios, y
joder si casi no se corre… sólo imaginando a ella haciéndole una mamada del modo
que se lo había hecho a Rain.

Rain encontró la mirada de Tanner, el desafío estaba allí. Dios, ¿estaba


realmente pensando en…?

Rain enganchó un brazo alrededor de la cintura de Cait y tiró de ella hacia


adelante. Ella jadeó cuando aterrizó en su pecho. El sonido desapareció cuando Rain
se inclinó y cubrió su boca con lo que parecía un beso profundo y duro. Tanner
parpadeó y lo miró fijamente.

Durante un momento, Cait parecía demasiado sorprendida para reaccionar. Un


instante después vio a su cuerpo responder, sus músculos relajarse y presionarse más
cerca. Sus pechos desnudos aplastados contra el pecho de Rain y Tanner gimió,
sabiendo que el otro hombre podía sentir aquellos duros pezones, tensos, contra su

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piel. Rain hundió su mano en el pelo de Cait y volvió su cabeza. Cuando se separaron
el suficiente tiempo para respirar, Tanner vio sus lenguas entrelazadas.

Se quedó allí un momento, mirando, su polla presionando contra la bragueta de


su esmoquin.

La otra mano de Rain se deslizó hacia abajo por su espalda, deslizándose bajo
las bragas rojas.

Tanner de repente se dio cuenta que tenía dos opciones: podía quedarse de pie
allí y mirar a los dos tener sexo, o podía participar.

Dio un paso adelante, tirando del brazo de Rain de nuevo, creando un hueco
entre ellos. Cait parpadeó y levantó la mirada hacia él, sus ojos un poco vidriosos, los
labios brillantes y rosados.

— Mi turno, — murmuró cuando tiró de Cait hacia él. Los suaves montículos
de sus pechos empujaron en sus pectorales y gimió. Joder, tenía razón. Podía sentir
que sus pezones se apretaban con fuerza contra él. Se inclinó abajo y la besó,
aprovechando su sorpresa y sumergió su lengua en su boca. Hubo una vacilación sólo
un momento, entonces ella le acompañó, deslizando su lengua contra la suya.

Algo rozó la parte superior de los muslos de Tanner y se estremeció. Sabía


dónde estaban las manos de Cait: alrededor de su cuello y aferrándose a su brazo. Él se
echó hacia atrás, mirando hacia abajo. El dorso de las manos de Tanner rozaba contra
los muslos de Tanner, cuando Rain tiraba de las atractivas bragas hacia abajo. Las bajó
lentamente por los muslos de Cait y las dejó caer. El rojo vivo parecía audaz y
malvado contra sus zapatos de tacones altos a juego carmesíes.

Rain se puso de pie. Los dos hombres se miraron por encima de los hombros de
Cait.

Habían compartido a una mujer antes, pero los dos habían estado bebidos y
parte de la noche era un poco borrosa.

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Iban a recordar esto.

Rain levantó las cejas, dejando la decisión final en manos de Tanner.

Este asintió. Si Cait mostrara alguna reticencia, pero hasta ese momento…

Rain se acurrucó detrás de ella, envolviendo su brazo derecho alrededor de su


cintura. Él deslizó su mano hacia abajo y tiró de ella hacia atrás. Tanner observó las
atractivas curvas de su cuerpo mientras presionaba su exuberante culo atrás en la ingle
de Rain. Tanner gimió, mirando su hermoso cuerpo, deseando sentir, pero adorando
la oportunidad de ver también.

Una delgada franja de pelo era todo lo que quedaba por encima de su coño.
Tanner vio como la mano de Rain se deslizó hacia abajo, más y más, hasta que su
dedo tocó la parte superior de su hendidura. Hizo una pausa y Tanner sabía que su
amigo estaba dando a Cait la oportunidad de retirarse.

La tensión corrió a través de su cuerpo, pero el calor en sus ojos permaneció.


Ella extendió una mano y agarró el brazo de Tanner como si necesitara un apoyo
extra. Tomó aire e hizo rodar sus caderas, inclinándose para que la punta de su dedo se
metiera en su hendidura.

Rain tomó la silenciosa invitación y empujó hacia adelante. Su jadeo se mezcló


con el gemido de Rain cuando metió su dedo más profundo. El apretón en el hombro
de Tanner se hizo más fuerte, las uñas clavándose a través de su chaqueta.

Tanner se sacudió de su agarre, moviéndose fuera de su alcance.

— Sólo un segundo, nena. — Se quitó la chaqueta de su esmoquin y la dejó


caer al suelo. Tiró aparte las solapas de la camisa alquilada, con un ruido de botones
arrancados y cayendo al suelo. No le importó. Sólo quería sentir las manos de Cait
sobre su piel desnuda. — Te tengo, — susurró, caminando cerca, deslizando su mano
alrededor de su cintura.

Ella lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

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— ¿Qué te está haciendo, nena? ¿Esta follado ese dedo tu dulce coño?

Ella tragó saliva y asintió con la cabeza. Él se inclinó, mirando hacia abajo
entre sus cuerpos mientras ella se mecía contra los dedos de Rain, dos de ellos estaban
enterrados en su mojado coño. Su mano agarró el hombro de Tanner, usándolo para
mantenerse erguida mientras se follaba a sí misma en los gruesos dedos que invadían
su coño.

— Oh, joder, nena, esto es tan condenadamente caliente. Te verás mucho más
caliente montando su polla.

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Capítulo Cinco

Querido diario,

Han pasado ocho meses desde que dejé a ese estúpido y me alejé. No lo echo de menos.
Echo de menos el sexo… bueno, no realmente las relaciones sexuales con él. Pero echo de menos el
buen sexo. Tal vez Heather esté en lo cierto y yo sólo debería encontrar a un tipo y follarlo.
Lamentablemente, el ligue de una noche salvaje y extraña no es realmente mi estilo

Rain gimió ante la imagen. No había follado a nadie en más de un año, y al


pensar en Cait arrodillada sobre él, montando su polla, su eje estrellándose contra ella
una y otra vez, le hizo alegrarse de que su período de sequía hubiera terminado.

Pero aun cuando las palabras llenaron su cabeza, supo que no estaba bien.

Se quedó mirando sus dedos pálidos clavándose en el hombro de Tanner. Una


parte de él gritaba que tenía que retroceder. Que Tanner era una opción mucho mejor
para ella.

Rain sabía que después de ocho meses de terapia física que no tenía de vuelta
toda su forma física y que nunca volvería. La piel de Tanner estaba entera, no
marcada. Demonios, Tanner era el más estable de los dos.

Pero joder, su culo presionaba hacia atrás, rozándose contra la polla de Rain
con cada movimiento de bombeo de sus caderas y él sabía que no podía apartarse. La
malvada mamada de antes, las sensuales curvas de su cuerpo… maldita sea, nunca
podría tener otra oportunidad como esta.

Tanner podría tenerla mañana, se dijo.

— Joder, hombre, ella está mojada.

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La mirada de Tanner se clavó en la suya y pudo ver el hambre en los ojos de su
amigo. Y la chispa de humor. Tanner disfrutaba de esto.

Rain levantó la barbilla en reconocimiento y sintió que sus propios labios


tiraban hacia arriba en una sonrisa.

— Siente esto, hombre. — Deslizó su mano, pasando su dedo por el caliente


coño de Cait. Colocó su mano sobre su estómago, sujetándola contra su cuerpo. — No
te muevas, Caitlyn. Me encanta este agradable culo contra mí. Voy a llenarte, follarte
tan bien.

Un pequeño gemido sexy escapó de su garganta mientras se retorcía entre ellos,


la polla de Rain presionando contra su culo, los dedos de Tanner deslizándose en su
coño.

Rain podía sentir cuando Tanner había penetrado en su pasaje resbaladizo. Una
malvada sacudida corrió a través de su cuerpo. Ella arqueó la espalda, su cuerpo
tensándose aún más.

— Ella está apretada. — Murmuró Tanner.

Ella gimió y bombeó sus caderas contra la mano de Tanner.

— Shh, eso es, Cait, — susurró, sus labios contra su oreja. — ¿Puedes sentirlo
dentro de ti? Eres tan hermosa, frotando ese dulce culo contra mi polla. — Levantó la
voz lo suficiente para que Tanner pudiera oír. — Vamos a darte lo que ella necesitas. A
hacerte gritar.

Como si no pudiera soportarlo más, Tanner se inclinó y le cubrió la boca en un


beso profundo, sexual.

Una punzada de celos se disparó en el pecho de Rain, pero ella con el otro
brazo, llegó detrás de ella, envolviendo su mano alrededor de la espalda de Rain,
agarrando su culo, sosteniéndolo cerca.

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Casi se rió entre dientes porque ella creyera que lo podría controlar pero adoró
la necesidad. Sostuvo sus caderas con más fuerza y apretó la base de su polla en el
espacio entre sus nalgas maduras.

Su gemido retumbó en su pecho, resonando a través de su beso con Tanner.

Tanner volvió la cabeza hacia atrás.

— Maldita sea, no voy a durar mucho tiempo.

— Ella tampoco. — Rain retrocedió.

Cait jadeó, su mente alcanzando las palabras de Rain. Un profundo rincón de


su alma pensó que podría estar ofendido, pero la mano caliente que se deslizaba
alrededor de su cintura, a través de la cadera y ahuecaba su culo la distrajo.

Las malvadas sensaciones que habían estado revoloteando a través de su cuerpo


toda la noche se fundieron en un dolor intenso en su coño

Tan fuerte, pensó cuando Rain le levantó las piernas, acunándola contra su
duro pecho masculino.

Se agarró del hombro de Tanner. El serio hombre había sido su roca a través de todo
esto. Permaneciendo al lado de ella, uniéndose a Rain cuando él la bajó en el centro
del colchón de una de las camas grandes.

Por un momento, se quedó allí mirando a los dos hombres. Estaba desnuda
mientras que ellos todavía se encontraban en su mayor parte vestidos. Debería haberla
hecho sentirse vulnerable, pero el hambre que ardía en ella a través de sus ojos hizo
que su piel se calentara. Sintiéndose atractiva, echó su cabeza hacia atrás y arqueó la
espalda, ofreciéndose.

— Maldita sea. — Admiración y lujuria cantaron a través del suave susurro.


Ella no sabía que hombre lo había dicho, y eso no importaba. Echó un vistazo hacia
abajo y vio todo lo que necesitaba: dos protuberancias deliciosamente duras que
tensaban sus esmóquines alquilados.

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Haciendo caso omiso de todas las voces razonables que susurraban en su
cabeza que podría lamentar esto, ella rozó sus dedos a través de su estómago,
deslizándose peligrosamente hacia su coño.

Por un momento, pensó que Rain podría prohibirle tocarse a sí misma, pero en
cambio, sólo miró. Ella deslizó su dedo en su coño y jadeó ante el escalofrío brillante
que corrió en su núcleo.

— Ya es suficiente, Caitlyn. — Dijo Rain cuando avanzó lentamente al lado de


ella, aquellos ojos oscuros mirándola fijamente con atención. Su mano se deslizó en su
tórax, ahuecando su pecho. — No puedes hacerte correr sin nuestro permiso. —
Murmuró cuando amasó el montículo, inclinándose hacia abajo para capturar el pezón
tenso entre sus labios.

El aliento se detuvo en su garganta. ¿Permitirle a ella? ¿Ellos iban a dejarla


correrse? Sabía que debería haber estado furiosa, pero un pequeño rincón de su cerebro
se estremeció de placer. Ella haría frente a su arrogancia más tarde, cuando no
necesitara ser follada tanto.

Cait miró esa boca, acariciando su pecho, chasqueando la lengua para burlarse
del pico plano.

— ¿Qué tan sensibles son? — Preguntó él, colocando un rápido beso en la


aureola.

Ella se encogió de hombros. Adoraba que magrearan sus pechos. La esquina de


la boca de Rain se detuvo en una sonrisa peligrosa. Otra astilla de puro placer se clavó
en su coño.

— ¿Puedes imaginar estas bonitas tetas con pinzas para pezón? — Volvió su
cabeza y miró a Tanner.

Este estaba de pie al otro lado de la cama, desabrochándose su pantalón. Hizo


una pausa y la miró, considerando la declaración de Rain. Este tiraba de sus dos
pezones, apretando sólo con la suficiente fuerza para que ella lo sintiera.

77
Tanner asintió con la cabeza.

— Hermosa. — Tiró abriendo de sus pantalones negros y…

— Harán tu dolor tan bueno, nena. — Susurró Rain, separando su atención del
atractivo hombre que se desnudaba al lado de la cama. Su mente se arremolinó,
encantada y un poco asustada por sus palabras. Rain pasó su lengua a través de uno de
los apretados picos que tenía cerca de su boca, enviando un estremecimiento caliente a
su interior. — Lo sentirías profundamente abajo en ese agradable coño.

