Está en la página 1de 1

Xolotl, dios azteca

En los orígenes de la creación, para que el Sol existiera y se moviera por los cielos, los dioses
debían sacrificarse y morir en una hoguera. El único que no quería hacerlo era Xolotl. Por eso
huyó y se escondió primero en las plantaciones de maíz, luego entre las de maguey y por
último se metió en el agua, donde se convirtió en un pez muy raro, el axolotl. Finalmente, el
verdugo lo atrapó y lo arrojó al fuego. Gracias a su sacrificio, aunque fue hecho a pesar suyo, el
Sol pudo andar por los cielos y alumbrar el mundo.

En otro relato del episodio mitológico sobre Xolotl, se cuenta que los dioses de la Tierra
deseaban que nacieran los humanos. Por eso enviaron a Xolotl al reino subterráneo de los
muertos, Mictlan, para que buscara un hueso de los gigantes que antes habían habitado el
mundo. Con este hueso, los dioses crearían a los hombres. Xolotl los complació. Cuando llegó
al reino de las tinieblas, el rey de Mictlan lo escuchó atentamente y después le dio lo que
pedía.

Xolotl agradeció el regalo. Sin embargo, como temía que lo retuvieran allí, sigilosamente,
tomó el hueso y huyó.

Al llegar a la salida fue atacado por una lechuza que no dejaba escapar a nadie del reino
inferior. El hueso se cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Con mucho esfuerzo, Xolotl
pudo reunirlos y continuar su camino hacia el mundo superior, donde lo esperaban los dioses
de la Tierra. Una vez allí, los dioses colocaron los restos del hueso en un vaso. Luego, cada uno
se pinchó un dedo para agregarles una gota de su propia sangre. Tres días esperaron, pero
nada pasaba. Al cuarto día empezó a hervir el contenido y de entre las burbujas surgió un niño.
Después de otros cuatro días, surgió una niña. ¡Fue tan grande la emoción de los dioses que
lloraron de alegría! Con jugos de maguey nutrieron a los recién nacidos, que crecieron fuertes
y sanos. De esta pareja alimentada por los dioses nacieron hombres y mujeres que ahora
pueblan la tierra.

Versión De Silvia Calero

También podría gustarte