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Podemos señalar un único tema como columna vertebral de esta parashá:

La santidad.

La santidad es accesible a cualquier persona, sin importar edad, raza, sexo, pueblo de

origen o incluso creencias (si es que éstas no son contrarias a la Torá).

Lo que hace de una persona santa, es su conducta, y solamente ésta.

Si la conducta personal es constantemente de acuerdo a lo que Dios ordena en Su perfecta

Torá, y

por lo tanto la persona se apartó de lo que es dañino (especialmente la idolatría) y

se sumerge con todo corazón, con toda su vida, con todo lo que posee en lo que es bueno,

entonces podemos decir que estamos en presencia de una persona santa.

(Más información en "Un vistazo a la Parashá Sheminí").

Estas son algunas de las normas para subir en santidad, de acuerdo a la parashá:

respetar a los padres

observar el Shabbat

no adorar falsas deidades, hacer magia, o sacrificios humanos

no mutilarse o tatuarse

no realizar mixturas antinaturales

no comer frutos del árbol en los primeros 3 años de ser plantado

mantener una vida sexual dentro de los marcos permitidos

Leyes de compasión y justicia, especialmente hacia los desamparados

dejar los rincones del campo para que recolecten los pobres

comerciar con honestidad

tener pesos y medidas justos

ser un juez imparcial


ser un juez que promueve la misericordia dentro de la ley

no tomar posesiones ajenas sin permiso

no quedarse con el dinero de los jornaleros

no dar consejos perjudiciales

no difamar al inocente

no extraviar al ciego o incauto

salvar al que está en peligro

amonestar amorosamente al que se está equivocando

no avergonzar al prójimo

no guardar rencor ni vengarse

amar al prójimo como a uno mismo

Para destacar:

En esta parashá, dedicada a enseñar maneras para ser personas santas, encontramos que los

mandamientos que el Eterno da a Israel están mezclados y al parecer sin orden, pues

aparecen preceptos bein adam lamakom (que se relacionan con el servicio de la persona a

Dios), con preceptos bein adam lajaveró (que se relacionan con el trato entre las personas).

Esto sirve para enseñarnos,

que ni las mitzvot rituales por sí solas,

ni las mitzvot éticas por sí solas,

son suficientes,

sino que unas y otras son básicas y fundamentales para dar sentido a la vida individual.

Como parte de las medidas que llevan a la Justicia Social, la Torá ordena diversas prácticas

para facilitar la vida del menesteroso, y brindarle un camino que lo conforte en primera

instancia, y que luego lo mueva hacia una vida digna, no dependiente de caridad o
generosidad ajena.

Entras esas medidas justicieras, se encuentran las mencionadas en nuestra parashá, que

son leket, pea y shijeja, que eran distintas partes del campo o de la cosecha que quedaban a

disposición de los menesterosos, para que ellos voluntariamente se encargaran de trabajar

para procurarse su manutención.

Así, se permite que el menesteroso trabaje por su sustento y se dignifique ante sí y la

sociedad, y

se permite al más afortunado que ejerza un acto de solidaridad y no de pasiva caridad.

Pues, no es por medio de limosnas que se da al hermano necesitado un lugar digno, sino

permitiéndole crecer hasta el máximo de su potencialidad.

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