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La Constelación Posnacional y El Futuro de La Democracia. Jurgen Habermas (Cap. 4 Del Libro) PDF
La Constelación Posnacional y El Futuro de La Democracia. Jurgen Habermas (Cap. 4 Del Libro) PDF
La constelación posnacional
y el futuro de la democracia
3. J. Rawls, Eine Theorie der Gerechtigkeit, Francfort del Meno, 1979 (trad. cast.:
Teoría de la ju sticia , México D.F., FCE, 1979).
4 . U. Beck, «Wie w ird Demokratie im Z e ita lte r der Globlislerung mógllch?», en: U.
Beck (com p.), P o litik der Globalisierung, Francfort del Meno, 1998, introducción,
págs. 7 -6 6 . Debo darle las gracias a U lrich Beck por la inform ación b ib lio g rá fica
que me ha proporcionado.
forma, la idea de una sociedad constituida democráticamente, cuyas
partes pueden actuar reflexivamente sobre sí mismas como si fueran
un todo, sólo ha hecho progresos, hasta ahora, en el marco del Estado-
nadón. Esta consteladón está siendo puesta en cuestión por una serie
de desarrollos que han suscitado un gran interés y que conocemos
con el nombre de «globalizadón».
La situación es paradójica. Las tendencias que nos llevan a una
consteladón posnadonal las perdbimos como desafíos políticos por
que las analizamos desde la habitual perspectiva que supone el Esta-
do-nadón. Pero tan pronto se toma condenda de esta situadón, se ve
afectada la confianza en la democrada que es necesaria para perdbir
conflictos como desafíos, es decir, como problemas que esperan una
elaboración política: «Porque si el Estado soberano ya no se concibe
como algo indivisible sino como algo compartido con agendas inter-
nadonales; si los Estados ya no tienen control sobre sus propios terri
torios: y si las fronteras territoriales y políticas son cada vez más
difusas y permeables, los prindpios fundamentales de la democrada
liberal, es decir, el autogobierno, el demos, el consenso, la representa-
dón y la soberanía popular'se vuelven problemáticos».5 Debido a qué
hasta ahora la idea de una sociedad democrática que puede actuar
sobre sí misma sólo ha sido llevada a cabo de forma convincente en un
marco nadonal, una consteladón posnadonal susdta ese alarmismo
que todo lo paraliza o ese desconderto ilustrado que podemos obser
var en los foros políticos. La paralizante perspectiva según la cual la
política nadonal se reducirá en el futuro a un más o menos inteligen
te management de la forzosa adaptadón a los imperativos que las eco
nomías nadonales deben cumplir parar preservar su posidón dentro
de una economía global vada el debate político de su último resto de
sustanda. Las quejas acerca de la «americanización» de las campañas
electorales reflejan un dilema que no parece tener visos de solucionar
se en el futuro.
Una alternativa a la euforia desatada por una política neoliberal,
que se «liquida» a sí misma como política, podría consistir en encon
trar una forma de proceso democrático que fuera más allá del Estado-
LA
CONSTfc_
tipo de procesos asociamos con la expresión «globaíización» (I). Y a
partir de este cambio de constelación, que tiene lugar ante nuestros
.¿IÓN
ojos, analizar en qué medida afectan al funcionamiento y a la legiti
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midad de las democracias constituidas a partir del Estado-nadón (II).
Las respuestas de tipo global proporcionadas por una toma de con
ciencia del margen de acción cada vez más estrecho que tienen los
Y EL
gobiernos nacionales son, por lo general, demasiado poco complejas.
Ante la cuestión de si la política puede y debe volver a imponerse a los
FUTURO
mercados que funcionan por sí solos, deberemos tener presente un
DE
equilibrio entre los procesos de apertura y clausura de las formas de
LA
vida sodalmente integradas (III). Quiero presentar una alternativa a la
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actitud que sostiene que no hay más salida posible a esta situadón que
una adaptadón a los imperativos que vienen dados por el manteni
miento de la competitividad de la economía nacional en el contexto
de una economía globalizada. Esta alternativa la desarrollo en dos
pasos: primero en relación con el futuro de la Unión Europea (IV) y,
posteriormente, con reladón a las posibilidades de una política inte
rior mundial transnacional que modifique el modo mismo de la
competenda económica local (V).
£
como b) Estado dotado de soberanía en un territorio, es dedr, como Esta- f|t
do territorial que se desarrolló c) en el marco del Estado-nadón hasta |
convertirse en los d) Estados democráticos soaales de derecho.6 f
LA
8. R. Alexy, Theorie der Crundrechte, F ra n cfo rt del Meno, 1986, págs. 378 y sigs.
(tra d . ca st.: Teoría de los derechos fundam entales, M a drid , Centro de Estudios
Constitucionales, 1 997).
institucionalización del Estado-nación está sometida a la creciente
presión de la «globalización». Empleo el concepto de «globalización»
para la descripción de un proceso, no de un estado final. Este concepto
caracteriza el creciente volumen e intensidad del tráfico, la comunica
ción y los intercambios más allá de las fronteras nacionales. De la
misma forma que en el siglo xix el ferrocarril, la navegación a vapor y
el telégrafo hicieron más denso y más rápido el movimiento de bienes
y personas, así como el intercambio de informaciones, así también
hoy la técnica de satélites, la navegación aérea y la comunicación digi
tal crean de nuevo redes más amplias y densas. «Red» se ha convertido
en una palabra clave, tanto si se trata de una vía de transporte de bie
nes y personas o de flujos de mercancías, capital y dinero, como de la
transmisión y elaboración electrónica de informaciones, o de la cone
xión entre el hombre, la técnica y la naturaleza. Una perspectiva de
conjunto desvela tendencias globalizadoras en múltiples dimensiones.
El término se usa para describir muchos fenómenos: tanto la extensión
intercontinental de las telecomunicaciones, el turismo de masas o la
cultura de masas, como los riesgos, que traspasan todas las fronteras,
que representan la gran técnica y el comercio de armas, o los efectos
secundarios, que se extienden por todo el planeta, derivados de siste
mas ecológicos explotados hasta sus límites, así como también la coo
peración internacional de organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales.9
El aspecto más importante de este proceso lo constituye la globali
zación económica. Hoy día casi nadie se atreve a poner en duda la
importancia de este proceso: «Las transacciones económicas globales
tienen lugar, si las comparamos con las actividades económicas nacio
nales, a un nivel que no se había alcanzado en ninguna época anterior,
y la dimensión de su influencia en las economías nacionales, ya sea de
forma directa o indirecta, nos era desconocida hasta ahora».10 Quiero
recordar cuatro hechos. La extensión e intensificación del comercio
9. U. Beck, Was ist Globalisierung?, F ra n cfo rt del Meno, 1997 (tra d . cast.: ¿Qué
es la globalización?, Barcelona, Paidós, 199 8 ).
