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Conclusiones. La economía argentina y su crisis (1976-


2001). Visiones institucionalistas y regulacionistas

Chapter · January 2004

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CONCLUSIONES
LA CRISIS ARGENTINA (1976-2001):
LECTURAS INSTUTUCIONALISTAS Y REGULACIONISTAS
Robert Boyer y Julio César Neffa

I NTRODUCCIÓN
Los diferentes capítulos compilados en esta publicación aportaron conocimien-
tos sobre la mayor parte de los componentes de la crisis argentina. Creemos que
ha llegado el momento de intentar sacar algunas conclusiones generales.
La puesta en perspectiva histórica, a la cual proceden la mayoría de los auto-
res, ilumina la situación actual de manera muy interesante. Durante la última dé-
cada no solo se sucedieron una serie de conmociones desfavorables, sino que la
adopción de la convertibilidad redujo la autonomía y las variables de acción de la
política económica, en una época marcada por una sucesión de shocks financie-
ros, tecnológicos y geopolíticos. La crisis desencadenada en diciembre de 2001
fue muy grave porque dio testimonio de la incapacidad para funcionar de mane-
ra adecuada del régimen de acumulación implícito en la adopción de la “Caja de
Conversión” (I).
Pueden observarse destacadas convergencias en los enfoques de los diversos
autores, a pesar de que todos ellos estén lejos de adoptar los mismos conceptos y
métodos. Todos comparten un enfoque que se podría calificar como instituciona-
lista, por oposición a los autores para los cuales el análisis de la competencia y el
grado de ortodoxia de la política económica son suficientes para caracterizar las
bondades y las desgracias de la economía argentina (II).
Se puede intentar sintetizar las características de los años noventa desde el pun-
to de vista de la teoría de la regulación; se inscribe dentro de la corriente institu-
cionalista y se concentra sobre la tipificacción de los regímenes de acumulación
y su crisis; y está especialmente adaptada para dar cuenta de la periodización de
los regímenes económicos que se han sucedido en Argentina desde hace un siglo.
De hecho, la casi totalidad de los autores del libro aportan en este aspecto una ca-
racterización finalmente muy precisa de los orígenes de la crisis que estalla en di-
ciembre de 2001 (III).
En contrapartida, la problemática regulacionista se ve enriquecida por la con-
frontación con la historia económica y financiera de este país. En efecto, si Ar-
gentina comparte ciertas características con otros países de América Latina, su
trayectoria es ampliamente original y aporta resultados nuevos acerca de una
704 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

cuestión central desde los años noventa: ¿cómo puede establecerse un modo de
regulación en ausencia de una estabilización de las opciones sobre el futuro, ha-
bida cuenta de las grandes incertidumbres que originan las evoluciones previsi-
bles a mediano y a largo plazo ? (IV).
Mientras que los observadores contemporáneos tienen tendencia a sobreestimar
la novedad de la crisis actual, la retrospectiva de las fases de expansión y de de-
presión que ha experimentado la Argentina no deja de señalar un paralelo con
ciertos episodios anteriores. Es en ese sentido que la teoría de la regulación pro-
pone la noción de trayectoria nacional : más allá de la sucesión de regímenes de
acumulación con lógicas contrastadas -rentista, basada en la sustitución de impor-
taciones, parcialmente intensiva orientada al acceso de los asalariados al consu-
mo masivo, potencialmente intensiva, impulsada por las exportaciones- se repi-
ten un cierto número de características claves en materia de procesos políticos y
de fragilidades institucionales (V).
Estos rasgos ¿son propios de Argentina o caracterizan de manera más general
a muchos países de América latina? A este respecto es interesante extraer algunas
enseñanzas de las comparaciones que proponen algunos de los autores: de hecho,
las comparaciones en un enfoque regulacionista sugieren una notable diferencia-
ción entre las trayectorias mexicana, brasileña y argentina. Por su parte, trabajos
recientes sobre el perfil institucional de los países desarrollados y en vías de de-
sarrollo, también hacen aparecer a Argentina en un lugar original (VI).
Sin embargo, la detección de ciertas invariantes en la historia argentina y de las
especificidades de este país, no deberían constituir una excusa para no tomar en
cuenta las novedades del período reciente. En efecto, es importante explicitar los
contornos de la recomposición institucional y política y elaborar algunos escena-
rios que se basen sobre la emergencia de regímenes diferentes.
Más allá de la recuperación coyuntural consecutiva al derrumbe de diciembre
de 2001, se plantea el problema fundamental de la viabilidad a largo plazo de los
compromisos políticos con la dinámica de la acumulación (VII).
Por encima de la diversidad de métodos y de temas abordados surgen cuatro
originalidades de los trabajos compilados en esta obra: proporciona un potente
antídoto a la creencia según la cual los principios del consenso de Washington de-
finieron una orientación estratégica válida en todo tiempo y lugar. Con el auge de
la globalización financiera y de las potencialidades de las tecnologías de la infor-
mación y las comunicaciones, tiende a prevalecer el corto plazo en el análisis de
los economistas e incluso en la mayoría de los investigadores en ciencias socia-
les, lo que contrasta con la utilidad de una puesta en perspectiva histórica de lar-
go plazo, para detectar las fuerzas que condujeron al derrumbe de la economía ar-
gentina. A esta segunda característica hay que agregar una tercera: el análisis de
los encadenamientos económicos está sumergido en la densidad de las relaciones
sociales y de los compromisos institucionalizados, de manera que los resultados
IX. Conclusiones 705

macroeconómicos no dependen solamente de la perfección de la competencia en


un conjunto de mercados, sino de la viabilidad de una arquitectura institucional.
Por último, mientras la mayoría de los macroeconomistas tratan la política eco-
nómica y las reformas institucionales como el simple reflejo de un principio de
racionalidad, expresión del interés general, los autores aquí reunidos subrayan el
origen y las consecuencias políticas de las decisiones económicas que se adopta-
ron a comienzos de los años 90 para dominar la inflación.

I. L A CRISIS ARGENTINA VISTA DESDE UNA PERSPECTIVA HISTORICA


L A LARGA BÚSQUEDA DE UN RÉGIMEN INTENSIVO

Durante la segunda posguerra, el modo de desarrollo fue de tipo extensivo y


podría caracterizarse por su tinte nacionalista, industrializante, protector de las
manufacturas domésticas, con una fuerte presencia de la economía, que intervie-
ne como planificadora y productora, a través de numerosas empresas públicas
fruto de creaciones, confiscaciones y nacionalizaciones; una economía centrali-
zada en el mercado interno, para lo cual impulsó el incremento de los salarios rea-
les por encima de la tasa de crecimiento de la productividad y una redistribución
funcional del ingreso favorable a los trabajadores asalariados, que se acompañó
con políticas sociales generosas en materia de educaciòn, salud pública y seguri-
dad social, mejorarando objetivamente las condiciones de trabajo y de vida de
vastos sectores de la población.
Sin embargo, el régimen de acumulación siguió siendo predominantemente ex-
tensivo, sin que el incremento de la productividad y la distribución de sus frutos
permitiera un consumo masivo de bienes durables, en forma similar a lo que in-
ternacionalmente se denominó “fordismo”. Una importante restricción externa
fue de tipo geopolítico, dado que por desconfianza hacia la política exterior del
gobierno argentino, EEUU puso obstáculos al reequipamiento en materia de bie-
nes de producción e insumos industriales.
El proceso de ISI se consolidó a tal punto que en 1953, luego de superar la cri-
sis de 1952 originada en la reducción de las exportaciones por las prolongadas se-
quías, se reinició el período de crecimiento basado en la dinámica del sector in-
dustrial, durando hasta 1975. Pero a pesar de ello, el proceso de industrialización
sustitutivo de importaciones (ISI) no pudo consolidarse y avanzar en cuanto a las
exportaciones, por causa de varios factores: la fuerte dependencia con respecto a
las materias primas, insumos y bienes de capital importados, debido al escaso de-
sarrollo de la sección productiva nacional de bienes de producción; la débil arti-
culación entre las secciones productivas; el bajo crecimiento de la productividad
por las escasas tasas de inversión y de incorporación de innovaciones tecnológi-
cas y organizacionales; dificultades para mejorar la calidad y cumplir de manera
706 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

estricta con los plazos de entrega; el predominio de empresas de pequeña y me-


diana dimensión gestionadas de manera tradicional, que no podían lograr consi-
derables economías de escala, elevados estándares de calidad y la reducción de
los costos unitarios; a todo esto se podría agregar la inexistencia de una burgue-
sía industrial nacional de carácter innovador, que compensara el comportamiento
burocrático e ineficiente del Estado en tanto productor de bienes y servicios.
El resultado final fue que entre 1976 y 1989 se instaura un régimen de acumu-
lación de tipo extensivo que se caracterizó por un crecimiento lento, con elevada
inflación, cuyas causas pueden atribuirse al incremento de la demanda interna
frente a la rigidez de la oferta, que había consolidado una estructura del sistema
productivo con una industria fuertemente dependiente de las importaciones de in-
sumos y bienes de producción; las exportaciones especializadas en productos del
sector primario con ventajas comparativas estáticas, que utilizaban de manera in-
tensiva los recursos naturales, pero tenían poco contenido en empleos y con pre-
cios que variaban y se fijaban exógenamente; el déficit crónico de la balanza co-
mercial que obligaba a hacer periódicos ajustes recurriendo a la devaluación (los
procesos de “stop and go”).
La dictadura militar (1976-83) introdujo fuertes cambios respecto del modo de
desarrollo precedente, por su carácter represivo de los movimientos sindicales y
de la guerrilla urbana, y revalorizó el papel del mercado frente al estado como
mecanismo para la mejor asignación de los recursos y en cuanto a la satisfacción
de las necesidades sociales que habían caracterizado al precedente estado de bie-
nestar. Recurrió al endeudamiento externo para hacer frente a la crisis fiscal im-
pulsada por el creciente equipamiento de las fuerzas armadas, implantó disposi-
tivos monetarios y financieros para apreciar la moneda frente al dólar, con lo cual
estimuló las importaciones y encareció el crédito; dio comienzo a un proceso de
apertura de la economía para hacer frente a las rigideces antes mencionadas; re-
dujo las barreras tarifarias y no tarifarias para bienes manufacturados, sometien-
do a fuertes presiones a las PYME industriales, al mismo tiempo que promovía
la concentración económica para atraer inversiones extranjeras y aumentar la
competitividad.
Durante ese período la relación salarial fue la forma institucional más vulnera-
da. La represión de los militantes políticos y dirigentes sindicales, la intervención
militar en las organizaciones sindicales, la modificación de la ley de Contrato de
Trabajo para suspender derechos adquiridos, la interrupción de los procesos de
negociación colectiva y de la vigencia de la ley del Salario Mínimo Vital y Mó-
vil, se dieron conjuntamente con un disciplinamiento y mayor control dentro de
las empresas, todo lo cual provocó al mismo tiempo la intensificación del traba-
jo, una reducción del salario real, así como de la participación de los asalariados
en el ingreso nacional y un deterioro del salario indirecto provisto por el sector
público y las obras sociales sindicales. El modo de desarrollo extravertido debi-
IX. Conclusiones 707

litó al sector industrial, provocando el cierre de numerosas PYME, con lo cual la


estructura productiva se concentró y terciarizó, generalizándose como medios de
subsistencia, el trabajo en negro y los trabajos por cuenta propia.
Los conflictos con Chile, la derrota en la guerra de Malvinas y la crisis econó-
mica señalaron el ocaso del gobierno militar, que se vio obligado a convocar a
elecciones generales, donde se impuso la Unión Cívica Radical que condujo los
destinos del país entre 1983 y 1989. En ese lapso las tensiones con las fuerzas ar-
madas fueron permanentes, lo que cuestionó la estabilidad constitucional. Duran-
te ese período se hizo notar la pesada herencia recibida: una estructura económi-
ca reprimarizada, fuerte déficit del comercio exterior, peso creciente de la deuda
externa sobre las cuentas fiscales, un sector industrial dependiente de las impor-
taciones y desarticulado, fuertes restricciones para lograr un elevado crecimiento
del producto y de las exportaciones debido a la baja tasa de inversión, una eco-
nomía concentrada, donde los grandes grupos económicos de capital nacional y
las empresas transnacionales tenían una influencia determinante sobre la política
económica; débil crecimiento y estancamiento del producto bruto industrial y un
fuerte proceso (hiper) inflacionario que actuó como mecanismo de redistribución
del ingreso, generando un trauma social que permanece todavía presente en el
imaginario de la población. Hacia el final del período había aumentado la deso-
cupación bajo todas sus formas y marcaron récord los porcentajes de personas por
debajo del índice de pobreza y de indigencia.
Frente a los acelerados e importantes cambios productivos operados en los paí-
ses capitalistas industrializados (PCI) y en los nuevos países industriales (NIC),
la industria nacional sustitutiva proveía la casi totalidad de bienes de consumo no
durable y una alta proporción de materias primas e insumos intermedios a cargo
de empresas públicas; y en cambio una escasa cantidad de bienes de consumo du-
rables baratos, modernos y de calidad que predominaban en los PCI y una baja
cantidad de los bienes de producción con nuevas tecnologías incorporadas nece-
sarios para la industria.
Es decir que a lo largo de la historia económica que culmina en 1989, no exis-
tió un verdadero régimen de acumulación intensivo, coherente y estable, donde el
crecimiento estuviera determinado por un consumo generalizado de bienes dura-
bles por los asalariados.

E L RÉGIMEN DE CONVERTIBILIDAD

De manera inicial, el modo de desarrollo comprendido entre julio 1989, o más


precisamente abril de 1991 y diciembre de 2001, podría caracterizarse como la
conjunción de un régimen de acumulación intensivo, concentrador de ingresos e
inspirado en ideologías neo-liberales pro-mercado, y un modo de regulación do-
minado por las finanzas, extravertido, con una relación salarial competitiva.
708 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

El contexto internacional era en principio favorable debido a la existencia de


capitales ociosos disponibles para dirigirse a los mercados emergentes potencial-
mente rentables y a las bajas tasas de interés vigentes en los principales centros
financieros internacionales.
Los objetivos buscados se fueron definiendo en los dos primeros años de go-
bierno, con el ánimo de generar confianza en los países capitalistas industrializa-
dos y ante los organismos financieros internacionales. Los propósitos manifesta-
dos fueron ambiciosos y podrían resumirse así: achicar la planta de personal del
estado y reducir su participación directa en la economía; privatizar las empresas
públicas para modernizar la infraestructura de servicios; fortalecer el libre funcio-
namiento de los mercados; combatir la inflación; reducir el déficit fiscal; estabi-
lizar las grandes variables económicas y acelerar las tasas de crecimiento del pro-
ducto; abrir la economía para combatir la inflación, abaratando el ingreso de ma-
terias primas e insumos; introducir bienes de producción modernos para aumen-
tar la productividad, reducir los costos, y desarrollar las exportaciones de bienes
primarios en los cuales el país tuviera ventajas comparativas; promover el ahorro
y la inversión internas y atraer capitales extranjeros asegurándoles iguales condi-
ciones que a los capitales nacionales, brindando protección al derecho de propie-
dad, ofreciendo garantías de movilidad y facilidades impositivas.
Las medidas de política adoptadas inicialmente estuvieron estructuradas a par-
tir de dos importantes leyes: de Emergencia económica y de Reforma del estado,
seguidas por una serie de reformas estructurales inspiradas en el Consenso de
Washington, tendientes a revalorizar el papel optimizador de las libres fuerzas del
mercado pero aplicadas de manera drástica, con un elevado grado de desproliji-
dad e impregnadas por prácticas generalizadas de corrupción. El Plan Bonex fre-
nó la indexación de los créditos y permitió la inmovilización de los depósitos a
plazo fijo. Pero la medida decisiva fue la Ley de Convertibilidad, estableció una
tasa de cambio fijo de un peso apreciado respecto del dólar norteamericano, limi-
tando las funciones del BCRA para emitir dinero si no se disponía de su equiva-
lente reserva en divisas, para compensar el déficit fiscal y actuar como prestamis-
ta de última instancia. Esta norma se adoptó mientras en el nivel internacional
predominaban tasas de cambio flexible, que permitían su modificación para ha-
cer frente a los desequilibrios de la balanza de pagos.
Las demás medidas pueden resumirse así: privatizaciones de todas las empre-
sas públicas y la mayoría de los bancos de los estados provinciales, a bajo precio
y asumiendo el Estado los pasivos acumulados; para volverlas atractivas se redu-
jo antes el número de obreros y empleados (despidos, jubilaciones anticipadas,
estímulo a los retiros voluntarios); pero los entes reguladores encargados de con-
trolar el cumplimiento de los contratos en términos de inversiones, fijación de ta-
rifas, atención a los clientes y usuarios se constituyeron tardíamente; desregula-
ción de todos los mercados para facilitar la movilidad de los capitales, excepto el
IX. Conclusiones 709

de trabajo; amplia apertura aduanera y rebaja de aranceles para facilitar el ingre-


so de los insumos industriales y de bienes de consumo de todo tipo; disminución
de las atribuciones y de la planta de personal del estado nacional; reforma tribu-
taria para compensar las fuertes tasas de evasión y concentrar la estructura impo-
sitiva en unos pocos impuestos fáciles de recaudar, entre los cuales sobresalió el
IVA, cuyo porcentaje se duplicó; se implementó la reforma financiera para esti-
mular el ingreso de capitales y asegurarles una elevada rentabilidad.
La mayoría de las privatizaciones de empresas publicas se justificaron aducien-
do su comportamiento monopólico u oligopólico, su peso creciente en las cuen-
tas fiscales, la baja productividad, el alto costo, la mala calidad del servicio, sos-
pechas de corrupción en las relaciones con los contratistas y el nepotismo y la
presión sindical en la designación de los empleados y las promociones internas.
Sin embargo, las reformas de la relación salarial fueron sin duda las que más
distinguieron este modo de regulación respecto de los precedentes gobiernos jus-
ticialistas: pasó a ser una forma institucional dominada por la inserción interna-
cional y la moneda. Por un decreto se impidió la indexación y todos los aumen-
tos de salarios no justificados por un previo incremento de la productividad; se
dictaron numerosas leyes y decretos para reducir derechos adquiridos, flexibili-
zar el uso de la fuerza de trabajo y reducir los costos laborales directos e indirec-
tos. Dentro de las empresas se instauraron innovaciones tecnológicas y organiza-
cionales orientadas a intensificar el trabajo, disciplinar y controlar más eficaz-
mente a los asalariados y aumentar la productividad. Se transformó el sistema de
previsión social introduciendo el régimen de capitalización (AFJP) mediante el
cual la mayor proporción de los aportes se dirigió hacia el sector financiero pri-
vado, mientras que en el corto plazo la mayoría de los pagos en concepto de ju-
bilaciones y pensiones del régimen de reparto quedó a cargo del estado, lo que in-
crementó el déficit fiscal. Se privatizó el sistema de prevención de los riesgos
ocupacionales (ART) y se modificó el área de influencia de las obras sociales sin-
dicales abriendo ampliamente el espacio de los servicios de educación y de salud
para las empresas comerciales. Todas esas medidas estaban encaminadas a redu-
cir los costos laborales y ese objetivo se logró finalmente en términos absolutos,
pero medidos en dólares, en virtud de la convertibilidad, estos siguieron siendo
comparativamente elevados respecto de los vigentes en los países competidores.
Las condiciones necesarias para que el régimen de la convertibilidad pudiera
ser internamente coherente, permanecer y asegurar la acumulación de capital, po-
drían formularse de la manera siguiente: aceptación del bimonetarismo y de la ta-
sa de cambio fija por parte de los agentes económicos; control de la inflación me-
diante restricciones a la emisión monetaria y la apertura económica; disminución
del déficit fiscal mediante el aumento de la presión impositiva y la reducción del
gasto público social; fuerte incremento de las exportaciones tradicionales; intro-
ducción de innovaciones tecnológicas y organizacionales (las TIC´s); desarrollo
710 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

de las inversiones directamente productivas para aumentar la productividad, lo-


grar economías de escala, reducir los costos unitarios de producción, aumentar las
exportaciones no tradicionales y fortalecer la demanda interna por medio del in-
cremento de los ingresos en función de la productividad (cf. Chudnovsky).
Pueden identificarse varios subperíodos tomando en consideración la evolución
del producto y el impacto de las crisis financieras internacionales. Luego de dos
años de transición (1989-90), siguieron tres años de fuerte crecimiento (1991-94),
hasta el shock externo provocado por la crisis mexicana; el año 1995 se produjo
una fuerte recesión, seguida por dos años de crecimiento (1996/97), interrumpi-
dos por un fuerte período de recesión y deflación a partir de 1998.
Cuando se intenta hacer un balance, los costos aparecen como más fuertes que
los beneficios. Las medidas de política fueron relativamente eficaces en cuanto al
control de la inflación, la reducción del déficit fiscal, el volumen de ingreso de
capitales extranjeros, el desarrollo de las exportaciones tradicionales y el incre-
mento de la productividad.

