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James de la Torre - 20170274

AVANCE 1
Tema delimitado: El acercamiento de la juventud peruana a la participación en el
terreno político de nuestro país actualmente.

Postura: Los jóvenes peruanos deberían interesarse, involucrase y participar


activamente en los asuntos de política nacional.

Esquema argumentativo:

Razón: La juventud es una etapa de la vida propicia para participar y desenvolverse en


el ámbito político.

Respaldo 1: La juventud supone rasgos, como la energía, la fuerza, la vitalidad y la


resistencia, ideales para afrontar las responsabilidades que implica asumir cargo alguno
de representación.

Respaldo 2: Durante la juventud, se desarrollan, de mejor manera, las habilidades


blandas (comunicación, liderazgo, trabajo en equipo), técnicas e intelectuales que antes
solo se encontraban en potencia.

Redacción del argumento:

Vivimos en un país en el que la corrupción ataca y corroe, en el que la pobreza, la


inequidad y la exclusión social son pan de todos los días, en el que solo el 37.4% de
jóvenes asisten a un colegio, en el que solo el 11.6% de jóvenes cuenta con un seguro de
salud, en el que el solo 14.4% tiene un empleo digno mientras que el 60% trabaja
informalmente como mano de obra esclava y el porcentaje de desempleados restante, en
muchos casos, recurre a la delincuencia para subsistir. En otras palabras, vivimos en un
país en el que los viejos políticos han fracasado y en el que, aun peor, los jóvenes, a
quienes afecta directamente este mal manejo del país, son apáticos a estos asuntos e
incluso, están orgullosos de serlo. Este distanciamiento de la arena política es explicado
por Rottenbacher cuando sostiene la idea de que el protagonismo juvenil se perdió a raíz
de las medidas que implemento Alberto Fujimori durante su régimen; así, Rottenbacher
señala que para despolitizar a la sociedad, no fue tan necesaria la represión autoritaria,
que fue, más bien, el nuevo modelo económico (el neoliberalismo junto con un shock
estabilizador inicial, la apertura del país a la inversión extranjera, la privatización de

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empresas públicas y un discurso tecnocrático), “el que llevaría a la prosperidad”, el que


conduciría, a través del individualismo, a una apatía de la población con respecto a los
temas de interés público: “La gente progresivamente se incorporó a un sistema de
movilidad individualista basado en un mercado de trabajo “libre”, en reemplazo de un
procedimiento basado en la capacidad de presión política sobre el Estado […] los
organismos intermedios quedaron sin sentido, pues el orden autoritario eliminaba su
función tradicional […], privilegiando en cambio la integración social vía mercado de
trabajo y consumo” (Rottenbacher 2010: 6). A raíz de esto, más de veinticinco años
después, la juventud en su mayoría no cuenta con incentivos para actuar en el plano
político de nuestro país, menos aún desde algún partido político debido al desprestigio y
a la pérdida de legitimidad que sufrieron durante los años noventa. Es por eso que el
presente ensayo trata sobre la actualidad de los jóvenes peruanos y su relación con el
ámbito político nacional, haciendo énfasis en la política partidaria.

A partir de esto, defendemos la idea de que los jóvenes peruanos deberían interesarse,
involucrase y participar activamente en los asuntos públicos a pesar de que somos
conscientes del individualismo propio de la época. Para lograr este fin, ofrecemos tres
razones de distinta índole: en primer lugar,

Cambiando de tópico, podemos señalar que una de las críticas más fuertes hacia la
participación política juvenil en el Perú es la formulada por el sociólogo Sandro
Venturo en su ensayo “Contrajuventud”. En este, Venturo sostiene que “la juventud es
una realidad social y cultural que se define por ser transitoria, efímera e inestable, que
forma parte de una dinámica social en permanente cambio, sobre todo en países como el
nuestro, con instituciones inestables y una democracia precaria” (2001: 13). En otras
palabras, Venturo sugiere que, por esta definición de “juventud”, los jóvenes (“actores
vulnerables, conflictivos y violentos”) deben estar siempre subordinados y que no

