Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tecnologia Militar Edad Media PDF
Tecnologia Militar Edad Media PDF
ABSTRACT: This article displays some of the most excellent characteristics of the
European war during XI century, as much in the technicial as the human, which are
representative of the military art throughout the period subsequent to the norman conquest
of England and previous to the campaigns of the Hundred Years’ War. One is to show the
main present warlike elements in the final centuries of the High Middle Ages on the Central
European space.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
etc., creando con ello ciertos modelos militares que se nos muestran en
múltiples expresiones, tangibles e intangibles, permitiendo con ello dar
una mirada a un tiempo de singulares matices. La época post carolingia,
en plena definición de un nuevo mundo cristiano con raíces germánicas,
más los usos y costumbres feudales, hizo posible la aparición de un
carácter bélico representativo del centro y norte europeo, sujeto más que
todo, a la volatilidad propia de las presiones políticas dentro de espacios
poco definidos, que a verdaderas amenazas externas contra una
cristiandad, cuyas fronteras del este y penínsulas meridionales eran las
zonas realmente críticas.
En especial durante su primera etapa, y tomando como
referencia el siglo inicial del primer milenio cristiano, se observa en la
evolución de sus fortalezas y batallas cómo fueron sintetizándose los
caracteres de la guerra organizada y dinámica del Imperio Romano y las
tradiciones militares provenientes de los sistemas tribales germánicos,
luego articuladas bajo las rígidas jerarquías del sistema feudal, que crea
con ello modelos bélicos presentes en el arte militar por cientos de años,
inalterables hasta el advenimiento de las armas de fuego, expresándose
en la importancia táctica de la caballería y los arqueros, hasta el
impresionante poder que desplegaban las tropas de infantería en campo
abierto, o la habilidad demostrada en la estática guerra de asedio. De
este irrepetible panorama se puede obtener una perspectiva de análisis
en torno al período altomedieval, guerrero por antonomasia, tan rico en
imágenes y testimonios perdurables hasta hoy. Surgirán de él estilos de
vida y conductas sociales suficientes para definir a la sociedad europea
en lo general y particular; con ello queda demostrada la enorme
transversalidad de lo bélico en un mundo cambiante, muchísimas veces
modelado según preceptos violentos, en ocasiones enunciados de
manera directa, y en otras siendo simplemente el resultado de la propia
costumbre.
68
El arte militar medieval
1
El texto está integrado por los siguientes capítulos independientes: I.
Introducción: la guerra y la Edad Media, Maurice Keen; Profesor de Historia
Medieval, Balliol College, Oxford. II. La guerra carolingia y otoniana; Timothy
Reuter, Profesor de Historia Medieval, Universidad de Southampton. III. Los
vikingos, Howard. B. Clarke; Profesor de Historia Medieval, University College,
Dublín. IV. Una era de expansión c. 1020- 1204; John Gillingham, Profesor
Emérito de Historia, London School of Economics. V. La guerra en los pueblos
latinos del este; Peter Edbury, Catedrático de Historia, Universidad de Gales,
Cardiff. VI. La guerra en Europa. 1200-1320; Norman Husley, Profesor de
Historia, Universidad de Leicester. VII. La época de la Guerra de los Cien
Años; Clifford J. Rogers, Profesor adjunto de Historia, United States Military
Academy, West Point. VIII. Fortalezas y asedios en Europa occidental c. 800-
1450; Richard. L. C. Jones, Investigador, Sociedad Arqueológica de Sussex.
IX. Armas, armaduras y caballos; Andrew Ayton, Profesor titular de Historia,
Universidad de Hull. X. Mercenarios; Michael Mallett, Profesor de Historia,
Universidad de Warwick. XI. La guerra naval después de la era vikinga; Felipe
Fernández Armesto, Miembro de la Facultad de Historia Moderna, Oxford. XII.
La guerra y los no combatientes en la Edad Media; Christopher Allmand,
Profesor emérito de Historia Medieval, Universidad de Liverpool. XIII. Armas,
de fuego, pólvora y ejércitos permanentes; Maurice Keen, Profesor de Historia
Medieval, Balliol College, Oxford.