L AS MÚLTIPLES FRAGILIDADES DEL NUEVO RÉGIMEN

Consideramos de utilidad recapitular el conjunto de problemas puestos en evi-


dencia por los participantes en el Seminario.
• La progresiva retirada del estado como productor de bienes y de servicios y la
reducción de sus herramientas de política económica, debido a que la ley de
Convertibilidad y la carta orgánica del BCRA le impidieron introducir modifi-
caciones de la tasas de cambio en caso de desequilibrios de la balanza de pagos
o devaluaciones en los países competidores y fijar tasas de interés que promo-
vieran la inversión.
• La escasez y el encarecimiento del crédito interno, que constituyeron un freno
al crecimiento, pues afectaron sobre todo a las PYME, dado que los grandes
grupos económicos y las ETN podrían recurrir al endeudamiento externo.
• Una mayor heterogeneidad estructural entre y dentro de sectores y ramas de la
economía, en términos del tamaño de las unidades productivas, la incorpora-
ción de innovaciones tecnológicas y organizacionales, la dotación de bienes de
capital, la productividad del trabajo, los mercados hacia los que dirigían la pro-
ducción y las tasas de ganancia (cf. Chudnovsky).
• La fuerte y vulnerable exposición del sistema productivo al impacto de los
shocks exógenos, debido a la extranjerización de la economía medida en térmi-
nos de la concentración e importancia del capital extranjero en los diversos sec-
tores y ramas de actividades estratégicas.
• El flujo de las inversiones extranjeras directas, el funcionamiento interno de los
mercados y los procesos de compras y fusiones, que consolidaron formas mo-
IX. Conclusiones 711

nopólicas y oligopólicas, debido a la concentración de la producción en manos


de GGE y de ETN, apoyadas por bancos y entidades financieras, en su mayo-
ría controlados por capital extranjero, que redujo el margen de maniobra de las
políticas públicas.
• La apertura indiscriminada del comercio exterior que permitió el ingreso de to-
do tipo de productos importados, contrajo el mercado para la industria nacional
provocando cierres y fusiones de las empresas menos competitivas, general-
mente de pequeña y mediana dimensión.
• La especialización de las exportaciones basada en la re-primarización de secto-
res y ramas de actividad, centrada en materias primas, insumos y productos ma-
nufacturados del tipo commodities, basados en el uso intensivo de recursos na-
turales, en los cuales el país contaba tradicionalmente con grandes ventajas
comparativas, pero cuyos precios eran fijados exógenamente y que, debido a su
naturaleza y al uso de innovaciones tecnológicas, tenían un bajo contenido en
trabajo.
• El elevado déficit del comercio exterior a pesar del incremento de las exporta-
ciones, que debía ser compensado con el ingreso de divisas proveniente de nue-
vas inversiones directas y del endeudamiento externo.
• El fortalecimiento de las tendencias a la desindustrialización y a la desarticula-
ción entre las ramas de la economía, debido a las dificultades para competir con
manufacturas importadas modernas, de buena calidad y bajos precios, a los al-
tos costos internos medidos en dólares y a la fuerte dependencia creada respec-
to de los insumos y bienes de producción importados.
• El fuerte incremento de los costos internos de producción, debidos a las eleva-
das tarifas de los servicios públicos privatizados, fijadas en dólares e indexadas
periódicamente respecto de la inflación norteamericana, que en ese período fue
muy superior a la argentina.
• El desequilibrio socio-económico entre las regiones geo-económicas, que se in-
crementó a pesar de que en varias provincias menos desarrolladas se obtuvie-
ran buenos resultados en cuanto a los anteriores indicadores de educación y sa-
lud.
• El incremento del déficit fiscal, a pesar de que la mayor presión impositiva
compensara el incremento del gasto primario, que se explica por el peso cre-
ciente de los compromisos derivados de la deuda externa y de las importantes
obligaciones financieras asumidas por el estado con motivo de la reforma del
sistema previsional.
• El endeudamiento al que los gobiernos nacional y provinciales no tuvieron ma-
yores alternativas para recurrir buscando cubrir el déficit ante la imposibilidad
de emitir dinero por parte del BCRA; este monto creció de manera considera-
712 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

ble a medida que pasaba el tiempo y aumentaba el riesgo país debido a las cri-
sis financieras internacionales y a la incertidumbre en cuanto al pago. Varios
gobiernos provinciales se vieron obligados a emitir monedas paralelas o bonos
para cubrir de esa manera el pago de sueldos de su personal, sin endeudarse.
• La disminución del consumo por parte de los asalariados, que presionó hacia
abajo la demanda interna debido a la política de disminución de los costos sa-
lariales, la reducción de los salarios directos reales a partir de 1994 (efecto te-
quila) y el incremento del IVA.
• Los cambios numerosos y considerables en cuanto al mercado de trabajo, debi-
do al incremento de la población económicamente activa, causado por el au-
mento de las tasas de participación femenina y el ingreso de trabajadores adi-
cionales para compensar el desempleo y la reducción de los salarios reales de
otros miembros de la familia; las tasas elevadas y persistentes de desocupación,
subocupación, trabajo no registrado y diversas modalidades del trabajo infor-
mal; el predominio de formas particulares de empleo (contratos de duración de-
terminada, trabajo a tiempo parcial, empleos contratados a través de empresas
de trabajo temporario, trabajo a domicilio) de tipo precario, sin garantías lega-
les de estabilidad; el aumento de la duración promedio de la jornada de traba-
jo; la prolongación de la duración promedio de permanencia en situación de de-
socupación.
• Fuerte aumento de los porcentajes de individuos y familias viviendo por deba-
jo de los índices de pobreza y de indigencia por causa de la reducción de los sa-
larios reales, la redistribución del ingreso en detrimento de los asalariados, la
magnitud de la desocupación y las demás formas de subutilización de la fuer-
za de trabajo unido a la insuficiente cobertura del seguro de desempleo y de las
políticas de protección social.
• Las orientaciones de la política económica, los procesos de concentración de la
producción y la centralización del capital que se desencadenaron, el peso de los
capitales extranjeros en el sistema productivo y en el sistema financiero y su
dominación respecto de las empresas argentinas, que no crearon las condicio-
nes para el surgimiento ni favorecieron la consolidación de una burguesía in-
dustrial nacional emprendedora que, en alianza con otros sectores de la socie-
dad civil, propusiera un modo de desarrollo viable alternativo.

L A ADOPCIÓN DE LA CONVERTIBILIDAD : ¿ ERROR DE DIAGNÓSTICO O


FRUTO DE LA ATRACCIÓN DE UN PROGRAMA POLÍTICO ?

Haciendo un análisis retrospectivo, es sorprendente la multiplicidad de errores


de diagnóstico y de apuestas aventuradas acerca de la viabilidad de un régimen
tan incierto, que surge de un listado incompleto.
IX. Conclusiones 713

• La ignorancia o la subvaluación de los procesos de mundialización del capital


y de financiarización de la economía, en virtud de lo cual las previsibles crisis
financieras exógenas y la volatilidad de los capitales, afectaron la economía ar-
gentina, dada la vulnerabilidad inherente a la convertibilidad y la estrategia ele-
gida para aumentar la competitividad. El comercio internacional estaba trans-
formándose de manera muy rápida pasando de una competitividad basada en
ventajas comparativas es decir sobre los costos, fijados exógenamente, a otra
centrada en la ventajas dinámicas o construidas a partir de la calidad, la nove-
dad, la adaptación a las necesidades de los clientes, la eficacia del servicio y el
cumplimiento de los plazos de entrega.
• La tasa de cambio decidida en conjunción con el proceso de apertura promovía
las importaciones de todo tipo y dificultaba las exportaciones compuestas por
productos fuertemente intensivos en el uso fuerza de trabajo, lo cual iba a dar
como resultado un déficit del comercio exterior, que para ser compensado re-
quería el ingreso de capitales extranjeros o el endeudamiento.
• Luego de varios años excepcionales, era previsible que de nuevo se deteriora-
ran los términos del intercambio para las economías primario-exportadoras.
• El comercio exterior argentino funcionaba de manera procíclica con el creci-
miento, es decir que en momentos de crisis disminuyen las importaciones de
bienes e insumos, salen capitales volátiles y luego de las devaluaciones aumen-
tan las exportaciones, hasta que al restablecerse el crecimiento y normalizada
la situación, vuelve a producirse el déficit.
• Los capitales disponibles en los países industrializados, en buena medida nutri-
dos por los fondos de pensión, antes de realizar nuevas inversiones en el país
para desarrollar las exportaciones y crear empleos como se esperaba, estaban
más atraídos por las elevadas tasas de ganancia y las posibilidades de entrar y
salir sin restricciones, ofrecidas por el sistema financiero y por la compra de
empresas públicas a bajo precio.
• Las dificultades creadas por las crisis financieras internacionales de la década
pasada (asiática, mexicana, rusa, y brasileña) despertaron inquietud en los mer-
cados financieros y se elevó la prima del riesgo país, reduciendo la oferta de
créditos y arrastrando un incremento de las tasas de interés.
• El incremento de la productividad por trabajador ocupado no fue la medida más
exacta de su evolución, dado que debido a la caída de los salarios reales se in-
crementó mucho la cantidad de horas extraordinarias, generalizándose la ten-
dencia de las grandes empresas industriales a subcontratar ciertas tareas y a ter-
cerizar la fabricación de piezas y subconjuntos. De manera que el cálculo ofi-
cial del incremento logrado de la productividad del trabajo estaba sobredimen-
sionado.
• Las elevadas tarifas de los servicios suministrados por las empresas privatiza-
714 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

das, fijadas en dólares e indexadas periódicamente respecto de las tasas de in-


flación estadounidenses, contribuyeron a incrementar los costos de producción,
disminuyendo las ventajas competitivas.
• Internamente, en términos absolutos, los salarios reales de la industria manu-
facturera disminuyeron, pero al estar fijados en dólares y con una tasa de cam-
bio fuertemente apreciada, fueron sumamente elevados respecto de los salarios
pagados en los países con los cuales se competía, lo que cuestionó la estrategia
de competitividad elegida.
• El deterioro de los salarios reales y la regresiva distribución del ingreso presio-
naron hacia abajo la demanda de bienes de consumo, impactando sobre el ni-
vel de empleo y la recaudación fiscal.
• Las empresas privatizadas incorporaron bienes de producción dotados con in-
novaciones tecnológicas y celebraron contratos de franquicias que provocaron
la salida de divisas para pagar la deuda y retribuir al capital, pero no generaron
al mismo tiempo en el país nuevos puestos de trabajo para dar empleo a inge-
nieros y tecnólogos argentinos.
• La proporción de la deuda sobre el producto bruto interno fue elevada, no dis-
minuyó a pesar del fuerte crecimiento logrado entre 1991 y 1994, y lo mismo
sucedió con la relación entre la deuda y las exportaciones, de manera que a pe-
sar del fuerte crecimiento económico logrado entre 1991 y 1998, exceptuando
el año 1995, se fue acumulando deuda cuyo peso dentro de las cuentas fiscales
fue considerable.
• Implícitamente se adhería al teorema de Schmidt, sobre el supuesto de que ha-
biendo una clase empresaria lúcida, la redistribución del ingreso daría lugar a
mayores tasas de ahorro que luego se convertirían rápidamente en inversiones
directas en el sector productivo de bienes y más tarde crearían empleos.
* * *
¿Cómo explicar que existiera tal cantidad de signos anunciadores de grandes
dificultades para este régimen? Según lo sugieren ciertos autores (cf. Carrera; Pa-
lombarini) es cierto que la convertibilidad no dejaba de tener ciertas ventajas pa-
ra el gobierno argentino. Era un medio para frenar la inflación, la sobrevaluación
del peso fue en un comienzo favorable al crecimiento del consumo de los secto-
res de ingresos medios y altos, los representantes del FMI terminaron por soste-
ner la estrategia argentina mas allá de las dudas que expresaban los analistas y co-
nocedores de la Argentina y, finalmente, las multinacionales europeas y nortea-
mericanas sacaban provecho de este régimen. Existen numerosas otras razones
que daban sustento a esa decisión, más allá de las dificultades que supuestamen-
te pudiera crear a término. Es suficiente, por otra parte, considerar que los respon-
sables políticos tienen un horizonte temporal más corto (fijado por las elecciones
próximas, las señales dadas por las encuestas, etc.) para que esta decisión, poten-
IX. Conclusiones 715

cialmente peligrosa, fuera adoptada de manera coherente con la racionalidad po-


lítica.

Cuadro 1. La convertibilidad: costos considerables a largo plazo, pero ventajas políti-


cas múltiples
Fuentes de fragilidad Razones de adopción y
fácilmente detectables mantenimiento
Factores estruc- 1. Articulación con la econo- 1. Medio de frenar la inflación
turales mía estadounidense : 2. Resultados primero favorables:
• Muy débiles lazos comercia- crecimiento del consumo
les 3. Límites percibidos por ciertos
• Relaciones sobre todo finan- analistas del FMI, pero apoyo
cieras político desde 1997.
• Tendencias divergentes de la 4. Ganancias de las multinaciona-
productividad les del G7 : rendimientos eleva-
2. Sin sustituto de las devalua- dos, ausencia de riesgo de cam-
ciones bio
• Incrementos de productivi-
dad que no están a la altura
de las necesidades de ajuste
• Necesidad de una fuerte pre-
sión sobre los salarios

Problemas de 3. Pérdida de la tasa de cam- 5. Debilidad de los debates de po-


ajustes coyuntu- bio y de la política moneta- lítica económica en el mundo
rales ria como instrumentos académico
4. Política fiscal devenida pro- 6. Primacía de los sectores con-
cícilica centrados en la representación
política
7. Dependencia respecto de
Estados Unidos del referencial
de política económica
8. Organización de los medios de
comunicación
9. Costo creciente del abandono
de la convertibilidad en términos
de legitimidad

II. E L APORTE DE LOS ENFOQUES INSTITUCIONALISTAS


U NA REFUTACIÓN DEL CONSENSO DE WASHINGTON
Más allá de las reticencias iniciales del FMI respecto de la instauración de la
Caja de conversión, en la segunda mitad de los años noventa Argentina se había
716 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

convertido en el buen alumno del establishment internacional: amplia apertura


del comercio, libertad completa de movimientos de capitales, privatización de los
servicios colectivos, credibilidad de un anclaje del peso sobre el dólar, moderni-
zación del sistema bancario e instauración de procedimientos de supervisión;
punto por punto, los responsables de la política económica argentina satisfacían
la chek list del consenso de Washington, tal como fue definida retrospectivamen-
te por O. Williamson. Entonces, ¿cuáles son las razones de tan brutal crisis como
la que estalló en diciembre de 2001?

