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I NTRODUCCIÓN
Los diferentes capítulos compilados en esta publicación aportaron conocimien-
tos sobre la mayor parte de los componentes de la crisis argentina. Creemos que
ha llegado el momento de intentar sacar algunas conclusiones generales.
La puesta en perspectiva histórica, a la cual proceden la mayoría de los auto-
res, ilumina la situación actual de manera muy interesante. Durante la última dé-
cada no solo se sucedieron una serie de conmociones desfavorables, sino que la
adopción de la convertibilidad redujo la autonomía y las variables de acción de la
política económica, en una época marcada por una sucesión de shocks financie-
ros, tecnológicos y geopolíticos. La crisis desencadenada en diciembre de 2001
fue muy grave porque dio testimonio de la incapacidad para funcionar de mane-
ra adecuada del régimen de acumulación implícito en la adopción de la “Caja de
Conversión” (I).
Pueden observarse destacadas convergencias en los enfoques de los diversos
autores, a pesar de que todos ellos estén lejos de adoptar los mismos conceptos y
métodos. Todos comparten un enfoque que se podría calificar como instituciona-
lista, por oposición a los autores para los cuales el análisis de la competencia y el
grado de ortodoxia de la política económica son suficientes para caracterizar las
bondades y las desgracias de la economía argentina (II).
Se puede intentar sintetizar las características de los años noventa desde el pun-
to de vista de la teoría de la regulación; se inscribe dentro de la corriente institu-
cionalista y se concentra sobre la tipificacción de los regímenes de acumulación
y su crisis; y está especialmente adaptada para dar cuenta de la periodización de
los regímenes económicos que se han sucedido en Argentina desde hace un siglo.
De hecho, la casi totalidad de los autores del libro aportan en este aspecto una ca-
racterización finalmente muy precisa de los orígenes de la crisis que estalla en di-
ciembre de 2001 (III).
En contrapartida, la problemática regulacionista se ve enriquecida por la con-
frontación con la historia económica y financiera de este país. En efecto, si Ar-
gentina comparte ciertas características con otros países de América Latina, su
trayectoria es ampliamente original y aporta resultados nuevos acerca de una
704 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas
cuestión central desde los años noventa: ¿cómo puede establecerse un modo de
regulación en ausencia de una estabilización de las opciones sobre el futuro, ha-
bida cuenta de las grandes incertidumbres que originan las evoluciones previsi-
bles a mediano y a largo plazo ? (IV).
Mientras que los observadores contemporáneos tienen tendencia a sobreestimar
la novedad de la crisis actual, la retrospectiva de las fases de expansión y de de-
presión que ha experimentado la Argentina no deja de señalar un paralelo con
ciertos episodios anteriores. Es en ese sentido que la teoría de la regulación pro-
pone la noción de trayectoria nacional : más allá de la sucesión de regímenes de
acumulación con lógicas contrastadas -rentista, basada en la sustitución de impor-
taciones, parcialmente intensiva orientada al acceso de los asalariados al consu-
mo masivo, potencialmente intensiva, impulsada por las exportaciones- se repi-
ten un cierto número de características claves en materia de procesos políticos y
de fragilidades institucionales (V).
Estos rasgos ¿son propios de Argentina o caracterizan de manera más general
a muchos países de América latina? A este respecto es interesante extraer algunas
enseñanzas de las comparaciones que proponen algunos de los autores: de hecho,
las comparaciones en un enfoque regulacionista sugieren una notable diferencia-
ción entre las trayectorias mexicana, brasileña y argentina. Por su parte, trabajos
recientes sobre el perfil institucional de los países desarrollados y en vías de de-
sarrollo, también hacen aparecer a Argentina en un lugar original (VI).
Sin embargo, la detección de ciertas invariantes en la historia argentina y de las
especificidades de este país, no deberían constituir una excusa para no tomar en
cuenta las novedades del período reciente. En efecto, es importante explicitar los
contornos de la recomposición institucional y política y elaborar algunos escena-
rios que se basen sobre la emergencia de regímenes diferentes.
Más allá de la recuperación coyuntural consecutiva al derrumbe de diciembre
de 2001, se plantea el problema fundamental de la viabilidad a largo plazo de los
compromisos políticos con la dinámica de la acumulación (VII).