69
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
Escena del Tapiz de Bayeux, o de la reina Matilde, que ilustra el clímax de la batalla de
Hastings, mostrando el choque entre la caballería pesada del ejército normando y una muy
compacta y protegida infantería anglosajona.
tan sólo por mostrar el fragor de una batalla altomedieval, como el típico
conjunto de combatientes en bandos opuestos cargando furiosamente
unos contra otros; también está la riqueza de detalles que se reconocen
en tan particular pieza textil; de igual modo, el dinamismo en las escenas
del bordado permite dar una idea bastante real del momento bélico que
2
confrontó a normandos y anglosajones en las colinas de Hastings, al sur
de Inglaterra, donde se manifiestan plenamente aquellos elementos
militares clave, que solamente desaparecerían del teatro militar europeo
con la revolución tecnológica de la pólvora, a partir del siglo XIV.
“…Consta de varias piezas de tela unidas entre sí y mide 50
centímetros de alto por 70,34 metros de largo. Falta la parte final y
podemos suponer que originalmente abarcaba algunos metros más. El
lino está bordado con hebras de lana en ocho colores. Se desconoce
quién hizo los dibujos de muestra y quién ejecutó los bordados, pero
posiblemente fueron monjas. Lo único que se sabe a ciencia cierta es
cuándo y dónde se mostró por primera vez: el 14 de julio de 1077 en la
nueva catedral de Bayeux, una pequeña ciudad de Normandía. […] Dos
cenefas bordadas se extienden a lo largo del tapiz enmarcando la
narración. Aparecen llenas de animales simbólicos sin ninguna relación
directa con la situación representada. Sólo de vez en cuando se
encuentran excepciones como en las escenas de batallas en las que se
pueden ver cadáveres desnudos y mutilados en la cenefa inferior. […]
Pese a la gran esquematización, el tapiz ofrece un gran número de
detalles documentales: la forma de los escudos, las espuelas de los
jinetes o los fustes de las sillas de montar […] Y como la historia siempre
la escriben los vencedores, los normandos decidieron documentar la
conquista de Inglaterra con el Tapiz de Bayeux. Colocado en la iglesia
del obispo que habría de convertirse en un hombre poderoso en
Inglaterra, servía de justificación y propaganda. Si la calidad y la
importancia de la obra son extraordinarias, también resulta sorprendente
que haya conseguido superar 900 años de pruebas: la guerra de los
Cien Años entre Francia e Inglaterra, las numerosas destrucciones de la
catedral, las luchas entre calvinistas y católicos y, finalmente, la
3
Revolución de 1789…” .
Habida cuenta que la capacidad militar de los guerreros en
cualquier época o lugar está dada por el alcance de sus armas,
conjuntamente con la destreza que ellos muestren en su manejo, a lo
largo de la Alta Edad Media la ausencia de propulsión química de los
proyectiles les hacía depender exclusivamente de medios mecánicos y
su propia fuerza para impactar a sus adversarios. En el siglo XI lo más
eficiente en esta categoría de armamento era el arco junto a la ballesta,
2
La Batalla de Hastings (14 de octubre de 1066), fue la culminación de la
conquista de Inglaterra por las fuerzas normandas. Su líder, Guillermo Duque
de Normandía, más tarde conocido como el Conquistador, luego de vencer a
Haroldo II, soberano anglosajón, se coronaría rey de Inglaterra, poniendo fin a
la dinastía sajona. Véase, CHESTERTON, G. K. 1960. Pequeña Historia de
Inglaterra. Buenos Aires; LOCKYER, Roger, SMITH, David, THORN, John.
1962. Historia de Inglaterra. Santiago; GRAVETT, Christopher. 1994. Hastings
1066. Madrid.
3
HAGEN, Rose-Marie & Rainier. 2005. Los Secretos de las Obras de Arte, Tomo
I. Colonia. pp.20, 24, 25.
71
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
4
Ambos instrumentos de combate representaban una combinación de letalidad y
precisión sólo equivalente a la fusilería moderna, pero cada uno presentaba
limitaciones específicas. El arco largo inglés, cuya longitud equivalía a la
estatura del arquero, era tensado con una simple cuerda de lino y se hizo
célebre por su uso masivo y bajo costo, sin embargo requería de una fuerza y
destreza sólo posible a través del constante entrenamiento. La ballesta, de
mayor alcance y potencia, significaba un mayor costo y complejidad mecánica
por cada unidad. Al estar compuesta por varias partes exigía una mantención
especial y su peso, que superaba en más de diez veces al arco, le hacía
incómoda de disparar, aunque lograr tiros certeros demandaba una menor
práctica. La infantería y los caballeros franceses se caracterizaron usándola.