10. J. Perraton, D. G oldblatt, D. Held, A. McGrew, «Die Globalisierung der W lrts -
chaft», en U lrich Beck (comp.), op. cit., págs. 134-168, aquí pág. 167, véase también,
D. Held, «Democracy and Giobalization», en Global Governance 3, 1997, págs. 251-
267. De form a más restringida W. Streeck, «Industrielle Beziehungen in einer Interna-
tlonalisierten W lrtschaft», en Beck (comp.), op. cit., págs. 169-202, aquf pág. 176.
de bienes industriales entre Estados no sólo puede probarse en rela
ción con las últimas décadas, sino también si lo comparamos con el
período librecambista anterior a 1914. Se está de acuerdo además en
el rápido incremento, tanto en número como en influencia, de las
empresas con cadenas de producción repartidas por todo el mundo,
así como el aumento de las inversiones directas en el extranjero. No
existe, finalmente, ninguna duda sobre la aceleración del movimien
to de capitales en los mercados financieros conectados electrónica
mente y de la tendencia a la autonomizadón de los flujos finanderos
que desarrollan una dinámica propia independiente de la economía
real. El conjunto de estas tendendas lleva a una considerable agudiza-
dón de la competenda intemadonaL Economistas darividentes habían
diferendado desde hace dos décadas entre las formas ya conoddas de
la economía internacional y la formación de una nueva «economía
global»: «Los sistemas reguladores articulados nacional e intemado-
nalmente en los años posteriores a la guerra tuvieron como objeto la
economía intemadonal. La economía global era un terreno amplia
mente desregulado (y algunos dirán imposible de regular). La econo
mía global era la matriz de «la globalización» como fenómeno de
finales del siglo xx».u
Tomadas en sí mismas estas tendencias no significan un menos
cabo de las condiciones de funcionamiento y legitimación del pro
ceso democrático en cuanto tal. Pero sí que representan un peligro
para su institucionalizadón en la forma del Estado-nación. Prente al
anclaje territorial del Estado-nación, la expresión «globalización»
evoca la imagen de ríos a punto de desbordarse que se llevan por
delante los controles fronterizos y pueden llevar al derrumbamien
to del Estado-nación.12Esta nueva relevancia de los factores dinámi
cos simboliza el desplazamiento de los controles desde la dimensión
espacial a la temporal. El desplazamiento de su centro de gravedad
desde «dominador del territorio» hasta «maestro de la velocidad»
11. R. Cox, «Democracy ¡n Hard Times», en: McGrew (com p.), G lobalization and
T e rrito ria l Democracy, pág. 55.
1 2. En este sentido John Agnew y S tu a rt Corbridge asocian con estas tendencias
the trends fro m boundaries to fiows\ en ibíd., M astering Space, Londres, 1995, pág.
2 16. La o tra imagen «Desde las barreras al televisor» hace alusión a la virtualiza-
ción de las fronteras.
parece haber privado de su poder al Estado-nación.13Pero, induda
blemente, a las fronteras nacionales no se las puede comparar con
92 fortalezas, a pesar de la neurótica vigilancia que ejercen sobre ellas
las fuerzas armadas de cada país. Como se puede ver claramente
analizando el ejemplo de la política comercial exterior, las fronteras
funcionan más bien como esclusas que son utilizadas desde «dentro»
para regular las corrientes, esclusas que dejan afluir las corrientes
deseadas y permiten también contener las no deseadas. Debemos
comprobar en particular si existen, y cuáles son, los procesos de glo-
balización que debilitan la capacidad del Estado-nación para mante
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II
LA
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ladoras que el Estado asume, por ejemplo, en la dirección de la macro-
economía y en la redistribución, no podemos apreciar una merma
del poder del Estado-nación en lo que se refiere a sus competencias
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tradicionales en el terreno del orden y la organización, sobre todo en
sus atribuciones como garante de los derechos de propiedad y de las
condiciones de la competencia
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• Sin embargo, a través de las perturbaciones del equilibrio ecológi
co y el peligro que representan las grandes instalaciones técnicas, han
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aparecido nuevos tipos de riesgos.que van más allá de las fronteras
nacionales. «Chernobil», «el agujero de la capa de ozono», «la lluvia DE
LA
16. ü . Beck, R isikogesellschaft, F ra n cfo rt del Meno, 1986 (tra d . cast.: La socie
dad del riesgo, Barcelona, Paidós, 1998).
Otra cosa sucede con la capacidad del Estado fiscal para absorber
los recursos nacionales de los que se nutre la administración, La rápi
da movilidad de capitales dificulta el acceso del Estado a las ganancias
y a los capitales. Esto, unido a una dura competencia de las economías
nacionales para mantener su competitividad en el conjunto de la eco
nomía mundial, lleva a una reducción de los ingresos que cada nación
recauda a través de los impuestos. La mera amenaza de una faga de
capitales desencadena una espiral de reducción de gastos y, además,
desalienta a la inspección fiscal a la hora de hacer cumplir la legisla
ción vigente. Los impuestos sobre las rentas altas provenientes de capi
tales o de actividades profesionales han caído tanto en los países de la
OCDE que la participación de los impuestos que proceden de los bene
ficios en el conjunto de los ingresos fiscales del Estado se ha reducido
drásticamente desde el final de los años ochenta en favor de los
impuestos que proceden del consumo y de las rentas regulares o sala
riales. La consigna de un «Estado adelgazado» se debe menos a una jus
tificada crítica dirigida contra una inalterable administración que
debe adquirir nuevas competencias de gestión,17que a la presión fiscal
que la globalización económica ejerce sobre los recursos del Estado
susceptibles de ser gravados fiscalmente.
17. Comisión sobre el Futuro de la Fundación Friedrich Ebert (com p.), W irtschaf-
tliche L esitungfáhigkeit, so zia le r Zusam m enhalt und ókologische N ach h a ltig ke it,
Bonn, 1998, págs. 204-222.