El lado derecho de la cama se hundió cuando Tanner se subió encima. Ella se


dio cuenta que había perdido ver la polla de Tanner.

Su mente sospechosa la hizo considerar durante un momento que Tanner tenía


una polla realmente pequeña y que Rain la había distraído para que no lo viera, pero
entonces sintió que el duro calor que apretaba contra su muslo. Tanner se inclinó sobre
ella, besándola mientras Rain seguía acariciando sus pechos, pellizcando las puntas, y
después de la áspera caricia pasando una calmante, sexual lamedura y chupando.

— Quiero probarte, nena. — Tanner murmuró contra sus labios. Ella gimió y se
retorció en el beso de Tanner, su mente apenas capaz de procesar lo que le había
dicho, ella sólo sabía que lo necesitaba.

Unos segundos después, él se deslizó fuera, dejándola con Rain, que sus
instintos sabían que era el amante más peligroso. El aliento quedó atascado en su
garganta mientras miraba esos ojos oscuros, las motas ámbar brillantes prácticamente
reluciendo con lujuria.

— ¿Te gusta esa idea, cariño? ¿La boca de Tanner en tú resbaladizo coño? —
Sólo las palabras hicieron que su coño se tensara. La mano de Rain se deslizó a través
de su pecho y se arrastró hacia abajo, por su estómago, sus dedos revoloteando sobre
los labios vaginales, un roce rápido antes de que acariciara su suave piel.

— Extiende tus piernas un poco más ampliamente. Dale un poco de espacio.


Hazle saber cuánto quieres esto.

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Dirigida por sus palabras, por el hambre de su voz, ella abrió sus rodillas,
alcanzando abajo para agarrar el hombro de Tanner cuando avanzó lentamente entre
sus piernas.

Las manos de Tanner se deslizaron desde sus rodillas hasta la parte superior de
sus muslos, abriendo sus piernas un poco más amplias, hasta que fue totalmente
expuesta.

El calor se apoderó de sus mejillas y un pequeño gemido se escapó de su


garganta.

— Shh, cariño. Eres tan hermosa. — Pasó su dedo entre sus labios vaginales, el
toque suave, casi reconfortante. Pero el hambre en sus ojos era fuego puro.

Contuvo el aliento mientras él se hundía y movió su lengua a través de su


clítoris. Una caricia brillante. La deliciosa sacudida fluyó en su centro. Antes de que
pudiera recuperarse, él rozó una larga pasada de su lengua a toda la longitud de su
hendidura. El calor fluyó en ella. Agarró los objetos sólidos más cercanos, necesitando
impedirse a sí misma volar. Clavó las uñas en los muslos de Rain, los pantalones
negros todavía cubrían los músculos tensos, y en el hombro de Tanner.

Ambos hombres gruñeron, pero ninguno dejó de tocarla.

Su mente giraba con las caricias combinadas: Rain en sus pechos, lamiendo,
mordiendo sus pezones, haciéndolos doler. Tanner haciendo el amor en su coño:
hundiendo su lengua en su pasaje una y otra vez hasta que tuvo que moverse contra él.
Los movimientos rápidos delicados en su clítoris, antes de regresar a su entrada,
lamiendo profundo, gimiendo como si cada toque la excitara.

Su cuerpo ya estaba preparado desde la noche, cuando chupo la polla de Rain,


las burlas casi constantes de sus pezones, y la forma sexy que Tanner habló. Tanner
chupó suavemente sobre su clítoris y fue suficiente. Ella gritó, sorprendida por el
repentino orgasmo.

79
Ella se estremeció, dejando que el placer fluyera a través de ella, lo que debilitó
sus músculos su mano cayó lejos de la cabeza de Tanner.

Él alzó los ojos. Travieso, travieso placer le devolvió la mirada.

— Sabes deliciosa, nena. — Se levantó sobre sus rodillas, su polla dura


golpeando contra su entrada. — Ahora necesito estar dentro de ti.

Su coño se apretó y ella lo agarró, llevándolo hacia ella, deseando que estuviera
profundamente dentro de ella. El delicioso calor estalló entre sus cuerpos mientras se
apretaba contra ella. Él se arrodilló sobre ella, las rodillas manteniendo sus piernas
ampliamente abiertas mientras cubría su boca en un beso profundo y duro.

Su instinto le había exigido que se sumergiera en su coño mojado, pero se


resistió a la tentación. Lo quería, quería estar dentro de ella, pero necesitaba dos cosas
primero: un condón y asegurarse que Rain seguía con él.

Echó un vistazo a Rain. El otro hombre asintió con la cabeza, sus labios
mojados y un poco rosados. Tanner sabía que era por haber estado chupando las tetas
de Cait. Lo aprobó. Sus bonitos pezones estaban en el mismo estado, pareciendo casi
dolorosos mientras se estiraban hacia el cielo.

Extendió la mano y agitó cuatro dedos a través de un pico hinchado. Ella jadeó
y se empujó dentro de su toque.

El borde de la boca de Rain se detuvo en una sonrisa arrogante. Maldita sea,


Tanner había visto probablemente más sonrisas de Rain esta noche que en los últimos
doce meses.

Tanner no podía dejar de mirar por encima. Rain había perdido sus pantalones
y calzoncillos en algún momento, pero había mantenido la camisa. La polla de Rain
estaba dura y goteando contra la cadera de Cait.

Maldita sea, esperaba que ella estuviera lista para los dos, pensó. De ninguna
manera Rain podría negarse después de esto.

80
— Déjame conseguir lo que necesito, nena.

Tanner se inclinó hacia un lado, casi dejándose caer de la cama para agarrar sus
pantalones de esmoquin del suelo. Había metido un par de condones en los bolsillos,
como parte de la imagen de “cachondo padrino de boda”, no esperando nunca
necesitarlos. Maldita sea, se alegraba ahora de tenerlos. El sabor caliente de su coño
cubría su lengua y tenía que estar dentro de ella, la tenía que follar. Había sentido las
contracciones suaves cuando ella se había corrido y quiso sentirlas alrededor de su
polla.

Arrojó el extra en el colchón, sin importarle donde aterrizó. Pero se quedó con
uno, rasgándolo abierto y colocándolo sobre su polla. Una gota de pre-semen cubría la
punta.

Se humedeció los labios, necesitando otro sabor. Su dulce sabor hizo que su
polla saltara. Adoraba comer el coño de una mujer, adoraba el sabor, la sensación, el
modo en que se retorcía bajo él, pidiendo más. Pidiendo el alivio que sólo él podía dar.

Guió la punta de su pene a su entrada, haciendo una pausa cuando empujó la


cabeza dentro. Tanner miró hacia arriba, queriendo mirar a Cait, verla mientras la
llenaba. Se acomodó hacia adelante. Sabía por la comparación casual que no era tan
largo o grueso como otros, pero era un poco por encima de la norma, si pudiera creer a
Internet, y sabía cómo usar su polla.

Tomando aire para frenar su corazón, él se meció hacia adelante, abriendo su


paso apretado, yendo más profundo con cada golpe. La mano de ella se aferró a sus
caderas, clavando las uñas en su piel.

— Tanner.

— Eso es, Cait. Déjame entrar.

Las paredes interiores lisas de su coño se relajaron y fue más profundo.

— Te tengo, nena. Déjame entrar. Quiero sentirte completamente.

81
Ella gritó y el apretón protector en su coño disminuyó y él se deslizó dentro. El
sexy puño sostuvo su eje, él tuvo que apretar los dientes para no gemir. Joder, eso se
sentía bien.

Apoyó sus manos sobre el colchón y se concentró en no correrse, pero su coño


se apretó alrededor de su eje y no estaba seguro de cuánto tiempo podría aguantar.

— Es como mi propio porno personal. — Murmuró Rain.

La cabeza de Tanner se elevó. Por un momento se había olvidado que Rain


estaba allí.

Rain se limitó a sonreír.

— Infiernos, hombre, hazla gritar. — Podría haber habido un débil grito


ahogado, el shock por la indignación femenina, pero Tanner lo ignoró.

Tanner no pudo evitar su propia sonrisa cuando se retiró, su agradable coño


agarrándolo como si no pudiera aguantar que él se fuera. Volvió a hundirse en ella con
un golpe largo.

Un gemido sexy llenó el aire. Se retiró y se volvió a meter dentro de ella otra
vez, empujándose arriba en sus manos, deslizando su polla contra su clítoris. Las
delicadas contracciones a lo largo de su eje le dijeron que había encontrado el lugar
correcto. Se levantó y la llenó otra vez, perdiéndose en el ritmo, el pulso de follarla.

La mordedura de sus uñas que agarraron su culo lo llevó adelante,


impulsándolo un poco más profundo. Parte de su mente era vagamente consciente de
Rain, tocando sus pechos, susurrando a ella. Las palabras no tenían sentido, pero cada
terminación nerviosa de su cuerpo vibró al ver a su amigo amando por encima a su
mujer.

Maldita sea, sabía que debería sentir algún tipo de celos, pero el hombre en él
estaba demasiado cautivado por martilleo constante en su coño, el seductor apretón de
su coño en su polla.

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Las sutiles ondulaciones revolotearon a través de su canal y sabía que ella
estaba cerca.

Apretó la mandíbula y se meció dentro de ella, queriendo sentir esos dulces


tirones en su polla. Sus uñas se clavaron en su culo mientras ella lo agarró, tirando de
él más profundo, más duro. La súplica silenciosa le dijo que ella podía tomar más. Él
se echó hacia atrás y se estrelló contra ella, montándola desde arriba, asegurándose que
sentía cada estocada.

Rain levantó la cabeza y se encontró con la mirada de Tanner, bombeando su


pecho, como si él fuera quién la follaba. Cait estaría dolorida en el momento en que
terminaran con ella.

Tanner sabía que no iba a durar mucho más tiempo, la vibración en la base de
su espalda le advirtió que no podía aplazar su clímax. Se meció más profundo,
decidido a llevarse a Cait con él.

La tensión brillaba a través de su cuerpo y sintió esas sexys contracciones a lo


largo de su eje mientras ella gritaba. Ella se aferró a él y a Rain como si los dos fueran
todo lo que la sostuvo en la tierra.

Tanner gimió y empujó en el estrecho pasaje una y otra vez. No podía


contenerse. Se condujo a sí mismo profundamente dentro de ella y dejó que el chorro
de placer pasara a través de su polla, llenando el condón y drenándole. Apoyó sus
manos en el colchón y luchó contra el impulso de caer encima de ella.

Sus ojos revolotearon abiertos y la contempló con los ojos muy abiertos, con un
tipo aturdido de mirada. Maldita sea, tenía que probarla una vez más, tenía que ser
parte de ese perverso placer durante sólo unos minutos más.

Se inclinó hacia abajo y la besó, metiendo su lengua entre los labios de ella.

Todavía envuelta en la sensación de su orgasmo, Cait se dejó subir en el beso,


saboreando la suave caricia mientras su mente corría para ponerse al día con lo que
había sucedido.

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Este era Tanner. Había tenido sexo con Tanner. El coqueto escandaloso que
bromeaba todo el día se había convertido en un exigente amante poderoso. El beso
envió otro rayo de placer a su corazón. Se aferró a él, sosteniendo su polla
reblandecida dentro de su cuerpo, no estando dispuesta a perder la deliciosa sensación
de estar llena.

— Tan hermosa. — Alejó el pelo de ella lejos de su cara. Sus sexys ojos
marrones brillaron con la satisfacción. Ella no pudo evitar sonreír. Nunca en su vida
había puesto tal mirada en la cara de un hombre. Él colocó otro suave beso en sus
labios. — Gracias, cariño.

Ella gimió cuando su polla se deslizó del interior de su vagina, dejándola vacía,
pero puramente satisfecha.

Él gruñó y se dio la vuelta, dejándose caer sobre el colchón. Una fina capa de
sudor destacó los músculos tensos de su pecho, y si hubiera tenido fuerzas, se habría
dado la vuelta y habría lamido su piel.

Pero justo cuando pensaba esto, unas manos calientes, ásperas pasaron rozando a
través de su estómago y pechos, caricias rápidas que enviaron hormigueos a sus
nervios. Abrió los ojos y recordó a Rain. Ah, bueno. Aún no había terminado. Él se
inclinó sobre ella, la camisa blanca de su esmoquin aún sobre sus brazos y hombros,
pero el resto de su cuerpo estaba desnudo… deliciosamente desnudo. Ella echó un
vistazo al hombro que sabía que tenía cicatrices y decidió que esta noche no era el
momento para luchar esa batalla.

Su eje duro le dio un codazo contra su cadera, como para recordarle que él
estaba allí, listo para follar.

Su coño se apretó. Ella extendió la mano y agarró la parte posterior de su


cabeza, tirando de él hacia abajo. Él se agachó y cubrió su boca con un largo beso
embriagador, haciendo que su cabeza diera vueltas.

