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Evaluacion de Recursos y Estresores
Evaluacion de Recursos y Estresores
PSICOSOCIALES EN LA COMUNIDAD
INDICE
PARTE I.
RECURSOS Y ESTRESORES PSICOSOCIALES:
ASPECTOS CONCEPTUALES Y TEÓRICOS
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3.1. INTRODUCCION.............................................................................................................................48
PARTE II.
RECURSOS Y ESTRESORES PSICOSOCIALES:
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN Y APLICACIONES PRÁCTICAS
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6.2. Algunas comprobaciones previas....................................................................................................142
8. BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................172
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PARTE I
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1 . E L A P O Y O S O C I A L : S U I M P O RTA N C I A C O M O
RECURSO PSICOSOCIAL ANTE LOS ESTRESORES
1.1. Introducción
científica que, adaptando algunos elementos de las primeras formulaciones teóricas sobre el
estrés, entiende el bienestar psicosocial como el resultado de un equilibrio entre los estresores
presentes y los recursos disponibles. Los estresores y los recursos pueden conceptualizarse como
fuerzas contrapuestas que actúan sobre un mismo objeto. Dependiendo del nivel de análisis en el
que se trabaje, el objeto puede ser una persona, un grupo social, una comunidad o, incluso, una
sociedad (Morales, 1999). En términos muy generales, el acceso a un recurso puede mejorar el
bienestar mientras que la presencia de un estresor ejerce un efecto contrario. Además, existen dos
formas básicas de intervenir en recursos y estresores: a) iniciativas que buscan eliminar los
estresores y b) iniciativas para fomentar los recursos. Estas dos estrategias generales incluyen
exceden el ámbito de este monográfico. Baste decir, sin embargo, que son numerosas las
investigaciones y los programas de intervención que han constatado cómo ambas estrategias
alternativamente, el fomento y potenciación de los recursos está asociado con una menor
presencia de estresores.
Históricamente, la segunda mitad del siglo XX ha sido testigo del esfuerzo realizado en
Comunitaria, Pedagogía Social, etc.) por identificar y analizar en detalle aquellos recursos y
estresores que, por su naturaleza, tienen una mayor influencia en el bienestar psicosocial de las
personas. De todos ellos, es quizás el apoyo social el recurso que más interés ha recibido por
parte de los científicos sociales durante, prácticamente, el último cuarto del siglo XX. Sin duda,
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su contrastada influencia en la salud física y mental así como las enormes posibilidades que abre
en el ámbito de la intervención, ha hecho del apoyo social uno de los conceptos claves que
permite entender no sólo el ajuste de la persona con su medio sino, más allá de ello, el tipo de
transformaciones y reajustes que se producen cuando aquel no está presente. Reajustes, por otra
parte, que tienen que ver con cambios en las valoraciones del self (autoestima), variaciones en el
estresantes) o nuevas tendencias en los hábitos de salud e higiene (conductas de salud), por poner
algunos ejemplos.
A pesar de este creciente interés por el análisis del apoyo social, aún hoy nos encontramos
no sólo con una gran diversidad conceptual en torno a este constructo, sino también con
intervenciones a las que sirve de base (Herrero y Musitu, 1998). Es el objeto de este primer
capítulo de esta monografía el ofrecer un recorrido histórico de las fuentes que permiten explicar
el surgimiento del apoyo social como concepto clave en el bienestar psicosocial así como las
A finales del siglo XIX y principios del XX surge un interés científico por conocer qué
tipo de influencia ejercen los factores sociales en la salud mental de las personas. En 1855, un
médico de Nueva Inglaterra (Estados Unidos) llamado Edward Jarvis constataba en un informe
muestran, en proporción a su población, 64 veces más casos de demencia que las clases más
favorecidas". Algunas décadas después,el sociólogo francés Emile Durkheim publica su clásico
estudio sobre los determinantes sociales del suicidio. A partir de un sistemático tratamiento
estadístico de los datos, Durkheim examinó las tasas de suicidio en diversos segmentos de la
población y encontró apoyo empírico para su hipótesis: el suicidio era más frecuente entre
aquellas personas con pocos lazos sociales íntimos. Al igual que otros sociólogos de principios
del siglo XX, -Tönnies y Weber, entre ellos- Durkheim se preocupó por la desintegración social
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en las nuevas sociedades industriales, postulando que el desarrollo industrial, al enfatizar el valor
del individualismo, precisaba de algún tipo de transformación de los patrones tradicionales en los
vínculos comunitarios y de parentesco. Así, supuso que conforme los campesinos emigraban a
áreas urbanas en calidad de trabajadores asalariados, sus lazos individuales, familiares, con las
una pérdida de las restricciones sociales que derivaban de roles sociales y normas bien definidas.
Durkheim creyó que esta pérdida de integración social, o anomia, era incompatible con el
bienestar psicológico.
Ya en el siglo XX, y continuando los estudios de Simmel sobre los efectos negativos de la
vida urbana frente a la vida rural, en un trabajo clásico de Thomas y Znaniecki de los años 20 se
analizaron los efectos de la emigración de campesinos polacos hacia áreas urbanas de los
Estados Unidos. A partir de datos procedentes de diversas fuentes y formatos como entrevistas,
actas judiciales, diarios y artículos periodísticos, concluyeron que el abandono de un medio rural
investigadores preocupados por analizar los efectos de la ruptura de las redes sociales. Entre los
problemas sociales. Así, encontraron que las tasas más elevadas de desórdenes aparecían en las
áreas cercanas a la ciudad de Chicago, en zonas denominadas por ellos como de transición,
donde se mezclaban los nuevos emplazamientos industriales y las viviendas de renta baja. Estos
autores sostuvieron que los problemas conductuales y sociales en las zonas de transición eran el
Farish y Dunhan por los años treinta, quienes consideraron la importancia de los parámetros
temporal de las psicosis en la ciudad de Chicago, estos autores descubrieron dos tendencias:
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a) la mayor incidencia de la esquizofrenia se concentraba en la zona central más
desorganizada de la ciudad; y,
existían en la ciudad.
para la salud. Para la segunda tendencia encontraron una explicación más elaborada: la
Los trabajos epidemiológicos contribuyeron con una gran afluencia de datos, conceptos,
psicológico de las personas. El trabajo de Hans Selye por los años cincuenta sobre el estrés
puede considerarse un heredero de estos estudios. Este autor propuso el síndrome general de
adaptación como un mecanismo fisiológico a través del cual el organismo se enfrenta al estresor
ambiental. Su modelo en tres fases (alarma, resistencia y agotamiento) pretende explicar los
abundante evidencia empírica de cómo las respuestas cognitivo-afectivas al estrés pueden alterar
por el sistema nervioso central y modulada por las alteraciones en la función hipotalámica, está
está implicada en el inicio de la enfermedad, numerosos investigadores han dirigido sus análisis a
Uno de los primeros estudios sistemáticos que buscaron relacionar factores ambientales,
estrés y enfermedad fue el realizado por Hinkle y Wolff a mediados de los años 50 a través del
este programa consistía en evaluar hasta qué punto los cambios culturales, geográficos e
interpersonales tenían consecuencias negativas para la salud física. Tomaron como punto de
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partida los trabajos de Selye (1956) sobre la incidencia del estrés en la enfermedad y centraron
sus esfuerzos en identificar aquellos factores que poseían efectos protectores de la salud. Estos
Hinkle y Wolff llamaron la atención sobre las diferencias individuales en los estilos de
afrontamiento y en el acceso a lazos sociales compensatorios (lo que hoy entenderíamos como
1- Propiedades objetivas del ambiente social: aquí incluían las relaciones sociales
organizacionales y extra-organizacionales.
ambientales recibió un gran impulso con el trabajo pionero de Holmes y Rahe (1967), quienes
basándose en los modelos del estrés propuestos por Selye realizaron una clasificación de los
metodológico con el que evaluar de forma objetiva las condiciones ambientales por las que
atravesaban los sujetos y estimuló el desarrollo de numerosas escalas de sucesos vitales con las
relaciones, aunque significativas, eran modestas y no tardaron en aparecer las críticas teóricas y
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metodológicas. En general, los mismos eventos (por ejemplo, muerte de la pareja) no producían
los mismos efectos en todas las personas debido a la modulación de otros factores fisiológicos y
Con estos presupuestos, Lazarus (1966) ya había comenzado a trabajar con la hipótesis
evento como si: a) presentara una amenaza de riesgo futuro; b) un desafío que superar; o, c) un
daño o pérdida que se ha producido. En este primer estadio el evento no sería estresante hasta
que, en una segunda valoración, el individuo hiciera balance de sus recursos y descubriera que
no tiene cómo afrontar la nueva situación. Esta hipótesis de la valoración (appraisal hypothesis)
ha registrado una gran aceptación en los científicos sociales, extendiéndose hasta nuestros días,
ya que tiene en cuenta tanto la importancia de los factores contextuales como los factores
cognitivos en la experiencia del estrés. Además, el estudio de los factores contextuales que
condicionan el tipo de valoración que la persona realiza sobre el estresor ha desembocado, como
veremos, en un interés hacia el estudio de las relaciones sociales que proporcionan apoyo.
Si bien los estudios epidemiológicos constataron que existían factores sociales que
estaban estrechamente vinculados con la aparición de la enfermedad, los trabajos sobre el estrés
no sólo fijaron conceptual y experimentalmente esa relación sino que, quizás como una
rol como mediador entre el estresor y la enfermedad. Ello llevó a los investigadores a reconocer
explícitamente que tanto los factores contextuales (situaciones no estresantes, por ejemplo) como
los cognitivos (recursos de afrontamiento, por ejemplo) podían constituir un poderoso recurso de
reflexiones teóricas sobre el papel protector que los factores contextuales poseían sobre la salud.
El epidemiólogo norteamericano H. Dunham, uno de los autores del estudio sobre la incidencia
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los aspectos del ambiente que evitaban la enfermedad o promovían la salud. Este autor reconocía
comunidad; para ello, la comunidad debería proporcionar al paciente restablecido los recursos
necesarios a los que acudir en búsqueda de ayuda y apoyo durante el proceso de reajuste a su
vida comunitaria. Algunos años después, diversos autores señalaban el importante papel que
juegan las personas próximas de la comunidad, hasta el punto de que en las situaciones difíciles
los miembros de esa comunidad buscaban ayuda en las personas de su alrededor y no en los
comunitarios, por una parte, y a advertir sobre el peligro de profesionalizar a las personas que
estaban ayudando eventualmente, lo que podría disminuir esos recursos. En general, este tipo de
personas incluyen desde individuos con una preocupación por quienes padecen problemas
Estos trabajos generaron un gran interés por el papel que las fuentes informales de apoyo
jugaban en el proceso de ajuste de los miembros de la comunidad. En este sentido, Klein en los
años 50 llama la atención sobre el rol específico que la Iglesia desempeña en las cuestiones de
salud mental, mientras Kelly analiza el papel de los agentes urbanos en el bienestar de la
comunidad. Según este autor, los agentes urbanos -peluqueros, porteros, comerciantes, etc.- son
a menudo una primera defensa disponible para los miembros de la clase trabajadora cuando
surgen problemas emocionales. Además, estos agentes pueden servir de mediadores entre la
cultura local y el sistema formal de salud de las áreas metropolitanas, canalizando la información
relevante. Kelly también se preocupó por analizar cómo las estructuras y procesos sociales
influían en el acceso a los recursos -incluyendo los servicios de salud mental- y cómo ello, a su
específica por los procesos informativos y comunicacionales como mediadores entre individuo y
En general, se consolida durante estos años una tendencia a analizar y tener en cuenta los
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pacientes mentales, etc.- sentarán los cimientos de los primeros programas de salud mental
comunitaria.
Durante las décadas de los 60 y 70 el concepto de apoyo social (o términos que podemos
parte como respuesta a estos desarrollos, nace el movimiento de salud mental comunitaria. Su
en áreas habitualmente olvidadas por los profesionales de la salud mental. Esta tendencia, a su
vez, estimuló el interés hacia el estudio del concepto de apoyo social fundamentalmente por tres
hechos:
una variedad de roles de tratamiento directo- como compañía con el enfermo mental, como
voluntario en hospitales, como asistentes de salud mental con niños o como interventores en
momentos de crisis.
comunitarios para el enfermo mental se dirigieron no sólo a preservar los vínculos del paciente
con su grupo primario sino que mostraron mayor eficacia cuando el voluntariado no profesional
lograba integrarse en la vida de los pacientes o cuando éstos eran trasladados desde el hospital a
comunidades cohesionadas.
dentro como desde fuera del propio centro mental, mostró que una comunidad atomizada y
importancia del acceso al apoyo social que procede de relaciones que podemos considerar
informales tanto en materias que afecten el estatus de salud de los ciudadanos cuanto en la
Podemos considerar que el concepto de apoyo social adquiere carta de ciudadanía a partir
de este momento, cuando muestra su valor teórico como mediador en el proceso estrés-
enfermedad y constituye, junto con el afrontamiento y el propio estrés, los pilares del estudio de
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la salud mental. Todo ello promoverá, como veremos más adelante, un interés por el estudio de
estaba suficientemente reconocido por los científicos sociales, es con la publicación de los
trabajos de John Cassel y Sidney Cobb a mediados de los 70 cuando el concepto de apoyo social
investigación y la intervención. Tanto Cassel como Cobb comprobaron, por separado, que los
interactivo de apoyo no mostraban los cambios negativos en la salud que presentaban aquellos
concluyeron que las personas que experimentan sucesos vitales estresantes amortiguan las
en las que el apoyo social está disponible (Cassel, 1974; Cobb, 1976).
Como epidemiólogo, Cassel estaba preocupado por explicar cómo las condiciones
efecto pernicioso en las personas, en términos de mayores tasas de mortalidad infantil, mayor
todo el efecto, ya que algunas personas de esos mismos entornos no padecían tales enfermedades,
así que era necesario postular algún tipo de variable que pudiera explicar esas diferencias. A
partir de los trabajos sobre el origen de las enfermedades microbiales y de distintos estudios que
cambios en el ambiente social inmediato eran capaces de alterar la resistencia de las personas a
la enfermedad debido a los cambios metabólicos que generaban. Según este autor, en ambientes
sociales muy desorganizados las personas, y también los animales, sufren una confusión, una
insuficiencia de señales o, en ocasiones, una total ausencia de feedback. De acuerdo con Cassel,
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signos y señales desordenadas procedentes de las personas importantes para el individuo o de una
ausencia de información que pueda corregir las desviaciones que se hayan producido y,
De este modo, los eventos externos serán nocivos para el individuo siempre que éste no disponga
sociales más importantes, se sitúa en una posición de desventaja y vulnerabilidad ante las
demandas ambientales. La persona será más vulnerable cuanto más próxima y significativa sea
De la obra de Cassel pueden destacarse dos aportaciones: por una parte su análisis de la
influencia del ambiente social en la vulnerabilidad ante la enfermedad; por otra parte, su
hipótesis de la existencia de fuerzas sociales que pueden ser movilizadas en situaciones difíciles
con el objeto de proteger la salud. Como el propio autor señala, de los dos conjuntos de factores,
sería más factible a corto plazo intentar mejorar y reforzar los apoyos sociales que reducir la
recibe del grupo primario o de sus relaciones significativas. Sin embargo, estableció una
condición adicional: sólo consideró como apoyo social aquella información que lleva al sujeto a
creer que es querido y cuidado, que es estimado y valorado y que, además, es miembro de una
red de comunicación y obligaciones mutuas. A pesar de que Cassel, y como veremos Caplan
Cobb quien sitúa el apoyo social en el terreno de la valoración cognitiva -"creerse querido"-,
de Lazarus.
Gerald Caplan (1974) destacó la importancia de los grupos primarios en el bienestar del
individuo. Estos grupos, entendidos como contactos sociales duraderos (sean con individuos, con
grupos o con organizaciones), proporcionan al individuo un feedback sobre sí mismo y sobre los
otros, lo que compensa las deficiencias de comunicación con el contexto comunitario más amplio.
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Caplan realizó una primera clasificación de los diferentes sistemas informales de apoyo presentes
en el ambiente natural, vinculando cada uno de ellos a sus funciones en la protección de la salud.
Además, sugirió de qué forma podrían fomentarse los vínculos de apoyo entre los ciudadanos a
través de un conjunto de actividades que los profesionales habrían de dirigir. Según Caplan, el
apoyo social podría funcionar como un protector ante la patología; así un individuo que tenga la
casa, en el trabajo, en la iglesia y en una serie de lugares recreativos, puede moverse de uno a
otro durante el día y estar casi totalmente inmunizado ante el mundo estresante. Para este autor,
toda persona puede suponer una fuente de apoyo para los demás de una de estas tres maneras:
emocionales.
Entre las aportaciones más destacadas de Caplan se encuentran el estudio de los sistemas
de apoyo informal de la comunidad y sus ideas sobre el papel que el profesional debe asumir en
la prevención. Suya es la tesis, por ejemplo, de que la consulta tradicional en salud mental se
extienda hasta abarcar la creación de grupos de apoyo; del papel del profesional como educador
y transmisor de información a los grupos de ayuda; y que el trabajo del profesional se inscriba en
el ámbito del vecindario, con ciudadanos clave en permanente contacto con el profesional durante
la intervención.
reconocimiento llega en Estados Unidos algunos años después, cuando la Comisión Presidencial
para la Salud Mental en Estados Unidos reconoce explícitamente en un texto de 1978 que recibir
y ser capaz de proporcionar apoyo social cuando se necesita es absolutamente esencial para el
mantenimiento de la salud mental. A través de uno de sus documentos (Task Panel on Community
fortalecimiento de "las redes naturales a que pertenecen las personas y de las cuales dependen
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trabajo; congregaciones religiosas; y grupos de auto-ayuda; y otras asociaciones voluntarias
importancia del apoyo social en los procesos de ajuste individuales puede considerarse como una
obstante, a partir del momento en que el concepto de apoyo social muestra su importancia como
mediador en la salud del individuo, resulta insuficiente continuar constatando esa influencia sin
más. Los nuevos trabajos, realizados no ya en una fase de nacimiento del concepto sino de
consolidación, persiguen descubrir hasta qué punto el apoyo social posee un efecto protector en
la salud y, en segundo lugar, qué forma y estructura habrán de tener las relaciones
Si bien la identificación de los precedentes históricos del apoyo social resulta una tarea
encontrar una definición aceptada por todos los autores, constituye una difícil tarea. A este
respecto, las definiciones del apoyo social han proliferado desde finales de la década de los 70
hasta mediados de los 80 y a partir de ese momento parecen haberse estancado. En general, cada
autor trabaja con una definición de apoyo social y con un instrumento para evaluarlo, lo que
dificulta enormemente la labor de síntesis histórica. Esto es, existen tantas definiciones de apoyo
Uno de los intentos más rigurosos por proponer una definición del apoyo social que
integre en lo posible los elementos comunes de otras definiciones y recoja los aspectos teóricos
más referenciados ha sido el realizado por Nan Lin (1986). En su análisis de las distintas
definiciones que se han ofrecido sobre el apoyo social, este autor propone acotar
-percibidas o recibidas- proporcionadas por la comunidad, las redes sociales y las personas de
confianza añadiendo que estas provisiones se pueden producir tanto en situaciones cotidianas
como de crisis.
La definición de estos autores recoge sus elementos principales, y puede entenderse como
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Cuadro 1.1. La definición de Lin en el contexto de la literatura científica.
La definición propuesta por Lin en 1986 tiene la virtud de recoger e integrar otras definiciones
del apoyo social y, además, permite incorporar en un único concepto –apoyo social- aspectos
relacionados con él que han sido específicamente estudiados en diferentes disciplinas y
orientaciones (integración social, aislamiento, lazos sociales, participación, apoyo comunitario,
etc.). Esta definición, al articularse en ejes que son independientes entre sí, permite identificar
unas dimensiones básicas en el estudio del apoyo social que sirven de marco de referencia a
partir del cual situar las numerosas investigaciones e intervenciones, posibilitando encontrar en
todas ellas un elemento común que las identifica como pertenecientes al ámbito del apoyo
social.
Las dimensiones del apoyo social más relevantes señaladas por Lin han sido tradicionalmente
objeto de interés científico por numerosos autores. Algunos de estos autores han centrado su
interés en aspectos muy específicos de las relaciones sociales y, en ocasiones, han tomado por
apoyo social sólo aquel elemento que es incluido en sus trabajos o intervenciones. La definición
de Lin abre la perspectiva de análisis con el objeto de permitir una identificación más
exhaustiva de todos aquellos elementos que caracterizan al apoyo social.
La definición propuesta por Lin se articula en torno a cuatro ejes: la función del apoyo; la
ayuda en situaciones cotidianas o de crisis. Cada una de estas dimensiones ha generado un buen
1- Lin asume que tanto la ayuda recibida como la ayuda percibida es importante para el
individuo. Ya Caplan había distinguido entre la dimensión objetiva y subjetiva del apoyo social:
la primera hace referencia a las transacciones reales de ayuda que se producen con respecto a un
propuesta por Lin reconoce que tanto los procesos sociales objetivos como la percepción que el
individuo tiene de esos procesos (aspecto subjetivo) influyen en el bienestar de las personas. La
objetividad se entiende como la posibilidad de que una situación de apoyo pueda ser identificada
por un individuo diferente al sujeto analizado. Esta distinción entre la recepción de la ayuda y la
percepción que el individuo tiene de la conducta de ayuda se traslada el interés desde lo social (la
interacción que supone ayuda) a lo psicológico (la experiencia de esa interacción). Un análisis de
las relaciones sociales basada en cómo se perciben éstas, puede llevar a conclusiones sobre las
opiniones de los sujetos y no sobre el tipo de contexto social en el que estos se mueven. Por otra
parte, un análisis del contexto social o de la conducta de ayuda que olvide cómo se percibe esa
ayuda por el receptor de la misma puede incurrir en un grave sesgo: dar por apoyo aquello que
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no se percibe como tal. Como vemos, ambos extremos están sujetos a la crítica: el apoyo
percibido puede eliminar el componente social mientras el apoyo recibido puede olvidar el
componente de apoyo.
2- La definición de Lin distingue tres ámbitos en los que se produce o puede producirse el
apoyo: comunidad, redes sociales y relaciones íntimas y de confianza. Esta distinción no es nueva
y ya había sido sugerida por Cassel cuando indicaba que el apoyo social era proporcionado por
los grupos primarios más importantes para el individuo. En esta misma línea se encuentran los
trabajos de otros autores quienes diferencian entre los niveles macro (integración y participación
social), meso (redes sociales) y micro (relaciones íntimas) del entorno social.
3- La ayuda, de acuerdo con estos autores, puede ser de dos tipos: instrumental y
expresiva. Es decir, puede constituir un medio con el que conseguir otros objetivos (instrumental)
o puede constituirse como un fin en sí misma (expresivo). Son numerosos los autores que han
distinguido diferentes funciones en el apoyo social. Caplan había definido el apoyo social como
aquellos lazos entre los individuos o entre individuos y grupos que permitían: a) promover el
desempeño. Cassel también había subrayado las funciones del apoyo social, indicando que la
principal función del apoyo social era favorecer un sentimiento de que el individuo: a) era
cuidado, amado y que se preocupaban por él; b) era valorado y estimado; y c) era miembro de
una red de obligaciones mutuas. Después de estos, otros autores han remarcado la relevancia de
distinguir funciones en el apoyo social y actualmente puede considerarse que esta perspectiva
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Cuadro 1.2. Principales fuentes de apoyo social en la definición de Lin
Cada ámbito proporciona un tipo de ayuda o sentimiento de ayuda. Así, el marco más global de
la comunidad puede proporcionar al individuo miembro de ella un sentimiento de pertenencia a
una estructura social amplia. Por su parte, en el seno de la comunidad y en el plano de las redes
sociales se pueden producir sentimientos de vinculación. De este modo, una relación basada en
el vínculo es más sólida que una relación basada en el sentido de pertenencia, ya que la primera
representa la existencia de vínculos reales con los demás, aunque algunos de estos lazos
pudieran ser indirectos. Finalmente, el ámbito más próximo al individuo lo constituye el
conjunto de sus relaciones íntimas o de confianza, del que deriva un sentimiento de
compromiso; en otras palabras, asume una serie de normas de reciprocidad y cierta
responsabilidad por el bienestar de los demás.
Si tomamos la intensidad del relleno en cada uno de los contextos que aparecen en la figura
como una aproximación de la cantidad y calidad del apoyo social disponible para el individuo,
observamos cómo las relaciones íntimas y de confianza pueden proporcionar un apoyo de
mayor calidad que las relaciones sociales y éstas, a su vez, un mayor apoyo que el contexto
comunitario más amplio.