1 8. Véanse las ya clásicas obras de H. J. M orgenthau, P o litic s am ong N ations,
Nueva York, 1 94 9 (tra d . cast.: Escritos sobre p o lític a internacional, M adrid, Tec-
nos, 199 0 ), y K. E. W altz, Man, the State and War, Nueva York, 1959.
dón no cambia demasiado el hecho de que los Estados desempeñen un
papel más bien económico que busca maximizar los beneficios, o
un papd político orientado a la acumuladón de poder. Ciertamente las 95
estrategias cooperativas encajan mejor en este cuadro,19pero esto no
afecta en absoluto al supuesto de unos poderes independientes que
actúan estratégicamente. Esta imagen convendonal es hoy día menos
adecuada que nunca.20A pesar de que la soberanía y d monopolio de la
violenda quedan formalmente en manos del Estado, las credentes
interdependendas de la sodedad mundial ponen en cuestión la premi
sa de que la política nacional, que todavía es territorial, es decir, que
LA
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tiene lugar dentro de las fronteras del territorio de un Estado, pueda
realmente coinddir con d destino real de la sodedad nadonal
Esto puede verse daramente si recurrimos al clásico ejemplo del
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reactor nudear que un gobierno vedno construye en las proximida
des de la frontera común de acuerdo con unos procedimientos de
construcdón y seguridad ajenos a los que están vigentes en el propio
Y EL
país. En un mundo cada vez más densamente entretejido -ecológica,
económica y culturalmente- las decisiones que, én virtud de su com-
FUTURO
petenda legítima, pueden adoptar los Estados en. su ámbito territorial
y sodal coindden cada vez menos con las personas y territorios que DE
LA
19. R. 0. Keohane, A fte r Hegemony: Cooperation and Discord in the W o rld P o líti-
cal Economy, Princeton, 1984.
20. E. 0. Czempiel, W e ltpolitik im Umbruch, Munich, 1993; S. Laubach Hintermeier;
K ritik d e s Realismus, e r: C. Chwaszcza, W. Kersting (comps.) Politische Philosophie
der ínternationalen Beziehungen, Francfort del Meno, 1998, págs. 73-95.
21. D. Held, «Democracy, the Nation State and the Global System», en: Held (comp.),
P olitíca l Theory Today, Cambridge, 1991, págs. 197-235, aquí págs. 201 y sigs.
2 2. Agnew y Corbridge, op. cit., pág. 94.
A nivel regional, internacional y global han surgido «formas de
gobierno» que hacen posible «un gobierno más allá del Estado-
96 nación» (Michael Zürn) y compensan, por lo menos parcialmente, la
pérdida de capacidad en determinados ámbitos funcionales a nivel
nacional.23 Esto sucede así en el terreno económico, con el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial (1944) o la Organización
Mundial de Comercio surgida a partir de los acuerdos del GATT
(1948), y en otros ámbitos, como por ejemplo, la Organización Mun
dial de la Salud (1946), la Comisión Internacional de la Energía Ató
mica (1957), o las special agencies de la ONU como, por ejemplo, la que
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2 3. Compárese con Zürn, Regieren jenseits des Nationalstaates, F ra n cfo rt del Meno,
1998.
Pero las nuevas formas de cooperación internacional carecen de una
legitimación que, aunque remotamente, sólo cumplirían los procedi
mientos institucionalizados por los Estado-nadón.24 97
LA
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dos nadonales. Considerado desde el punto de vista de qué condido-
nes han hecho posible la institucionalización de los procesos de
autodeterminadón democrática, la integradón política de los duda-
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danos en una sociedad de gran formato cuenta como uno de los
logros históricos más indiscutibles del Estado-nación. Hoy en día, no
obstante, los síntomas de fragmentadón política delatan las primeras
Y EL
grietas eñ los muros de la «nadón».
Me estoy refiriendo, sobre todo, a los conflictos de nadonalidades
FUTURO
como los que se dan en el País Vasco y en Irlanda del Norte. No se les
DE
quita a estos conflictos nada de su importancia si se los considera LA
2 9 . W. Kym licka, « M ulticu ltu ral Citizenship», Oxford, 1995 (tra d . cast.: Ciudada
nía m u lticu ltu ra l, Barcelona, Paidós, 1 996).
3 0 . A. M argalit, M. Halbertai, «Liberalism and the Right to Culture», en S ocial Re
search, 1993, págs. 491-510, aquí pág. 507. Un igual acceso a los recursos culturales
se justifica a p a rtir del valor intrínseco que tiene salvaguardar la propia identidad, y no
de una form a instrumental, como proponen algunos teóricos liberales, como si la cultu
ra fuera una especie de acumulador de valores que surte de preferencias de orden supe
rio r a una persona privada y autónom a en su tom a de decisiones; véase J . Raz,
« M ulticulturallsm : A Liberal Perspective», en Dissent, Invierno de 1994, págs. 67-79.
general. En la medida en que el proceso de separación entre la cultura
política en general y la cultura de la mayoría sea algo logrado, la
solidaridad entre los ciudadanos del Estado habrá de situarse en un 101
LA
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cohesión de las comunidades nacionales de otra forma. Los mercados
globales, así como el consumo de masas, la comunicación de masas y
el turismo de masas han conseguido difundir por todo el mundo los
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productos estandarizados por una cultura de masas fuertemente
influida por Estados Unidos. Por todo el planeta se propagan los mis
mos bienes y estilos de consumo, las mismas películas, programas de
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televisión y canciones de éxito; la mentalidad de la juventud de las
más alejadas regiones se ve atrapada por las mismas modas musicales;
FUTURO
pop, tecno, etc., por los mismos pantalones vaqueros; y un inglés asi
DE
milado de distintas formas sirve como medio de entendimiento entre
LA
los más alejados dialectos. Las agujas del reloj de la civilización occi
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LA
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social en una sociedad funcionalmente diferenciada si va más allá de
la pluralidad de intereses, de formas culturales de vida o de cosmovi-
siones que forman el sustrato natural de una comunidad con un ori
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gen común.37En las sociedades complejas una formación deliberativa
de la opinión y la voluntad de los ciudadanos, basada en los princi
pios de la soberanía popular y de los derechos humanos, constituye al
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final el medio del que surge un tipo de solidaridad, abstracta y jurídi
camente construida, que se reproduce a través de la participación
FUTURO
política. El proceso democrático debe, si quiere asegurar la solidaridad
DE
de los ciudadanos más allá de las tensiones desintegradoras, poder
LA
36. D. OberndSrfer, «Inte g ratio n oder Abschottung?», en: Z e itsch rift f. Auslande-
rrecht und Auslanderpolitik, 18, enera de 1998, págs. 3-13.