Unos largos momentos más tarde, ella parpadeó y miró mientras él se retiraba.

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— ¿Lista para más? — La pregunta bromeó contra su piel.

Sabía que le estaba dando una oportunidad para retirarse, pero no podría, no
perdería la posibilidad de sentirlo follarla.

Asintió con la cabeza, y luego miró a la derecha. Tanner estaba apoyado en un


codo, observando, la preocupación y afecto iluminando sus ojos.

— ¿Está bien? — Preguntó ella, queriendo tenerlo en esto, no queriendo estar


sola en esto.

— Maldita sea, nena, no puedo esperar para verlo follarte. — Tanner la besó. —
Vas a correrte tan fuerte. ¿De acuerdo?

Dirigió las últimas palabras a Rain.

— Haremos todo lo posible.

La mirada de Tanner se iluminó.

— Sí, lo haremos.

Ella se estremeció al darse cuenta que ambos hombres estarían haciendo el amor con
ella.

— Date la vuelta, nena. — Ordenó Rain, golpeando su cadera. — Quiero sentir


ese dulce culo apretado contra mí mientras te follo.

La orden sexy envió un temblor a través de su centro.

Con él y Tanner dirigiéndola, se dio la vuelta sobre sus manos y rodillas. Una
ráfaga de vulnerabilidad inundó su núcleo, pero cuatro manos calientes acariciaron su
espalda y culo.

— Maldita sea, nena. — Ella se estremeció por las palabras y caricias fugaces.
Unos momentos más tarde, sintió el calor de la polla de Rain deslizándose a lo largo

85
de su hendidura. La gruesa vara bromeó sobre su carne sensible. Ella arqueó la espalda
y se meció contra él, necesitándolo en su interior.

— Eso es, nena. Déjame sentir ese dulce culo.

Por el rabillo de su ojo, vio a Tanner pasarle a Rain un condón. En cuestión de


segundos, sintió la nueva presión llenando su vagina.

Sabía lo grande que era Rain, lo había tenido en su boca, así que era difícil
recordarse a sí misma que se relajara cuando la llenó. Su polla empujó contra su coño,
estirándola. Su paso estaba un poco sensible, pero no quería que se detuviera.

Los suaves gemidos que se escapaban de su garganta deberían haberle


preocupado porque hizo una pausa en esa primera penetración.

Manos fuertes frotaron su espalda, tranquilizando su pequeña angustia mientras


Tanner se inclinaba y cubrió su boca con un beso. La caricia de su lengua caliente
añadió otra deliciosa sensación por encima de la de la polla gruesa y dura de Rain
bombeando dentro y fuera de ella, que empujaba y se retiraba con empujones
superficiales y lentos.

Los dedos de Tanner pasaron rozando a través de sus pechos sensibilizados,


cada roce de sus dedos enviando rayos a su matriz. Rain había pellizcado y chupado
hasta que cada caricia se sentía enorme dentro de ella.

— Maldita sea, esto es tan dulce. — Tanner la besó otra vez. — Va a follarte
duro. ¿Estás lista, nena? ¿Lista para tomar esa polla grande y dura?

Las palabras llenaron su cuerpo.

— ¡Sí! — Gritó, mientras ella se empujaba hacia atrás, enviando a Rain


profundamente dentro de ella.

Entre el ángulo y el grosor de su pene, sintió cada centímetro raspando a través


de su sensible cuerpo.

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— Shh, cariño, —Tranquilizó Tanner. — Quiero saber si se pone demasiado
áspero.

Ella sacudió la cabeza, su pelo cayendo abajo alrededor de su cara.

— ¿Es bueno? — Preguntó Tanner, nunca abandonándola, dándole algo sólido


a lo que aferrarse cuando se sentía como si fuera a salir volando.

— Bueno. — Su palabra apenas se escapó antes de que Rain se estrellara contra


ella de nuevo, su contorno forzando su coño, enviando un nuevo delicioso rayo a
través de su núcleo. Ella gruñó y agarró el brazo de Tanner.

— ¿Es demasiado?

Su voz tenía un dejo de preocupación, pero ella negó con la cabeza. Tanner se
rió entre dientes.

— Ah, no sé. Creo que eso es un poco demasiado para ti. — Y luego dijo por
encima del hombro de ella. — Hey, Rain, creo que estás siendo demasiado duro con la
chica. — Tanner ahuecó su pecho, sus dedos se deslizaron hasta su pico y tiraron. Era
la primera vez que Tanner había tocado sus pechos con algo menos que suavidad.

Pero él tiró, estirando, pellizcando su pezón hasta que el dolor se mezcló con el
placer en su interior.

— Ella lo puede soportar. — El gruñido de Rain se hizo eco en su cerebro


mientras sumergía su polla a través del estricto apretón de su vagina. La risa de Tanner
hizo eco como ruido de fondo, un atractivo y perverso ruido de fondo.

La sólida penetración de Rain se cerró de golpe en su coño, follándola con


fuerza. Ella gritó, necesitando más. El borde brillante de la liberación estaba sólo fuera
de su alcance, pero cuando ella se acercó, él redujo el ritmo, retirándose hasta que sólo
la cabeza de su pene permaneció dentro de ella. No se movió. No la folló.

— ¡Por favor!

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Rain se rió entre dientes. La frustración se hundió en su pecho. El firme apretón
en sus caderas la sostuvo en el lugar, no permitiéndole empujarse contra él. Despacio,
Rain empujó de nuevo. Comenzando otra vez, empujes lentos, sólidos.

— Maldita sea, hombre, déjala correrse. — Tanner parecía estar tan sin aliento
como ella se sentía. Abrió sus ojos y miró bajo su brazo. Su puño bombeaba una y otra
vez arriba y abajo en su polla, meciéndose al constante ritmo de la follada que Rain le
estaba dando.

— No, me gusta sentir su coño alrededor de mí, — dijo Rain. — Quiero más.

Sabiendo que necesitaba romper su control, ella meneó su culo contra él.

— Por favor, Rain. Quiero sentirte corriéndote dentro de mí, — le pidió. Él se


estrelló contra ella. — Más duro, Rain, ah, fóllame más duro.

Sus súplicas parecieron que lo alcanzaron. Se estrelló contra ella, llenándola,


conduciéndose en profundidad. Los dedos de Tanner se sumergieron entre los labios
vaginales, jugando con su sensible clítoris. Los sexys temblores comenzaron en su
clítoris y se mezclaron con los empujes de bombeo duros en su coño. Los malvados
temblores se levantaron a través de su vagina. Se agarró a lo que estaba cerca, Tanner y
el colchón, manteniéndose en este mundo cuando otro orgasmo inundó su coño, el
placer debilitando sus músculos.

En la esquina borrosa de su cerebro, oyó el grito de Rain y sintió otra profunda


estocada dura en su coño. Él se mantuvo allí, bombeando pulsos feroces poco
profundos dentro de su vagina.

— Ah, joder. Eso es, nena. Déjame sentir todo esto.

Otra ondulación se movió a través de su coño, casi demasiado placer.

Rain gimió y empujó en ella una vez más, manteniéndose profundamente


clavado dentro de ella mientras la tensión le atravesó el cuerpo.

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Él deslizó la polla de su vagina. Tanner estaba allí para atraparla cuando ella se
desplomó sobre el colchón. A lo lejos, los oyó murmurar, palabras sexys, calmantes,
aquellas manos fuertes que acariciaban su piel, impulsándola a dormir

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Capítulo Seis

Querido diario,

Creo que podría estar lista para salir de nuevo. Ahora sólo tengo que conocer a alguien.
Alguien que no sea policía. No más policías, nunca más.

Tanner se dio la vuelta y extendió la mano, esta se deslizó a través de las


sábanas frescas y se topó con un muslo velludo.

Le tomó un instante a su cerebro par a reconocer que esta era una sensación
equivocada.

— ¿Qué demonios? — Se sentó.

Rain parpadeó y se empujó hacia arriba en sus codos.

— ¿Qué?

— ¿Dónde está Cait?

Miró alrededor de la habitación. La puerta del baño estaba abierta y la luz


apagada. A menos que estuviera escondida en el armario, se había ido.

— Joder, ella se ha ido.

Rain se incorporó y miró a su alrededor como para confirmar lo que Tanner


había dicho.

— Maldita sea.

— Exactamente.

Ningún hombre se movió. Tanner revisó las posibilidades en su cerebro y


ninguna de ellas eran buenas.

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— Tenemos que ir detrás de ella. — Echó hacia atrás la sábana y agarró sus
pantalones de esmoquin.

— ¿Por qué? Se fue. Deja que se vaya.

Tanner lo fulminó con la mirada.

— ¿Tú quieres dejarla ir?

— Se fue, — Espetó Rain, como si la respuesta fuera obvia.

— Está bien. Yo iré detrás de ella. — Tanner se encogió de hombros, forzando


la indiferencia cuando quería gritar a su mejor amigo. Rain obviamente la deseaba y el
mohín huraño que había mantenido desde que había recibido un tiro conseguía atacar
a los nervios de Tanner. — La follaré yo sólo de ahora en adelante. La tomaré tan
fuerte y profundo que ni siquiera recordará su nombre.

Las palabras apenas habían dejado sus labios cuando Rain gritó y se abalanzó
sobre el colchón, su puño llegando con fuerza y rápido, y conectando con la
mandíbula de Tanner. Su cabeza se desplazó hacia atrás y luces brillaron en su
cerebro.

Maldición, Rain realmente estaba recuperando las fuerzas.

Tanner se enderezó y se preparó para el siguiente ataque. No iba a hacerle daño


a Rain, pero maldita sea si iba a ser el saco de boxeo del hombre.

— ¿Qué te importa? Probablemente fue un polvo de compasión de todos


modos, ¿no?

Estaba listo esta vez y se agachó cuando Rain se balanceó, zambulléndose bajo
el puño de su amigo y clavando su hombro en el pecho del hombre. La fuerza los llevó
a la cama.

Tanner se preparó, listo para la pelea. Sabía que Rain había estado
rehabilitando su hombro. Pero después de unos pocos segundos, se dio cuenta de que

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Rain no se movía. Se incorporó lo suficiente para ver la cara de su amigo, no lo
suficiente como para darle espacio para que lo golpeara de nuevo.

Rain hizo una mueca.

— Eres lindo y todo eso. — Rain arrastró las palabras. — Pero realmente no
eres la persona con la que quiero estar desnudo en una cama.

Eso sonaba como el viejo Rain. Seco, un poco sarcástico.

— ¿Crees que soy lindo? Aww.

— Vete a joder a otro.

Ooh, definitivamente el viejo Rain.

Y Tanner no se pudo resistir. Le dio una palmada al culo de Rain y rodó lejos.

— Venga, vamos. Vamos a buscar a Cait.

Tanner se movió otra vez para tomar su pantalón caído. Los arrastró hasta sus
caderas y subió la cremallera antes de mirar hacia arriba. Rain se había sentado, pero
no se había movido. La camisa blanca estaba abierta, colgando de sus hombros,
escondiendo las cicatrices que el fuego había causado en su brazo y hombro, dando a
la piel un aspecto brillante. Había pasado con Rain durante los primeros días llenos de
dolor, la recuperación, la rehabilitación.

Como si pudiera haber oído los pensamientos de Tanner, Rain frotó su mano a
través de su hombro.

— Tal vez deberías ir detrás de ella.

Tanner suspiró y sacudió la cabeza, luchando contra sus dientes fuertemente


apretados para poder hablar.

— Ella nos quiere a los dos. ¿No estuviste en la cama anoche? ¿Los jadeos, los
ruegos, los gritos? Maldita sea, esa mujer nos quiso a ambos.

92
— Tal vez tenías razón. Tal vez fue un polvo de compasión.

— No seas idiota. Un polvo de lástima es dulce y suave. Una mujer no grita


“más duro, Rain, oh, joder, más duro” si está preocupada por tus sentimientos.

Rain hizo una especie de medio asentimiento con la cabeza.

— Ahora consigue ponerte tus pantalones. Tenemos que encontrarla antes de


que ella enloquezca.

Esta vez Rain se movió, caminando hasta el otro lado de la cama para
encontrar su ropa.

— ¿Por qué iba a enloquecer?

— Es una mujer que se despertó en la cama con dos hombres.

— Se acostó con dos hombres, — indicó Rain. — No debería haber sido un


shock.

Tanner suspiró.

— Estás pensando como un hombre. Piensa como el sexo femenino. Lo que


parece ser una buena idea en ese momento a menudo es diferente a la luz de la
mañana.

— Infiernos, apenas es ya la mañana.

Tanner miró el reloj. Rain tenía razón. Eran las dos. No podía haberse ido hace
mucho tiempo.

— Mucho mejor para seguirla y convencerla de que follarnos a los dos no fue
una mala idea.

