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MISCELÁNEOS

Rev Chil Salud Pública 2013; LA FINITUD Y LOS LÍMITES DEL SUFRIMIENTO
Vol 17 (3): 298-306
HUMANO: UNA LECTURA DE AMOUR DE
MICHAEL HANEKE
The finality and the limits of human suffering:
An interpretation of Amour by Michael Haneke

RESUMEN

Este escrito analiza la temática de la muerte digna a partir de la película de


Michael Haneke, Amour. Tomando esa cintacomo eje articulador, se pro-
pone una reflexión crítica sobre el lugar que ocupa el sufrimiento y el dolor
que antecede a la muerte en la sociedad contemporánea, valiéndose, para
ello, de autores como Séneca en sus Cartas Morales a Lucilio, Norbert Elias
en La soledad de los moribundos, y del último libro publicado por André
Gorz, Carta a D. Este artículo pretende dar visibilidad a un tema que la
sociedad contemporánea se obstina en ocultar, como es el sufrimiento que
antecede a la muerte, y de subrayar la importancia que los lazos afectivos,
en este caso el amor conyugal, pueden tener en ese proceso.

Palabras clave: Amor, muerte, moribundos, respeto, dignidad, Haneke.

ABSTRACT

This paper analyzes the issue of the death with dignity, having as starting
point Michael Haneke’s film, Amour. Taking that movie as main reference,
it is proposed a critical reflection concerning the place of the sufferings and
pains that precede death in contemporary society; also using for this purpose
works such as Seneca´s Letters to Lucilius, Norbert Elias’ The Loneliness
of the Dying, and the last book published by André Gorz, Letter to D. This
article aims to give visibility to something that contemporary society persists
in hiding: the suffering that precedes death; but it also aims to emphasize
the importance that loving relationships, in this case the conjugal love, can
have in that process.

Key Words: Love, death, dying, respect, dignity, Haneke


Sandra Caponi
Departamento de
Sociologia y Ciencias La muerte no tiene nada terrible.
Políticas Universidad
Federal de Santa Se cae en sueños y el mundo desaparece.
Catarina Lo terrible son los dolores de los moribundos.
sandracaponi@
gmail.com Norbert Elias

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LA FINITUD Y LOS LÍMITES DEL SUFRIMIENTO HUMANO: UNA LECTURA DE AMOUR DE MICHAEL HANEKE - Sandra Caponi