Por encima de la diversidad de métodos y de temas abordados surgen cuatro
originalidades de los trabajos compilados en esta obra: proporciona un potente
antídoto a la creencia según la cual los principios del consenso de Washington de-
finieron una orientación estratégica válida en todo tiempo y lugar. Con el auge de
la globalización financiera y de las potencialidades de las tecnologías de la infor-
mación y las comunicaciones, tiende a prevalecer el corto plazo en el análisis de
los economistas e incluso en la mayoría de los investigadores en ciencias socia-
les, lo que contrasta con la utilidad de una puesta en perspectiva histórica de lar-
go plazo, para detectar las fuerzas que condujeron al derrumbe de la economía ar-
gentina. A esta segunda característica hay que agregar una tercera: el análisis de
los encadenamientos económicos está sumergido en la densidad de las relaciones
sociales y de los compromisos institucionalizados, de manera que los resultados
IX. Conclusiones 705
E L RÉGIMEN DE CONVERTIBILIDAD
ble a medida que pasaba el tiempo y aumentaba el riesgo país debido a las cri-
sis financieras internacionales y a la incertidumbre en cuanto al pago. Varios
gobiernos provinciales se vieron obligados a emitir monedas paralelas o bonos
para cubrir de esa manera el pago de sueldos de su personal, sin endeudarse.
• La disminución del consumo por parte de los asalariados, que presionó hacia
abajo la demanda interna debido a la política de disminución de los costos sa-
lariales, la reducción de los salarios directos reales a partir de 1994 (efecto te-
quila) y el incremento del IVA.
• Los cambios numerosos y considerables en cuanto al mercado de trabajo, debi-
do al incremento de la población económicamente activa, causado por el au-
mento de las tasas de participación femenina y el ingreso de trabajadores adi-
cionales para compensar el desempleo y la reducción de los salarios reales de
otros miembros de la familia; las tasas elevadas y persistentes de desocupación,
subocupación, trabajo no registrado y diversas modalidades del trabajo infor-
mal; el predominio de formas particulares de empleo (contratos de duración de-
terminada, trabajo a tiempo parcial, empleos contratados a través de empresas
de trabajo temporario, trabajo a domicilio) de tipo precario, sin garantías lega-
les de estabilidad; el aumento de la duración promedio de la jornada de traba-
jo; la prolongación de la duración promedio de permanencia en situación de de-
socupación.
• Fuerte aumento de los porcentajes de individuos y familias viviendo por deba-
jo de los índices de pobreza y de indigencia por causa de la reducción de los sa-
larios reales, la redistribución del ingreso en detrimento de los asalariados, la
magnitud de la desocupación y las demás formas de subutilización de la fuer-
za de trabajo unido a la insuficiente cobertura del seguro de desempleo y de las
políticas de protección social.
• Las orientaciones de la política económica, los procesos de concentración de la
producción y la centralización del capital que se desencadenaron, el peso de los
capitales extranjeros en el sistema productivo y en el sistema financiero y su
dominación respecto de las empresas argentinas, que no crearon las condicio-
nes para el surgimiento ni favorecieron la consolidación de una burguesía in-
dustrial nacional emprendedora que, en alianza con otros sectores de la socie-
dad civil, propusiera un modo de desarrollo viable alternativo.
Por lo tanto, esta evolución de las cuentas públicas -las del gobierno nacional
como de las provincias- lejos de ser la causa del derrumbe financiero sería más
bien la expresión de la contradicción propia de la instauración del régimen de
convertibilidad. Es sorprendente la debilidad del análisis técnico de los econo-
mistas del FMI: casi ninguna de las informaciones que anteceden es un argumen-
to favorable a la hipótesis formulada por Michael Mussa.
mera parte de los años noventa desemboca en el el violento retroceso de los años
dos mil y la debilidad de los derechos que protegían al trabajo, explica que el cos-
to de la crisis sea especialmente elevado para los asalariados. El movimiento de
desregulación social parece ser mucho mas significativo en Argentina que en los
países europeos, por ejemplo, aunque más no sea por esta violencia inscripta en
la larga historia de los conflictos de trabajo.
M ÁS QUE UNA ESTRICTA DEPENDENCIA RESPECTO DEL SENDERO , UNA SUCESIÓN DE REGÍME -
NES DE ACUMULACIÓN Y DE MODOS DE REGULACIÓN
la hipótesis en virtud de la cual las sociedades estarían caracterizadas por una ex-
trema inercia en su arquitectura tecnológica, económica e institucional. En uno y
otro caso, prevalece un determinismo casi cinemático, por el cual se elimina la
mayor parte de las contingencias, fuera del período de fundación de las institu-
ciones o de emergencia de las tecnologías.