El laxismo presupuestario: un falso culpable


La respuesta de los economistas de Washington no es ambigua frente a “la fa-
lla crítica y evitable de la política económica de la Argentina, que fue la causa
fundamental del desastre : la incapacidad crónica de las autoridades argentinas de
mantener una política fiscal responsable (...) El gobierno argentino actúa como un
alcohólico crónico: una vez que empieza de disfrutar los placeres politicos del
gasto financiado mediante déficit, sigue haciéndolo hasta alcanzar una situation
economica equivalente à estar totalmente ebrio” (Mussa 2002: 14-15). La demos-
tración del autor no es muy convincente, puesto que constata que de 1995 a 1998,
el déficit fiscal en porcentaje del PBI pasa del 3,4% a 2,1% y que la deuda en
porcentaje de ese mismo PBI crece de 35,9% a 41,4%. Su reproche consiste en
que el estado argentino no aprovechó el flujo de ingresos relacionados con las pri-
vatizaciones y un buen crecimiento para eliminar los déficit y comenzar a desen-
deudarse. Si ese era el principal factor, ¿qué se puede decir de la situación de los
países europeos en el curso del mismo período?
Todos los capítulos dedicados a la cuestión fiscal y al examen de las cuentas
públicas aportan un desmentido radical a esta fácil interpretación: el menemismo
se inscribirá en la tradición de los gobiernos populistas latinoamericanos que tra-
tan de obtener la adhesión de la opinión pública mediante un laxismo presupues-
tario, y terminará siendo contradictorio con la institución de la Caja de conver-
sión. De esta manera, la crisis de diciembre de 2001 no sería sino un ejemplo su-
plementario de las crisis del primer tipo (Krugman, 1979): un financiamiento mo-
netario del déficit público precipitaría una inflación responsable de la explosión
del régimen de tipo de cambio fijo. Esto ignoraba que precisamente la inscripción
en la ley del principio de convertibilidad, prohibía todo refinanciamiento del dé-
ficit fiscal por parte del Banco Central.
De una manera más precisa, los estudios detallados refutan completamente di-
cho diagnóstico:
• En el curso de la década de los noventa se observa en promedio un pequeño ex-
cedente primario, el déficit corriente es el resultado del aumento de las tasas de
IX. Conclusiones 717

interés, por el hecho del progresivo incremento de la prima de riesgo (ibidem,


p. 8) (cf. Gaggero).
• La pérdida de ingresos asociados a la privatización de una parte del sistema ju-
bilatorio agrava de manera sensible el déficit del presupuesto público (cf. Gag-
gero). Si se corrige el presupuesto teniendo en cuenta esta disminución, Argen-
tina podría haber generado en 2000 un excedente primario de 3,3% del PBI, es
decir una situación comparable a la de Brasil (Hausmann, Velasco, 2002). Es-
te resultado, esencial para invalidar la hipótesis de una falta de control del pre-
supuesto público, está ampliamente confirmado por un número considerable de
autores.
• La información muestra que recién en 1997, por el hecho de la restricción im-
puesta por la convertibilidad, la política fiscal deviene procíclica (cf. Damill,
Frenkel, Juvenal).
• Desde 1998 a 2001 tiene lugar una recesión, fuertemente vinculada con la evi-
dente desaceleración de las exportaciones (cf. Kalantzis). La misma ejerce
efectos mecánicos y negativos sobre los déficits públicos, porque la elasticidad
de la fiscalidad respecto del PBI es del orden de 1,47, mientras que es solamen-
te de 0,72 para los gastos primarios (Hausmann, Velasco, 2002).
• Este lento deterioro de las cuentas públicas, lejos de ser un accidente del régi-
men de convertibilidad, es por el contrario, una condición para su sobreviven-
cia (cf. Gaggero). Las simulaciones de un modelo econométrico sugieren que
una política presupuestaria más restrictiva no habría hecho sino retrasar uno o
dos años la explosión de la crisis (cf. Kalantzis).
• Durante el periodo 1995-200 el crecimiento del endeudamiento del gobierno
argentino es ampliamente superior a lo que implicaría la suma de los déficits
públicos (42,7 mil millones de dólares contra 20,9 millones), en la medida en
que el gobierno se endeuda para cubrir una parte de las deudas del sector pri-
vado o parapúblico (Hausmann, Velasco, 2002). Entonces, es la gestión del cré-
dito para la economía lo que constituye un problema y no la del gasto público,
stricto sensu.
• Finalmente, si se hace una comparación internacional, surge que el gobierno ar-
gentino es casi tan virtuoso como el de Chile, en la medida en que el gasto pú-
blico regaliano queda constante en proporción al PBI a lo largo de toda la dé-
cada. Es cierto que, a partir de 1998, el porcentaje del gasto público dedicado
a problemas sociales aumenta, pasando del 19,9% del PBI al 22% en 2001, pe-
ro esto es nuevamente la consecuencia del aumento de la desocupación y del
desarrollo de la pobreza (cf. Gaggero, cuadro 1). De la misma manera, esta es
la razón del aumento del déficit de las provincias y de la emisión de títulos pú-
blicos que circulan como cuasi- monedas (cf. Sbatella).
718 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

Por lo tanto, esta evolución de las cuentas públicas -las del gobierno nacional
como de las provincias- lejos de ser la causa del derrumbe financiero sería más
bien la expresión de la contradicción propia de la instauración del régimen de
convertibilidad. Es sorprendente la debilidad del análisis técnico de los econo-
mistas del FMI: casi ninguna de las informaciones que anteceden es un argumen-
to favorable a la hipótesis formulada por Michael Mussa.

Las privatizaciones: preservación de rentas más que una incitación a la eficacia


Un segundo pilar de la concepción liberal está cuestionado por el análisis de las
privatizaciones. Por iniciativa de varios organismos internacionales se expandió
una visión simple: por naturaleza, los estados son incapaces de producir y de ges-
tionar directamente los grandes servicios públicos (teléfonos, electricidad, agua,
transportes ferroviarios y aéreos). En efecto, ellos son incapaces de promover la
eficacia en la organización de la producción, limitan la capacidad de innovación
y de hecho maximizan las rentas de monopolio, en detrimento de los usuarios de
los servicios públicos.
Ahora bien, las numerosas privatizaciones que se produjeron en Argentina se
llevaron a cabo en condiciones tales que se puede dudar de la superioridad del
sector privado (Azpiazu, Schorr, 2004). La decisión de controlar las empresas por
medio de la formación de un precio máximo tuvo como consecuencia cortar el
mecanismo mediante el cual las ganancias de productividad podrían derramar so-
bres los usuarios, pues sólo el margen de ganancia de las empresas se puede be-
neficiar con este procedimiento. Lo que era antes un monopolio público se trans-
forma en un monopolio privado al cual el poder público garantiza los precios. Las
virtudes de la competencia son entonces más bien retóricas que reales, pues es so-
bre todo el poder de un pequeño número de grandes empresas lo que consolida-
ron las privatizaciones. El retraso en el ajuste de las tarifas hacia abajo, dado que
hubo un aumento de la productividad, jugó también a favor de esas mismas em-
presas.
Pero además, la indexación de las tarifas en función de la inflación norteame-
ricana introdujo una cláusula exorbitante con respecto a las leyes que prohibían
toda indexación en los demás sectores de la economía. Este dispositivo sirve más
al mantenimiento de una alta rentabilidad de las empresas multinacionales que a
favorecer el acceso de los argentinos a servicios cuyos precios bajarían por el he-
cho de la búsqueda permanente de eficacia. En fin, y como resultado que se ob-
serva en la mayoría de los episodios de desreglamentación de los servicios públi-
cos, las privatizaciones pesan más duramente sobre los hogares más pobres, de
manera que ninguno de los dos criterios, el mejoramiento de la eficacia y la de-
fensa del principio de equidad, son satisfechos por estas operaciones.
IX. Conclusiones 719

Un caso ejemplar de crisis causado por la plasticidad


de los movimientos de capitales
Un tercer postulado del consenso de Washington afirma que la apertura a los
capitales internacionales privados permite una estabilización de la coyuntura eco-
nómica, porque tanto los agentes privados como los gobiernos pueden endeudar-
se más fácilmente frente a una coyuntura o a un shock desfavorable, y reembol-
sar durante el período de expansión. Por esto las entradas de capitales deberían
ser contracíclicos y estabilizar tanto la coyuntura doméstica como la economía in-
ternacional. Los años noventa mostraron por el contrario el carácter fuertemente
procíclico de la prima de riesgo, así como de las entradas de capitales en las eco-
nomías emergentes (Kamisnky, 2003) hasta el punto de dar nacimiento a una nue-
va generación de modelos de crisis financieras construidas sobre la hipótesis de
la alternancia de flujos de entrada y luego de un brusco reflujo de capitales inter-
nacionales. Por este hecho, la liberalización financiera sería el origen de crisis
que no se hubieran producido, en un contexto de finanzas controladas por las au-
toridades públicas y con penalización del crecimiento a mediano plazo que agra-
vara las desigualdades (Dehove, 2004).
Argentina constituye un caso ejemplar de este tipo de crisis, provocada no por
la incompatibilidad entre el laxismo presupuestario y un régimen de cambio fijo,
sino por el juego de un acelerador financiero puesto en movimiento por las entra-
das masivas de capitales atraídas por un programa de estabilización y de liberali-
zación de la economía. El mecanismo es tanto más pernicioso cuando la apertu-
ra a la finanza internacional procura en primer lugar una expansión del consumo
y de la inversión, lo cual generaliza un sentimiento de euforia y estimula la baja
de la prima de riesgo. El resultado es una distorsión en la asignación de recursos,
en particular porque las privatizaciones corresponden a servicios públicos perte-
necientes a un sector protegido, incapaces de generar ingresos en dólares (Kalant-
zis, 2004b). La expansión no puede entonces prolongarse al mismo ritmo pues se
enfrenta con la restricción de la balanza de pagos: la explosión de la crisis es el
mecanismo a través del cual se reabsorben los desequilibrios acumulados.
De esta manera, la crisis argentina no es una confirmación del populismo lati-
noamericano, que se habría producido una vez más. Es más bien un fuerte des-
mentido de la visión optimista según la cual la globalización financiera aportaría
una regularización de las evoluciones macroeconómicas para las economías pe-
riféricas. Los actores de la política económica argentina no dejaron de subrayar
este aspecto de la crisis: “La primera lección que extraemos de la experiencia ar-
gentina es contraria a une idea dominante en el saber convencional sobre flujo
de capitales (…) El razonamiento implícito en ese analisis es que la reducción en
los flujos financieros tiene efectos negativos sobre el crecimiento (….) Nuestra
posición al respecto es que los daños mayores en términos de crecimiento, pero
sobre todo en términos de desarrollo con equidad, se producen en los períodos
720 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

de alta liquidez internacional, cuando el flujo de capitales financieros es mayor.”


(Lavagna, 2003) La paradoja sería entonces pensar que la liberalización financie-
ra permite financiar y alimentar regímenes macroeconómicos, no sustentables a
mediano plazo. Lejos de reducir la frecuencia de las crisis, se suscitan otras nue-
vas, con consecuencias económicas, sociales y políticas muchas veces devastado-
ras, como lo sugiere la experiencia argentina.

U NA INSCRIPCIÓN EN LA HISTORIA DE LARGO PLAZO DE A RGENTINA


Por oposición al tiempo corto de la finanza, que tiende a veces a imponer su ló-
gica incluso en los trabajos académicos, los institucionalistas recurren frecuente-
mente a la periodización y a situarse en una perspectiva histórica, anunciando el
ingreso en una nueva época, por ejemplo la que se abrió con la Caja de conver-
sión, sin relación con las regularidades anteriores.

La relación salarial: inestabilidad y conflictos


Los años 1989-2001 estuvieron marcados por numerosos cambios instituciona-
les y de las normas en materia de empleo, de trabajo y de protección social. De
manera general, se puede interpretar como una deconstrucción de la mayor parte
de los dispositivos protectores de los asalariados (Neffa, 2004). Pero ese movi-
miento se inscribe en un retroceso del poder de negociación de los asalariados
que se manifestó desde mediados de los años setenta: la crisis del modelo de in-
dustrialización mediante sustitución de importaciones presiona para que las fir-
mas se reestructuren, en un contexto donde el empleo industrial se reduce. En
cierto sentido, los años noventa son el punto culminante de evoluciones manifies-
tas desde 1976 (Peñalva, 2004). Un estudio retrospectivo referido al período
1932-2001, permitió identificar el vigor y la repetición de los conflictos de traba-
jo y la alternancia de fases favorables, a veces para las empresas, a veces para los
asalariados (Feliz, Pérez, 2004).
La evolución comparada del salario real y de la productividad aparece como un
buen indicador del estado de las relaciones capital/trabajo: a veces el salario real
crece más rápido que la productividad (de 1943 a 1955 o de 1974 a 1983) y a ve-
ces es la productividad la que se anticipa sobre los salarios (de 1956 a 1973 y lue-
go de 1991 a 2001). Sin embargo, la novedad del período contemporáneo consis-
te en el estancamiento y la disminución a mediano plazo del salario real durante
la mayor parte de la última década, mientras que las tendencias de la productivi-
dad se recuperan significativamente.
El análisis del trabajo y de la relación salarial confirma entonces uno de las
grandes constantes de la historia argentina: la violencia de los conflictos de clase
y la inestabilidad económica resultante. En cierto sentido la expansión de la pri-
IX. Conclusiones 721

mera parte de los años noventa desemboca en el el violento retroceso de los años
dos mil y la debilidad de los derechos que protegían al trabajo, explica que el cos-
to de la crisis sea especialmente elevado para los asalariados. El movimiento de
desregulación social parece ser mucho mas significativo en Argentina que en los
países europeos, por ejemplo, aunque más no sea por esta violencia inscripta en
la larga historia de los conflictos de trabajo.

La fiscalidad, revelador de compromisos sociales


En esta materia, por el contrario, los especialistas insisten sobre la permanen-
cia de los problemas que encuentran la gestión de la fiscalidad y del gasto públi-
co en Argentina (Gaggero, 2004). En efecto, siguiendo a Joseph Schumpeter, se
puede leer en la historia fiscal las características de una sociedad: su estructura
social, su organización política, el estado de espíritu de la población. En este ca-
so, es un Estado mínimo, comparable al de Chile post-Allende, lo que se obser-
va en el largo plazo, pero también en los años noventa, cuando la convertibilidad
introduce restricciones suplementarias en cuanto a la autonomía de la política
económica.
La capacidad para cobrar los impuestos es débil, pues la evasión y el fraude fis-
cal son aparentemente importantes. Por otra parte, es el impuesto indirecto el que
juega un papel determinante, dado que los ingresos de las personas y los patrimo-
nios soportan una baja presión impositiva. La distribución de la responsabilidad
fiscal entre los diversos niveles del gobierno, no facilita la conducción de la po-
lítica económica. Finalmente, el sistema fiscal parece tener un papel regresivo so-
bre la distribución del ingreso e induce políticas macroeconómicas pro-cíclicas.
No es sorprendente que los gobiernos argentinos estuvieran mal armados para
responder a los problemas económicos emergentes, pues la capacidad de gestión
de la administración fiscal era limitada. Todos esos elementos han jugado un pa-
pel en la evolución de los años noventa y marcan no tanto una vuelta a gobiernos
populistas gastadores, sino más bien a una relativa impotencia del estado, reflejo
de compromisos institucionalizados en favor de una fiscalidad mínima.

Una difícil inserción internacional


La inscripción en una historia de largo plazo permite resaltar un tercer aspecto
característico: una persistente dificultad de la economía argentina para insertarse
en el flujo de los intercambios internacionales, lo que implica en contrapartida,
crisis de la balanza de pagos, que a su vez significan el establecimiento de un ré-
gimen de crecimiento. En este sentido, Argentina no ha registrado performances
comparables con economías del mismo tipo, incluso en la época de gran eficacia
de la estrategia de sustitución de importaciones (cf. López). Esas dificultades re-
722 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

currentes se deben a la conjunción de múltiples factores vinculados a la ausencia


de empresarios schumpeterianos, a la aversión al riesgo de la sociedad, a la bús-
queda de rentas más que de beneficios extraídos de la innovación, a la debilidad
de los gastos en investigación y desarrollo del sector público y a fenómenos de
aprendizaje tecnológico. En consecuencia, en el periodo 1960-75, Argentina se
situaba entre los países con economías muy cerradas.
El período 1976-2003, estuvo marcado por la tentativa de contrarrestar las ten-
dencias anteriores, promoviendo la reducción de las tarifas aduaneras, la apertu-
ra hacia las empresas transnacionales, el acceso a las tecnologías modernas, sin
que por eso se hayan transformado las estructuras de la especialización argentina
(cf. Musacchio). Las exportaciones continúan dependiendo esencialmente de los
productos primarios, de los energéticos y de las industrias agrícolas y alimenti-
cias; los productos manufacturados propiamente dichos no representan sino el
30% de las exportaciones en 2002 (cf. Keifman). Esta inercia en la inserción in-
ternacional es también responsable de una política económica del tipo “stop and
go”. ¿Pero, no es este un perfil del mismo tipo que el que se observa en la déca-
da de los noventa?
Es legítimo invocar en este caso una fuerte dependencia respecto del sendero
que continúa manifestándose incluso después del shock de la convertibilidad. A
la luz de esta perspectiva, no es para nada sorprendente observar que el creci-
miento de las exportaciones, fenómeno destacable desde 1993 hasta 1997, y que
se interrumpe luego, como una de las causas de la crisis de 2001 (cf. Kalantzis).
En efecto, la mayor parte de los factores que inhiben la innovación permanecie-
ron luego de la política de apertura y de liberalización: búsqueda de rentas del
sector protegido más que fortalecimiento de los sectores expuestos; destrucción o
erosión de la competencia de las PYME; aporte de tecnologías modernas por par-
te de las empresas trasnacionales, pero sin una difusión notable hacia el resto del
tejido industrial (cf. Lavarello); debilidad de los gastos públicos y privados para
investigación y desarrollo.

1976: un año clave


Un gran número de autores, estudiando desde campos diferentes han concluido
en señalar que 1976 fue un año clave. Los trabajos de historia económica. (cf. Ra-
poport), pero también aquellos que se interesan en la relación capital/trabajo (cf.
Feliz, Pérez), a la especialización internacional (cf. Musacchio). De hecho ese
momento es esencial para la casi totalidad de los campos, sean políticos, sociales
o económicos. El golpe de estado militar se proponía contrarrestar las tendencias
desfavorables que aparecían debido al relativo éxito del proceso de sustitución de
importaciones y del poder de negociación adquirido por los sindicatos debido al
dinamismo del crecimiento (cf. Feliz, Pérez). Es también la fecha a partir de la
IX. Conclusiones 723

cual comienza un retroceso de la legislación del trabajo y de la cobertura social:


mientras que anteriormente el objetivo era institucionalizar una variante de la re-
lación salarial quasi fordista, ese estatuto se revisa para dar lugar a una mayor fle-
xibilidad y a la intensificación de los mecanismos competitivos (Neffa, 1998).
En materia económica, es a partir de 1976 que los gobiernos buscan pasar de
un modelo de sustitución de importaciones a otro impulsado por las exportacio-
nes. De cierta manera, prosigue esa estrategia hasta 2001, más allá de una gran
variedad de coyunturas macroeconómicas, sucesivamente marcadas por la hipe-
rinflación, después por la estabilización monetaria, incluso por una débil defla-
ción (cf. Keifman). Las escasas performances registradas en el periodo 1975-
1990 muestran bien la dificultad de llevar a cabo esa tarea: el empleo industrial
se reduce al ritmo anual de 3,6%, la producción industrial al ritmo de 1,30% y el
PBI per cápita quedó sensiblemente estancado (cf. Miotti, Quenan). El periodo
1991-2000 señala una gran ruptura institucional, aunque persistan las tendencias
anuales a la contracción del empleo industrial (-4,1%) la novedad en este perio-
do se debe al hecho de que la productividad alcanza niveles sin precedentes
(6,3%) y que el crecimiento del PBI (4,2%) es impulsado por la terciarización. De
la misma manera la completa desconexión del salario real con respecto a la ex-
plosión de la productividad (cf. Miotti, Quenan: gráfico 1) no hace sino actuali-
zar el proyecto concebido en 1976, lo cual implicaba una ruptura con la lógica
quasi fordista que había aparecido durante los períodos 1946-55 y 1963-1974 (cf.
Féliz, Pérez: gráfico 4).
Se podría arriesgar una analogía: la convertibilidad definiría una violencia sim-
bólica, una posible reedición en un modo menor de la violencia del golpe de es-
tado de 1976, que continuaría de esa manera marcando a la Argentina (cf.
Blaum).