Sentimiento de pertenencia
Sentimiento de vinculación
Sentimiento de compromiso
RELACIONES INTIMAS Y DE
CONFIANZA
RED SOCIAL
COMUNIDAD
crisis es importante para conocer hasta qué punto las relaciones sociales son capaces de fomentar
difícil distinguir o identificar las diferentes situaciones de apoyo, más aún si admitimos que en
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el bienestar psicosocial y mejorar la calidad de vida en las que el apoyo social no esté presente
bien directa o indirectamente. Sin embargo, a la gran diversidad conceptual que hemos visto se
une una amplísima variedad de instrumentos de evaluación que limitan enormemente no sólo la
investigaciones. Aspectos clave con una profunda influencia en la intervención, cómo el tipo de
efecto que ejerce el apoyo social en la salud (ver capítulo 4 de esta monografía), dependen de la
forma en cómo se definan y de la perspectiva desde la que se estudien. Dos son las perspectivas
condiciones objetivas que acompañan al proceso de apoyo. Los aspectos más estudiados desde
sociales del individuo como índice cuantitativo de integración. El segundo se refiere al estudio del
red social, y presta mayor atención a las dimensiones cualitativas. Sin embargo, en ambos casos
son los aspectos objetivos los que constituyen las unidades de análisis y, por tanto, la experiencia
su comunidad. Este supuesto ha sido ampliamente criticado y diversos estudios han puesto de
manifiesto que es la cualidad de las relaciones lo que explica sus efectos. La existencia de
relaciones es necesaria, pero no suficiente, para que los procesos de apoyo social tengan lugar.
una mera suma de contactos sociales. Además, pretender que todas las relaciones sociales
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contribuyen de igual forma al bienestar del individuo es simplificar demasiado la cuestión. En
consecuencia, algunos autores han dirigido sus análisis hacia aquellas relaciones más
significativas para el individuo, lo cual supone incorporar el aspecto funcional en un primer nivel
inicial.
enlazados por uno o más tipos específicos de relaciones entre ellos. Esos nudos suelen ser
individuos, pero también pueden ser grupos y colectivos. Los lazos están definidos por el flujo de
recursos de un nudo a otro. Desde el momento en que la red social de un individuo proporciona
ayuda técnica o tangible, apoyo emocional, sentimientos de saberse querido, etc., esa red le está
la red social son los principales elementos analizados desde la perspectiva estructural. Estas
medidas objetivas, si bien son fáciles de identificar – tan sólo requieren un cómputo de
frecuencias -, no son suficientes para hacerse una idea del apoyo social disponible para el
individuo. El principal problema de este tipo de orientación es que los resultados de sus
investigaciones están condicionados a la definición de red social de la que partan. Conforme los
investigadores restringen su definición de red social –incorporando en la red, por ejemplo, sólo
aquellas personas que verdaderamente proporcionan apoyo- se constatan relaciones más sólidas
con la salud física y mental. Alternativamente, cuando se toma por red social el conjunto más
general de personas con las que una persona interactúa, las características estructurales de esa
red pierden parte de su relación con la salud física y mental. Pero para conocer el conjunto de
personas que proporcionan apoyo –red de apoyo- es preciso incluir la valoración que el individuo
hace sobre los procesos sociales en que participa. El principal criterio para conocer la valoración
que el individuo hace de los miembros de su red social es, precisamente, saber hasta qué punto
esas personas son percibidas como proveedores de apoyo; esto es, hasta qué punto cumplen
Aunque los miembros de la red de apoyo del individuo son potenciales proveedores de
apoyo social, éstos se pueden diferenciar conforme al tipo y cantidad de apoyo que pueden
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ofrecer. No todas las relaciones de apoyo son iguales, y dependiendo de la función de apoyo de
que se trate su efecto en la salud física y mental será diferente. Además, para identificar el tipo de
función de apoyo hay que analizar el ámbito en el que éste se produce. De este modo, el apoyo
denominan apoyo de información, consejo o guía; el plano conductual, por último, se refiere al
• Apoyo emocional: se refiere al área afectiva y tiene que ver fundamentalmente con la
positivo e intenso, el dominio de las emociones, los sentimientos de ser querido y cuidado, los
sentimientos de ser valorado, o los elogios y expresiones de respeto. El hecho puntual de poder
compartir con alguien los problemas supone la existencia de un mundo de relaciones duraderas y
difíciles implica, en ocasiones, revelar o desvelar aspectos negativos de uno mismo; por ello la
mayoría de las personas confían sus problemas más graves a aquellos que consideran más
próximos: la pareja, un pariente o un buen amigo al que le avala una relación de confianza
durante un período considerable de tiempo. Este tipo de apoyo desempeña un papel muy
quedan sin resolver, las personas pueden iniciar una búsqueda de información o consejo que les
sirva de ayuda para superar esa situación. Las personas que están a nuestro alrededor pueden
pistas sobre su interpretación, valoración y adaptación cognitiva, indicarnos los recursos que son
relevantes para su afrontamiento y las posibles vías de acción, así como proporcionarnos
práctica a menudo son difícilmente separables, ya que el hecho de recibir un consejo puede ser
interpretado por el receptor como una expresión de cariño o de preocupación por él. Incluso en
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relaciones de ayuda profesionales se observa cómo los receptores de ayuda “confunden” el
material directa o servicios. En circunstancias ordinarias, este tipo de apoyo se relaciona con el
bienestar porque reduce la sobrecarga de las tareas y deja tiempo libre para actividades de
efectividad se incrementa cuando el receptor percibe la ayuda como adecuada, pero puede tener
la mayor claridad posible cuándo existe realmente apoyo. Un importante foco de interés dentro de
la orientación funcional es la decisión sobre si trabajar con las percepciones de apoyo que los
sujetos mantienen sobre sus relaciones sociales (en adelante, apoyo percibido) o con las
transacciones reales de apoyo que se producen entre la persona y su entorno (en adelante, apoyo
recibido). Gerald Caplan se había preocupado por puntualizar debidamente las formas en que
podía producirse el apoyo social. Diferenciaba para ello entre la transacción objetiva o subjetiva;
es decir, puede consistir en una transacción real o puede ser una percepción subjetiva de que esa
no es meramente conceptual sino que conlleva importantes implicaciones prácticas. Así, cuando
tiene de esas transacciones, es posible que aquellas no hayan sido experimentadas como tales. En
este caso, podríamos estar tentados a pensar que el apoyo social no ha tenido efecto, cuando es
posible que el apoyo social no haya tenido lugar. Por ejemplo, en el caso típico de la ayuda
financiera de padres a hijos, saber que esa ayuda está disponible ejerce un efecto beneficioso
sobre el joven; sin embargo, recibir esa ayuda puede experimentarse de forma negativa ya que
incrementaría los sentimientos de dependencia y obligación hacia los padres, y estos sentimientos
pueden no ser bienvenidos en una etapa de la vida donde la autonomía y la independencia son
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completamente independientes, aunque sí diferentes. Por ello, es recomendable tanto en la
investigación como en la intervención no sólo evaluar ambos tipos de apoyo sino también diseñar
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2. LOS DETERMINANTES DEL APOYO SOCIAL
2.1. Introducción
social ha sido la escasa atención que se ha prestado a este constructo entendido como una
variable dependiente. Esta característica se debe en gran medida al hecho de que la investigación
en este área se origina fundamentalmente en las ciencias de la salud, con un particular énfasis en
la salud como variable dependiente. Desde principios de los años setenta la investigación
desarrollada en el área del apoyo social ha producido una abundante cantidad de datos
documentando tanto los efectos positivos del apoyo social en la salud y el bienestar, como los
mecanismos a través de los cuales tiene lugar ese efecto. Sin embargo, los esfuerzos dirigidos al
examen de los factores que determinan el desarrollo, estructura y funcionamiento del apoyo
social han sido más bien escasos. Los investigadores y teóricos han analizado ampliamente las
afectar al estrés o a la salud, o las relaciones entre el estrés y la salud. Sin embargo, el análisis de
aquellas variables que pueden determinar el desarrollo, la estructura y contenido de las relaciones
de apoyo apenas ha recibido atención (es decir, el análisis de las redes sociales, la integración y el
de sus efectos en la salud y el bienestar, los correlatos o factores que determinan el apoyo social
social. Así, por ejemplo, House (1981) propone tres categorías de factores que pueden facilitar o
propiedades de las relaciones y las condiciones sociales o culturales. Otros autores también
distinguen entre las características de quien recibe y provee el apoyo social, las características de
las relaciones entre receptor y proveedor del apoyo, las características de los estresores y las
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características del entorno o el contexto social.
apoyo social, de acuerdo con el cual, los recursos sociales, las conductas de apoyo, así como las
o del entorno, sino que reflejan las transacciones dinámicas que tienen lugar entre la persona y su
red social. De acuerdo con el modelo propuesto por Vaux, este proceso complejo, que involucra
Finalmente, en este contexto, resulta particularmente relevante el marco teórico que han
propuesto Sarason y sus colaboradores (1990). Este marco teórico al que han denominado
"hipótesis triádica" plantea que el apoyo social es el resultado de la interacción entre tres
situacional. De acuerdo con esta perspectiva, el apoyo social no es una propiedad objetiva de las
interacciones sociales y, por tanto, no es posible determinar si una interacción social específica
constituye apoyo social sin tener en cuenta, además, las valoraciones cognitivas o significados
personales que la personas atribuyen a esa interacción. Esos significados personales son, a su
vez, determinados por los contextos intrapersonal, interpersonal y situacional en los que la
interacción social tiene lugar. De acuerdo con este modelo, el contexto intrapersonal incluye los
modelos internos de representación (únicos y estables) que determinan la forma en la que una
persona se percibe a sí misma, a los demás y las relaciones con los demás; el contexto
así como de las redes sociales más amplias en las que las conductas de apoyo y los procesos de
situaciones a los que los participantes en las relaciones sociales responden. Así, por ejemplo, la
dependería de las motivaciones y expectativas tanto de quien la recibe como de quien la provee,
Añadiendo a los niveles de análisis propuestos por Sarason y sus colaboradores, el nivel
27
de análisis macrosocial, este capítulo examina los determinantes intrapersonales, interpersonales,
Determinantes
Intrapersonales
Determinantes
Interpersonales
APOYO
Determinantes
SOCIAL
Situacionales
Determinantes
Macrosociales
2.2.1. Modelos cognitivos de representación del self y de las relaciones con los demás
Irwin y Barbara Sarason junto con sus colaboradores han propuesto que la percepción del
apoyo social podría considerarse como una característica de la personalidad. Esta característica
estable de la personalidad, a la que estos autores han denominado sentimiento de apoyo, estaría
una conducta como apoyo. En relación con el sentimiento de apoyo se encontraría el sentimiento
de aceptación, otra faceta de la personalidad que reflejaría la medida en que una persona cree
que es amada, valorada y aceptada por los otros significativos. Ambas características pueden
definirse como representaciones cognitivas del self, de los otros significativos y de las relaciones
con los demás, que implican distintos tipos de expectativas e interpretaciones de la conducta de
los otros.
basan en la teoría del apego propuesta por Bowlby (1969). Desde esta perspectiva, se considera
que los vínculos tempranos que se establecen en la infancia, proporcionan el prototipo de las
28
expectativas acerca de la responsividad y disponibilidad de los demás (sentimiento de apoyo), así
cuales se perciben eventos, se predice el futuro y se planifican acciones. Estos modelos del self y
de las relaciones en la edad adulta. Así, un niño que desarrolle vínculos seguros en la infancia,
persona que, al menos, puede ser querida y valorada. Con la confianza en sí mismo y en los
otros, este niño en la edad adulta será, probablemente, capaz de desarrollar relaciones basadas en
la confianza y el apoyo. Por el contrario, los niños cuyas necesidades de vínculo no han sido
apropiadamente satisfechas desarrollan expectativas de acuerdo con las cuales el apoyo de los
demás no es disponible y no se puede confiar en los otros. Estos niños, como adultos, tendrán,
la confianza.
En este sentido, el nivel de apoyo social percibido puede considerarse como el resultado
percepción de la naturaleza del apoyo social recibido. Así, por ejemplo, las personas con un
elevado sentimiento de aceptación percibirán con mayor facilidad en las acciones de los demás
cuando reciben apoyo. Por otra parte, si bien la teoría del apego sugiere que los sentimientos
experiencias sociales tempranas, diversos investigadores han sugerido que estos modelos
Estudios empíricos
29
Dos estudios realizados por los Sarason y sus colaboradores permiten ilustrar tanto las
cualidades estables de la percepción del apoyo social, como su posible alteración como
resultado de experiencias sociales posteriores.
La percepción de apoyo social puede entenderse, de acuerdo con estudios como los
llevados a cabo por Sarason y sus colaboradores, como una adaptación cognitiva o principio
determinan los modelos cognitivos de representación del self y de las relaciones con los demás.
Como hemos visto, el análisis del desarrollo de los modelos cognitivos de representación del self
y de las relaciones con los demás desde la teoría del vínculo permite realizar predicciones en
diversas áreas relevantes para la comprensión de los determinantes intraindividuales del apoyo
con mayor detalle los estudios que han analizado cada una de esas variables como correlatos del
30
2.2.2. Autoestima
Una predicción que puede derivarse de la teoría del vínculo es que las diferencias en la
percepción del apoyo social se corresponden con diferencias en las autopercepciones. El estudio
de Sarason, revisado anteriormente, confirmaba esta predicción (las personas con puntuaciones
elevadas en apoyo social percibido se describían a sí mismos más positivamente que las personas
con puntuaciones bajas). Altos niveles de autoestima pueden estar relacionados, además, con el
desarrollo de una mayor intimidad en las relaciones, lo que a su vez puede conllevar una mayor
determinantes de la recepción del apoyo social. Así, por ejemplo,se ha observado que altos
niveles de autoestima se encuentran asociados con la cantidad de apoyo emocional recibido. Esta
asociación se puede atribuir, bien a que las personas con una mayor autoestima buscan con
mayor facilidad el apoyo emocional, o bien a que el apoyo emocional se ofrece con mayor
frecuencia a las personas con una mayor autoestima. Además, una elevada autoestima puede
desempeñar un rol importante en el desarrollo y mantenimiento de una red de apoyo social amplia
y responsiva.
Por otra parte, una elevada autoestima parece estar relacionada con la búsqueda activa de
ayuda en caso de necesidad. En este sentido, se ha observado que las personas que poseen
apoyo sean positivos y, por tanto, en situaciones de necesidad tienden a buscar apoyo.
31
Cuadro 2.1. La recepción de ayuda como una posible amenaza a la autoestima
La capacidad para establecer y sostener relaciones interpersonales es, sin duda, un factor
relevante en el acceso y uso efectivo de los recursos de apoyo social. Por otra parte, una
predicción que puede derivarse de la teoría del apego es que las personas con un elevado
sentimiento de apoyo y aceptación (estas cogniciones asociadas a la percepción del apoyo social
serían las equivalentes a las asociadas con el desarrollo de un vínculo seguro en la infancia)
también pueden desempeñar un rol importante como determinantes de la recepción del apoyo. En
este sentido, las estrategias de afrontamiento que la personas adoptan en situaciones de estrés
pueden comunicar no sólo la necesidad de apoyo, sino también facilitar o dificultar la provisión
del apoyo (una actitud positiva como estrategia de afrontamiento puede elicitar con mayor
facilidad el apoyo, mientras que una estrategia de confrontación puede tener un efecto
disuasorio).
Estudios empíricos
32
Habilidades sociales
Las personas con mayores habilidades sociales tienden a obtener puntuaciones más elevadas
en apoyo social percibido. Además, las personas con pobres puntuaciones en apoyo social
se describen a sí mismas como incómodas en la interacción con los demás y poco efectivas
en su habilidad para establecer nuevas amistades.
Las habilidades sociales predicen de forma prospectiva tanto los cambios en la percepción
del apoyo social disponible como en la formación de amistades. Este estudio, el incremento
en habilidades sociales se encontraba asociado con el incremento en la percepción de apoyo
y en el número de amistades.
Estilos de afrontamiento
Altos niveles de apoyo social percibido se encuentran asociados con estilos de afrontamiento
más efectivos.
Las personas que tienden a utilizar la evitación como estilo cognitivo de afrontamiento
afirmaban disponer de menos recursos sociales.
las estrategias de afrontamiento -en particular, la solución de problemas, la búsqueda de
apoyo y La valoración positiva- fueron el correlato mas potente de la recepción de apoyo
-especialmente de apoyo informacional.
Las creencias y expectativas acerca de la efectividad de la búsqueda activa de apoyo en
situaciones de necesidad, es otro estilo cognitivo de afrontamiento que se ha vinculado al
desarrollo, uso efectivo y valoración positiva de los recursos de apoyo.
Los resultados de los estudios que han examinado el rol de la variable locus de control
como determinante del apoyo social sugieren que, aunque las personas con un locus de control
externo mantienen un mayor número de intercambios de apoyo, las personas con un locus de
control interno parecen obtener un mayor beneficio del apoyo social. Este hecho sugiere que,
aunque las personas con locus de control interno no poseen necesariamente más recursos que
aquellas con un locus externo, los movilizan con mayor efectividad en situaciones de estrés. Por
otra parte, el apoyo social es probablemente más necesario para las personas con un locus de
realizado por estos autores puso de manifiesto, en este sentido, que la personas con un locus
externo de control expresaban una necesidad mayor de apoyo (una mayor necesidad de
afiliación) aunque obtenían escasos beneficios, mientras que aquellas con un locus interno
expresaban menores necesidades pero obtenían mayores beneficios del apoyo social. Como
señalan estos investigadores, la explicación de estos resultados puede encontrarse en que el apoyo
causalidad, actuando de esta forma como un mecanismo protector para aquellas personas que se
33
perciben a sí mismas como agentes responsables de sus propias experiencias.
con la que una persona proporcionará apoyo a otra. Las atribuciones causales acerca del origen
de un problema y de los esfuerzos realizados para resolverlo por el potencial receptor del apoyo,
intenciones de proporcionar ayuda (la persona "merece" la situación en la que se encuentra). Por
incontrolables, es más probable que se generen sentimientos de empatía y que sea mayor la
Sin embargo, si bien estas predicciones pueden ser correctas en relaciones interpersonales
que no implican la intimidad, cuando se trata de relaciones cercanas los factores que determinan
la decisión de ofrecer ayuda pueden ser diferentes. Mientras que las relaciones no íntimas pueden
preocupación y el cuidado mutuo. En esta situación el apoyo social puede ofrecerse de forma
incondicional, incluso cuando se realizan atribuciones internas y se percibe una falta de esfuerzo
acerca de la persona que estas atribuciones pueden conllevar). En cualquier caso, el apoyo social
se ofrece no sólo en respuesta a las necesidades del receptor, sino también en respuesta a las
leal a la persona con la se que mantiene una relación íntima, el apoyo social puede tener lugar
ofrecer ayuda. Por ejemplo, se ha observado que los sentimientos de empatía con respecto a la
situación de otra persona estimulaban la motivación altruista, mientras que el estrés personal
por el coste asociado a la provisión de ayuda). Por otra parte, se han propuesto dos factores que
34
pueden influir en la disposición para ofrecer ayuda: la percepción de la propia responsabilidad en
el origen de la situación y el foco de atención (en la otra persona o en las propias reacciones). En
voluntad de proveer apoyo. En el segundo caso, cuando el foco de atención se centra en la otra
persona es más probable que se ofrezca apoyo al incrementarse los niveles de empatía o
facilitarse la toma de perspectiva. Sin embargo, si la atención en los sentimientos de otra persona
tres factores que pueden incrementar las intenciones de una persona de proporcionar apoyo
social: a) las creencias acerca de las consecuencias de la conducta, b) la presión percibida para
realizar una conducta (normas subjetivas influenciadas por las normas sociales) y, c) la dificultad
2.3.1. Intimidad
El hecho de que una gran mayoría de actividades de apoyo tenga lugar en el contexto de
la interacción íntima, sugiere que la intimidad y el apoyo social son procesos estrechamente
relacionados. Los niveles de intimidad en las relaciones interpersonales ha sido un factor que se
ha vinculado a distintos aspectos del apoyo social. En una revisión de los distintos aspectos de la
interacción social relacionados con el apoyo social, Reis (1990) concluyó que los principales
predictores del apoyo tendían a ser conductas que implicaban intimidad. En este sentido, diversos
estudios han observado que las interacciones íntimas se encuentran entre los mejores predictores
apoyo social, en particular al apoyo emocional. Una interacción íntima implica sentimientos de
afecto y aceptación que son fundamentales en la experiencia del apoyo emocional. Es improbable
35
sentimientos de seguridad y aceptación. De acuerdo con Reis, debido a que las personas esperan
que el descubrimiento público de sus deficiencias producirá una pérdida tanto de la estima social,
como de la autoestima, a menos que se pueda anticipar una respuesta comprensiva y útil, es poco
probable que esas necesidades se descubran. Estas expectativas dependen en gran medida de la
historia previa de la relación personal. Respuestas de apoyo ante situaciones que presentan una
intimidad en una relación interpersonal (donde los sentimientos de afecto y respeto son
independientes de los aspectos negativos de la persona). Por otra parte, la provisión de otros
mayor utilidad, del conocimiento de las necesidades, recursos y circunstancias personales del
receptor. Además, el consejo ofrecido por una relación de confianza es aceptado con mayor
facilidad puesto que la creencia de que otra persona comprende las propias necesidades y
2.3.2. Reciprocidad
recíprocamente. En este sentido, el apoyo social puede entenderse como un intercambio que se
particularmente importante que se ha considerado como la piedra angular de las díadas estables y
social tienen lugar no sólo por el apoyo recibido, sino también por el apoyo que se da a otros y
reciprocidad. De acuerdo con esta teoría, los intercambios recíprocos óptimos son equitativos,
mientras que la ausencia de reciprocidad puede generar sentimientos negativos. Es decir, en una
situación en la que se da más de lo que se recibe, una persona puede percibir que está siendo
explotada, mientras que si se recibe más de lo que se da, pueden generarse sentimientos negativos
asociados a la contracción de una deuda. La revisión realizada por Fisher et al. (1982) acerca de
36
las reacciones del receptor a la ayuda recibida, confirmaba estas predicciones (ver Cuadro 2.2.).
Así, la ayuda tiende a ser rechazada o genera reacciones negativas si el receptor espera sentirse
apoyo recibido permite la reciprocidad tiende a tener un valor más positivo porque permite
comprender el contexto interpersonal en el que el apoyo social tiene lugar. Entre esas
Si bien las redes sociales amplias tienen un mayor potencial para proporcionar apoyo,
estas redes pueden también implicar mayores demandas y un mayor potencial para la ocurrencia
de interacciones negativas. Además, una red social amplia conlleva mayores presiones y
37
tamaño la red social podría perder la capacidad de proporcionar apoyo). Se ha observado,
además, que existen dos tipos de redes asociadas con una relativa insatisfacción: a) redes
pequeñas con un elevado porcentaje de familiares, y b) redes amplias con un bajo porcentaje de
familiares.
De acuerdo con estos planteamientos, para maximizar la satisfacción con la red social,
relaciones sociales que aseguren la disponibilidad de recursos de apoyo adecuados. Por otra
parte, puesto que las relaciones gratificantes conllevan habitualmente obligaciones y apoyo
que no pertenecen al grupo familiar. A medida que la red se amplía, cada relación nueva
proporciona niveles de apoyo menores, aunque el estrés asociado con su mantenimiento continúa
niveles de satisfacción con la propia red social. Otros estudios han observado también que,
las que se puede confiar y solicitar ayuda y los niveles de satisfacción con la red. Esta variable
estructural fue el predictor más potente de la satisfacción con la red social, aunque al igual que
con el tamaño de la red, después de un número máximo de personas en la que se puede confiar
los niveles de satisfacción. Finalmente, aunque podría afirmarse que una red social con una
elevada densidad será cohesiva y actuará como un sistema de apoyo efectivo, diversas
investigaciones sugieren que, al menos en determinadas circunstancias una red social con una
baja densidad puede ser más efectiva y proporcionar una mayor satisfacción.
Estudios empíricos
38
Las mujeres divorciadas con una red menos densa, sin miembros del grupo familiar, parecen
disponer de mayores oportunidades para discutir los problemas y recibir ayuda más
efectiva -información acerca de servicios profesionales o grupos de ayuda mutua.
situacional del apoyo social que mayor atención ha recibido de los investigadores. Este apartado
estresores escasamente visibles eliciten conductas espontáneas (no solicitadas) de apoyo, siendo
estrés alcance niveles suficientemente elevados de visibilidad (por ejemplo, conductas asociadas a
un consumo excesivo de alcohol) para que desencadenen una respuesta de la red social. El grado
de visibilidad es en parte función del estresor mismo (estresores psicológicos son inherentemente
menos visibles que otros de naturaleza ambiental). El grado de visibilidad es también función de
las características de red social. Así una red social densa puede facilitar el flujo de información
incrementando la rapidez o probabilidad de que el estresor sea conocido por fuentes potenciales
de apoyo.
Por otra parte, la naturaleza crónica o episódica del estresor puede afectar de forma
diferente el curso de la movilización del apoyo social. Un problema crónico puede conllevar un
grado de acomodación cognitiva que inhiba la búsqueda activa de ayuda. La mera existencia de
un estresor puede interpretarse por la persona afectada como evidencia de la incapacidad para
también pueden inhibir la búsqueda de ayuda. Los estresores crónicos pueden, además, requerir
diferentes respuestas de apoyo que los estresores episódicos. Mientras que para los estresores
39
(reforzando la autoestima y los sentimientos de control, y alentando respuestas adaptativas), para
estresores crónicos como la pobreza, el apoyo necesario para producir un cambio de las
condiciones (apoyo material) puede ser difícilmente disponible en la red social de la persona.
Finalmente, los estresores crónicos representan problemas a largo plazo que implican la
movilización continua de la red de apoyo. Es posible, por tanto, que estas situaciones crónicas
puedan llevar al agotamiento del apoyo disponible. Por el contrario, la movilización episódica de
la red de apoyo, además de satisfacer las necesidades del receptor, puede conllevar efectos
positivos al fortalecer los vínculos entre los miembros de la red (asumiendo la reciprocidad de las
La movilización del apoyo social puede definirse como el proceso por el cual los recursos
sociales de apoyo responden o se anticipan a una situación que se percibe como estresante o
amenazante. En este proceso, además de las características objetivas de los estresores, son
propuesto por Lazarus y Folkman (1984), el proceso de afrontamiento incluye una valoración
de la movilización del apoyo social resulta especialmente relevante el hecho de que una situación
se perciba como estresante. Por ejemplo, la recepción de apoyo social (emocional e instrumental),
situaciones valoradas por la persona como amenazantes para la salud y autoestima, propia o de
otra persona significativa, son las que movilizaban una cantidad mayor de apoyo.
factor importante en la movilización del apoyo social. Así, cuando una situación es valorada
como estresante tanto por el receptor como por el proveedor del apoyo social, es más probable
que se elicite el apoyo social. Por el contrario, si una fuente potencial de apoyo percibe la
ocurrencia de una situación estresante como probable, pero el receptor del apoyo percibe la
ocurrencia del mismo suceso como improbable, el apoyo puede no ser deseado o valorado.
40
2.4.3. El rol del estrés en la reducción de los recursos de apoyo social
La ocurrencia de sucesos vitales estresantes también puede reducir los recursos de apoyo
explicativo de la reducción del apoyo social disponible. Por ejemplo, enfermedades físicas como
estresores, sin presencia de desórdenes, también pueden generar evitación social debido a los
personas que han experimentado un suceso traumático como, por ejemplo, la pérdida de un hijo o
de la pareja. Otras formas de estrés, diferentes a las pérdidas sociales, también pueden precipitar
el deterioro de los recursos de apoyo. Por ejemplo, la pérdida del empleo puede deteriorar las
relaciones con la pareja, lo que a su vez puede suponer una reducción del apoyo potencial que
estructurales del apoyo social. Sucesos como el divorcio o la muerte de la pareja suponen un
cambio de la estructura de las relaciones sociales. El divorcio, por ejemplo, puede conllevar
cambios importantes en la estructura de las relaciones sociales de apoyo (vínculos con familiares
y amigos que se establecen a través de la pareja pueden dejar de pertenecer a la red de apoyo).
De la misma forma, en la medida en que un cónyuge o pareja puede actuar como vínculo de
acceso a una red social más amplia, su fallecimiento puede implicar la reducción de la propia red
social. La incapacidad física como resultado de una enfermedad, también puede tener como
consecuencia la limitación del acceso a la propia red social y la reducción del número de
personas a las que poder acudir. Así, por ejemplo, se ha observado que las redes sociales de las
personas con lesiones de la médula espinal eran mucho menores que las de las personas sin
discapacidades físicas de la misma edad. Además de cambios en los aspectos funcionales del
también se observa un declive continuo del número de contactos con miembros de la red social,
así como una reducción significativa en los niveles de reciprocidad (la proporción de relaciones
41
2.5. Determinantes macrosociales
estructura y funcionamiento del apoyo social considerando distintos niveles de análisis. Sin
embargo, los científicos sociales, y en particular los psicólogos sociales, han concentrado sus
estructurales para lograr una mejor comprensión de la forma en que las estructuras y funciones
del apoyo se encuentran determinadas. El apoyo social tiene lugar en los contextos social y
cultural más amplios. Estos contextos, a su vez, moldean el carácter y resultados del apoyo
social. Asimismo, se ha enfatizado la necesidad de considerar el contexto social más amplio como
social (género, edad, estadio del desarrollo, etnicidad, estatus social) y la pertenencia a un grupo
social, determinan las barreras y oportunidades para el acceso y la movilización del apoyo social.
El impacto de las estructuras macrosociales en los procesos de apoyo social pueden ser
ilustrados por tres tipos de investigación. En primer lugar, examinando las variaciones de las
estructuras y procesos de las relaciones sociales entre grupos de personas con diferentes
alto y bajo, diferentes grupos de edad). En segundo lugar, examinando las variaciones en las
examinando las variaciones en las estructuras y procesos de apoyo como función de cambios,
diferentes barreras y oportunidades estructurales en la sociedad, las cuales, a su vez, moldean las
42
Sexo
Numerosos estudios sugieren que las mujeres proveen apoyo con mayor efectividad, se
involucran más en la interacción social y reciben más apoyo que los hombres. Los diferentes
patrones de socialización para varones y mujeres pueden contribuir a explicar estas diferencias.
y, por tanto, es más probable una escasa disposición para reconocer las dificultades y solicitar
ayuda. Por el contrario, el estereotipo del rol femenino, enfatiza la intimidad, el calor y el apoyo.
De acuerdo con ese estereotipo, las mujeres mostrarán una mayor disposicón a reconocer los
problemas, se sentirán más cómodas buscando apoyo y serán más competentes socialmente.
Diversos estudios confirman, en este sentido, que las mujeres son más efectivas
interpersonalmente y más hábiles socialmente que los hombres. Además, las mujeres obtienen un
Por otra parte, los mayores niveles de apoyo proporcionados por las mujeres reflejan, en
parte, características estructurales de la entorno social (por ejemplo, la división del trabajo en el
hogar) y las correspondientes expectativas sociales acerca del rol de la mujer, a la que se
adscribe con mayor frecuencia el rol de proporcionar apoyo. Así, las mujeres, con mayor
de los hijos, cuidan de familiares en la tercera edad y desempeñan trabajos que implican el
cuidado de los demás. Otros factores estructurales, como la incorporación de la mujer al mundo
laboral, pueden exacerbar esta carga, si ello no significa una mayor distribución de las
Estatus socioeconómico
estudios indican que las personas con pobres niveles de educación e ingresos tienen redes sociales
más pequeñas, una menor disponibilidad y calidad de apoyo material y emocional, y niveles más
Así, diversas encuestas han observado diferencias en distintos aspectos del apoyo social
en función del nivel socioeconómico. Por ejemplo, se ha observado que el tamaño de la red
43
social, la afiliación a organizaciones y el contacto con otros miembros de la red tiende a ser
mayor para los encuestados con un estauts socioeconómico mayor. Estas diferencias también se
han observado en estudios que, además de otras variables (depresión, sucesos vitales,
puntuaciones más bajas en las variables de apoyo social (mantener una relación íntima, disponer
el análisis de las diferencias entre zonas urbanas y rurales, y entre zonas residenciales de la
ciudad como vecindarios y otras áreas espacialmente definidas. Por ejemplo, la composición y
estructura de las redes sociales es diferente en comunidades urbanas y rurales, siendo las redes
sociales rurales más densas y basadas en la familia, mientras que en zonas urbanas las redes
tendían a ser menos densas y compuestas por menos familiares. En zonas urbanas el ambiente de
un vecindario en el que una persona reside puede ser tan importante para el desarrollo del sentido
de pertenencia a esa comunidad, como otras características como la clase social o la raza. Así,
social de los niños con sus iguales y en el desarrollo de los patrones de amistad. Además, la
investigación que ha comparado zonas urbanas desaventajadas con áreas residenciales de mayor
estatus socioeconómico, sugiere que en las zonas deprivadas el aislamiento social, la falta de
La densidad residencial es otra característica del entorno físico que ha recibido la atención
de los investigadores. Una alta densidad residencial puede debilitar los vínculos sociales y, por
tanto, provocar una disrupción en los sistemas de apoyo social. La personas bajo condiciones de
experimentan una falta de privacidad. Estas condiciones pueden interferir en la regulación de los
44
situaciones, reduciendo el número de vínculos sociales y los recursos de apoyo social.