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deberían tener presencia en instancias donde se tomen decisiones relevantes para el país
e incluso da a entender que estos jóvenes solo son parte de la agenda de los partidos
políticos durante campañas electorales con el único fin de que capten votos pero que de
allá en más, “la juventud en política juega como mantequilla” (Venturo 2001: 13) En el
presente ensayo consideramos estas ideas como rebatibles dado que, en primer lugar y
siguiendo la tesis de Jave y Uchuypoma, no se puede caer en la simpleza de calificar a
los jóvenes como una categoría política que solo analice sus implicancias desde lo
normativo y que se construya a partir de una mirada prejuiciosa sobre la identidad de los
jóvenes, como un grupo homogéneo tanto en intereses, necesidades y demandas (2013:
31). Es por eso que consideramos que es preferible entender a la juventud como “un
paso, un estado pasajero, inacabado, un proceso de formación […] sabiendo que lo
juvenil porta significados como energía, fuerza y resistencia. Se produce así una
aparente paradoja pues, por un lado, la juventud está en formación, pero al mismo
tiempo es una fuerza que se define socialmente” (Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo 2012: 6). Siguiendo la primera parte de esta premisa, es importante
subrayar que la juventud debe ser vista no como un periodo de la vida igual o estándar
para todos, sino como uno con matices distintos; esto, a causa de que es, justamente, un
proceso formativo. No obstante, tal como señala la investigación del PNUD, la juventud
supone energía, fuerza y resistencia, propiedades ideales para afrontar las
responsabilidades que implica asumir algún cargo político; en otros términos, la
vitalidad propia de la juventud es propicia para desenvolverse en la arena pública, en
vista de que ni en la adultez ni mucho menos en la vejez es posible contar con esta
condición.

De igual forma, es valioso notar que es justamente durante la juventud cuando se


presenta la mayor oportunidad para desarrollar y desplegar habilidades blandas
(comunicación, liderazgo, trabajo en equipo) y capacidades técnicas e intelectuales que
antes que antes solo se encontraban en potencia (Universidad para la Cooperación
Internacional 2016: 1). Chávez, así también, asevera que los jóvenes, especialmente
aquellos con inquietudes sociales, se hacen con aptitudes para ejercer liderazgo y que
las desarrollan aún más cuando intervienen en debates de coyuntura política nacional,
esto sin interferir con la formación académica (1999: 8). Por su parte, Herrera menciona
que la participación política, desde el debate y la discusión, ayuda a desarrollar
habilidades blandas de los jóvenes como el aspecto de la organización y la capacitación

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(en un sentido educativo-formativo) para la toma de conciencia política, además de


potenciar su liderazgo. (2000: 52-53). En suma y a partir de todo esto, es prudente
señalar que, efectivamente, la juventud es un periodo único de la vida en el que sí es
posible desarrollarse en el terreno político (a diferencia de lo que sostiene Venturo) y no
solo eso, sino que también son los propios jóvenes quienes se benefician de su
participación,

En esta investigación nos referimos a la socialización política como aquel proceso en el


que las y los jóvenes van interiorizando normas, prácticas e ideas acerca de la política y
de cómo hacer política. Se entiende por normas, por ejemplo, la legislación electoral;
por prácticas, las formas de «hacer política» —desde acudir a un mitin o postular a un
cargo de autoridad por un partido político determinado—; y por ideas, las concepciones
acerca de la democracia, de la autoridad política o de las formas de gobernar el país.

Para cumplir ese objetivo podríamos plantear que, como todo significante, juventud es
una categoría negativa que parte de una falta. Uno es joven porque aún no se es adulto.
Esa separación implica desencuentros, fallas en la comunicación y discrepancias
constantes entre los jóvenes y sus mayores. Si la adultez es la etapa en la que uno sienta
cabeza, la juventud es aquella en la que parece estar permitido perderla. Por esa razón,
la juventud es relacionada con la rebeldía. En su pugna con los mayores, el joven busca
alternativas a las normas fijadas por los adultos.

“Los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus
frutas de sabor amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas y frutas nuevas!
¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!” (Gonzale

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Bibliografía:

CHÁVEZ, Jorge

1999 ¿Los jóvenes a la obra?: Juventud y participación política. Primera edición.


Lima: Agenda.

JAVE, Iris y Diego UCHUYPOMA

2013 “Participación de mujeres y jóvenes en el Perú”. KONRAD ADENAUER


STIFTUNG. ¿Quién dijo que sería fácil? Lima: Pontificia Universidad Católica
del Perú, Fondo Editorial, pp. 17-36.

NEIRA, Hugo

2012 “¿Qué es República?” UNIVERSIDAD DE SAN MARTÍN DE PORRES. ¿Qué


es República? Lima: Fondo Editorial USMP, PP. 13-18.

RIVAS, Bruno

2014 Ppkausas: defensores del nuevo capitalismo. Tesis para obtener el grado de
magister en Estudios Culturales. Lima: Pontificia universidad Católica del Perú,
Escuela de Postgrado.

VENTURO, Sandro

2001 Contrajuventud: ensayos sobre participación política en Lima. Lima: Instituto de


Estudios Peruanos.

TANAKA, Martín

1995 «Jóvenes: actores sociales y cambio generacional. De la acción colectiva al


protagonismo individual». En Julio Cotler. Perú 1964-1994: economía, sociedad
y política. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, pp. 149-165.

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