3 7. Véase mi respuesta a R. J. Bernstein en: J. Habermas, Die Einbeziehung des
Anderen, Francfort dei Meno, 1996, págs. 310 y sigs. (trad. cast.: La inclusión del
otro, Barcelona, Paidós, 1 9 9 9 ).
efectivo ejerddo de los derechos sociales, ecológicos y culturales. Entre
tanto, la política sodal del Estado ha asumido una importante fundón
104 legitimadora. Esto afecta no solamente al núcleo del Estado social, es
decir, a la política sodal redistributiva que tanta importanda tiene para
la vida de los dudadanos. La «política sodal» en sentido amplio abarca
desde las políticas relativas al mercado de trabajo o a la juventud, hasta
las políticas relativas a la protecdón de la naturaleza y la planificadón
de las dudades, pasando por las políticas sanitaria, familiar y educativa
En la realización de esta «política social» se encuentra implicado un
amplio espectro de organizaciones y servicios que procuran bienes
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do sodal», lo que voy a tener presente no son tanto las fundones regula
doras del Estado, como sus fundones distributivas.
Resulta evidente el modo como la globalizadón económica, a tra
vés de la reducdón de los ingresos fiscales, afecta a la política sodal del
Estado. Aunque en la República Federal de Alemania todavía no se ha
hablado seriamente, como es el caso de Inglaterra o de Estados Unidos,
de un «desmontaje del Estado social», sí se puede constatar desde
mediados de los años setenta en las sodedades de la OCDE un retroceso
de los presupuestos dedicados a las políticas sodales, así como un endu-
redmiento de las condidones de acceso a los sistemas de seguridad
social. Tan importante como la crisis de la parte del presupuesto del
Estado dedicado a las políticas sodales es el fin de la política económica
keynesiana. Bajo la presión de los mercados globales, los gobiernos
nadonales pierden de manera cada vez más acusada la capacidad de
influir políticamente en el ddo económico.38Cómo se reduce el espa
do de acdón legítima en la política interior puede mostrarse, por una
parte, analizando las reladones entre la política sodal y la política eco-
LA
CONSTTTLACIÓN
los capitales se ha acelerado y el sistema de producaón industrial se ha
adecuado a las necesidades de una «flexibilidad posfordista».39A medida
que los mercados globales crecen, se rompe el equilibrio en detrimento
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de la autonomía y del espado de acdón de los actores estatales en mate
ria de política económica40A la vez, los Estados-nadón encuentran en
las corporadones multinadonales a unos poderosos competidores. Pero
Y EL
este desplazamiento de poder se puede entender mejor en términos de
la teoría de los medios que en términos de la teoría del poder: el dinero
FUTURO
sustituye al poder. El poder como mecanismo regulador de dedsiones
colectivas vinculantes opera con una lógica distinta a la que emplea el DE
LA
es derto que los gobiernos pueden llegar a acuerdos que desmonten los
obstáculos al comerdo y creen nuevos mercados. Sin embargo, a este
tipo de integradón negativa sólo le corresponden los intentos llevados a
cabo en otra direcdón, con mayores o menores perspectivas de éxito, de
ensayar un tipo de integradón positiva llevados a cabo en los ámbitos
de la política ecológica Pero en d camino hada una integradón positi-
. va ni siquiera se ha logrado un acuerdo sobre la denominada Tobin Tax,
por no hablar de acuerdos que tendrían un mayor efecto corrector de la
mera lógica del mercado, como serían los acuerdos tendentes a coordi
nar políticas comunes en los terrenos fiscal, sodal y económico. En vez
de llevar a cabo vina coordinadón de políticas comunes para evitar la
amenaza de una fuga de capitales, los gobiernos nadonales se ven cada
vez más implicados en una carrera de desreguladones con el fin de
rebajar los costes; carrera que conduce a obscenas ganandas y drásticas
diferendas de ingresos, a un aumento del paro y a la marginadón sodal
de una pobladón pobre cada vez más amplia42
LA
C O N S T E LA C IÓ N
los políticos, al abandono de los programas y, por parte de los electo
res, a la apatía o a la protesta Los foros públicos del mundo occidental
están dominados por una profunda renuncia a conformar las relacio
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nes sociales de acuerdo con criterios políticos, así como por un aban
dono de los puntos de vista normativos en favor de la adaptación a los
supuestamente inevitables imperativos sistémicos del mercado mun
dial. Clinton o Blair se venden a sí mismos como hábiles managers que,
Y EL
de alguna forma, reorganizarán una empresa a punto de derrumbar
FUTURO
se, y se abandonan a fórmulas vacías como Its Timefor a Change. Al
DE
vaciamiento programático de una política que se reduce al mero LA
43. R. Dahrendorf, «Die Quadraturdes Kreises», en Transit, 12, invierno de l í 'K ',
págs. 5 -28 , aquí pág. 9.
ni
III
LA
C O N S I w a CIÓN
Estado en la que éste se desvanece en redes posnacionales. El neoli-
beralismo posmoderno no puede explicar cómo los déficit en la
capacidad de dirección y de legitimación que aparecen a nivel
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nacional sólo pueden ser compensados en un plano supranacional
mediante nuevas reglamentaciones, por cierto de carácter político.
Como el uso del poder legítimo se mide de acuerdo con criterios de
Y EL
éxito que no son económicos, el poder político no puede sustituirse,
sin más, por el dinero. El análisis presente sugiere más bien una
FUTURO
estrategia que haga frente a una adaptación carente de toda perspec
DE
tiva a los imperativos de la competencia entre las economías nacio
LA
nales por conseguir para sí mismas ventajas locales en el marco de D E M O C R A C IA
LA
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comunicación, de las vías comerciales y de las relaciones culturales,
donde la apertura por sí misma tiene el significado ambiguo de una
experiencia de creciente contingencia: la desintegración de depen
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dencias sólidas o, considerado retrospectivamente, formas autoritarias
de dependencia, la liberación de unas relaciones que, a la vez que
orientan y protegen, también están cargadas de prejuicios y aprisio
Y EL
nan al individuo. En resumen, la desaparición de las ataduras que pro
vienen de un mundo de la vida fuertemente integrado deja al
FUTURO
individuo ante la ambivalente experiencia de un creciente ámbito de
opciones posibles. Por una parte le abre los ojos pero, por otra, eleva el DE
LA
LA
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alguno, de una espontánea evolución de los mismos mercados. Antes
al contrario, el sistema librecambista fue introducido políticamente al
amparo de la Pax Britannica. Como antropólogo, Polanyi está igual
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mente convencido de que un régimen económico sin ningún tipo de
regulación destruirá a la larga «la sustancia humana y natural de la
sociedad» y conducirá a la anomia. Precisamente entonces, al final de
Y EL
la Segunda Guerra Mundial, las monstruosas consecuencias de la clau
sura totalitaria de una sociedad divida económicamente mostraron
FUTURO
claramente la necesidad de «sustraer al mercado los factores de pro
DE
ducción como el suelo, el trabajo y el dinero».48En el último capítulo
LA
de su libro -capítulo que lleva por título «La libertad en una sociedad
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compleja»- Polanyi esbozó el futuro de un capitalismo institucionali
zado que prevé rasgos esenciales del orden económico de posguerra.
