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El discurso actual de nuestra sociedad es contrario a cualquier esfuerzo.

El ansia de
recompensa inmediata que tienen las personas, los mueve a querer cosechar lo que
aún no han sembrado, y esto afecta, desde un pensamiento estrictamente personal, las
instituciones educativas, por sobre todo el nivel secundario. Desde aquí se debe
pretender formar una persona que pueda reflexionar, criticar y construir sobre la
realidad en la que se encuentra. Criticar es preguntarse por lo establecido, lo conocido
y lo aprendido. Por ello se debe comenzar desde muy temprano a practicar este
pensamiento. A través de la reflexión y el dialogo con sus maestros y compañeros.
También debe existir el interés de los padres en esta tarea, y se deben establecer
mecanismos que permitan involucrarlos en este proceso.

Es fundamental que las personas que están a cargo de la enseñanza sean la parte más
importante de este proceso. El rol del docente debe adoptar diferentes perspectivas de
las situaciones que se presenten y dar la confianza necesaria para poder adoptar los
roles que se pretenden, y no únicamente como maestro. El trabajo de manera grupal,
es quizá, uno de los métodos para fomentar ésta comunicación entre el docente y sus
alumnos. Se debe enseñar a explotar el trabajo colectivo, ya que resulta interesante
conocer lo que piensan los demás, así como también compartir conocimientos. Esto
consigue resultados más óptimos.

Para finalizar, creo que se debería de hacer una revolución educativa; no sólo en las
escuelas, sino también fuera de ellas. Para opacar el ruido de los medios de
comunicación, cuales ofrecen soluciones inmediatas a problemas que no lo son. Se
tiene que sembrar el pensamiento de que esforzarse sirve para algo, que continuar con
una carrera sirve para algo. Si logramos instaurar la idea de que el esfuerzo es más
recompensado que “la viveza” entonces a lo mejor se comienza a prestar más
atención.

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