Haneke ha rodado la historia de amor


más auténtica del cine reciente.
Sergi Sanchez. La razón, Madrid

Esta durísima película nos interpela de un ter de cine documental, del modo como se
modo muy particular. Nos sitúa en el corazón desarrolla el proceso de degradación física
del mayor de los miedos humanos, el miedo a de Anne, una profesora de música octoge-
la decrepitud, al sufrimiento físico, al dolor y naria y ya retirada, después de haber sufrido
a la muerte. Un tema que, de un modo u otro, un ataque que ha dejado como consecuencia
todos deberemos enfrentar en algún momen- una parálisis cerebral irreversible y progre-
to de nuestras vidas, ya sea porque debamos siva. Anne convive con su marido Georges,
vivir en nuestra propia piel la decadencia y la también octogenario y profesor de música
incapacidad física, o porque debamos asistir retirado. Es entorno a ese matrimonio que
a ese sufrimiento entre nuestros afectos más se desarrolla el drama. Siempre dentro de
próximos. Haneke (1) aborda el tema que un mismo espacio cerrado, el interior de un
obsesionó a los filósofos más diversos, des- confortable departamento de clase media de
de Platón y Séneca (2) hasta los últimos tex- Paris, que poco a poco irá mostrando peque-
tos publicados en revistas de bioética, desde ños signos de decadencia y abandono. Es allí
una perspectiva completamente innovadora. donde transcurre la vida de este matrimonio,
Amour nos presenta un retrato conmovedor impecablemente interpretado por Jean-Louis
sobre la vejez, la decadencia y la muerte, sin Trintignant y Emmanuelle Riva.
hacer uso de esas estructuras narrativas a las El trabajo de estos excelentes actores es
cuales el cine nos tiene tan mal acostumbra- lo que transforma a la película de Haneke
dos. en una verdadera obra de arte. Se trata de
La película de Haneke, ganadora del fes- un trabajo actoral magistral que nos lleva a
tival de Cannes de 2012, es un retrato sim- descubrir inmediatamente la complicidad y
ple, pero al mismo tiempo sutil y soberbio, el amor de esa pareja que, como afirma Trin-
de un drama cotidiano que nuestra sociedad tignant en una parte del filme, “han vivido
se obstina en silenciar y desconsiderar. Se muchos desafíos juntos, y ahora deben ver
trata de una propuesta para reflexionar sobre el mejor modo de vivir este nuevo momen-
cómo es posible sobrellevar la decadencia y to de la vida” (1). Lo impecable del relato es
la incapacidad física en este mundo moder- que no se trata aquí de octogenarios aislados
no, desacralizado y secularizado, donde los del mundo, sin amigos o próximos. Nada
grandes mitos religiosos sobre la naturaleza tiene que ver con esas historias trágicas que
humana, el pecado, la culpa y la aceptación dejaron miles de ancianos muertos en París
del sufrimiento han perdido legitimidad. Un por una ola de calor en el año 2003. Allí se
mundo que parece negarse a prestarle la de- trataba de ancianos que vivían en situación
bida atención a un problema social creciente, de aislamiento por abandono de sus amigos,
el de la soledad de los moribundos (3, p. 11). hijos o vecinos. Aunque el director parece
En el momento de recibir la Palma de oro en jugar con esa ambigüedad en la primera esce-
Cannes, Haneke afirma que esta película res- na del filme, la entrada abrupta de la policía
ponde a una inquietud personal, a la preten- en el departamento y la abertura inmediata
sión de buscar una respuesta para la siguiente de ventanas pueden llevarnos a imaginar que
cuestión: “Cómo administrar el sufrimiento quieren evitar el olor a cadáveres en descom-
de las personas que amamos”. posición, aquí la narración es otra, y por ese
Amour es un registro obsesivo, que en motivo es tan importante el nombre elegido
ciertos momentos parece adquirir el carác- para este filme.

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ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE Un párrafo aparte merece la figura de la