R ELACIONES SOCIALES E INSTITUCIONES , NO SOLAMENTE EL MERCADO

Si en su mayoría los economistas hacen del mercado la forma cardinal, o inclu-


so exclusiva, de coordinación, por su parte los institucionalistas insisten en el he-
cho de que los mercados son también instituciones, que su capacidad de regula-
ción no es absoluta y que en consecuencia, otras instituciones son necesarias y
complementarias (Hollingsworth, Boyer, 1997). Por lo tanto, las crisis económi-
cas no resultan de algunas imperfecciones de la competencia sobre los mercados
sino más verdaderamente de la incoherencia del modo de regulación asociado a
la conjunción de un cierto número de compromisos institucionales. Este punto de
vista es esclarecedor para el análisis de Argentina.
Si para la visión neoclásica, la moneda, esencialmente neutra, es el simple in-
termediario de los intercambios, para los institucionalistas es fundamentalmente
la mediación social de una economía mercantil. Esta mediación hace intervenir
724 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

de manera significativa el orden político, que instituye y legitima la moneda dis-


poniendo de un poder liberatorio para el conjunto de un territorio. La moneda sir-
ve también de mediación en el orden doméstico y es una característica que ayu-
da a comprender ciertos rasgos de la crisis monetaria argentina, que las demás
concepciones de la moneda no llegan a explicar (Sbatella, 2004).
Para los economistas del FMI, la emisión de títulos públicos provinciales, que
circulan como monedas. es un factor de crisis en la medida en que los gastos de
las provincias se incrementan por encima de sus recursos fiscales de que dispo-
nen. La interpretación inversa sería más justa: la recesión que se desarrolla a par-
tir de 1998 reduce los recursos fiscales mientras que los gastos sociales del go-
bierno central se incrementan para hacer frente al desempleo y a la pauperización
(cf. Gaggero: cuadro 1). Pero habida cuenta de los límites del déficit público ne-
cesario para mantener la credibilidad de Argentina, el crecimiento de sus gastos
se consideran superiores al de las necesidades correspondientes. Son las provin-
cias que, bajo la presión de movimientos sociales, deciden emitir títulos públicos
utilizados como medios de circulación. La fragmentación del espacio monetario
nacional es entonces la consecuencia de la crisis, y no su origen. Lejos de desen-
cadenar un proceso inflacionario, los patacones y otras monedas provinciales li-
mitaron la recesión al mismo tiempo que atenuaban las tensiones sociales relacio-
nadas con el desempleo y la pauperización (Chiodi, 2003).
Así, la experiencia argentina revela la extrema debilidad de la teoría monetaria
neoclásica y muestra por el contrario el interés de un enfoque institucionalista que
analiza la moneda como mediación social entre las esferas económicas, política
y social. La crisis monetaria resulta de la imposibilidad que tiene una sola mo-
neda de cumplir esta función en las tres esferas. La moneda emblemática del es-
pacio económico, aquella de la acumulación que sería el dólar, hace más clara la
estrategia de dolarización. La moneda, en tanto expresión de la soberanía políti-
ca, que es el peso, da cuenta de la estrategia de pesificación adoptada en 2002 por
el presidente E. Duhalde.
Finalmente, las monedas provinciales fueron creadas para responder a las ne-
cesidades de la esfera doméstica. Su reabsorción y el plan Jefas y Jefes de hogar
desocupados dan testimonio de la recomposición en el espacio nacional, del pa-
pel de mediación de la moneda y del presupuesto entre el espacio político y do-
méstico. El hecho de que a mediados de 2004 el problema de la deuda exterior
argentina no haya encontrado todavía una solución, pone de manifiesto que la
función propiamente económica, fundamentalmente transnacional del peso no se
ha concretado aún. Esta interpretación es una invitación a proseguir las investi-
gaciones sobre la moneda en términos de mediación social (Théret, 1999) o in-
cluso de soberanía y de legitimidad (Aglietta, Orléan, 1998 ; 2002).
IX. Conclusiones 725

La débil capacidad de innovación:


la consecuencia de incitaciones vehiculadas por las instituciones
Con la emergencia de una nueva ola tecnológica, los economistas han prestado
mucha más atención a la teoría schumpeteriana de la innovación como fuente del
crecimiento. Siendo útil contrapunto a la teoría neoclásica, este enfoque vehicu-
la sin embargo un determinismo tecnológico, en virtud del cual a todo sistema de
innovación le corresponde una configuración institucional muy precisa. Así la
producción de nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones
(NTIC), requeriría capital de riesgo privado, stock options, un mercado bursátil
especialmente reservado a la introducción de nuevos componentes electrónicos y
sobre todo un mercado de trabajo competitivo. Un análisis de las economías más
performantes en materia de NTIC muestra que esta configuración no es sino una
entre las tres que han dado prueba en materia de dinámica económica: las otras
dos están constituidas por las pequeñas economías abiertas social-demócratas y
por los nuevos países industriales (cf. Boyer). De alguna manera, el marco insti-
tucional determina en parte la dirección y la intensidad de la innovación, sin ne-
gar por lo tanto la causalidad inversa.
Esta concepción se aplica a la Argentina y explica la dificultad de este país pa-
ra insertarse de mejor manera en la división internacional del trabajo. En efecto,
como se ha mencionado, un gran número de instituciones han sido diseñadas en
la época del régimen rentístico y luego en el de sustitución de importaciones. En
consecuencia, el espíritu rentístico es más frecuente que el dinamismo empresa-
rial, y la búsqueda de seguridad en las colocaciones de dólares en los mercados
financieros internacionales está más difundido que tomar riesgos en materia de
innovación (cf. López: 8-9). Como, por otra parte, la inestabilidad política intro-
duce una gran incertidumbre en la orientación de la política económica, es poco
probable que se imponga un horizonte de largo plazo, necesario a una estrategia
de innovación. Pero además, el hecho de que una prima de riesgo importante im-
plique tasas de interés reales elevadas, no es favorable a la inversión productiva,
ni en investigación y desarrollo, ni en capital humano.
De igual manera, la elección de una apertura a las empresas transnacionales se
explica por la voluntad de alcanzar la frontera tecnológica mundial, pero esta es-
trategia no deja de tener consecuencias negativas. En primer lugar, desde un pun-
to de vista empírico, las competencias tecnológicas tienden a circular en el inte-
rior de las transnacionales, sin difundirse en el tejido industrial local (cf. Lavare-
llo: cuadro 4). En segundo lugar y sobre todo, es necesario tomar en cuenta la
destrucción de las competencias de las PYME argentinas, por la apertura interna-
cional, y este efecto negativo puede en ciertos casos tener más importancia que
los efectos positivos de la apertura (Albornoz, 2004). Además, el análisis de las
performances de las firmas exportadoras sugiere que el estímulo ligado a la aper-
tura internacional, no tuvo una amplitud suficiente como para iniciar en los años
726 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

noventa un círculo virtuoso de crecimiento impulsado por las exportaciones (cf.


Albornoz, Español, Kalantzis). En resumen, la debilidad de la innovación sería en
gran medida la consecuencia del marco institucional argentino y no una causa pu-
ramente exógena de las dificultades de su economía.

La concentración del poder económico: un obstáculo


a la emergencia de modos de regulación
La historia argentina tal como la explican diferentes autores del presente libro,
confirma una conjetura avanzada por ciertas investigaciones recientes en cuanto
al análisis de las relaciones entre lo político y lo económico. En el caso de Italia,
se pudo demostrar que la exclusión duradera de los asalariados del bloque políti-
co en el poder, había conducido a adoptar decisiones de política económica que
presionaban el déficit público para satisfacer los intereses de los rentistas y de los
empresarios, hasta el punto en que el incremento de las tasas de interés hicieron
estallar la alianza de estos últimos (Palombarini, 2001). Ejercicios de simulación
sugieren que si los asalariados hubieran tomado parte en la definición de la polí-
tica económica, la crisis de 1992, en la que se desestructuró el sistema político
dominado por la democracia cristiana no se hubiera producido. Tal representación
de diversos grupos de interés económico y político podría ser una condición de
viabilidad de un modo de regulación.
Mutatis mutandis se puede aplicar sin dudas este esquema a la Argentina (Pa-
lombarini, 2004) cuando se observa la concentración del poder económico y la
exclusión duradera de los asalariados por los gobiernos que se sucedieron desde
1976. En efecto, es sorprendente la fragilidad de una coalición política que habría
buscado imponer, por la vía democrática, la convertibilidad, a pesar de que las
consecuencias del régimen monetario terminarían, finalmente, por ser desfavora-
bles para la gran mayoría de la población (Gaggero, 2004). Según esta interpre-
tación, la crisis argentina no se debe a los errores manifiestos de política econó-
mica en la gestión de un régimen de crecimiento bien establecido, sino a la inca-
pacidad de fijar compromisos institucionalizados compatibles con la emergencia
de un nuevo régimen conforme a las estrategias liberales.

L AS RELACIONES DE PODER EN LO ECONÓMICO Y LO POLÍTICO

Uno de los rasgos comunes a la mayoría de estos autores, es que toman en


cuenta las interacciones entre las esferas económica y política y hacen una inter-
pretación de la trayectoria argentina sin limitarse solamente a los aspectos econó-
micos (cf. Keifman). La relación de empleo, la organización de la competencia,
el régimen monetario y el sistema fiscal son la expresión de decisiones políticas
que juegan un papel determinante en los encadenamientos económicos, inclusive
en las más débiles performances de Argentina, desde los años cincuenta.
IX. Conclusiones 727

La inestabilidad de la relación salarial: una cuestión política


El hecho de que las relaciones entre evolución del salario real y dinámica de
la productividad sean tan inestables desde hace más de medio siglo es un testimo-
nio de la incapacidad de las empresas, de los asalariados y del estado para esta-
blecer compromisos que codifiquen reglas de gestión de la relación salarial. Du-
rante los primeros períodos peronistas (1946-55) el gobierno intenta hacer una
alianza entre el movimiento obrero y los empresarios, sin que esta estrategia ha-
ya tenido el tiempo de hacer emerger un régimen de crecimiento fordista, es de-
cir, un régimen en el cual el crecimiento del ingreso salarial fuera en paralelo con
la producción masiva (Neffa, 1998). El contraste con los países europeos es fuer-
te, también con Japón e incusive con los Estados Unidos: este país a pesar de que
ha estado marcado por una tradición conservadora liberal, se vio obligado, por la
severidad de la crisis de 1929, a codificar una forma de relación salarial más fa-
vorable a los asalariados en términos de progresión del salario, de cobertura so-
cial y de garantías jurídicas. En Argentina, los conflictos de clase se repiten pero
no concluyen en compromisos que permitan canalizar las reivindicaciones de los
asalariados y, por otra parte, den nacimiento, en el nivel microeconómico, a una
forma viable de organización de las empresas y en el nivel macroeconómico, a un
régimen de acumulación más o menos coherente.

La Caja de conversión (CC): un golpe de fuerza


Los economistas neoclásicos interpretan a menudo la decisión de instaurar la
convertibilidad como la expresión de una decisión esencialmente técnica, un ré-
gimen de tipo de cambio fijo, percibido como uno de los raros métodos para fre-
nar la hiperinflación. En teoría monetaria, la discusión da vueltas alrededor de
una cuestión: ¿la convertibilidad es capaz de reducir la volatilidad real de la eco-
nomía argentina? Como el canal financiero adquiere prioridad sobre el canal co-
mercial en la transmisión de los shocks internacionales y de hecho los ciclos ar-
gentinos están más bien correlacionados positivamente con los del resto del mun-
do, la adopción de arrimarse al dólar sería, a priori, favorable a la estabilización
de la economía (cf. Carrera, Panigo, Feliz). Sin embargo, estas correlaciones son
inestables; de manera que es difícil ver allí un argumento fuerte en favor de un
currency board o de una dolarización.
En los hechos, la decisión de anclar el peso al dólar fue una señal de la volun-
tad de importar desde el exterior una credibilidad monetaria, que los responsables
políticos argentinos eran incapaces de proporcionar, por ser prisioneros de la he-
rencia institucional y del poder económico de los grupos dominantes (cf. Blaum).
Pero precisamente, la Caja de conversión no es un dispositivo puramente técni-
co, sino el instrumento de una estrategia política, que en los hechos busca some-
ter el conjunto de las otras formas institucionales al régimen monetario y la aper-
728 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

tura a la competencia internacional.


Se podría estar tentados a ver en la decisión de la convertibilidad el equivalen-
te del golpe de estado de 1976, que en lugar de utilizar directamente el poder
coercitivo del estado para disciplinar, por ejemplo a los asalariados, es una res-
tricción monetaria que se encarga de desestabilizar la configuración anterior del
derecho del trabajo. No es entonces excesivo hablar de golpe de fuerza, a propó-
sito de la convertibilidad (cf. Gaggero). Se puede medir entonces las diferencias
con las teorías monetarias que postulan la neutralidad de la moneda: las políticas
seguidas por los banqueros, calificados por Rogoff de conservadores, buscaban
efectivamente disciplinar a los responsables políticos en materia presupuestaria y
fiscal y promover la flexibilización de los contratos de trabajo. En nombre de la
estabilidad monetaria, bien público esencial, esos banqueros cumplen un papel en
la promoción de las organizaciones e instituciones compatibles con sus objetivos.
Si el banquero central keynesiano gestionaba de la mejor manera el compromiso
fordista adecuándose a una inflación moderada, el banquero central conservador
que emerge en los años noventa, tiene muy en cuenta los intereses de las institu-
ciones financieras (Blinder, 1998).
Este papel de los banqueros centrales en la reorganización de las formas insti-
tucionales se encuentra en la historia estadounidense, cuando Paul Volker eleva
brutalmente la tasa de interés y ejerce de esa manera presión sobre las firmas pa-
ra dejar de lado y renegociar el compromiso fordista. El banco central europeo no
está muy lejos de eso, pues sus comunicados no cesan de criticar la rigidez de los
mercados de trabajo y el carácter excesivo de los déficits públicos. Es sin embar-
go en Argentina donde la expresión “violencia de la moneda” adquiere todo su
sentido.

Las privatizaciones: un análisis en términos de economía política


El papel de lo político es muy importante para comprender el proceso de priva-
tizaciones. En efecto, todos los observadores están sorprendidos por la debilidad
de los dispositivos de vigilancia y de control instaurados para asegurar que la pri-
vatización y la desreglamentación, produjeran los efectos proclamados, a saber,
una mejora en la calidad de los servicios y una baja de los precios que facilitase
sí el acceso a ellos por parte de los grupos más numerosos de la población. Los
teóricos de la regulación en el sentido anglosajón (Laffont, Tirole, 1993) se ven
tentados a deducir que las privatizaciones fueron mal concebidas, y que entonces
la quiebra sería intelectual y cognitiva.
Pero, como ya ha sido señalado, los desvíos con relación a una estrategia sim-
plemente plausible no completamente basada en la racionalidad, son muy siste-
máticos como para no correlacionarse con un proyecto diferente del que se orien-
taba a la promoción de la eficiencia (cf. Azpiazu, Schorr). Las transnacionales ex-
IX. Conclusiones 729

tranjeras en los servicios públicos se beneficiaron con la fijación de precios má-


ximos porque eso les permitía conservar las ganancias de productividad sin dis-
tribuirla, entre la clientela. Obtenían la ganancia por las tarifas indexadas con res-
pecto a la inflación norteamericana y el retraso en la renegociación de los contra-
tos les abrió la puerta a una fuente de beneficios suplementaria hasta diciembre
de 2001, fecha en la cual el derrumbe de la economía argentina condujo a poner
completamente en cuestión los principios de fijación de precios.
De hecho, más que un modelo principal/agente o de formalización en términos
de economía industrial, el ejemplo argentino podría analizarse con otros de eco-
nomía política de la privatización
Es conveniente hacer una síntesis de los principales elementos que provocaron
esta crisis para luego analizarlos e intentar construir algunos escenarios y sacar
conclusiones a partir de una perspectiva regulacionista.

III. E L APORTE DE LA TEORIA DE LA REGULACIÓN A LA COMPRENSIÓN DE


LA A RGENTINA
Este enfoque se sitúa claramente en el conjunto de teorías institucionalistas que
se han desarrollado de manera considerable en los últimos quince años. En mu-
chas cuestiones, los autores regulacionistas obtienen conclusiones comparables,
si no idénticas, a las inspiradas por las diversas corrientes institucionalistas enten-
didas en sentido amplio (cf. De Filippo). Sin embargo, aparecen ciertas conclu-
siones más específicas, pues la teoría de la regulación busca esclarecer las evolu-
ciones contemporáneas por medio de una puesta en perspectiva histórica larga,
que presta la mayor atención a las interacciones dinámicas entre las esferas polí-
tica y económica. La teoría de la regulación se presenta como una teoría de las
crisis que distingue diversos tipos, está entonces relativamente bien provista pa-
ra analizar la sucesión de las crisis argentinas (cf. Panigo, Torija Zane). En fin,
frente a la crisis monetaria de 2001 los enfoques recientes de dicha teoría, relati-
vos a la moneda, proporcionan una luz interesante.