Finalmente, la influencia en las relaciones sociales de otras características del entorno físico
45
Estudios empíricos
En un estudio realizado por los autores se examinaron las variaciones de distintos aspectos del
apoyo social comunitario en función del nivel de riesgo de la zona residencial. Los resultados
obtenidos en esta investigación, indicaban que el mismo estatus socioeconómico parece tener
una diferente significación en función del área de residencia. Así, los niveles de integración y
satisfacción en la comunidad, de participación y asociación y el grado de contribución en
organizaciones de la comunidad, fueron significativamente mayores para el grupo con estatus
socioeconómico bajo residiendo en zonas de bajo riesgo que para el grupo con el mismo estatus
residiendo en un vecindario de alto riesgo. Además, las diferencias entre los grupos de alto y
bajo estatus socioeconómico también siguieron diferentes patrones en las distintas areas
residenciales. Estos resultados serían consistentes con la hipótesis del empobrecimiento social,
según la cual, entornos de alto riesgo reducen la calidad de la vida social de las personas que
los habitan. Aunque los datos obtenidos en este estudio con respecto a las personas de estatus
social bajo residentes en vecindarios de alto riesgo seguían las predicciones de esta hipótesis,
no sucedía así con los residentes del mismo vecindario con un estatus social más elevado.
Ciertamente, si consideramos que las zonas residenciales desaventajadas tienen,
predominantemente, una población con un estatus socioeconómico bajo, la hipótesis del
empobrecimiento social sería, en general, correcta (en el sentido de que estos vecindarios puden
definirse como empobrecidos socialmente). Aunque, quizás, sería más apropiado afirmar que
estos entornos de alto riesgo empobrecen la vida social de los miembros más desfavorecidos de
la sociedad.
Los cambios macrosociales, planificados o no, que tienen lugar en la sociedad, pueden
ejercer una influencia importante en las estructuras y procesos de las relaciones sociales. Por
divorcios. La mejora en la sanidad pública, avances médicos y tecnológicos que han supuesto
una reducción en las tasas de mortalidad, cambios en el estatus económico y social de la mujer,
avances en las políticas sociales y cambios legislativos, son factores macrosociales (planificados
o no) que permiten comprender los cambios en las tasas de divorcio. Por ejemplo, los cambios en
las leyes de divorcio han alentado la disolución de la pareja casada, al simplificar el proceso y
macrosociales en los procesos y estructuras del apoyo social es la progresiva reducción para las
personas en la tercera edad de fuentes de apoyo a quien acudir (hijos, personas jóvenes), como
46
3. RECURSOS Y ESTRESORES PSICOSOCIALES EN
E L C I C L O V I TA L
3.1. INTRODUCCION
La percepción y recepción del apoyo social es posible gracias a la existencia de una red
social que sirve de marco a los intercambios sociales. Esta red social, sin embargo, no permanece
constante a lo largo del ciclo vital y tampoco las relaciones que de ella se derivan. En los
configurando más tarde con los compañeros del colegio, amigos de juegos, personas del ámbito
laboral, amistades, pareja, parientes, etc. Kahn y Antonucci (1981) ilustran esta naturaleza
cambiante del contexto de apoyo durante el ciclo vital mediante la metáfora del convoy
ferroviario. De acuerdo con estos autores, nuestra vida se asemeja a un viaje en tren que
compartimos con las personas más importantes; durante este viaje, nuestro vagón es frecuentado
por distintas personas. En los primeros años, compartimos el viaje con nuestros padres y más
adelante se unirán a nosotros algunos amigos y parientes próximos. Conforme el convoy alcanza
algunas estaciones -fin del colegio, servicio militar, ingreso en el mundo laboral, matrimonio,
etc.- las personas que nos acompañan van variando. Unos suben y otros bajan y, por tanto,
nuestra red de personas que nos proporcionan apoyo varía. Sin embargo, toda persona que
comparta trayecto con nosotros no reviste la misma importancia en nuestra vida. De esta manera,
nuestras relaciones íntimas y las personas más próximas se sitúan más cerca de nuestro asiento
durante el viaje; aquellos que, aun siendo importantes, poseen una menor relevancia para
nosotros se sitúan más alejados. El tipo de personas que haya en el vagón o la proximidad de
esas personas a nuestro asiento no permanece invariable durante el ciclo vital, sino que depende
47
Cuadro 3.1. Ejemplos del desarrollo conductual asociados con el aprendizaje de dar y
recibir apoyo social (Bruhn y Philips, 1987)
Adolescencia Ambivalencia
Pertenencia a diversos grupos de pares
Autopercepción limitada de los recursos personales
Necesidad de logro y reconocimiento
Los vínculos con los padres y con los restantes miembros de la familia proporcionan al
recién nacido las primeras experiencias de apoyo social. La función principal de estos vínculos es
48
la de procurar la sensación de seguridad que el recién nacido necesita para continuar con su cre-
cimiento y ser capaz de enfrentar nuevas experiencias. Una propiedad importante de estas
primeras relaciones con el mundo exterior radica en que es a través de ellas como el individuo
configura sus expectativas y percepciones sobre el apoyo social y asume hasta qué punto el
apoyo social debe formar parte de su repertorio de recursos de afrontamiento. En este sentido, las
elementos de la experiencia vital son estables e invariables. Es, por tanto, una convicción de que
ante sucesos y transiciones vitales muy relevantes. De acuerdo con Erikson, la adquisición de una
la confianza entre bebé y cuidadores, surgen los sentimientos de apego entre ambos, y no antes.
Según este autor, conforme el cuidador va satisfaciendo las necesidades del bebé con continuidad
y de forma constante, el bebé no sólo aprende a confiar en su proveedor externo sino también en
En su teoría del desarrollo cognitivo, Piaget propuso la relación entre la permanencia del
objeto y la evolución psicológica de las relaciones objetuales interpersonales. Según este autor, al
final del primer año el bebé ha desarrollado la noción de la estabilidad de los objetos, incluso
cuando estos quedan fuera de su campo visual. Es como si el bebé hubiera aprendido que los
objetos tiene vida propia y que hay una permanencia o estabilidad en la existencia de las cosas.
De forma paralela, el comportamiento del bebé indica también una consciencia emergente sobre
la estabilidad de las personas y las relaciones. Mantiene relaciones de apego con las personas
49
importantes de su entorno, muestra ansiedad en presencia de extraños y llora si su madre
desaparece de su campo visual. De este modo, los recursos del bebé para el intercambio social
De acuerdo con Bowlby (1969) y Ainsworth (1979), al nacer, el bebé muestra ya una
tendencia biológica para comportarse de una forma que le facilite la proximidad y el contacto con
sus padres. Según Bowlby, esta tendencia conductual hacia la proximidad constituye un
especie humana. Las relaciones de apego no sólo influyen en el bienestar del bebé sino que su
posterior desarrollo quedará también condicionado por ellas, constituyéndose en la base primitiva
Ainsworth y Bowlby afirman que una figura de apego se caracteriza por estar disponible
consecuentemente, animando a la persona a continuar con esa relación. Según estos autores, las
figuras de apego son fácilmente observables durante la infancia (por ejemplo, la madre); sin
embargo, también pueden localizarse durante el ciclo vital, máxime en situaciones de emergencia
o que suponen algún tipo de amenaza para la persona. Ainsworth (1979) realizó un seguimiento
de los bebés para comprobar si las primeras relaciones de apego poseían alguna influencia en el
bienestar y desarrollo posterior del niño/a. Esta autora encontró que aquellos bebés con figuras
de apego que les proporcionaron seguridad durante su primer año de vida se mostraban más
cooperativos y afectivos y menos agresivos hacia sus madres y hacia otros familiares adultos al
cabo de seis años. Además, se mostraban más competentes y empáticos en las relaciones con los
pares: eran más curiosos y más confiados en sí mismos. Por último, encontró que estos bebés
estaban mejor capacitados para elicitar y aceptar la ayuda de sus madres que aquellos bebés más
ansiosos.
50
Cuadro 3.2. Factores que contribuyen al desarrollo del sentimiento de continuidad en las
personas (Bruhn y Philips, 1987)
La red social del ser humano en sus primeros años de vida se circunscribe casi
mayoría de las transacciones de apoyo social; sin embargo, el bebé aún recibirá cierta influencia
de otras fuentes, vía la red social de su madre. En este sentido, la conducta del bebé está influida,
fundamentalmente, por su interacción con la madre pero también por la naturaleza de la red
social de ésta. La red social de la madre puede influir indirectamente en sus actitudes hacia la
crianza (por parte de los miembros menos próximos de la red social) o directamente en su
comportamiento con el bebé (a través de los miembros de su red social más próximos- cónyuge y
parientes próximos). De forma añadida, las características del contexto social más amplio en el
que se instala la red social ejerce un efecto importante en el funcionamiento de las redes sociales
personales, lo que equivale a decir que la experiencia vital del ser humano se inscribe desde el
primer momento en un contexto social amplio, de múltiples niveles o sistemas a través de los
Una vez establecidas las bases para la interacción entre el niño/a y su entorno, se va
incrementando la red social y las figuras de apego iniciales van dando paso a otras relaciones
sociales significativas. En este sentido, con el desarrollo de la iniciativa, los niños/as comienzan a
separarse paulatinamente de sus cuidadores. Exploran nuevos territorios, aprenden nuevos juegos
51
y establecen nuevas relaciones con los pares. Es de esperar, por tanto, que la composición de la
Un estudio evolutivo de la red de apoyo social del niño/a desde su ingreso en el colegio
hasta los 12 años (Sarason et al., 1990) descubre que los niveles de apoyo social que
proporcionan madre y padre son distintos. En el caso de la madre, el niño percibe apoyo social en
niveles altos durante todo el ciclo de edad; en el caso del padre, al comienzo del ingreso del hijo/a
en el colegio sus niveles de apoyo son inferiores al de la madre, para irse equiparando conforme
el niño avanza en edad. La importancia de los hermanos como proveedores de apoyo se mantiene
relativamente constante durante todo el ciclo. Por su parte, los amigos son relativamente poco
que proporcionan se tornan cada vez más importantes para los niños. Respecto al profesorado, su
feedback adquiere mayor relevancia conforme el niño/a inicia sus estudios de básica, pero la
compañía que proporcionan en los primeros años va disminuyendo conforme el niño se abre más
a sus compañeros. En este sentido, sus normas grupales generalmente tienden a desacreditar
con los amigos. Conforme transcurren los años sus funciones de apoyo se trasladan desde la
compañía (supone menor implicación del self) hacia el apoyo emocional (con una mayor
3.3.1. Adolescencia
desarrollo de la autoestima. Como señalan Bruhn y Philips (1984), el adolescente busca una
imagen que no conoce en un mundo que apenas comprende, con un cuerpo que está
descubriendo. Durante esta etapa de la vida, la red social se amplía y posibilita que la persona
obtenga estima y aceptación de otras relaciones sociales ajenas a su círculo familiar. Sin
embargo, además de una fuente de apoyo importante, el grupo de pares durante la adolescencia
constituye también una fuente de estrés. En este sentido, es importante mostrar conformidad con
el grupo social, lo cual constituye una poderosa fuente de presión del grupo de pares. Así, la
52
imagen personal, la forma atlética o el nivel económico pueden ejercer una fuerte presión durante
la adolescencia, sirviendo de baremos con los que medir el "valor" de los otros.
Esta búsqueda del adolescente de nuevos contextos sociales en los que desarrollarse tiene
que ver también con el incremento de los conflictos en su círculo familiar. Un conflicto que se ha
explicado en distintos términos: búsqueda de mayor autonomía -a menudo incompatible con los
intereses familiares; como una etapa del desarrollo cognitivo en el adolescente en la que
atmósfera de continuo vínculo con los padres y la familia; o, finalmente, como un rechazo en el
joven de los dictados y valores parentales en favor de los del grupo de pares. Más allá de la
explicación por la que se opte, lo cierto es que durante la adolescencia los patrones de interacción
interacción con el objeto de lograr un mejor funcionamiento familiar. En este sentido, las
deficiencias comunicativas padres-hijos se han relacionado con baja autoestima, pobre ajuste
De acuerdo con este planteamiento, la adaptación del adolescente durante el ciclo vital
conlleva, por una parte, un grado determinado de conflicto con su ámbito familiar -del cual
obtenía tradicionalmente el apoyo social- y, por otra parte, un notable incremento de la presión
grupal. Ambas circunstancias generan tensión y estrés en los jovenes. Esta presencia de
mantener el apoyo social procedente de su familia. Una situación difícil si consideramos que
durante esta etapa se suceden constantes ensayos sobre nuevas fuentes de apoyo social -ensayos
no siempre exitosos-, así como nuevas formas de afrontar las situaciones tanto con las fuentes
”naturales” de apoyo como sin ellas. No obstante, la evolución de la red social del adolescente no
se produce de un día para otro y por tanto la creación de los grupos de amigos y pandillas es
entre los individuos y grupos. Tanto los atributos personales como los intereses y necesidades
constituyen los ejes en función de los cuales se genera la pertenencia a uno u otro grupo.
Obviamente, la pertenencia a esos grupos constituye una fuente de apoyo muy importante
53
durante esta etapa. Muy característico de este período evolutivo es la aparición de las "grandes
contacto social va ganando preeminencia: el deseo de una relación íntima que implique contacto
menudo se comporta como si de sus actos no se pudiera derivar ninguna consecuencia negativa.
Prueba de ello son los matrimonios entre adolescentes o las madres solteras. La manutención de
un bebé siendo aún adolescente supone una fuente de tensión para todos los implicados. Para la
madre, que a menudo adopta un nuevo rol para el que aún no está preparada; para el bebé, cuya
madre es también una niña; y para el padre -cuando permanece con la madre-, que debe
abandonar su educación para encontrar un trabajo para asegurar el sustento de su nueva familia.
Esto no implica que sea imposible que el padre y la madre adolescente establezcan un clima
cohesivo y de apoyo tanto entre ellos, como con el bebé y la comunidad. Sin embargo, a menudo
no se dispone de las habilidades sociales y de afrontamiento suficientes para asumir los roles de
cónyuge y padre/madre. Además, las redes sociales habituales se muestran insuficientes, ya que
sus componentes están implicados en otro tipo de tareas (universidad, entrada al mundo laboral,
etc.).
Durante esta etapa de la vida las personas eligen sus carreras profesionales, deciden sobre sus
comunitarias. En el terreno personal, el inicio de una relación íntima y estable exige la aceptación
de las diferencias personales o de las diferentes expectativas adscritas al género del otro miembro
de la pareja; además, se aprende a negociar en los planes sobre un futuro común: convivencia,
descendencia, hogar, etc. Un nuevo estatus que implica la creación de nuevas relaciones más allá
profesional, se aprende un oficio y el desempeño del rol característico, a la vez que se ensayan
nuevas formas de relaciones sociales como consecuencia de la entrada en el mundo laboral. Los
individuos, sin embargo, pueden tener dificultades para resolver los problemas propios de esta
54
transición al mundo adulto ya sea por no disponer de las habilidades necesarias para negociar y
desarrollo de nuevas amistades (por ejemplo, ser discriminado por razones de estatus económico,
Más tarde, se produce una reevaluación sobre uno mismo y la propia vida, valorando el
pasado y revisando los planes futuros. Comienza también durante esta etapa la preocupación por
las generaciones futuras a la vez que se experimenta cierta estabilidad en el propio desarrollo
profesional. En el terreno familiar, durante esta etapa los hijos comienzan a cambiar
Una vez que el individuo penetra en la vida adulta se enfrenta a una serie de situaciones
Muchos de esos sucesos vitales son de carácter normativo tanto en el sentido estadístico como
temporal (ingreso en el mundo laboral o matrimonio) y por tanto es previsible que el sujeto haya
por ejemplo. Sin pretender ser exhaustivas, analizaremos los recursos de apoyo social con
respecto a dos ámbitos importantes de la vida adulta de los miembros de las sociedades
El estudio del apoyo social en el mundo laboral se puede iniciar desde perspectivas
diferentes. Por una parte, es posible analizar cómo la red social del individuo se transforma con
la incorporación de nuevos miembros procedentes del mundo laboral; y, por otra parte, también
se puede analizar cómo el estrés derivado del contexto laboral se relaciona con el bienestar del
la vida del individuo adulto. Hoy por hoy, los objetivos generales de estas organizaciones y los
objetivos personales de sus miembros no siempre coinciden plenamente lo que a menudo provoca
bienestar de los individuos. Por otra parte, las personas integran a menudo su vida laboral y su
55
vida personal, obteniendo apoyo social de su contexto laboral tanto para aspectos relacionados
con el trabajo como para aspectos de su vida personal. Un análisis detallado de las relaciones
entre persona y organización va más allá de los objetivos de este volumen; aquí nos centraremos
tan sólo en el estudio de las fuentes de apoyo procedentes del ámbito laboral y en la relación
Una de las primeras funciones que el sentido común atribuye al apoyo social en relación
con el mundo laboral es que “cuanto más apoyo social se tiene mayores son las probabilidades de
obtener un empleo o promocionarse en él”. Esta afirmación parte de una confusión conceptual
entre lo que son las relaciones sociales de apoyo (o vínculos fuertes) y las relaciones sociales que
precisan de menor implicación del ego (lazos sociales débiles). De este modo, las relaciones que
suponen apoyo social se caracterizan por incidir en el bienestar de los individuos gracias a su
capacidad para generar en ellos sentimientos de pertenencia, participación y compromiso con una
comunidad. Una madre puede ser una poderosa fuente de apoyo social y, sin embargo, ser
presentándole a personas que pudieran proporcionarselo). Obviamente, es posible que esa madre
ayude a su hijo de manera indirecta (motivándole y animándole, por ejemplo). Por otra parte, las
personas mantienen en su contexto social otro tipo de lazos que suponen menor implicación del
indirectamente puede tener efecto sobre el bienestar. Un compañero de universidad que nos
proporciona un nombre y un teléfono para concertar una entrevista profesional puede ser una
ayuda importante que tenga efectos en nuestro bienestar, máxime si estamos pasando por una
Es interesante hacer notar que las redes de apoyo del individuo representan un proceso
individuales la persona va definiendo su contexto social de apoyo. Durante su etapa adulta, por
tanto, la naturaleza del contexto social del individuo dependerá en buena medida de su
disposición a volcarse a los demás en busca de ayuda, lo cual es a su vez una función de su
aprendizaje social (figuras de apego, amistades en la infancia, adolescencia, etc.). Desde esta
56
apoyo constituye un proceso dinámico en el cual la persona va arriesgando para obtener más
ayuda de determinadas personas, implicándose más con ellas y estableciendo entre sí relaciones
El esfuerzo que realizan las personas por transformar la naturaleza de sus relaciones
sociales y, en consecuencia, por asegurarse un entorno social que no sea hostil refleja en última
tradicionales, caracterizados por una escasa movilidad social, el individuo mantiene una red de
apoyo heredada que se mantiene constante durante prácticamente toda su vida y por tanto el
sentimiento de pertenencia y compromiso con una comunidad está relacionado con esa red inicial.
Por contra, en ambientes urbanos cambiantes las redes sociales sufren continuas
menudo independientes entre sí. El contexto laboral puede considerarse como uno de esos
clusters y la existencia de relaciones expresivas en él está muy relacionado con el bienestar de los
individuos.
contexto laboral con las que se implica especialmente o de las cuales obtiene una ayuda
sustancial. Como resultado, la persona adulta obtendrá de ese pequeño ‘cluster laboral’ una
El lugar de trabajo constituye no sólo un campo para ampliar la red social de las personas
sino también un importante foco de tensiones y estrés en la vida adulta del individuo. Es su
capacidad para inducir estrés y tensión la que ha llevado a los investigadores a analizar su
relación con el bienestar. Obviamente, en esa relación estrés-bienestar el apoyo social que el
individuo recibe o percibe es un poderoso mediador y por tanto una variable a tener muy en
cuenta.
57
Cuadro 3.3. Modelo de Khan del efecto de las relaciones sociales en el bienestar en el
trabajo (Adaptado de Kahn, 1981)
Un modelo que ha probado ser eficaz para explicar la relación que se produce entre las
consecuencias objetivas estresantes en el trabajo y el desarrollo de la enfermedad o la
disminución del bienestar, es el propuesto por Kahn en 1981. A partir de la existencia de
una situación objetiva de naturaleza estresante en el ámbito laboral, este modelo establece
una serie de procesos (perceptivos y de afrontamiento, fundamentalmente) que modulan
los efectos que esas situaciones estresantes poseen sobre el bienestar del trabajador.
Características
objetivas del
ambiente laboral
Apoyo Social
Percepción del
entorno
Apoyo Social
Malestar y
enfermedad
Este gráfico ilustra la importancia que posee el apoyo social durante todo el proceso,
condicionando que de una situación estresante se derive o no malestar o enfermedad
(efecto buffer) o contribuyendo al bienestar en cada fase del proceso con independencia
de que se experimente o no estrés (efecto principal).
Algunos trabajos se han centrado en la influencia que algunas variables poseen sobre la
con los compañeros, la falta de cohesión grupal y el sentimiento de ser rechazado por los
compañeros con una deficiente satisfacción laboral. En cuanto a las relaciones con los
58
aplicar el análisis de los recursos sociales propio de este campo de estudio. La mayoría de estos
estudios atienden a la importancia que las tensiones derivadas de la relación con los supervisores
trabajo y responsabilidades derivadas de ellos. Así, se ha comprobado en distintos paises que los
trabajos con menores índices de apoyo social en el ámbito laboral son los relacionados con las
cadenas de montaje y que la relación con los supervisores constituye la mayor fuente estrés y, a
exclusivamente del divorcio en tanto que característico de esta etapa de la vida, para más tarde
centrarnos en la viudedad, como aspecto característico de las etapas finales del ciclo vital.
económica, el mantenimiento de la casa y el cuidado de los niños- generan una gran cantidad de
estrés. La capacidad para enfrentar esas situaciones y la adopción de un nuevo estilo de vida han
sido frecuentemente relacionadas con el apoyo social y con algunas características de la red
social. El proceso no es idéntico para hombres y mujeres. Tanto la reducción de la red social
como la reducción del nivel de vida son importantes para explicar una mayor vulnerabilidad a los
mujer divorciada, a diferencia del hombre, registra una mayor reducción del nivel de vida. Ambos
rechazo hacia el contacto social, percibiéndolo como gravoso o molesto. La reducción del nivel
los hombres, esa reducción es de menor magnitud y, por tanto, el principal responsable de su
vulnerabilidad parece ser la disminución de sus contactos sociales. A pesar de que la reducción
del nivel material de vida en la mujer divorciada explique parte de su vulnerabilidad al estrés,
59
fracaso vital se acentúe ante la evidencia de no poderse asegurar siquiera el propio sustento,
interesante analizar el efecto que la nueva situación económica posee sobre la autoestima y las
nuevas perspectivas en la vida de una persona cuyo proyecto de vida -en este caso centrado en la
familia- ha fracasado.
Evolutivamente, los años finales del ciclo vital se caracterizan por el ajuste a una serie de
hechos previsibles para los que la persona ha ido preparándose paulatinamente (jubilación, por
contexto laboral se sustituyen por un nuevo grupo de pares con los que se entra en contacto a
Simultáneamente, se producen cambios en el estatus de salud, alteraciones del rol (pasar de padre
a abuelo, por ejemplo) y una progresiva adaptación ante la muerte de familiares y amigos. Es
quizás esta circunstancia la que promueve un interés especial por el pasado y por el presente,
evitando las expectativas sobre un futuro que, más que en ninguna otra fase del ciclo vital, se
Como señalan algunos autores, la edad configura un verdadero estrato social en las
sociedades occidentales en tanto que a las personas mayores se les asigna un estatus y un rol
vida, recupera su influencia determinante. Las personas de estas sociedades pierden sus roles
institucionales -derivados de su actividad productiva- cuando rebasan cierta edad (65 años, en
sus atributos personales o su comportamiento sino debido a que han alcanzado determinada edad
y, con ello, se les ha asignado el rol de ‘no participante’ en la sociedad. En las culturas pre-
por ello se le profesaba un respeto especial. En una sociedad tecnológicamente muy dinámica, la
generación de nuevo conocimiento es a menudo tan rápida que las viejas recetas dejan de ser
útiles. Además, en tanto que las familias extensas no conviven juntas, la conexión
60
intergeneracional se debilita y las consultas sobre el cuidado del niño/a o las relaciones familiares
las tasas de natalidad y un aumento de las expectativas de vida. Una primera consecuencia de
social se traduce en una mayor dependencia en un numero decreciente de la población activa para
sufragar los gastos del Estado del Bienestar, cuya cobertura a las personas mayores se amplía.
En el plano político, en una importancia renovada del voto de la tercera edad, cuyas
contexto muy particular en el que se desarrollan las últimas fases del desarrollo de los miembros
de las sociedades occidentales cuyo protagonismo político y social puede verse reforzado.
procesos: "Las necesidades de la persona mayor aumentan mientras que su capacidad de ser
efecto, se produce una verdadera transformación en la red social: la crianza de los hijos está
ultimada, se abandonan progresivamente las relaciones sociales procedentes del lugar de trabajo
mortandad y aquella parte de la red social correspondiente a familiares más jóvenes registra
Más allá de la disminución de la red social durante la tercera edad, lo cierto es que
algunos miembros de la familia (hijos/as, nueras, nietos/as, etc) suponen potenciales proveedores
de apoyo para las personas mayores. Es además una práctica tradicional en numerosas culturas
un cuidado especial por las personas mayores, ayudando en aquellos aspectos en lo que esas
personas ya no pueden valerse por sí mismas. Es, por tanto, una ayuda que se fundamenta en la
reciprocidad y que permite introducir un equilibrio en las relaciones. De esta forma se asegura el
apoyo en tiempos de necesidad (infancia y tercera edad) procedente de aquellos que están en
disposición de proporcionarlo (personas adultas y jovenes). Esta red de apoyo actúa también en
situaciones específicas de estrés, tanto de naturaleza imprevista como normativa. Entre esas
61
situaciones o expectativas características de la última fase de la vida se encuentran la jubilación
62
4. LOS EF ECTOS DEL AP OYO SOCIAL EN LA
S A L U D Y E L B I E N E S TA R
4.1. Introducción
Hace aproximadamente treinta años, apenas existía información respecto de las relaciones
del apoyo social con el riesgo de mortalidad y con la salud física y mental. En 1976 Cassel en un
artículo que hacía referencia a cómo el ambiente social contribuye a potenciar o debilitar la
resistencia del organismo a los virus, afirmaba que es de gran trascendencia el que los
epidemiólogos consideren y reconozcan la importancia del apoyo social que los seres humanos
percepción del apoyo social está relacionada positivamente con la salud mental y física. Desde
los años setenta, se viene afirmando que las personas que sufren cambios sociales y culturales,
así como aquellas que viven en contextos donde hay una elevada desorganización social y altos
índices de pobreza presentan un mayor riesgo de adquirir gran número de enfermedades. Esas
situaciones se han descrito, con frecuencia, en términos de ausencia de vínculos sociales estables
y de carencia de recursos válidos en las personas que viven tales circunstancias. Partimos del
supuesto de que vínculos y relaciones sociales promueven la salud y protegen a los seres
bienestar de los seres humanos, entre otras cosas, porque son una fuente de motivación para vivir
aquello que trasciende sus sí mismos individuales y porque a través de ellas se pueden implicar
general de "coherencia" y voluntad de vivir. Estos son aspectos que la investigación respecto del
apoyo y la salud ha ido desvelando en estos años y lo tendrá que hacer en el futuro porque para
63
comprender todo el proceso que lleva implícito esa relación de apoyo y salud, todavía falta por
En este capítulo analizaremos los resultados más significativos de los estudios que han
examinado las relaciones entre el apoyo social y la salud. Para ello, desarrollaremos tres grandes
apartados: 1. Apoyo Social y Mortalidad; 2. Apoyo Social y Salud Física y 3. Apoyo Social y
Salud Mental.
Dentro de los estudios sobre mortalidad, podríamos hacer, por una parte, una distinción
entre estudios epidemiológicos a gran escala donde la integración social -por ejemplo estatus
relaciona con la muerte prematura. Estos dos puntos los tratamos separadamente en las páginas
que siguen.
La Comunidad de Alameda
Este estudio fue desarrollado por Berkman y Syme (1979) con la finalidad de analizar el
impacto que vínculos y redes sociales tienen en diferentes causas de mortalidad en una gran
muestra poblacional, constituida por 4.725 sujetos de los cuales 2.229 eran hombres y 2.496
mujeres. Los datos de mortalidad fueron registrados a lo largo del período comprendido entre los
grupos informales y formales. Se observó que en cada instancia las personas con mayor número
de vínculos y relaciones sociales presentaban tasas de mortalidad más bajas que aquellas
personas con menos vínculos, así como que cada una de las cuatro fuentes predecían la
mortalidad independientemente de las otras tres. Los vínculos más íntimos como el matrimonio,
amistades y parientes eran mejores predictores que los vínculos con la Iglesia y la pertenencia a
64
Un aspecto interesante del estudio fue la elaboración de un índice de red social
fundamentado en esas cuatro fuentes de contacto con la finalidad de evaluar los efectos
acumulativos de esos vínculos y de las relaciones sociales. Así, cuando se estratificó la muestra
en función de los vínculos sociales y fuentes de afiliación, se observó que el grupo de hombres
más aislados mostraba un índice de mortalidad en función de la edad que era 2.3 veces superior
al de los hombres con más vínculos sociales. Para las mujeres más aisladas, la proporción fue
individuo en una categoría de riesgo particular, ya que se observó que era más importante tener
una red amplia, que la característica de la red en sí. Así por ejemplo, las personas solteras pero
con una red extensa de amigos y parientes, tenían iguales proporciones de mortalidad que
aquellas casadas pero con menos contactos con amigos y parientes. Lo significativo fue que en
los grupos donde la ausencia de fuentes de contacto -no parecía significativo el que fueran
amigos o parientes- era mayor, se observaba un incremento significativo del riesgo de muerte en
crear o mantener una red con diferentes espacios para la interacción, las proporciones de
mortalidad se incrementaban.
Con relación a los grupos de edad para ambos sexos, las personas con más contactos
sociales tenían proporciones de mortalidad más bajas que las personas con menos contactos.
También se observó que la asociación entre la amplitud de la red social y mortalidad era
independiente del estatus de salud física obtenido mediante autoinformes, año de fallecimiento,
estatus socioeconómico y conductas de salud tales como fumar, beber, inactividad física,
prácticas de salud.
influido por las redes sociales, sí se ha observado que los vínculos sociales influyen en la
65
La Comunidad de Tecumseh
Esta investigación llevada a cabo por House et al. (1982) en la Comunidad de Tecumseh
biomédicas de morbilidad. Este tipo de mediciones ofrece una alternativa más rigurosa en la
evaluación de la influencia que las redes sociales ejercen en la mortalidad a la vez que refleja la
relación de ambas con problemas de salud subyacentes. Un problema que, por otra parte, ya
habían aludido Berkman y Syme. Tales medidas permiten también determinar el grado en que las
redes sociales inciden en el riesgo de mortalidad tanto entre personas sanas -probablemente
Berkman y Syme.
cuales 1.322 eran hombres y 1.432 mujeres, con un rango de edad que oscilaba entre los 35 y 69
años. Estas personas que formaban parte de un programa de seguimiento de diez años de
aplicación del estudio. La población seleccionada para esta tercera aplicación la componían
aquellas personas adultas vivas que fueron examinadas en una o ambas de las dos aplicaciones
incluyeron aquellas personas a las que no se examinó previamente y que configuraban un 10% de
representaban el 71% de la población de esa comunidad constituida por 3.873 habitantes. Las
por ciento de la población del área de estudio. La proporción de personas que no respondieron en
esta tercera aplicación fue del 11´4% (442 personas) bien por haber abandonado el área o por
haber fallecido.
66
En este estudio, la evaluación de las relaciones y actividades sociales se resumen en
cuatro categorías principales: 1. Relaciones sociales íntimas -estatus marital, visitas a amistades
del trabajo -Iglesia, asociaciones voluntarias-; 3. Ocio activo y relativamente social -escuela,
(clases), cine, bibliotecas, conciertos-; 4. Ocio pasivo y relativamente solitario -televisión, radio,
examen físico.
habilidad de los investigadores para controlar factores tales como la enfermedad cardíaca
coronaria -definida como historia del infarto de miocardio o angina de pecho o evidencias
Los resultados de este estudio, por una parte, replican de manera significativa los
obtenidos previamente por Berkman y Syme en el sentido de que las relaciones y actividades
sociales están relacionadas prospectivamente con la mortalidad, y por otra, incluyen un rango
más amplio de evaluaciones de salud y estatus funcional en los inicios del estudio, de los que
Las asociaciones de las variables sociales con la mortalidad, persisten incluso cuando se
controla la edad y un conjunto de indicadores de salud y enfermedad. Así por ejemplo, las
relaciones sociales y actividades sociales parece que son constituyentes de un conjunto adicional
de factores de riesgo que son, a su vez, causa de la mortalidad. Es de interés destacar el hecho de
que el riesgo, asociado con esas variables sociales, no varía a lo largo de un rango de edad
calidad de las relaciones, así como su cantidad, serían aspectos significativos en las conductas y
expresiones de salud. Sin embargo, no se obtuvieron resultados significativos debido según los
autores a los siguientes factores posibles: 1. Los informes sobre satisfacción con las relaciones y
67
actividades sociales pueden ser mucho menos estables a lo largo del tiempo que los informes
sobre la intensidad o frecuencia de las mismas relaciones y actividades sociales -por ejemplo, las
medidas de satisfacción puede que no sean tan relevantes como para producir efectos muy
de una relación respecto de la mortalidad es el apoyo que de ella se deriva, es posible que esto no
se capte en todo su significado con una medida de satisfacción debido a que las personas pueden
encontrarse satisfechas con una relación por muy diferentes razones; finalmente, es también
probable que el mantener unos niveles mínimos de relaciones o actividades sociales sea un
obtenidos por Berkman y Syme y que a juicio de los autores son los siguientes:
ligeramente más significativas en hombres que en mujeres. Es probable que ello se deba a que,
generalmente, los hombres invierten más tiempo que las mujeres en fomentar las relaciones
sociales a través de organizaciones y actividades formales. Esta es una hipótesis atractiva que
requiere según los autores, contrastación en diferentes contextos comunitarios. De los siete
asociaciones voluntarias, eventos públicos, y clases y lecturas- tras diversos análisis y después de
ajustar la edad y otros factores de riesgo. Es de destacar el hecho de que sólo dos medidas de las
Estos resultados, de alguna manera imprevisibles, es muy probable que reflejen los
diferentes procesos de integración y actividad social que caracterizan a una pequeña ciudad en un
área rural como la de Tecumseh. Es posible que las relaciones y actividades sociales
significativas ocurran con más probabilidad como parte de la rutina diaria. Así, amigos y
parientes se pueden ver y visitar con más frecuencia en el trabajo o cuando hacen las compras o
68
en otras actividades de la vida de cada día, un hecho que no es lo habitual en las grandes áreas
metropolitanas.
clave de cómo y por qué las relaciones y actividades sociales son predictoras de la mortalidad.
Además, de este estudio no se obtiene evidencia empírica que confirme el hecho de que la
satisfacción con las relaciones y actividades sociales tenga alguna asociación significativa con la
mortalidad una vez que se ha controlado la intensidad o frecuencia de una actividad social.
Berkman y Syme consideran la posibilidad de que las personas con menos relaciones y
actividades sociales estén ya enfermas cuando se inicia el estudio y que las medidas utilizadas no
hayan sido lo suficientemente sensibles como para detectarlas. No obstante, consideran que esta
explicación es poco probable con los datos de Alameda. House et al. (1982) lo consideran aún
más improbable con los datos de Tecumseh, donde se han establecido numerosos controles para
El estudio de Durham
Este estudio realizado por Blazer (1982), se llevó a cabo en la comunidad de Durham,
Carolina del Norte, en el mismo período de tiempo que el de Tecumseh y por un período de
seguimiento de treinta meses. La muestra estaba constituida por 331 personas de ambos sexos
Roles y vínculos próximos y accesibles -estatus marital, número de hijos vivos y hermanos/as-;
compañía, percepción de que a alguien le importa lo que suceda, dificultad para hablar a nuevas
utilizadas en este estudio fueron la edad, el género, la raza, los recursos económicos, la salud
física, actividades de la vida diaria, eventos vitales estresantes, síntomas de los principales
El resultado más significativo del estudio es el que hace referencia al hecho de que si los
vínculos que componen la red social son débiles, aparece un importante factor de riesgo a lo
69
covariaciones que puedan tener lugar. A partir de tres análisis de regresión binaria, se estimó que
el riesgo de mortalidad relativa era de 3.40 para quienes percibían un apoyo social débil; 2.04
para quienes percibían que sus roles y vínculos sociales eran débiles y 1.88 para la frecuencia de
la interacción social débil. Es de interés señalar que así como los roles y vínculos sociales eran
importantes predictores de la mortalidad cuando se controlaban los otros dos parámetros del
apoyo, no sucedía lo mismo cuando se utilizaba la tercera medida, en este caso la frecuencia de
la interacción.
Así pues, en este diseño cuya principal característica en relación a los dos anteriores es
que se utilizan hombres y mujeres mayores, se comprobó que el parámetro con mayor valor
Estos tres estudios de cohortes relacionados con la mortalidad integran datos e ideas
relevantes dentro del binomio mortalidad-apoyo, al constatar que tanto la estructura como la
función del contexto social predicen el riesgo de mortalidad en adultos de todas las edades. Sin
embargo, hay algunas inconsistencias en las predicciones a partir de las evaluaciones de la red
social en los tres estudios, como son por ejemplo el hecho de que los contactos con amigos y
parientes sea un factor muy significativo en los datos de Alameda pero no lo son tanto en los de
Tecumseh y Durham; o que en el estudio de Alameda la satisfacción con el matrimonio y con las
otros estudios epidemiológicos se infiere que el riesgo relativo de morir dentro de un cierto
período de tiempo es mayor para aquellas personas que se encuentran socialmente menos
integradas.
relación existente entre apoyo social y mortalidad -principalmente en la década de los 80-, tiene
ruptura de la red social de cada uno de los miembros de la pareja, con posibles graves
70
consecuencias para la salud. La pregunta clave que nos tendríamos que hacer es si el
es tan negativo como para acelerar la muerte del sobreviviente. Gran número de estudios han
intentado responder a esta cuestión y de todos ellos se desprenden resultados que no son del todo
compara con personas casadas y es también mayor para hombres viudos durante los primeros
seis meses de viudedad. En un análisis llevado a cabo por Ferraro (1989) en nueve trabajos sobre
riesgo de mortalidad después de la muerte de un cónyuge, se comprueba en todos ellos que hay
un incremento del riesgo de fallecer del sobreviviente, particularmente en los primeros seis meses
después del fallecimiento y, también, que es mayor el riesgo en viudos que en viudas.
Pueden existir a juicio de Schwarzer y Leppin (1992) dos razones que explican esas
diferencias de género: 1. La red social de los hombres es generalmente más reducida que la de las
mujeres; 2. La viudedad ocurre en una edad mayor en los hombres que en las mujeres.
Normalmente, los hombres consideran a su esposa como su parte más íntima y significativa y
como algo más que un miembro de su red social. Además, las mujeres cultivan una red algo más
estresante de su viudedad.
El hecho de que los viudos presenten un mayor riesgo de morir en la primera mitad del
año de aflicción puede deberse a la falta de apoyo de los miembros más próximos de la red. Así,
cuando los hombres se sienten socialmente aislados durante el período de aflicción corren el
riesgo de sufrir sentimientos de soledad o depresiones severas, lo cual puede tener consecuencias
Estudios empíricos
En un interesante trabajo de Litwak y Messeri (1988) cuyo objetivo era analizar las
estadísticas de mortalidad nacional, se comprueba que: 1. Las personas solteras tienen un
mayor riesgo de mortalidad que las personas casadas; 2. En el suicidio, por ejemplo, la
proporción de soltero/casado es mayor que en las enfermedades de cáncer y 3. Esta proporción
es mayor en hombres que en mujeres. Asimismo, en una investigación llevada a cabo por Veiel
et al. (1988), se observó que los individuos solteros mueren por enfermedades coronarias dos
veces más que los casados y casi tres veces más de enfermedades pulmonares, mientras que en
el caso de las mujeres, las solteras mueren de esta enfermedad dos veces más que las casadas.
71
4.3. Apoyo social, salud y morbilidad
todavía no muy específico de las relaciones existentes entre apoyo social y salud física. Los
uno de los elementos de la red social, como tampoco de las interconexiones con otros factores de
riesgo biológicos importantes como son por ejemplo la presión sanguínea y los niveles de
colesterol.
Generalmente, los investigadores han explorado el impacto que las fuentes de estrés tienen
en la salud, comprobando que hay una tendencia hacia una relación positiva entre fuentes de
estrés y enfermedad, aunque con una varianza explicada relativamente baja. Esta es
probablemente una de las razones, en este caso metodológicas, que motivó el estudio de los
factores de resistencia y recursos que potencialmente pueden actuar, bien como procesos
de una red de apoyo. Es bien sabido que los grupos de inmigrantes desarrollan y potencian,
generalmente, un modelo de red único, lo cual hace muy inviable cualquier tipo de generalización
a otros grupos sociales. En este punto, desarrollaremos siguiendo a Berkman (1985) tres estudios
Framinghan.
El estudio de la cohorte en California. Este estudio fue llevado a cabo por Joseph (1980)
y Joseph y Syme (1981). La muestra estaba constituida por 3.809 americanos varones de origen
72
japonés entre los 30 y 74 años y residentes en la bahía de San Francisco. Previamente, se les hizo
un estudio con la finalidad de analizar la aculturación, los factores biológicos de riesgo y las
enfermedades cardíacas coronarias -ECC-. Los análisis de los datos se llevaron a cabo
Los factores de riesgo analizados fueron: alto nivel de colesterol, alta presión sanguínea
sistólica, consumo de tabaco con historia familiar de ataques cardíacos e inactividad física. La
vinculación social se evaluó a partir del estatus marital, asistencia a servicios religiosos y
historia de eventos que influían en las relaciones sociales, como movilidad geográfica y
tradicional.
Las conclusiones más relevantes del estudio fueron que las relaciones entre la afiliación
social, la edad, la inactividad física y la historia familiar del ataque cardíaco eran independientes
de la prevalencia de ECC.
El estudio de la cohorte de Hawai. En este estudio llevado a cabo por Reed et al. (1983)
se analizó el impacto de la red social en la ECC. Previamente, entre 1965 y 1968, se examinó a
respondieron 4.653 sujetos -60%-. Se utilizaron dos escalas para evaluar la red de apoyo social:
La primera, incluía los siguientes nueve ítems: 1. Proximidad geográfica de los padres; 2.
Proximidad geográfica de los suegros; 3. Estatus marital; 4. Número de hijos vivos; 5. Número
que se asiste regularmente. La segunda escala, incluía los primeros cinco de esos ítems, los
Lo más significativo de este estudio fue que los hombres que nunca se habían casado o
vivían solos, tenían un riesgo mayor -aunque no era significativo- de padecer enfermedades o
73
tales como, alta presión sanguínea, niveles de colesterol y de glucosa, así como también del
consumo de cigarrillos, alcohol, inactividad física y masa corporal. Por otra parte, los cinco
ítems relacionados con vínculos familiares y composición del hogar, predecían la angina de
pecho. Sin embargo, ninguna puntuación predecía por sí sola el infarto de miocardio.
El estudio de la cohorte de Israel. Este estudio tenía como objetivo analizar, durante un
período de seguimiento de 5 años, las relaciones familiares y el riesgo de angina de pecho en una
cohorte de casi 10.000 varones adultos israelíes en el servicio civil y empleados municipales. Los
casos de incidencia fueron sujetos con riesgo de angina de pecho. Para evaluar los problemas
conflictos con su familia -esposa, hijos- en el pasado?; 2. ¿Tiene problemas con su familia en el
expresa su amor su esposa?. También se incluyeron las siguientes variables: edad -los más
viejos-, alta presión sanguínea, ansiedad, altos niveles de colesterol, diabetes y anomalías
electrocardiográficas.
Los resultados más significativos fueron que los problemas familiares eran potentes
predictores y que el amor de la esposa y el apoyo actuaban como amortiguadores de los efectos
negativos de la ansiedad. Así, cuando la ansiedad era baja, el amor y apoyo de la esposa no se
asociaban con la angina de pecho; sin embargo, cuando la ansiedad era alta la relación era
significativa.
seguimiento de dos años, los efectos que la falta de apoyo laboral tiene en los trastornos
cardiovasculares en mujeres. Se utilizó una muestra de 142 secretarias que no tenían un jefe que
las apoyara.
enfermedad coronaria. La variable psicosocial utilizada fue el apoyo del jefe en diferentes niveles
de intensidad.
Lo más significativo del estudio fue que la falta de apoyo del director predecía la
considerados universales -alta presión sanguínea sistólica, altos niveles de colesterol y consumo
74
de cigarrillos- y de otras características psicológicas como enfados, cambio de trabajo y
al., 1980). Sin embargo, en este estudio las mujeres con mayor riesgo de ECC eran aquellas con
trabajos de secretaria. Es posible que las mujeres en esta situación experimenten estrés de
observó en todos ellos una tendencia hacia la significación, con la excepción de la cohorte israelí
significativas con los vínculos sociales -en las cohortes hawaiana y californiana- y con el apoyo
década, se puede inferir que uno de los problemas de estos estudios tiene que ver con la medición
de las redes sociales y el apoyo social. Generalmente, las medidas utilizadas en esas
investigaciones se han desarrollado a posteriori y a partir de unos pocos ítems con finalidades no
bien definidas e incluidos, además, en cuestionarios donde se medían otras muchas variables. De
este modo, las medidas de apoyo y red social se difuminaban entre los numerosos ítems del
deficiencias, por otra parte comprensibles, surgen cuando se dan los primeros pasos para
consolidar una línea de investigación de esta complejidad, deficiencias que, como veremos, se
ítems. Es bien sabido que en la elaboración de los ítems, así como en sus respuestas, influyen
actitudes y expectativas culturales, lo cual se ignora con frecuencia. Así, por ejemplo, en el caso
muy cohesivas e integradas, por lo que, probablemente por ello, las diferencias en los factores de
riesgo entre personas aisladas y no aisladas no fueron significativas. Una posible explicación de
75
esos hallazgos es que en esas comunidades, al ser tan altos los niveles de apoyo y contacto social,
las personas que viven aisladas son pocas y la severidad no es tan grave como para que las
diferencias en riesgo sean significativas. Otra posibilidad es que los contactos sociales al ser
parte de la rutina en la vida de esas personas pasan desapercibidos, y por la misma razón,
tampoco consideran significativo dar cuenta de ello en sus respuestas a los cuestionarios. Estos
son aspectos importantes que influyen en el hecho de que la medición de las actitudes sociales y
apoyo social no sean lo suficientemente sensibles como para diferenciar esos grupos. También se
Han sido numerosos los intentos llevados a cabo para tratar el complejo problema de la
convincentes debido, en parte, a los déficits conceptuales del constructo del apoyo.
El apoyo social ha sido utilizado generalmente como un predictor único más que como
conjunto de factores ortogonales. En este sentido, Cohen (1988) ha diferenciado entre modelos
genéricos, modelos centrados en el estrés y modelos psicosociales; estos dos últimos íntimamente
relacionados. El primero hace referencia al hecho de que los efectos positivos del apoyo están
mediados o por la conducta, o por respuestas biológicas, o por ambas; los segundos, pertenecen
principal estadístico- o puede paliar el efecto del estrés y sus consecuencias. Así, en el modelo
estrés-buffer el apoyo social puede influir en dos momentos diferentes: 1. Cuando las demandas
salud. Estos modelos centrados en el estrés se refinan y potencian en los modelos de los procesos
psicosociales. En ambos modelos, las hipótesis del efecto principal y del efecto buffer, postulan
una tipología diferente de modelos específicos de contenido. Así, dentro de los modelos de los
sociales extensas podrían ofrecer también un mayor rango de información referente a conductas
relevantes para la salud, lo cual facilitaría el acceso a servicios médicos o de ayuda, o ayudaría a
76
evitar la exposición a agentes infecciosos. Los modelos de identidad y autoestima se refieren al
efecto de potenciación de la autoconfianza general respecto del apoyo social, lo cual contribuye
negativas.
podría desencadenar una respuesta neuroendocrina crónica y una supresión inmunológica que
espera del apoyo social es un efecto doble: por una parte, suprimir la reacción neuroendocrina y,
deterioro de las conductas de salud, la génesis y progresión de la enfermedad se verá en este caso
influida negativamente por la falta de apoyo. En general, esos "procesos internos" no han sido
tratados de manera sistemática y rigurosa en la investigación del apoyo social y la salud. Sin
embargo, es muy abundante la investigación respecto de la relación apoyo social y salud. De este
los siguientes apartados: 1. Integración y apoyo social respecto del inicio y desarrollo de la
A principios de los noventa, Schwarzer y Leppin (1991, 1992) llevaron a cabo un meta-
con un rango en el tamaño de las muestras que oscilaba entre 20 y 6.534 sujetos. El número total
de muestras que constituían el total de las investigaciones era de 110. A partir de la revisión,
diferencian en el análisis los aspectos estructurales (integración social) y funcionales del apoyo
social (apoyo percibido y recibido). Siguiendo los resultados del meta-análisis de Schwarzer y
Leppin, desarrollaremos los siguientes puntos: Morbilidad e integración social, Apoyo social y
enfermedad.
77
Morbilidad e integración social. Aunque los resultados de las investigaciones, como
veremos más adelante, no son tan concluyentes como en el caso de la salud mental, hay una
cierta convergencia en el hecho de que cuando los seres humanos están atravesando por algún
tipo de aflicción, como puede ser la muerte de una persona muy próxima, perciben un declive en
su salud -mayor a corto plazo en los hombres que en las mujeres- y un mayor decaimiento de su
capacidad física. La cantidad de días que una persona permanece enferma, la utilización de los
personas viudas que para el grupo control. La muerte de un miembro de la pareja u otro tipo de
aflicción no parece que sean factores desencadenantes de enfermedades tales como el cáncer o
muerte durante largo tiempo esperada. En el primer caso, el tiempo para la recuperación,
principalmente para la reorganización cognitiva, es mayor que en el segundo caso, donde el dolor
El resultado más significativo del meta-análisis fue que el tamaño del efecto poblacional
en las relaciones entre integración social/apoyo social y morbilidad y mortalidad fue de .07. En
este sentido, aunque el tamaño del efecto es pequeño o incluso negligible, pensamos que al
tratarse de enfermedades físicas y de la muerte, las mínimas diferencias pueden ser muy
alentadoras por lo que no se deben subestimar valores como el obtenido en este meta-análisis,
donde el apoyo social, aunque sutilmente, predice la enfermedad e incluso la muerte. También se
satisfacción con el apoyo, y el apoyo percibido con la enfermedad, el mayor tamaño del efecto
estudios analizados por Schwarzer y Leppin utilizaban escalas -excelente, buena, regular, pobre-
a partir de las cuales se evaluaba la salud en síntomas tales como, dolor de cabeza, de estómago,
fiebre, etc. obteniendo finalmente un índice acumulativo. Las enfermedades crónicas tales como
angina de pecho o artritis, constituían otro grupo, el cual fue subdividido por los autores en
Las correlaciones entre el apoyo social y los indicadores más subjetivos -tales como las
evaluaciones de la salud en general y la percepción de los síntomas- fueron más altas, como así
78
se esperaba, que con los criterios más objetivos tales como la enfermedad crónica. No obstante,
cuando se excluyeron las enfermedades cardiovasculares, se obtuvieron dos tamaños del efecto
sentido de que a mayor apoyo social menos severa era la enfermedad respectiva y menor era la
sociales puesto que constriñe la comprensión de la influencia de los procesos sociales en la salud.
Sería conveniente considerar tanto los aspectos positivos como los negativos de las relaciones
sociales si es que se pretende elucidar con nitidez el impacto del contexto social. La carencia de
apoyo social y el conflicto psicosocial pueden incidir negativamente el estado físico de los
pacientes. El conflicto marital, por ejemplo, puede disuadir o bloquear las estrategias de
Una idea interesante de los resultados del meta-análisis es que la satisfacción con el apoyo
está más directamente relacionada con la salud que la integración social y el apoyo percibido, lo
cual indica que la calidad del apoyo que es subjetivamente experimentado es más importante para
una percepción positiva de la salud. El apoyo percibido correlacionaba con los síntomas físicos
en la dirección esperada; el apoyo recibido correlacionaba positivamente con los síntomas, algo
sorprendente y no esperado por los autores que lo explican de la siguiente manera: "el apoyo
vínculo emocional. En tiempos de estrés prolongado pueden surgir o incrementarse los síntomas
físicos, y de manera simultánea se puede activar la red social en busca de ayuda. De esta manera,
una correlación positiva entre pobre salud y apoyo social puede ser el resultado de un "efecto de
movilización", con el episodio del estrés previo que es la causa elicitante tanto del apoyo como de
las quejas".
79
Estudios empíricos
Manne y Zautra (1989) llevaron a cabo un interesante trabajo con 103 mujeres pacientes con
artritis reumatoides y sus correspondientes maridos. Evaluaron las conductas de apoyo de la
esposa con una escala de autoinforme de 10 ítems que contemplaba el apoyo instrumental y el
valorativo. También evaluaron la calidad de la interacción marital a partir de entrevistas a los
maridos, contabilizando el número de observaciones y comentarios críticos que hacían respecto
de la enfermedad de su esposa, así como de sus conductas de afrontamiento. Esos dos aspectos
de las relaciones sociales se relacionaron con dos estrategias de afrontamiento: por una parte,
con el pensamiento ilusionado -"espejismo"- y reestructuración cognitiva/búsqueda de
información y, por otra, con el ajuste psicológico y enfermedad crónica.
Los autores lograron ajustar un modelo causal con dos vías principales: 1. El apoyo del marido
provocó búsqueda de información/reestructuración cognitiva (.426). La reestructuración
cognitiva correlacionaba en mayor grado que la búsqueda de información con el ajuste
psicológico (.285); 2. Las observaciones críticas desembocaron en un pensamiento ilusionado y
este a su vez provocó un pobre ajuste psicológico (.553). Además, se comprobó que las
observaciones críticas no se relacionaban con el apoyo que manifestaba la esposa (.09), sino
con sus limitaciones motoras (.34), lo cual viene a expresar que los maridos se sienten
incómodos con la incapacidad de sus esposas. Un aspecto importante a considerar en este
estudio es su naturaleza transversal, lo que invalida en cierto modo las afirmaciones causales.
El mensaje de este estudio es doble: 1. Los contenidos de las relaciones sociales negativas
pueden ser predictores importantes del desajuste en enfermedades crónicas; y, 2. Ambos
aspectos del apoyo social -positivos y negativos- conllevan efectos indirectos del ajuste a través
del afrontamiento. En estas situaciones, el apoyo social actúa en las pacientes motivándolas
para que escojan la estrategia apropiada o más efectiva y, sobre todo, para que equilibren la
valoración del estrés crónico y potencien un sentimiento de control y afrontamiento eficaz.
Algunos investigadores han propuesto la dirección opuesta, en el sentido de que el
afrontamiento instrumental deriva en un mayor apoyo de los miembros de la red. Falta por
determinar cual de las dos formas o estilos es la vía causal predominante en función de las
condiciones específicas y el tipo de población. En este sentido, es importante estudiar los
procesos transaccionales con diseños más sofisticados para que el tejido constituido por los
procesos del apoyo social respecto de la enfermedad se comprenda mejor.
Diferencias de género. Respecto del género, se comprobó que el apoyo percibido era un
predictor significativo en mujeres y no en hombres. Así, en el caso de las mujeres, la relación del
apoyo percibido con la salud fue considerablemente mayor que con la integración social,
incluyendo el apoyo percibido y el apoyo emocional. En los hombres, los tamaños del efecto
fueron muy poco significativos aunque consistentes en todas las medidas del apoyo -red, apoyo
percibido y apoyo emocional-. El aspecto más significativo fue que el mayor tamaño del efecto se
este resultado no se pudo comparar con el obtenido en la muestra de los hombres porque el
80
evidencia empírica suficiente como para afirmar que la pobre integración social o el bajo apoyo
no sucede lo mismo respecto de las enfermedades crónicas en las que el apoyo social puede tener,
Estudios empíricos
Se podría afirmar que hay pocas dudas respecto de las relaciones del apoyo social y la
salud. Este grado de asociación depende de las circunstancias, de la población y de los conceptos
y medidas del apoyo y la salud. Lo que ya no está tan claro es cómo discurre este proceso. El
principal desafío de la investigación es descubrir el vínculo causal entre bienestar y apoyo social,
para lo cual es importante: 1. Establecer con mayor concreción el marco temporal entre
causalidad entre apoyo social y salud y 3. Especificar los mecanismos a través de los cuales el
81
4.4. Enfermedad mental (Salud Mental)
En los apartados anteriores hemos constatado que las relaciones entre salud física y
apoyo social, aun siendo estadísticamente significativas, no son tan consistentes como en un
principio se pensó. Sin embargo, no sucede lo mismo respecto de la salud mental donde la
evidencia empírica de sus relaciones con el apoyo es más sólida. Estudios con animales y
significativo de la salud mental. Es el caso de estudios con animales en donde se analizan sus
respuestas al estrés, de experimentos psicosociales análogos en los que se sitúa a los sujetos bajo
están viviendo una profunda crisis y de los diseños longitudinales en donde se analizan los
Toda esta evidencia empírica junto con el conocimiento de que el apoyo se relaciona con
un amplio abanico de estados de salud tanto físicos como mentales en diferentes niveles de estrés,
es lo que ha generado con toda probabilidad el optimismo de los investigadores para diseñar
población en general y de ciertos sectores específicos. En este sentido, al igual que sucede en los
estudios respecto de la salud física y apoyo social, faltan trabajos en poblaciones normales que
muestren con nitidez los aspectos específicos del apoyo que están más vinculados con la salud
Kessler y McLeod realizaron en 1985 una revisión de las investigaciones llevadas a cabo
en poblaciones normales que analizaban las relaciones del apoyo con experiencias vitales
estresantes y con la salud mental. Para ello, realizan una selección de 23 estudios -excluyendo del
estudio a las personas ancianas- en los que se incluyen individuos que han experimentado un tipo
específico de evento vital, tal como por ejemplo el fallecimiento de una persona querida o el
nacimiento de un niño. De los 23 estudios, catorce de ellos utilizaban los eventos vitales como
medida de estrés; cuatro, enfermedades crónicas y en cinco de ellos, se utilizaban ambos. Los
autores justifican la selección de poblaciones normales porque las otras dos poblaciones más
82
De su revisión, surgen tres cuestiones que reflejan los interrogantes planteados por los
investigadores de los trabajos seleccionados: 1. ¿Existe evidencia empírica de que las relaciones
entre apoyo y salud mental son más fuertes bajo condiciones de alto estrés que en las de bajo
estrés?; 2. En los casos donde hay una mediación del estrés ¿influye el apoyo en la salud mental
bajo condiciones de bajo estrés?; 3. En ausencia de la mediación del estrés ¿hay alguna
asociación entre apoyo y salud mental independientemente del estrés?. Las respuestas a esas
cuestiones difieren en función de tres aspectos del apoyo: 1. Análisis de redes sociales; 2. Apoyo
emocional recibido y 3. Apoyo percibido. Son estos tres los únicos aspectos del apoyo que
aparecen con mayor frecuencia en los estudios revisados y de los que es posible obtener alguna
síntesis.
De la revisión de Kessler y McLeod se infiere que el impacto del estrés en la salud mental
es mayor en situaciones de bajo apoyo que de alto apoyo, lo cual es equivalente, de acuerdo con
estrechamente relacionados en situaciones de alto estrés que de bajo estrés (hipótesis buffer). Los
autores concluyen que el efecto de las redes sociales en el bienestar no es tan acusado como el del
apoyo emocional. Respecto del apoyo percibido, los resultados son más confusos. De los ocho
estudios que analizaban las interacciones entre pertenencia a redes afiliativas y un inventario de
eventos vitales para predecir distrés psicológico, en sólo dos de ellos se observó un efecto buffer
significativo, de lo cual se concluye que la afiliación no tiene un claro efecto buffer. De los siete
estudios que analizaban las interacciones entre apoyo emocional y un inventario de eventos
vitales, cinco expresaban un efecto buffer significativo. En los otros dos trabajos, se utilizaban
medidas de apoyo de dos ítems por lo que no debe sorprendernos que esas medidas del apoyo no
También comprobaron estos autores que en cuatro de los estudios que medían la tensión
crónica, el apoyo social modulaba el impacto de las tensiones crónicas, incluso en ausencia de los
eventos vitales estresantes. Estos resultados son importantes porque, en primer lugar, apuntan al
hecho de que la mediación o efecto buffer sería mayor en situaciones de tensión crónica que en
episodios agudos y, en segundo lugar, porque tienen implicaciones para la interpretación de los
efectos marginales en aquellos estudios donde el bajo estrés se define como la ausencia de efectos
estresantes. A juicio de los autores, el análisis de cómo el ser humano afronta la tensión crónica
83
ha sido sistemáticamente ignorado en las investigaciones epidemiológicas y todavía hoy es un
campo por explorar en los diseños donde se trabaja con población normal en los ámbitos del
estrés y la salud.
relación entre el apoyo y el grado de protección contra los síntomas depresivos y la ansiedad; en
otras palabras, la capacidad del apoyo social para promover el bienestar. En la actualidad, el
apoyo social podría encontrarse en el difícil estado de la última adolescencia. Ha habido un gran
desarrollo, pero bien sabemos que el sólo crecimiento no define la madurez y, en este sentido, el
estado presente del conocimiento respecto del apoyo social está salpicado de incertidumbres y de
problemas teóricos y metodológicos. Es verdad, sin embargo, que con relación al pasado tenemos
marcos conceptuales más claros y mejor diferenciados sobre las dimensiones que constituyen el
apoyo social y otras variables afines; métodos más refinados para evaluar las diferencias
individuales a lo largo de esas dimensiones; diseños de investigación más potentes para analizar
los diferentes efectos del apoyo e informes empíricos más rigurosos e instrumentos de medida
precisos, pero no es menos cierto que todavía el camino por recorrer, como afirmábamos al inicio
sociales
En 1989, Nan Lin y Walter Ensel propusieron un paradigma integrador con el propósito
de establecer un marco conceptual que permitiera el examen sistemático del rol que desempeñan
paradigma supuso un avance importante con respecto a los modelos revisados anteriormente al
Este paradigma especifica así no sólo la importancia de las experiencias sociales (sucesos
sino también el rol desempeñado por otros factores como los recursos y estresores físicos y
psicológicos. Así por ejemplo, los recursos psicológicos desempeñarán un importante papel en el
proceso de reconocer los estímulos sociales estresantes y reaccionar posteriormente a los mismos
en un intento de prevenir o eliminar sus efectos potenciales negativos. En este sentido, conceptos
84
tales como autoestima, competencia personal o locus de control actuarán como recursos que
problemas del sueño o del apetito, somatizaciones), por el contrario, puede incrementar o
exacerbar los problemas de salud. Como señalan Lin y Ensel, el estrés psicológico ha sido
modelo que proponen enfatiza el rol de esta variable como una variable independiente potencial
cuenta los efectos sobre el bienestar tanto de los estresores físicos (enfermedades, sintomatología
RECURSOS
SOCIAL
ESTRESORES
RECURSOS
PSICOLOGICO BIENESTAR
ESTRESORES
RECURSOS
FISIOLOGICO
ESTRESORES
uno entre una familia de modelos). Por otra parte, Lin y Ensel señalan los siguientes requisitos
85
metodológicos necesarios para la contrastación empírica de este modelo: a) un diseño de paneles,
conceptual entre las variables; b) medidas de todas las variables claves (recursos y estresores en
los contextos social, psicológico y fisiológico), puesto que para examinar empíricamente sus
teórica al examinar el rol desempeñado por los factores sociales, psicológicos y físicos en la
explicación del bienestar, sino también por su valor pragmático al derivarse de él criterios más
86
PARTE II
87
5. RECURSOS Y ESTRESORES PSICOSOCIALES:
I N S T R U M E N T O S D E E VA L U A C I Ó N
5.1.1. Autoestima
publicación de los trabajos de finales del XIX y principios del XX de autores como William
James, Charles Cooley y George Mead. En el ámbito clínico, autores como Adler, Sullivan,
Erickson, Maslow o Rogers han venido señalando su importancia. Es, sin embargo, en las
últimas tres décadas cuando la autoestima adquiere protagonismo tanto en las elaboraciones
teóricas como en la praxis profesional. Sin duda, la importancia de la autoestima como elemento
largo del tiempo hasta un self plástico y maleable en un grado e intensidad que difiere en función
de los autores. Como todo debate entre posicones extremas, la tendencia más extendida
actualmente es asumir un self estable y maleable. Además, el análisis de la estabilidad del self va
específicos del self es posible asumir diferentes grados de estabilidad en el conjunto total. Aquí la
nomenclatura difiere según los autores, pero ha cristalizado la idea de que si bien los aspectos
más específicos del self pueden estar sometidos a cambio –self variable-, existe un self más
global o general cuya variabilidad es mucho menor –self estable-. Esta posición mixta permite
88
primeros estadios de desarrollo, en los que previsiblemente se configura el self de
ambiente.
Para salvar estas dificultades, obviamente, hay que pagar un tributo, que consiste en
admitir un conjunto de diferencias en los elementos que configuran el self: los más periféricos
más mutables y los más centrales más estables. Herrero y colaboradores (1996) han analizado el
diferente comportamiento de los elementos que configuran el self en función de que éstos sean
condiciona la importancia de cada elemento del self, independientemente de que estos elementos
sean prácticamente los mismos durante el ciclo vital. Así, comprobaron que la autoestima
intelectual era un aspecto central en los estudiantes universitarios frente a la autoestima social
que adoptaría un rol más periférico. En este caso, una devaluación de la autoestima intelectual en
estudiantes universitarios –aspecto central del self- va asociada con una disminución del
bienestar psicológico –por ejemplo, un aumento del ánimo depresivo-. Sin embargo, una
disminución de la autoestima social –aspecto periférico- sólo va asociada a una disminución del
bienestar psicológico si se observa también un incremento del estrés. Esto es, mientras los
cambios en los aspectos centrales del self ejercen un efeco directo en el funcionamiento
psicológico, los cambios en los aspectos periféricos del self no. Este fenómeno también se ha
observado en mujeres casadas con trabajo remunerado fuera del hogar (Herrero y colaboradores,
1995), quienes mantienen como aspectos centrales del self tanto la autoestima familiar como la
autoestima laboral, frente a las mujeres casadas sin trabajo remunenado en las que sólo la
En el terreno aplicado, tan incómodo resultaría un self excesivamente estable como uno
muy inestable. Ante un self muy estable, pocas posibilidades de intervención quedan; ni siquiera
fácil de ‘educar’, pero esa misma facilidad se convierte en desventaja cuando el terapeuta, el
89
interventor psicosocial o el educador le pierden de vista y aquél interactúa en contextos que son
nocivos para su desarrollo. Así, una familia disfuncional sería en la práctica una condena para
los hijos si el self fuera muy estable, de la misma forma que los esfuerzos que podrían hacer los
profesionales para ‘reeducar’ a esos hijos serían vanos en el caso de un self muy variable, toda
vez que un cambio de contexto ejercería una influencia excesiva en las autoevaluaciones y, por
deudora de los postulados de Cooley y Mead, quienes a su vez se inspiraron en el trabajo pionero
positiva o negativa que un individuo tiene sobre un objeto, que en este caso es el self, y se refiere
contraria al análisis del self como actividad autoreferente del funcionamiento cognitivo. De
acuerdo con el conductismo más radical, el self es, simplemente, el conjunto de verbalizaciones
que un individuo realiza sobre sí mismo, y dado que su observación directa constituye una
quimera, es aconsejable olvidarlo como objeto de estudio. Sin embargo, esta metáfora del self
como verbalización, es mucho más rica de lo que los primeros conductistas estarían dispuestos a
admitir. George Mead, al analizar la configuración del self, ya había enfatizado el importante
papel que juega el lenguaje en la construcción del self, un aspecto que los filósofos pragmatistas
de finales del XIX como Pierce habían estudiado en detalle. Si asumimos que las verbalizaciones
que un individuo realiza sobre su conducta no son independientes unas de otras, es posible hablar
de un entramado de verbalizaciones más o menos homogéneo; esto es, una narración. Esta
narración abarca toda la experiencia del ser humano y puede estudiarse desde diferentes planos:
psicológico, social y fisiológico. Desde este punto de vista, el análisis y evaluación del self puede
equipararse al análisis del tono evaluativo que adquiere esa narración. Un cuestionario de
relevantes y tendría en cuenta una selección de frases evaluativas que abarcaran diferentes
dimensiones.
90
Shavelson y colaborades en los años 70,han sido quizás quienes más han incidido en esta
cuanto al contenido sino una estructura jerárquica que los organiza. En su modelo distinguen
aspectos emocionales, sociales y físicos del self, así como académicos. La estructura jerárquica
que propone Shavelson tiene en su cima a la autoestima global, que se ramifica en sus aspectos
emocionales, físicos y sociales. Bien sea directa o indirectamente, numerosos autores trabajan en
plural del self, si bien las distintas aplicaciones del modelo han seguido direcciones diferentes.
presentando distintas medidas de la autoestima tanto para población escolar (Musitu y otros,
1991) como para población adulta (Herrero y otros, 1996). El cuestionario aquí presentado
(AUT-17; 2000) es una versión abreviada del AUT-30 que se ha ido depurando conforme la
disposición de nuevas muestras ha ido posibilitando discriminar aquellos ítems que mejor reflejan
el nivel de autoestima de los sujetos. La mayor parte del trabajo para la selección de los ítems del
AUT-17 se llevó a cabo mediante la técnica estadística del Análisis Factorial Confirmatorio y los
principales ventajas psicométricas como una elevada consistencia interna y una estabilidad
estructura del constructo al que éste se refiere, manteniendo de este modo intactas las
dimensiones que evaluaba el AUT-30 original. Al igual que su predecesor, el AUT-17 evalúa las
satisfacción con el conjunto de relacines sociales que mantiene en el momento del pase
del cuestionario.
91
3- Autoestima emocional: Evalúa la percepción que tiene el sujeto de hasta qué punto es
capaz de controlar sus emociones y/o se percibe como una persona emocionalmente
equilibrada.
intelectual constante.
como autoestima global y hace referencia a la percepción de satisfacción que el sujeto mantiene
con respecto a las autoevaluaciones en los ámbitos familiar, social, intelectual, físico y
emocional.
92
Cuadro 5.1. Cuestionario de Autoestima (AU-17)
Guía para la aplicación, interpretación y codificación
Codificación
Para evitar trabajar con una puntuación total negativa, producto de restar los ítems negativos
de los positivos, se recomienda la siguiente forma de calcular las puntuaciones. Por ejemplo, en
autoestima familiar, se suman los ítems 3, 8, 17 y a esta cantidad se añade el ítem 13 restado
de la cantidad 6. Cuando el valor del ítem 13 es 5 (muy baja autoestima, ya que es un ítem
inverso) al restar 6-5=1.
Observaciones
Está indicado especialmente para población adulta, si bien ha mostrado tener capacidad
predictiva a partir de los 16 años.
La capacidad predictiva de los ítems por separado permite adaptar su semántica para una
entrevista semiestructurada, repasando de forma abierta aquellos contenidos a los que se
refieren los ítems.
La evaluación de la autoestima puede generar expectativas al finalizar el cuestionario sobre
la propia condición de la persona que se deben manejar con cautela.
Es muy importante garantizar el anonimato de la información así como intentar que los
sujetos respondan con la mayor sinceridad posible.
93
CUESTIONARIO DE AUTOESTIMA (AUT-17)
A continuación encontrará una serie de frases. Lea cada una de ellas cuidadosamente y conteste según su
criterio poniendo un círculo alrededor de la respuesta que considere adecuada. Tenga en cuenta que:
94
Estudios empíricos
Numerosos autores mantienen que la configuración de la autoestima a lo largo del ciclo vital se
produce en diferentes contextos en los que se desarrolla el individuo. Para la intervención
psicosocial esta es una premisa muy relevante, ya que gran parte de los procesos de
integración, participación e implicación en contextos de apoyo están condicionados a la
percepción que mantiene el sujeto respecto de su posibilidad real de interactuar con éxito en
este tipo de ambientes. Herrero (1996) ya había señalado cómo existe una doble vía de
influencia entre la autoestima y los sistemas informales de apoyo; por una parte, la interacción
en contextos de apoyo promueve la autoestima y, por otra, una autoestima elevada incrementa
la probabilidad de interactuar en contextos en los que el sujeto percibe que es valorado y
querido.
Examinando la evolución de la red de apoyo en personas con baja y alta autoestima, Herrero
(1994) encontró que aquellas personas con baja autoestima social mantenían una red de apoyo
más pequeña seis meses después que los sujetos con una alta autoestima social (ver figura).
Estos resultados ilustran la influencia de la autoestima en el tipo de interacción que mantienen
las personas, de tal manera que aquellas personas que se perciben poco valiosas tienden a
evitar las relaciones de compromiso (que implican alguna modalidad de apoyo).
5,2
5,0
4,8
Red Apoyo
4,6
4,4
4,2
Baja Alta
Autoestima Social
Por otra parte, la red de apoyo es bastante estable a lo largo del tiempo; esto es, para apreciar
pequeñas variaciones en su composición hay que analizar grandes intervalos temporales. En
este sentido, los resultados encontrados por Herrero (1994) –para un intervalo de seis meses-
ilustran hasta qué punto la percepción del contexto de apoyo descansa en las percepciones que
el individuo mantiene sobre sí mismo. Es previble, por tanto, que aquellos individuos que
sistemáticamente mantienen percepciones negativas sobre sí mismos se encuentren también
implicados en un proceso de devaluación de su contexto social, mostrando asímismo una
tendencia hacia el aislamiento o el rechazo de relaciones que exigen algún tipo de compromiso.
95
5.1.2. Apoyo social percibido
investigación científica como uno de los más importantes recursos con que cuenta el individuo
para lograr el ajuste y mejorar su bienestar. El constante incremento del campo de estudio del
apoyo social así como la complejidad de sus propuestas teóricas ha enriquecido el discurso
científico y ha mostrado la eficacia de los planteamientos ecológicos de los que se nutre. Este
orientación de trabajo era ajena a los presupuestos ecológicos. De este modo, numerosos
profesionales han reservado en su praxis diaria un espacio al apoyo social como instrumento
El concepto de apoyo percibido es clave para el investigador en apoyo social. Por una
procesos en que se ve implicado ; por otra parte, porque constituye la única vía para conocer las
representaciones psicológicas que los individuos mantienen sobre sus sistemas de apoyo. El
apoyo social es, en esencia, una percepción de que algunos recursos estarían disponibles llegado
el caso, y descansa su efecto en el grado de satisfacción que se obtiene de ese apoyo disponible.
El estudio del apoyo percibido refleja un énfasis en la evaluación cognitiva y psicológica que
realiza el individuo sobre su entorno; énfasis derivado de la importancia que los modelos
cognitivos interpretativos conceden a la mediación del individuo. Así, la experiencia personal del
peligro que entraña cualquier situación depende, más que de las características del evento
exclusivamente, de la valoración que sobre el evento realiza el individuo. Por otra parte, es
ampliamente reconocido que la percepción de apoyo -es decir, la previsión de que se obtendrá
apoyo llegado el momento- ayuda a enfrentar de forma ventajosa las situaciones difíciles,
rodeado de personas que nos comprenden, y a las que podríamos contar nuestros problemas, nos
ayuda a superar crisis personales; en ocasiones, sin recabar siquiera la ayuda de esas personas.
Este instrumento permite obtener información con respecto a siete dimensiones: número
de relaciones relevantes para el sujeto, tres funciones del apoyo social percibido -emocional,
96
consejo y ayuda- y tres índices de la reciprocidad percibida para cada una de esas funciones (lo
- Número de relaciones: Quizás la más evidente de las características de una red social
sea su tamaño, el cual depende en gran medida de cómo se defina esa red. La red de personas que
uno conoce probablemente será mayor que la red de personas con las que uno interactúa a diario.
Un criterio útil para identificar el tipo de miembros que deben incluirse en la red consiste en
restringirla a aquellas personas importantes en la vida del individuo y con las que éste interactúa
a diario o casi a diario. El apoyo es una de las funciones que se pueden desarrollar en el marco
estructural que proporciona la red, pero no es la única. De hecho, numerosas relaciones sociales
-Apoyo emocional: se refiere al área afectiva e incluye cuestiones como: compartir los
intimidad, el afecto positivo e intenso, los sentimientos de ser querido y cuidado, sentimientos de
ser valorado, los elogios y expresiones de respeto, etc. El hecho puntual de poder compartir los
revelar o desvelar aspectos negativos de uno mismo; por ello la mayoría de las personas confían
sus problemas más graves a aquellos que consideran más próximos: la pareja, un pariente o un
buen amigo al que le avala una relación de confianza durante un período considerable de tiempo.
No resulta extraño, entonces, que este tipo de apoyo desempeñe un papel muy importante en el
fomento y mantenimiento de la salud y el bienestar. Más aún, su pérdida puede tener efectos
• Consejo: Cuando las situaciones estresantes se prolongan o los problemas quedan sin
resolver, las personas pueden iniciar una búsqueda de información o consejo que les sirva de
ayuda para superar esa situación. Así, las personas que están a nuestro alrededor pueden
sobre su interpretación, valoración y adaptación cognitiva; indicarnos los recursos que son
97
asistencia; formar en técnicas de solución de problemas, etc. También se incluiría aquí el
situaciones de estrés, ya que bajo circunstancias ordinarias la mayoría de las personas disponen
directa o servicios. En circunstancias ordinarias, este tipo de apoyo se relaciona con el bienestar
porque reduce la sobrecarga de las tareas y deja tiempo libre para actividades de recreo, para
incrementa cuando el receptor percibe la ayuda como adecuada, pero puede tener efectos
endeudamiento está estrechamente vinculada, como ya hemos visto, con el tipo de relación que se
establezca entre los participantes. Así, en relaciones comunales - en las que cada persona se
preocupa del bienestar del otro- o en relaciones de reciprocidad entendidas muy a largo plazo por
los participantes, es muy probable que no se produzca rechazo ante la eventualidad de buscar
-caracterizadas por el interés de sus componentes sobre lo que se da y se recibe- es posible que
relación entre dos personas; esto es, si los recursos fluyen sólo en una o en ambas direcciones. La
reciprocidad ha sido frecuentemente propuesta por los analistas de redes para hacer referencia a
evidenciados por el apoyo social no se debe sólo al apoyo recibido sino también al apoyo
98
constituido un acicate para la inclusión del concepto de reciprocidad en los trabajos sobre apoyo
social. Por otra parte, la actitud del que proporciona ayuda es de suma importancia para quien la
recibe, descansando la percepción del apoyo en las expectativas que el receptor posee sobre el
99
CUESTIONARIO DE APOYO SOCIAL PERCIBIDO
En la página siguiente, usted encontrará un conjunto de casillas. Se trata que usted haga lo siguiente:
1. En la primera columna de la izquierda escriba las inciales de aquellas personas que son importantes para usted. Considere exclusivamente aquellas
personas que verdaderamente le proporcionan apoyo personal.
2. En la segunda columna de la izquierda señale el tipo de relación que mantiene con cada una de esas personas.
3. Encima de las casillas encontrará un total de 9 preguntas. Léalas cuidadosamente y responda cada pregunta para todas las personas que ha señalado. Para
ello, tenga en cuenta el recuadro de la margen izquierda, en el que cada número expresa una opinión.
EJEMPLO
Inicial Relación
F.Z. Amigo 2
Como puede observar en el ejemplo para F.Z. le hemos asignado un 2 en la casilla correspondiente. Ello quiere decir que POCAS VECES podríamos compartir
y expresar libremente nuestros sentimientos con F.Z.
Le rogamos que en cada pregunta haga lo mismo para todas las personas que vd. ha señalado
101
Cuestionario de apoyo social percibido –HOJA DE RESPUESTAS-
RECUERDE 1. ¿En qué me- 2. Si se encon- 3. ¿Hasta qué 4. ¿En qué me- 5. Si estuviera 6. Si usted 7. Si esta 8. Si esta 9. Si esta persona
1. NUNCA dida vd. podría trara vd. depri- punto le serviría dida le serviría vd. enfermo o necesitar dinero persona se persona necesi- se encontrara en-
2. POCAS VECES compartir y ex- mido/a o tuviera de ayuda esta esta per-sona de necesitara que le o que le cui- encontrara preo- tara consejo, re- ferma, necesita-
3. ALGUNAS VECES presar libremen- problemas per- persona si tu- ayuda si vd. ne- llevaran al mé- daran la casa o cupada, depri- solver algún ra dinero, que le
4. BASTANTES VECES te sus sentimien- sonales, ¿en qué viera vd que cesitara consejo dico ¿en qué los hijos, etc. ¿en mida, tuviera problema o to- llevaran a algún
5. CASI SIEMPRE tos con esta medida le ayu- tomar una deci- o una sugeren- medida esta per- qué medida esta problemas per- mar alguna sitio, cuidaran de
persona? daría esta per- sión importante? cia útil para sona le ayu- persona le sonales o fami- decisión impor- su casa o los
sona? resolver un pro- daría? ayudaría? liares, etc., tante, ¿acudiría a niños, etc., ¿a-
blema? ¿acudiría a vd? vd.? cudiría a vd?.
Inicial Relación
102
Cuadro 5.2. Cuestionario de apoyo social percibido:
Guía para la aplicación, interpretación y codificación
Codificación
Red de apoyo: Número de relaciones que indica la persona (su cáculo es necesario para hallar
las puntuaciones en los distintos tipo de apoyo funcional)
Apoyo Emocional: Se suman las respuestas de la primera y segunda columnas.
Consejo: Se suman las respuestas de la tercera y cuarta columnas.
Apoyo Instrumental: Se suman las respuestas de la quinta y sexta columnas.
Apoyo Funcional Total: (Apoyo Emocional + Consejo + Apoyo Instrumental)/3
Reciprocidad Emocional: Se suma la séptima columna.
Reciprocidad Consejo: Se suma la octava columna.
Reciprocidad Apoyo Instrumental: Se suma la novena columna.
Reciprocidad Total: (Reciprocidad Emocional + Reciprocidad Consejo + Reciprocidad
Instrumental)/3
Apoyo Social Percibido Total: (Apoyo Funcional Total + Reciprocidad total)/2
Observaciones
Este cuestionario está indicado especialmente para conocer de forma detallada el tipo de
relaciones de apoyo y la calidad de las mismas
Por su naturaleza, se puede adaptar a una entrevista individual
Se ha observado (por ejemplo, en personas mayores que viven en residencias) que genera en
quien responde sentimientos positivos puesto que la persona recuerda aquellas personas que
son importantes en su vida
Especialmente indicado para crear un buen clima entre entrevistador y entrevistado
103
5.1.3. Apoyo social comunitario
por conocer aspectos objetivos y mensurables del entorno de la persona. No obstante, un creciente
sentimiento de pertenencia e identidad con la comunidad y no como una mera suma de contactos
individuo sobre su posición en un contexto social y comunitario. De este modo, sentir el barrio donde
uno vive como algo propio, identificarse con la comunidad en la que transcurre la vida de uno o
percibir que se es importante para los demás y que las propias opiniones son bien recibidas por las
personas que comparten nuestra vida, constituye un índice de integración en el contexto social y
comunitario. En esta misma línea, autores como Lin et al. (1986) incluyen en el concepto de
integración tanto la satisfacción con la comunidad (aspecto subjetivo) como el recuento de las
relaciones sociales mantenidas por el sujeto. El grado de participación e implicación de una persona
la red social y del apoyo social. Esta importancia puede derivarse del grado de compromiso (aspecto
subjetivo) de la persona con su comunidad. El sujeto se integra y participa en la comunidad, crea sus
redes sociales y de ellas extrae el apoyo social. El concepto de apoyo comunitario se refiere a los
estratos más externos de las relaciones sociales y trata de reflejar el grado de integración en la
estructura social más amplia y el sentido de pertenencia a una comunidad. Este concepto se
correspondería con lo que se ha denominado “lazos débiles”, un concepto que cubre un amplio rango
de figuras de apoyo potenciales que se encuentran más allá de la red primaria de relaciones
como un índice del apoyo percibido con respecto a los sistemas informales -grupos sociales, clubs,
asociaciones deportivas, comisiones de festejos, etc.- y a los sistemas formales -centros educativos,
centros de rehabilitación, centros de salud mental, etc. En este instrumento se evalúan conjuntamente
104
las dimensiones objetivas de participación -frecuencia de asistencia a eventos o grado de asiduidad en
reuniones y asociaciones- así como la satisfacción derivada de esa participación -por ejemplo,
comunidad-. De este modo, se complementa el análisis de la integración social con los aspectos
funcionales derivados de las relaciones establecidas en el contexto social, una deficiencia a menudo
señalada en los trabajos que equiparan la integración social con el número o tipo de contactos
sociales. El principal criterio para incluir este tipo de variables lo ha constituido la valiosa
información que proporcionan con respecto a la implicación que la persona mantiene con su entorno
social inmediato. Además, la percepción de los sistemas formales de ayuda constituye una guía para
comprender hasta qué punto el individuo confía de las instituciones creadas específicamente para
proporcionar ayuda y, por tanto, puede indicarnos un primer índice de la efectividad de estas
organizaciones.
apoyo social tanto en sistemas formales como informales, se divide en tres escalas.
factores (Integración y Participación) y evalúa las interacciones sociales con los vecinos del barrio y
comunidad, así como la satisfacción con las relaciones sociales que se establecen en el vecindario.
Apoyo Social en Sistemas Informales: esta escala consta de 10 items que evalúan la
percepción de apoyo social en diferentes sistemas informales de la comunidad, como por ejemplo
o sindicales, etc.
- Apoyo Social en Sistemas Formales: esta escala consta de 4 items que evaluan la medida en
centros de rehabilitación para drogadictos, centros de salud mental, etc) son percibidos como fuentes
potenciales de apoyo.
105
CUESTIONARIO DE APOYO SOCIAL COMUNITARIO
A continuación encontrará una serie de frases. Lea cada una de ellas cuidadosamente y conteste según su
criterio poniendo un círculo alrededor de la respuesta que considere adecuada. Tenga en cuenta que:
ESCALA 1
ESCALA 2
Como vd. sabe, asociaciones deportivas o culturales, grupos sociales o cívicos (asociaciones de vecinos,
amas de casa, de consumidores, comisión de fiestas, etc.), la parroquia, agrupaciones políticas o
sindicales, ONG’s, etc. son organizaciones en las qye se desarrolla una parte importante de la vida
social de las personas. En estas organizaciones:
ESCALA 3
Servicios sociales, centros educativos, centros de rehabilitación para drogadictos, centros de salud
mental, etc., son organizaciones y servicios que la comunidad pone a disposición de sus miembros
106
Cuadro 5.1. Cuestionario de apoyo social comunitario:
Guía para la aplicación, interpretación y codificación
Codificación
Integración Comunitaria (Escala 1): (ítem2+ítem3+ítem5)+12-(ítem1+ítem4)
Participación Comunitaria (Escala1): (ítem6+ítem7+ítem8+ítem10+) + 12-(ítem9+ítem11)
Apoyo Social en los Sistemas Informales (Escala 2):
(ítem12+ítem14+ítem17+ítem18+ítem19+ítem20)+24-(ítem13+ítem15+ítem16+ítem21).
Apoyo Social en los Sistemas Formales (Escala 3): = ítem22+ítem24+ítem25+6-(ítem23).
Observaciones
La Escala 1 proporciona un buen indicador para conocer hasta qué punto los individuos están
satisfechos con el tipo de participación en las actividades de la comunidad.
Las puntuaciones elevadas en Integración y Participación (Escala 1), correlacionan de forma
negativa con la presencia de depresión y de forma positiva con una elevada autoestima.
La Escala 2 proporciona información relevante sobre la percepción, en términos de apoyo social,
que la persona mantiene con respecto a los recursos informales de la comunidad.
Para responder correctamente a la Escala 2 es importante que quien contesta comprenda todo el
conjunto de organizaciones y agrupaciones que están incluidas.
La Escala 3 proporciona información relevante sobre la percepción, en términos de apoyo social,
que la persona mantiene con respecto a los recursos formales de apoyo de la comunidad.
Las puntuaciones en la Escala 3 están muy relacionadas con la experiencia de la persona en este
tipo de organizaciones de ayuda. Las personas de la tercera edad, por lo general, confían más
en este tipo de servicios que el resto de la población.
107
Estudios empíricos
En un estudio llevado a cabo por Gracia y Musitu (1993) se comparó el grado de integración y de
participación en la comunidad de las familias que maltrataban a sus hijos con el de las familias en
las que no existían los malos tratos.
Los resultados obtenidos en este estudio mostraban que los padres que maltratan a sus hijos se
encuentran máss aislados socialmente y que sus actitudes y sentimientos hacia el vecindario y la
comunidad son más negativos. Asimismo, eran los padres en el grupo de maltrato quienes
interactuaban y participaban con menor frecuencia en actividades de la comunidad y quienes
muestran un menor grado de implicación y afiliación en grupos, asociaciones y organizaciones de
carácter voluntario. Estos resultados ponen de manifiesto la escasa integración, el aislamiento
social y el pobre sentido de pertenencia e implicación en la comunidad de los padres que maltratan
a sus hijos, lo que demuestra su escasa integración en la estructura social más amplia y su
alejamiento de estas fuentes potenciales de apoyo social.
Participación
Maltrato
No maltrato
Integración
0 5 10
Una premisa básica de un modelo ecológico de comprensión del maltrato infantil es que el contexto
social ejerce una importante influencia en la vida familiar. Desde esta perspectiva, las redes de
apoyo social son una estructura que rodea a la familia y afecta su funcionamiento proporcionando,
por ejemplo, apoyo emocional y material, feedback acerca de la adecuación de las prácticas
educativas, reforzando las normas sociales y ofreciendo oportunidades para aliviar el estrés. Sin
embargo, cuando el ajuste familia-entorno fracasa, se incrementa el riesgo de que el clima familiar
se deteriore y se generen patrones negativos de interacción, una manifestación potencial de los
cuales es el maltrato infantil.
108
5.2. Estresores psicosociales
La depresión es uno de los estresores psicológicos que ha recibido mayor atención por parte
de los científicos sociales. Son varias las razones que avalan este interés. En primer lugar, la
depresión es un trastorno muy bien documentado del que se disponen numerosos instrumentos para
continuo en cuyo espectro se sitúan la mayoría de las personas. Esto no sucede, por ejemplo, con
otros trastornos psicológicos menos extendidos como la esquizofrenia o las psicopatías graves.
relaciones teóricas con otras variables -acontecimientos vitales no deseables, autoestima, apoyo
social, etc- lo que posibilita establecer a priori vínculos teóricos objeto de contrastación empírica. Su
trabajos en los que se ha relacionado su intensidad con el grado de ajuste social y diversos índices de
centran sus esfuerzos en una de estas seis áreas: estilo atribucional, actitudes disfuncionales,
personalidad, apoyo social, conflicto marital y estilo de afrontamiento. Rara vez, sin embargo,
contemplan la influencia conjunta de los ámbitos personal y social -funcionamiento psicosocial- para
el objetivo prioritario; sin embargo, resulta evidente que determinadas características del
funcionamiento psicológico pueden reconceptualizarse hasta cierto punto como síntesis de las
vinculan teóricamente los procesos de participación grupal y comunitaria con variables de ajuste
psicológico como el ánimo depresivo lo que se hace es, precisamente, adoptar criterios externos con
los que evaluar el efecto de esa participación. En la teoría psicométrica esto se conoce como validez
de constructo y constituye un poderoso recurso para seleccionar tanto los instrumentos de medida
109
operativización de modelos integradores que permitan contrastar relaciones en múltiples niveles. En
este sentido, de poco sirve promover un tipo de participación que no mejore los índices de
participación debido a que no se observan sus efectos. Esta circunstancia suele aparecer con
frecuencia cuando, por ejemplo, se confunde participación con asistencia o cuando no se tiene en
cuenta el nivel de satisfacción del individuo con su implicación en los procesos comunitarios en los
La elección de un instrumento que evalúe la depresión obedece de manera muy especial al fin
para el que se vaya a utilizar. Así, cuando el investigador esté orientado a la práctica clínica y trabaje
con individuos en los que prevé encontrar síntomas de depresión grave le será más útil un
evolución del paciente antes, durante y después del tratamiento. En este caso puede ser muy útil una
evaluación sea fiable, breve y recoja los distintos niveles de depresión de la población objeto de
estudio. De este modo, tanto por la longitud del instrumento como por la especificidad e intensidad
de su contenido, una entrevista o un cuestionario diseñado para población clínica puede no ser útil
para discriminar entre la población general. En su lugar, un índice breve y general del ánimo
herramienta de trabajo en estudios con grandes poblaciones (Radloff, 1977) consta de 20 items
seleccionados de otras escalas validadas que evalúan la depresión (Zung Depression Scale; Beck
Scale; y, finalmente, Gardner Symptom Checklist) y presenta seis dimensiones: ánimo depresivo,
110
depresivo que recoge las puntuaciones de sus diferentes dimensiones que permite discriminar en
población normal aquellos sujetos con riesgo de desarrollar un síndrome depresivo mayor.
A la alta fiabilidad y validez del instrumento hay que añadir la considerable cantidad de
trabajos que lo han utilizado tanto en pacientes psiquiátricos como en población general. Algunos de
aquellos que podrían beneficiarse de un tratamiento terapéutico. Así, se ha apreciado con claridad
que los sujetos que puntúan alto en el CESD son catalogados como susceptibles de tratamiento
cuando son evaluados con otros métodos diagnósticos más orientados hacia la práctica clínica, lo que
evalúa la depresión en sí misma. Así, una persona diagnosticada con depresión de acuerdo con los
parámetros clínicos de diagnosis es posible que no informe de todos los síntomas listados en el
CESD, de la misma forma que una persona sana experimente alguno de esos síntomas sin llegar a
estar deprimida. Además, diferentes personas de distintos estratos socioeconómicos pueden informar
de un tipo de síntomas diferentes. De este modo, se ha comprobado que las personas de mayor
estatus socio-económico expresan un número mayor de síntomas físicos mientras que los de menos
previsible una cierta heterogeneidad en una muestra de población general, en el sentido de que la
correlación entre algunos items será relativamente baja. Sin embargo, la dirección de estas
correlaciones ha mostrado una elevada consistencia interna en las respuestas al cuestionario lo que
evidencia la alta fiabilidad del cuestionario. Por otra parte, diversos estudios con grandes muestras
han encontrado una elevada validez del cuestionario, evidenciada tanto en las correlaciones positivas
con las puntuaciones de otros cuestionarios que evalúan depresión - +.83 con el SCL-90- como en
las correlaciones negativas encontradas con otras medidas de ánimo positivo - la escala de
deseabilidad social de Marlow-Crowne- (Klassen et al., 1975). Además de estas pruebas de validez
estresantes en la variabilidad de las puntuaciones del CESD (Lin, et al. 1986, entre otros) lo que
111
Finalmente, Radloff (1977) señala una serie de limitaciones en la utilización de este
instrumento. Así, las puntuaciones del CESD deben interpretarse como el grado de sintomatología
que acompaña a la depresión y no como una medida del desorden psicológico en sí misma. Además,
se hace especialmente relevante un cuidado especial en la traducción del instrumento a otros idiomas
distintos del inglés, respetando cuidadosamente los giros lingüísticos y las expresiones coloquiales. A
este respecto, en la traducción del original se ha seguido el procedimiento seguido por otros autores
(Lin, Dean y Ensel, 1981). De este modo, a una traducción inicial al español elaborada por personal
bilingüe residente en California, le siguió una traducción de nuevo al inglés por personal bilingüe
residente en España. Finalmente, la concordancia entre ambas versiones del instrumento constituyó
un índice del ajuste al contenido original, que en este caso fue elevado.
112
Cuadro 5.3. Cuestionario de Animo Depresivo (CESD)
Guía para la aplicación, interpretación y codificación
Codificación
Para evitar trabajar con una puntuación total negativa, producto de restar los ítems negativos de
los positivos, se recomienda la siguiente forma de calcular las puntuaciones.
Animo Depresivo= (ítem1+ ítem2+ ítem3+ ítem5+ ítem6+ ítem7+ ítem9+ ítem10+ ítem11+
ítem13+ ítem14+ ítem15+ ítem17+ ítem18+ ítem19+ ítem20)+20- (ítem4+ ítem8+ ítem12+
ítem16).
Observaciones
Los ítems del cuestionario se refieren a la última semana previa a la aplicación del instrumento.
Esto puede parecer un período muy breve de tiempo, pero es precisamente la acumulación de
síntomas en un período breve de tiempo lo que constituye un indicador del ánimo depresivo.
Debido a su brevededad y fácil administración, este instrumento está indicado para la evaluación
y seguimiento en grupos. Cuando lo que se busque es un seguimiento individualizado, es
aconsejable el uso de una entrevista semiestructurada con un guión basado en los contenidos de
los ítems.
La puntuación media en muestra general se sitúa en 34 puntos. En muestras dianas –aislamiento
social, adicciones, muerte de la pareja, divorcio reciente, etc..- la media se sitúa en torno a los
40 puntos. Estas puntuaciones son meramente orientativas y no deben interpretarse como
presencia de depresión.
113
CUESTIONARIO DE ANIMO DEPRESIVO (CESD) DEL CENTRO DE ESTUDIOS
EPIDEMIOLÓGICOS (USA)
A continuación encontrará una lista indicando sentimientos o conductas que usted haya podido
experimentar. Por favor, inque con qué frecuencia se ha sentido así durante la ULTIMA SEMANA, rodeando
con un círculo la respuesta, teniendo en cuenta que cada una representa:
114
Estudios empíricos.
Distribución del animo depresivo en la población
A continuación se presentan los resultados obtenidos por Herrero (1994) en un estudio sobre
la presencia de ánimo deprimido en una muestra de 1500 personas de la Comunidad Valenciana.
Como se puede comprobar, algunos de estos resultados vienen a negar ciertas preconcepciones que
habitualmente se tienen sobre la depresión. Por ejemplo, la depresión es similar en todas las edades,
aunque su presencia disminuye conforme aumentan los ingresos y el nivel de estudios. Ello no debe
interpretarse como que existe una conexión causal entre ingresos, estudios y depresión –de ser así, su
tratamiento podría consistir en la expedición de cheques mesuales o la matriculación en cursos de
formación-. Lo interesante de estos resultados, consonantes con otros realizados con muestras de
tamaño similar (Lin, Dean y Ensel, 1986), es que aportan evidencia empírica en contra de la idea de
la depresión como una ‘enfermedad de gente ociosa y rica’ típica de las clases pudientes.
40 42
38 40
36 38
Depresión
Depresión
34 36
32 34
30 32
1 millón 2 2-3 millones 4 5 + 5 millones Sin estudios 2 3 Nivel medio 5 Estudios superiores
Además, la depresión es una disfunción más típica entre las mujeres que en los hombres, y
entre las personas solteras que entre las personas casadas. El hecho de que las mujeres muestren
mayores tasas de ánimo depresivo ha sido explicado tanto desde una perspectiva genética (mayor
predisposición genética), como una actitud de respuesta antes los instrumentos que evalúan depresión
(mayor implicación a reconocer síntomas) o como una cuestión de socialización (más expresiva)
(Herrero, 1994). El hecho de que las personas solteras muestren sistemáticamente mayores tasas de
ánimo deprimido recuerda los clásicos resultados obtenidos por Durkheim al analizar las tasas de
suicidio y su obra puede proporiconar pistas para entender este dato: a priori la persona soltera
mantiene un menor número de relaciones que implican compromiso y, por tanto, esa falta de
restricciones (anomia) incide en el funiconamiento psicológico.
38 36,0
37 35,5
35,0
36
Depresión
Depresión
34,5
35
34,0
34
33,5
33 Solteros Casados
Hombres Mujeres
115
5.2.2. Estrés percibido
estresantes, se ha incluido también una medida breve de percepción de estrés en los sujetos que
objetivas que producen estrés y la interpretación que el individuo realiza de esa situación. De este
modo, se ubica en los ámbitos psicológico y social y sirve de síntesis de estos dos ámbitos o
contextos.
Son numerosas las investigaciones que consideran la percepción que el individuo tiene del
evento como más importante que el evento objetivo en sí. Sin embargo, resulta paradójico que tal
Contrariamente, se han seguido utilizando las mismas escalas de sucesos estresantes que,
evidentemente, se situan en el otro extremo del modelo cognitivo defendido. La aplicación de tales
escalas objetivas tiene varias ventajas, en la medida en que son fáciles de administrar y se pueden
estimar riesgos de salud a partir de sucesos identificados. Sin embargo, las ventajas de medir el
estrés percibido son también numerosas, incluyendo la posibilidad de comparación entre medidas
psicológico.
evaluar desde un punto de vista cognitivo el grado en que los individuos sienten que los sucesos de su
Existen tres versiones de este cuestionario de estrés percibido (CEP). El CEP-14 original, el
CEP-10 y el CEP-4. En el CEP-10 se excluyen los ítems 5, 12, 13, 14. En el CEP-4 sólo se incluyen
los ítems 2, 6, 7 y 14. En nuestros trabajos hemos utilizado la escala completa de 14 ítems, si bien la
escala abreviada de 10 ítems ha mostrado también una elevada fiabilidad y validez (con un alpha de
Cronbach de+.75 para la versión de 14 ítems y +.78 para la versión abreviada de 10 ítems).
El CEP es una medida del grado en que las situaciones de la propia vida se valoran como
estresantes. Este instrumento no vincula la valoración con situaciones particulares; es sensible tanto
116
a la no ocurrencia de los eventos como a las circunstancias cotidianas de la vida, al estrés resultante
en la vida de amigos y allegados como a las expectativas relacionadas con sucesos futuros. Es,
además, una escala manejable que se puede administrar en pocos minutos y es fácil de codificar.
Dado que los niveles de valoración del estrés deberían estar influidos por los problemas diarios, los
sucesos estresantes más importantes y los cambios en los recursos de afrontamiento, la validez
Finalmente, Cohen y colaboradores (1983) han encontrado que el CEP realiza mejores
que las escalas de los eventos estresantes más al uso. Ello probablemente se debe a que el estrés
percibido representa una síntesis de la acción conjunta de los estresores y los recursos y puede
considerarse por tanto como un estado final. En este sentido, su efecto en el bienestar se incrementa
117
CUESTIONARIO DE ESTRÉS PERCIBIDO (CEP)
En este cuestionario usted encontrará preguntas sobre sus pensamientos durante el ULTIMO MES. En cada
caso, se le pedirá que indique con qué frecuencia se sintió o pensó de determinada forma. Aunque algunas de
las preguntas son similares, existen diferencias entre ellas y debe tratarlas como cuestiones separadas. Lo
más adecuado es responder bastante deprisa. Esto es, no intente contabilizar el número de veces que pensó
de una manera en particular; es mejor que indique aquella que le parezca la alternativa más adecuada.
Para cada pregunta elija entre las siguientes alternativas:
1. Nunca
2. Casi nunca
3. A veces
4. Bastante a menudo
5. Muy a menudo
118
Cuadro 5.4. Cuestionario de Estrés Percibido (CEP)
Guía para la aplicación, interpretación y codificación
Codificación
El PSS, además de una puntuación global, ofrece dos puntuaciones separadas que tienen que ver
con: a) sentimiento de control; y, b) percepción falta de control.
Observaciones
Por su brevedad y fiabilidad este instrumento está especialmente diseñado para obtener una
medición general del estrés.
Cuando el objetivo es la identificación de las fuentes de estrés, se puede administrar este
cuestionario junto con el cuestionario de eventos vitales estresantes.
La puntuación media en población general se sitúa en torno a los 36 puntos. Esta puntuación
media es sensiblemente menor a la obtenida en personal hospitalario, que alcanza los 43
puntos.
119
Estudios empíricos
Existe abundante evidencia empírica sobre los efectos del estrés en la salud mental. Estos estudios
han puesto de manifiesto cómo la exposición prolongada a fuentes de estrés tiene una influencia
considerable en el funcionamiento psicosocial de las personas, condicionando la interacción en
contextos como la familia, el trabajo o los amigos. Incluso se han señalado frecuentemente las
consecuencias económicas que se derivan del desempeño de trabajos con un fuerte componente
estresante –bajas laborales, absentismo, baja productividad, etc.-. Sin embargo, cuando el estrés no
proviene directamente del entorno laboral sus consecuencias cobran una importancia añadida. Por
ejemplo, no supone el mismo coste psicológico abandonar un trabajo estresante que abandonar una
‘familia’ o unas ‘amistades ‘estresantes’. Y sin llegar a ese extremo, los niveles elevados de estrés
pueden condicionar el funcionamiento del individuo en otros entornos ajenos a las fuentes de estrés
(spillover effect o efecto de desbordamiento), creando en esos contextos nuevas fuentes de estrés.
Este efecto de bola de nieve del estrés puede tener, incluso, una especial incidencia en la
autoestima, ya que ésta deriva en parte de las interacciones del sujeto con su ambiente. En otras
palabras, un ambiente estresante produce individuos estresantes que, a la larga, caban devaluando
su propio self.
Para comprobar esta relación, Herrero (1994) analizó los niveles de autoestima en una muestra de
780 en dos momentos temporales –con seis meses de diferencia- y relacionó el cambio en la
autoestima con los niveles previos de estrés de esos sujetos. Los resultados se presentan en la
siguiente figura.
Como se aprecia con claridad, la mayor disminución de la autoestima global en un plazo de seis
meses (-20), se relaciona con niveles elevados de estrés seis meses antes. Estos valores están por
encima de la media de estrés, representada por la línea discontinua. La variación ‘cero’ se sitúa en
la media de estrés y el incremento de la autoestima se observa en sujetos con menor nivel de estrés.
Cuando el incremento de autoestima es máximo (+20), el nivel de estrés alcanza su mínimo (+25).
Estos resultados dan una idea de la influencia que el estrés ejerce en la propia evaluación que el
sujeto hace de sí mismo, más allá de que las fuentes de estrés estén presentes o no. Las
implicaciones para la intervención comunitaria son, no obstante, alentadoras, ya que se posibilita la
mejora de la calidad de vida –en este caso, a través de la reducción del estrés- mediante la
potenciación de la autoestima.
120
5.2.3. Eventos vitales estresantes
Como ya hemos visto, desde los primeros estudios de Selye hasta los trabajos más
recientes ha variado sustancialmente la comprensión de los procesos de salud en los que interviene el
estrés. A partir de una interpretación del fenómeno inicialmente fisiológica se han ido incorporando
otros elementos que mejoran la capacidad predictiva de los modelos, fundamentalmente a través de
los recursos de naturaleza psicológica y social. Por otra parte, el notable desarrollo de disciplinas
función de su experiencia. Es curioso, por otra parte, el evidente paralelismo existente entre los
modelos que representan el sistema inmunológico del ser humano con los procesos de trasvase y
procesamiento de la información utilizados para explicar, por ejemplo, el efecto de las relaciones
Fueron Holmes y Rahe por los años sesenta quienes primero presentaron una Lista de
Eventos Vitales, síntesis de aquellos sucesos que la mayoría de las personas consideran importantes y
que, por tanto, precisan de algún grado de ajuste. Se iniciaba con ello una tradición de investigación
que ha contribuido con diversos refinamientos metodológicos a un conocimiento más profundo de los
agentes externos que mayor incidencia tienen en la vida de las personas. Sin embargo, la medición de
torno a qué tipo de eventos deben ser incluidos en estas listas. Inicialmente estos cuestionarios
personas próximas, divorcio, etc.). Sin embargo, pronto se comprobó que si bien no todos los eventos
se perciben de la misma manera, en el caso de determinados eventos positivos la discrepancia era aún
mayor, lo que invalidaba en cierta medida las conclusiones elaboradas a partir de ellos. Una
estrategia eficaz para solventar este problema ha sido la construcción de listas que incluyen
exclusivamente aquellos eventos no deseables por los sujetos. Como en estas listas sólo se incluyen
aquellos eventos que reciben el consenso de la mayoría de las personas, pronto surgieron también
discrepancias en cuanto a qué grado de indeseabilidad tenían algunos de ellos. Por ejemplo, una
separación prolongada de los cónyuges por vacaciones o negocios comporta unos niveles de
121
desagrado tan dispares que su inclusión en la lista puede distorsionar los resultados. Una posible
solución podría ser utilizar en estos cuestionarios sólo aquellos eventos que registren un grado de
indeseabilidad compartido al menos por el 80% de los individuos de una sociedad. Esto es, que al
menos un 80% de los sujetos consultados consideren el evento en cuestión -por ejemplo, un despido
Tras un estudio preliminar de las diferentes escalas de eventos vitales al uso, y siguiendo en
parte la recomendación anterior de incluir aquellos eventos no deseados por al menos el 75% de los
Cuestionario de Eventos Vitales de Lin, Dean y Ensel (1986)-. Con los 57 ítems seleccionados
inicialmente se realizó un estudio piloto para comprobar la capacidad de discriminación de cada uno
comprobó que 33 de ellos representaban adecuadamente la muestra de eventos, por lo que tan sólo se
utilizaron estos en los análisis posteriores. Alguno de los ítems incluidos en este cuestionario no
alcanzaban el criterio de 80% de indeseabilidad, aunque se aproximaban a él. Hay que subrayar que
la recomendación del 80% dejaría fuera del cuestionario a eventos tan relevantes como el divorcio o
una pelea con un amigo de confianza, situaciones que en teoría implican una seria contrariedad.
122
Listado de eventos vitales estresantes -LEE-
Por favor, rodee con un círculo aquellos sucesos que haya experimentado durante los ULTIMOS SEIS
MESES. Por ejemplo, si usted en los últimos SEIS MESES “tuvo dificultades para obtener un crédito”,
rodeará el número 24, que corresponde a ese suceso. No se trata de rodear cuantos más mejor; simplemente
señale aquellos sucesos que le han ocurrido en los últimos SEIS MESES.
123
El listado de eventos vitales, por su naturaleza, está constituido de elementos independientes
entre sí y, aunque para fines de trabajo se considera una escala, es previsible que no presente una
estructura estadística determinada. Por este motivo no se han realizado los análisis psicométricos
habituales.
Codificación
Eventos Vitales Estresantes: Se contabiliza la presencia (1) o ausencia (0) de cada suceso y se
suman. Normalmente, la puntuación en eventos vitales indeseables es igual al sumatorio de
eventos que los sujetos afirman haber padecido en los últimos seis meses.
Observaciones
Especialmente indicado para estudios epidemiológicos y trabajos comunitarios por su brevedad,
fiabilidad y validez.
Se puede utilizar también como entrevista preguntando a los sujetos directamente por los
sucesos o acontecimientos negativos que han tenido lugar en los últimos seis o doce meses y
anotar el número y tipo de evento.
124
Estudios empíricos:
Los listados de eventos vitales estresantes y su relación con la depresión
45
40
DepresiónT1
35
DepresiónT2
30
Pocos Muchos
eventos eventos
Tal y como predice la teoría, aquellas personas que experimentaron un número elevado de eventos
vitales estresantes, informaron también de una devaluación de su ánimo en los dos momentos
temporales. Esto es, las medias de depresión son más elevadas para el grupo de sujetos con un
mayor número de eventos vitales estresantes. Estos datos también sugieren que el efecto de los
eventos vitales decrece con el tiempo; así, a los seis meses la infuencia del estrés disminuye en el
ánimo depresivo si bien continúa influyendo en la salud mental.
