Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Conceptos de La Ilustracion
Conceptos de La Ilustracion
Conceptos de La Ilustracion
Francia, Reino Unido y Alemania)2 que comenzó en Inglaterra con John Locke3 y la
Revolución Gloriosa, y se desarrolló desde mediados del siglo XVIII, teniendo como
fenómeno histórico, simbólico y problemático la Revolución francesa. En algunos países se
prolongó al menos durante los primeros años del siglo XIX. Se denominó de este modo por
su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las
luces del conocimiento y la razón.4 El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el
Siglo de las Luces5 y del asentamiento de la fe en el progreso.
Índice
1 Definición del término
2 Esquema general e hispánico
o 2.1 La Ilustración en España
o 2.2 La Ilustración en Hispanoamérica
3 Contexto histórico
o 3.1 Introducción
o 3.2 Siglo XVII: la era de la Razón
o 3.3 Siglo XVIII: el inicio de las revoluciones
4 Contexto social, difusión y pensamiento
5 Características
6 La filosofía ilustrada
o 6.1 La política en la Ilustración
o 6.2 La religión en la Ilustración
o 6.3 Las artes y las ciencias en la Ilustración
7 Véase también
8 Bibliografía general
9 Notas y referencias
Desde Gran Bretaña, donde algunos de los rasgos esenciales del movimiento se dieron
antes que en otro lugar, la Ilustración se asentó en Francia, donde la anglofilia fue difundida
por Voltaire, y produjo aquí un cuerpo ideológico, el enciclopedismo, y sus más difundidas
personalidades (Montesquieu, Diderot, Rousseau, Buffon, etc). Ahora bien, la filosofía
ilustrada más sólida fue sin duda la más tardía alemana, que con Kant culminará la creación
del pensamiento propiamente moderno, ya muy por encima de la ideología enciclopedista.
La Ilustración también dio sus frutos propios en otras localizaciones europeas y americanas.
En ocasiones se recrearon proyectos ilustrados más o menos autónomamente, pero en la
mayoría de casos vinculados al pensamiento inglés y, sobre todo en lo que se refiere a la
ideología enciclopedista, a Francia (así en Países Bajos, Polonia, Rusia, Suecia, la
península italiana y la ibérica, etc., o en sus colonias americanas). Desde el punto de vista
sociopolítico fueron frutos condicionados por el grado de desarrollo ideológico adquirido
en el momento de lanzamiento de la nueva ideología y por el proceso interno seguido a lo
largo de su desarrollo. Si la Ilustración alemana fue por necesidad teórica de asimilación
lenta y compleja, el ideologismo ilustrado lo fue rápido y con la superficialidad
característica que le amparaba en la vida mundana, de la moda y las costumbres.7
La Ilustración en España
En España la Ilustración coincidió con los reinados de Fernando VI y Carlos III. Si bien la
decadencia profunda en que se encontraba el país en el punto de partida obstaculizó una
posterior eclosión, el auge dinámico de algunas de sus zonas geográficas (especialmente
Cataluña8) a lo largo del período y la actuación coadyuvante (aunque tímida) desde el poder
político facilitaron la aparición de un nutrido y valioso grupo de ilustrados (Cabarrús,
Cadalso, Campomanes, Capmany, Feijoo, Floridablanca, Jovellanos, etc.)9 condicionado,
no obstante, por el arraigo y la preponderancia del pensamiento escolástico tradicional. La
creación de las Reales Academias de la Lengua, de la Historia, de la Medicina y del Real
Gabinete de Historia Natural (actual Museo Nacional de Ciencias Naturales), fueron
algunos de los logros de la Ilustración española, que ni mucho menos es unilateralmente
relativa a influjo francés.10
La Ilustración en Hispanoamérica
Las autoridades españolas procedían a una explotación más sistemática y profunda de las
colonias. Procuraban, además, fortalecer y aumentar la marina de guerra y establecer
unidades del ejército regular español en las diversas regiones de América.