Véase, CONTAMINE, Philippe. 1984. La Guerra en la Edad Media. Barcelona,
y KEEN, Maurice (Editor). 2005. Historia de la Guerra en la Edad Media,
Madrid.
72
El arte militar medieval
5
Esto corresponde a una conferencia dictada por el autor en el ciclo “El
Significado de la Guerra en Algunos Momentos de la Historia”, organizado por
la carrera de Historia y Geografía del Instituto Profesional de Chillán, los días
5 y 6 de mayo de 1988. Véase REVISTA TIEMPO Y ESPACIO. 1990. Chillán,
Chile. 1: 19-34.
6
CONTAMINE, Philippe. 1984. La Guerra en la Edad Media. Barcelona. p. 7.
7
“Esos torneos muestran tres rasgos principales que hablan de su especificidad:
un aspecto utilitario de entrenamiento para los combates reales de la guerra;
una dimensión lúdica que hace de ellos un juego y a la vez un deporte de
profesionales cuyo objetivo no es matar, sino vencer por la gloria y por el
beneficio, y un carácter festivo, que los convierte en un espectáculo bastante
codiciado para un público numeroso y entusiasta. Esos tres elementos unidos
exaltan y consolidan los valores propios de la caballería, y contribuyen de ese
modo a la formación de la ideología caballeresca…” Comentario de FLORI,
Jean. 2001. Caballeros y Caballería en la Edad Media. Barcelona. p. 132.
73
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
8
“… Los caballeros, que constituían tanto un medio social como profesional,
seguían formando el núcleo de los ejércitos. La mayor parte de los príncipes
hubieran hecho suyo el juicio de Federico II: “La brillantez del Imperio y
nuestro propio poder residen especialmente en la multitud de caballeros”.
Todavía a finales del siglo XIII, estaba extendida la idea según la cual cien
caballeros tenían un valor equivalente al de 1000 hombres de a pie”. En
CONTAMINE, Philippe. Op. Cit. p. 86.
74
El arte militar medieval
consolidando: ser “caballero”, tanto o más que una función o que una
9
profesión, está a punto de convertirse en un título…” .
Queda entonces el caballero definido como la expresión humana
de la guerra medieval, con las implicaciones sociales y militares
inherentes a su condición y rango, proyectándose en el tiempo como el
epítome guerrero de su época. Resultado de esto será la
institucionalización de la caballería en los siglos siguientes, no solamente
como parte del sistema bélico predominante, también como reflejo de
una sociedad que en algún momento llegará a vivir según códigos
caballerescos, ilustrados en el arte militar —mencionado al citar las
justas—, y traspasados a la tradición popular y a la literatura de las
cortes, en múltiples cantares de gesta y obras de caballería que
exaltaron en romance el espíritu de esos guerreros.
Los jinetes del Duque de Normandía, en cerrada formación, parten a cargar contra las
fuerzas anglosajonas de Haroldo II. Un claro ejemplo de la importancia táctica dada a la tropa
ecuestre en las guerras del Alto Medioevo.
9
FLORI, Jean. 2001. Caballeros y Caballería en la Edad Media. Barcelona. p. 93.
10
KEEN, Maurice (Editor). 2005. Historia de la Guerra en la Edad Media. Madrid.
pp. 252-253.
75
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
11
“en este tipo de guerra de sitio, las ciudades constituían, en definitiva,
obstáculos más insuperables que los castillos aislados. Aun así, la historia de
los siglos XII y XIII nos da cuenta de largos asedios de castillos, como la
resistencia de la ciudadela de Termes, en el transcurso de la cruzada
albigense, dese agosto a noviembre de 1210, o la del krak de los Caballeros
en Tierra Santa, que sucumbió a los musulmanes tras un largo sitio, en el
curso del año 1271, o la resistencia de Montségur, que se prolongó durante un
año (1244) o el sitio de cinco meses que precisó Felipe Augusto para vencer
la oposición del Château-Gallard en 1204…” En CONTAMINE, Philippe. 1984.
Op. Cit. p. 127.
12
CONTAMINE, Philippe. 1984. Op. Cit. p. 129.
