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El maestro pregunta:
- Querido mío, ¿escuchas el trino de los pájaros? ¿Sientes la brisa del aire?
¿Hueles el aroma de las flores.
Y el maestro replica:
Porque unos logran conectar con el aquí y ahora, y otros no. Porque unos
consiguen estar en la percepción consciente, y otros no. Porque unos viven
cada instante con plenitud, y otros no.
Esto-aquí-ahora.
Estar atento para conectar con lo que es, no con lo que queremos o tememos
que sea, no con lo que interpretamos o suponemos que es.
Mirar. Observar desde la visión cabal e imparcial. Estar tan receptivo que el
color sea más color y el sonido más sonido. Contemplar cómo todo surge y se
desvanece, sin apego, sin dejarse tanto prender en la tela de araña del
gusto y el disgusto, el apego y el aborrecimiento. No aferrarse. Saber
respetar el curso de los acontecimientos.
Estar en lo que es, pero con respeto a toda forma de vida. Permanecer en lo
que sucede, pero desde la ética genuina y la sabiduría. Penetrar el surgir y
desvanecerse de todo lo compuesto, con serenidad vital o con vitalidad
serena.
No sólo hay que estar atento a lo que sucede fuera, sino también a lo que
sucede en uno, para aprender a regular la mente, la palabra y los actos.
Como dijo Buda: "Si te estimas en mucho, vigilate bien". La atención,
asociada a la virtud y la sabiduría, es ese "tercer ojo" que puede ver lo que
escapa a la visión ordinaria y que así puede mutar la consciencia y hacernos
mentalmente más libres e independientes.
El trabajo de la atención es un modo seguro, si uno a tal fin lo aplica, para ir
debilitando las tendencias insanas de la mente: ofuscación, avidez y odio.
Ramiro Calle