En el sur del continente, el pensamiento ilustrado tuvo un primer gran empuje en la Real
Audiencia de Quito mediante la llamada Escuela de la Concordia, fundada en la ciudad de
Quito por el Dr. Eugenio Espejo en 1791, y a la cual pertenecían nobles de la élite criolla y
profesionales mestizos. Los pensamientos y debates surgidos en la Escuela de la Concordia
plantaron las primeras semillas de nacionalismo e independencia de Sudamérica, ya que de
a partir de varios sucesos ocurridos con sus diferentes miembros, la ilustración se
propagaría hacia el resto de territorios de los virreinatos de Nueva Granada y Perú.
Contexto histórico
Introducción
Según muchos historiadores, los límites de la Ilustración han alcanzado la mayor parte del
siglo XVI, aunque otros prefieren llamar a esta época la Era de la Razón. Ambos períodos
se encuentran en cualquier caso, unidos y emparentados, e incluso es igualmente aceptable
hablar de ambos períodos como de uno solo.
A lo largo del siglo XVI y siglo XVII, Europa se encontraba envuelta en guerras de
religión. Cuando la situación política se estabilizó tras la Paz de Westfalia (acuerdo entre
católicos y protestantes, 1648) y el final de la guerra civil en Inglaterra, existía un ambiente
de agitación que tendía a centrar las nociones de fe y misticismo en las revelaciones
"divinas", captadas de forma individual como la fuente principal de conocimiento y
sabiduría. En lugar de esto, la Era de la Razón trató entonces de establecer una filosofía
basada en el axioma y el absolutismo como bases para el conocimiento y la estabilidad.
Este objetivo de la Era de la Razón, que estaba construido sobre axiomas, alcanzó su
madurez con la Ética de Baruch Spinoza, que exponía una visión panteísta del universo
donde Dios y la Naturaleza eran uno. Esta idea se convirtió en el fundamento para la
Ilustración, desde Isaac Newton hasta Thomas Jefferson.
La Ilustración estaba influida en muchos sentidos por las ideas de Blaise Pascal, Gottfried
Leibniz, Galileo Galilei y otros filósofos del período anterior. El pensamiento europeo
atravesaba por una ola de cambios, ejemplificados por la filosofía natural de Sir Isaac
Newton, un matemático y físico brillante. Las ideas de Newton, que combinaban su
habilidad de fusionar las pruebas axiomáticas con las observaciones físicas en sistemas
coherentes de predicciones verificables, proporcionaron el sentido de la mayor parte de lo
que sobrevendría en el siglo posterior tras la publicación de sus Philosophiae Naturalis
Principia Mathematica. Pero Newton no estaba solo en su revolución sistemática
pensadora, sino que era simplemente el más famoso y visible de sus ejemplos. Las ideas de
leyes uniformes para los fenómenos naturales se reflejaron en una mayor sistematización de
una variedad de estudios.
Si el período anterior fue la era del razonamiento sobre los principios básicos, la Ilustración
se dedicó a buscar la mente de Dios mediante el estudio de la creación y por la deducción
de las verdades básicas del mundo. Esta visión de algún modo puede haber llegado hasta
nuestros días, en los que la creencia de los individuos en las verdades es más provisional,
pero en aquel momento, la verdad era una noción poderosa, que contenía las nociones
básicas sobre la fuente de la legitimidad de las cosas.
Esta corriente abogaba por la razón como la forma de establecer un sistema autoritario
ético. Entre 1751 y 1765 se publicó en Francia la primera Encyclopédie, de Denis Diderot y
Jean Le Rond D'Alembert, que pretendía recoger el pensamiento ilustrado. Querían educar
a la sociedad, porque una sociedad culta que piensa por sí misma era la mejor manera de
asegurar el fin del Antiguo Régimen (el absolutismo y las dictaduras se basan en la
ignorancia del pueblo para dominarlo). En su redacción colaboraron otros pensadores
ilustrados como Montesquieu, Rousseau y Voltaire. Por lo demás, existen lados oscuros en
la Ilustración enciclopedista francesa: de una parte aquello que se refiere a ciertos aspectos
plagiarios en la realización de la Enciclopedia como proyecto intelectual y las
circunstancias confusas que la rodearon; de otra el extremado y gratuito proceso
sanguinario a que innecesariamente condujo, razón ésta que llevó a Friedrich Schiller a
rechazar la carta de ciudadano de París y elaborar una teoría de la revolución sin
violencia.16
Kant en su madurez.