En el año de la publicación de este libro se estableció el sistema de
Bretton Woods, en cuyo marco la mayoría de los países industrializa
dos pudo llevar a cabo con éxito una política encaminada al estableci
miento del Estado del bienestar.
Entre tanto, también este exitoso compromiso que implicaba una
clausura política ha concluido con la desregulación, políticamente
impuesta, de los mercados mundiales. Esta desregulación ha impues
to una apertura que, pasando por los mercados financieros, ha acaba
do transformando, una vez más, la división internacional del trabajo.
La dinámica de la nueva economía global explica el resurgir del inte
rés por la dinámica de la economía internacional investigada por
4 8. K. Polanyi, The Great Transform ation, F ra n cfo rt del Meno, 1978, pág. 333.
Polanyi.49Si ese «doble movimiento», de desregulación del comercio
mundial en el siglo xix y de regulación en el siglo xx, pudiera servir
114 como modelo, estaríamos de nuevo ante una inminente «Gran Trans
formación». Considerado desde la perspectiva de Polanyi, se plantea
en cualquier caso la cuestión de las posibilidades de clausurar política
mente una sociedad mundial altamente interdependiente y global
mente conectada sin caer en ninguna forma de regresión, es decir, sin
ese tipo de sacudidas y catástrofes que afectaron a la historia mundial
en la primera parte de nuestro siglo y que sirvieron de estímulo a
Polanyi para llevar a cabo su investigación.
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LA
dad industrial del trabajo.50
C O N S T E LA C IÓ N
Y de la misma forma que no se debieron idealizar ni las socieda
des preindustriales, ni las sociedades industriales en sus albores,
tampoco cabe glorificar la sodedad industrial de la posguerra pacifi
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cada mediante el Estado social. Lo que Polanyi al final de la guerra
intuyó como el futuro, con un capitalismo socialmente atemperado,
visto desde hoy día con una distanciada mirada retrospectiva, puede
Y EL
ser descrito como una modernidad «primera» u «organizada», a la
que ha seguido, desde el final de la época de posguerra, una «segun
FUTURO
da» modernidad o una modernidad «ampliada liberalmente». De
DE
esta manera se evita cualquier tipo de nostalgia: «Si miramos la
LA
extensión y la forma de organización de las prácticas humanas (...) D E M O C R A C IA
5 2 . U. Beck (véase nota 16) y tam bién U. Beck, A. Giddens, S. Lash, R eflexive
M odernisierung, Francfort del Meno, 1996.
5 3 . U. Beck, Gegengifte. Die o rg a n isie rte U n v e ra n w o rtlic h k e it, F ra n c fo rt del
Meno, 1 998; U. Beck (com p.), Kind e r der Freiheit, Francfort del Meno, 1997.
5 4. W. Heitmeyer (com p.), Was tre ib t die Geseiischaft auseinander?, F ra n c fo rt del
Meno, 1997.
siones colectivas, se disuelve como tal arrastrada por el hundimiento
del Estado-nación. Y junto a la forma de organización nacional estatal,
también una poh'tica sodal que supuestamente se reduce a una pura
«administradón de lo sodal» pierde su sentido. Si «la responsabilidad y
las obligaciones de los individuos ya no pueden atribuirse sin más a
un orden político delimitado por unas fronteras nacionales, la misma
posibilidad de la poh'tica resulta puesta en cuestión».55De esta pérdida
de consistencia de las sociedades estatalmente organizadas se deriva
para el posmodernismo un «final de la política» en el que cifra sus
esperanzas un neoliberalismo que apuesta por dejar al mercado las
funciones de dirección y control.56 Lo que para unos hace imposible
una política de formato mundial, es decir, la decadencia del sistema
clásico de Estados que lleva a una sociedad mundial anárquicamente
interconectada, para otros resulta ser algo no deseado, a saber, un marco
político para una economía mundial desregulada. Por diferentes razo
nes, posmodernismo y liberalismo coinciden en la visión de que los
mundos de la vida de los individuos y los pequeños grupos son como
mónadas dispersas en redes, desconertadas entre sí y coordinadas sola
mente de manera fundonal, en vez de mundos de la vida integrados
sodalmente que pueden solaparse entre sí hasta llegar a formar unida
des políticas más grandes y diversas.
Al igual que sucede con las utopías regresivas que preconizan el ae-
rre de la sodedad, se recomienda también moderadón frente a estas
proyecdones de apertura de la misma que se autoprodaman progresis
tas. Lo que resulta necesario es más bien esa sensibilidad para un autén
tico equilibrio entre apertura y dausura que ha caracterizado las etapas
más afortunadas de la historia de la modernización europea. Sólo
podremos hacer frente de forma radonal a los desafíos de la globaliza-
dón si logramos desarrollar dentro de la consteladón posnadonal nue
vas formas de autocontrol democrático de la sodedad. Por eso quiero,
en primer lugar, analizar las condidones para una política democrática
más allá del Estado-nadón tomando como ejemplo la Unión Europea
Lo que me interesa no son los motivos a favor o en contra de continuar
IV
LA
LA
C O N S T E LA C IÓ N
a nivel supranacional. Con la unificación europea, la vieja disputa
acerca de lajusticia social y la eficiencia del mercado b) adquiere una nueva
dimensión. Los neoliberales están convencidos de que precisamente
P O S N A C IO N A L
con el establecimiento de los mercados globales que posibilitan la
existencia de economías eficientes se dan también las condiciones
para satisfacer el desiderátum de justicia distributiva. De lo contrario
Y EL
no sería plausible la opción de los europeos partidarios del mercado
que propugnan una Unión Europea laxa formada por Estados-nación
FUTURO
que se integran de forma horizontal a través de un mercado unitario.