hija de este matrimonio, Eva. Ella también es
Haneke ha querido presentar una historia música y se encuentra en un momento muy
de amor, trágica, sin duda, pero que solo puede vital y feliz de su carrera. Parece estar en ple-
tener sentido dentro de una relación de afecto, na actividad, vive en Londres con su mari-
respeto y dignidad. La segunda escena del fil- do y sus hijos, ya independientes. Narra sus
me nos muestra a Anne y Georges regresando compromisos en Londres, París y Holanda.
del concierto de un ex alumno de Anne. Ya en Está impecablemente interpretada por Isabe-
esa escena se adivina una vida de complicidades lle Huppert. Eva aparece y desaparece de la
y gustos compartidos, de buenos momentos escena dejándonos un gusto extraño. Es una
que reaparecen una y otra vez. Por ejemplo, figura ambigua, preocupada por el estado de
cuando Georges narra situaciones vividas en la salud de su madre, quiere implicarse más en
infancia o juventud, ante la atenta e interesada el proceso de cuidado, pero se encuentra con
escucha de Anne, o Eva recuerda cuando los las barreras que le impone su padre. Georges
escuchaba hacer el amor y entonces pensaba y Anne no parecen ser de esos matrimonios
que siempre estarían los tres juntos, o cuan- que opinan que la obligación de los padres es
do Anne le solicita a su marido su viejo álbum cuidar a sus hijos, y que en la vejez, será a los
de fotografías. Allí vemos a Trintignant bello hijos el turno del cuidado de los padres. Aquí
y vanidoso riendo en una mesa de amigos, a no existe esa exigencia.
Emmanuelle Riva en el esplendor de su belle- A Eva aún le queda mucho por vivir, pla-
za y toda la dulzura de una Isabelle Huppert nes por realizar, metas a conquistar. A ellos
adolescente y de cabellos dorados. Cerrando les toca saber lidiar con el fin de la vida, con la
el álbum de fotos, sin ningún dramatismo o muerte que se aproxima, intentando preser-
sentimentalismo, Anne se limita a comentar: varcierta autonomía para decidir hasta donde,
“tuvimos una vida larga y maravillosa”. Y en y en qué momento, será preciso y necesario
esas palabras resuenan las palabras de Séneca parar de aceptar el sufrimiento físico como si
cuando afirma: “Yo he vivido, querido Luci- fuera una condena ineludible. Nada se le pue-
lio, tal como convenía: bien saciado de vivir, de pedir a Eva, aunque ella no pretenda aban-
ahora aguardo la muerte” (2, p. 138). donarlos; al contrario, son ellos los que están
Una de las escenas más logradas del filme deseosos de dar. Aún sin palabras Anne le dice
es cuando Georges narra para Anne las situa- a Eva que no se preocupe por una inversión
ciones vividas en el entierro de uno de sus en inmuebles, porque ese departamento en el
amigos. Ese relato trasluce una impecable lu- que ahora viven, pronto será suyo. Y esa será
cidez, un sentido crítico agudo y una inmensa justamente la escena final del filme: Isabelle
capacidad de percibir ese límite tenue que sue- Huppert sentada en la sala de su casa, donde
le separar lo digno de lo indigno, el decoro de antes conversara con su padre, después de la
lo vergonzoso. En ese relato Georges expone muerte de ambos. Una tradición más echada
claramente su rechazo a repetir tradiciones por tierra. Los hijos no vinieron al mundo
por el simple hecho de respetarlas. Eso puede para cuidar a sus padres en la vejez, sino para
llevar a situaciones absurdas como cuando un hacer sus propias vidas.
cura habla en el entierro de su amigo como si Dos mundos que se enfrentan, el de una
lo conociera, aunque no lo conocía, o ese otro vida que mira al futuro, simbolizada por una
amigo invitado a dar un discurso que cae en Eva implicada pero prepotente y soberbia, y
el ridículo, o la ex secretaria que pone en un el de una vida que ha llegado a su ocaso, y que
grabador la canción Yesterday, dejando ató- mira hacia el pasado. En ese enfrentamiento
nitos a los presentes y provocando la risa de resuenan muchas otras historias de hijos, ge-
los nietos del difunto. Georges manifiesta su neralmente de hijas mujeres, que renunciaron
pena por la viuda, amiga de ambos, y define a sus vidas para, siempre al lado del lecho
claramente su posición delante de las tradi- del enfermo, dedicarse durante largos años a
ciones que se mantienen por simple hábito. esperar la llegada de la muerte de sus padres

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aquejados de enfermedades terminales. La li- que, en el momento en que Georges discute