M ÁS QUE UNA ESTRICTA DEPENDENCIA RESPECTO DEL SENDERO , UNA SUCESIÓN DE REGÍME -
NES DE ACUMULACIÓN Y DE MODOS DE REGULACIÓN

Dos enfoques del tiempo histórico comparten las investigaciones contemporá-


neas. Por una parte, los historiadores economistas (Braudel, 1979) como los teó-
ricos de la economía mundo (Wallerstein, 1999), suponen la existencia de ciclos
largos de una duración aproximada de medio siglo, que hacen alternar una fase
larga de expansión seguida de una depresión durable. Por otro lado, historiadores
y politólogos han tomado de los especialistas del cambio científico y tecnológi-
co (Arthur, 1994) la idea de la dependencia con respecto al sendero o al pasado,
730 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

la hipótesis en virtud de la cual las sociedades estarían caracterizadas por una ex-
trema inercia en su arquitectura tecnológica, económica e institucional. En uno y
otro caso, prevalece un determinismo casi cinemático, por el cual se elimina la
mayor parte de las contingencias, fuera del período de fundación de las institu-
ciones o de emergencia de las tecnologías.
Se encuentran rasgos de esas dos concepciones en los análisis sobre Argentina.
La alternancia de fases de crecimiento rápido y de optimismo, seguidas luego de
un retroceso brutal y de extremo pesimismo son características bien conocidas de
los argentinos. Testimonio de esto es, por ejemplo, la evolución del ingreso per
cápita expresado en dólares (cf. Carrera, gráfico 8). Por otra parte, para numero-
sos observadores lejanos y poco atentos, Argentina paracería estar golpeada por
una maldición fundacional de la cual se encontrarían huellas en cada una de las
crisis
La teoría de la regulación no rechaza necesariamente la idea de trayectorias his-
tóricas contrastadas según los países (Boyer, Saillard, 2002: 570) pero distingue
dos grados de persistencia: una trayectoria en sentido débil, caracterizada por la
permanencia de procesos de ajuste invariantes, propios de un modo de desarro-
llo; y, por oposición, una trayectoria fuerte, que manifiesta la existencia de regu-
laridades que trascienden la sucesión de modos de desarrollo. Por ejemplo, las
trayectorias del capitalismo americano y francés se distinguen de manera durable,
mas allá aún de la sucesión de regímenes de acumulación: intensivos sin, y des-
pués con, consumo masivo.
Se encuentran maneras de confirmar esta problemática a propósito de Argenti-
na (Neffa, 1998 ; Miotti, Quenan, 2004 ; Feliz, Perez, 2004 ; López, 2004 ; Mu-
sacchio, 2004). Todos los capítulos insertos en el comienzos del libro reconocen
la variedad de los regímenes económicos que se sucedieron desde el siglo XX. A
grandes rasgos, al modo de desarrollo rentista primario exportador del siglo XIX
le sucede luego y particularmente a partir de los años treinta, un modo de desa-
rrollo intensivo construido sobre una estrategia de constitución del mercado in-
terno, según un mecanismo de sustitución de importaciones (cf. Rapaport). En los
años setenta, este modo de desarrollo entra en crisis y se abre un período que se
prolonga hasta 2001, marcado por la búsqueda, difícil por no decir desesperada,
de un crecimiento intensivo alimentado por la apertura internacional y la tentati-
va de desarrollar las exportaciones. En este sentido, la crisis actual se caracteriza
por la incertidumbre del modo de desarrollo implícito en las medidas de reorien-
tación adoptadas a partir de 2003. Mientras tanto, las crisis toman formas especí-
ficas en cada una de esas configuraciones, lo que no es otra cosa que la confirma-
ción de la diversidad de modos de desarrollo: en conformidad con la Ecole des
Annales, “las economías tienen las crisis de sus estructuras” (cf. Panigo, Torija
Zane).
IX. Conclusiones 731

Sin embargo, en la escala del siglo, aparecen ciertos rasgos comunes que tras-
cienden los diversos regímenes económicos: dificultad permanente para insertar-
se en la economía mundial, inestabilidad política, debilidad de la administración
pública y del estado, predominancia de un espíritu rentístico sobre el espíritu em-
prendedor, según Schumpeter. Aunque no es suficiente con invocar estas perma-
nencias, para producir un análisis pertinente y circunstanciado de la crisis que se
manifiesta en 2001.

L AS RELACIONES CRUZADAS ENTRE POLÍTICA Y ECONOMÍA

Estas relaciones ya han sido mencionadas pero toman una forma particular en
las investigaciones regulacionistas. En efecto, los trabajos más recientes han
puesto a la luz del día un paradoja: la mayor parte de las instituciones que están
en la base de una economía capitalista y que le permiten funcionar, tienen un ori-
gen extraeconómico, a menudo político. Es el caso de la moneda, condición per-
misiva del intercambio mercantil, no creada por la única iniciativa de los actores
económicos, sino por las necesidades de financiamiento del estado (Aglietta, Or-
léan, 1998). Lo mismo sucede con los derechos de propiedad, tan esenciales pa-
ra los análisis neo-institucionalistas contemporáneos del capitalismo, que requie-
ren la existencia de un estado capaz de promulgar el derecho y de hacerlo respe-
tar (Boyer, 2004b). O, incluso, el mantenimiento de un mínimo de competencia
no puede estar asegurado por las mismas empresas, sino que supone autoridades
públicas encargadas de mantener la disciplina del mercado. La política económi-
ca está en la intersección de preocupaciones políticas (obtener el apoyo de la opi-
nión pública al gobierno, o al menos no dejar que se deteriore) y consideraciones
económicas (responder a las expectativas de grupos sociales y económicos; ab-
sorber los desequilibrios y los conflictos que no cesan de emerger en el seno de
una economía de mercado) (Théret, 1999; Palombarini, 2001).
Este enfoque es importante para el análisis de la evolución argentina: los cam-
bios en las coaliciones políticas y los golpes de estado han sido los vectores de
los cambios en las formas institucionales, que han condicionado a término el mo-
do de desarrollo. Por otra parte, los desequilibrios del modo de desarrollo reper-
cuten sobre la esfera política, la crisis de diciembre de 2001 es un ejemplo singu-
lar. El aporte de la teoría de la regulación consiste en mostrar que el tiempo de la
política no es el de la economía, y menos aún el de la finanza. Esas escalas de
tiempo diferentes están en el corazón de la dinámica de las sociedades contempo-
ráneas (gráfico 1):
732 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

Gráfico 1. Una interacción dinámica entre política y economía

LO POLITICO:
• Instituye las reglas de juego
• Decide ciertas opciones
estratégicas
LO ECONOMICO:

Esto afecta el poder de


Formación de una coalición negociación de los diversos
gubernamental grupos sociales

De donde un régimen
económico ... y una dinámica
macroeconómica

Retranscripción electoral

Impacto sobre la
adhesión a la política

U NA PRIMERA POSIBILIDAD DE CRISIS : LA INCOHERENCIA DE UN MODO


DE REGULACIÓN / RÉGIMEN DE ACUMULACIÓN

Esta problemática esclarece ciertos episodios clave de la historia argentina. En


efecto, las crisis y los conflictos emergen de compromisos institucionalizados que
se refieren respectivamente sobre el trabajo, la moneda, las relaciones estado-eco-
nomía o incluso la inserción internacional.
En consecuencia, como esos compromisos son negociados independientemen-
te los unos de los otros, o al menos sin poder anticipar la influencia que se ejer-
cen mutuamente, la viabilidad del régimen correspondiente es siempre problemá-
tica.
IX. Conclusiones 733

La estrategia peronista: su insuficiencia para establecer un régimen fordista


La confrontación de los primeros trabajos regulacionistas han hecho aparecer
un resultado central. Si se tuvieran que fijar los períodos de los modos de regula-
ción y los regímenes de acumulación a partir de las declaraciones de los gobier-
nos y de las fechas importantes en materia de institucionalización de la relación
salarial, habría pocas dudas de que los diversos gobiernos peronistas apuntan al
proyecto de establecer un régimen autocentrado, finalmente muy próximo al for-
dismo, porque está fundado sobre la complementariedad entre una institucionali-
zación del estatuto del asalariado industrial y una modernización del sector pro-
ductivo nacional (Neffa, 1998). Ese régimen es a priori una ruptura con el régi-
men económico anterior (Hillcoat, 1986).
Sin embargo, los análisis econométricos de la formación de los salarios, de los
determinantes de la productividad y de la evolución del comercio exterior, no
confirman la hipótesis del paso a un régimen de acumulación intensivo (Miotti,
1991). En efecto, la economía se enfrenta a la restricción del volumen de expor-
taciones cada vez que la aceleración del crecimiento implica un aumento de las
importaciones. Parecería entonces que el fordismo imaginado por los gobiernos
peronistas no tuvo tiempo suficiente para establecerse, desembocando finalmen-
te sobre el gran cambio de 1976. Así se puede concluir que todas las estrategias
no tienen la vocación de concluir instaurando un régimen de acumulación viable.

El menemismo: adhesión al consenso de Washington sin concretarse el régimen de creci-


miento
Mutatis mutandis, es esta misma enseñaza general la que aportan los años no-
venta, a pesar de que el régimen económico buscado es muy diferente, porque se
orienta precisamente a superar los límites de las estrategias peronistas. En el or-
den de la retórica, la política seguida por el gobierno menemista satisface en to-
dos los puntos los requisitos del consenso de Washington: apertura rápida y casi
completa a la competencia internacional, privatización, desreglamentación social,
estado frugal, modernización del sistema financiero. Todas ellas son premisas que
debían garantizar el éxito del establecimiento de un régimen de crecimiento in-
tensivo alimentado por el dinamismo de las exportaciones y el flujo de inversio-
nes extranjeras directas. Pero de nuevo, el tiempo del proyecto político no es el
de la transformación de las especializaciones del sistema productivo y del comer-
cio exterior, de la organización productiva, de los modos de vida. De hecho, esta
transformación en dirección de una regulación competitiva (equivalente de un pa-
trón-oro y la atomización de la competencia sobre el mercado de trabajo) tuvo
primeramente efectos favorables, gracias al flujo de capitales, pero se enfrentó rá-
pidamente a una contracción del aparato productivo expuesto a la competencia
internacional y a una lenta erosión de las clases medias, soporte de la coalición
política que estaba en el origen de la convertibilidad.
734 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

La particularidad de Argentina se debe entonces a la simultaneidad del bloqueo


económico con la imposibilidad de proseguir la política de endeudamiento exter-
no, al incremento de las protestas sociales y a la rápida desaparición del apoyo al
gobierno (gráfico 2).

Gráfico 2. La brecha entre proyecto político y viabilidad de un modo de desarrollo en


Argentina

LO POLITICO:
• Instituye la convertibilidad
• Reajusta la casi totalidad
de formas institucionales
LO ECONOMICO:

Esto aumenta el poder de


negociación del capital fianciero y
extranjero

UNA CRISIS FUNDAMENTAL

Estallido de la coalición De donde una regulación salarial competitiva


gubernamental ... y u na dinámica macroeconómica primero
expansionista y luego recesiva

Endurecimiento de la
restricción financiera Pauperización de los asalariados y
de una parte de las clases medias

Movimientos sociales y
protesta política
IX. Conclusiones 735

O TRA FUENTE DE CRISIS : LA FINANZA DESBORDA EL CAMPO DE LO POLÍTICO

Como se ha mencionado, la crisis de diciembre 2001 no tiene solamente cau-


sas internas ya que se manifiesta por la falta de pago de la deuda pública. Este
rasgo no expresa la insostenibilidad de una política presupuestaria laxa, sino que
subraya los peligros de la financiarización para una economía que no dispone de
autonomía en materia de intermediación financiera y está sometida a los flujos y
reflujos de capitales internacionales que buscan rendimientos elevados. En este
caso, Argentina proporciona el equivalente de una experiencia de laboratorio a
propósito de los encantos y los peligros de la financiarización (Bleger, 2004).
En efecto, cuando se compara la tasa de endeudamiento público con el PIB ar-
gentino, respecto de la de Japón o Italia, el pronóstico ingenuo sería anticipar el
derrumbe de las economías japonesa e italiana, pero no la de Argentina. Este error
de pronóstico se debe a que no se toma en cuenta el hecho de que la deuda japo-
nesa e italiana está casi exclusivamente asumida por los ahorristas domésticos y
emitida en yen o euro; mientras la mayor parte de la deuda argentina está expre-
sada en dólar y en manos de no residentes. En consecuencia, Argentina se en-
cuentra fragilizada con respecto a todo shock desfavorable y en primer lugar a
una brutal devaluación del peso. Pero además, la deuda pública está sometida al
juicio permanente de la comunidad financiera internacional, que integra en la pri-
ma de riesgo la probabilidad de que se ponga en cuestión la convertibilidad.
Así, otra fuente de la crisis argentina se debe a la extraversión de la intermedia-
ción financiera, que escapa ampliamente al poder de control de las autoridades
nacionales. Es la consecuencia directa del abandono de la soberanía monetaria
para restaurar mejor la credibilidad de la política argentina. Durante un tiempo los
capitales extranjeros fueron atraídos, pero la contrapartida de esta afluencia era la
posibilidad de que en cualquier momento ese flujo se orientara en sentido contra-
rio y precipitara la quiebra de un sistema financiero construido sobre la ilusión de
una equivalencia entre el peso y el dólar. De una manera atenuada, la mayor par-
te de las economías emergentes o en vías de desarrollo, sufren de la misma debi-
lidad, de alguna manera un pecado original (Eichengreen, Hausmann, 1999): por
falta de instituciones estables y de credibilidad en la gestión monetaria, esos paí-
ses están obligados a endeudarse en divisas y asumir así un riesgo considerable
ligado a un derrumbe de la moneda nacional bajo el efecto del reflujo de capita-
les.
Para los análisis regulacionistas, esta debilidad se interpreta como expresión de
una tendencia fundamental del capitalismo: la acumulación tiende permanente-
mente a sobrepasar las fronteras, tal como han sido definidas por el poder políti-
co. Esta brecha entre el espacio económico y el espacio político es portadora de
grandes crisis financieras, característica acentuada en Argentina por el dominio
de un comportamiento rentístico que, en la época de la globalización financiera,
encuentra su expresión fuera del espacio nacional.
736 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

A PARIENCIA DE ÉXITO Y CRISIS ORIGINADA POR LA C AJA DE CONVERSIÓN

El enfoque regulacionista permite también explicar lo que constituye una para-


doja en el seno de la mayoría de las otras problemáticas. En efecto, estas tienen
como característica hacer derivar las crisis de errores de política económica, o de
comportamientos irracionales de los agentes privados: en un mundo poblado de
individuos racionales ¿quien tendría interés en adoptar un comportamiento que
condujera a una crisis ruinosa para todos? Es simplemente olvidar el accionar mi-
mético de los mercados financieros, que funcionan según la lógica de la opinión
y no dar importancia a las externalidades que caracterizan a esos mercados: cada
uno es optimista cuando suben las cotizaciones de la bolsa, todos quieren salir de
sus compromisos cuando el crash amenaza. Ningún agente representativo o pla-
nificador bien intencionado puede determinar cuál será el comportamiento ópti-
mo de inversión para la sociedad en su conjunto. A partir de eso, cada uno da fe
a las señales del mercado y estas contienen cada vez menos convenciones, por-
que nadie quiere correr el riesgo de tener razón contra el mercado (Orléan, 1999).
En esta materia, la historia de las crisis financieras es esclarecedora porque pro-
porciona un indicador que anticipa los cambios de tendencia y los crash financie-
ros (Heffer, 1976). Cuando los economistas, expertos, financistas, convergen to-
dos en la opinión de que la economía entró en una fase sin precedentes con cre-
cimiento sin fin, que legitimaba rendimientos financieros exorbitantes, entonces
el cambio de tendencia estaba próximo (Boyer, 2002). Así fue para la crisis de
1929 en Estados Unidos. La euforia comunicativa de la nueva economía explota
a partir de 1998, y todavía dura cuando los expertos internacionales, anteriormen-
te reticentes sobre la experiencia de la convertibilidad, adhieren a la opinión se-
gún la cual Argentina sería uno de los mejores alumnos del consenso de Washing-
ton. La multiplicación de los shocks desfavorables como el efecto tequila, la cri-
sis asiática, la crisis rusa, la devaluación brasileña, no hicieron sino reforzar la
convicción según la cual el régimen de convertibilidad había pasado sus pruebas
y había quedado inmunizado frente a las crisis financieras internacionales. Y, sin
embargo, a partir de 1997 se inicia una depresión que apunta a una de las dos al-
ternativas del dilema de la convertibilidad: o el gobierno modera sus gastos y su
endeudamiento y pone en marcha una espiral deflacionista en la cual sería cada
vez más difícil reembolsar la deuda privada, o deja correr ese endeudamiento,
premitiendo entonces la fuerte elevación de la prima de riesgo (cf. Kalantzis).

U N ANÁLISIS DE LA CRISIS DE DICIEMBRE 2001


La teoría de la regulación pone de relieve otras tres características tipo para
analizar la crisis.
IX. Conclusiones 737

Cambio de la jerarquía institucional, pero no coherencia


Los autores (cf. Miotti, Quenan, Neffa, Coriat, Boyer) convergen en un diag-
nóstico común: el brutal cambio de la jerarquía de las formas institucionales que
nutre primeramente la ilusión de un régimen coherente, suscita enseguida evolu-
ciones macroeconómicas conducentes a la crisis. En efecto, hasta los años seten-
ta, la relación salarial y el estado constituían las dos formas institucionales domi-
nantes, el régimen monetario de cambio se adaptaba, en consecuencia, como for-
ma dominada. A partir de comienzos de los años noventa, el régimen monetario
y la inserción internacional, vector del fortalecimiento de la competencia, deter-
minan muy fuertes restricciones a la transformación del papel del estado y de la
relación salarial. Pero, por falta de una política presupuestaria finalmente pruden-
te y del casi estancamiento del salario real, esas dos variables de ajuste se mues-
tran insuficientes para asegurar la concreción de un régimen de acumulación. Así,
el brusco cambio de una jerarquía institucional no significa necesariamente la co-
herencia en el modo de regulación resultante. En este caso se encuentra una di-
vergencia en el diagnóstico, según se proceda a la observación de las transforma-
ciones institucionales o al análisis formalizado (Kalantzis, 2003 ; 2004) o econo-
métrico de un régimen económico (cf. Albornoz, Español, Kalantzis).