Se encuentran rasgos de esas dos concepciones en los análisis sobre Argentina.
La alternancia de fases de crecimiento rápido y de optimismo, seguidas luego de
un retroceso brutal y de extremo pesimismo son características bien conocidas de
los argentinos. Testimonio de esto es, por ejemplo, la evolución del ingreso per
cápita expresado en dólares (cf. Carrera, gráfico 8). Por otra parte, para numero-
sos observadores lejanos y poco atentos, Argentina paracería estar golpeada por
una maldición fundacional de la cual se encontrarían huellas en cada una de las
crisis
La teoría de la regulación no rechaza necesariamente la idea de trayectorias his-
tóricas contrastadas según los países (Boyer, Saillard, 2002: 570) pero distingue
dos grados de persistencia: una trayectoria en sentido débil, caracterizada por la
permanencia de procesos de ajuste invariantes, propios de un modo de desarro-
llo; y, por oposición, una trayectoria fuerte, que manifiesta la existencia de regu-
laridades que trascienden la sucesión de modos de desarrollo. Por ejemplo, las
trayectorias del capitalismo americano y francés se distinguen de manera durable,
mas allá aún de la sucesión de regímenes de acumulación: intensivos sin, y des-
pués con, consumo masivo.
Se encuentran maneras de confirmar esta problemática a propósito de Argenti-
na (Neffa, 1998 ; Miotti, Quenan, 2004 ; Feliz, Perez, 2004 ; López, 2004 ; Mu-
sacchio, 2004). Todos los capítulos insertos en el comienzos del libro reconocen
la variedad de los regímenes económicos que se sucedieron desde el siglo XX. A
grandes rasgos, al modo de desarrollo rentista primario exportador del siglo XIX
le sucede luego y particularmente a partir de los años treinta, un modo de desa-
rrollo intensivo construido sobre una estrategia de constitución del mercado in-
terno, según un mecanismo de sustitución de importaciones (cf. Rapaport). En los
años setenta, este modo de desarrollo entra en crisis y se abre un período que se
prolonga hasta 2001, marcado por la búsqueda, difícil por no decir desesperada,
de un crecimiento intensivo alimentado por la apertura internacional y la tentati-
va de desarrollar las exportaciones. En este sentido, la crisis actual se caracteriza
por la incertidumbre del modo de desarrollo implícito en las medidas de reorien-
tación adoptadas a partir de 2003. Mientras tanto, las crisis toman formas especí-
ficas en cada una de esas configuraciones, lo que no es otra cosa que la confirma-
ción de la diversidad de modos de desarrollo: en conformidad con la Ecole des
Annales, “las economías tienen las crisis de sus estructuras” (cf. Panigo, Torija
Zane).
IX. Conclusiones 731
Sin embargo, en la escala del siglo, aparecen ciertos rasgos comunes que tras-
cienden los diversos regímenes económicos: dificultad permanente para insertar-
se en la economía mundial, inestabilidad política, debilidad de la administración
pública y del estado, predominancia de un espíritu rentístico sobre el espíritu em-
prendedor, según Schumpeter. Aunque no es suficiente con invocar estas perma-
nencias, para producir un análisis pertinente y circunstanciado de la crisis que se
manifiesta en 2001.
Estas relaciones ya han sido mencionadas pero toman una forma particular en
las investigaciones regulacionistas. En efecto, los trabajos más recientes han
puesto a la luz del día un paradoja: la mayor parte de las instituciones que están
en la base de una economía capitalista y que le permiten funcionar, tienen un ori-
gen extraeconómico, a menudo político. Es el caso de la moneda, condición per-
misiva del intercambio mercantil, no creada por la única iniciativa de los actores
económicos, sino por las necesidades de financiamiento del estado (Aglietta, Or-
léan, 1998). Lo mismo sucede con los derechos de propiedad, tan esenciales pa-
ra los análisis neo-institucionalistas contemporáneos del capitalismo, que requie-
ren la existencia de un estado capaz de promulgar el derecho y de hacerlo respe-
tar (Boyer, 2004b). O, incluso, el mantenimiento de un mínimo de competencia
no puede estar asegurado por las mismas empresas, sino que supone autoridades
públicas encargadas de mantener la disciplina del mercado. La política económi-
ca está en la intersección de preocupaciones políticas (obtener el apoyo de la opi-
nión pública al gobierno, o al menos no dejar que se deteriore) y consideraciones
económicas (responder a las expectativas de grupos sociales y económicos; ab-
sorber los desequilibrios y los conflictos que no cesan de emerger en el seno de
una economía de mercado) (Théret, 1999; Palombarini, 2001).