teratura ha explorado esas vidas donadas a la con Eva, el pacto con Anne ya se ha sellado.
muerte de manera enternecedora en la novela Ella ya le había hecho prometer que nunca,
policial de Claudia Piñero (5), Elena sabe. pero nunca, la internarían en una institución
Allí, Piñero narra la historia de Rita, una de ancianos. A ese pedido Georges había
hija ejemplar que cumple con el mandato de respondido con una sola palabra “oui” (1).
cuidar por largos años a su madre enferma de Desde entonces se aferrará a esa promesa por
Parkinson. Más precisamente, narra la histo- compañerismo, por amor, o simplemente por
ria de su muerte y del penoso viaje que Ele- complicidad. Allí están en el fin de la vida dos
na emprende para descubrir al asesino de su personas que se han amado, que han amado
hija. Esa búsqueda la llevará a descubrir una a su hija, que han ganado el respeto y el ca-
verdad dolorosa, que no existe asesinato, que riño de los otros –vemos el claro aprecio que
Rita simplemente se ha suicidado porque ya manifiestan el portero y su mujer y la admi-
no soportaba continuar siendo la madre de ración del ex alumno–, frente a frente con una
su madre. Si Elena sabe es un retrato de las corporeidad degradada que poco a poco lo irá
consecuencias a las que conduce la aceptación tomando todo. Hasta que, finalmente, cada
de los mandatos sociales, Amour es, por el instante se transforme en un hecho difícil de
contrario, un relato angustiante del encierro sobrellevar. Hasta que cada momento y cada
en que se encuentran dos individuos que aún acto biológico como respirar, comer, caminar,
se aman en un mundo secularizado. Es que hablar o defecar, se transforme en un verda-
en nuestro mundo moderno libre de los lazos dero tormento para ambos.
de las tradiciones, todavía no hemos sabido Aquí no hay castigo, ni culpa, ni pecado.
aceptar que es necesario pensar estrategias Se trata de la naturaleza humana, de la finitud
para administrar el peso aplastador del sufri- y la degradación a la que estamos sujetos to-
miento que antecede a la muerte, ni superar, dos, en la medida en que nuestra corporeidad
como afirma Elias, la antipatía que los muer- nos impone esos procesos biológicos que son
tos y todo lo que a ellos se vincula, les produ- la vejez, la decadencia yla muerte.
ce a los vivos (3, p. 108). Sabemos, sin embargo, que aunque no
La vida y la muerte de Rita (o de las tan- sea posible decidir o controlar lo que ocu-
tas Rita que han poblado el mundo) no era rrirá con nuestras venas, nuestros circuitos
el destino que Anne e Georges deseaban para neuronales o nuestras células, aunque los
Eva. Como afirma Georges en un momento sistemas médicos se obstinen en hacernos
del filme, ¿qué era lo que Eva podría hacer?: creer lo contrario, tenemos en nuestras ma-
¿Llevarse a su madre a su casa de Londres y nos la posibilidad de dar diferentes respues-
ponerle una empleada? Eso él podía hacerlo, tas a eso que nos ocurre. Podemos aceptar la
y todo estaba muy bien organizado. ¿Inter- degradación física con resignación cristiana.
narla en una institución para ancianos? Eso Imaginar que se nos impone el deber sagra-
nadie podía hacerlo.Anne y Georges parecían do de respetar la vida por sobre todas las co-
tener muy claro que tanto el hospital como sas, independientemente de sus condiciones
los asilos de ancianos pueden resumirse como de existencia y dignidad. Podemos también
“verdaderos desiertos de soledad” (3, p. 93). desconocer los mandatos y tradiciones y de-
cidir por nosotros mismos cuál es el mejor
momento para detener un sufrimiento in-
CUMPLIR CON LA PALABRA evitable. Ejercer, en fin, ese último acto de
libertad que Séneca considera inherente a la
Es justamente ese drama el que articula la condición humana.
trama, y es entonces cuando ese maravilloso La degradación física de Anne encuentra su
filme adquiere pertinencia para una reflexión contrapartida en el afecto inmenso de Geor-
filosófica sobre la polaridad entre la vida y la ges, que no quiere y no puede verla más sufrir
muerte propia de la condición humana. Es y que ya no encuentra las fuerzas suficientes