125
6. RECURSOS Y ESTRESORES PSICOSOCIALES EN
LA COMUNIDAD
Para ilustrar la aplicación de los instrumentos, su análisis y las posibles implicaciones que se
derivan de esos análisis vamos a presentar un caso que puede resumir lo que realmente sucede, o
Supongamos, en primer lugar, que debido a un cambio político se han producido nuevos
nombramientos entre los responsables políticos de una comunidad. En este caso, nuestra comunidad
considerable por extender el alcance y efectividad de los servicios sociales comunitarios a capas más
comunidad han registrado un progresivo incremento en los últimos años en la asignación de recursos
el diseño y gestión del bienestar y calidad de vida entre los miembros de la comunidad. Obviamente,
este nuevo espíritu no es exclusivo de nuestra comunidad sino que obedece a un nuevo marco
legislativo en el ámbito nacional que recoge las líneas maestras sobre áreas de actuación y
Supongamos, en segundo lugar, que corren nuevos tiempos y que existe una amenaza real de
reajustes presupuestarios los primeros candidatos a sufrir recortes son los programas de prevención,
fundamentalmente en el ámbito de la intervención social. Podemos estar tentados a pensar que esta
situación obedece exclusivamente al escaso interés de los responsables políticos por las capas más
126
desasistidas de la sociedad. También podemos sospechar, sin embargo, que en términos de eficacia
estos programas son difíciles de evaluar y, por tanto, de justificar en términos económicos y sociales,
por lo que en época de restricciones son los primeros candidatos a reconsiderarse. Fruto de esta
situación, los responsables políticos acuerdan una serie de reuniones con diferentes sectores
implicados en el desarrollo y gestión de los servicios sociales comunitarios con el objeto de evaluar
Supongamos, en tercer lugar, que los responsables políticos se han rodeado de un cuerpo
técnico asesor en materia de intervención comunitaria y que estos asesores –expertos en Psicología
comunitaria, Trabajo Social, Educación Social, Sociología, etc- serán los encargados de evaluar la
eficacia de las diferentes iniciativas en función de los informes recibidos por parte de los
Supongamos, en cuarto lugar, que los responsables de los servicios sociales comunitarios
asumen la responsabilidad de llevar a cabo este proceso exhaustivo de evaluación, que incluiría
desde los aspectos meramente económicos a aquellos más relacionados con el bienestar psicológico y
social de los usuarios. En otras palabras, se trataría de recopilar información sobre la gestión de los
su impacto en la vida comunitaria, etc. Para llevar a cabo esta labor titánica deciden utilizar una
de evaluación en sus diferentes aspectos y fases. Consideran que ésta es una manera adecuada de
comprometidos con un nuevo modelo de desarrollo biopsicosocial del ser humano, lo que les ha
127
consolidados de las distintas disciplinas en un esfuerzo por alcanzar un modelo operativo e
integrador de bienestar.
Supongamos, en quinto lugar, que el proyecto resulta especialmente atractivo para estos
investigadores y que, tras una serie de reuniones previas, deciden implicarse activamente en el
presupuesto económico así como unos objetivos y plazos consensuados por ambas partes.
estudio con el objetivo común de alcanzar un modelo lo más integrador posible. Afortunadamente,
este modelo integrador hace tiempo que está disponible y su desarrollo obedece a la confluencia de
diversas líneas teóricas y de investigación que se han venido produciendo a lo largo del siglo XX
desde diversas disciplinas de la Ciencias Sociales y de la Salud. Conceptos clave de este modelo son
la salud mental, el apoyo social, la autoestima y el estrés, y ha sido presentado teóricamente en los
objetivo prioritario de la prevención e intervención comunitaria debe ser el fomento de los sistemas
del self (autoestima) y, hasta dónde sea posible, la reducción del estrés percibido, bien a través de la
reducción del impacto de las situaciones vitales estresantes, bien mediante el incremento de los
recursos personales y sociales para hacerlos frente. La confluencia de estos objetivos llevará a una
mejora en los niveles de salud física - en términos de hábitos de vida saludables y mayor orientación
hacia el cuidado de la propia salud (física y mental). Estos son objetivos irrenunciables de una
Psicología Comunitaria, pero no son los únicos. Aspectos tales como desarrollo comunitario,
son aspectos muy importantes de la vida comunitaria que los propios servicios sociales comunitarios
tratan de potenciar. No obstante, desde un punto de vista de la salud –en su sentido más amplio- son
los objetivos irrenunciables los que pueden servir de baremo con el que medir el éxito o el fracaso de
128
los segundos. Sobre este punto volveremos al analizar los efectos de la participación e integración
comunitaria.
de acción como los objetivos a evaluar han sido delimitados con precisión. Además, la disponibilidad
(capítulos 1-4) ha permitido construir instrumentos de medida válidos y fiables (capítulo 5) en los
¿Cómo empezar a analizar la Comunidad? A primera vista puede parecer que lo más
razonable sería acudir en primer lugar a aquellos usuarios o miembros de la comunidad que de
en ellos las variables más relevantes del bienestar psicosocial. Esta estrategia permitiría conocer las
necesidades de las iniciativas surgidas en el seno de, o apoyadas por, los servicios sociales
comunitarios. Pero esta estrategia, aunque necesaria, no resolvería una cuestión fundamental para
comprender el alcance de estas iniciativas, a saber: ¿por qué la atención sobre determinados
procesos y no sobre otros? Podríamos acudir a la literatura científica para contestar a esta pregunta.
Sin embargo, sabemos por experiencia que la homogeneidad no es la principal virtud en esta área de
estudio y que, además, gran parte de esta evidencia proviene de contextos culturales diferentes al de
a nuestra población objetivo (a partir de ahora, diana) con la población general de la comunidad
para precisar qué tipo de necesidades psicosociales son las que permiten diferenciar entre estos
debilitadas o ausentes. No olvidemos que nuestra investigación tiene un interlocutor definido -los
responsables políticos de la Comunidad- y que probablemente deseen conocer qué lógica subyace a
nuestra investigación y qué beneficios podría obtener la Comunidad si se alcanzaran los objetivos
propuestos. En otras palabras, necesitarán conocer con precisión qué consecuencias se producirían si
Para solventar esta situación, hay que complementar el estudio de la población diana con un
análisis de la población general. Esta segunda estrategia, conocida como encuesta comunitaria
129
(Sánchez, 1988), es una forma de estudio epidemiológico que permite al investigador analizar en
Tradicionalmente se ha destacado entre las ventajas de esta estrategia investigadora el hecho de que
Comunidad que no demanda ayuda formalmente y que, por tanto, no está bajo el punto de mira de
los servicios comunitarios. Desde nuestro punto de vista, esta estrategia, además, constituye un
auténtico pulso de la Comunidad, que permite a sus responsables conocer los niveles de la población
esfuerzo y recursos materiales y humanos, una situación poco común en intervención psicosocial. En
parte esto es así porque a pesar de la abundante evidencia empírica disponible, aún no existe una
de las personas. Y así como nadie se extrañaría actualmente ante una campaña de medida de la
tensión arterial, es previsible que en el futuro –quizás aún algo lejano- la evaluación sistemática de
las redes de apoyo social o los sentimientos de integración entren a formar parte de la práctica
sobre la evolución de estas variables psicosociales en la Comunidad, ya que gran parte de su trabajo
investigador básico ha tenido como objeto la población de la propia comunidad. Nuevamente, los
responsables de los servicios sociales comunitarios se encuentran con una situación típica de la
nuestro caso hipotético pasa a ejemplificarse con datos reales obtenidos de una muestra procedente
de nuestra comunidad hipotética. Estos datos reflejan un estudio de paneles (o momentos temporales)
que se llevó a cabo con 1051 sujetos de ambos sexos y un rango de edad de 18 a 80 años, en el que
temporal inicial (T1) y a los que se hizo un seguimiento 6 meses después (T 2) con el objeto de
analizar las consecuencias en la salud mental de las variaciones observadas en el período de 6 meses.
130
De los 1051 sujetos iniciales, 780 cumplimentaron los cuestionarios 6 meses después. Las
características de estas muestras se presentan en la Tabla 6.1. (Herrero, 1994; Herrero, Gracia y
Musitu, 1996; Herrero y Musitu, 1998; para un análisis más detallado de esta investigación).
131
Tabla 6.1: Características sociodemográficas de los dos paneles de la muestra general
de la comunidad
132
La Tabla 6.1 ofrece una síntesis de las características demográficas de la muestra en aspectos
como la distribución por sexo, edad, estado civil, nivel educativo e ingresos netos familiares. La
segmentación de la muestra en este tipo de variables que denominaremos estructurales –en tanto que
reflejan la estructura social- permite comprobar qué incidencia puede tener la pertenencia a un
grupo social en aspectos tales como la naturaleza de las redes de apoyo, la percepción de los
sistemas formales de salud, los niveles de salud mental, etc. Algunas de estas influencias ya han sido
análisis más detallado de estas influencias puede encontrarse en Herrero (1994) y Herrero, Gracia y
Musitu (1996). De momento, por cuestiones de método, lo que nos interesa comprobar es hasta qué
punto los dos paneles temporales reflejan la misma estructura en la muestra. Es decir, si nuestro
seguimiento a los seis meses se ha realizado sobre un porcentaje similar de sujetos en las variables
realizado un seguimiento a los seis meses. Desde el punto de vista de la estructura social de las dos
Por otra parte, atendiendo a la distribución por categorías en cada una de las variables
estructurales, observamos que existe representación para cada una de ellas y, hasta cierto punto, esta
comunidad. Así, la distribución de los ingresos, el nivel educativo y el estado civil parecen reflejar
una situación bastante común en la sociedad española: gran parte de la población tiene ingresos
familiares menores a 3 millones por año, prácticamente 1 de cada 10 tiene estudios superiores y
Las muestras contenidas en la Tabla 1 nos servirán, por tanto, para analizar determinados
procesos relacionados con el bienestar psicosocial en las personas de nuestra comunidad, lo que nos
permitirá a su vez realizar predicciones y recomendaciones sobre aquellos aspectos en los que
deberían centrarse los programas promovidos por los servicios sociales comunitarios. Pero además,
en tanto que la población representada por estas muestras no es usuaria de los servicios sociales
comunitarios, el análisis de los procesos psicosociales en estas muestras nos permitirá ampliar el
133
alcance y contenido de la prevención, siempre y cuando seamos capaces de mostrar cómo,
los sistemas de apoyo tienen influencias notables en el ajuste psicosocial de las personas. Esto es,
estamos asumiendo que la prevención debe centrarse no sólo en los grupos denominados de riesgo (la
población diana) sino también en aquellas personas cuyos niveles en las distintas variables
psicosociales muestren una disminución en nuestra fase de seguimiento. Esta estrategia nos
iniciativas encaminadas a promover sus sistemas de apoyo pero que, de momento, no están siendo
Hemos seguido tres criterios a la hora de seleccionar las muestras. En primer lugar, hemos intentado
que haya una representación de personas con déficits en los niveles fisiológico, psicológico y social.
social en personas mayores que viven en residencias de la tercera edad (ámbito social) y problemas
fisiológico). En segundo lugar, las muestras diana se han seleccionado para que representen una
problemática característica de un determinado estadio del ciclo vital: juventud, madurez y persona
mayor. En tercer lugar, todas las personas pertenecientes a estas muestras se encuentran en el seno de
comunitarios, bien con una colaboración permanente entre los servicios formales de ayuda y las
propias iniciativas de la comunidad. Pasaremos ahora a describir brevemente las muestras diana.
por adicción psicológica –de hecho, la fase de adicción fisiológica ya se ha superado- que participan
formas de relación social y, en su sentido más amplio, una mejora del funcionamiento psicosocial.
Estos programas no están directamente implementados por los servicios sociales comunitarios, pero
134
existe una colaboración estrecha a través de contactos periódicos con los responsables de los
programas así como asesoría y ayuda en la tramitación de subvenciones, gestión de recursos, etc.
edad. Compuesta por personas mayores de 64 años que viven en residencias gestionadas con dinero
público y que, por tanto, están en contacto directo con personal técnico de los servicios sociales
comunitarios.
ejercen la prostitución actualmente y que acuden regularmente a un centro de ayuda gestionado por
vida insalubres. Algunas de estas mujeres muestran adicción a determinadas sustancias. Una
trabajadora social visita eventualmente este centro para prestar ayuda, en caso de que lo soliciten, a
Personas que acuden a diálisis. Formada por personas que asisten regularmente a las
actividades de una asociación cuyos miembros padecen una insuficiencia renal grave que les obliga a
acudir a diálisis en un centro hospitalario. Estas personas están en lista de espera de trasplante de
de los miembros, proporcionando información, discutiendo abiertamente los problemas derivados del
tratamiento, etc. Su relación con los servicios sociales comunitarios es tangencial, si bien un
diseminando en los centros de salud las actividades de esta asociación, por ejemplo-. Fruto de esta
Las características demográficas de estas cuatro muestras diana se presentan en la Tabla 6.2.
MUESTRAS DIANA
Sustancias Ancianos Enfermedad Física Prostitutas
(N=89) (N=141) (N=30) (N=19)
N % N % N % N %
135
Sexo
Hombres 63 71.6 61 43.3 11 36.7 - -
Mujeres 25 28.4 80 56.7 19 63.3 19 100
NS/NC 1 1.12
Edad
18-24 años 19 21.3 - - 10 33.4 13 68.4
25-49 años 70 78.7 - - 20 66.6 6 31.6
50-64 años - - - -
más de 64 años - 141 100 -
NS/NC
Estado Civil
Casado/a 56 63.6 21 14.8 16 53.3 15 78.9
Soltero/a 19 21.6 40 28.4 10 33.3 3 15.8
Viudo/a 9 10.2 71 50.4 1 3.3 1 5.3
Separado/a 3 3.4 2 1.4 1 3.3 - -
Divorciado/a 1 1.1 7 5.0 2 6.7 - -
NS/NC 1 1.1
Nivel educativo
Sin estudios 4 4.7 46 32.5 - 1 5.3
Escuela Primaria 28 32.6 64 45.4 3 10.3 11 57.9
Graduado Escolar 39 45.3 10 7.1 2 6.9 4 21.1
Bachiller/F.P. 4 4.7 7 5.0 11 37.9 2 10.5
Título Medio 7 8.1 7 5.0 7 24.1 1 5.3
Título Superior 4 4.7 7 5.0 6 20.7 - -
NS/NC 3 3.4 1 3.3
Ingresos familiares
< 1 millón/año 38 62.3 70 71.4 8 29.6 18 100
1-2 millones/año 14 23.0 24 24.5 10 37.0 - -
2-3 millones/año 6 9.8 2 2.0 5 18.5 - -
3-4 millones/año 2 3.3 2 2.0 3 11.1 - -
4-5 millones/año - - - - - -
>5 millones/año 1 1.6 - - 1 3.7 - -
NS/NC 28 31.5 43 30.5 3 10.0 1 5.3
El grupo más numeroso lo constituye el de personas mayores que viven en una residencia de
tercera edad (N=141). La mitad de estas personas son viudas, el nivel de estudios es bajo para el
85% (graduado escolar o menor) y los ingresos familiares son también bajos para el 95% (menos de
2 millones al año). El segundo grupo más numeroso es el de personas con problemas psicológicos de
adicción a sustancias (N=89). Hay una mayor proporción de hombres (71%), el nivel educativo
medio puede considerarse bajo (sólo el 20% ha superado el bachiller o la F.P.) y los ingresos
familiares pueden considerarse bajos para la mayoría (el 83% con unos ingresos inferiores a los 2
millones por año). El siguiente grupo en número es el de personas en diálisis (N=30). A diferencia de
los otros dos grupos, aquí el nivel educativo es más alto (el 45% tiene una diplomatura o una
licenciatura) así como el nivel económico (el 40% tiene unos ingresos familiares de más de dos
136
millones por año). Finalmente, el grupo de prostitutas (N=19) presenta un nivel educativo bajo (más
del 80% no ha pasado del graduado escolar), unos ingresos familiares mínimos (el 100% afirma
tener unos ingresos familiares menores al millón de pesetas por año) y hay un gran porcentaje de
personas casadas (alrededor del 80%). Exceptuando el caso de los enfermos de riñón, los otros 3
grupos comparten unas características estructurales comunes: bajo nivel educativo y bajo nivel
económico. Esta es una circunstancia que se repite frecuentemente cuando se analizan las variables
estructurales de personas con determinados déficits psicosociales, por lo que habitualmente se asume
determinadas fases del desarrollo vital (tercera edad, por ejemplo), por lo que la intervención
comunitaria deberá ir encaminada a disminuir la probabilidad de que esos factores de riesgo lleven a
una situación efectiva de marginación. Junto con el trabajo comunitario, y en un sentido amplio del
término, en profunda conexión con él, las iniciativas de búsqueda de empleo, integración laboral y
situación económica y educativa de los miembros de la comunidad, buscando promover entre los
miembros los lazos sociales con un claro componente de apoyo, potenciando los sentimientos
positivos hacia uno mismo (autoestima) y fomentando las propias iniciativas de los miembros de la
En primer lugar, vamos a analizar más detenidamente cómo influye el nivel económico y
cultural en el ajuste personal. Ya hemos visto que gran parte de la población diana se sitúa en los
niveles más bajos de educación e ingresos. Acudiremos ahora a la población general para ver si ese
mismo patrón se replica. Debido a que en la población general, por definición, no existe población
diana, compararemos los niveles de ingreso y educación con algunas variables relevantes del ajuste
psicosocial. Esta es una manera de analizar hasta qué punto las personas con niveles bajos de ingreso
137
y educación podrían ser usuarios potenciales de los servicios sociales comunitarios. Para elegir las
variables de los ámbitos psicológico y social. En concreto, analizaremos el nivel de estrés percibido
(ámbito psicológico) y las situaciones estresantes experimentadas en los últimos seis meses (ámbito
social). Previamente hemos dividido a la muestra en 3 grupos para la variable nivel de estudios
(hasta primaria, con título de bachiller/F.P. y diplomado / licenciado) y 3 grupos para los ingresos
familiares (hasta 2 millones, 2-4 millones y más de 4 millones). El análisis estadístico de las
diferencias entre las medias revela que no existen diferencias en cuanto al nivel de estudios (todos los
grupos tienen niveles similares de estrés percibido y experimentan un nivel similar de situaciones
estresantes) y tan sólo las diferencias en ingresos se corresponden con diferencias en estrés percibido,
pero no con diferencias en situaciones vitales estresantes. Los resultados para las diferencias en
Gráfico 6.1: Diferencias en estrés percibido en grupos con diferentes niveles de ingresos
37,5
37
36,5
36 < 2 millones
35,5
2-4 millones
35
34,5 >4 millones
34
33,5
33
1
Un análisis de las medias revela, además, que sólo hay diferencias significativas entre los
grupos 1 y 3 (menos de 2 millones y más de cuatro millones). Estos resultados nos dan una primera
idea de los procesos de afrontamiento a las situaciones estresantes: ante una misma cantidad de
este caso, el nivel de ingresos parece operar como un recurso con el que cuentan los sujetos para
la misma relación cuando se observa el nivel de ingresos en T1 y el nivel de estrés a los seis meses
(T2), por lo que existe la sospecha de que esta relación encontrada quizás se deba a otras variables
138
que operaban conjuntamente al analizar el nivel de ingresos. Para analizar la existencia de estas
variables hemos de acudir a nuestro modelo teórico y seleccionar aquellas variables que la teoría
predice que pueden estar explicando los niveles de estrés percibido. Volviendo al capítulo V,
En primer lugar, vamos a dividir la muestra en dos grupos: un grupo con bajo nivel de estrés
percibido y otro grupo con elevado nivel de estrés percibido. Esta división la vamos a hacer en T 2
con el objeto de poder determinar cuáles eran los niveles previos de apoyo social, participación e
integración comunitaria en T 1 en aquellos sujetos que a los seis meses muestran tasas bajas y altas de
estrés percibido.
45
40
35
30 Bajo estrés
25 percibido
20 alto estrés
15 percibido
10
5
0
1
En el gráfico 6.2 se presenta esta división. El grupo de bajo estrés lo componen 450 sujetos
con una media de 32 y el grupo de elevado estrés lo componen 330 sujetos con una media de 45.
Ahora vamos a comprobar los niveles previos en apoyo social (seleccionaremos el apoyo emocional
mismo patrón: las personas con mayores niveles de estrés percibido en T 2, habían mostrado seis
meses antes menores tasas de apoyo emocional, menor nivel de participación y menor nivel de
han reescalado para que se aprecien bien todas las diferencias del gráfico)
139
Gráfico 6.3: Estrés y niveles previos de apoyo, participación e integración comunitaria
18
17,5
17
16,5
16
Bajo estrés
15,5
Elevado estrés
15
14,5
14
13,5
13
Apoyo Participación Integración
A diferencia del nivel de ingresos, las variables de apoyo social, participación e integración
comunitaria mantienen su efecto sobre el estrés seis meses después. Si calculamos la relación entre
estas variables y el estrés en el mismo momento temporal, el patrón de diferencias se mantiene pero
las influencias son más marcadas –tal y como habíamos observado también para el nivel de
ingresos-. Ante esta situación, podemos preguntarnos, ¿por qué el nivel de ingresos ejercía un efecto
sobre el estrés en el mismo momento temporal pero no seis meses después? La respuesta a esta
pregunta tiene dos partes. En primer lugar, es posible que los ingresos se comporten como un recurso
para hacer frente a las situaciones imprevisibles o que requieren un reajuste, como habíamos visto.
Este efecto no se observaba a los seis meses, por lo que podemos aventurar que era un efecto débil.
grupo de mayores ingresos, se observa precisamente que estas personas ¡también tenían mayores
niveles de apoyo, participación e integración comunitaria! La relación obtenida, por tanto, puede
considerarse espuria.
Esta sencilla comprobación, que en general se mantiene no sólo para el estrés sino también
para otras variables claves del ajuste psicosocial como el apoyo comunitario (sistemas formales e
140
comunitaria: al identificar las variables relevantes que predicen un buen ajuste psicosocial, es posible
delimitar con precisión los objetivos irrenunciables de una intervención comunitaria. Colateralmente,
amplía su perspectiva sobre el efecto real de determinadas variables de la estructura social. Nótese
que esta perspectiva se amplía en tanto que la investigación realizada esté guiada teóricamente,
posibilitando analizar múltiples relaciones con el objeto de identificar relaciones espurias (Lin y
Ensel, 1989). Sin embargo, esto no debe interpretarse como que el nivel educativo, los ingresos o
cualquier otra variable referida a la estructura social (estado civil, trabajo, etc.) no tienen impacto
sobre las personas. Más bien, lo interpretamos como que el bienestar psicosocial tiene su base en
variables psicosociales, que son las que se deben mejorar en la intervención. (Probablemente, los
mismos resultados se hubieran obtenido si comparamos los niveles de salud física en función del
nivel de ingresos. La explicación, probablemente, habría que buscarla en la dieta, hábitos de salud,
etc.).
Una vez identificadas aquellas variables del funcionamiento psicosocial de las personas que
predicen su bienestar a los seis meses, nos encontramos en condiciones de analizar con mayor detalle
qué tipo de relaciones se producen entre estas variables y qué consecuencias se observan en el
bienestar psicosocial al cabo del tiempo. Desde el punto de vista de nuestro hipotético proyecto de
investigación, nos encontramos en una fase en la que debemos responder a la siguiente pregunta:
¿qué aspectos debemos mejorar en el trabajo con la población diana y que resultados podemos
esperar de nuestra intervención? Para dar respuesta a esta cuestión, utilizaremos nuevamente nuestra
población general, ya que disponemos de dos paneles temporales, lo que nos permitirá analizar la
Antes de comenzar nuestro análisis es conveniente recordar algunas premisas teóricas que se
derivan del modelo con el que estamos trabajando. La primera y más importante de estas premisas es
la definición de bienestar que el propio modelo contiene. De acuerdo con el modelo de Lin y Ensel
141
una confluencia de los ámbitos fisiológico, psicológico y social. En último extremo, esto puede
interpretarse en el sentido de que así como existe una salud física, también existe una salud
psicológica y una salud social. Mientras la salud física fue la primera en atraer la atención de los
investigadores (en comparación con la Psicología, la Medicina está mucho más desarrollada histórica
y técnicamente), la salud psicológica y la salud social aún son conceptos relativamente nuevos.
Además, en comparación con los estudios sobre salud psicológica, los estudios sobre salud social se
encuentran en una fase embrionaria. Es sólo a partir del último cuarto del siglo XX cuando se
empieza a analizar con un cierto rigor metodológico este tipo de salud (estudios sobre los
determinantes sociales del estrés, programas de salud mental comunitaria, etc.). Una segunda
premisa implícita en el modelo, e íntimamente relacionada con la anterior, es que estos tipos de salud
producirán, al cabo del tiempo, modificaciones en los restantes ámbitos. Por ejemplo, la pérdida de
relaciones sociales de apoyo puede fomentar sentimientos de aislamiento y una negativa percepción
del self que, a su vez, puede derivar en la adquisición de hábitos de conducta no saludables con
efectos nocivos para el organismo. Finalmente, y como consecuencia de ambas premisas, el modelo
defiende que para lograr cambios positivos en cualquiera de los ámbitos hay que atender a las
variaciones que se producen en los restantes ámbitos. Este podría ser el caso de las adicciones
Centrándonos ahora en los aspectos psicosociales del bienestar destacados por el modelo,
vamos a examinar las interrelaciones que se producen entre los ámbitos psicológico y social y cómo
los cambios en el bienestar psicológico y social se influyen mutuamente a lo largo del tiempo. En
primer lugar, al igual que hemos hecho al analizar la influencia de los ingresos y el nivel educativo,
vamos a seleccionar una variable criterio que nos sirva para evaluar la influencia de cada variable en
el ajuste personal. En este caso, analizaremos las influencias de los factores psicológicos y sociales
de medida junto con su fiabilidad y validez). Por la propia dinámica del modelo, podremos llegar a
142
explicar la incidencia de depresión tanto a partir de la variación de los factores psicológicos como a
partir de los factores más sociales. En ambos casos encontraremos que lo psicológico influye en lo
social y que éste a su vez tiene un impacto sobre lo psicológico, desarrollando un patrón de
influencias mutuas con un efecto creciente sobre la salud mental. Así, nuestro análisis puede iniciarse
desde lo psicológico o desde lo social. A cada uno de estos caminos le denominaremos ruta.
Es el momento ahora de introducir una de las principales variables del ajuste psicológico que
el modelo recoge y que hasta este momento no habíamos introducido en nuestros análisis: la
autoestima. (En el capítulo V ya se ha presentado este concepto junto con el instrumento de medida
que lo evalúa). Para analizar la influencia de la autoestima en el bienestar psicológico y social a los
seis meses distinguiremos en la muestra dos tipos de personas: aquellas que han mostrado a los seis
meses un cambio positivo en autoestima y las que han mostrado un cambio negativo. Para ello,
hemos seleccionado a aquellas personas en las que se observa un cambio en los niveles de autoestima
(en este caso, trabajaremos con la autoestima global) igual o superior al 10% de su puntuación
inicial. Intentamos con esta estrategia identificar a las personas que muestran una variación sensible
relativamente estable por lo que no es previsible encontrar una gran proporción de sujetos en los que
se observe una variación del 10%. Es precisamente esta estabilidad la que nos permite aventurar que
un cambio de relativa magnitud como el 10% o superior se deberá a cambios reales en el nivel de
autoestima y no a las características del cuestionario (por ejemplo, las categorías de respuesta se
143
120
100
80
Disminuye
60
Aumenta
40
20
En este gráfico se observa que el grupo de sujetos que mostraron una mejoría del self
(N=104) es sensiblemente mayor al del número de sujetos que mostraron un empeoramiento (N=68).
Estos resultados eran previsibles puesto que, de momento, estamos trabajando con la población
general y, de producirse una variación sensible en la autoestima, es previsible que esta variación sea
aproximadamente 7 mejoraron y sólo 3 empeoraron. Nótese que cuando decimos que era previsible
que una mayor proporción de sujetos mostrara una mejoría estamos asumiendo implícitamente que:
a) las personas ajustadas tienden en su desarrollo al crecimiento personal (self) y que; b) estas
personas crean entornos de desarrollo que facilitan ese crecimiento personal. Es decir, no sólo es una
tendencia, sino una tendencia posibilitada por la existencia de contextos adecuados. A continuación
mostraremos cómo estos contextos son de naturaleza fundamentalmente social (comunidad, redes
a separar el análisis para las personas que mostraron una disminución y para las que mostraron una
mejoría.
Para vincular la disminución del self con los cambios producidos en las redes naturales de
apoyo y la integración social y comunitaria hemos analizado en esas personas hasta qué punto
cambió su sentimiento de integración comunitaria así como el nivel de apoyo emocional percibido en
su red de apoyo. Los resultados indican que los sujetos que mostraron una disminución del self,
también mostraron una reducción media del apoyo emocional en torno al 5% de su puntuación
144
original en T1; una reducción media en su puntuación de integración en torno al 7%; y un incremento
20
15
10
Apoyo
5 Integración
Depresión
-
-5
-10
Esta era la ruta previsible: un cambio negativo en la valoración del self va acompañada de
una devaluación del contexto social (integración, apoyo social) y tiene efectos importantes en la
Analicemos ahora los efectos del aumento de la autoestima. En este caso, los sujetos que
puntuación en T1.