76
El arte militar medieval
13
neurobalística. Los resultados fueron sorprendentes tanto por el
tamaño o la ingeniería desplegada en estos artefactos, tan simples a
ojos actuales, pero estratégicos y efectivos en su momento, muchas
veces capaces de decidir entre la victoria y la derrota, más que las
propias tropas de infantería destinadas a tomar una fortaleza.
“…Durante el período 1180-1220 se produjeron grandes avances
en este campo, gracias a la utilización de estas máquinas con péndulo
de contrapesos fijos o móviles en vez de simple tracción humana, que
había sido el procedimiento más rudimentario. Modernos experimentos
han demostrado que una catapulta manejada por 50 hombres y con un
contrapeso de 10t podía lanzar a 150 m piedras de entre 100 y 150 kg,
mientras que, en el mejor de los casos, una catapulta de tipo romano
14
sólo podía lanzar a 225 m una piedra de 20 o 30kg…”
Para lograr tal efecto, se perfeccionó una tecnología balística
15
que en ciertos casos recogió los modelos clásicos, con el fin de
resolver aquellos problemas tácticos derivados de un tipo de combate
como este, ya definido como estático y desgastante, lo cual resulta en un
paradigma que identificará a todo el período feudal. La guerra de asedio
mantuvo dos modalidades tácticas fundamentales: lograr la rendición de
la guarnición defensora o el ingreso de las tropas atacantes, que
tomarían posesión de la fortaleza. En la primera se debía apelar a
recursos de un carácter menos destructivo que un ataque o asalto
directo, cuya dificultad y garantía de éxito dependería en gran medida de
las capacidades para resistir de los defensores. Ante esto hubo
alternativas muy ingeniosas (generalmente asociadas a la guerra
moderna), como la utilización de “armas biológicas” con las cuales
propagar enfermedades, matando directamente o presionando
psicológicamente a los sitiados. Catapultar cadáveres en
descomposición (humanos y animales) y recipientes con toda clase de
criaturas ponzoñosas, eran algunos de los medios a los que se recurría
con frecuencia durante estas situaciones. Fue igualmente usual
13
Arte Tormentaria, como concepto define a la totalidad de las armas de guerra.
Sin embargo es más usual hallarlo asociado a todo aquel armamento pesado
anterior a la aplicación de la pólvora en la tecnología militar, cuyo propósito
era defender o expugnar fortificaciones. Dentro de este conjunto queda
incluida la maquinaria bélica que obtenía su potencia de medios mecánicos,
como fue el caso de las catapultas, balistas, trabucos, etc., cuya propulsión
dependía de la torsión, tensión, tracción y el contrapeso. En los términos de la
física, se aprovechó el principio de palanca, la energía potencial elástica y la
energía potencial gravitatoria, accionando mecanismos propulsores de
proyectiles, los que variarían de tamaño y diseño según las necesidades del
momento y lugar. La referencia a la neurobalística indica una sub categoría
dentro del grupo anterior, pues se aplica a la artillería de “cuerda”, impulsada
por madejas de cabos torcidos, hechos de crin, tendones animales, lino,
arpillera, cuero, etc., muy populares en el Alto Medioevo.
14
CONTAMINE, Philippe. 1984. Op. Cit. p. 130.
15
La obra Epitoma Rei Militaris, (Libro IV), de Flavio Renato Vegecio, fue una de
las referencias tomadas con más frecuencia por los ingenieros militares de la
Edad Media. Harían también lo propio con la obra clásica de Marco Vitruvio
Polion, De Architectura. Véase KEEN, Maurice (Editor). 2005. Historia de la
Guerra en la Edad Media. Madrid, y GARCÍA FITZ, Francisco. 1998. Ejércitos
y actividades guerreras en la Edad Media Europea. Madrid.
77
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
16
Ibídem.
78
El arte militar medieval
17
BARTLETT, Robert. 2003. La Formación de Europa. Conquista, civilización y
cambio cultural, 950-1350. Universidad de Valencia. p. 99.
79
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
Este corte transversal de un castillo británico indica la estrategia defensiva propia de estas
construcciones militares, basada su defensa en una serie de torres, obstáculos y planos
abiertos que facilitaban la vigilancia de los perímetros exteriores a las murallas y al mismo
tiempo dificultaban el acceso. Ilustración Citada por CONTAMINE, Philippe, Óp. Cit.,
pp.144-145.
18
CONTAMINE, Philippe. 1984. Op. Cit. p. 286.
80
El arte militar medieval
19
Ídem. p. 287.