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para sostener un proceso de degradación bio- por una buena muerte, por una muerte dig-
lógica que solo tiende a agravarse. De modo na. Una deuda aún pendiente, si recordamos
que podríamos repetir aquí la máxima de Sé- que hace ya treinta años, Elias (3) insistía en
neca: “Antes de llegar a viejo procuraba vivir la necesidad de comenzar a hablar abierta y
bien; en la vejez procuro morir bien, de buen claramente sobre la muerte y la soledad de
grado” (2, p. 137). Si todo parece indicar que los moribundos.
Anne y Georges han podido vivir bien, que Amour se mete en ese tema silenciado y
han sabido llevar una buena vida, dedicados a lo hace con maestría y valor. De lo que este
la música, cultivando el afecto mutuo, el cari- filme nos habla no es de otra cosa que de la
ño de su hija y el respeto de los otros, es en ese eutanasia, esto es, del derecho a una buena
momento que ha llegado la hora de procurar, o muerte, a morir conservando un resto de dig-
de intentar encontrar el modo de poder morir nidad. Es verdad que otras películas retrata-
bien. Como afirma Séneca: “Morir más pronto ron el tema de la eutanasia, entre ellas Mar
o más tarde no tiene importancia, lo que sí la Adentro (6), interpretada por el versátil actor
tiene es morir bien. No vale conservar la vida a Javier Bardem. Pero allí, como en los muchos
cualquier precio” (2, p. 167). casos tematizados por la prensa y discutidos
en foros de bioética, como el famoso caso
de Karen Anne Quinlan, aunque se habla de
LA INEVITABILIDAD DE LA MUERTE. situaciones tan reales como la retratada por
Haneke, ellas están situadas en un espacio de
Haneke nos enfrenta al problema de la reflexiónabsolutamente diferente.
inevitabilidad de la muerte. Una ingenuidad Generalmente, los debates de la bioética
generalizada parece haberse apropiado de actual giran en torno a la muerte digna en si-
esta temática, creyendo o fingiendo creer en tuaciones de encarnizamiento o ensañamien-
mágicos poderes del saber médico para eter- to terapéutico, donde el uso de aparatos de
nizarnos. En Amour, será Eva la encargada alta tecnología tienden a prolongar la vida
de personificar esta confianza ilimitada en más allá de cualquier posibilidad terapéutica,
los poderes de la ciencia. En ese contexto, lo que se conoce con el nombre de Distana-
la muerte huele a un fracaso colectivo o in- sia. En casos como estos, resulta necesario
dividual que debe ser ocultado, y por ello es encontrar las medidas y los procedimientos
que se condena a la intimidad, al silencio y al legales para que sean desligados los aparatos
secreto todo el sufrimiento físico que la ante- que están llevando a una situación de sobre-
cede. Haneke ha sabido hablar de aquello que vida o de vida artificialmente sostenida, lo
nuestra sociedad se obstina en callar. que en muchos casos constituye una verda-
La decadencia, el sufrimiento físico y dera batalla jurídica, muy bien retratada en
aun la muerte han dejado de ser pensados Mar adentro (6).
como hechos inherentes a la condición hu- Si aceptamos la distinción realizada por
mana, para pasar a ser vistos en términos de Giovani Berlinguer (7) entre, por un lado,una
ineficacia del sistema médico, o con mayor bioética de situaciones límites, preocupada
frecuencia aún, de alguna falta o descuido por tematizar los problemas que surgen en el
cometido por el propio enfermo o por sus inicio y fin de la vida vinculados a la tecno-
cuidadores. En ese contexto debemos situar logía biomédica de punta, como el caso del
la exigencia de Eva a Georges, el reproche, clonaje, la selección de embriones para fecun-
completamente fuera de lugar, de no estar dación, la distanasia o encarnizamiento tera-
haciendo lo suficiente. De acuerdo a esa ló- péutico, y, por otro, una bioética cotidiana
gica, siempre se muere a destiempo, por no que se preocupa por esas pequeñas muertes
haber querido o sabido hacer lo suficiente. diarias que ocurren, ya no por exceso sino
Haneke ha puesto en evidencia la necesidad por falta de tecnología, de soporte terapéu-
de reflexionar sobre el derecho que nos asis- tico y de cuidado, que Berlinguer (7) llamó
te a todos los seres humanos a poder optar cacotanasia o mala muerte, el filme Amour se