Este enfoque es importante para el análisis de la evolución argentina: los cam-
bios en las coaliciones políticas y los golpes de estado han sido los vectores de
los cambios en las formas institucionales, que han condicionado a término el mo-
do de desarrollo. Por otra parte, los desequilibrios del modo de desarrollo reper-
cuten sobre la esfera política, la crisis de diciembre de 2001 es un ejemplo singu-
lar. El aporte de la teoría de la regulación consiste en mostrar que el tiempo de la
política no es el de la economía, y menos aún el de la finanza. Esas escalas de
tiempo diferentes están en el corazón de la dinámica de las sociedades contempo-
ráneas (gráfico 1):
732 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas
LO POLITICO:
• Instituye las reglas de juego
• Decide ciertas opciones
estratégicas
LO ECONOMICO:
De donde un régimen
económico ... y una dinámica
macroeconómica
Retranscripción electoral
Impacto sobre la
adhesión a la política
LO POLITICO:
• Instituye la convertibilidad
• Reajusta la casi totalidad
de formas institucionales
LO ECONOMICO:
Endurecimiento de la
restricción financiera Pauperización de los asalariados y
de una parte de las clases medias
Movimientos sociales y
protesta política
IX. Conclusiones 735
La ilusión del poder de compra: alzas y bajas del nivel de vida expresadas en moneda in-
ternacional
Las relaciones de la economía argentina con la economía internacional introdu-
cen una tercera fuente de grandes incertidumbres. A veces la moneda argentina ri-
valiza con las monedas fuertes y el nivel de vida progresa, de manera que la po-
blación siente que pertenece al mundo desarrollado y se comporta en consecuen-
cia en materia de consumo. Otras veces una crisis monetaria se traduce por una
reducción drástica del poder de compra medido en moneda internacional, en un
contexto de baja del ingreso real: Argentina entra en a la categoría de economías
en vías de desarrollo. De esa manera se introduce una gran incertidumbre con res-
pecto a las perspectivas de evolución del nivel de vida (cf. Carrera, gráfico 1).
En ese movimiento del nivel de vida expresado en moneda internacional, se
conjugan tanto las incertidumbres de la inserción internacional de Argentina y la
decisión de su régimen de cambio, como aquellas que se refieren a la inestabili-
dad macroeconómica interna y los bruscos cambios de estrategias económicas,
debidas a la recurrencia de crisis políticas (gráfico 3). Tal conjunción es un desa-
742 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas
fío a la teoría de la regulación que tiende a insistir sobre el papel de las formas
institucionales como reductoras de incertidumbres y por lo tanto productoras de
irregularidades que están en la base de los modos de regulación. Irónicamente, es-
to podría ser el ejemplo canónico del cual se deberían apoderar los poskeynesia-
nos, que insisten sobre la incertidumbre radical que preside la inversión, es decir
la inestabilidad intrínseca de los mecanismos que dan forma a la macroeconomía
(Shackle, 1972).
I ncertidumbre de las
visiones sobre el
futuro
Inestabillidad
macroeconómica
Ince rtidumbre de la
inserción
internacional
Fue necesario recurrir a los nuevos instrumentos, por ejemplo la flexibilidad sa-
larial, para tratar de limitar el impacto negativo sobre el empleo de la sobrevalua-
ción del peso, o inclusive ayudar a la exportación para consolidar los márgenes
de los exportadores, tomadores de precios en el mercado mundial, aunque signi-
ficaran costos de producción elevados. La otra solución consistía en abandonar
uno o varios de los objetivos tradicionales de la política económica, en la búsque-
da del pleno empleo, ya que el desarrollo del potencial de crecimiento había sido
delegado finalmente a las empresas transnacionales, encargadas de aportar las
mejores tecnologías.