La contradicción entre una acumulación intensiva y una regulación competitiva


Los análisis históricos de largo plazo referidos al capitalismo norteamericano
(Aglietta, 1976) y luego al francés (Boyer, Mistral, 1982), habían hecho emerger
la conjetura siguiente: sin dudas, la acumulación intensiva no habría podido esta-
blecerse si hubiera persistido una regulación de tipo competitivo. En efecto, la
acumulación extensiva parecía ser compatible con los rigores del patrón-oro y de
una competencia fuerte en el siglo XIX, pero la estabilidad de precios tenía como
contrapartida un ritmo de crecimiento anual moderado, del orden del 2%. Por el
contrario, la acumulación intensiva no se habría podido establecer si no se pasa-
ba a una codificación de la relación salarial, caso típico de una regulación mono-
polista: la tasa de crecimiento era entonces significativamente elevada, pero al
precio de una inflación permanente, persistente, incluso en los periodos de rece-
sión (Boyer, 2004b).
La historia económica argentina confirma esta misma conjetura: las esperanzas
puestas en el paso a un régimen impulsado por las ganancias de productividad
asociadas a la apertura internacional, se materializaron durante un tiempo, de
1991 a 1997, pero luego se evaporaron, pues en el contexto de una relación sala-
rial más y más competitiva, este régimen no podía establecerse de manera dura-
ble (cf. Feliz, Pérez).
738 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

La financiarización en el origen del éxito inicial y luego de la severidad de la crisis


El enfoque regulacionista proporciona también una interpretación de la origi-
nalidad de la gravedad de la crisis que explota en 2001. En efecto, las crisis son
recurrentes pero no se repiten necesariamente, pues se alteran progresivamente
los modos de regulación y cambian, en el período largo, los regímenes de acumu-
lación. El capitalismo es innovación, en materia de tecnología, de organización,
de productos ... y de finanzas. Ahora bien, las innovaciones financieras se han
multiplicado en el curso de los quince últimos años y estas se han difundido ha-
cia las economías en vías de desarrollo, más aún al ser percibidas como emergen-
tes, es decir, prometedoras en términos de crecimiento y de rentabilidad de los
fondos invertidos.
Argentina fue primeramente beneficiaria y luego víctima de la globalización fi-
nanciera y no solamente de la incapacidad para concretar compromisos institu-
cionalizados que aseguraran la viabilidad de un régimen económico. En efecto,
cuando el país se abre a la finanza internacional y se compromete a seguir las
prácticas de buena gobernancia recomendadas por los organismos internaciona-
les, afluyen los capitales. Las restricciones domésticas que limitaban anterior-
mente el otorgamiento de créditos se vieron brutalmente incrementadas, lo que
lanza un proceso de crecimiento del consumo –que consolida el apoyo a la con-
vertibilidad por parte de vastos sectores de clases medias- pero simultáneamente,
distorsiona la asignación del capital en detrimento del sector expuesto y de la to-
ma de riesgo, lo que constituye un endeudamiento en dólares cuando el sector ex-
portador, a pesar de su crecimiento, representa una débil fracción del PBI.
Entonces, la financiarización ha sido un factor que acentuó la amplitud del
boom económico, pero que simultáneamente arrastró un derrumbe mucho más
dramático que el lento proceso de ajuste, si la inversión y los déficits públicos hu-
bieran sido financiados solo por el ahorro doméstico. Claramente, la trayectoria
argentina muestra el peligro de una apertura indiscriminada respecto de la finan-
za internacional (Boyer, Dehove, Plihon, 2004). Sugiere también, cómo la difu-
sión de una acumulación dirigida por la finanza, resulta problemática fuera de los
países de larga tradición industrial y financiera (Boyer, 2000).

D ICIEMBRE 2001: FINALMENTE UNA CRISIS DEL MODO DE DESARROLLO

Según la TR, el modo de regulación entra en crisis y es sustituido por otro,


cuando por causa de perturbaciones internas, de luchas sociales y políticas, se po-
nen en cuestión los compromisos institucionalizados que permitían el funciona-
miento de las regularidades económicas de manera coherente y progresiva. Para
estudiar estas crisis se requiere un trabajo pluridisciplinario de varias disciplinas
además de la economía: la sociología, el derecho, la ciencia política y las relacio-
nes de trabajo. A fines de la década pasada, las formas institucionales sufrieron
profundas transformaciones, cambian su jerarquía, pierden dinamismo y se ven
IX. Conclusiones 739

impedidas de cumplir con las funciones arriba mencionadas, lo cual señala la


existencia de una crisis del modo de regulación.
Por otra parte, el régimen de acumulación está compuesto por regularidades
que aseguran una progresión coherente y estable de la acumulación del capital,
debido a la formación, apropiación y utilización del excedente económico, que a
su vez permiten hacer frente a los desequilibrios generado por el régimen de acu-
mulación. Esas regularidades se refieren a la articulación entre el modo de pro-
ducción predominante y las demás formas de organización de las actividades eco-
nómicas, las tasas de inversión, las relaciones de los asalariados con los medios
de producción, el horizonte temporal de valorización del capital, y la distribución
del valor generado. Este régimen puede ser extensivo, generado con plus valor
absoluto mediante la intensificación del trabajo y la penetración del modo de pro-
ducción capitalista en los demás espacios económicos, o intensivo, basado en el
plus valor relativo, debido al incremento de la productividad que reduce los cos-
tos unitarios y hace posible y compatibles el aumento de las tasas de ganancia y
de los salarios reales, dando lugar a una norma de consumo de bienes durables
por parte de los asalariados. El paso del régimen extensivo al intensivo es lo que
normalmente, aunque no necesariamente, sucedió históricamente en los PCI y pa-
ra ello se debe producir un cambio del paradigma productivo que introduzca in-
novaciones tecnológicas y nuevas formas de organizar el trabajo, las empresas y
los modos de gestión de la fuerza de trabajo.
Las crisis del régimen de acumulación ocurren cuando se interrumpe el funcio-
namiento de las regularidades económicas arriba mencionadas, porque se bloquea
el mecanismo de reproducción del sistema, entrando en contradicción con las for-
mas institucionales. Esto es lo que se preparó durante el período estudiado y ex-
plotó a fines del año 2001 cuando se instaura el ‘corralito’ para impedir las corri-
das bancarias, cae la tasa de ganancias, se reduce la demanda interna y se inte-
rrumpe el pago de la deuda. El sistema productivo se bloqueó, no estuvo en con-
diciones de responder a los cambios en la demanda, debido a la obsolescencia tec-
nológica y de los sistemas organizativos, además de los desequilibrios suscitados
entre las secciones productivas.
La crisis argentina de fines de 2001, puede entonces ser calificada como una
crisis del modo de desarrollo.

IV. E L APORTE ARGENTINO A LAS INVESTIGACIONES REGULACIONISTAS


Sobre todos esos puntos, los autores que han movilizado la teoría de la regula-
ción para analizar la Argentina, se acercan a conclusiones muy generales obteni-
das para otros países o periodos históricos. Pero hacen algo mejor que esto, por-
que aportan ciertos resultados originales, que a su vez merecen ser testeados en
otros espacios geográficos.
740 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

D OS GRANDES CONFIGURACIONES DE CRISIS

Como la historia de las crisis en Argentina es amplia y está bien documentada,


su puesta en perspectiva permite avanzar una hipótesis interesante (cf. Panigo,
Torija Zane). En efecto, se observa que en los casos donde prevalece una regu-
lación competitiva, las crisis se manifiestan por medio de la recesión o depresión,
acompañada de una baja de los precios. Es el caso de la crisis de 1929-30 (cf. Ra-
paport) o de la que se desarrolla de 1998 a 2002, aunque las crisis de 1981 y de
1989 constituyen una excepción. Por el contrario, cuando el modo de regulación
es monopolista, lo que se observa en 1975, la crisis reviste un carácter inflacio-
nario. Ese resultado es interesante porque se acerca a una de las mayores conclu-
siones de los trabajos fundadores, consagrados respectivamente a la transforma-
ción de la crisis norteamericana (Aglietta, 1976) y de las crisis francesas (Boyer,
Mistral, 1982). Al mismo tiempo se observa un resultado dual en cierto modo: en
general, la regulación monopolista es ciertamente inflacionista, pero es más favo-
rable a un crecimiento caracterizado por fuertes ganancias de productividad.

L A INCERTIDUMBRE SOBRE EL FUTURO , OBSTÁCULO PARA ESTABLECER REGÍMENES ESTABI -


LIZADOS

En cierto sentido, la trayectoria argentina está en las antípodas de las evolucio-


nes observadas en Francia en el curso del último medio siglo.
• En Francia, las luchas sociales y políticas y el legado de una concepción del es-
tado fuerte e intervencionista, han conducido a una extrema codificación, inclu-
sive jurídica, de los compromisos institucionalizados. En consecuencia, una
vez que se produjo la crisis del fordismo, la persistencia de un modo de regu-
lación monopolista, ha atenuado fuertemente los mecanismos de ajuste, lo cual
ha provocado una progresiva disminución del crecimiento
• En Argentina, por el contrario, la economía pasa por periodos de crecimiento y
luego de depresión, de aumento del nivel de vida y luego una caída brutal, de-
rivada de los modos de regulación embrionarios e inestables, como consecuen-
cia del cambio en las estrategias de los diferentes gobiernos. La incertidumbre
sobre el futuro, está en el corazón de las dificultades recurrentes de la econo-
mía argentina. Se encuentra la huella de esto en la mayoría de los dominios de
la actividad económica.

Una inversión en función de los beneficios y no de la demanda anticipada


Si a grandes rasgos, en la regulación competitiva, el beneficio es el determinan-
te esencial de la decisión de inversión, en la regulación monopolista, son las va-
riaciones de la demanda anticipada lo que determina la inversión, sabiendo que
la relación salarial fordista tiene como propiedad estabilizar el reparto entre sala-
IX. Conclusiones 741

rios/beneficios. Ahora bien, la puesta en perspectiva de las crisis económicas en


Argentina, muestra que la incertidumbre que prevalece en casi todas las épocas
en cuanto a la prolongación de las tendencias recientes, determina un comporta-
miento de la inversión orientado hacia la búsqueda del beneficio a corto plazo, y
no a la anticipación de la demanda de largo plazo (cf. Panigo, Torija Zane). Es
notable que esta sensibilidad de la inversión respecto del beneficio, se encuentre
tanto en las primeras fases de la sustitución de importaciones, como en el perío-
do más reciente de apertura a la finanza internacional.

La imposible estabilización de la relación salario real/productividad


Esa misma incertidumbre se encuentra en el corazón de la relación salarial. Co-
mo las perspectivas a mediano y largo plazo son siempre frágiles, el conflicto ca-
pital/trabajo no desemboca en compromisos suficientemente durables como pa-
ra orientar la acumulación. Así se explica, sin dudas, la increíble inestabilidad de
las relaciones entre el salario y los beneficios (cf. Feliz, Pérez). Se observa tam-
bién una causalidad inversa: como el ingreso salarial no manifiesta ninguna ten-
dencia a largo plazo, las perspectivas de la demanda son inciertas, lo que favore-
ce la atención de las empresas a las inversiones y la débil probabilidad de que
exista un mecanismo de acelerador, componente importante en un régimen de
acumulación intensiva centrado en el consumo masivo. Por ello, la inestabilidad
de las relaciones capital/trabajo impacta sobre las perspectivas macroeconómicas,
y viceversa, la incertidumbre macroeconómica inhibe la negociación de compro-
misos institucionalizados.

La ilusión del poder de compra: alzas y bajas del nivel de vida expresadas en moneda in-
ternacional
Las relaciones de la economía argentina con la economía internacional introdu-
cen una tercera fuente de grandes incertidumbres. A veces la moneda argentina ri-
valiza con las monedas fuertes y el nivel de vida progresa, de manera que la po-
blación siente que pertenece al mundo desarrollado y se comporta en consecuen-
cia en materia de consumo. Otras veces una crisis monetaria se traduce por una
reducción drástica del poder de compra medido en moneda internacional, en un
contexto de baja del ingreso real: Argentina entra en a la categoría de economías
en vías de desarrollo. De esa manera se introduce una gran incertidumbre con res-
pecto a las perspectivas de evolución del nivel de vida (cf. Carrera, gráfico 1).
En ese movimiento del nivel de vida expresado en moneda internacional, se
conjugan tanto las incertidumbres de la inserción internacional de Argentina y la
decisión de su régimen de cambio, como aquellas que se refieren a la inestabili-
dad macroeconómica interna y los bruscos cambios de estrategias económicas,
debidas a la recurrencia de crisis políticas (gráfico 3). Tal conjunción es un desa-
742 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

fío a la teoría de la regulación que tiende a insistir sobre el papel de las formas
institucionales como reductoras de incertidumbres y por lo tanto productoras de
irregularidades que están en la base de los modos de regulación. Irónicamente, es-
to podría ser el ejemplo canónico del cual se deberían apoderar los poskeynesia-
nos, que insisten sobre la incertidumbre radical que preside la inversión, es decir
la inestabilidad intrínseca de los mecanismos que dan forma a la macroeconomía
(Shackle, 1972).

Gráfico 3 . Argentina, tierra de todas las incertidumbres… o la imposible regulación

I ncertidumbre de las
visiones sobre el
futuro

Inestabilidad de los Predominio de


compromisos políticos comportamientos
cortoplacistas

Inestabillidad
macroeconómica

Ince rtidumbre de la
inserción
internacional

L A ORIGINALIDAD DE LA CONFIGURACIÓN DE LOS AÑOS NOVENTA


A la luz del análisis que precede, la decisión de la convertibilidad y de la es-
trategia económica de apertura, aparecen como palativas de una gran parte de
esas incertidumbres: las condiciones de la inserción internacional son claramen-
te definidas, la decisión de arrimarse al dólar favorece el nivel de vida de las cla-
ses medias que aportan su apoyo al gobierno, las relaciones del estado y de la eco-
nomía se definen en un sentido liberal, el poder de negociación de los asalariados
es fuertemente reducido. Finalmente, la aprobación de este modelo por los parti-
darios del consenso de Washington, después de 1997, parece abrir y sellar una
configuración institucional y económica que se libera de las debilidades e inesta-
bilidades del pasado. Pero precisamente la crisis se anuda a partir de esa consta-
tación de éxito, ya que desde el inicio ese régimen económico tenía ciertamente
la propiedad de controlar la inflación, promover el crecimiento e introducir un
IX. Conclusiones 743

cierto orden en la arquitectura institucional (cf. Carrera), pero introduce al mis-


mo tiempo grandes causas de crisis al estar fundado sobre una serie de desafíos
riesgosos (cf. Coriat).

Fuerte dependencia financiera internacional con débil apertura comercial


Tradicionalmente, los países comienzan por abrirse a la competencia interna-
cional, con el proyecto de desarrollar un sector exportador performante. Pero só-
lo en un segundo tiempo se plantea la cuestión de la apertura de la cuenta de ca-
pital, estrategia complementaria para atraer inversión internacional y beneficiar-
se así con una recuperación tecnológica. Es por ejemplo la trayectoria que han se-
guido los países asiáticos, como Corea. Cuando sobreviene la crisis financiera
vinculada con el reflujo de inversiones extranjeras, la recesión es severa, pero el
ajuste de la tasa de cambio induce rápidamente una recuperación de la actividad
y de la competitividad del sector exportador, que permite acumular divisas y fa-
cilitar el reembolso de las deudas contraídas anteriormente. Nada de esto ocurrió
en Argentina, aunque no porque la recesión y deflación operaran desde 1998, es
decir antes de que estallara la crisis financiera.
Por consiguiente, esta diferencia entre la trayectoria argentina y coreana nos
hace reflexionar sobre la debilidad de la dimensión del sector exportador, en con-
traste con el volumen de capitales extranjeros. Una modelización muestra efecti-
vamente la existencia de una dimensión límite del sector exportador para que, por
ejemplo, un reajuste de la tasa de cambio permitiera resolver una crisis de pago
de la deuda externa (Hausmann, Velasco, 2002). Otra formalización adjudica
esencialmente a la inflexión del crecimiento de las exportaciones después de
1997 la crisis argentina, lo cual va a hacer aparecer como excesivos los montos
de los reembolsos y por lo tanto inferir un freno del financiamiento externo (cf.
Kalantzis). La dinámica del sector exportador es también importante cuando se
busca determinar si las crisis financieras constituyen una etapa transitoria en el
proceso de apertura internacional o si, por el contrario, ellas continúan caracteri-
zando las economías periféricas, incluse una vez ajustadas plenamente al contex-
to internacional (cf. Kalantzis).
En efecto, si el sector exportador adquiere una dimensión y una competitividad
suficientes, las crisis financieras no son sino transitorias, mientras que sí consti-
tuyen una señal permanente en el caso contrario. Ahora bien, la mayor parte de
los análisis empíricos compilados en esta obra confirman la débil dinámica tec-
nológica impulsada por la internacionalización (cf. Albornoz, Español, Kalantzis;
Musacchio; López). En términos regulacionistas estos diversos resultados confir-
man la hipótesis de la no coherencia del régimen de acumulación buscado des-
pués de 1991 (cf. Coriat), o por lo menos que no había tiempo suficiente para que
tal estrategia diera sus frutos.
744 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

La pérdida de autonomía de la política económica


La estrategia de convertibilidad y de apertura tiene consecuencias desfavora-
bles, referidas a la capacidad de absorción de los shocks por parte del modo de
regulación. En efecto, el gobierno pierde por esta causa dos instrumentos de po-
lítica económica, a saber: la tasa de interés y la tasa de cambio, y el grado de au-
tonomía de otros instrumentos es severamente reducido a fin de preservar la cre-
dibilidad del régimen de convertibilidad. La capacidad de reacción se encuentra
así estructuralmente reducida, hasta el punto de que se pueda pensar que el mo-
do de regulación correspondiente ya era inviable desde sus origenes (cuadro 2).

Cuadro 2. La Caja de conversión introduce un cambio radical de la política económica

Objetivos Variables de ajuste


Configuración tradicional Caja de conversión
Inflación Tasa de interés Pérdida de autonomía de la política
monetaria en un régimen de libertad
de los movimientos de capitales
Empleo Presupuesto Presupuesto sometido a fuertes res-
tricciones, ergo necesidad de la fle-
xibilidad salarial
Crecimiento Investigación, educación, Cortoplacismo de las decisiones
inversión a partir de impuestos presupuestarias, recurrencia a la
inversión extranjera directa
Equilibrio exterior Tasa de cambio Modernización productiva por las
transnacionales, subvenciones a la
exportación

Fue necesario recurrir a los nuevos instrumentos, por ejemplo la flexibilidad sa-
larial, para tratar de limitar el impacto negativo sobre el empleo de la sobrevalua-
ción del peso, o inclusive ayudar a la exportación para consolidar los márgenes
de los exportadores, tomadores de precios en el mercado mundial, aunque signi-
ficaran costos de producción elevados. La otra solución consistía en abandonar
uno o varios de los objetivos tradicionales de la política económica, en la búsque-
da del pleno empleo, ya que el desarrollo del potencial de crecimiento había sido
delegado finalmente a las empresas transnacionales, encargadas de aportar las
mejores tecnologías.
IX. Conclusiones 745

Una regla rígida en un solo país en una época inestable y de búsqueda de la flexibilidad
Las tasas de cambio fijo prevalecieron en ciertos períodos del siglo XIX o más
tarde, entre 1945 y 1971. Pero fuera de ellos, prevalecía un sistema internacional
más o menos coherente y se disponía de reglas de ajuste en caso de desequilibrio
en una economía nacional. La situación es muy diferente a fines del siglo XX, por
la emergencia de nuevos países industrializados, los movimientos de la finanza
globalizada, la aparición de nuevas interdependencias entre centro y periferia,
que introdujeron muchas incertidumbres en el sistema internacional. Entonces la
paradoja de las autoridades argentinas consistió en haber querido recurrir a un
conjunto de reglas rígidas, en un universo fluctuante, incierto, conflictual… en el
mismo momento en que, para responder a factores aleatorios y a las crisis, los
otros países se volcaban hacia políticas discrecionales, opuestas a las reglas pro-
puestas e instituidas por los monetaristas para luchar contra la inflación. Más aún,
cuando en el mundo rigen la fuerte competencia transnacional y libertad de mo-
vimientos de capitales, es aparentemente la deflación más que la inflación, la que
plantea problemas a las políticas económicas.
Una de las últimas paradojas de la política argentina fue entonces haber promo-
vido un estilo de gestión de la economía visto como prometedor y eficaz, porque
se veía moderno, mientras la Caja de conversión no era sino la tentativa de acli-
matación de un dispositivo que solo podía resistir su prueba en un marco social,
político e internacional desaparecido hacía mucho tiempo.