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sitúa enteramente en este segundo registro. aquel que tenga a mano recursos para hacerlo,
Aunque el tema es el fin de la vida, aunque la a los otros les cabe “agarrarse con lo primero
trama gire en torno a la eutanasia, no se trata que encuentren, aunque pueda parecer insóli-
aquí de confrontación con tecnologías duras to y sin precedentes” (2, p. 169). Recordemos
de prolongamiento de la vida, se trata de pa- que el propio Séneca se encontró frente a ese
rar para pensar en el más universal y cotidia- dilema cuando debió escoger su modo de mo-
no de los conflictos humanos: cómo morir rir, entonces escogerá el suicidio, negándose a
con dignidad, o cómo hacer para poder “pro- aceptar una pena injusta impuesta por Nerón.
curar en la vejez un morir bien”. No es por Frente al obstinado silencio y oscuridad
acaso que Haneke, al recibir la Palma de oro a los que nuestra modernidad ha relegado
en Cannes dedica este premio a su mujer, con esa realidad tangible y cotidiana que es el
quien convive hace 30 años y con quien rea- sufrimiento físico de muchos ancianos, solo
lizó el mismo pacto que Anne y Georges, un parece haber restado un gesto privado, una
pacto que, podemos imaginar, envuelve tanto decisión secreta que ocurre entre cuatro pa-
el amor que da nombre a la película, como la redes. Un gesto de violencia, digámoslo para
muerte o el buen morir al que se refiere Séne- despejar dudas, que nada tiene que ver con
ca en las cartas a Lucilio. aquella que por un supuesto amor, plagado de
Es por esa razón que Laura Lezcano rencor, venganza y celos, miles de hombres
puede afirmar: “En Amour, una historia de dirigen, en el mundo entero, a las mujeres víc-
la infancia sirve de preludio para un clímax timas de su odio.
tan inesperado como triste. Haneke cons-
truyeun retrato intenso y duro sobre la ve-
jez, posicionándose sin miedo en el debate UNA HISTORIA DE AMOR
de la eutanasia. Y se merece una ovación:
por atreverse con una historia de ancianos. Resulta difícil pensar en el filme Amour
Por filmar la muerte sin recurrir a efectis- sin recordar la historia de amor de André
mos. Por no manipular emocionalmente al Gorz (4), relatada en su libro Carta a D. y en
espectador ni caer en sentimentalismos más los sucesos que ocurrieron un año más tar-
falsos que un duro de chocolate. Por rodar de, cuando el 24 de septiembre de 2007 él y
una obra maestra”.(8). su mujer se quitaron la vida con una inyec-
Se ha dicho diversas veces (8) que Haneke ción letal. Entonces André Gorz, uno de los
está obsesionado por el tema de la violencia. intelectuales más importantes del siglo XX,
Aquí nos invita a interrogarnos si, frente a la amigo personal de Sartre e Ivan Illich, co-
imperiosa necesidad de detener el sufrimiento fundador del Nouvel Observateur, tenía 83
de alguien a quien se ama, era preciso recurrir años y Dorine, de origen inglés, su interlocu-
a ese gesto final, cargado de una violencia que tora privilegiada y la primera lectora de cada
contrasta radicalmente con la mirada apacible uno de sus libros, 82.
de Georges, que tan magistralmente interpre- Ella sufría una dolorosa enfermedad que
ta Trintignant en esa dolorosa escena. Enton- la aquejaba desde hacía ya muchos años.Lle-
ces, podríamos repetir aquí la pregunta que vaban 58 años juntos, y ese día en la puerta de
Séneca formula en su elogio al suicidio de un su casa solo había un papel que decía “Avisen
gladiador: “¿Ello fue una injuria a la muerte? a la policía”. Una amiga los encontró, lado a
Sin duda fue poco delicada y poco decente lado en el mismo lecho. Los motivos de este
la manera escogida, pero, ¿qué puede existir suicidio resultan evidentes cuando leemos el
más necio que mostrarse delicado en la mane- último libro publicado por Gorz (4), Carta
ra de matarse?” (2, p. 168). Para Séneca, la na- a D.: Historia de un amor. El libro se inicia
turaleza nos ha puesto en una prisión abierta, con las siguientes palabras: “Pronto tendrás
no hay obstáculos para quien quiera escapar 82 años. Has encogido seis centímetros, no
y cada uno deberá utilizar los medios que es- pesas más que 45 kilos y continuas bella, gra-
tén a su alcance: encontrará una salida suave ciosa y deseable. Ya hace 58 años que vivimos