145
Gráfico 6.6: Efectos del aumento de la autestima
4
Apoyo
2
Integración
-
Depresión
-2
-4
-6
En conjunto, los resultados de los Gráficos 6.5 y 6.6 evidencian la existencia de una ruta
psicológica: una disminución de los recursos psicológicos va acompañada de una devaluación del
contexto de apoyo y una disminución del sentimiento de integración comunitaria. Esto, a su vez, va
autoestima se asocia a una mejora en la red de apoyo (incremento del apoyo emocional percibido), un
mayor sentimiento de integración comunitaria y una disminución de la depresión. Estos son los
resultados obtenidos a los seis meses, por lo que esperaríamos que en períodos más largos de tiempo
los efectos se incrementarán. Esto es así, por tres razones. En primer lugar, y esto creemos que es
fundamental para entender los procesos de ajuste psicosocial, los procesos de adaptación persona-
ambiente son un continuo en el que los cambios tardan en producirse. En este sentido, si las
circunstancias que inciden sobre la autoestima se mantienen esperaríamos que gran parte de los
sujetos muestren cambios en las restantes variables. En segundo lugar, el ejemplo que hemos
presentado obedece a una simplificación del modelo –una simplificación realizada por motivos de
exposición- en el que algunas variables relevantes del mismo se han omitido (por ejemplo, el nivel de
eventos vitales estresantes, el nivel de estrés percibido, elementos de apoyo comunitario, etc.). Si se
en la línea teórica del modelo. Sobre este punto volveremos al final del capítulo. Finalmente, y en
tercer lugar, los datos que confirman las predicciones del modelo son suficientemente esperanzadores
como para seguir trabajando con él. En este sentido, si implementáramos con éxito un programa de
146
mejora de la autoestima, ¡encontraríamos que los participantes mejorarían los niveles de apoyo
social, integración comunitaria y salud mental de manera sensible! Creemos que ésta justificación,
presentado.
Si optamos por una ruta social, debemos centrar nuestro análisis en la variación que se
produce en determinados elementos del contexto social de los individuos y analizar cómo esos
cambios influyen en el ajuste psicosocial de los sujetos. Recordamos una vez más que la distinción
entre ruta psicológica y social obedece tan sólo a motivos didácticos. En la práctica, ambas se
del modelo todavía no incluidas en nuestros ejemplos. Además, aprovechando que la ruta psicológica
nuestra ruta social para comprobar hasta qué punto varía en función de determinadas circunstancias
sociales. Esto nos permitirá ampliar la perspectiva que contemplábamos en la sección anterior.
Finalmente incluiremos por primera vez la percepción de los sistemas formales de ayuda para
comprobar, así sea de forma indirecta, hasta qué punto las personas de la comunidad contemplan la
posibilidad de acudir a este tipo de servicios. De este modo, mediante lo que denominamos ruta
ayuda y el cambio en depresión (como indicador de la salud mental). Como elemento que refleje el
cambio en el contexto social con efecto en el bienestar incluiremos las puntuaciones en el listado de
En primer lugar, seleccionaremos en la muestra a dos tipos de sujetos: los que han
experimentado una disminución considerable. Antes de realizar esta diferenciación, hay que hacer
una consideración previa. Al pertenecer los sujetos a una muestra normal, la puntuación media de
eventos vitales experimentados en los últimos seis meses se aproxima a 1 (1.5 para el primer
momento temporal y 1.6 para el segundo). Este es así por la propia definición de muestra normal y
147
como veremos posteriormente, cuando lo que se examinan son las muestras diana, la situación
cambia radicalmente y el nivel medio de eventos estresantes aumenta considerable. Desde el punto de
vista estadístico, no tiene mucho sentido analizar una variación del 10% o superior ya que esa
segmentación incluiría a sujetos con un cambio de 0.1 en su nivel medio, lo cual no es un indicativo
seleccionaremos a aquellos sujetos que hayan experimentado un cambio igual o mayor a 3 puntos
(valor absoluto) en la experiencia de eventos estresantes. Esto tiene la ventaja de identificar a sujetos
40
35
30
25 Aumenta el estrés
20
Disminuye el
15 estrés
10
5
-
frente a 34 personas que mostraron una tendencia opuesta. A continuación vamos a realizar un
análisis paralelo al efectuado con la ruta psicológica, separando nuestro estudio para los sujetos que
vieron incrementadas las situaciones estresantes y los que experimentaron una reducción de las
mismas.
Los sujetos que experimentaron un incremento absoluto mayor o igual a 3 nuevas situaciones
estresantes en el plazo de seis meses, mostraron una disminución media de la autoestima en torno al
17% de sus puntuaciones originales en T 1; una disminución en la confianza en los sistemas formales
148
de ayuda en torno al 2% de sus puntuaciones originales; y un incremento de la depresión en torno al
20% sobre sus puntuaciones originales. Los resultados se muestran el gráfico 6.8.
25
20
15
10
Autoestima
5
Ayuda formal
-
Depresión
-5
-10
-15
-20
En este gráfico se pueden comprobar los efectos de la ruta social y nos proporciona la
posibilidad de conectar los resultados de la ruta psicológica y la ruta social. En primer lugar, un
aumento del número de conflictos y problemas familiares, sociales, financieros, laborales e incluso
legales (este es precisamente el contenido del listado de eventos estresantes –ver Capítulo 5) se
asocia a una devaluación en la percepción del self. Esta circunstancia, como ya hemos señalado, nos
permite ahora identificar algunas de las posibles causas que fomentaban la disminución de la
autoestima contemplada al analizar la ruta psicológica. Por otra parte, este aumento en el número de
problemas va asociado también con un incremento del nivel de depresión (este incremento, es
independiente del nivel de autoestima, como hemos mostrado en diversos trabajos –Herrero, 1994:
Herrero, Musitu y Gracia, 1995; Herrero y Musitu, 1998-). Finalmente, se observa que cuando los
tiende a disminuir. Esta es una reacción normal: en situaciones problemáticas las personas acuden
inicialmente a su red social y de apoyo con la esperanza de que es allí donde realmente pueden
encontrar soluciones eficaces. Esta estrategia permite a los sujetos evitar etiquetarse a sí mismos
como ‘personas con problemas’ aunque el éxito de esta iniciativa está condicionada a que: a) se
encuentre una solución real a los problemas al acudir a la red de apoyo, y/o; b) el número de
problemas remita o, por lo menos, no aumente. Desde este punto de vista, es previsible que los
149
usuarios acudan a los sistemas formales de ayuda sólo en aquellos casos en los que sistemáticamente
encuentran que sus redes naturales de apoyo no les ayudan a mejorar su situación (de hecho, si
analizamos el cambio en apoyo emocional de estos sujetos, encontramos ¡un incremento medio del
mismo del 10%!). Esto conlleva unas consecuencias muy importantes para la intervención
servicios sociales comunitarios) es una intervención que probablemente comenzará en los niveles
mínimos que el sujeto tolera en cuanto a sus relaciones de confianza, sentimiento de integración,
percepción de estrés, ánimo depresivo etc. Obviamente, una estrategia preventiva que identificara a
los posibles usuarios de estos servicios permitiría aprovechar determinados recursos psicosociales
(autoestima, apoyo de las redes naturales, por ejemplo) que los propios individuos aún no han
Al estudiar el efecto de la disminución del estrés en esas mismas variables, encontramos que
se observa un incremento medio del 20% en la puntuación de autoestima; un aumento medio del 5%
en la percepción de ayuda de los sistemas formales; y una disminución media del 15% en la
puntuación de depresión. Nuevamente, este aspecto de la ruta social nos muestra cómo la
disminución en el número de problemas y situaciones estresantes va asociada a una mejora del self,
una percepción más positiva de los sistemas de ayuda comunitarios y una mejora de la salud mental.
En otras palabras, cuando las personas mejoran sus condiciones sociales objetivas (en términos de
menor número de problemas o conflictos), se sienten mejor consigo mismas y perciben que el entorno
que les rodea sería un proveedor potencial de ayuda. Esto es así tanto si analizamos la percepción de
ayuda de los sistemas formales (un incremento en torno al 5% ilustrado en el gráfico 6.9) como si
analizamos el incremento en el apoyo emocional percibido (que en este caso muestra un incremento
150
25
20
15
10
Autoestima
5
Ayuda formal
-
Depresión
-5
-10
-15
-20
151
7. RECURSOS Y ESTRESORES PSICOSOCIALES EN
GRUPOS DE RIESGO DE LA COMUNIDAD
Ahora ya estamos en disposición de incluir en nuestros análisis a las muestras diana. Esto es
así porque ya hemos podido responder en el seno de nuestro proyecto de investigación a la pregunta:
¿qué se debe evaluar y qué consecuencias esperaremos de una mejora en aquellas variables que
hemos evaluado? Sabemos que la mejora del bienestar psicosocial debe basarse en el trabajo con
variables en el ámbito psicológico (ruta psicológica) y social (ruta social), pero también sabemos que
esta distinción es un artificio que en la práctica no es posible realizar, ya que la intervención más
autoestima en el aula (ámbito psicológico) tendrá efectos no sólo en el self, sino en la naturaleza de
las relaciones establecidas entre los alumnos y en el clima en el aula (ámbito social), lo que a su vez
volverá a revertir en mejores autopercepciones de los sujetos (que están condicionadas en parte por el
tipo de relaciones que establecen en el aula) una disminución de los conflictos, mejora de los
grupos de juego), etc. Pero también sabemos que estos procesos no son inmediatos y que para
romper determinadas dinámicas en las relaciones sociales hay que esperar periodos de tiempo
que tiene evidentes implicaciones en todo proceso de evaluación de la eficacia de los programas.
Pasemos por tanto a comparar los niveles de bienestar psicosocial en la población general de
nuestra comunidad con los niveles de bienestar de las poblaciones diana seleccionadas. Para realizar
estas comparaciones habremos de realizar en los datos un ajuste previo: igualaremos los grupos en
función de determinadas variables de la estructura social. Esto es evidente para el caso de los
ancianos que viven en residencias de tercera edad (no tiene sentido compararlo con jóvenes de la
población normal) pero es igualmente importante para los demás grupos diana –las prostitutas en
152
nuestra muestra son jóvenes y con un nivel de ingresos mínimos; las personas adictas
psicológicamente al consumo de sustancias son jóvenes; y los enfermos de riñón en diálisis tienen
Nuestro objetivo fundamental en este apartado es conocer en qué medida las variables que
contempla el modelo tienen niveles diferentes según se trate de población general y población diana.
Desde el punto de vista de la intervención comunitaria, esto nos proporcionará una guía para orientar
general. Esto plantea un primer problema: no existen estándares a los que acudir para conocer si los
niveles de la población general son los adecuados y, por tanto, no podemos saber si el hecho de que
los niveles de la población diana se asemejen a los de la población general constituye una estrategia
válida. Para ilustrar este aspecto, analicemos el caso de la tercera edad. Si comparamos las
puntuaciones, digamos en apoyo social, entre personas mayores que viven en familia y personas
mayores que viven en una residencia de tercera edad, todo lo que podemos llegar a concluir es que
unos tienen más apoyo que otros (de producirse este hecho). Sin embargo, nada podemos decir de los
niveles de apoyo observados en nuestra muestra general de personas mayores. En otras palabras, es
posible que en las residencias exista un menor número de proveedores de apoyo en las redes sociales
de los individuos en comparación con las personas mayores que viven en su casa; sin embargo, es
posible también que el nivel de apoyo en estas personas sea menor que el del conjunto de la
población, siendo potenciales beneficiarios de la intervención. Son necesarias, por tanto, dos
población general. Esto es válido para cualquier muestra diana. Además, las variables a comparar
son numerosas si lo que queremos es hacernos una idea completa de su nivel de bienestar psicosocial.
Si a esto añadimos que cada comparación requiere una prueba de significación estadística –
153
desigualdad de Bonferroni, etc.- pronto empezaremos a sospechar que la presentación de nuestro
trabajo –quizás muy bien hecho y metodológicamente correcto- puede convertirse en un grave
problema. No olvidemos que tenemos unos interlocutores definidos y que nuestro proyecto de
evaluación tiene que ser un material real de trabajo para los servicios sociales comunitarios. Hay que
encontrar, por tanto, una vía adecuada de presentación de los resultados que permita una
aproximación intuitiva a los problemas que se están tratando. Con este objetivo hemos diseñado la
presentación de los resultados (para una presentación más académica, puede consultarse Herrero,
1995 –para pruebas multivariadas estándar- y Herrero y Musitu, 1998 –para análisis de estructuras
de covarianzas).
En primer lugar, para conocer los niveles de cada variable en la población general, se han
dividido las puntuaciones de cada variable en tres grupos (análisis de clusters): bajo, medio, alto.
Esto permite, por ejemplo, conocer si la puntuación media de apoyo social en ancianos en residencia
se sitúa –comparándolo con la comunidad- en los niveles bajo, medio o alto. Los resultados para
154
Tabla 7.1: Puntuaciones medias en los tres grupos (bajo, medio, alto) para las variables
incluidas en el estudio
BAJO MEDIO ALTO
Apoyo Emocional 21.67 47.49 80.83
Apoyo Consejo 21.48 48.57 83.57
Apoyo Ayuda 22.87 53.32 92.04
Reciprocidad Emocional 10.77 23.80 41.25
Reciprocidad Consejo 10.61 23.93 42.28
Reciprocidad Ayuda 10.80 24.63 43.75
Red Apoyo 2.85 6.14 10.80
Integración Comunitaria 11.27 16.14 20.62
Participación Comunitaria 10.32 16.52 23.68
Apoyo en SistemasInformales 21.09 32.20 41.10
Apoyo en Sistemas Formales 9.35 14.57 18.50
Eventos Vitales 1 4 8
Estrés Percibido 28.04 36.67 46.02
Depresión 27.17 37.15 51.48
Autoestima Global 47.62 57.63 66.88
En segundo lugar, conociendo las medias de los grupos bajo, medio y alto, se ha hecho una
escala de 0 a 10 para cada variable, lo que posibilita conocer la posición en el continuo bajo-alto de
cualquier puntuación en el cuestionario. Por ejemplo, si las medias de apoyo emocional en los grupos
bajo, medio y alto son 21.67, 47.49 y 80.83, les asignamos un 1, 5 y 9 respectivamente. Como
sabemos que hay un intervalo de 4 (resultante de 5-1) entre las puntuaciones de 21.67 y 47.49,
que ha de tener cualquier puntuación para moverse un punto por la escala entre el 1 el 5. Por
ejemplo, si obtenemos una media de apoyo emocional de 28 en ancianos, sabemos que habremos de
puntos en la escala entre el 5 y el 9. Nótese que no tienen por qué coincidir los intervalos del 1 al 5 y
del 5 al 9. En nuestro caso, para desplazarnos un punto del 5 al 6, la puntuación tendrá que ser:
(80.83-47.49)/4=8.23.
Los puntos de la escala 0 y 10 se dejan libres ya que puede haber grupos que se encuentren
por debajo de la media del nivel más bajo o por encima del nivel más alto. Esto es poco probable,
Finalmente, calculamos medias e intervalos para todas las variables en los grupos diana y sus
correspondientes grupos control extraídos de la muestra general y vamos asignando un valor entre el
0 y el 10 a esas puntuaciones medias. Esto tiene la ventaja de que hace comparables cualesquiera
puntuaciones en la escala. Por ejemplo, una puntuación en apoyo de 8 indica que el grupo se
155
aproxima a los niveles altos de apoyo; pero una puntuación 8 en estrés, significa que el grupo se
aproxima a los niveles altos de estrés. Ambas puntuaciones, por tanto, son comparables.
Teniendo estas consideraciones en cuenta, podemos pasar a presentar los resultados para cada
ninguna dificultad. Las variables del modelo se han situado en el eje horizontal siguiendo un orden:
en primer lugar los recursos sociales (apoyo social percibido- la puntuación media de todas sus
informales y apoyo en sistemas formales); en segundo lugar, los recursos psicológicos (autoestima);
en tercer lugar, los estresores sociales (eventos vitales estresantes); y en cuarto lugar los estresores
Gráfica 7.10: Recursos y estresores psicosociales en una muestra de personas mayores que
viven en residencias de tercera edad (N=141) y personas mayores que viven en familia
(N=65).
10
9
8
7
6 En residencia
5
4 Familia
3
2
1
0
Apoyo social
Red Apoyo
Integración
Participación
Apoyo Sist.Informales
Apoyo Sist.Formales
Autoestima
Eventos vitales
Estrés percibido
Depresión
156
La gráfica 7.10 se puede interpretar de dos maneras y las dos formas ofrecen información
diferente pero complementaria. En primer lugar, se puede comparar la diferencia entre las dos líneas
en cada punto de corte. Esto nos dice la magnitud aproximada de la diferencia en esa variable entre
información sobre la diferencia observada con toda la población general. Por ejemplo, la variable
Apoyo Social Percibido tiene una puntuación de 1,5 (aproximadamente) para las personas mayores
que viven en residencia. Esto quiere decir que sus niveles medios de apoyo social percibido son
mínimos. Además, en comparación con el grupo de personas mayores que viven en familia (con un
valor de 3) estas personas tienen unos déficits claros de apoyo social. Pero este valor de 3 en las
personas que viven en familia nos indica que su nivel de apoyo social percibido, aunque bastante más
elevado que el de las personas en residencia, sigue siendo bajo en comparación con el resto de la
población (cuya media se sitúa siempre en 5). Si, además, queremos hacernos una idea de la
relevancia de esas diferencias (entre 1.5 y 3, por ejemplo) habremos de tener en cuenta que a mayor
tamaño total de la muestra (en este caso 141+65=N=206) menor ha de ser la distancia para ser
estadísticamente significativa. En este caso de las personas mayores, prácticamente todas las
depresión.
Una vez realizada esta introducción, analicemos con mayor detalle los resultados de la
gráfica. En primer lugar, se evidencia la carencia de lazos de apoyo social en las personas que viven
en residencia, ejemplificado también por una red de apoyo muy pequeña. Sus niveles de participación
e integración están por debajo de la media y, además, estos niveles son sensiblemente diferentes. Esto
es un patrón que se repite frecuentemente, personas que participan menos se sienten más integradas.
Así, mientras la participación en las personas mayores (en residencia y familia) se sitúa claramente
por debajo de la media (4.75 y 3.5, respectivamente), sus valores en integración se aproximan más la
media ( para las personas en residencia, 4.75) o incluso se sitúan claramente por encima de ella (6,
para las personas que viven en familia). En lo que respecta al apoyo informal, el nivel es medio para
157
ambos grupos, si bien las personas que viven en familia tienen un mayor nivel. Destaca la mejor
En cuanto a los recursos psicológicos, las personas que viven en familia tienen mayor nivel de
autoestima (que se sitúa en valores medios en comparación al resto de la población). Esta diferencia
puede estar vinculada a la existencia de una red de apoyo, debido a que no existen diferencias ni en
eventos vitales ni en depresión. Finalmente, el estrés percibido por las personas que viven en
residencia es sensiblemente mayor al del experimentado por las personas que viven en familia. Este
dato es relativamente revelador: si los niveles de eventos vitales son similares ¿por qué se percibe
mayor estrés? Desde nuestro punto de vista, las carencias en apoyo (que suelen conllevar carencias
Finalmente, haciendo una lectura de izquierda a derecha de la gráfica para los dos grupos, se
observa que la población de tercera edad tiene niveles medios de apoyo social percibido, integración,
apoyo informal y formal, un nivel menor de participación que el resto de la población y unos niveles
medios de depresión y estrés percibido (que disminuye sensiblemente para las personas mayores que
viven en familia). Además sus niveles de eventos vitales estresantes son mínimos. Lo más destacable,
sin embargo, son sus bajos niveles de apoyo social percibido. Este cuadro diagnóstico encaja muy
hombres y mujeres, edad, estado civil, ingresos y nivel educativo. Este grupo lo componen 90
personas y, por sus características demográficas, podemos decir que se encuentran en la misma fase
del ciclo vital. Los resultados de esta comparación se presentan en la gráfica 11.
158
Gráfica 7.11: Niveles de bienestar psicosocial en una muestra de personas con problemas de
adicción psicológica hacia el consumo de sustancias (N=85) y personas en similares
condiciones sociales que no muestran esa adicción (N=90).
10
9
8
7
6 Adicción
5
4 No adicción
3
2
1
0
Apoyo social
Red Apoyo
Integración
Participación
Apoyo Sist.Informales
Apoyo Sist.Formales
Autoestima
Eventos vitales
Estrés percibido
Depresión
Como aspectos más relevantes en los resultados de esta gráfica destacan el elevado nivel de
eventos vitales, estrés percibido y depresión de las personas con problemas de adicción en
comparación con la muestra de personas sin adicción. Los niveles de apoyo social percibidos son
similares, aunque la tendencia siempre indica que estas personas perciben menores niveles de apoyo
social, tienen una red social de apoyo menor y perciben que están menos integradas en la comunidad.
Sin embargo, puesto que estas personas asisten regularmente a un programa de rehabilitación, su
nivel de apoyo formal se ha visto incrementado. No obstante, lo más destacable en esta gráfica, a
nuestro entender, es la sensible diferencia que encontramos en los niveles de autoestima, eventos
vitales, estrés percibido y depresión. Mientras que el grupo control muestra unos niveles de
autoestima por encima de la media (aproximadamente, 6), el grupo de personas con problemas de
adicción psicológica se sitúa claramente por debajo. Como posibles causas de estos niveles de
autoestima, podrían citarse el elevado nivel de estrés, tanto en lo que son los eventos vitales
estresantes como la percepción de estrés, que se ve reflejado en un mayor nivel de depresión que el
grupo control. Esta situación es similar al ejemplo utilizado cuando hemos analizado la ruta social: el
159
aumento del estrés produce una disminución de la autoestima y ejerce una influencia significativa en
la salud mental.
A continuación presentaremos los análisis para las mujeres que ejercían la prostitución y
compararemos sus puntuaciones con un grupo de mujeres control similar en edad, estado civil, nivel
Gráfica 7.12: Niveles de bienestar psicosocial en una muestra de mujeres que ejercen la
prostitución (N=19) y un grupo de mujeres control (N=30).
10
9
8
7
6 Prostitutas
5
4 No prostitutas
3
2
1
0
Apoyo social
Red Apoyo
Integración
Participación
Apoyo Sist.Informales
Apoyo Sist.Formales
Autoestima
Eventos vitales
Estrés percibido
Depresión
Para interpretar correctamente la gráfica hay que tener en cuenta que la muestra en este caso
es reducida (N=19+30=N=49) y que por lo tanto para exigir diferencias significativas las distancias
observadas tienen que ser mayores que en otras gráficas. No obstante, la percepción visual de la
separación entre las líneas de mujeres que ejercen la prostitución y el grupo control no engaña.
La gráfica, por otra parte, evidencia una tendencia muy clara en este grupo de mujeres que
ejercen la prostitución: sus niveles de apoyo son mínimos (apoyo social percibido, red social de
160
apoyo, integración comunitaria) lo mismo que el nivel de autoestima. Hay que tener en cuenta que
estos niveles mínimos pueden expresarse como sigue: si de las 1051 personas de la muestra
seleccionáramos a las personas con menor nivel de autoestima y calculásemos su media, esa media
será muy similar al del grupo de mujeres que ejerce la prostitución. Llaman también la atención los
niveles altos de eventos estresantes, estrés percibido (que alcanza casi su máximo en la escala) y
depresión. El panorama no puede ser más desolador: este tipo de mujeres puntúa en niveles
moderados / altos en todos los estresores y en niveles mínimos en casi todos los recursos.
Por otra parte, llama poderosamente la atención el desfase existente entre el nivel de
la participación se sitúa en niveles medios, la integración se aproxima al valor ‘0’. Esta situación se
repite frecuentemente y apunta hacia una nueva forma de entender la participación comunitaria. En
principio, participar es un proceso que puede favorecer el desarrollo de determinados lazos en el seno
mera participación.
Ya para finalizar con este análisis de las muestras diana, presentamos a continuación los
resultados de la comparación entre las personas que acudían a diálisis (pertenecientes todas ellas a
una asociación de enfermos del riñón) y el grupo control. En este caso, el grupo control se ha
elaborado igualando por los niveles de sexo, edad, estado civil, nivel de ingresos y nivel educativo.
161
Gráfica 7.13: Recursos y estresores psicosociales en personas en diálisis (N=30) y grupo
control (N=25).
10
9
8
7
6
5 Diálisis
4
3 No diálisis
2
1
0
Apoyo social
Red Apoyo
Integración
Participación
Apoyo Sist.Informales
Apoyo Sist.Formales
Autoestima
Eventos vitales
Estrés percibido
Depresión
Los resultados de esta gráfica muestran, en primer lugar, que ambos grupos mantienen
niveles medios / moderados en apoyo social, integración, participación y apoyo formal e informal.
Obviamente, por su condición física, los enfermos en diálisis muestran niveles inferiores en
participación que el grupo control, pero no así sus niveles de integración (en este caso, son
(autoestima) así como en los estresores sociales (eventos vitales) y psicológicos (estrés percibido y
depresión). Esta es nuevamente la ruta psicológica ejemplificada al analizar los procesos de ajuste
componente de la ruta social (un nivel mayor de eventos estresantes puede estar a la base de la
importante en el sentido de incrementar las percepciones de estrés. Veamos una explicación: mientras
los enfermos en diálisis experimentan unos sucesos vitales estresantes por debajo de la media de la
población general (por debajo de 5), perciben una cantidad de estrés muy por encima de la media
(aproximadamente, 7.5), y sus niveles medios de apoyo social (en todas sus dimensiones) son
también medios / altos. De acuerdo con el modelo de bienestar con el que estamos trabajando, es la
162
ausencia de recursos y la presencia de estresores lo que explica el nivel de ajuste. En este caso, sólo
situación de completar su fase final: la elaboración de un informe en el que se discutan los resultados
y se presenten unas conclusiones. Obviamente, gran parte de nuestro trabajo de interpretación irá en
la línea de defender un modelo de bienestar comprehensivo e integrador del tipo que hemos utilizado
en este capítulo.
Para la redacción de este hipotético informe final recomendaríamos utilizar una estructura
similar a la utilizada en este monográfico. La estrategia, entonces, podría sintetizarse como sigue: un
integrador (correspondería a los Capítulos del 1 al 4); operativización del modelo, definiendo con
Capítulo 5); justificación de la estrategia de investigación (epígrafes 1.2 y 1.3 del presente capítulo);
presentación y discusión de los resultados más relevantes (epígrafe 1.4 del presente capítulo); y,
finalmente, las conclusiones que se derivan de nuestro trabajo de investigación. A lo largo del
monográfico se puede encontrar información sobre cómo tratar los diferentes aspectos del informe,
por lo que en esta sección nos ocuparemos brevemente de algunas conclusiones que consideramos
permite, como hemos visto, identificar sectores de nuestra comunidad que quizás, sin estar en
iniciativas. Esto implica un mayor esfuerzo material y humano, puesto que supone realizar
seguimientos en la población. Las ventajas, sin embargo, son evidentes: a) permite conocer la
163
los niveles de bienestar en función de los diferentes grupos, y, c) al suministrarnos
magnitudes para los niveles bajos, medios y altos de la población, proporciona criterios
social. Además, el hecho de poseer información sobre los niveles de los recursos y estresores
verdadera situación por las que atraviesan las personas. Esta mutua interdependencia entre lo
psicológico (ruta psicológica) bien desde lo social (ruta social). En ocasiones la ruta social
será menos viable (por ejemplo, si no existe red de apoyo o existen problemas para
configurar un entorno de apoyo) en cuyo caso optaremos por una ruta psicológica
(potenciación de la autoestima, por ejemplo). Pero incluso en este caso, nuestro éxito en una
anterior, en ocasiones están presentes unos recursos y en ocasiones otros. Por ejemplo, las
personas mayores mostraban déficits en su red de apoyo y en el apoyo social percibido, pero
mantenían niveles medios / altos en integración comunitaria. Incluso en el caso más extremo
de las mujeres que ejercen la prostitución, hemos comprobado que existían unos niveles
medios de apoyo informal y formal, aun cuando puntuaban alto en todos los estresores y bajo
momento hacia los recursos disponibles, con el objeto de que sea en esos contextos de
desarrollo en los que se intervenga con el objeto de potenciar otros recursos (autoestima, red
de apoyo, etc.) y tratar de disminuir los estresores (estrés percibido, por ejemplo).
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