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Zaid y Halima trabajaban mucho para obtener toda la miel que la gente les
pedía. Siempre procuraban tener buenas reservas, especialmente cuando
se acercaba el invierno, para que nadie se quedara sin miel.
Pero un día, algo raro pasó. La miel del almacén desapareció. Y, por si esto
fuera poco, en los panales no había ni gota de miel.
-¡Nos han robado! -gritó Zaid-. Habrán sido los productores de miel de aquí
al lado. Seguro que se han puesto de acuerdo para robarnos y poder
vender mejor su miel.
-No deberías acusar sin saber primero qué ha pasado -dijo Halima.
-Llevan tiempo mirándonos mal -dijo Zaid-. El otro día intentaron tirarme
de la moto, ¿o es que ya no te acuerdas?
-Mira, hablando del rey de Roma -dijo Zaid-. ¿Vienes a regodearte del robo
o a provocar otro accidente para intentar quitarme de enmedio?
-¿Qué dices, Zaid? -dijo el hombre-. No tengo tiempo para bromas. Nos
han robado la miel. A todos. Vengo a ver si a ti también te ha
desaparecido.
-¿A todos dices? -dijo Zaid.
-Parece que tú has sido el último -djio el hombre-. ¿No has visto nada? Le
seguíamos la pista al ladrón, pero lo hemos perdido.
-Rápido, hay que llamar a la policía -dijo Zaid-. Mientras llegan hay que
impedir que ese camión se vaya.
-Un poco más y nos hubiéramos salido con la nuestra -dijo uno de los
ladrones.
-Aquí cada uno va a lo suyo, Zaid, pero tenemos que defendernos unos a
otros si queremos sobrevivir -dijo uno de los productores de miel-. No
tenemos por qué ser enemigos, aunque nos dediquemos a lo mismo. Hay
trabajo para todos.
Así fue como Zaid aprendió que la unión hace la fuerza y que juzgar por las
apariencias puede jugarte muy malas pasadas.
Valores:
Colaboración, no juzgar por las apariencias, aprendizaje,