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juntos, y yo te amo más que nunca. Otra vez en juego. Georges, por el contrario entien-
cargo en mi pecho un vacío devorador que de, como André Gorz, que se trata de estar
solamente el calor de tu cuerpo contra el mío allí, de acompañar el día a día de ese sufri-
es capaz de llenar” (4, p. 5). miento como se pueda, en este caso con una
Ese libro de inusual belleza, es un relato enfermera que irá tres veces por semana, con
retrospectivo de los 58 años de vida en co- una visita quincenal del médico y otra de
mún de este matrimonio de intelectuales que la peluquera. En el caso de Gorz, cultivan-
compartía una visión del mundo y de la vida do el placer de cocinar, de buscar productos
basados en la libertad de pensamiento, la de- orgánicos y de cuidar la preparación de las
fensa de la autonomía y las luchas contra las fórmulas homeopáticas magistrales que le
más variadas formas de sometimiento, inclu- habían recetado a Dorine.
yéndose allí una profunda critica a los abu- Lo cierto es que, según leemos en Carta
sos de la tecnomedicina. Uno de los textos a D., del mismo modo que Anne y Georges,
publicados por Gorz en 1973, en ocasión del André y Dorine también habían sellado en-
lanzamiento del libro de Ivan Illich Néme- tre ellos un pacto, que Gorz describe de este
sis de la medicina, llevaba el sugestivo título: modo: “Éramos, vos y yo, hijos de la pre-
“Cuando la medicina enferma”. Poco más cariedad y el conflicto. Fuimos hechos para
tarde descubrirá el alcance de esas palabras protegernos mutuamente y precisábamos
cuando se diagnostica a Dorine una enferme- crear juntos, uno para el otro, el lugar en el
dad contraída como consecuencia de un tra- mundo que nos había sido negado. Para eso
tamiento de hernia realizado años antes con sería necesario que nuestro amor fuera tam-
lipiodol, una sustancia tóxica que se instaló en bién un pacto para la vida”. (4, p. 15).
su médula raquídea. No conocemos la historia de Anne y
Gorz relata los esfuerzos de Dorine por Georges con la misma precisión, no sabemos
encontrar un soporte inicialmente en la me- si ellos son o no hijos de la precariedad y el
dicina y luego en grupos de apoyo de por- conflicto. Sabemos sí lo que Haneke qui-
tadores de la misma enfermedad. Más tarde so mostrar, una relación intima tan profun-
Dorine será diagnosticada de cáncer de en- da, solidaria y respetuosa como la que Gorz
dometrio. Entonces, con 60 años, Gorz de- narra conmovedoramente y en detalle en su
cide retirarse anticipadamente de su trabajo libro. Sabemos también que se trata de vín-
para dedicarse enteramente a acompañar a culos donde resulta casi imposible pensar la
Dorine. Una larga peregrinación por médi- existencia de uno sin el otro. Quizás sea por
cos y por los últimos desarrollos tecnoló- eso que Georges no duda en aceptar el pacto
gicos, llevará a ambos a dedicarse al campo propuesto por Anne. Internarla significaría
de la ecología, de la tecno crítica y al estudio continuar su camino sin ella, y eso parecía es-
de las medicinas alternativas. “La tecnome- tar fuera de cuestión. Continuar juntos hasta
dicina –afirma Gorz- me parecía una for- el fin fue el modo que ellos encontraron para
ma particularmente agresiva de aquello que huir de la soledad.
Foucault, más tarde, llamaría biopoder, ese Dos pesadillas son narradas en estas his-
poder que los dispositivos técnicos asumen torias, dos pesadillas que indican un mismo
hasta sobre la relación íntima de cada uno terror, el terror a la soledad o al abandono.
consigo mismo” (4, p. 64). En una escena del filme, Georges despierta
Esa preocupación por los límites y posi- angustiado después de haber soñado que se
bilidades del conocimiento científico recorre ausentaba del departamento por algunos ins-
sutilmente la narración de Amour. Es que tantes y no podía regresar, una mano en su
Eva no se resigna a que nada pueda hacer- boca le impedía respirar, el agua le llegaba a
se; ella quiere buscar nuevas técnicas, nuevas los tobillos en un corredor inundado de un
estrategias terapéuticas, insiste de un modo edificio abandonado donde solo se escuchaba
fatigante y soberbio en que se está haciendo la voz de Anne llamándolo y sin que él pu-
poco, que no hay suficiente saber médico diera responder. El terror de una separación