DE
En tercer lugar c) trataremos de si la Unión Europea puede suplir las LA
LA
sas, las carendas organizativas de las mismas, la falta de innovadones
C O N S T E LA C IÓ N
en materia de investigación y desarrollo o un insuficiente acopla
miento entre la industria y la denda pueden perjudicar la competiti-
vidad de las economías nadonales y tener importantes consecuendas
P O S N A C IO N A L
para el empleo.
La adecuada valoraaón de la tesis del «fin de la sodedad del pleno
empleo» (Vobruba) depende evidentemente de la importanda que se
Y EL
dé a todas estas causas. Esta valoradón no cambia sin más con opdo-
nes de derecha o izquierda. Mientras que la «Comisión para Problemas
FUTURO
del Futuro de los Estados Libres de Baviera y Sajonia» bajo la presiden
DE
cia de Meinhard Miegel parte del supuesto de que en la República LA
LA
C O N S T E LA C IÓ N
carga de la prueba a la hora de probar su tesis central de que los mer
cados eficientes no sólo garantizan una relación óptima entre oferta
y demanda, sino que también procuran una socialmente justa distri
P O S N A C IO N A L
bución de la riqueza. Esta afirmación plantea dos cuestiones: «¿Cuá
les son las expectativas normativas que deben satisfacer los mercados
eficientes?, ¿y cómo puede ser verosímil que funcionen mercados
Y EL
tan eficientemente que, incluso en un sentido moderado de justicia
social, podamos esperar un reparto de la riqueza normativamente
FUTURO
aceptable?».
DE
El neoliberalismo fundamenta sus principios normativos en el
concepto de justicia de intercambio, obtenido procedimentalmente a LA
D E M O C R A C IA
LA
C O N S T E L / - - _ . j N P O S N A C IO N A L
informaciones que no están articuladas en el lenguaje de los precios.
Además, los mercados realmente existentes cumplen la función de
establecer los precios de forma muy imperfecta debido a que las condi
ciones ideales de una libre competencia normalmente no son suficien
tes. Y finalmente, la fuerza igualadora del mercado, que debía someter
los rendimientos de todos los participantes a un criterio imparcial, fra
Y EL
casa ante el hecho deque las personas, tal y como nosotros las conoce
mos, de ninguna forma tienen las mismas oportunidades de participar
FUTURO
en los mercados y conseguir beneficios. Los mercados reales reprodu
DE
cen -y aumentan- las ventajas comparativas ex ante existentes de
empresas, patrimonios y personas. LA
D E M O C R A C IA
LA
C O N S T E LA C IÓ N
buena parte del espedro político europeo.67La UE, por ejemplo, ha
promulgado importantes leyes sociales con reladón a la igualdad de
la mujer, mientras que el Tribunal Europeo de Justida ha dictado más
P O S N A C IO N A L
de 300 sentencias, relevantes desde el punto de vista del derecho
sodal, para hacer compatibles un mercado interior común y los siste
mas nacionales de bienestar social. Este proceso de integración, sin
Y EL
embargo, no afecta en modo alguno a los sistemas impositivos ni a los
mecanismos de financiación y de reparto de los distintos países
FUTURO
miembros que, como se puede constatar, difieren ampliamente entre
sí tanto en la estructura como en el nivel de las prestadones de su polí DE
LA
tica sodal.
D E M O C R A C IA
LA
CONSTt^
la política social europea no depende de si el mercado interior euro
peo necesita ser institucionalizado... sino de si Europa como sistema
.oIÓN
político es capaz de dotarse de los recursos políticos necesarios para
P O S N A C IO N A L
imponer a los participantes más poderosos en el mercado obligacio
nes ineludibles».72La unión monetaria es el último paso de un camino
que, ciertamente, comenzó con grandes esperanzas por parte de sus
Y EL
iniciadores pero que se puede describir a partir de una sobria mirada
retrospectiva como la «creación de un mercado por parte de los gobier
FUTURO
nos». Hoy hemos llegado al punto en el que una densa red horizontal
DE
tejida a través del mercado es complementada por una relativamente LA
LA
C O N S T E LA C IÓ N
evitada si la política monetaria común europea es complementada
por una política común en materia fiscal, sodal y económica que sea
lo sufidentemente fuerte como para prevenir la tentación de que
P O S N A C IO N A L
algún Estado vaya por libre y su política tenga efectos negativos sobre
terceros. Es necesario, por tanto, transferir mayores derechos de sobe
ranía a un gobierno europeo; por lo tanto, los Estados-nación sólo
V EL
mantendrían en lo esendal aquellas competendas regulativas de las
que no se pudiera esperar ningún efecto secundario en los asuntos
FUTURO
«internos» de otros Estados miembros. En otras palabras, la Unión
DE
Europea debe cambiar los tratados internadonales que son su funda
LA
mento actual por una «Carta» a la manera de una Ley Fundamental.
D E M O C R A C IA
Por otra parte, este paso, desde los acuerdos intergubemamentales a
una comunidad políticamente constituida, no depende solamente de
un procedimiento de legitimadón democrática definida por el derecho
de voto nadonal y por las opiniones públicas de los distintos países,
sino que depende también de una praxis de formadón de una opinión
y una voluntad común que se nutre de las raíces de la ciudadanía
europea y se desarrolla en un foro de dimensión europea. Evidente
mente, hoy en día esta condidón para la legitimidad de una democra
cia posnacional no ha sido todavía satisfecha. Los euroescépticos
dudan induso de que pueda ser satisfecha algún día.
El argumento de que no existe ningún «Pueblo» europeo y que, por
lo tanto, tampoco puede existir un poder constituyente* sólo adquiere
el carácter de objeaón fundamental cuando se utiliza un determinado
76. D. Grimm, Braucht Europa eine Verfassung? (Cari Friedrich Von Siemens S tif-
tung), Munich, 1995.
