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Análisis de obra: Una Primavera

Bailarina: Cecilia Priotto


Dirección: Ezequiel Rodríguez
Escenografía e iluminación: Rafael Rodríguez
Diseño gráfico: Juliana Manarino Tachella
Asistencia técnica: Leonela García
Producción: Lucila Mazzini

Asistimos a la función de “Una Primavera” en día 14 de abril, realizada en la sala que lleva por
nombre “Quinto Deva”, terminamos viendo esta obra a la fuerza ya que la obra elegida para
analizar en cuestión era “Clase”, por ende, coarto nuestra intención de ir a ver una obra provista
de palabra. Según el programa señalaba que era un solo de danza
Al momento de ingresar a la sala uno puede ver un espacio delimitado por un cuadrante de
cinco por cuatro metros de color negro y muchas marcas de polvo, sobre las vértices se
advierten unas barras en horizontal iluminadas tenuemente que formaban sombras en el piso,
además un parlante que estaba ubicado en la esquina superior izquierda.
El cuerpo en la escena es uno de los grandes ejes temáticos que recorren el teatro y la danza en
la actualidad. Así hoy la discusión en torno al cuerpo y sus significaciones marcan un quiebre
respecto a los antiguos paradigmas en el cual el cuerpo se hallaba sujeto a la representación.
Con la ruptura de este modelo, el cuerpo y su representación sufren una revalorización escénica
y estética que lo sitúan más allá de su mera materialidad
Tomando las palabras de Baiocchi y Pannek en el libro de Tanteatro:
“en su fase moderna, la danza abandonaba el direccionamiento narrativa, y la danza
postmoderna se despedía del gesto y la emoción psicológica. En el escenario postdramatico, la
danza no plantea un sentido, actúa y articula energía”
Es un claro avance del lenguaje de la danza en nuestro tiempo, el dinamismo con el que la
perfomer se mueve en el espacio no alude a una función psicológica del gesto (en término de
interpretar algo), ni tampoco hacia lo narrativo, siguiendo con Baiocchi y Pannek:
“el cuerpo de la danza se sitúa como cuerpo del gesto, entendido como potencia que no se
vuelve acto”
Visto de este modo podemos comprender el cuerpo como un portador de significados por sí
mismo y no ya como un mero vehículo al servicio de significados predeterminados con
antelación por un texto. Así lo performativo y la danza como movimiento expresivo se pone en
relieve para vaciar a la representación de contenido del tipo ilustrativo de la realidad.
El cuadrante hecho de un material para amortiguar al cuerpo, pareciera ser que este solo alude a
una función práctica, pero el cruce de los elementos escenográficos sumado a los movimientos
de la intérprete lo desplazan hacia la constitución signica dentro del espacio escénico.
Llegamos a esta conclusión valiéndonos del principio de artificializacion señalado por Marcos
De Marinis:
“A este principio se refieren los procedimientos mediante los cuales la escena artificializa
(semiotiza), la adjudicarle una función significativa, todo tipo de elementos, incluyendo los
reales, (los objetos de verdad) o no producidos intencionalmente. “Todo lo que está en escena es
un signo”
Las sombras de las barras a los costados formaban líneas de tipo horizontal, vertical, oblicuo,
formando una imagen irregular sobre la superficie, aludiendo a una clara fragmentación.
La obra propone un dialogo con la obra musical La Conmemoración de la Primavera (The Rite
of Spring) compuesta por Igor Stravinski músico de origen ruso. En 1913, originalmente su
función estética fue servir al dialogo del hegemónico sistema del ballet.
El equipo de “Una primavera” parte de esta premisa y recurren a ciertas técnicas directamente
relacionadas a la danza, para ponerle un acento propio, es decir, crean su propio sistema de
signos valiéndose de la acción, tensión, detenciones, silencios, repeticiones, variaciones,
sonidos, respiración, el error, imágenes, metáfora, retardación; se desarrolla en un espacio
escenografíco despojado de materiales. Todo esto crea una constante, así el dialogo está dado
por una no forma, consecuencia de la asimetría, entre lo que uno ve y escucha, ya que la música
como constante nos remite al mundo de la forma en su estado más puro, podríamos hablar
también de una comunicación a través de las tensiones entre las materialidades, es decir, la
instauración de una nueva forma de interpretar producto de la visión del que especta, provoca el
cierre de ese contrato invisible que se firmó desde el momento que decidimos ver esta obra. Es
un colmataje de los campos de la expectativa
El sistema de representación se compone por oposiciones entre la materialidad que parecieran
pertenecer a otros campos artísticos, apropiándose y transformándolo en un producto propio.
Como sugiere Dubatti en Filosofía del Teatro, “es posible trabajar con campos de tensión,
vaivenes cruces y periferias del lenguaje entre en arte y la vida y entre las diversas artes”
A continuación un esquema de esta hipótesis:

Performer

Espectador Iluminación
Música

Espacio

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