20
Se trató de una serie de encuentros bélicos entre las casas gobernantes de
Francia e Inglaterra, durante el período 1337-1453 y puede definírsele como
un conflicto de carácter sucesorio y feudal, que comprometía especialmente
los intereses de la Corona inglesa en territorios franceses, cuyo dominio
significaba una enorme ventaja geopolítica en el continente. Véase,
BARTLETT, Robert. 2003. La Formación de Europa. Conquista, civilización y
cambio cultural, 950-1350. Universidad de Valencia, y GRIMBERG, Carl.
1967. Historia Universal Daimon, Los Siglos del Gótico. Barcelona, Tomo 5.
21
CONTAMINE, Philippe. 1984. Op. Cit. p. 288.
81
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
22
Ídem. pp. 288-289.
23
“Mucho se ha escrito sobre el impacto de los arqueros ingleses en el siglo XIV,
y para algunos historiadores fueron los grandes protagonistas de la
denominada “revolución de la infantería”. La presencia de arqueros no era una
novedad en la guerra […] Lo que convirtió a los arqueros en una fuerza
devastadora y terrible a lo largo del siglo XIV fue el gran número de hombres
reclutados y dispuestos a servir a la corona inglesa, muy hábil al saber
explotar con éxito la destreza de sus súbditos con el arco. Un arquero inglés
podía disparar quizá media docena de flechas por minuto, produciendo así
una tormenta de proyectiles capaz de alcanzar un objetivo a más de 150
82
El arte militar medieval
metros, haciendo vulnerables a los caballeros pero, sobre todo, a los caballos
causando al mismo tiempo confusión y pérdida del orden de batalla de las
formaciones atacantes. A medida que las armaduras de hierro se
perfeccionaban, también surgieron nuevas flechas capaces de atravesarlas.
Lejos de quedarse atrás por los adelantos de la tecnología de las armaduras,
el arquero inglés, en particular si iba a caballo, se convirtió en un combatiente
versátil que podía ganarse el sustento como soldado. El arco no era un arma
cara (podían comprarse por un chelín), aunque los mejores estaban
fabricados de madera de tejo importada de España o Italia”. Este ilustrativo
párrafo es obra de Andrew AYTON, Profesor titular de Historia en la
Universidad de Hull, Inglaterra. Es parte de KEEN, Maurice (Editor). 2005. Op.
Cit.
24
Este último episodio (25 de octubre de 1415), constituye junto con la Batalla de
Crécy (26 de agosto de 1346), uno de los ejemplos más representativos del
empleo de una infantería muy diestra en el uso del arco largo (longbow),
permitiendo con esto contener los avances de la caballería francesa,
asegurando así la victoria inglesa. Véase, KEEN, Maurice (Editor). 2005 Op.
Cit.; GRIMBERG, Carl. 1985. Historia Universal. Santiago de Chile. Tomo XI.
Con el nombre de Azincourt, en CONTAMINE, Philippe. 1984. Op. Cit.
25
Durante el II Concilio Ecuménico de Letrán, convocado por el Papa Inocencio
II, en abril de 1139, se prohibió el uso del arco y la ballesta contra cristianos,
declarándose “arma maldita por Dios”, condenando al anatema a quienes no
obedeciesen dicho mandato (Canon 29). Véase, CONTAMINE, Philippe. 1984.
Op. Cit., y BARTLETT, Robert. 2003. Op. Cit.
83
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
26
KEEN, Maurice (Editor). 2005. Op. Cit. pp. 262-263.
27
Eran necesarios entre 25.000 y 40.000 anillos metálicos para confeccionar una
de estas prendas de combate, pesando en promedio unos 12 kg. Consistía en
una red de protección corporal donde cada anillo de hierro, remachado en sus
extremos, se conectaba con otros cinco, diseño que permitía la menor
exposición posible del cuerpo y la mayor movilidad al soldado. Como se ha
explicado, resultaba vulnerable a los dardos de ballesta y ciertas puntas de
flecha, diseñadas expresamente para romper sus uniones forjadas y herir o
atravesar al combatiente.
28
KEEN, Maurice (Editor). 2005. Op. Cit. pp. 240-241.
84
El arte militar medieval
Imagen del Tapiz de Bayeux que muestra a auxiliares normandos transportando de una
forma muy práctica las pesadas cotas de malla; se ven igualmente yelmos con protección
nasal, hachas y espadas, el arsenal básico de estos guerreros.
