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Editorial No.

EL “CENTRISMO” ES PARTE DEL PROBLEMA

Se equivoca quien dice que la elección del domingo 17 es una buena noticia para Colombia. Una buena
noticia sería lograr un cambio de sistema político, para tener un régimen de gobierno limitado, sin el
estatismo, ni sus hijos dilectos, clientelismo y corrupción; tener amplias libertades en economía, sin
mercantilismo y sus privilegios oligopolistas y oligárquicos, sin altísimos impuestos, ni las regulaciones
caprichosas; y con amplias garantías para la propiedad privada, en lugar de “distribucionismo”: robarle
al rico para supuestamente darle al pobre...

No es buena noticia el continuismo en estos vicios; tenemos un nuevo Presidente y pronto un nuevo
Gobierno; pero con el mismo viejo sistema, caduco y agotado, exhausto, sin perspectiva de cambio.
Buena noticia sería tener un Presidente que promueva los pilares del liberalismo clásico: gobierno
limitado, mercados libres y propiedad privada; y con mayoría en el Congreso, y en tribunales, en la
prensa, opinión pública y esferas privadas. Sin esas condiciones, en Colombia nada va a mejorar.

En Colombia, como en América Latina, los problemas de fondo no se resuelven. Se arrastran desde
hace muchísimos años, y se hacen viejos. Y lo peor: ven crecer a sus hijos, los problemas derivados, de
segunda, tercera y hasta cuarta generación, que llaman nuestra atención inmediata, y por eso en ellos
nos enfocamos casi exclusivamente, y nos distraen, sin dejarnos percibir a sus padres y sus abuelos:
los graves problemas de fondo, que siguen vivos, pero ocultos tras la espesa y enredada jungla de
problemas derivados, y sus síntomas más salientes y dolorosos.

Para colmo de males, en Colombia, como en América Latina, tenemos el peligro del “Foro de Sao
Paulo”, con su cohorte de partidos, jefes y jefezuelos, de grupos, movimientos y “organizaciones
sociales” destructivas, tales como las bandas criminales FARC y ELN, y los que apoyan a Gustavo
Petro, quien obtuvo más de 8 millones de votos, y pasa a ser indiscutido jefe de la oposición.

Los foropaulistas en la oposición se vuelven más feroces y potentes, porque tienen las manos libres,
sin las responsabilidades de ser Gobierno; no tiene que hacer políticas públicas no tan destructivas.
Se hacen completamente irresponsables; con un agravante: se enfrentan a gobiernos “centristas”,
como por ejemplo fue en Perú el de Pedro Pablo Kuckzynski, ya defenestrado, y son en Argentina,
Brasil y Chile, los acosados gobiernos de Mauricio Macri, Michel Temer y Sebastián Piñera.

Los gobiernos del “centro”, como será el de Iván Duque, no tienen la voluntad ni la capacidad ni la
fuerza para hacer las reformas de fondo, que acaben con los problemas de fondo, y por ende con sus
secuelas. Tienen las manos atadas. Por eso la izquierda dura, desde la oposición, juega con ellos antes
de atraparlos y matarlos, “como juega el gato maula con el mísero ratón”, según la letra inmortal del
tango “Mano a mano”, de Carlos Gardel.

Porque la izquierda neta y dura es sólo una parte del problema. La otra parte es el “centrismo”. Un
Presidente "centrista" va camino al pronto fracaso, y de esos fracasos la izquierda se alimenta, se
nutre y sigue avanzando y arrollando. ¿Por qué? Porque los “centristas” no son diques de contención
eficaces para ponerle freno.

¿Por qué el “centrismo” perdura, siendo en muchos países apenas la antesala de los gobiernos
foropaulistas? Porque el “centrismo” juega el rol de “mal menor”. Petro, como en México el señor
López Obrador, son como el “cuco”, para asustar al electorado con el espectro de “Venezuela”, y así
hacerle votar por el “menos malo”. Así va Latinoamérica, en el atraso, el subdesarrollo, la pobreza, el
estancamiento y el status quo. Por ahora, “es lo que hay”. Más adelante, con tu apoyo, nuestro
Movimiento Cinco Reformas va a crecer, y las cosas van a cambiar; si Dios quiere, para bien.

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