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Caín y Abel
Caín y Abel
Pasó el tiempo y Caín llevó a Dios una ofrenda de los frutos de la tierra, unos frutos del campo
que no eran buenos. También Abel llevó a Dios las primeras y las mejores crías de su ganado.
Y Dios quedó muy agradado de Abel y de su ofrenda, pero no miró con agrado ni a Caín ni a su
ofrenda.
El pecado de Caín
Caín invitó después a su hermano Abel a dar un paseo, y cuando los dos estaban en el campo,
Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.
Dios le dijo: ¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano que has derramado en la tierra me pide
que yo haga justicia. Por eso quedarás maldito, y expulsado de la tierra que ha absorbido la
sangre de tu hermano, a quien tú mataste.
Castigo de Caín
Dios le dijo: Aunque trabajes la tierra no volverá a darte sus frutos, y andarás fugitivo y errante
por el mundo.
Y Caín le respondió: Yo no puedo soportar un castigo tan grande. Hoy me has echado de la
tierra. Cualquiera que me vea me matará.
Pero Dios le contestó: Cualquiera que te mate, será castigado siete veces más. Y Dios le puso
una señal a Caín para el que lo encontrará no lo matará
Caín preso de terror y desesperación, huyo de la presencia de Dios y se fue a vivir al país de
Nod, lejos de Dios, construyó una ciudad y le puso el nombre de su hijo: Henoc. Pasó el resto de
su vida agitado por los más crueles remordimientos, hasta que murió herido por una flecha de
Lamec, su pariente el cual lo había tomado por una fiera.
Los descendientes de Caín fueron malvados. No obstante algunos de ellos se distinguen con
ingeniosos descubrimientos:
Juval inventó la música
Tubul- Caín el medio de fundir el hierro y el cobre para hacer instrumentos
Nohema enseñó el modo de hilar la lana y de tejer la tela.
Adán y Eva tuvieron otro hijo tan bueno como Abel, que se llamó Set.
De su descendencia, de su futura familia, nacería Abraham, el padre del pueblo elegido por Dios.