Rain tragó, los músculos de su garganta convulsionando como si fuera a


protestar.

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Tanner se tensó, esperando, sabiendo que Rain iba a decirle que se fuera solo,
que Cait no los querría a ambos.

Rain echó su cabeza hacia atrás y una lenta sonrisa tiró de sus labios.

— Realmente gritó lo suficientemente fuerte cuando ambos la follábamos.

Tanner no pudo evitar una sonrisa a juego.

— Me sorprende que los vecinos no llamaran a la policía.

— Ahora eso habría sido difícil de explicar.

Rain se arrastró dentro de los pantalones y abrochó los bordes de su camisa.

— Sabes que… — Su cabeza se inclinó mientras sus dedos cerraban los botones.
— En realidad no la follamos juntos.

— Lo hicimos, — contestó Tanner.

— La follamos uno después del otro. — Vaciló, y luego finalmente levantó su


mirada. — Digo sólo que la podríamos tener ambos. A la vez.

Tanner sacudió la cabeza.

— Nunca lo he hecho.

— Yo sí. Un par de veces. — Y maldita sea si las mejillas de Rain no se


volvieron rosadas. — Aunque no con otro hombre.

Tanner contempló a su amigo y la imagen formada en su cerebro, de él y Rain


deslizándose en Cait al mismo tiempo, llenándola. Follándola. Su polla se endureció,
hinchándose dentro de sus calzoncillos.

— Vamos a ver si Cait está abierta a esta idea.

*****

94
Cait gruñó y se desplomó en el sofá, con sus brazos agotados.

¿Qué demonios? Su pregunta silenciosa se dirigió al universo. ¿Cómo podría un


vestido que se cayó anoche de ella cuatro veces quedar bloqueado firmemente
alrededor de su cintura más apretado que un cinturón de castidad?

Respiró hondo y se empujó de nuevo de pie. No podía ser tan difícil. El elástico
estaba defectuoso. Todo lo que tenía que hacer era tirar del vestido hacia arriba y
sacarlo por encima de su cabeza.

Recogió las faldas, y agarró el material resbaladizo y lo levantó. El elástico se


aferró a su tórax, apretándose hasta el punto donde tendría que romper el vestido o
desmayarse.

Con un fuerte suspiro dejó caer las faldas y agarró la parte superior de la blusa.
Seguramente podría empujar hacia abajo el maldito vestido. Metió sus pulgares bajo
los laterales y tiró hacia abajo. No se movió. Simplemente se presionó contra las
articulaciones de sus pulgares.

— Parece que la maldita cosa está hecha de acero.

La cremallera estaba completamente atascada. Incluso los alicates que había


conseguido para agarrarla no habían servido de ayuda.

Miró los alicates, y le hicieron pensar en unas tijeras. Podría salir de ello
cortándolo.

Pero no era su vestido. Y aun si no fuera una reliquia familiar, no iba a destruir
el vestido de otra persona sin su permiso. Echó un vistazo al reloj. Casi las dos y
media. No podía llamar exactamente a Heather y a Tasha a esta hora.

— Voy a tener que dormir con este feo traje de novia.

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No es que pensara dormir mucho. Cada vez que hizo una pausa incluso durante
un segundo, su mente rellenó el espacio en blanco con imágenes de Tanner y Rain.
Sobre todo imágenes desnudas de Tanner y Rain.

Los había imaginado desnudos docenas de veces en los últimos meses, pero sus
sueños no se habían acercado a la realidad. Cuerpos masculinos firmes, músculos
fuertes, sólidos. Pollas gruesas, deliciosas.

Su estómago se cayó mientras imaginó lo siguiente, a Rain tumbado sobre ella,


bombeando dentro de ella, a Tanner arrodillado a su lado, alimentándola con su polla.

Extendió la mano y se aferró al respaldo del sofá, estabilizando sus débiles


rodillas. ¿Qué demonios había estado pensando?

No lo había hecho. El maldito vestido se había caído, dejándola allí de pie con
sus bragas favoritas rojas y lo siguiente que supo, zas, las bragas habían desaparecido y
estaba siendo follada por dos hombres.

Hombres con los que trabajaba. Hombres que tendría que enfrentar el lunes.

A menos que dejara la ciudad. Tal vez mudándose a Mongolia.

Pero no podía huir del país adecuadamente vestida con un traje de novia.

Presionó el talón de su mano en su frente, de alguna manera tomando el


consuelo de la presión. Cama. Simplemente me acostaré y llamaré…

El golpe en la puerta hizo que su cabeza subiera con un chasquido.

¿Quién iba a…?

No tuvo que terminar siquiera la oración. Sólo una persona podría estar al otro
lado de esa puerta.

O en realidad dos personas.

Maldita sea, ¿dónde está mi pasaporte? Podría escapar por la parte de atrás y…

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El golpe fuerte resonó otra vez.

No se movió, mirando hacia la puerta, casi esperando que la reventaran, pero


seguro que no harían eso.

El golpe se convirtió en un ruido sordo.

— ¡Maldita sea, Cait, abre la puerta antes de que la tiremos de una patada!

El instinto empujó sus hombros hacia atrás. Podría enfrentarse a ellos antes de
lo que habría querido, pero no iba a acobardarse… al menos ahora que sabía que no
era una opción viable.

Eran policías y estaba bastante segura que podrían partir la puerta a la mitad si
lo quisieran.

Tomando una respiración profunda, se acercó lentamente a la puerta, con la


esperanza de que los segundos calmaran los latidos de su corazón.

— Joder, vamos a tener que tirarla abajo.

La voz de Tanner llegó a través de la puerta.

— Mi hombro no aguantará eso.

— ¿Tienes pies, verdad? Le daremos un puntapié a esta cosa.

Ella sólo podía imaginar el daño… a su puerta y al cuerpo ya muy maltrecho de


Rain.

Hombres.

Ella agarró el picaporte y abrió la puerta.

Ambos hombres estaban de pie tranquilamente al otro lado, los brazos


cruzados. No había nada agresivo en cuanto a sus posturas, ni parecían preparados
para derribar su puerta.

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— Te dije que funcionaría, — Tanner anunció, mientras entraba dentro. Rain
vaciló durante un segundo, luego pareció prepararse para un ataque y lo siguió.

Entraron, y asumiendo el control de su sala de estar.

Ella volvió a respirar para calmar sus nervios y cerró la puerta. Podía hacer
esto. Podía manejarlos. Después de todo, había sido sólo una noche de sexo.

Con ambos.

Sexo realmente increíble con los dos.

Su coño se apretó mientras su cuerpo respondía los recuerdos de los dos


hombres dentro de ella, follándola. Nunca se había corrido con tanta fuerza.

Sus pezones se tensaron y presionaron contra el forro de satén del vestido.


Ignorando la sensación, se dio la vuelta.

— ¿Qué hacen aquí? —Preguntó en lo que esperaba fuera una voz lo


suficientemente fría.

— Te olvidaste esto. — Contestó Rain mientras sacaba su ropa interior de color


rojo brillante de su bolsillo. La cinturilla colgaba de la punta de su dedo.

Colgaron allí, como una maldita bandera roja delante de un toro. Bufando
mientras soltaba el aire, caminó hacia adelante y las arrebató de su mano.

Ella siguió moviéndose, más allá de la mesa de centro, usándola como un bajo
muro entre ellos.

— También olvidaste dar las buenas noches, — dijo Tanner, mientras ambos se
volvieron y siguieron el progreso de ella.

— Simplemente pensé que era mejor si me iba cuando lo hice.

— Pensaste mal. — La voz de Rain era implacable. Casi dolida.

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Presionando sus labios cerrados para guardar la disculpa compulsiva dentro, se
esforzó para encontrar la calma.

Sé sofisticada. Sólo otra noche ocasional de buen sexo. Excepto que ella nunca había
sido muy buena en el sexo ocasional, y había sido un buen sexo. Increíble. Pero no
ocasional.

— Escucha, fue una noche encantadora, pero creo que deberíamos dejarlo en
eso.

— ¿Encantadora? — Rain prácticamente ladró la palabra. Echó la cabeza a un


lado y miró a Tanner. — ¿Encantadora?

— No es la palabra que yo elegiría, — contestó Tanner. — Caliente. Sexy.

— Polvo increíble.

— Dos palabras… — Asintió Tanner. — Pero aun así apropiado.

— No encantadora.

— No. — Tanner sacudió la cabeza. — Encantadora es una velada al aire libre.


Lo que tuvimos fue sexo. — Volvió su mirada a ella. — Sexo caliente, sexy e increíble.

Cait sintió un nudo en su garganta y trató de tragar para despejar la obstrucción


que se formó.

— Y luego desapareciste.

— Sólo pensé que… — Ella lo dejó caer porque no estaba segura de cómo
describirlo. ¿Me entró el pánico? ¿Me desperté presionada entre dos cuerpos calientes y
enloquecí?

— ¿Qué pensaste? — Desafió Rain. El destello de dolor brilló otra vez en sus
ojos y el corazón de Cait realmente hizo un pequeño aleteo en su pecho.

99
— Sólo pensé que sería mejor si me fuera. Si no me despertara allí. Entre los
dos.

Rain sacudió la cabeza.

— Pero ahí era donde te queríamos.

— Es donde te queremos ahora.

Cait parpadeó cuando las palabras de Tanner penetraron en su cerebro


empañado por el sexo. Entre ellos.

Eso significaba una polla en su boca, una en su coño.

O una en su coño… y otra en su culo.

Ambas imágenes se dispararon a través de su cerebro y no pudo decir cual


deseaba más.

Se concentró y se dio cuenta que ambos habían dado un paso hacia adelante.

— Pero…

— ¿Pero?

Soltó la primera cosa que le vino a la mente.

— No puedo salir de este vestido.

Ambos hombres se pararon en seco.

— ¿Es este el vestido que se te cayó como una docena de veces esta noche? —
Preguntó Tanner.

— Sí. — La frustración zumbó en su respuesta. — Pero por alguna razón, no


me lo puedo quitar ahora. He estado luchando con la maldita cremallera durante una
hora.

Un par de sonrisas a juego curvaron los labios de ellos.

100
— Vamos a intentarlo, — dijo Tanner, girando un dedo para decirle que se
diera la vuelta.

Incluso sabiendo que esto era una mala idea, quedarse desnuda cerca de estos
chicos, sólo conduciría a más problemas, se dio la vuelta, presentando su espalda a
ellos.

Dedos ásperos rozaron sus hombros.

— Ella se ve muy bien de blanco, ¿no? — Preguntó Tanner.

— Sí. Pero estará mejor fuera de eso, — dijo Rain.

Ella puso los ojos en blanco.

— Sólo baja…

El vestido cayó al suelo, amontonándose alrededor de sus tobillos y dejándola


desnuda. Una parte de ella sabía que debería cubrirse, pero estaba tan malditamente
contenta de estar fuera de ese vestido.

— ¡Oh, gracias! — No pudo evitar el alivio en su voz.

— Nosotros no hicimos nada.

Se dio la vuelta, acordándose en el último segundo en pasar un brazo a través


de sus pechos y el otro abajo entre sus piernas.

— Abrieron la cremallera.

— Pues no. — Tanner sacudió la cabeza.

La cabeza de Rain imitó el movimiento.

— Nunca la tocamos.

— ¿Cómo…?

101
No tuvo oportunidad de completar su pregunta. Tanner se acercó y apartó la
mano de sus pechos.

— Nena, hemos visto tus hermosas tetas.

— Y quiero verlas otra vez, — añadió Rain, aunque se dio cuenta que él había
dado un paso atrás, dejando a Tanner que tomara la iniciativa.

Su coño revoloteó y bajó sus brazos, abandonándose desnuda, desnuda ante sus
amantes. Ella luchó contra el impulso de retorcerse.

— Maldita sea. — El susurro de Rain fluyó a través del aire.

Tanner se limitó a asentir con la cabeza, su mirada haciendo una exploración


lenta y prolongada de su cuerpo, demorándose en el espacio entre sus muslos.

— ¿Tu dormitorio está arriba? — Preguntó, su mirada nunca abandonando su


coño.

Ella asintió con la cabeza. Cogió su labio inferior entre sus dientes, usando la
sensación para mantenerse en el lugar. La seductora mirada fija la impulsaba a
adelantarse, llevarlos arriba a su dormitorio donde podrían tomarla, follarla.

Tanner le tendió la mano y Cait puso sus dedos en la palma de su mano. Con
un tirón, empezó a llevarla hacia las escaleras.

— Espera. — La voz de Rain paró a Tanner en seco.

— ¿No quieres ir arriba? — Preguntó Tanner. Un matiz de tensión que Cait no


entendía corría por debajo de su voz.

