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La formula de la humanidad de Kant nos dice; “obra de tal modo que uses la

humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un


fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio” (p42, Immanuel Kant,
Fundamentación de la metafísica de las costumbres)
Tras preguntarse si esto puede llevarse a cabo, se nos exponen cuatro casos. El
primero de los cuales, gira en torno a la idea del suicidio.
“Según el concepto del deber necesario para consigo mismo, habrá de preguntarse quién
ande pensando en el suicidio, si su acción puede padecerse con la idea de la humanidad como
fin en sí. Si, para escapar a una situación dolorosa, se destruye él a sí mismo, hace uso de una
persona como mero medio para conservar una situación tolerable hasta el fin de la vida. Mas el
hombre no es una cosa; no es, pues, algo que pueda usarse como simple-medio; debe ser
considerado, en todas las acciones, como fin en sí. No puedo, pues, disponer del hombre, en mi
persona, para mutilarle, estropearle, matarle. (Prescindo aquí de una determinación más precisa
de este principio, para evitar toda mala inteligencia; por ejemplo, la amputación de los
miembros, para conservarme, o el peligro a que expongo mi vida, para conservarla, etc. Todo
esto pertenece propiamente a la moral.) (p43, Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica
de las costumbres)

Entendemos entonces que el suicidio supone una utilización de la humanidad en


la persona del sujeto, como un medio, y no como un fin. Hace uso de su persona como
medio para alcanzar un fin, el hacerse la vida tolerable hasta el fin de la misma. Y al
usarse a sí mismo como medio, el suicidio se sitúa fuera de la posibilidad de ejercicio
dentro de la formula de la humanidad de Kant.
Tampoco podríamos aplicarle la formula de la universalidad, pues desear que
toda persona se suicide llegada determinada situación no es en absoluto deseable, pues
ese egoísmo que intento extrapolar a toda la humanidad me lleva a una idea en contra de
la vida y que no podría sostenerse.
En el segundo punto, leemos.
“Por lo que se refiere al deber necesario para con los demás, el que está meditando en
hacer una promesa falsa comprenderá al punto que quiero usar de otro hombre como de un
simple medio, sin que éste contenga al mismo tiempo el fin en sí. Pues el que yo quiero
aprovechar para mis propósitos por esa promesa no puede convenir en el modo que tengo de
tratarle y ser el fin de esa acción. Clarísimamente salta a la vista la contradicción, contra el
principio de los otros hombres, cuando se eligen ejemplos de ataques a la libertad y propiedad
de los demás. Pues se ve al punto que el que lesiona los derechos de los hombres está decidido a
usar la persona ajena como simple medio, sin tener en consideración que los demás, como seres
racionales que son, deben ser estimados siempre al mismo tiempo como fines, es decir, sólo
como tales seres que deben contener en sí el fin de la misma acción” (p43, Immanuel Kant,
Fundamentación de la metafísica de las costumbres)
Al hacer una promesa falsa, nuestro fin se busca en aquello que pretendemos
conseguir tras ella, es decir, utilizamos a la persona que cree esta promesa como medio
para alcanzar ese fin, por tanto no puede aplicársele la formula de la humanidad.
Tampoco la formula de universalidad. Si todas las personas usaran promesas
falsas para alcanzar sus fines no podríamos creer en promesa alguna.
En el tercer punto leemos.
“Con respecto al deber contingente (meritorio) para consigo mismo, no basta que la
acción no contradiga a la humanidad en nuestra persona, como fin en sí mismo; tiene que
concordar con ella. Ahora bien, en la humanidad hay disposiciones para mayor perfección, que
pertenecen al fin de la naturaleza en lo que se refiere a la humanidad en nuestro sujeto;
descuidar esas disposiciones puede muy bien compadecerse con el mantenimiento de la
humanidad como fin en sí, pero no con el fomento de tal fin” (p43-44, Immanuel Kant,
Fundamentación de la metafísica de las costumbres)
Cuando dejo mis facultades sin explotar y me doy al goce de la vida, no basta
que me este tratando a mí como fin, pues pese a que así fuera estaría tratando al resto de
la humanidad como medio, permitiendo que esta me mantuviera aun a expensas de
faltarle lo que yo, bien podría darle a ella. Es por ello que darse al goce dejando de lado
los deberes que uno debería realizar, no es sino usar a la humanidad como medio para
mi disfrute y no como un fin y por ello va en contra de la formula de la humanidad del
imperativo categórico.
También en contra de la formula de universalidad pues como ser racional quiere
que todas sus capacidades le sean dadas y le sirva, y esto no puede lograrse sin su
práctica, así pues, no cabe hacer universal la ley que diga que el hombre se entregue a
sus placeres en cuanto le es posible.
El cuarto, y ultimo punto, dira;

“·Con respecto al deber meritorio para con los demás, es el fin natural, que todos los hombres
tienen, su propia felicidad. Ciertamente, podría mantenerse la humanidad, aunque nadie
contribuyera a la felicidad de los demás, guardándose bien de sustraerle nada; mas es una
concordancia meramente negativa y no positiva, con la humanidad como fin en sí , el que cada
cual no se esfuerce, en lo que pueda, por fomentar los fines ajenos. Pues siendo el sujeto en sí
mismo, los fines de éste deben ser también, en lo posible, mis fines, si aquella representación ha
de tener en mí todo su afecto.“ (p44, Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las
costumbres)`
La humanidad bien podría sobrevivir de tal manera que en nada me preocupara
yo de el bienestar de los demás, ya fuera para lo bueno o siquiera para lo malo.
Ignorando la felicidad de los demás y no involucrándome en ella de forma alguna.
Tratando a la humanidad de forma en la que el cada cual no se esfuerce en ayudar en lo
que pueda a los demás.
Pero aunque esto sea posible e incluso mejor que otras alternativas no es
deseable. Deben ser los fines de los sujetos también mis fines, pues debo tratar a los
demás como a mí mismo, y hacer míos sus fines y si ignoro a los demás lo hago por
egoísmo y esto no es tratar realmente a la humanidad como fin.
Aunque podría mantenerse la máxima de que cada cual mirase por su propio
interés como ley universal, esta máxima no puede ser querida siempre, pues puede el
agente requerir amor y entonces, por la máxima anterior verse privado de él.

Respecto a que apartado de la ética kantiana me resulta más definitorio de la


misma, serían el absoluto anticonsecuencialismo del que hace gala. Siendo
completamente irrelevantes las consecuencias de nuestras acciones, teniendo el
individuo que moverse por una moral racional absolutamente dirigida por el deber, un
deber basado en imperativos categóricos que llegan al absurdo.
Así, no mentir puede ser un imperativo categórico, de la misma forma, puede
serlo el no ser la causa del daño de otros. Pero estos dos imperativos podrían entrar en
conflicto si un soldado nazi nos preguntara por un niño judio cuya ubicación
conocemos.
Pero aunque no fuera así, no cabe en mente humana el que bajo circunstancias
determinadas, especiales, lo que normalmente sería correcto deja de serlo.
La idea de un imperativo categórico que siempre se cumpla, que siempre sea
deseable, es imposible de aceptar para un sujeto limitado como el hombre por muy
racional que este sea.

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