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El Mandato Superior
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo:
Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Mateo 28: 18-20
Introducción
Antes de ascender al cielo el Señor dio una instrucción precisa, la cual se consigna en
Mateo 28: 18-20. Allí, Él asegura que su poder está por encima de cualquier poder en
la tierra, indica cómo cumplir el mandato y les promete su presencia. Es de esta
manera que Jesús determina que la enseñanza es la estrategia por excelencia para
crear una revolución; para derrotar a un régimen no es necesario un enfrentamiento
militar, sino enseñar a la gente (Teoterapia social). Muchos regímenes basan su poder
en la ignorancia del pueblo, pues sin formación es fácilmente manipulado. Esto nos
deja ver la importancia de enseñar y cumplir el Mandato Superior.
1. ¿Por qué enseñar?
Un pueblo perece por falta de conocimiento (Oseas 4: 6); esto lo comprendía
claramente el Señor. Es así que Jesús enseñaba a donde quiera que iba, porque sabía
que la enseñanza era lo único que haría que el pueblo no fuera desechado por Dios.
Naturalmente, al régimen de la época no le caía en gracia su labor. Sin embargo, no
encontraban delito en Él; lo que les preocupaba era que le enseñara al pueblo (Lucas
23: 4-5). Entonces, un hombre que “piensa” y enseña se convierte en peligro para los
regímenes del mundo; pero tenemos la seguridad de que enseñar no es un delito y es
la mejor forma de aportar a nuestra sociedad.
2. La responsabilidad de enseñar
Enseñar no es lograr aceptación de la gente acudiendo al carisma, lo cual sería
irresponsable con el pueblo. Para hacerlo de la mejor manera se deben tener ciertas
cualidades. Estas son las características del que enseña: