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ISSN: 0121-0777
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Universidad Autónoma de Occidente
Colombia
National Geographic
* Filósofo. Ph. D. Miembro del Grupo Praxis, Departamento de Filosofía, Universidad del Valle.
7. Aculturación: la modificación recíproca, producida por la transmisión cultural. Ver Carlos Alberto Uribe, «Aculturación» en Palabras para desarmar. Una apropiación crítica al vocabulario del reconoci-
miento cultural en Colombia, Editores Margarita Rosa Serje, María Cristina Suaza y Roberto Pineda, Ministerio de Cultura, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Bogotá, 2002, pp. 27. Redfield,
Linton y Herskovits, en su «Memorando para el estudio de la aculturación», en 1936 definieron aculturación como «aquellos fenómenos que resultan cuando grupos de individuos, pertenecientes a culturas
diferentes entran en contacto continuo y de primera mano, con cambios subsecuentes en los patrones culturales originales de uno o de ambos grupos» [citado por Uribe, op. cit. pp. 29]. Ellos distinguieron
aculturación de cambio cultural, del cual sólo es un aspecto, y de asimilación, que en ocasiones es una fase de la aculturación.
8. Ver León Olivé, Multiculturalismo y pluralismo, Paidós, México, 1999 pp. 58-59.
manera: «El multiculturalismo sirve ferencia de esto, la cultura procesual mismos objetos, las mismas vesti-
como un antídoto a la demanda de no es una máquina de fotocopiar mentas, los mismos vehículos, el
que todo el mundo se asimile a la sino «un concierto o, en realidad, mismo urbanismo, la misma arqui-
cultura blanca europea, pero el in- un recital históricamente improvi- tectura, el mismo tipo de apartamen-
terculturalismo es un término mejor sado. Sólo existe mientras dure su to, a menudo amoblado y decorado
para describir la porosidad de las actuación y nunca puede quedarse de idéntica manera. En los salones
culturas. El interculturalismo, como fija o repetirse sin que cambie su suntuosos de las grandes ciudades
lo entiendo, plantea el asunto de significado».10 del mundo, el encanto de la diver-
cómo ocurre la comunicación entre sidad cede el paso ante la fulminante
Hay, finalmente, usos bastante
culturas inconmensurables. Si el polémicos del multiculturalismo o, ofensiva de la estandarización, de
multiculturalismo, basado en cierto mejor, adecuaciones de éste al nue- la homogeneización, de la unifor-
modelo herderiano, se arriesga a dar vo orden mundial, a las exigencias mación. Por todas partes triunfa la
la impresión de que las culturas son del capitalismo. Ya se trata en este World Culture, la cultura global.
unidades discretas, autónomas, in- caso de una inaceptable perversión.
cluso relativamente estáticas, enton- Martin J. Beck Matutik ha identifi-
ces el interculturalismo, con su sen- cado un multiculturalismo lúdico,
tido de que las culturas cambian, en un multiculturalismo corporativo y
gran medida, cuando ellas interac- un multiculturalismo imperialista.11
túan con la culturas vecinas, viene a El multiculturalismo imperialista es
corregir ese error»9. De esta manera quizás el más peligroso en estos
la interculturalidad vendría a ser un momentos porque nos saca de nues-
modelo dinámico y el multicultura- tras discusiones sobre el trato justo
lismo un modelo peligrosamente es- hacia las minorías en el interior de
tático. Lo estático y peligroso sería las unidades políticas y nos pone a
defender la separabilidad, el hecho soñar con un nuevo orden mundial
de la diferencia, cayendo en un esen- que se enriquecerá con todas las cul-
cialismo. Pero también sería peligro- turas y que será permeable a todas
so defender cualquier tipo de inter- las influencias. La realidad es muy
culturalidad. En otras palabras, la otra. Con la apertura hacia este or-
fuerza normativa no se debe aplicar den mundial no estamos viendo pe-
tanto al hecho del pluralismo sino al lículas congoleñas, ni oyendo mú-
cómo se hace la interculturalidad. sica camboyana, ni degustando de-
licias culinarias bolivianas, ni enten-
Esto depende, de nuevo, de diendo más a los esquimales. Todos
cómo entendamos la cultura, que es estamos, simplemente, comiendo
el concepto clave del multicultura- hamburguesas McDonald. Como
lismo. Lo que está en juego aquí, bien dice el periodista francés Ig-
como lo señala Baumann, son dos nacio Ramonet, un estilo parecido
nociones de cultura, una esencialista de vida se impone de un lado al otro
y otra procesual. La esencialista del planeta, inspirado por los me-
entiende por cultura la herencia co- dios de comunicación y prescrito
lectiva de un grupo, «es decir, como por la cultura de masas. De La Paz
un catálogo de ideas y ejercicios que a Ouagadougou, de Kyoto a San
configuran la vida y los pensamien- Petersburgo, de Orán a Amsterdam,
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tos tanto individuales como colec- las mismas películas, las mismas
tivos», como «una fotocopiadora series televisivas, las mismas infor-
gigante que continuamente produ- maciones, las mismas canciones, los
ce copias idénticas» [39-40]. A di- mismos eslóganes publicitarios, los
9. Robert Bernasconi, «Stuck inside of Mobile», en Theorizing Multiculturalism. A guide to the current dabate, editado por Cynthian Willet, Blackwell Publishers, Oxford, UK, 1998, pp. 289-90.
10. Baumann, op. cit. pp. 39-41.
11. Ver Martin J. Beck, «Ludic, Corporate, and Imperial Multiculturalism: impostors of Democracy and Cartographers of the New World Order», en Theorizing Multiculturalism. A guide to the current debate,
editado por Cynthian Willet, Blackwell Publishers, Oxford, UK, 1998 pp. 100 - 117.