29
NICOLLE, David. 1994. Los Normandos. Madrid. p. 5.
30
La referencia corresponde al artículo de Luis Rojas Donat “El Hombre Medieval
y la Guerra: Aproximación”, comentado al inicio del artículo. El investigador ha
señalado la costumbre medieval de individualizar con nombres propios a estas
armas. En ese estudio, la frase que se cita aquí lleva un pie de página donde
están indicados aquellos universalmente célebres casos: la Yoyeuse de
Carlomagno, la Scalebor del Rey Arturo, la Flanberga de Bradimar, la
Durandal de Rolando, Tizón y Colada del Cid.
86
El arte militar medieval
Fotografía de Una espada normanda del Siglo XI. En ella se pueden apreciar las
características fundamentales de este tipo de arma blanca en todo el período medieval.
31
GRAVETT, Christopher. 1994. Hastings 1066. Madrid. p. 22.
88
El arte militar medieval
pulgadas montada en un mango ligero, que podía blandirse con una sola
mano. Sin embargo el hacha más popular era la ancha. Esta tenía un
borde cortante de diez pulgadas o más, iba montado en un mango
grueso de unos tres pies de largo y era más eficaz cuando se blandía
32
con las dos manos.” .
El hacha de combate se ha hecho también conocida por
asociársele a los guerreros nórdicos. En este caso particular es de un
tipo bifacial llamado francisca, con un peso de 1.2kg.; mango de 40cm., y
una longitud de hoja de 18cm. Se le podía transformar en arma
arrojadiza lanzándola de tal modo que pudiese girar sobre sí misma,
llegando a impactar con precisión a 12 metros de distancia.
Seguramente recordar esta arma en particular evocará batallas
demasiado sangrientas, según el criterio contemporáneo, peleadas
incluso hasta mediados del siglo XVII o macabras imágenes de
centenares de cuerpos mutilados y descuartizados. Surgirá entonces la
pregunta lógica de cómo se condenó tan severamente al arco y la
ballesta, mientras estaba permitido su empleo con total libertad entre
cristianos y los soldados morían despedazados bajo las hojas de estos
instrumentos. La respuesta no apela a un especial gusto por la sangre o
el deleite con las muertes horribles, que sería lo más simple y
reduccionista. Concretamente se relaciona con el espíritu guerrero del
Medioevo y las tradiciones militares germánicas, privilegiando y
honrando el combate cuerpo a cuerpo, el contacto directo entre los
guerreros. Lo último fue el ethos de la caballería medieval, mientras su
poder predominó a lo largo de las guerras. La infamia del arquero o
ballestero radica en lo contrario, matar a distancia, sin saber a quién se
está matando ni quién ha matado. La psiquis bélica se manifiesta en un
hecho tan simple que sin embargo es clarificador. Desde otro punto de
vista, el técnico, aplicar el principio de la palanca a través de un mango
largo a una cuña de metal en su extremo, claramente superará en
rendimiento y potencia los golpes de la espada. Si se tiene en cuenta el
constante avance y mejoramiento en la fabricación de armaduras, el
hacha sigue siendo muy funcional a las necesidades tácticas de la
guerra medieval.
32
Ídem. p. 34.
89
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
90
El arte militar medieval
CONCLUSIÓN
91
Tiempo y Espacio 26/2011 José Antonio Soto Rodríguez
REFERENCIAS
BENNETT, Matthew et al., 2007. Técnicas Bélicas del Mundo Medieval, 500-
1500 d. C. Equipamiento, Técnicas y Tácticas de Combate. Madrid.
GRIMBERG, Carl. 1967. Historia Universal Daimon, Los Siglos del Gótico. Tomo
5. Barcelona.
FULLER, John Frederick Charles. 1964. Batallas decisivas del Mundo Occidental,
vol. I: Desde los Tiempos más Remotos a la Batalla de Lepanto. Barcelona.
GLOVER, R., 1952. English Warfare In 1066. The English Historical Review,
January (CCLXII) NICHOLSON, H., 2004. Medieval Warfare: Theory And
Practice Of War In Europe, 300-1500. Palgrave Macmillan.
HAGEN, Rose-Marie & Rainier. 2005. Los Secretos de las Obras de Arte, Tomo I.
Colonia.
92
El arte militar medieval
93