Los dedos que sostenían su mano se estremecieron y dio un paso más cerca.
Sabía que Tanner y Rain eran los mejores amigos. Todo el mundo sabía eso. Las
historias de Tanner quedándose al lado de la cama de Rain durante aquellos primeros
días eran legendarias. Tal vez había entendido mal su relación.

Rain miró a Tanner, ambos hombres casi vibrando por la energía.

102
— No creo que Cait deba ir arriba y follar… — Ella jadeó. — Hasta que haya
sido castigada.

— ¿Castigada? — La palabra salió de un chillido de su garganta. Su coraje


volvió y se estiró en su altura completa. — ¿Por qué?

— Por escaparte. Por huir. — Rain dio un paso adelante, y por primera vez, vio
el tenue destello del superhéroe que todos admiraban en la sala de la brigada. El poder
lo rodeaba.

— ¿Qué tienes en mente? — Preguntó Tanner, retrocediendo, dejándola


desnuda delante de ellos otra vez.

— Pienso zurrarla, darle algo en lo que pensar durante toda la semana. —El
bajo tono de su voz se rizó a través de su coño. — Cada vez que se siente, pensará en
nosotros, zurrando su bonito culo, follando su bonito culo.

Tanner asintió con la cabeza.

Cait se congeló, dejando que su cerebro se pusiera al corriente: ¿castigo, zurra,


follar?

Ellos quieren…

— Uhm, nunca he… — Ni siquiera lo había considerado realmente. No en


realidad.

— No te preocupes, cariño. — El malicioso brillo en sus ojos no le dio ningún


consuelo. — Nos aseguraremos que tu culo esté bonito y listo antes de que lo follemos.

Ella volvió la cabeza, encontrando la mirada de Tanner. Era el único estable.

— Yo…

No sabía qué decir.

103
Rain giró su mano derecha, pidiendo su mano. Sabía lo que estaría aceptando si
ella dijera que sí.

Nalgadas.

Y follar… su culo.

Sus dedos temblaban mientras extendía la mano, agarrando la palma de Rain


mientras él la llevaba hacia adelante.

— Vamos, nena. Haremos que tu culo esté bonito y rosa antes de que te
llevemos arriba y te hagamos gritar.

El calor empapó su coño y sus rodillas temblaban mientras seguía a Rain


alrededor del respaldo del sofá.

— Pon tus manos en el respaldo, nena, y muéstranos tu hermoso culo.

Rain le soltó la mano y dio un paso atrás. Su mirada saltó a Tanner. El hambre
y la tranquilidad se mezclaban en su mirada.

Respirando hondo, colocó sus palmas en el duro respaldo de su sofá y se inclinó


hacia adelante, empujando su culo hacia atrás.

— Maldita sea, — murmuró Tanner. El deseo puro se entrelazaba en su voz.

— En serio.

— ¿Sabes lo único que podría hacerlo mejor? — Preguntó. Cait se agarró en el


sofá, mentalmente encogiéndose de lo que pensarían que podría hacerlo mejor.

— Esos malvados tacones que llevaba antes, — contestó Rain como si pudiera
leer el pensamiento de Tanner.

— Exactamente. — Tanner se dirigió a la puerta de la entrada donde había


tirado sus zapatos cuando había llegado a casa hace una hora.

Rain llegó a su lado.

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— ¿Te los pondrás para nosotros nena? — Su mano se deslizó por su muslo y
sobre la mejilla del culo, calentando su piel. Recordándole porque estaba ella en esa
posición. — Hacen que tus piernas se vean aún más largas y empujan tu culo arriba.

Tanner volvió y se arrodilló a su lado.

— Vamos, nena. Vamos a ponértelos.

Mientras Tanner guiaba su pie derecho en los zapatos de tacón, el dedo de Rain
bajó entre sus piernas, deslizándose en su coño.

— Oh, joder, Tanner. Todavía está húmeda.

— Has estado pensando en nosotros, ¿eh?, nena — Preguntó. Ella podía oír la
sonrisa en su voz, pero la penetración húmeda de los dedos de Rain en su vagina se
llevó todo su enfoque. Él bombeó dos dedos dentro y fuera. La sensible carne
apretando alrededor de él y él gimió. — Tan apretada.

Sacó sus dedos y ella gimió, arqueando la espalda, tratando de mantenerlos


dentro de ella.

Tanner tomo su pie izquierdo y lo deslizó en el otro zapato, apoyándola para


que ella permaneciera en equilibrio durante un momento.

Una nueva sensación hizo que su cabeza se levantara: el dedo de Rain jugando
con su ano. El dedo resbaladizo por los fluidos de su coño recubrió su abertura trasera
mientras daba un toque a su entrada, con empujes superficiales. Su cuerpo se
estremeció, y luego se relajó, aceptando cuando él metió su dedo un poco más
profundo.

Ella clavó los dedos en los cojines del sofá y evaluó la nueva sensación. Él no
fue lejos, suavemente deslizando un dedo por delante de su apretada entrada.

— Shh, eso es todo, cariño. Nos aseguraremos que estés bien y estirada antes de
que follemos este pequeño culo apretado.

105
Ella jadeó, incapaz de contener el sonido.

— Nos aseguraremos de que te guste, — le aseguró mientras jugueteaba con su


entrada. — Yo sepultado en este apretado agujero Tanner follando tu coño. — Apretó
un poco más profundo. Un estremecimiento recorrió su espalda. — Oh, sí. Vas a
sentirnos. Tomarnos.

— Por favor. — No estaba segura de lo que pedía… más o menos.

El dedo de Rain se alejó.

— Nada de follar hasta que hayas tomado tu castigo.

Nada de follar. Nada de follar.

Ella podía aguantar esto. Conseguir que su mente pasara alrededor de la idea de
que alguien llenara su…

Un golpe agudo aterrizó en su culo, sacudiéndola de sus pensamientos.

Le tomó un instante para registrar la quemadura.

—Ay. — Ella subió sobre sus manos y lo fulminó con la mirada sobre su
hombro. — Eso me dolió.

Rain sonrió con satisfacción.

— Por supuesto que lo hizo. — Su mano aterrizó contra su culo una segunda
vez. El dolor cerrándose en su piel. — No sería un castigo si se sintiera bien de buenas
a primeras. — Una tercera palmada golpeó su carne, quemando más fuerte esta vez. —
Lo sentirás mañana. — Llevó su mano abajo otra vez. El calor se hinchó a través de su
piel, hundiéndose en su centro.

Su coño se apretó y su clítoris dolía.

Cait parpadeó y se quedó mirando el sofá. Por el rabillo del ojo, vio a Tanner
acercarse.

106
— Maldita sea. — El sonido susurró a través de su piel.

— Bonito, ¿eh? — Preguntó Rain, la pregunta seguida de otra fuerte bofetada.

— Sí. A ella le gusta esto, ¿eh?

— Pon tu dedo en su coño. Estará empapada.

Las rítmicas palmadas en su culo se detuvieron. Los calientes dedos ásperos se


rozaron a través de sus muslos, deslizándose entre sus piernas. Hundiéndose en su
coño.

— Joder. Está mojada. — El toque de Tanner se desvaneció, persistiendo


caricias a través de las calientes mejillas de su culo. — Tu culo está bastante rosa
ahora. Sólo unas palmadas más… — Hizo una pausa, como si buscara la aprobación
de Rain. — Sí, sólo unas pocas más, y entonces estará bonito y rojo. Tu culo caliente
cuando nosotros dos te follemos.

107
Capítulo Siete

Querido diario,

Heather me prestó este libro… dos hombres y una chica. Caliente, sexo caliente. Quiero
decir, fue muy divertido para leer. Lástima que algo así nunca me ocurrirá en mi vida. ¡Ah!

La imagen nublaba su cerebro: ambos, follándola. ¿A la vez? Ella apenas sintió


las dos siguientes palmadas, volviéndose alerta al final de la tercera.

Y su piel ardiendo.

Unas fuertes manos la ayudaron a enderezarse. Los zapatos la mantenían


tambaleante, pero los dos hombres que la rodeaban le impedían caerse.

— Eso es, nena. Ahora vamos a llevarte arriba y follarte tan bien, — prometió
Tanner.

Cait parpadeó, y lo miró y asintió con la cabeza. ¿Qué otra cosa podía hacer
una mujer cuando dos de los hombres más atractivos que había conocido nunca
dijeron que la deseaban?

Tanner la tamo en sus brazos. Un pequeño grito se escapó de su garganta. Ella


cerró los sonidos, tratando de recordarse que ella era una oficial de policía. Podía
reducirlos a ambos al suelo si quisiera.

Si Tanner llevándola en brazos al piso de arriba hacía que estuviera más cerca
de ser llenada con sus dos pollas, ella estaba de acuerdo.

La mujer prudente que la había sacado fuera de la habitación del hotel antes
estaba en silencio, sin duda acobardada bajo la quemadura en el culo de Cait.

108
Ella se aferró a sus hombros y señaló hacia su dormitorio, agradecida que se
hubiera tomado el tiempo por la mañana en hacer su cama. Ese no era siempre el caso.

Tanner la llevó a la habitación y la colocó sobre la cama. Sus manos se


deslizaron hacia abajo por sus piernas, quitándole los zapatos de tacón y extendiendo
sus muslos abiertos.

Su pecho se apretó cuando ella miró hacia los dos hombres. El hambre y la
necesidad llenaban sus miradas, calmando la rabiosa vulnerabilidad que corría a través
de sus venas.

— Recuéstate, nena.

Ella siguió las instrucciones de Rain mientras avanzaba hacia el final de la


cama.

— ¿De qué lado duermes normalmente?

— ¿Qué? Oh, de este lado. — Señaló el borde más alejado de la puerta.


Cuando ella había vivido con su último novio, había reclamado el otro lado y ella se
había acostumbrado a dormir en el lado derecho.

Rain asintió con la cabeza, y caminó alrededor a ese lado de la cama,


dirigiéndose hacia la mesilla de noche. Alcanzó el pomo del cajón.

— ¿Qué haces?

Él la miró, con la risa en sus ojos.

— Estoy buscando algo que podamos usar para lubricar tu dulce culo. Y si
conozco a las mujeres… Dejó que las palabras se apagaran cuando abrió el cajón. —
Tienes algo escondido aquí que nos servirá.

Ella sintió que sus mejillas se ponían rojas ante el sonido sordo de su vibrador
rodando hacia la parte delantera del cajón.

109
— Hmm, bonito. — Lo recogió y se lo mostró a Tanner. — Le gusta grande. —
La miró hacia abajo. — Pero ya sabíamos eso.

Su rubor se intensificó y ella habría salido fuera de la cama y saliendo por la


puerta, si no hubiera sido por el grueso bulto de los pantalones de Rain. Él podía sonar
frío y controlado, pero él la deseaba.

Necesitando igualar el marcador sólo un poco, ella se contorneó en el colchón


dejando que una de sus manos fluyera desde el edredón sobre su cadera y entre sus
pechos, deslizándose para dirigir el dorso de sus dedos sobre su pezón.

Los músculos de la mandíbula de él se tensaron. Ella arqueó la espalda y dejó


que el brazo cayera sobre el colchón, centrando su atención en Tanner.

— ¿Por qué no te desnudas y vienes aquí? — Le ofreció. — Rain quiere jugar


con mis juguetes. Pero yo quiero follar.

La boca de Tanner se curvó en una sonrisa, pero sus ojos se iluminaron por el
hambre. Se quitó la camisa ya abierta y la arrojó a un lado. Él desabrochó sus
pantalones y los empujó hacia abajo. Incluso habiéndolo visto una vez, jadeó cuando
su polla presionó hacia adelante. Estaba erecto y duro. Y se sentía deliciosa dentro de
ella.

— Hmm, bonito. — Ella extendió las manos y movió sus dedos. — Dame.

Tanner se rio entre dientes.

— Bastante creída para una mujer que acaba de conseguir una zurra en su culo.

El calor de la paliza aún le quemaba la piel, pero sólo agregó una capa de
sensaciones en su cuerpo que ya zumbaba.

— Sólo sé lo que quiero. — Su voz cayó baja.

110
El deseo en los ojos de Tanner brilló otra vez mientras se arrastraba lentamente
hacia arriba en el colchón. Se arrodilló sobre ella, su largo eje erecto con fuerza entre
sus piernas.

— ¿Sabes qué vas a conseguirlo, verdad? — Empujó su mano entre sus muslos.
Los callos de sus dedos jugando en los labios de su coño. — Voy a follar este bonito
coño y Rain va a sepultarse en este pequeño culo apretado.

Puntuó sus palabras con golpes superficiales en su vagina. Cait meció sus
caderas, tratando de forzarle a ir más profundo.

— ¿Se está comportando ella? — Rain arrastró las palabras.

— Oh, sí. Va a comportarse porque desea nuestras pollas, ¿verdad, nena? —


Dos dedos se deslizaron en su entrada. — ¿No, cariño? Deseas que nosotros dos te
follemos. Te llenemos. — Envió sus dedos profundamente y ella gritó, apretando su
vagina alrededor de su invasión.

