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APARICIÓN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

Según la versión de la Iglesia Católica, en la mañana del 9 de diciembre de 1531, el indio Juan Diego
pasaba por el cerro Tepeyac, rumbo a la iglesia de Tlatelolco, cuando se le apareció la Virgen María
"en medio de un arco iris, ataviada con esplendor celestial" y le habló en náhuatl, la lengua de los
aztecas. Ella le dijo que era la madre de Dios y que deseaba que le contruyan un templo en aquel
lugar.

El indio le contó lo que vio y escuchó al obispo Juan de Zumárraga, pero éste le pidió alguna señal o
prueba de lo que afirmaba. Entonces Juan Diego volvió al cerro y el 12 de diciembre de 1531 la
Virgen se le apareció otra vez y le dijo que cogiera unas rosas de lo alto del cerro y las lleve en su
ayate o manto al sacerdote. Cuando el indio extendió el manto ante Zumárraga apareció la imagen
de la Virgen de Guadalupe.

Los datos anteriormente mencionados se basan en un relato de Luis Lasso de la Vega, escrito en
1646. Pero la veracidad de este sacerdote criollo ha sido seriamente cuestionada, ya que en 1531 el
fraile Zumarraga todavía no era obispo, y además nunca escribió algún testimonio de las
apariciones marianas hasta que murió en 1548. Hay investigadores que sostienen que todo lo que
Lasso de la Vega contó de Juan Diego y la "milagrosa aparición" fue producto de su imaginación.
Afirman que la Virgen de Guadalupe mexicana fue obra del pintor indígena Marcos Cipac, encargada
por el obispo Alonso de Montufar a comienzos de 1550. Así lo reconoció en 1556 fray Francisco de
Bustamante, cabeza provincial de los franciscanos en México.

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