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inútil e innecesaria también adopta en Gorz de violencia, la policía derribando la puerta


la forma de una pesadilla. “A la noche yo veo del departamento e ingresando con impacien-
a veces la silueta de un hombre en una calle cia, abriendo las ventanas para dejar entrar el
vacía y en un paisaje desierto, él anda atrás de aire en ese departamento donde transcurrió
un coche fúnebre. Yo soy ese hombre. Y ese la historia y la muerte de ambos. Entonces la
carro te lleva a vos” (4, p. 71). policía encontrará el cadáver de Anne cuida-
De lo que se trata en ambos casos, visto dosamente dispuesto en su lecho y rodeado
desde una perspectiva jurídico- médica, o aun de flores y, lo adivinamos, a Georges sin vida.
desde la perspectiva de la bioética, es de dos Del mismo modo que, el 24 de septiembre de
casos de eutanasia o suicidio asistido. Sin em- 2006 la policía encontrará el cuerpo de André
bargo hay algo más que está en juego, algo y Dorine. Es que “el hecho de morir, se mire
muy íntimo que se enuncia en ambos casos como se mire, es siempre un acto de violen-
y que se refiere al deseo explícito de no que- cia” (3, p. 108).
rer sobrevivir uno a la muerte del otro. Se Entre el inicio y el fin de los relatos, un
trata de un tipo de amor romántico que no mismo pacto de solidaridad, de amor y de
puede dejar de conmovernos en tiempos de compañerismo. Un pacto que la narrativa
“amor líquido”. Un tipo de amor romántico de Gorz describe con precisión: “No quie-
que nada tiene que ver con aquel retratado ro asistira tu cremación. No quiero recibir
por Giddens (9) en La Transformación de la una urna con tus cenizas. Escucho la voz de
intimidad. No está basado en celos, en mitos Ferrier cantando: ‘El mundo está vacío, no
de una totalidad perdida, ni en tradiciones so- quiero más vivir’ y desespero. Nosotros no
ciales o religiosas; es la persistencia del amor desearíamos tener que sobrevivir uno a la
romántico en lo que Giddens llamaría formas muerte del otro” (4, p. 71).
de relacionamiento puro, ambos sostenidos De lo que se trata en ambos casos, es de
por vínculos de respeto, autonomía y liber- poner en evidencia que en nuestras socieda-
tad.Ese es el modo que estos dos matrimonios des desarrolladas no hemos podido aún re-
han encontrado para escapar de la creciente solver los problemas que plantea el hecho de
soledad a la que el mundo contemporáneo ha morir, la soledad, el sufrimiento físico, o el
condenado a los moribundos. Ellos parecen abandono de quien permanece. Como afirma
saber muy bien que “jamás anteriormente ha Elias: “Puede decirse que todavía no acaba-
muerto la gente de una manera tan higiénica mos de darnos cuenta de que el morir trae
como hoy en día, y jamás lo ha hecho en unas consigo, en las sociedades desarrolladas, una
condiciones que hayan fomentado tanto la serie de problemas específicos que todavía
soledad”(3, p. 105). no afrontamos como tales” (3, p. 109). Con
simplicidad, elegancia y dureza Amour es una
invitación para pensar esos problemas y los
PARA CONCLUIR posibles modos de resolverlos.
La pregunta que ha llevado a Haneke a
Digamos por fin, que en ambos casos realizar este maravilloso filme podría enton-
se hace uso de un mismo recurso narrativo, ces transformarse. En estos casos no se trata
existe un juego de recurrencia y circularidad solo de intentar comprender cuál es el mejor
entre el inicio y el fin de las obras que está modo de administrar el sufrimiento de las
presente tanto en Amour como en Carta a personas que amamos, cuando nos encontre-
D. Ese recurso narrativo aparece, sin embar- mos frente a ese sufrimiento, sino de intentar
go de manera diferente en ambos casos. En entender cómo, al final de una bella y larga
Gorz adopta la forma de una declaración de vida, estas personas han podido administrar
amor: “Acabaste de cumplir ochenta y dos el sufrimiento del otro y su propio sufrimien-
años y continúas bella, graciosa y deseable” to de modo tal de poder, como lo hubiera
(4), con esta frase se inicia y concluye el tex- deseado Séneca, “encontrar en la vejez una
to. En Amour lo que se repite es una escena buena muerte”.

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Revista Chilena de Salud Pública

REFERENCIAS 5. Piñero, C. Elena Sabe. Buenos Aires: Alfa-


guara. 2007.
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3. Elias, N. La soledad de los moribundos. Mé- do 11.02.2013]. http://www.lapalomitameca-
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São Paulo: Ed. Cosac Naify-Annablume. Sexualidade, Amor e erotismo nas socieda-
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