— ¡Sí! Por favor. — Ella alcanzó hacia abajo y agarró su mano, sosteniéndolo
en su lugar, mientras se follaba en sus dedos.

— Oh, nena, no quieres correrte antes de que estemos dentro de ti.

¿No lo hago?

Se alegró porque las palabras quedaron detrás de sus dientes, porque estaba
bastante segura de que la respuesta habría conseguido meterla en un problema.

Tanner se inclinó abajo y colocó un beso en su boca ávida.

— Si te corres antes de que estemos dentro de ti, no habrá ninguna razón para
follarte. — Retiró sus dedos y se bajó de ella, tumbándose en el firme colchón, su
pecho apretándose contra su costado. Sus dedos, mojados en los fluidos de su coño,
rozaron a través de su estómago, pintando diseños arbitrarios en su piel.

111
Joder, ella era hermosa, el cabello largo extendido a través de la colcha pálida,
sus ojos brillando con hambre.

Y todavía mejor, ella parecía que los aceptaba a los dos.

Rain se estiró al otro lado de ella, sus pantalones habían desaparecido. La


camisa blanca colgaba abierta, pero aún no se la había quitado.

Tanner condujo su lengua en su boca, consiguiendo otro delicioso gusto. Él se


echó hacia atrás y miró a Rain. Este asintió como si pudiera leer la mente de Tanner.
Y a lo mejor podía, porque ambos extendieron la mano y le dieron la vuelta a Cait,
boca abajo, el culo hacia arriba. El color rojo brillante de su piel lo atrajo y no pudo
resistirse. Sus dedos chocaron contra los de Rain cuando ambos rozaron a través de su
culo caliente.

Siseó y arqueó su espalda, empujando su culo hacia arriba hacia sus caricias.

— Ahora, no te muevas, cariño, vamos a ir despacio.

Tanner asintió. Nunca había hecho esto, así que dejó que Rain tomara la
iniciativa mientras abría la botella de lubricante y vertía un poco del líquido en sus
dedos.

Atrapando los ojos de Tanner durante un momento, como si estuviera


asegurándose que estaba con él, Rain deslizó los dedos entre sus mejillas. La tensión
corrió a través del cuerpo de ella ante su primer toque.

— Shh, avísanos si te duele, — susurró Tanner. Él deseaba esto, pero no quería


hacerle daño a Cait.

Ella asintió con la cabeza y empujó hacia arriba, casi poniéndose de rodillas. La
dulce curva de su cadera y culo hizo que la polla de Tanner saltara. Joder, tenía que
estar dentro de ella.

No podía ver lo que estaba haciendo Rain, pero vio cada sensación moviéndose
a través del cuerpo de Cait. Rain retrocedió, añadió más lubricante, y luego regresó.

112
Ella jadeó y se agarró a las sábanas, sus ojos abriéndose de golpe forzándose a
mirar hacia abajo, a la colcha de color púrpura.

— ¿Estás bien, nena? — Preguntó Tanner, pasando la palma de su mano por su


costado. — No queremos hacerte daño.

Ella tragó saliva.

— Quema. — Sacudió la cabeza, su rico pelo cayendo abajo y ocultando su


rostro. — No te detengas.

Tanner seguía acariciando su piel.

— No, no se detendrá. Va a hacerte sentir muy bien. — Echó un vistazo sobre


su hombro, buscando su confirmación. Rain asintió con la cabeza.

Tanner se dejó caer en la cama y se meneó para que su cabeza estuviera por
debajo de Cait. Ella parpadeó mientras miraba hacia abajo, y luego sonrió
abiertamente.

— ¿Qué estás haciendo? — La risa tiñó su pregunta sin aliento.

— Te estoy distrayendo.

— Distrayéndome, ¿cómo? — Ella jadeó, y se arqueó otra vez.

— Shh cariño, todo está bien, — murmuró Rain.

— Mírame, Cait, — ordenó Tanner. Ella abrió aquellos hermosos ojos verdes y
lo miró fijamente. — Respira conmigo. Deja que el dolor pase. — Por favor, deja que el
dolor pase.

Ella tomó un suspiro profundo, arqueando plenamente la espalda y le dio a


Tanner una deliciosa visión de sus pechos.

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— Tan hermosos. — Alcanzó, ahuecando uno, y luego el otro, revoloteando
sus dedos a través de sus tensos pezones. — Son tan atractivos, nena. Cuando ese
vestido se cayó de ti anoche, creía que me correría allí mismo.

Sus sensuales palabras se filtraron en su cerebro, distrayéndola de lo que parecía


una enorme vara en su culo. Sabía que tenían que ser sólo dos o tres dedos y Rain era
suave, trabajando dentro y fuera de su agujero con golpes lentos.

Pero de todos modos, la invasión la abrumó. Parpadeó y se concentró en


Tanner: su voz y el movimiento suave de sus dedos a través de sus pechos.

— Ese vestido era tan feo, pero se veía tan jodidamente sexy en ella. — Le
ahuecó un pecho y apretó sus dedos en su pico, manteniéndolo casi como demasiada
fuerza, pero la perversa sensación se transformó en placer cuando fluyó en su interior.
— Todo en lo que podía pensar era en tener mi boca en tu coño, lamiendo tu dulce
crema.

Ella tiró de las sábanas, sintiendo la tela de algodón separándose de la cama


mientras luchaba para mantenerse en la Tierra. La voz de Tanner se arremolinaba en
su cabeza, las palabras acariciando su mente, seduciéndola desde dentro. Los sonidos
traducidos en sensaciones, que revoloteaban a través de su núcleo, calentando su coño.
La penetración lenta, constante de su culo construyó sensación a sensación hasta que
no pudo contenerse quieta por más tiempo.

Se meció atrás, encontrando el empuje delante de Rain, necesitándolo… sólo


necesitando.

— Por favor.

El resto de su mente estaba demasiado dispersa para contribuir a sus palabras.

— Por favor, ¿qué?, nena. — Susurró Rain. El movimiento en su culo parando,


dejándola llena. — ¿Quieres que me detenga?

Ella apretó sus dientes y sacudió la cabeza, tratando de impedirse separarse.

114
— ¿Quieres que nosotros te follemos, nena?

Estaba bastante segura que fue Tanner quien hizo esa pregunta, pero incluso los
sonidos eran borrosos.

— ¡Sí! — Gritó. Los dedos en su culo salieron y de repente se sintió vacía. Se


empujó hacia atrás, su cuerpo anhelando estar lleno.

— Shh, te tenemos, nena.

Una vez más, las palabras se filtraron en su mente, pero no podía distinguir una
sexy voz gruñona de otra. No importaba. Ellos eran sus amantes. Los quería dentro de
ella, follándola.

La levantaron, el shock sacó un grito ahogado de su boca. Cuatro fuertes manos


masculinas la levantaron, lo suficiente para que Tanner pudiera meterse bajo ella. En
cuestión de segundos, sus rodillas estaban de nuevo sobre el colchón y extendidas
sobre las estrechas caderas de Tanner. Miró hacia abajo y lo único en lo que pudo
pensar era, nunca podré llevar sus vaqueros.

— Joder, nena… — Sus fuertes dedos agarraron su culo y apretaron. — Tienes


el cuerpo perfecto.

Su cabeza se levantó y se sintió obligada a corregirle.

— Mi culo es demasiado grande.

Tanner se rio y negó con la cabeza. Sus manos fueron a un lado y un golpe
rápido aterrizó sobre su trasero.

— Tu culo es perfecto y no quiero oírte decir lo contrario. — Otro golpe seco


acompañó a la orden de Rain. — ¿Entiendes?

Ella sintió que sus ojos se abrían más y miró hacia Tanner. Una ceja se levantó,
retándola a decir que no.

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Una banda invisible apretaba en su pecho, ella trató de hablar, pero finalmente
se conformó con asentir con su cabeza en acuerdo.

— Eso es, nena. Tu culo es maravilloso. — Una mano caliente se deslizó entre
su pecho y el pecho de Tanner. — Pero también lo son tus hermosos pechos. — Los
dedos de Rain encontraron un pico apretado. — Es difícil decidir cuál es la vista más
deliciosa. Tus atractivas tetas o este perverso culo.

El grito enterrado en su garganta ya no pudo ser contenido. Ella echó la cabeza


hacia atrás y dejó escapar el sonido, entregándose a las sexuales caricias que rodeaban
su cuerpo.

— Muy bien.

Su aturdida mente era vagamente consciente de Tanner alcanzando entre sus


piernas y deslizando el condón sobre todo su eje. Ya lo había tenido en su interior una
vez esta noche y conocía su tamaño, sabía que iba a llenarla.

— Vamos, nena. — Dedos fuertes, calientes se sumergieron entre sus piernas,


deslizándose en su hendidura, separando los labios de su coño. Los leves callos
pasaron rozando sobre su clítoris, jugueteando, enviando deliciosos temblores en su
coño. El dedo de Tanner, al menos pensaba que era Tanner, se hundió en su vagina.
— Eso es, nena. Joder, Rain, está caliente y apretada. — Ella podía oír la tensión en la
voz de Tanner. — No voy a durar una vez que consiga estar dentro de ella.

— Contrólate, hombre. Yo…

El calor tocó su apertura trasera. Incluso sabiendo que tenía que relajarse, la
extraña invasión envió tensión a través de su cuerpo y se quedó inmóvil.

— Shh, shh, te tenemos. — Estaba bastante segura que este era Tanner.
Parpadeó y lo miró. — Vamos a conseguir que yo entre en este dulce coño, ¿eh? — Él
esbozó una sonrisa ante ella, animándola.

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La presión en su entrada trasera se alivió y Tanner alcanzó entre ellos. Cait se
preparó lista para la lenta penetración. El calor aumentó a la entrada de su coño,
deslizándose dentro, llenándola cuando Tanner deslizó su grueso eje profundamente
en su coño. Las paredes resbaladizas dejándole deslizarse fácilmente pero Cait sintió
cada centímetro.

El aliento se atascó en su garganta. La realidad de lo que estaba a punto de


suceder se instaló en ella. Tenía una, preciosa, polla dura dentro de ella e iba a tomar a
otra.

Justo cuando el pensamiento nubló su cerebro, sintió que la presión se renovaba


en su culo.

Sus dedos se apretaron y se dio cuenta que estaba clavando sus uñas en los
hombros de Tanner. No parecía que a él le importara.

— Respira profundamente, nena. Déjalo entrar.

Ella asintió con la cabeza, no estando segura de que realmente podría hacer eso.

La polla que llenaba su culo siguió adelante, casi demasiado, y entonces se


retiró. Las calmantes voces de sus amantes la rodearon, consumiéndola, hasta que sólo
sus palabras llenaran su mente: lo atractiva que era, como deseaban follarla juntos,
amarla.

El control de su mente se retiró bajo el sensual bombardeo y ella se hundió en


las sensaciones. Un lejano rincón de su cerebro le dijo que Rain estaba dentro de ella,
completamente asentado, su polla enterrada en su culo.

Una abrumadora sensación de plenitud y seguridad la rodeó.

— Eso es, nena, — animaba Tanner. — Ah, joder, se siente tan bien.

Ella parpadeó y se dio cuenta, maldita sea, tiene razón. Era una sensación
extraña, pero justo en el momento en que decidía si le gustaba o no, Rain salió.
Deliciosos temblores corrieron a través de su cuerpo. Tanner sostuvo sus caderas y

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empujó, llenándola. Se hundió profundamente hasta las pelotas cuando Rain salía. Se
movieron juntos, los golpes perfectamente sincronizados, nunca dejándola vacía.

Trabajaron sus pollas dentro y fuera de ella, una onda sexy de un hombre
retirándose mientras el otro se deslizaba dentro de ella, siempre manteniéndola llena.
Se meció con sus movimientos, avisándolos que estaba lista para más, que
podría tomarlos con más fuerza, más profundo.

— Cálmate, Cait, — advirtió Tanner. Rain golpeó con la mano abierta sobre su
cadera, pero sólo sirvió para hacerla desear más.

— Maldita sea, fóllame. — La demanda no cambió nada salvo quizás el


perverso brillo en los ojos de Tanner. Hizo subir sus caderas, enviando su polla
profundamente dentro de su coño, jugando con su clítoris con cada golpe.

Durante un largo momento era demasiado, abrumando sus sentidos por lo que
todo lo que podía hacer era sentir. Poco a poco su cuerpo se despertó, no sólo al placer
que recibía, sino exigiéndolo. Levantó sus rodillas bajo su pecho, manteniendo a
Tanner en su coño y abriendo su culo a Rain.

Gemidos duros, bajos estallaron a su alrededor. Las pollas duras y calientes se


estrellaron contra ella, llenándola al mismo tiempo.