concepto de «Pueblo».77El pronóstico de que no existe algo así como un
Pueblo europeo sólo sería plausible si la fuerza fundadora de la solidari-
1 32 dad del «Pueblo» dependiera realmente de la base de confianza prepolí-
tica de una comunidad criada conjuntamente, que los compatriotas,
por así decirlo, heredarían en su socialización como una especie de des
tino. Incluso Claus Offe apoya su escéptica reflexión en la premisa de
que, sin este tipo de solidaridad adscrita con «uno de los nuestros», no
sería explicable la disposición de los ciudadanos a aceptar los riesgos de
un Estado social que redistribuya la riqueza. Sólo la pertenencia a la
comunidad de destino prepoh'tica que es una nación tiene efecto de
P O S N A C IO N A L
LA CONSTEtACIÓN
un imaginado origen común basado en la naturaleza propia del pue-
blo-nadón y la mera construcción jurídica que representa la idea de
una nadón de dudadanos. Pero el camino que la aparidón del Estado-
POSNACIONAL
nadón ha seguido en la Europa del norte, del oeste, del centro y del este
-from state to nation vs.Jrom mtion to State- documentan el carácter cons
truido de esa identidad que propordona la nadón a través del medio
que es el derecho y de la comunicación de masas. A la conciencia
V EL FUTURO
nacional se debe tanto la movilización de los votantes en la opinión
pública poh'tica como la movilizadón de aquellos obligados por el ser
DE LA D EM O C R AC IA
vido militar para la defensa de la patria. La concienda nadonal está
reladonada con la autocomprensión igualitaria de los ciudadanos de
un Estado democrático, y surge del plexo comunicativo que forman la
prensa y una lucha por el poder, discursivamente fluidificada, por
parte de los partidos políticos. En este contexto tan lleno de presupues
tos se desarrolla el Estado-nadón hasta convertirse en «la más grande
agrupación social de las conocidas hasta la fecha que ha conseguido
hacer razonables los sacrificios que implica la redistribución de la
riqueza».78Son precisamente las artifidales condidones de la aparidón
de la condenda nadonal las que hablan en contra del supuesto derro
tista de que la solidaridad entre dudadanos extraños sólo puede pro
ducirse dentro de las fronteras de una nación.79 Si esta forma de
identidad colectiva se debe a ese aumento en el grado de abstracdón
de las formas de condenda que va desde las formas locales y dinásticas
8 0. Las impulsos que desde la izquierda se han dado a un debate de este tip o son
hasta ahora muy débiles. Véase P. Gowan, P. Anderson (com ps.), The Question o f
Europe, Londres, 1997.
TF
LA
C O N S T E LA C IO N
saber, por la competencia entre las grandes potencias, por las relacio
nes imperiales entre las metrópolis y las colonias y, sobre todo, por el
antagonismo y la guerra entre las naciones. Estos conflictos, a menu
P O S N A C IO N A L
do llevados hasta extremos mortíferos, han sido también un aguijón
para propiciar un descentramiento de la propia perspectiva, un
impulso para la reflexión y para el distandamiento de ideas preconce
Y EL
bidas, un motivo para la superadón del particularismo, para aprender
formas tolerantes de trato con los demás y para institucionalizar las
FUTURO
diferencias. Estas experiencias con formas logradas de integración
DE
sodal han dejado su impronta en la autocomprensión normativa de
LA
la modernidad europea, un universalismo igualitario que -a nosotros, D E M O C R A C IA
81. S. Sassen, G lobalization and its Discontents, Nueva York, 1998, pág. 199.
bien, del deseo de que el Estado asuma tareas regulativas, ya sea en los
mercados financieros globalmente conectados o en el terreno de las
infraestructuras y servicios que necesitan las ciudades de las que las mul 137
LA CONSTEtACIÓN
vas economías nadonales, es decir, a mejorar las condidones de reva-
lorizadón del capital.
Otra cosa sería si la política pudiera influir en la misma forma en
que tiene lugar la competenda entre las distintas economías nadona
POSNACIONAL
les. Pero, bajo las actuales drcunstandas, ni siquiera es posible ponerse
de acuerdo acerca de los impuestos que gravan las transacdones con
ganandas especulativas. Tanto más difícil es, por lo tanto, imaginarse
Y EL FUTURO
una organizadón o una conferenda permanente mediante la cual los
gobiernos de los Estados de la OCDE, por ejemplo, pudieran llegar a
un acuerdo sobre un marco común para las leyes tributarias nadona
les. Un sistema internacional de negociación que limite una de las DE LA D EM O C R A C IA
82. Sassen: «El poner el énfasis en el lugar, y particularmente en el lugar que yo llam o
"ciudades glo b a le s", pone en prim er plano el hecho de que muchos de los recursos
necesarios que se requieren para actividades económicas globales no son hipermóviles
y podrían, en principio, someterse a una regulación efectiva... Una reorientación de la
regulación hacia infraestructuras y complejos de producción en el contexto de la glo
balización contribuye a un análisis de las capacidades regulatorias de los Estados que
difiere significativamente de aquellos enfoques centrados en la hipermovilidad del pro
ducto y las telecomunicaciones globales». Op. cit., págs. 202 y sigs.
En este sentido, los vínculos de unión que la ONU crea entre los Esta
dos miembros son muy débiles. Le falta la cualidad que tendrí^ una
comunidad de ciudadanos cosmopolita que puede legitimarse y exi
gir decisiones políticas importantes sobre la base de una formación
democrática de la voluntad y de la opinión. Incluso se podría cuestio
nar si sería deseable un Estado mundial de esas características. Las
especulaciones sobre un orden mundial pacífico, que han ocupado a
la filosofía desde la famosa propuesta del Abbé Saint'-Pierre (1729)
hasta nuestros días, conducen regularmente a la prevención ante un
poder mundial despótico.83Pero una mirada a la situación, la fundón
y la constitudón de la organizadón mundial nos enseña que esta preo-
cupaaón carece de fundamento.
Hoy día la ONU incorpora Estados miembros que presentan dife
rencias extremas entre sí, si se los mide de acuerdo con su cantidad y
densidad de pobladón, con d tipo de legitimidad poh'tica que confie
ren a sus gobiernos, o por el grado de su desarrollo económico. En la
Asamblea General cada Estado dispone de un voto, pero en la compo
sición del Consejo de Seguridad y el derecho de voto de sus miem
bros se ponen de manifiesto las verdaderas reladones de poder. Los
estatutos obligan a los gobiernos nacionales a la observanda de los
derechos humanos, al respeto redproco de su soberanía y a la renun-
da al empleo de la fuerza militar. Al convertir en crímenes las gue
rras de agresión y los atentados contra la humanidad, los sujetos del
derecho intemadonal han perdido la suposidón general de inocen
cia. Las Naciones Unidas no disponen ni de un tribunal criminal
intemadonal permanente (que predsamente ahora se está poniendo
en marcha en Roma), ni de fuerzas armadas propias. Pero pueden
imponer sandones y otorgar mandatos para la realización de inter-
vendones humanitarias.
