Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Oregon fue el primer estado en aprobar una ley de suicidio asistido y luego le siguieron
Washington y Vermont. Según un dictamen del tribunal de Montana, a los doctores no se les
puede denunciar por ayudar a los enfermos terminales a morir siempre y cuando estos presenten
una petición por escrito. Con la ley de California, el 16 por ciento de la población estadounidense
ahora tiene una opción legal para que los enfermos terminales, hasta el 4 por ciento de los
enfermos, determinen el momento de su muerte.
En los estados que cuentan con leyes de suicidio asistido, la cantidad de personas que solicitan y
toman los medicamentos para acelerar su muerte se ha incrementado en los últimos años. En
Oregon, por ejemplo, 16 personas terminaron con su vida acogiéndose a la ley en 1998, pero para
2015 la cantidad ascendió a 132.
EXPLORA NYTIMES.COM/ES
Los secretos de Costa Rica detrás de un decorado de lujo
La legislación de California es estricta; trata de asegurar que los pacientes hayan reflexionado
profundamente sobre su decisión y la estén tomando de manera voluntaria. Los pacientes deben
solicitar los medicamentos varias veces y tener un pronóstico de menos de seis meses de vida.
Muchos hospitales aún no tienen procedimientos claros para aplicar esta ley. Ningún doctor,
sistema de salud o farmacia se verá obligado a cumplir la solicitud de un paciente. Y los médicos
que están en contra de la práctica tampoco deben referir a los pacientes interesados a otros
doctores.
Los sistemas de salud católicos y de otras religiones han señalado que no participarán. “Estamos
cruzando un límite: de ser una sociedad que cuida de aquellos que envejecen y enferman a una
sociedad que mata a aquellos cuyo sufrimiento ya no podemos tolerar”, dijo hace poco José H.
Gómez, el arzobispo católico de Los Ángeles.
Así se preparan dos pacientes y dos médicos para la nueva realidad jurídica.
LA EUTANASIA EN ESPAÑA
"Para entender bien esta polémica hay que hacer un recorrido histórico", explica el
doctor Montes a El Huffington Post. “En España la Ley General de Sanidad se
crea en 1986 y en ella se incorpora la autonomía y se deja claro que el mejor
interés lo tiene el paciente o sus representantes”, señala. Esta ley atribuye a los
profesionales sanitarios la tarea de explicar a sus pacientes la situación en la que
se encuentran y dar un diagnóstico claro para que estos puedan decidir.
"Aparece así el primer derecho del paciente a renunciar al tratamiento cuando lo
considere. Si renuncia, se considera alta voluntaria y se va a su casa", continúa
Montes. Esto abre una nueva polémica: la del tratamiento de los síntomas o
la medicina paliativa, que consiste en conseguir la máxima calidad de vida para los
pacientes sin acortarla ni alargarla.
En el año 2002 se aprobó la Ley de Autonomía del Paciente. "Fue en pleno
Gobierno de Aznar, pero la orden vino desde la Asamblea Europea", explica el
doctor. En esta legislación se aprueba el derecho a una información veraz,
científica y entendible para el paciente, a rechazar al tratamiento y a los cuidados
paliativos.
TESTAMENTO VITAL
Las prácticas mencionadas anteriormente se llevan a cabo suponiendo que el
paciente se encuentra en un estado en el que tiene competencia para tomar
determinadas decisiones. Pero, ¿qué pasa si una persona llega a un punto de su
enfermedad en el que no es autónoma o competente? En la Ley de Autonomía del
Paciente se regula también el derecho a dejar planificados con antelación los
cuidados o el tratamiento de la salud del paciente en lo que se llama registros de
instrucciones previas o testamento vital.
"El problema del testamento vital es que cada comunidad autónoma es la que
proporciona las facilidades para la redacción del mismo", asevera Montes. "En
Andalucía, por ejemplo, hay 50 puntos donde se puede hacer y en Madrid sólo
uno, con un horario limitado y teniendo que pedir cita previa", explica, añadiendo
que "Madrid es una de las comunidades donde más baja es la cifra de personas
que firman testamentos vitales". En el año 2013, el número testamentos vitales
registrados en España era 150.000.
LA POLÉMICA
La polémica actual que se erige en nuestro país es a raíz del Código Penal que,
según el doctor, "justifica lo que son buenas y malas prácticas médicas". El
artículo 143 del mismo "califica las prácticas eutanásicas como delitos de
inducción al suicidio de un ciudadano a otro y los actos necesarios para que se
lleve a cabo". El punto 4 del mismo artículo señala que si hay una petición del
ciudadano para que le ayuden a morir se reducen las penas a entre dos y cinco
años de cárcel. “Sin embargo, lo que se denomina eutanasia pasiva, que consiste
en el tratamiento sintomático y la sedación paliativa, sí que está permitido”,
recuerda.