Ella gimió, atrapada dentro ellos.

— Sujétate, nena. — La voz de Rain la encerró en su lugar. — Te tenemos.

Oyó un sonido de maullido bajo y se dio cuenta que salió de ella. Se meció
entre ellos, tratando de sostenerlos a cada uno en su interior mientras la tensión se
acumulaba en su coño. Parte de ella quería avisarles que iba a correrse pero no podía
hablar.

Tanner se metió en ellas, deslizándose sobre su clítoris. El movimiento delicado


desencadenó su clímax. Durante un segundo jadeante, sintió como si todo dentro de
ella se concentrara, y luego estallara libre.

118
Su grito fue seguido instantes después por dos gemidos masculinos.

— Oh, joder. — Tanner se metió de golpe en ella, la fuerza enviándole duro y


profundo.

Rain gruñó y se deslizó de nuevo en su culo, un poco más suave, pero aún
profundo. Largos momentos pasaron mientras la follaban. Ella cerró los ojos y sólo
dejó que las sensaciones fluyeran a través de ella, músculos firmes, tensos, cuando
ambas trabajaban para correrse.

Tanner empujó en ella una vez más. Su cuerpo se tensó por debajo de ella y oyó
un gruñido cuando se corrió. Rain lo siguió unos momentos después, estrellándose en
su culo una última vez y manteniéndose allí cuando el orgasmo se apoderó de su
cuerpo.

Largos momentos pasaron sin que ninguno de ellos se movieran, el único


sonido eran las duras y pesadas respiraciones de cada uno de ellos.

Los músculos de Rain se estremecían mientras luchaba por mantenerse


derecho. Había pasado casi un año desde que había tenido sexo y ahora sabía en qué
músculos la terapia física no funcionó.

Liberó su polla ablandada del agujero trasero de Cait y se dio la vuelta, usando
el impulso para ponerse de pie. Se tambaleó hacia el baño, eliminando su condón y
limpiándose un poco antes de regresar.

Cait estaba de lado, su muslo atravesado sobre la cadera de Tanner, ese dulce
culo curvado inclinado hacia Rain. Tomó la toalla tibia que había llevado consigo y la
pasó entre las mejillas del culo de ella.

La sorpresa se movió a través del cuerpo de ella, pero después de un momento,


se relajó y lo dejó que la limpiara. Él llevó la toalla al baño, luego volvió, deteniéndose
en la puerta y mirando a las dos personas que había en la cama.

119
Se veían sexys juntos, el cabello oscuro de Cait fluyendo sobre el pecho de
Tanner mientras él se abrazaba a ella. El cuerpo desnudo de Tanner bronceado y
fuerte. Rain se frotó los dedos por la parte de atrás de su mano, sintiendo las cicatrices
que le quedaron. Eran menores comparadas con las de su hombro y espalda, pero eran
un rápido recordatorio de sus lesiones.

La camisa blanca que había llevado bajo su esmoquin todavía colgaba alrededor
de sus hombros.

La voz insegura dentro de él que se había desarrollado desde que el incendio se


burló de él, diciendo que Tanner era perfecto para Cait. Ya habían salido juntos. Él
sólo era el fácil tercero para su noche de sexo salvaje. Sólo debía contenerse por unos
minutos más. Se quedarían dormidos y podría escaparse.

Justo cuando el pensamiento se formó en su cabeza, Cait se inclinó hacia atrás


y lo miró, sus ojos somnolientos y satisfechos. Una pequeña sonrisa elevaba la
comisura de su boca.

— ¿Vienes a acostarte? Tengo la espalda fría. — Las palabras estaban un poco


amortiguadas, como si ella no tuviera control total sobre sus labios, como si el
agotamiento pesara sobre ella.

Demonios, la mujer había tenido por lo menos tres, tal vez cinco orgasmos esta
noche. Era un milagro que pudiera mantener sus ojos abiertos.

Tanner levantó las cejas, retando a Rain a irse. Mierda, su amigo era demasiado
malditamente intuitivo a veces.

La necesidad de formar parte del abrazo post-sexual, de no esconderse por sólo


una noche, lo atrajo hacia adelante. Mantuvo su camisa puesta. Sabía que se sentiría
demasiado consciente de sí mismo sin ella.

Retiró la manta y se metió debajo lentamente, deslizándose contra la espalda de


Cait, de ese atractivo culo que empujó hacia atrás sobre él, encontrando la curva
perfecta en su cuerpo. Él llegó a su alrededor y metió la mano entre sus piernas. Ella se

120
estremeció y sabía que tenía que estar sensible. Habían trabajado con fuerza esta
noche.

Sólo pasó unas caricias sobre los labios de su coño, la húmeda capa resbaladiza
recubriendo sus dedos.

Sacando su mano lejos, se relajó en la cama. Los ojos de Cait ya estaban


cerrados. Tanner la estaba mirando.

— ¿Estás bien? — Le preguntó en voz baja.

Rain asintió con la cabeza. Dejó un beso en el hombro de Cait antes de


permitirse reposar su cabeza en la almohada al lado de ella. La mano de Tanner se
deslizó alrededor de la cintura de Cait, el dorso de sus dedos rozando contra el
estómago de Rain. No tenía interés sexual en Tanner, pero extrañamente, el toque no
lo asustó. Si acaso, era un consuelo.

Una paz que no había notado que le faltaba cayó sobre él cuando el sueño lo
derribó.

121
Capítulo Ocho

Querido diario,

Adoro a Heather y a Tasha. En serio. Ellas no tienen el mejor don de la oportunidad en


el mundo, pero no podía pedir dos amigas mejores.

Cait se despertó, dolores extraños en su cuerpo, y una necesidad de orinar, la


arrastraron fuera de la cama. Una cama que sostenía a un hermoso hombre.

Eso significaba que el otro se había ido… o estaba en algún lugar de su casa.

Echó un vistazo al reloj. Casi las nueve. Habían estado despiertos hasta tarde.
Después de que la hubieran follado a la vez, se habían derrumbado en la cama,
demasiado cansados para moverse. Había esperado que saltaran de la cama y corrieran
hacia la puerta. Ninguno de los dos hombres parecían inclinados a moverse.

Hasta ahora.

Después de que terminó en el cuarto de baño, abrió la puerta de su habitación y


se escabulló fuera. La casa sonaba diferente. Eso significaba que Rain estaba abajo.

Miró a Tanner. Yacía de espaldas, con la boca abierta, roncando suavemente.


Él no iría a ninguna parte a corto plazo. Sonriendo, agarró su bata y se la puso.

Consciente de estar desnuda bajo ella, se ató el cinto apretado antes de llegar a
la parte inferior de las escaleras. Rain no estaba en la sala de estar. Eso dejaba a la
cocina.

Giró la esquina y no pudo detener la ráfaga de calor en su coño.

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Había oído el refrán que decía que “ninguna mujer dispararía a un hombre
mientras él estuviera lavando los platos”, pero nunca había pensado en las tareas
domésticas como algo particularmente sensual.

Hasta que vio a Rain haciéndolo.

Se había puesto de nuevo sus calzoncillos y su camisa, aunque esta estaba


abierta, revelando su pecho amplio, firme debajo. Ella apretó los dedos y se preguntó si
sería de mala educación atacar al hombre que parecía estar limpiando su cocina.

Naw, probablemente era el agradecimiento adecuado.

Justo cuando decidió que era una buena idea, su cabeza se ladeó a un lado y le
dirigió a ella una sonrisa suave.

— Buenos días.

— Buenos días. — Punto por el ataque. En cambio, anduvo a través delas


baldosas, su cuerpo atraído al suyo como si lo fuera por un imán. — Siento lo de los
platos. No me puse con ellos ayer.

Él negó con la cabeza.

— No hay problemas. No puedo cocinar en una cocina desordenada.

La palabra la detuvo en seco.

— ¿Cocinar? ¿Tú cocinas?

La tímida sonrisa se volvió un poco en una satisfecha.

— Tenía que hacer algo con mi tiempo. No se puede cenar fuera cada noche.

Giró su cuerpo hacia ella y Cait se sintió cómoda caminando entre sus brazos,
pasando su brazo alrededor de su espalda y subiéndose de puntillas. Él se inclinó y le
dio un rápido beso antes de retroceder.

— No tenía mi cepillo de dientes, — le anunció.

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— Ah.

Pero él no la soltó. Se acomodó contra él. Rain colocó la sartén en la cocina y


alcanzó el cinto de la bata. Con un rápido tirón, estaba abierta.

Deslizó su mano bajo la felpa y la pasó alrededor de su cintura, atrayéndola a


él. Sus pechos desnudos chocaron contra su pecho, los pezones presionando en picos
apretados cuando él alcanzó abajo y agarró su culo, en un sutil apretón.

— ¿Estás dolorida, nena? — Ese profundo tono seductor que la tentó anoche, le
hizo que el clítoris le doliera y ella apretó adelante. — No tanto para que no
pudiéramos volver a tenerte, ¿eh?

Cautivada por la sensación de la mano en su culo, sus pechos burlados por los
suaves pelos del pecho de él y el sólido muslo duro entre sus piernas, Cait sólo pudo
asentir.

Ella retiró la manga izquierda de su camisa, exponiendo la piel marcada por las
llamas.

Rain se tensó, su mano apretó en su culo, tensando la línea de su mandíbula.


Ella tragó y clavó su mirada en la de él.

— Quiero verte.

Rain se detuvo, con los ojos chasqueando hacia el suelo, pero Cait se mantuvo
estable.

— No es bonito, — le advirtió.

— Eres tú, — ella respondió.

Rain vaciló un suspiro más, luego retiró el borde de su camisa hacia atrás,
dejando al descubierto la piel brillante, tensa de su hombro.

Cait jadeó cuando vio las cicatrices, ¿cómo no iba a hacerlo?

124
— ¿Te duele? — Le preguntó, inclinándose adelante y dándole un beso en el
borde de las cicatrices. Antes de que pudiera contestarle, tiró de la manga de la camisa
lejos, dejando colgar el puño en su espalda. Susurró otro beso a través de la piel
devastada. — ¿Puedes sentir esto?

— Joder, se siente mejor ahora mismo de lo que lo ha hecho desde el principio.

Cait sonrió y levantó su mano izquierda en la suya.

— Pequeña ten cuidado. — Los músculos de su mandíbula se tensaron. — No


funciona de la manera que solía hacer.

Levantó los dedos rígidos contra su pecho, dirigiendo su dorso a través de su


pezón. El pico se apretó con más fuerza. Su apretón desapareció mientras seguía
rozando a través de su pezón.

La otra mano que sostenía su culo la acercó más, moviéndola para que sintiera
el borde duro de su polla a través de sus boxers.

— Joder, estás poniéndote mojada, — susurró, presionando besos en su oído.


— Pedo sentirte a través de mis calzoncillos. Tan caliente, resbaladiza y…

El timbre resonó a través de su cerebro mareado y Cait parpadeó, girando sólo


lo subiente para ver la cara de Rain, y asegurarse que él lo oyó también, pero no lo
suficiente como para perder las seductoras caricias.

— ¿Esperas a alguien? — La besó, luego mordisqueó su cuello, fácilmente


separando su atención del timbre.

— No. — Ella arqueó la espalda y se giró sólo un poco, guiando su mano


herida alrededor para ahuecar su pecho.

— Maldita sea, nena. — Él le mordió el lóbulo de la oreja. — Puede que no sea


capaz de disparar un arma con ella aún, pero ciertamente pudo sentir ese hermoso
montículo en mi mano.

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Su pulgar se movió a través de su pezón, manteniendo apretado y duro el tenso
pico. Él apretó la rodilla contra su clítoris y el timbre de la puerta se desvaneció en un
recuerdo.

Hasta que los golpes comenzaron.

Cait gimió y luego suspiró.

— No se van.

— ¿Quieres que vaya yo? — Ofreció Rain, su barbilla levantándose como si


fuera a decirle que era más que capaz de hacer frente al desafío.

— Lo tengo, — dijo con una sonrisa. — Pero no te enfríes antes de que yo


vuelva.

— Nena, de ninguna jodida manera pasará eso. — Él la atrajo hacia así para un
beso más, luego la despidió con un golpe en su ya dolorido culo. Ella gritó, saltando
hacia adelante.

El aguijón le recordó la noche anterior y las malvadas cosas que le habían


hecho a su cuerpo.

Y la malvada cosa que había dejado en su cocina. Maldita sea, el que estaba al
otro lado de esta puerta sería mejor que tuviera una buena razón para la interrupción.

Se asomó por la mirilla y gimió.

Tasha y Heather.

Tasha golpeó sus nudillos contra la puerta una vez más antes de alcanzar y
apretar el timbre de la puerta. El timbrazo resonó en la casa y Cait hizo una mueca.

