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Gobierno debe priorizar la revalorización de

los pueblos indígenas y la lucha contra la


minería ilegal
Las actividades mineras ilícitas no solo amenazan al medio ambiente
sino que están desarticulando la identidad indígena de Madre de Dios.
Mineros ilegales depredan bosques y contaminan ríos de la zona.

Visitar Madre de Dios nos acerca a un pueblo golpeado a veces por la


naturaleza y siempre por gente que trata de aprovecharse de sus recursos y
de su buena voluntad, pero a pesar de ello, en Madre de Dios también
encontramos un pueblo fuerte y expectante, que aun quiere creer en que el
gobierno puede ayudarlos a lograr sus objetivos de crecer de manera
sostenida.

Revalorizar los pueblos indígenas y formalizar la minería, son dos aspectos


fundamentales que debe trabajar el gobierno, el éxito en ello, será el
termómetro que permitirá medir su compromiso y eficiencia.

En Madre de Dios 10 comunidades de la Reserva Comunal de Amarakaeri


sufren los embates de la minería ilegal. Sus habitantes, que son un poco más
de 400, viven en medio de un panorama desolador y son amenazados por el
olvido, la violencia y la contaminación.

Pero eso no es lo único. Un reciente reporte emitido por el Instituto Nacional


de Estadística e Informática (INEI) indica que el Producto Bruto Interno
(PBI) de Madre de Dios había disminuido un 9,2% en el 2017. Una de las
peores caídas porcentuales en todo el país. La desaceleración económica ha
golpeado duramente al país en los últimos meses –y años– y la región
limítrofe con Brasil no ha sido la excepción.

La principal actividad minera de Madre de Dios es la minería. Esta


constituye el 41% del Producto Bruto Interno regional. El departamento
produce el 11% del oro del país, seguido de regiones como Cajamarca y La
Libertad. Lamentablemente, Madre de Dios es una zona azotada por la
minería ilegal.

La verdadera dimensión de la minería ilegal en Madre de Dios escapa al


registro de las estadísticas oficiales y causa distorsiones en los mercados. Las
acciones que el Estado ha tomado desde el 2012 para la formalización minera
no han dado los resultados esperados y han originado una migración masiva
a la región para la extracción del oro de manera ilícita.

Todavía peor es el daño al medio ambiente que ha generado la minería ilegal


en la golpeada Madre de Dios. Hasta el momento se han perdido 460
hectáreas de bosque en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional
de Tambopata, un territorio que debería actuar como un cinturón protector
de la zona, y que tiene uno de los espacios geográficos más biodiversos del
mundo.

En otras palabras, lo que la minería ilegal ha hecho en Madre de Dios se


podría comparar de una simple manera: el área destruida equivale a la mitad
de superficie del distrito de Miraflores, en un territorio de cauces
carcomidos, árboles muertos y lagunas afectadas con mercurio y otros
químicos utilizados para obtener el oro.

Esto salta a la vista en un negocio que es más rentable, inclusive, que el


narcotráfico. Mientras que un kilo de clorhidrato de cocaína puede llegar a
costar US$2 mil en el mercado negro, un kilo de oro extraído de manera
ilegal puede bordear los US$25 mil.

¿Qué es lo que debería hacer el Estado para enfrentar de manera exitosa a la


minería ilegal en Madre de Dios? Para empezar, debería haber un trabajo
coherente y articulado entre todos los actores involucrados (desde la esfera
más alta del poder hasta los gobiernos regionales y locales). De esta manera
habría una mayor presencia y llegada en las zonas donde se ubican estas
actividades al margen de la ley.

Por otro lado, es vital generar expectativas de crecimiento para motivar a los
pequeños mineros y mineros artesanales a formalizarse, esto con el acceso a
fuentes de financiamiento y asesoramiento en temas de gestión ambiental
responsable.

Se necesita también –y resulta de imperiosa necesidad– con un eje


articulador en la formalización minera, como lo hacía la oficina del Alto
Comisionado encargado de las operaciones en contra de la minería ilegal.
Además, es necesario realizar constantes interdicciones coordinadas con el
Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) y el Organismo de
Supervisión de los Recursos Forestales (Osinfor) y encabezar la lucha contra
los problemas sociales que trae consigo la actividad minera ilegal.

FUENTE: REVISTA “TIEMPO MINERO”

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