Otro destacado movimiento filosófico del siglo XVIII, íntimamente relacionado con la
Ilustración, se caracterizaba por centrar su interés en la fe y la piedad. Sus partidarios
trataban de usar el racionalismo como vía para demostrar la existencia de un ser supremo.
En este periodo, la fe y la piedad eran parte integral en la exploración de la filosofía natural
y la ética, además de las teorías políticas del momento. Sin embargo, prominentes filósofos
ilustrados como Voltaire y Jean-Jacques Rousseau cuestionaron y criticaron la misma
existencia de instituciones como la Iglesia y el Estado.
El siglo XVIII vio también el continuo auge de las ideas empíricas en la filosofía, ideas que
eran aplicadas a la política económica, al gobierno y a ciencias como la física, la química y
la biología.
-Solo tengo veinte arpendes, contestó el turco; los cultivo con mis hijos; el trabajo aleja
de nosotros tres grandes males, el aburrimiento, el vicio y la necesidad.
-También sé, dijo Cándido, que tenemos que cultivar nuestro jardín.»
Voltaire, Cándido
Los medios de que se valió el movimiento para su difusión fueron múltiples (entre otros,
las sociedades secretas, como la masonería), pero, en primer lugar, hay que señalar las
sociedades de pensamiento, específicas de la época, como los Amigos del país en España, o
conocidas ya antes, pero potenciadas ahora, como las academias y los salones (éstos en
muchas ocasiones, regidos por «femmes de lettres», como el influyente salón de los que
Napoleón llamó "ideólogos" o Sociedad de Auteuil). Otros vehículos de enorme
importancia fueron la prensa periódica y la internacionalización de las ediciones. Por otra
parte, la independencia económica del profesional de las letras, antes sujeto al mecenazgo,
dio mayor autonomía a su pensamiento.
Aunque existieron diversas tendencias entre los ilustrados (que, a veces, dieron lugar a
largas polémicas entre ellos —por ejemplo, en torno a problemas de la propiedad, que
enfrentó a fisiócratas y utópicos— y a enemistades duraderas, como la de Diderot-
Rousseau), reconocieron también una línea maestra común, que los hizo solidarios en su
lucha. Su arma es la razón, desprovista de contenido preestablecido y convertida en un
seguro instrumento de búsqueda, cuyo poder no consiste en poseer, sino en adquirir (libido
sciendi). Con ella luchan contra la superstición las formas religiosas tradicionales y
reveladas (llegando al deísmo o al ateísmo), al argumento de autoridad y las estructuras
políticas y sociales anquilosadas, intentando eliminar cualquier elemento de misterio,
extrañeza o milagro; es, por lo tanto, una ideología antropocéntrica –Pope diría que «el
estudio propio del género humano es el hombre»–, llena de un optimismo activo frente al
futuro, porque cree en el progreso conseguido a través de la razón, en la posibilidad de
instaurar la felicidad en la tierra y de mejorar a los hombres, de por sí buenos (Rousseau).
En este sentido es un movimiento entusiasta, basado no en un frío racionalismo, sino
convencido de que la sensibilidad, como aptitud para la emoción, es una potenciadora de la
razón, si viene guiada por la experiencia: «a medida que el espíritu adquiere más luces, el
corazón adquiere más sensibilidad», se lee en L'Encyclopédie (artículo “foible”). Al mismo
tiempo, la Ilustración, forma de pensamiento de una economía de intercambio basada en el
contrato comercial, tiene como rasgos distintivos el individualismo, el igualitarismo formal,
el universalismo iusnaturalista, la tolerancia y el postulado de la libertad.
Características
En la segunda mitad del siglo XVIII, pese a que más del 70 % de los europeos eran
analfabetos, la intelectualidad y los grupos sociales más relevantes descubrieron el papel
que podría desempeñar la razón, íntimamente unida a las leyes sencillas y naturales, en la
transformación y mejora de todos los aspectos de la vida humana.
Para entender correctamente el fenómeno de la Ilustración hay que recurrir a sus fuentes de
inspiración fundamentales: la filosofía de Descartes -basada en la duda metódica para
admitir solo las verdades claras y evidentes- y la revolución científica de Isaac Newton,
apoyada en unas sencillas leyes generales de tipo físico. Los ilustrados pensaban que estas
leyes podían ser descubiertas por el método cartesiano y aplicadas universalmente al
gobierno y a las sociedades humanas. Por ello la élite de esta época sentía enormes deseos
de aprender y de enseñar lo aprendido, siendo fundamental la labor desarrollada por
Diderot y D'Alembert cuando publicaron la Encyclopédie raisonée des Sciences et des Arts
entre 1751 y 1765, inspirada por los principios laicos y materialistas de la burguesía
francesa y completada en 1764 con el crítico Dictionnaire philosophique, de Voltaire.
Como característica común hay que señalar una extraordinaria fe en el progreso y en las
posibilidades de los varones y mujeres para dominar y transformar el mundo. Los ilustrados
exaltaron la capacidad de la razón laica para descubrir las leyes naturales y la tomaron
como guía en sus análisis e investigaciones científicas. Defendían la posesión de una serie
de derechos naturales inviolables, así como el reformismo frente al abuso de poder del
absolutismo y la rigidez de la sociedad estamental del Antiguo Régimen; fue precisamente
el fracaso de este reformismo el que convirtió a la Ilustración en Liberalismo al estallar la
Revolución francesa. Criticó la intolerancia en materia de religión, las formas religiosas
tradicionales y al Dios castigador de la Biblia, y rechazó toda creencia que no estuviera
fundamentada en una concepción naturalista de la religión. Estos planteamientos,
relacionados íntimamente con las aspiraciones y valores laicos y materialistas de la
burguesía ascendente, penetraron en otras capas sociales potenciando un ánimo crítico
hacia el sistema económico, social y político establecido por los estamentos nobiliario y
clerical que culminó en la Revolución francesa.
Antropocentrismo: Hay un nuevo Renacimiento en que todo gira en torno al ser humano y
en particular en torno a su razón material y sensible de forma aún más pronunciada que en
el siglo XVI, aunque el papel que entonces jugó Italia lo desempeña esta vez Francia. La fe
se traslada de Dios al hombre: hay confianza y optimismo en lo que éste puede hacer, y se
piensa en que el progreso (surge en este siglo la palabra) humano es continuo e indefinido,
(Condorcet escribe su Cuadro de los progresos del espíritu humano) y los autores
modernos son mejores que los antiguos y los pueden perfeccionar. Se formuló la filosofía
del optimismo (Leibniz) frente al pesimismo característico de la Edad Media y el Barroco.
La sociedad se seculariza y la noción de Dios y la religión empieza a perder, ya
definitivamente (como había empezado a mediados del XVII con la Paz de Westfalia), la
importancia que en todos los órdenes había tenido hasta ahora; se desarrolla una cultura
exclusivamente laica e incluso antirreligiosa y anticlerical. Empiezan a formularse las
expresiones más tolerantes de espiritualidad: nihilismo libertario (Casanova, Pierre
Choderlos de Laclos), Masonería, deísmo (Voltaire), agnosticismo; incluso se formulan ya
claramente las propuestas del ateísmo (Pierre Bayle, Baruch Spinoza, Paul Henri Dietrich)
y el libertinismo, expuesto por algunos personajes de novelas escandalosas de la época
(Marqués de Sade, etc.). La atención a los aspectos más oscuros del hombre constituye lo
que se ha venido a llamar "la cara oscura del siglo de las luces".
Idealismo: El buen gusto exige rechazar lo vulgar: no se cuenta con los criterios estéticos
del pueblo y la realidad que ofrece la literatura es mejor de lo que la realidad es, es
estilizada, neoclásica. El lenguaje no admite groserías ni insultos, y busca el purismo,
aunque con frecuencia se contagia de galicismos; no se presentan crímenes ni críticas a un
poder que es inmutable (no se trata, por ejemplo, el tema del tiranicidio en el teatro, ni
aparecen mezcladas las clases populares con las elevadas por decoro, ni temas de mal gusto
como el suicidio (que solo aparecerá en el Romanticismo con el Werther de Goethe), y todo
es amable y elevado. Se excluye lo temporal y lo histórico, cualquier forma de cambio
"desde abajo" de la cosmovisión ilustrada.
La filosofía ilustrada
Immanuel Kant
Todo el movimiento filosófico tiene su expresión en el resto de los órdenes de la vida social
nacional y europea.
La política en la Ilustración
«La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos», frase
atribuida a Jean Le Rond d'Alembert (1717-1783). Científico y pensador francés de la
Ilustración, promotor de la Enciclopedia junto con Diderot.
Al igual que otros filósofos de la Ilustración, Jean-Jacques Rousseau fue crítico con el
comercio atlántico de esclavos.18
En política surge el despotismo ilustrado que llevará pronto, aún a su pesar, a la teoría de la
separación de poderes. Se subordina el poder religioso al civil (secularización) y dentro del
religioso aparecen las primeras señales de independencia de las iglesias nacionales respecto
al absolutismo del papa (regalismo) y aparece el concepto de contrato social que se hará
fuerte con Rousseau y el socialismo utópico.
Para los ilustrados, el destino del hombre es la epicúrea felicidad, y la propia Constitución
de los Estados Unidos acogerá este propósito como uno de los derechos de los ciudadanos.
Hacia el final del siglo el liberalismo, con la Revolución francesa a partir de 1789 aunque
iniciado en Gran Bretaña de forma menos traumática con las ideas de John Locke, Adam
Smith, Jeremías Bentham y John Stuart Mill, expande las conquistas sociales de la
Ilustración por Europa y Norteamérica, dándose fin al Antiguo Régimen.
La religión en la Ilustración
En 1759 el marqués de Pombal, ministro del rey portugués José I de Portugal, expulsó a los
jesuitas, últimos defensores del cesaropapismo, en lo que le siguieron la mayoría de los
países europeos (Francia, 1762; España, 1767; Parma, 1768; el propio papa disuelve la
Compañía en 1773). El emperador católico de Austria José II cerró los claustros y los
conventos para evitar el desperdicio de vidas que a su juicio representaba la clausura...
abriendo así además la vía para la secularización y desamortización general de sus bienes.
Carlos III produjo una expulsión que, en razón de sus territorios, abarcaba no sólo España
sino toda la América hispánica y Filipinas. Si ha sido discutida la gran transcendencia del
perjuicio intelectual y académico de esta expulsión, lo cierto en cualquier caso es que estos
jesuitas hispánicos contribuyeron decisivamente a una madura Ilustración cristiana
desplegada desde Italia, lugar de acogida de los miembros de esta orden española.
En los países protestantes, el pietismo de August Hermann Francke y Nicolaus Ludwig von
Zinzendorf, que propugnaba una religiosidad puramente espiritual y personal, se enfrentó
igualmente a la ortodoxia clerical establecida más mundana. La religión se empieza a
contemplar a través de criterios científicos y laicistas como si se estudiara a la naturaleza
misma y desde un punto de vista utilitarista que abandona las viejas y supersticiosas
concepciones. Para la mayoría de los filósofos, la ilustración incluía un rechazo del
cristianismo tradicional. Y la aparición de estas tendencias laicas culminó con la
Revolución francesa.
Por otra parte, sociedades secretas como la Francmasonería, los Rosacruz y los Iluminati
identificaban a Dios como un laico arquitecto racional del universo y condenaban la
religión como una superstición vulgar; lo importante para ellos era construir el templo de la
humanidad sobre las bases de la caridad activa y la ética como categorías superiores a toda
religión. La primera gran logia masónica se fundó en Londres en 1717 y en 1723 James
Anderson escribió sus Constituciones o estatutos. La masonería se propagará por todo el
mundo y, por ejemplo, tendrá una gran importancia en la secesión y constitución de la
primera república presidencial del siglo XVIII: los Estados Unidos, que no reconoce
ninguna religión como oficial. Incluso algunos eclesiásticos y monarcas fueron masones,
como Federico el Grande, e intelectuales como Wieland, Goethe y Lessing, entre muchos
otros, fueron masones.