La ONU surgió tras la Segunda Guerra Mundial con la finalidad de
prevenir nuevas guerras. La fundón de garantizar la paz estaba, desde
el prindpio, ligada al intento político de realizar los derechos huma
nos. A la tarea de prevenir las guerras se le han añadido, entre tanto,
los problemas relativos a la seguridad medioambiental. Pero tanto el
LA
Los partidarios de una «democracia cosmopolita»84persiguen tres
C O N S TE LA C IÓ N
fines: primero, la creación del estatus de ciudadanos del mundo, que
pertenecen a la organización mundial no sólo por la mediación de los
Estados de los que son ciudadanos, sino que están representados en un
P O S N A C IO N A L
Parlamento mundial a través de sus representantes elegidos; segundo,
la introducción de un tribunal internacional penal dotado de las com
petencias habituales, cuyas sentencias sean vinculantes también para
Y EL
los gobiernos nacionales; y finalmente la transformación del Consejo
FUTURO
de Seguridad en un ejecutivo con capacidad de acdón.85Pero induso
una organizadón mundial reforzada de este modo y con una legitimi
DE
dad ampliada sólo podría actuar más o menos efectivamente en
LA
8 4. D. Held, D emocracy and the G lobal Order, Cambridge, 1995, págs. 267-287
(tra d .c a s t.: La democracia y el orden global, Barcelona, Paidós, 1997).
8 5. D. A rchibugi, «From the United Nations to Cosmopoiitan Democracy», en: D.
Archibugi, D. Held (comps.), Cosmoplitan Democracy. An Agenda fo r a New W orld
Order, Cambridge, 1995, págs. 121 -1 6 2; D. Held, Democracy and the New Interna
tio n a l Order, págs. 96-120.
tica, poder distinguir, por lo menos a los que son miembros de la
misma de los que no lo son. El concepto autorreferendal de autodeter-
14o minadón colectiva señala el espado lógico que ocupan los dudadanos
unidos democráticamente como miembros de una particular comuni
dad política Y aunque una tal comunidad se constituya a partir de los
prindpios universalistas del Estado constitudonal democrático, desa
rrollará una identidad colectiva, de modo que los prindpios universa
listas serán interpretados y puestos en práctica a la luz de su historia y
en el contexto de sus formas de vida. Esta autocomprensión ético-polí
tica de los dudadanos de una determinada comunidad política es la
PO S N A C IO N A L
86. La conciencia cosm opolita podría acaso a d q u irir una form a correcta mediante
una delim itación en la dimensión tem poral, por ejemplo, al estilizarse la distancia del
presente con respecto a un pasado dominado por el Estado-nación.
8 7. Habermas, O/e Einbeziehung des Anderen, págs. 2 2 0 -2 2 6 (tra d . c a s t.: La
inclusión del otro, Barcelona, Paidós, 1 9 9 9 ).
8 8. Ch. Taylor, «A W orld Consensus on H um an Ríghts?», en Dissent, verano de
1996, págs. 15-21; J. Habermas, «Remarkson Legítimation through Human Rights»,
en: Ph'üosophy and S o cia l C riticism , 2 4, 1 9 9 8 , págs. 1 5 7 -1 7 2 ; sobre ei mismo
tem a, véase ta m b ié n Th. A. M cC arthy, On R eco n cilin g C osm opolitan U n ity and
N ational D iv e rs ity lMs. 1 9 9 8 ); véanse págs. 169 -1 9 1.
mundo entero acerca de los derechos humanos no puede fundamentar
ningún equivalente serio de la solidaridad entre los ciudadanos de un Esta
do, surgida del marco que representa la nadón. Mientras que la solidari 141
LA
tiene hasta ahora un carácter reactivo, ya que el consenso cosmopoli
CONSTE
ta queda asegurado ante todo por el sentimiento de indignación que
produce la violación de derechos, mediante la represión estatal y las
(
violaciones de los derechos humanos. Una comunidad jurídica inclu
ÓN
P O S N A C IO N A L
siva de ciudadanos del mundo que, sin embargo, esté organizada en el
espacio y el tiempo se diferencia ciertamente de la comunidad uni
versal de personas morales, los cuales ni necesitan una organización
Y EL
ni son aptos para ella. Por otra parte, esta comunidad cosmopolita no
podría conseguir el grado comparativamente sólido de integración de
FUTURO
una comunidad estatalmente organizada con identidad colectiva pro
DE
pia. No veo ningún impedimento de tipo estructural para la extensión LA
una parte, con los procesos en d interior dd Estado de los que dependen
los respectivos gobiernos, pero, por otra, los adaptan al marco político
de la organizadón mundial De esta forma, por lo menos, surge la pers
pectiva de una política interior mundial sin gobierno mundial, pre
suponiendo que se logre daridad sobre dos problemas. Uno es un
problema de prindpios y el otro de naturaleza empírica, a) ¿Cómo es
posible una legitimadón democrática de las decisiones más allá del
LA
C O N S T E LA C IÓ N
esquema de organizadón estatal? Y b ), ¿bajo qué condidones puede
transformarse rápidamente la autocomprensión de los actores capaces
de acdón global de forma que los Estados y los sistemas supranaaona-
P O S N A C IO N A L
les se entiendan cada vez más como miembros de una comunidad que,
como tales, no tienen más alternativa que una consideradón de sus
recíprocos intereses y una defensa de los intereses generales?
Y EL
a) Tanto en la tradidón republicana como en la liberal, la partidpa-
FUTURO
dón política de los dudadanos es entendida en un sentido esencial
DE
mente voluntarista: todos deben tener las mismas posibilidades, todos
LA
deben hacer valer efectivamente sus preferencias o poder expresar D E M O C R A C IA
LA
C O N S T E t m CIÓN
badón y la reelecdón, no deben ser castigadas si ya no trabajan en el
marco de políticas tendentes a la «independenda nacional», sino de
aquellas que inserten las mismas dentro de los procedimientos coope
P O S N A C IO N A L
rativos de una comunidad cosmopolita. Las innovaciones no tienen
lugar si las élites políticas no encuentran también eco en las orienta-
dones valorati vas previamente reformadas de sus pueblos. Pero si la auto-
V EL
comprensión de los gobiernos capaces de acción global sólo puede
cambiar bajo la presión de un transformado dima político interior, la
FUTURO
pregunta decisiva es si en las sociedades civiles, y en las opiniones
DE
públicas políticas de las sodedades de gran formato -en Europa y en
LA
la República Federal-, puede llegar a desarrollarse una condenda cos D E M O C R A C IA