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28 :ev 3 al 9 de octubre de 2010 por las diócesis CAGUAS

Te has fijado
en la sonrisa
de nuestro
Cardenal…
En mis días de estudiante de escuela del Altar, se selló mi vocación misionera. Le
superior, en la Academia Santa Mónica, en pedí al Señor la gracia de que un día no
Santurce, me tocó participar en la toma muy lejano, en ese mismo Altar, yo pudiera
de posesión del nuevo Arzobispo. Fue ahí celebrar la Eucaristía. El Señor me lo conce-
cuando por primera vez estuve cerca de dió y el 9 de febrero 1975, delante de ese
Mons. Aponte Martínez. El caminaba hacia mismo altar, con esa sonrisa afable del Pa-
la Catedral; iba a asumir la nueva misión dre que acoge y recibe, el Cardenal Aponte
que el Señor le encomendaba. Martínez me ordenó presbítero.
Aquel 14 de enero del año 1965 me Han pasado los años… Fui su colabo-
llamó mucho la atención la sonrisa que se rador en muchas ocasiones, y en diversos
dibujaba en su rostro… sobre todo cuando ministerios. El 4 de febrero del 2001, fue el
un niño de La Perla, a la entrada de la ciu- apóstol que el Señor utilizó para introdu-
dad capital, le presentó un cordero, que él cirme en el Colegio Episcopal.
recibió. Con un brazo agarraba fuertemen- La sonrisa del Cardenal Aponte Mar-
te al cordero y con el otro, al niño que se tínez, que llamó tanto mi atención en los
lo presentaba. En aquel gesto descubrí la años de mi juventud, me sigue impactando
alegría de un hombre puertorriqueño, sen- porque se ha convertido para mí, en una
cillo, Àel a su vocación, que manifestaba la clave vocacional. Si un hombre le sonríe a
alegría profunda de asumir una responsa- la vida, pese a las diÀcultades que encuen-
bilidad, no por méritos propios, sino como tra en el camino, es porque su vida tiene
don, como regalo del Señor. Un hombre sentido. El Cardenal es uno de esos hom-
que sabía que la tarea no iba a ser fácil, bres, sabe que Jesucristo lo acompaña y
ahora bien, conÀaba en el Señor. por eso, con su sonrisa, nos muestra el co-
Aquel gesto me impresionó de tal ma- razón de un hombre sencillo, afable y Àrme
nera que marcó mi vida y me ha servido en en sus convicciones, que tiene en Dios su
muchas ocasiones para reÁexionar sobre fortaleza y su esperanza.
la misión de los obispos. Con una mano, Su rostro alegre y jovial expresa la in-
estamos Àrmemente agarrados al Cordero terioridad del que ha sabido servir, y si-
de Dios, a Jesucristo, que quita el pecado gue sirviendo silenciosamente… Su sonri-
del mundo; con la otra al pueblo, con el sa muestra la sabiduría que dan los años
que caminamos día a día construyendo el cuando se han empleado sin otro interés
Reino. que buscar la gloria de Dios y el bien del
Un año después, volví a estar muy cer- prójimo. Su sonrisa, revela el amor que
ca del Arzobispo, esta vez como monagui- lleva dentro y sobre todo, que comparte
llo; fue el día de la Dedicación de la Parro- desinteresadamente. Que su ejemplo nos
quia del Corazón de María, en Río Piedras. estimule, para que la alegría del Señor sea
Ya estaba a punto de terminar mi escuela nuestra fortaleza…
superior, y en junio ingresaría al Noviciado
de los Misioneros Claretianos. Esa tarde, en
la Liturgia de la Consagración y Dedicación Mons.Rubén González Medina

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