Se difunde una concepción más espiritual, personal y sobre todo tolerante de la iglesia. La
religión se convierte en un compromiso personal con Dios que abandona las imposiciones
dogmáticas e institucionales de las iglesias, que, según los ilustrados, ocupan el lugar
verdadero de Dios. La Ilustración se caracterizaba por la pluralidad y la tolerancia. La
tolerancia es el principio que exponen Voltaire y Lessing en sus obras. Voltaire escribirá
que "en un país donde hay una sola religión, no se puede vivir; en donde hay dos, hay
guerra civil; pero en Inglaterra, donde hay treinta, existe paz". Y Lessing, en su drama
Natán el Sabio (1779), proclamó el evangelio del amor tolerante en su forma más pura y en
su Erziehung des Menschengeschlechtes ("Educación del género humano", 1780) trata
además de resolver la contradicción entre la revelación y la razón, explicando que la ética
es la última meta de todas las religiones. Convivirán ortodoxos, católicos y protestantes;
deístas y partidarios de la llamada religión natural que llama a Dios "Ser supremo" y al que
incluso consagró un ara o altar en Nôtre Dame durante la Revolución francesa. Pero
también había ateos y nihilistas o libertinos (el marqués de Sade, Choderlos de Laclos,
Restif de la Bretonne), también llamados pirrónicos o llanamente descreídos.
La Iglesia estaba sometida al Estado absoluto, lo cual generó conflictos en los países
católicos, ya que dependían a su vez de las decisiones del pontífice en Roma.
En física, óptica y matemáticas, los avances son decisivos gracias a las contribuciones de
sir Isaac Newton y otros estudiosos. Igualmente en botánica. Surge la economía política
como ciencia moderna gracias a las aportaciones de los fisiócratas y sobre todo del
liberalismo de Adam Smith y su monumental obra La riqueza de las naciones. Para la
visión del mundo es importante que la geografía terminase de cartografiar todo el globo, a
excepción de los círculos polares y algunas regiones de África.
La Enciclopedia significó una ruptura del concepto histórico en favor de una visión
esquematizada. Sin embargo, por otra parte, la historiografía moderna y su fundamentación
epistemológica fue una de las grandes realizaciones ilustradas, tanto desde el punto de vista
del tratamiento del objeto como del método, lo cual pretendió oscurecer el romanticismo.22
Véase también
Ateísmo en la Ilustración
Encyclopédie
Estado laico
Filantropía
La Ilustración en España
Escuela Universalista Española del siglo XVIII
Ilustración política en Italia
Neoclasicismo
Racionalismo
Sapere aude
Siglo XVIII
República de las Letras
Bibliografía general
M. Menéndez Pelayo, Historia de las Ideas estéticas en España, Madrid, Imp. de A.
Pérez Dubrull, 1883-1891, 8 vols. (otras ediciones: Historia de las ideas estéticas
en España, ed. de Enrique Sánchez Reyes, Madrid, CSIC, 4ª ed., 1974, 2 vols.;
Santander, Universidad de Cantabria / Real Sociedad Menéndez Pelayo, 2012, 3
vols.).
d'Ors, E., “El siglo XVIII”, en D’Ors, E., Cuando esté tranquilo, Madrid,
Renacimiento, 1930.
M. Menéndez Pelayo, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, ed. de E.
Sánchez Reyes, Madrid, CSIC, 1941-1942, 7 vols.
J. Sarrailh, La España Ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, trad. de A.
Alatorre, Madrid, FCE, 1957.
E. Bigi (ed.), Critici e storici della letteratura italiana del secondo Settecento,
Milán, Ricciardi, 1960.