— Vas a abollar su puerta si sigues golpeando así. — Dijo Heather. — ¿Has


considerado la idea de que ella podría no estar en casa?

— Su coche está aquí. — Tasha no dejó de llamar.

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Cait afirmó los hombros hacia atrás y abrió la puerta.

— ¿Qué?

— Ves, te dije que estaba aquí, — dijo Tasha, mientras se empujaba dentro.
Cait saltó fuera del camino. Heather la siguió un poco más despacio, mirando la
espalda de su tía todo el tiempo. — ¿Dónde está el vestido de novia?

Tanto Tasha y Heather miraron su cuerpo cubierto por la bata como si


esperaran que ella todavía lo llevara.

— Uh, iba a limpiarlo y devolvértelo. — Después de la noche que había tenido,


no estaba segura de lo que podría haber terminado en ese vestido.

— No lo llevas puesto, — acusó Tasha.

Heather golpeó el brazo de su tía.

— Ves.

— No, no lo llevo. — Cait tomó un rápido aliento, intentando averiguar cómo


echar a sus amigas antes de que vieran a Rain. O a Tanner. No es que estuviera
avergonzada, pero en realidad, ¿cómo explicaría dos hombres en su casa, en su cama?
No había resuelto completamente todo eso en su mente. De ninguna forma lo podría
explicar a sus amigas. — La fiesta fue anoche. Escuchen…

— ¿Cómo conseguiste quitarte el vestido? — Exigió Tasha.

— ¿Qué?

— ¿Vas a parar? — Heather espetó a Tasha. — Es obvio que tu…

Un sonido metálico seco en la cocina, sonó como si una cazuela golpeara con
otra cazuela, hizo callar la habitación.

— No estás sola, — jadeó Heather. Sus ojos se abrieron ampliamente y su boca


colgó abierta, pero no había ningún rencor en su tono. — Maldita sea, lo hizo.

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— Lo sabía, — añadió Tasha.

— Por favor…

Nunca consiguió una oportunidad para pedirle que ellas olvidaran que habían oído el
ruido. Sus ojos se abrieron aún más y contemplaron la entrada de la cocina.

— Oh, ñam, — Anunció Heather.

Tasha solo parpadeó.

Cait se giró. Oh, ñam era la evaluación perfecta. Rain estaba a la entrada.

— Perdón por la interrupción, pero pensé que no era un secreto. — Rain entró
en la habitación, con un paño de cocina en sus manos. — Soy Rain.

Se acercó y se detuvo al lado de Cait tomando su lugar como si realmente


fueran una pareja.

— Claro. — Cait recobro la compostura. — Rain, estas son mis amigas, Tasha
y Heather. Tomé prestado el vestido de novia de Tasha.

Rain saludó con la cabeza y apretó sus labios en una lenta consideración.

— Bueno, tengo que agradecerte dejarle tu ropa. — Un tono bajo sexual


invadió su voz y frotó su mano arriba y abajo por la cadera de Cait. — Eso alegró mi
noche.

— ¿Por qué? — Preguntó Heather, una pesada sospecha en su voz.

Cait hizo rodar sus ojos.

— Hay un serio defecto de diseño en ese vestido. — Dejaría las cosas así y lo
explicaría más tarde, cuando Rain no estuviera de pie justo a su lado. Y cuando ella no
se viera como si hubiera pasado la noche en un puro libertinaje.

Pero Heather y Tasha prácticamente se inclinaron adelante, visualmente


exigiendo una explicación.

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Se encogió de hombros, no queriendo hacer un gran asunto de ello. Habían sido
lo suficientemente amables para prestarle el vestido. No quería criticar.

— El elástico parece tener un problema. Se caía constantemente. — No había


necesidad de decir toda la verdad.

Salvo que Rain se rio.

Ella le lanzó una mirada fulminante.

— Está bien, así que el vestido se cayó en realidad. Un par de veces.

En lugar de las risas tontas que esperaba, Tasha golpeó el brazo de Heather.

— ¿Lo ves?

Heather sólo la fulminó con la mirada a cambio, el aspecto testarudo en su cara


le dijo a Cait que había más en la historia.

— ¿Qué está pasando?

— Ella piensa que el vestido está maldito, — anunció Heather.

— ¿Qué?

Tasha golpeó el brazo de Heather otra vez.

— No es nada, — insistió Tasha. Miró a Rain y de nuevo a Cait. — Te


contaremos al respecto des… — Sus ojos se ensancharon otra vez, sólo que esta vez
miraba en la dirección opuesta, — …pués.

Un segundo más tarde, Heather jadeó.

Sabiendo lo que iba a encontrar, Cait se volvió y vio a Tanner caminando


penosamente por las escaleras, con el pelo revuelto, sus calzoncillos colgando bajos en
sus caderas y con una mano frotándose los ojos.

— Maldita sea, nena, ¿qué es todo ese ruido? Yo…

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Parpadeó y miró la pequeña multitud que había en la habitación.

— Guau. Lo siento. No sabía que teníamos invitados.

Tasha miró a Tanner y luego su mirada fue a Rain. Y luego de nuevo a Tanner.

— Pero esto no es posible. — Sus ojos abiertos de par en par, miró a Cait. — Se
supone que sólo debe ser uno.

— ¡Tasha! — Heather agarró el brazo de su tía. Devolviéndole una tensa


sonrisa a Cait. — Tenemos que irnos.

— No, no me importa si ella duerme con ambos, — refunfuñó Tasha mientras


Heather la arrastraba hacia la puerta. — Pero el vestido sólo funciona con un hombre.

Heather abrió la puerta y prácticamente empujó a Tasha.

— Hablaremos más tarde. — Sus ojos saltaron entre los dos hombres, y luego
de vuelta a Cait. — Porque definitivamente yo quiero detalles.

Cait abrió la boca, pensando en detenerlas. ¿Qué era eso de que el vestido que
sólo funcionaba con un hombre? ¿Qué maldición?

— Bueno, al menos la primera reunión incómoda acabó, — Rain arrastró las


palabras. — ¿Hambrientos? — Se dio la vuelta y se dirigió a la cocina. Los sonidos de
cacerolas golpeando y puertas abriéndose y cerrándose le dijeron que realmente iba a
preparar el desayuno.

Tanner se acercó a Cait.

— ¿Quiénes eran esas mujeres?

— Mis mejores amigas.

— Y ahora saben que estás durmiendo con dos hombres.

Estás durmiendo. Presente. No, dormiste con dos tipos anoche. ¿Significaba eso que
esperaba más de una noche? ¿Lo hacía Rain? ¿Lo hacía ella?

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El concepto nunca se le había ocurrido a ella. Incluso en sus fantasías se había
imaginado una noche malvada, un sexo que pateara fuera sus bragas. Nunca una
repetición.

Pero tenía potencial.

Se encogió de hombros débilmente y miró a Tanner.

— Pero la gran pregunta es… — Tanner suspiró. — ¿Siempre tienes tanta


energía un domingo por la mañana? —Envolvió sus brazos alrededor de ella y la atrajo
contra su cuerpo. — Porque yo soy en realidad un tipo que le va más quedarse en la
cama la mayor parte de la mañana y abrazar.

— ¿Abrazar? ¿Tú?

Él se echó hacia atrás, pero no la liberó.

— Hey, me gusta abrazar.

El brillo en sus ojos, todavía hambrientos, pero llenos de una emoción diferente
también, le dieron confianza.

— Bueno, tendré que averiguarlo por mí misma.

Rain entró en la sala de estar.

Los labios de Tanner se estiraron en una amplia sonrisa.

— Realmente no tengo tanta hambre.

— Yo tampoco, — Cait estuvo de acuerdo, su voz sin aliento, el dolor


regresando a su coño.

Rain tiró el paño de cocina en el sofá y le agarró la mano.

— Vamos, nena. Seguramente hay algo arriba que podamos usar para atarte.

Ella chilló y siguió a sus dos amantes arriba.

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Epílogo

Querido diario,

Qué noche…

Cait cruzó sus manos juntas en un esfuerzo para no estrangular a las dos
mujeres a las que consideró sus mejores amigas.

— No entiendo, — dijo de nuevo.

— Tasha piensa que el vestido está maldito, — anunció Heather.

— Lo está. — Tasha fulminó con la mirada a su sobrina, y luego se volvió


hacia Cait. — Así pues, trata de recordar de quién estabas cerca cuando el vestido
cayó. ¿Era el hombre a medio vestir de la cocina?

— Rain. — Suministró el nombre.

— De acuerdo. ¿O del tipo casi desnudo que bajó las escaleras?

— Tanner.

Tasha dejó de lado el nombre.

— El que sea. Uno de ellos tiene que ser tu amor verdadero.

— Pero ambos estaban allí, — ella protestó.

Tasha sacudió la cabeza y suspiró.

— No. El otro podría haber aprovechado la situación, pero sólo uno de ellos
causó que el vestido se cayera.

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Cait alzó la vista a sus amigas. La mirada absorta de Tasha hizo que pusiera
una mueca. Echó un vistazo a Heather. Rodó sus ojos y sacudió la cabeza. Claramente
una incrédula.

Excepto que el vestido se había caído de ella.

Cerca de Rain.

Y de Tanner.

Rebobinó de nuevo a través de su memoria. La primera vez que había estado en


el guardarropa con Rain.

Pero entonces el vestido también se había caído cuando estaba en el pasillo


trasero con Tanner. Y en el ascensor.

El calor aumentó en su coño cuando los recuerdos de la noche se apoderaron de


su cuerpo. Dos hombres fuertes, hermosos, duros y listos para ella. Listos para follarla.
Juntos.

En el mes pasado desde la fiesta, se habían estado afianzado lentamente como


una unidad: coincidiendo horarios, tratando con los celos menores. Los mejores
momentos fueron cuando estaban todos juntos.

Era como si los dos hombres no pudieran conseguir lo suficiente de ella.

Y vaya si su cuerpo no había cobrado vida por ellos. Tanto por no salir nunca
con otro policía. Ahora estaba saliendo con dos. ¿Cómo diablos pasó esto?

La pregunta había estallado en su mente de forma regular en las últimas cuatro


semanas, pero, ¿qué podía decir? Era feliz.

Y extrañamente, ningún hombre parecía inclinado a irse. En todo caso,


compitieron para impresionarla. Sexualmente y de otras maneras. Rain era un maestro
en los azotes, follando y cocinando. Tanner podía comer su coño si fuera el segundo
advenimiento y le encantaba hacer reparaciones en su casa y las de su coche.

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Toda su vida parecía moverse en una dirección uniforme. ¿Y Tasha quería que
ella eligiera?

— Ambos.

Tasha cruzó sus brazos sobre su pecho, apretó los labios y negó con la cabeza.

— No pueden ser los dos. Uno de ellos hizo que el vestido se cayera.

Cait no estaba segura de creer en toda la cosa entera del “vestido maldito”, pero
estaba dispuesta a aceptar.

Se encogió de hombros.

— No sé qué decirte. Pasó con ambos hombres. En un instante llevaba el


vestido y al siguiente estaba allí simplemente con unas bragas carmesíes.

— ¿Carmesí? — Heather ladeó la cabeza a un lado.

— Es un tono muy específico y me encanta. Ahora… — Se levantó. — Por


tanto que me gustaría jugar a Nancy Drew y ayudarte a solucionar El Misterio del
Vestido de Novia Maldito, tengo que irme.

— Tienes una cita. — Los ojos de Heather se iluminaron.

— Sí, la tengo. — No pudo evitar sentirse un poco petulante. Tenía dos


hombres atractivos ardientes esperando por ella.

— ¿Con cuál? — Preguntó Tasha, desafiándola a elegir uno.

Se encogió de hombros.

— Con los dos.

— No, eso no funcionará. Tú…

Cait saludó mientras se dirigía hacia la puerta. A pesar de la insistencia de


Tasha en que sólo uno de los dos hombres era su “amor verdadero”, nunca podría
elegir entre ellos. Eran diferentes y maravillosos a su manera.

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Cada uno de ellos la hizo querer arrancarse el pelo a veces, pero eso era de
esperar.

Heather la había recogido en el trabajo, y Rain y Tanner vendrían por ella.


Salió a la calle y vio en la entrada la camioneta de Tanner llegar. Este estaba sentado
detrás del volante, Rain en el asiento del pasajero.

Abrió la puerta y entró, dejando el asiento entre ellos vacío.

El líquido inundó su coño.

Sabía lo que pasaría en el momento en que entrara en la camioneta. Su falda se


levantaría y Rain podría ordenarle que extendiera las piernas.

Las bragas que llevaba bajo su ropa no tenían ninguna esperanza. Por suerte,
Rain y Tanner habían descubierto su preferencia por la ropa interior de este tono en
particular y la habían abastecido.

Sabía que antes de que la noche terminara, sus bragas carmesíes serían tostadas.

Fin

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