C ONTINGENCIA DEL ESTABLECIMIENTO DE UN RÉGIMEN DE ACUMULACIÓN INTENSIVO

Este es el último aporte de las investigaciones regulacionistas sobre Argentina:


las teorías estándar del crecimiento postulan que una aceleración de la producti-
vidad es siempre favorable, porque mejora el modo de vida y aumenta la tasa de
crecimiento. Por su parte, las concepciones marxistas ortodoxas, insisten en la
preponderancia del desarrollo de las fuerzas productivas, garantes de la evolución
de las relaciones sociales, en un sentido finalmente progresista. Ciertas críticas a
la teoría de la regulación han denunciado su carácter funcionalista: después de la
acumulación extensiva sucede la intensiva, pero si esta última encontrara proble-
mas para concretarse, vendría el compromiso fordista para lanzar el consumo ma-
sivo. Así los regímenes de acumulación se sucederían conformes con la lógica he-
geliana.
De hecho, esa no es la conclusión de las investigaciones regulacionistas que,
desde sus orígenes (CEPREMAP-CORDÈS, 1978), han insistido siempre en el papel
de la luchas políticas y sociales, de las crisis y de las guerras, sobre la emergen-
cia de formas institucionales. Ningún principio de selección en función de la efi-
cacia rige la evolución de las formas institucionales. Ya a mediados del siglo XIX,
Inglaterra había sido incapaz de pasar al estadio de acumulación intensiva, inau-
746 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

gurando así un largo periodo de declinación relativo y a veces absoluto. Por otra
parte, hasta mediados de los años 1990, la crisis del fordismo no ha dado lugar a
un nuevo régimen de acumulación intensiva, sino más bien a un crecimiento ex-
tensivo, asociado a una profundización de las desigualdades: Estados Unidos
constituye en este sentido un ejemplo emblemático (Boyer, Juillard, 2002).
La Argentina viene a recordar útilmente que la instauración de una acumula-
ción intensiva no es para nada un fenómeno automático, que ello puede intentar-
se muchas veces bajo formas diferentes (el peronismo, luego el menemismo) sin
tener éxito. Es un mensaje importante pero muy olvidado.

L A INCAPACIDAD DE FORJAR UN BLOQUE HEGEMÓNICO

Las razones de estos fracasos se deben finalmente a la primacía de lo político


en la emergencia de las formas institucionales y la necesidad de un bloque hege-
mónico para superar las dificultades inherentes a la instauración de un régimen
de acumulación. La trayectoria argentina es una invitación a los regulacionistas
para que se zambullan en la historia política argentina y comprendan las razones
fundamentales de la sucesión de crisis que marcan este país. Mientras tanto, la
teoría de la regulación ha sido llevada a acordar un lugar cada vez más grande a
los procesos políticos: un modo de regulación, social y no más solamente econó-
mico, sería viable si la coalición política en el poder es susceptible de renovar, de
período en período, el apoyo de grupos sociales, por su orientación política y su
apreciación de las ventajas que acarrearía para ellos la evolución macroeconómi-
ca asociada a ese modo de regulación (Amable, Palombarini, 2004).
Revisitar la historia argentina con la ayuda de esta nueva definición sería par-
ticularmente fructífero, en la medida en que esclareciera las salidas a la crisis con-
temporánea.

V. ¿S E REPETIRÁ LA HISTORIA ?
Si se acepta al diagnóstico de que hubo una gran crisis, surge de esto que no
puede ser superada por el regreso a un pasado idealizado, pues los años noventa
han cambiado irreversiblemente la sociedad argentina, las estructuras productivas
de la economía, las percepciones de las prioridades políticas (Boyer, 2004c). No
se puede entonces imaginar una salida por continuidad, conforme a las regulari-
dades anteriores. Sin embargo, no habría que subvaluar los rasgos ampliamente
invariantes que se repiten a lo largo de las crisis y que resulta importante identi-
ficar, ya sea para que sirvan como vectores para salir de la crisis, o para intentar
alterarlos si constituyen bloqueos.
IX. Conclusiones 747

UN PROYECTO POLÍTICO FRENTE A LA FUERZA DE LOS INTERESES CONSTITUIDOS O A LA


INERCIA DE LAS ESTRUCTURAS

Las grandes crisis argentinas han desembocado a menudo en una alternancia


política -que llega por medio de elecciones o por la irrupción de gobiernos mili-
tares- portadores de un programa de ruptura con el pasado. Ya se ha subrayado de
manera abundante que, de hecho, tanto el peronismo histórico como el menemis-
mo fracasaron, porque no dispusieron de tiempo para que fueran cambiadas de
manera durable, tanto las estructuras productivas, como el respectivo poder de
negociación de los diversos grupos o incluso las modalidades de la representación
política. Un proyecto política e ideológicamente coherente puede entonces en-
frentarse con la inercia de las instituciones, de las organizaciones, de las especia-
lizaciones del comercio exterior. Se deja al cuidado de los especialistas argenti-
nos evaluar las chances del presidente N. Kirchner con respecto a sus predeceso-
res.

L A REPETICIÓN DE LAS SECUENCIAS EXPANSIÓN / DEPRESIÓN , OPTIMISMO / PESIMISMO

Una segunda característica marca la historia económica y política argentina.


En efecto, alternan períodos extremadamente contrastantes de optimismo políti-
co y de expansión económica vigorosa, que desembocan en crisis brutales y a me-
nudo violentas al final de las cuales se inician largas recesiones, y se generaliza
un pesimismo extremo, respecto de las chances de Argentina para superar sus di-
ficultades. En 2004, es más bien la hora de la recuperación económica y de un
cierto retorno a la confianza, como testimonia por ejemplo una proyección aso-
ciada al Plan Fénix, que pone como prioridades la reabsorción de las capacidades
de producción inutilizadas, la reducción de la pobreza y de las desigualdades, la
reducción del desempleo y un regreso a mejores empleos (Facultad de Ciencias
Económicas, 2003). La gran cuestión no es otra que la detección de los obstácu-
los contra los cuales terminará chocando esta simple recuperación de los niveles
de productividad y de vida alcanzados a mediados de los años 1990 (gráficos 3 y
4).
748 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

Gráfico 3. Las proyecciones del Plan Fénix: evolución del producto per cápita en mi-
llones de pesos constntes de 1993

Gráfico 4. Las proyecciones del Plan Fénix: variaciones del PBI

Fuente: Facultad de Ciencias Economicas, UBA (2003, p. 40 et 41)

U NA TRADICIÓN : LA SOCIALIZACIÓN DE LAS PÉRDIDAS A CARGO DEL E STADO


Ya en el pasado, las deudas de los agentes privados fueron convertidas en deu-
das públicas, de manera que las dificultades financieras tienden a concentrarse
sobre el sector público, mientras que los agentes privados se benefician con las
ganancias logradas en los períodos de bonanza. La última década no escapó a es-
ta tendencia, lo que plantea la cuestión acerca de cómo concluirá la negociación
de Argentina con los detentores de su deuda soberana. Según el grado de reem-
bolso de esta deuda, los problemas macroeconómicos relacionados con la nece-
sidad de obtener un excedente primario del presupuesto, serán más o menos agu-
dos.
IX. Conclusiones 749

D EBILIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA E INESTABILIDAD DE


LAS ESTRATEGIAS POLÍTICAS

Un cuarto rasgo recurrente consiste en la dificultad para cobrar los impuestos,


que traduce en sí misma la débil legitimidad de la administración pública. Pero la
reducción de las desigualdades desarrolladas en el curso de la última década, su-
pone una política activa de lucha contra la pobreza es decir transferencias socia-
les significativas. La debilidad de los medios de acción de la administración pú-
blica encuentra su correspondencia en la inestabilidad de las estrategias guberna-
mentales. Como ya se ha subrayado, la inestabilidad política participa de la difi-
cultad frente a los compromisos institucionalizados, y a su vez ellos se alimentan
de la inestabilidad macroeconómica. ¿Es posible romper ese círculo vicioso?

T RADICIÓN MÁS RENTÍSTICA QUE EMPRESARIAL , AGRAVADA POR LA FINACIARIZACIÓN

Finalmente, la ausencia de un empresariado que asocie sus intereses con los del
espacio económico argentino, puede ser un gran obstáculo para la emergencia de
esos compromisos institucionalizados, tales como los que supone implícitamente
el Plan Fénix, o los que convocan los proyectos del presidente Kirchner. ¿Cómo
hacer emerger tal clase de empresarios modernizantes y progresistas? En el pasa-
do, los países podían recurrir a las élites del Estado, pero esto ha sido cada vez
más difícil, debido al papel determinante de la finanza.

VI. ¿E XCEPCIONALISMO O EJEMPLARIDAD DE A RGENTINA ?


La elección de una estrategia por parte de Argentina se puede esclarecer a par-
tir no solamente de su trayectoria histórica, sino también de las comparaciones in-
ternacionales que se sitúan en un doble nivel: el de los países en vías de desarro-
llo o, de manera más restringida, de los países latinoamericanos.

A RGENTINA : ¿ UN PERFIL INSTITUCIONAL MARCADO POR EL LIBERALISMO PURO ?

Un trabajo reciente se propuso elaborar una grilla que permitiera captar, de la


manera más exhaustiva posible, los perfiles institucionales a partir de variables
que miden las instituciones políticas, el orden público, la gobernancia política, el
grado de libertad en el funcionamiento de los mercados, el grado de apertura al
exterior y, finalmente, la cohesión social (Berthelier, Desdoigts, Ould Aoudia,
2004). Procediendo a un análisis factorial múltiple, aparece un núcleo institucio-
nal a partir de un grupo de variables y se confirma la influencia de las institucio-
nes sobre el nivel de desarrollo. El análisis de cuatro grandes familias institucio-
nales (gráfico 5) revela la combinación de variables institucionales y de variables
socio-económicas. Las mismas se distribuyen según dos ejes principales: el pri-
750 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

mer eje horizontal opone dos familias de regulación social, la que está asegurada
por el estado y la que, por el contrario, surge de la instancia tradicional de la so-
ciedad. El segundo eje, vertical, opone dos tipos de organización social: uno que
favorece la circulación de las personas y de la información, el otro la seguridad-
estabilidad del contrato de trabajo, la justicia laboral y la mayor o menor parte del
trabajo informal. De eso se deduce, según los autores, que la Argentina de los
años noventa pertenece al modelo de liberalismo puro. Pero en el seno de este
modelo, se encuentran dos variantes: los países caracterizados por una gran efi-
cacia del estado a lo largo del eje horizontal y los que por el contrario se caracte-
rizan por un alto grado de informalidad del trabajo sin que el estado sea necesa-
riamente eficaz. La Argentina, tanto como el Brasil, pertenecen a esta categoría.
Es destacable que esta comparación internacional confirme el diagnóstico que
proporciona el análisis de la trayectoria histórica argentina: este país ha devenido
un ejemplo tipo de la liberalización de los mercados respecto de las restricciones
jurídicas e institucionales, en el contexto de un estado relativamente ineficaz.

U NA LECTURA REGULACIONISTA DE LA PARTICULARIDAD ARGENTINA


En los análisis ya es tradicional oponer el conjunto de los países latinoamerica-
nos supuestamente víctimas de la prosecución de una estrategia de sustitución de
importaciones a los países asiáticos, que tendrían la suerte y el mérito de compro-
meterse resueltamente en un crecimiento impulsado por las exportaciones. En ese
caso, Argentina es frecuentemente asimilada en una configuración tipo de Amé-
rica Latina.
Numerosas investigaciones inspiradas por la teoría de la regulación, brevemen-
te resumidas en la presente obra (Miotti, Quenan, 2004) proporcionan un análisis
diferente (Quemia, 2001). De allí surge que en efecto, en los años setenta, Argen-
tina era relativamente atípica en comparación con Brasil, Chile, México y Vene-
zuela, pues se caracterizaba por una regulación ampliamente monopolista. Una
segunda particularidad es la brutalidad del cambio que se produjo en los años no-
venta. Es en este país donde el cambio de la jerarquía de las formas instituciona-
les ha sido más pronunciada, hasta el punto de converger hacia una regulación
competitiva. En ningún otro país el régimen monetario y la apertura internacio-
nal, han sido tan dominantes en la recomposición de la relación salarial y de las
relaciones entre el estado y la economía.
Es un hallazgo importante, pues esta liberalización imprime su marca al con-
junto de la economía y de la sociedad. Se podría intentar en esta materia, hacer
una comparación con la situación respectiva entre el Reino Unido y Europa con-
tinental. En aquel el vigor del programa conservador proseguido con perseveran-
cia durante la era de M. Thachter dio nacimiento a una estrategia llamada de la
tercera vía, después de haber sido desestructuradas las formas institucionales del
IX. Conclusiones 751

régimen anterior. Nada de esto se produjo en Alemania ni en Francia. Para anti-


cipar una comparación, Argentina se encuentra en una posición casi equivalente
a los demás países latinoamericanos… a pesar de que estos últimos estaban tra-
dicionalmente más próximos a la informalidad de una regulación competitiva.
Esta conclusión no deja de tener consecuencias para pronosticar las estrategias
que se abren en adelante.

VII. ¿Q UÉ ESTRATEGIAS PARA A RGENTINA ?


De esta radioscopía institucionalista y regulacionista, puede resultar útil extraer
algunas propuestas de política económica, de acuerdo con la especificidad de los
enfoques desarrollados en esta obra. La dificultad de la tarea consiste en el hecho
de que las regularidades anteriores, han sido afectadas por el derrumbe de la eco-
nomía argentina, de manera que las salidas de la crisis están ampliamente condi-
cionadas por las decisiones políticas. Ahora bien, estas últimas han sido adopta-
das con urgencia y bajo la presión de la actualidad, sin que se hubieran podido
evaluar las consecuencias en el largo plazo de una serie de decisiones puntuales.
Pero además, dadas la conjunción de una crisis financiera, política y económica
y la interdependencia de los factores determinantes de la viabilidad de un modo
de desarrollo, no se pueden emitir recomendaciones tan simples, por no decir
simplistas, como las que propondrían teóricos monetaristas, economistas neoclá-
sicos o incluso keynesianos.

NO REPETIR LOS ERRORES DE LA POLÍTICA ECONÓMICA PASADA

Un primer interés que ofrece poner en perspectiva la crisis actual, es que ofre-
ce proporcionar enseñanzas concernientes a los errores que convendría no volver
a repetir, máxime cuando algunos de ellos podrían ser detectados y por consi-
guiente evitados ex ante (cuadro 3).
Si se toma distancia, aparecen claramente los peligros de una apertura comple-
ta y rápida a la finanza internacional cuando se observa la multiplicación de las
crisis que han golpeado a los países llamados emergentes a lo largo de los años
noventa. Una entrada masiva de capitales estimula el crédito que alimenta la ex-
pansión del consumo, pero también genera una asignación discutible del capital
a los sectores protegidos contra la competencia internacional. Aunque el sector
bancario respete las prudentes normas internacionales, la experiencia ha mostra-
do que la rapidez de los flujos de capitales tuvieron como contrapartida su brutal
fuga cuando cambia el punto de vista sobre el futuro. Así, la globalización finan-
ciera ha acentuado la inestabilidad macroeconómica y más bien penalizado el cre-
cimiento, sin resolver verdaderamente la cuestión del equilibrio dinámico entre el
ahorro y la inversión doméstica. Sería entonces oportuno favorecer la intermedia-
752 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

ción financiera en la escala doméstica, y minimizar la búsqueda de créditos emi-


tidos en dólares en el circuito internacional. La pesificación va en este sentido; y
debería concebirse como una política estructural y no como una simple respues-
ta a la ruptura de los circuitos de pagos internacionales.
Muchos autores están hoy de acuerdo en distinguir claramente la inversión de
portafolio de la inversión extranjera productiva directa. Sin embargo, cuando se
comparan los países latinoamericanos con los del sudeste asiático, surge que la
IED tiene efectos de modernización y de arrastre extremamente diferentes, según
que se negocien acuerdos de asociación con firmas locales o se deje en plena li-
bertad a las multinacionales para continuar dominando la evolución y la difusión
de las nuevas tecnologías. La adopción de una estrategia en materia de IED, que
maximiza las repercusiones para el tejido productivo doméstico, es particular-
mente determinante en el caso argentino.
Desde hace casi medio siglo, los períodos de expansión se enfrentan con la in-
suficiencia del potencial de exportación, ya sea porque el modo de desarrollo ha
sido rentístico, gobernado por la sustitución de importaciones, y aún cuando la
acumulación hubiera sido intensiva, centrada en la constitución del mercado in-
terno o, por el contrario, abierta a la competencia internacional
En esas circunstancias, toda la estrategia de mediano plazo debería concentrar-
se al mismo tiempo en la integración hacia arriba de las ramas en las cuales Ar-
gentina se ha especializado, en una política de innovación adaptada a tal especia-
lización y finalmente una política comercial que permita desarrollarla a mediano
plazo. Aunque el contexto haya cambiado mucho, la estrategia seguida por Corea
merece consideración: al comienzo de los años sesenta, los dos países parecían
beneficiarse con las mismas ventajas y tener niveles de productividad equivalen-
tes, si es que no eran todavía superiores los de Argentina.