V. Palacio Atard, Los españoles de la Ilustración, Madrid, Guadarrama, 1964.
D. Mornet, La pensée française au XVIIIe siècle, París, Armand Colin, 1969.
J.L. Alborg, Historia de la literatura española. III. Siglo XVIII, Madrid, Gredos,
1972.
E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, México, FCE, 1972, 3ª ed.
G. Rudé, Europa en el siglo XVIII, Madrid, Alianza, 1978.
F. Venturi, Settecento riformatore, Turín, Einaudi, 1984, 5 vols.
M. Sellés, J.L. Peset, y A. Lafuente (coord.), Carlos III y la ciencia de la
Ilustración, Madrid, Alianza, 1988.
F. Sánchez-Blanco Parody, Europa y el pensamiento español del siglo XVIII,
Madrid, Alianza, 1991.
U. Im Hof, La Europa de la Ilustración, Barcelona, Crítica, 1993.
F. Díaz, Europa: de la Ilustración a la Revolución, Madrid, Alianza, 1994.
M. Vovelle, ed., El hombre de la Ilustración, Madrid, Alianza, 1995.
M. Tietz (ed.), Los jesuitas españoles expulsos. Su imagen y su contribución al
saber sobre el mundo hispánico en la Europa del siglo XVIII, Madrid / Frankfurt,
Iberoamericana / Vervuert, 2001.
N. Guasti, L'esilio italiano dei gesuiti spagnoli: identità, controllo sociale e
pratiche culturali (1767-1798), Roma, Edizioni di storia e letteratura, 2006.
E. Cocco, La melamconia nell’età de Lumi, Mimesis, 2012.
P. Aullón de Haro, La Escuela Universalista Española del siglo XVIII, Madrid,
Sequitur, 2016.
Guillebaud, Jean Claude (1995). La traición a la Ilustración. Manantial. ISBN 978-
950-9515-96-3.
Munck, Thomas (2001). Historia social de la Ilustración. Editorial Crítica. ISBN
978-84-8432-218-4.
Compagnon, Antoine (2007). Los antimodernos. El Acantilado. ISBN 978-84-96489-
79-0.
Hazard, Paul (1991). El pensamiento europeo en el siglo XVIII. Alianza Editorial.
ISBN 978-84-206-2434-1.
Valjavec, Fritz (1964). Historia de la Ilustración en Occidente. Ediciones Rialp.
ISBN 978-84-321-0011-6.
Wiese, Benno von (1979). La cultura de la Ilustración. Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales. ISBN 978-84-259-0623-7.
Notas y referencias
1.
Chordá, Frederic; Martín, Teodoro; González, Isabel Rivero (24 de febrero de 2012).
Diccionario de términos históricos y afines. Ediciones AKAL. ISBN 9788446030980.
Consultado el 23 de febrero de 2018.
Fazio, Mariano (1 de marzo de 2002). Historia de la filosofía III: Filosofía moderna.
Palabra. ISBN 9788482396071. Consultado el 23 de febrero de 2018.
Crossman, Richard Howard (1 de enero de 2014). Biografía del Estado moderno.
Fondo de Cultura Económica. ISBN 9786071621405. Consultado el 23 de febrero de 2018.
Valenzuela, Gustavo Escobar (2014). Filosofía. Grupo Editorial Patria.
ISBN 9786074389784. Consultado el 23 de febrero de 2018.
Sesboüé, Bernard; Theobald, Christoph (1997). Historia de los dogmas. Secretariado
Trinitario. ISBN 9788488643322. Consultado el 23 de febrero de 2018.
U. Im Hof, La Europa de la Ilustración, Barcelona, Crítica, 1993, cap I.
Cf. Cf. F. Sánchez-Blanco Parody, Europa y el pensamiento español del siglo XVIII,
Madrid, Alianza, 1991.
Joaquín Ocampo Suárez-Valdés: [http://www.cervantesvirtual.com/obra/los-catalanes-
en-espana-y-la-economia-politica-de-la-ilustracion--conquista-pacifica-o-espanas-vencidas/
Los catalanes en España y la Economía política de la Ilustración: ¿«Conquista pacífica» o
Españas vencidas?], Revista de historia moderna nº 29, 2011, pp.185-204. ISSN 0212-5862
J.A. Maravall, Estudios de la historia del pensamiento español (siglo XVIII), Madrid,
Mondadori, 1991.
Cf. F. Sánchez-Blanco Parody, Europa y el pensamiento español del siglo XVIII, ob.
cit.
Cf. P. Aullón de Haro, Los géneros ensayísticos en el siglo XVIII, Madrid, Taurus,
1987.
Cf. P. Aullón de Haro, La Escuela Universalista Española del siglo XVIII, Madrid,
Sequitur, 2016.
Cf. D. Soto Arango, La Ilustración en América Colonial. Bibliografía crítica, Madrid,
CSIC, 1995.
Cf. S. Vargas Alquicira, La singularidad novohispana en los jesuitas del siglo XVIII,
México, UNAM, 1989.
Cf. E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, México, FCE, 1972, 3ª ed.
En Cartas sobre la educación estética del hombre (1795).
Cf. E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, ob. cit.
«Abolitionism - The Abolition of The Slave Trade». Abolitionism (en inglés).
Consultado el 4 de mayo de 2016.
La obra de Beccaria fue traducida al español pocos años después de su publicación:
Tratado de los delitos y de las penas, trad. de D. Juan Antonio de las Casas, Madrid, por
Joaquín Ibarra, 1774. Existen numerosas ediciones modernas: la más reciente es la
preparada por Juan Antonio Delval sobre la versión de J. A. de las Casas, edición que
incluye también el comentario escrito por Voltaire (De los delitos y de las penas, Madrid,
Alianza, 2014, 3ª ed.).
Cf. F. Venturi, “Beccaria, Cesare”, Dizionario biografico degli italiani, vol. 7, 1970,
consultable en http://www.treccani.it/enciclopedia/cesare-beccaria_(Dizionario-
Biografico)/
A. Schönberger y H. Soehnner, El rococó y su época. Barcelona: Salvat S. A. -
Alianza Editorial S. A, 1971, p. 11
Cf. E. Cassirer (1932), La Filosofía de la Ilustración, ob. cit.
F. Arato, La storiografia letteraria del Settecento italiano, Pisa, ETS, 2002.
Cf. Puede verse en general F. Lázaro Carreter, Las ideas lingüísticas en España
durante el siglo XVIII, ed. de M. Breva Claramonte, Barcelona, Crítica, 1985;
específicamente para Hervás, Mª. del Carmen Rodríguez de la Mora, Lorenzo Hervás y
Panduro. Su aportación a la filología comparada, Madrid, Partenón, 1971; E. Coseriu, “Lo
que sabemos de Hervás”, Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos, Oviedo, 1978, vol. 3, pp.
35-58.
25. Esta evolución científica fue proseguida por José María Algué y Miguel Saderra
Masó y permanece en nuestro tiempo ya desaparecido el vínculo de esos países
tropicales con la antigua metrópoli.
Categorías:
Menú de navegación
No has accedido
Discusión
Contribuciones
Crear una cuenta
Acceder
Artículo
Discusión
Leer
Editar
Ver historial
Buscar
Portada
Portal de la comunidad
Actualidad
Cambios recientes
Páginas nuevas
Página aleatoria
Ayuda
Donaciones
Notificar un error
Imprimir/exportar
Crear un libro
Descargar como PDF
Versión para imprimir
En otros proyectos
Wikimedia Commons
Herramientas
En otros idiomas
العربية
Башҡортса
Dansk
English
हिन्दी
Русский
Srpskohrvatski / српскохрватски
اردو
中文
Editar enlaces
Se editó esta página por última vez el 24 jul 2018 a las 03:40.
El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons Atribución Compartir
Igual 3.0; pueden aplicarse cláusulas adicionales. Al usar este sitio, usted acepta
nuestros términos de uso y nuestra política de privacidad.
Wikipedia® es una marca registrada de la Fundación Wikimedia, Inc., una
organización sin ánimo de lucro.