Cuadro 3. Aprender de las crisis anteriores

1. Encanto y peligro de recurrir a las finanzas 1. Organizar la intermediación financiera en


internacionales escala doméstica
2. Predominio de la orientación a la inversión 2. Privilegiar la asociación con inversiones directas
extranjera directa que maximicen las repercusiones tecnológicas
3. Insuficiencia crónica del potencial exportador 3. Adosar a la política comercial una política de inte-
gración de sectores
4. Peligros del cortoplacismo : ganancia política 4. Buscar coaliciones políticas estables que incluyan la
a corto plazo pero crisis mayor al final mayor cantidad posible de grupos sociales
5. Inadecuación de las reglas y los automatismos 5. No renunciar al ajuste de la tasa de cambio y
en épocas de incertidumbre y flexibilidad reconsiderar la libertad completa de los movimientos
de capitales
IX. Conclusiones 753

En un mundo que sigue el ritmo de las finanzas, los responsables de la política


económica tienen algunas razones para ceder al cortoplacismo: política presu-
puestaria generosa en períodos de expansión, austeridad cuando sobreviene la re-
cesión. De nuevo Argentina constituye un caso extremo de inestabilidad recurren-
te en las orientaciones de política económica, lo cual refleja a su vez los cambios
de gobierno o grandes crisis políticas y sociales. Ahora bien, ningún modo de de-
sarrollo puede establecerse en ausencia de perspectivas suficientemente estables
sobre el futuro, que orienten las decisiones de inversión, de innovación, de loca-
lización de las unidades productivas. Pero tal estabilización de las anticipaciones,
supone coaliciones políticas estables, es decir, que obtengan el consentimiento de
un número suficiente de grupos sociales. En particular, la exclusión duradera de
ciertos grupos conduce a un sesgo de la política económica –porque sus intereses
no son tomados en cuenta- lo que a término repercute sobre la viabilidad del mo-
do de regulación en sí mismo. Así, el modo de regulación competitivo de los años
noventa, que excluía una fracción creciente de las clases medias, encontró los lí-
mites ya conocidos para instaurar una acumulación intensiva. Según ciertas hipó-
tesis la inclusión social puede ser un factor de viabilidad para una estrategia de
desarrollo: este enfoque se encuentra en los objetivos y las propuestas del plan
Fénix.
Finalmente, sería ridículo ser mas realista que el rey, es decir volver a repetir el
error que consistió en adoptar una regla automática de política económica – la
Caja de conversión- en una época marcada por la imprevisibilidad de los movi-
mientos de capital, evoluciones sorprendentes de los precios de materias primas
y variaciones rápidas de las tasas de cambio y de interés. Volver a encontrar már-
genes de libertad para conducir la política económica es entonces esencial, lo que
supone primeramente, poder cuestionar la deseabilidad y la posibilidad de man-
tener una movilidad completa del capital financiero, y luego adoptar un régimen
de cambio que permita ajustes periódicos en función de la situación y de la com-
petitividad de la economía nacional.

La vigorosa recuperación económica no significa que los problemas estructurales de la


economía argentina serán superados rápidamente
Como la crisis que estalla en diciembre de 2001 había sido precedida por tres
años de recesión, no es para nada sorprendente que el repudio de la deuda y la de-
valuación del peso hayan dado nacimiento a una rápida recuperación, sin volver
a una fuerte inflación, porque las capacidades de producción estaban subutiliza-
das y las necesidades eran urgentes (cf. Keifman). Sin embargo, la mayoría de los
problemas permanecen y requieren medidas que implican la transformación de
las instituciones y las modalidades de la política económica.
• En primer lugar Argentina se beneficia con los precios elevados de la pequeña
cantidad de productos agrícolas que exporta, pues la recuperación del creci-
754 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

miento de los Estados Unidos, parcialmente de Europa y el persistente dina-


mismo de China, arrastran un fuerte incremento en los precios, no solamente
del petróleo, sino también de los recursos naturales y productos agrícolas.
• La aparición de un excedente fiscal no implica necesariamente que la restric-
ción presupuestaria haya sido superada de manera durable, pues no se pueden
prolongar idénticamente los ritmos de crecimiento observados en 2003 y 2004,
sabiendo que en estos momentos, la negociación del pago de la deuda a los bo-
nistas, tanto nacionales como extranjeros, todavía no ha desembocado en un
compromiso que permita a Argentina tener, nuevamente, acceso al crédito in-
ternacional.
• La política de ingresos que sostiene el salario y proporciona subsidios a los
más pobres alimenta la demanda de bienes de consumo esenciales, y habida
cuenta de que la tasa de cambio es favorable, induce un proceso de sustitución
de importaciones que contribuye a fortalecer las capacidades de producción de
esos sectores. Sin embargo, el volumen de consumo no ha recuperado el nivel
observado a mediados de los noventa, el desempleo permanece elevado y no
se reduce sino muy lentamente, mientras que el trabajo informal y el no regis-
trado (en negro) ocupan todavía un lugar considerable.
• Para que los ritmos de crecimiento actuales se mantengan, sería necesario un
vigoroso esfuerzo de inversión, lo que supone una vuelta de la confianza y una
reconfiguración del sistema financiero, que pueda financiar la actividad eco-
nómica, pero también el acceso al consumo. A más largo plazo todavía, el fi-
nanciamiento del sistema de innovación argentino se ha debilitado en el curso
de la última década, pues los gastos de investigación y desarrollo no represen-
tan más del 0,45% del PBI aproximadamente y es el presupuesto público el
que asume la mayor parte del gasto, ya que las multinacionales no participan
en el mejoramiento del potencial de innovación del territorio argentino, mien-
tras las PYME dinámicas no tienen sino débiles medios para mejorar su posi-
ción competitiva.
• En materia social, no es fácil anticipar cuál será el apoyo que tendrá el gobier-
no en los años venideros. Los movimientos sociales que agrupan a desocupa-
dos, fuertemente politizados y muy reivindicativos, continúan ejerciendo una
presión sobre el gobierno. Implícitamente al menos, un pacto social corpora-
tista que implique los sindicatos, los empresarios argentinos y el gobierno fi-
gura en la agenda sin que se vean todavía los atisbos de tal compromiso.
Sería entonces peligroso ceder a un golpe de optimismo e imaginar que la pro-
longación durante varios años de la recuperación económica actual será suficien-
te para superar las debilidades con las cuales se enfrenta periódicamente la Ar-
gentina: dificultad de inserción internacional, fragilidad de los compromisos po-
líticos, debilidad de la administración pública, ausencia de estrategias de largo
plazo. Esto constituye una invitación a reflexionar sobre los modos de desarrollo
que se podrían generar en el curso de los próximos años.
IX. Conclusiones 755

NO PONER LA MIRA EN MODOS DE DESARROLLO NO VIABLES O FUERA DE ALCANCE

Las investigaciones regulacionistas han revelado una serie de modos de desa-


rrollo emergentes, como posibles sucesores del fordismo, pero el último de ellos
sería una acumulación arrastrada por la finanza (cuadro 4). En nombre de la mo-
dernidad, ciertos responsables políticos podrían ser tentados por esta estrategia de
financiarización que, más allá de la explosión de la burbuja Internet, parece ha-
ber tenido éxito en Estados Unidos. Pero sería sin embargo un lamentable error,
pues la configuración actual de la economía argentina no permite la emergencia
de un círculo virtuoso de crecimiento alimentado por la dinámica de las cotiza-
ciones bursátiles. En primer lugar, el sistema financiero no ha sido todavía total-
mente reformado y reorganizado como para favorecer una intermediación finan-
ciera doméstica. En segundo lugar, la pauperización de la población torna iluso-
ria la idea de un capitalismo patrimonial en el cual el valor del portafolio bursá-
til y la amplitud de la capitalización de los aportes jubilatorios se convertieran en
factores clave del consumo. Finalmente, es siempre la ganancia y no las perspec-
tivas de la demanda la que condiciona la decisión de invertir, lo cual hipoteca el
establecimiento de un círculo virtuoso.
Una objeción aún más determinante se debe al hecho de que la economía ar-
gentina está lejos de beneficiarse con la autonomía económica, financiera y tec-
nológica de que gozan los Estados Unidos, tierra de elección del capitalismo pa-
trimonial. Por lo tanto, no habría que esperar mucho de un régimen de crecimien-
to arrastrado por la inversión extranjera directa pues como se ha señalado con
frecuencia en las condiciones típicas de la economía argentina, los derrames tec-
nológicos y económicos han sido muy limitados. Solamente el establecimiento de
un nuevo código para las inversiones extranjeras directas permitiría superar en
parte los obstáculos al establecimiento de una acumulación intensiva. Este régi-
men no deja de tener relación con un crecimiento arrastrado por las exportacio-
nes, aunque existen variantes muy diferentes para tal estrategia. Pero Argentina
no parece disponer de muchas ventajes para explorar desde ahora este modo de
desarrollo. En efecto, a pesar de la brutalidad de la apertura internacional produ-
cida en la década de los noventa, el sector exportador sigue teniendo un tamaño
reducido, los productos agrícolas o de la industria agroalimentaria continúan re-
presentando cerca de los dos tercios de las exportaciones, y los exportadores ar-
gentinos son tomadores de precios. Podría ser interesante reexaminar la estrate-
gia seguida por Chile a partir de los años ochenta, porque es a partir de una base
primaria exportadora que se operó cierta integración vertical y la conquista de po-
siciones dominantes para ciertos productos clave, gracias al equilibrio de las re-
laciones exteriores entre las tres zonas de la triada.
En esas condiciones y habida cuenta del camino seguido por la economía ar-
gentina desde 2001, es sin duda el modelo de sustitución de importaciones el que
parece ser más posible, incluso si por el momento es el resultado de una estrate-
gia más defensiva que ofensiva. El proceso puede demostrar que es eficaz para
756 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

Cuadro 4. Cuales son los modos de desarrollo posibles para Argentina


MODO DE CONDICIONES SU PRESENCIA
DESARROLLO DE VIABILIDAD EN ARGENTINA EN 2004

1. Arrastrado por la finanza • Amplio mercado financiero do- • Debilidad de la intermediación


méstico financiera
• Importancia de los efectos de pa- • Ingreso como determinante del
trimonio sobre el consumo consumo
• Inversión sensible a la demanda • Ganancia determinante esencial
de la inversión
2. Arrastrado por la inver- • Preponderancia respecto de la in- • Poca creación de capacidades
sión directa extranjera versión de portafolio productias
• Orientación hacia el sector ex- • Orientación hacia sectores prote-
puesto/exportador gidos, en continuación de la pri-
• Efecto de difusión de las tecno- vatización de los servicios públi-
logías a la economía doméstica cos
• Casi ningún efecto de arrastre
3. Arrastrado por las expor- • Tamaño suficiente del sector ex- • Economía más abierta a pesar de
taciones portador la liberalización
• Fuerte elasticidad/precio de las • Economía tomadora de precios
exportaciones • Continuación de una especializa-
• Especialización en los sectores ción agrícola o primaria exporta-
de fuerte crecimiento mundial dora
4. Por sustitución de impor- • Gran distancia respecto de la • Reducida pero aún importante en
taciones frontera tecnológica muchos sectores
• Focalización sobre los bienes de • Potencial de crecimiento después
consumo de base de la devaluación del peso
• Política de aprovisionamiento en • Posible gracias a la apertura in-
equipamientos modernos ternacional a los bienes de equi-
pamiento
5. Producción/consumo de • Mundialización de rendimientos • Problemática más allá de los
masa crecientes en el sector del consu- efectos del ciclo de productivi-
mo dad
• Principio de reparto de los incre- • Desconexión completa en los
mentos de productividad años noventa
• Moderación de las desigualdades • Explosión de las desigualdades,
• Apertura internacional moderada pauperización de una parte de la
clase media
• Débil apertura, factor favorable
6. Antropogenético • Sociedad desarrollada, que satis- • Aspiración a tal modelo, pero
fizo las necesidades mercantiles módicos recursos financieros
esenciales gracias a un nivel de disponibles
productividad elevado • Legado de las políticas de priva-
• Codificación de los servicios de tización y reducción de los gas-
salud, educación, formación, cul- tos públicos
tura • Posible conflicto entre obtención
• Demanda de estos servicios de un excedente primario del
vuelta solvente presupuesto público y búsqueda
de un "New Deal"
IX. Conclusiones 757

ciertos sectores que producen bienes de consumo corrientes, pero es sin dudas
más problemático para los bienes de consumo durable y más aún para los bienes
de producción, aunque más no sea porque son raras las empresas que en ese sec-
tor se han revelado como competitivas, luego del largo período de sobrevaluación
asociada a la Caja de conversión. A esto se agrega que se puede anticipar una re-
valuación del peso, que introduciría un freno en la sustitución de importaciones.
Finalmente, hay que recordar que a lo largo de la historia económica argentina,
todos los regímenes se han enfrentado a la inelasticidad de las exportaciones, fe-
nómeno que continúa observándose actualmente. Se hubiera podido esperar un
crecimiento mucho más espectacular de las exportaciones a partir de 2002.
También habría que discutir la pertinencia del establecimiento, a término, de un
régimen de crecimiento intensivo basado en el consumo masivo. Este sería a prio-
ri una excelente solución para conciliar la reducción de las desigualdades, la vuel-
ta a un mejor empleo y la movilización de la productividad de los productores do-
mésticos. En cierto sentido, las medidas sociales de apoyo al ingreso de los más
pobres constituyen un punto de partida para este modelo. Todo el problema es sin
embargo el de su persistencia, más allá del período de recuperación coyuntural.
Los incrementos de productividad observados se deben aparentemente más a la
existencia de un ciclo de productividad –las empresas tardan antes de contratar
más personal hasta asegurarse que la recuperación es durable- que al pleno de-
sarrollo de un nuevo régimen de productividad; las inversiones productivas, la
formación del capital humano y los esfuerzos de investigación y desarrollo con-
tinúan siendo modestos. Mas aún, se ha señalado recientemente que la domina-
ción de una regulación competitiva era un obstáculo al establecimiento de una
acumulación intensiva. Solo la negociación de nuevos compromisos instituciona-
lizados con respecto a la formación del ingreso salarial, podría permitir eventual-
mente el establecimiento de tal régimen.
Finalmente, trabajos recientes ponen de relieve que las tecnologías de la infor-
mación no serían sino el signo precursor de una economía del conocimiento, que
anunciaría la emergencia de un modelo antropogenético. Esa hipótesis encuentra
su origen en la constatación de un crecimiento quasi secular de los gastos en con-
cepto de salud, educación, recreación; en resumen, de todos los gastos que con-
tribuyen a la producción del hombre por el hombre, para revertir una fórmula que
se atribuye a Karl Marx y que transpone a su vez una propuesta por Piero Sraffa
relativa a la producción de mercancías por las mercancías. Por un lado, tal mode-
lo está en el corazón de la solución de los problemas relacionados con la paupe-
rización que ha arrastrado el modo de regulación competitivo de los años noven-
ta. Un crecimiento debido al acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, o in-
cluso en ciertos casos al consumo básico, tendría sólo efectos favorables en el lar-
go plazo, para la cohesión social y el potencial del crecimiento. Pero, por otro la-
do, la persistencia del desempleo, del subempleo, de la precariedad y de la debi-
lidad de los recursos presupuestarios susceptibles de ser movilizados por el equi-
758 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas

valente de un New Deal argentino, constituyen sendas barreras a la puesta en


práctica de tal programa. En esto se habrán reconocido los rasgos del Plan Fénix.
De hecho, varias de estas estrategias pueden ser implementadas simultánea-
mente, lo cual hace particularmente difícil cualquier pronóstico.

A LGUNOS ESCENARIOS

En un trabajo anterior (Boyer, 2003) se habían propuesto cinco escenarios. A la


luz de ciertos cambios observados desde diciembre de 2001, su pertinencia y po-
tencialidad deben ser reevaluadas (cuadro 4).
• La ejemplaridad de la Argentina con su política de pedir redefinición de los ob-
jetivos y los métodos del FMI, parecen haber provocado cambios importantes:
¡ningún procónsul designado por los organismos internacionales vino a gober-
nar Argentina! De la misma manera, la idea de declarar a los gobiernos en quie-
bra ha sido abandonada por los economistas que habían visto en esto la solución
radical para eliminar definitivamente los fenómenos de riesgo moral.
• Les relaciones entre Argentina y Brasil se han densificado bajo las presidencias
de Duhalde, Kirchner y Lula, y el interés del Mercosur aparece como más evi-
dente ante los ojos de los políticos que toman decisiones y entre los actores eco-
nómicos. Sin embargo, así como Alemania y Francia encontraron dificultades
que no podrían ser superadas completamente por la configuración de la política
europea –por ejemplo la reinterpretación o la redefinición del pacto de estabili-
dad-, en lo inmediato la crisis argentina y los problemas brasileños solo podrían
ser indirecta y marginalmente afectados, incluso si se adoptaran decisiones más
ambiciosas de integración económica regional. Ciertamente, no es esta una ra-
zón para contemporizar o dudar del interés de tal estrategia, pero los efectos se
harían sentir solo en el largo plazo.
• De la misma manera, la propuesta hecha por el presidente Menem en ocasión de
las elecciones presidenciales, con respecto a la dolarización completa del siste-
ma financiero, parece haber sido completamente dejada de lado, sin duda por-
que llevaría a agravar la rigidez y la extraversión del sistema de convertibilidad
y, por lo tanto, volver probable la repetición de una crisis del mismo tipo que la
que estalló en 2001.
Los otros escenarios pueden ser actualizados y conservan su pertinencia. El
punto de partida común es tomar en cuenta la persistencia del régimen rentístico,
ya sea que se apoye en la explotación de la agricultura o recurriendo a la finanza
internacional. Es muy impactante constatar la reprimarización de la economía ar-
gentina, aun cuando la devaluación del peso ha iniciado la renovación del proce-
so de industrialización por sustitución de importaciones. Otra característica esen-
cial es el grado sin precedente de desigualdad y de pobreza en la sociedad argen-
tina.
IX. Conclusiones 759

Cuadro 4. Una reevaluación de los escenarios propuestos en 2003

ESCENARIO OPCIÓN ESTRATÉGICA VEROSIMILITUD EN 2004

1. Argentina: tierra de misión Inaugurar una nueva política Incertidumbre sobre el


del FMI del FMI, limitar los efectos del devenir del consenso de
riesgo moral Washington. Abandono de
los proyectos de puesta bajo
tutela de los gobiernos que
fallan
2. El Mercosur como vector de Coordinar las políticas de Estrategia de largo plazo,
una salida de la crisis Argentina y Brasil, diversificar complemento pero no sustitu-
los intercambios regionales to de las políticas nacionales
3. Dolarización completa y Eliminar las crisis monetarias, La pesificación mostró la
globalización financiera favorecer la confianza importancia de una moneda
nacional y del ajuste de la
tasa de cambio
4. Una socialdemocracia Reducir la pobreza gracias a Supone un gobierno e inter-
argentina un compromiso salarial y la locutores sociales organiza-
extensión de la cobertura dos, abiertos al compromiso
social
5. Fatalidad del país primario Política de seguir la corriente Indices (reprimarización de la
exportador y pecado original economía, contracción del
estado, debilidad de la inno-
vación), pero contratenden-
cias (sustitución de importa-
ciones, capital humano)

El primer escenario: concentración del ingreso y de la riqueza y maldición ren-


tista
Entre la trayectoria venezolana y brasileña
Segundo escenario: un régimen autoritario reorienta la renta hacia una indus-
trialización conducida por el Estado
La trayectoria rusa contemporánea
Tercer escenario: la negociación de compromisos institucionalizados, que pone
a la Argentina en la vía de la social-democracia
Suecia en 1932, Noruega…

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