IX. Conclusiones 745
Una regla rígida en un solo país en una época inestable y de búsqueda de la flexibilidad
Las tasas de cambio fijo prevalecieron en ciertos períodos del siglo XIX o más
tarde, entre 1945 y 1971. Pero fuera de ellos, prevalecía un sistema internacional
más o menos coherente y se disponía de reglas de ajuste en caso de desequilibrio
en una economía nacional. La situación es muy diferente a fines del siglo XX, por
la emergencia de nuevos países industrializados, los movimientos de la finanza
globalizada, la aparición de nuevas interdependencias entre centro y periferia,
que introdujeron muchas incertidumbres en el sistema internacional. Entonces la
paradoja de las autoridades argentinas consistió en haber querido recurrir a un
conjunto de reglas rígidas, en un universo fluctuante, incierto, conflictual… en el
mismo momento en que, para responder a factores aleatorios y a las crisis, los
otros países se volcaban hacia políticas discrecionales, opuestas a las reglas pro-
puestas e instituidas por los monetaristas para luchar contra la inflación. Más aún,
cuando en el mundo rigen la fuerte competencia transnacional y libertad de mo-
vimientos de capitales, es aparentemente la deflación más que la inflación, la que
plantea problemas a las políticas económicas.
Una de las últimas paradojas de la política argentina fue entonces haber promo-
vido un estilo de gestión de la economía visto como prometedor y eficaz, porque
se veía moderno, mientras la Caja de conversión no era sino la tentativa de acli-
matación de un dispositivo que solo podía resistir su prueba en un marco social,
político e internacional desaparecido hacía mucho tiempo.
gurando así un largo periodo de declinación relativo y a veces absoluto. Por otra
parte, hasta mediados de los años 1990, la crisis del fordismo no ha dado lugar a
un nuevo régimen de acumulación intensiva, sino más bien a un crecimiento ex-
tensivo, asociado a una profundización de las desigualdades: Estados Unidos
constituye en este sentido un ejemplo emblemático (Boyer, Juillard, 2002).
La Argentina viene a recordar útilmente que la instauración de una acumula-
ción intensiva no es para nada un fenómeno automático, que ello puede intentar-
se muchas veces bajo formas diferentes (el peronismo, luego el menemismo) sin
tener éxito. Es un mensaje importante pero muy olvidado.
V. ¿S E REPETIRÁ LA HISTORIA ?
Si se acepta al diagnóstico de que hubo una gran crisis, surge de esto que no
puede ser superada por el regreso a un pasado idealizado, pues los años noventa
han cambiado irreversiblemente la sociedad argentina, las estructuras productivas
de la economía, las percepciones de las prioridades políticas (Boyer, 2004c). No
se puede entonces imaginar una salida por continuidad, conforme a las regulari-
dades anteriores. Sin embargo, no habría que subvaluar los rasgos ampliamente
invariantes que se repiten a lo largo de las crisis y que resulta importante identi-
ficar, ya sea para que sirvan como vectores para salir de la crisis, o para intentar
alterarlos si constituyen bloqueos.
IX. Conclusiones 747
Gráfico 3. Las proyecciones del Plan Fénix: evolución del producto per cápita en mi-
llones de pesos constntes de 1993
Finalmente, la ausencia de un empresariado que asocie sus intereses con los del
espacio económico argentino, puede ser un gran obstáculo para la emergencia de
esos compromisos institucionalizados, tales como los que supone implícitamente
el Plan Fénix, o los que convocan los proyectos del presidente Kirchner. ¿Cómo
hacer emerger tal clase de empresarios modernizantes y progresistas? En el pasa-
do, los países podían recurrir a las élites del Estado, pero esto ha sido cada vez
más difícil, debido al papel determinante de la finanza.
mer eje horizontal opone dos familias de regulación social, la que está asegurada
por el estado y la que, por el contrario, surge de la instancia tradicional de la so-
ciedad. El segundo eje, vertical, opone dos tipos de organización social: uno que
favorece la circulación de las personas y de la información, el otro la seguridad-
estabilidad del contrato de trabajo, la justicia laboral y la mayor o menor parte del
trabajo informal. De eso se deduce, según los autores, que la Argentina de los
años noventa pertenece al modelo de liberalismo puro. Pero en el seno de este
modelo, se encuentran dos variantes: los países caracterizados por una gran efi-
cacia del estado a lo largo del eje horizontal y los que por el contrario se caracte-
rizan por un alto grado de informalidad del trabajo sin que el estado sea necesa-
riamente eficaz. La Argentina, tanto como el Brasil, pertenecen a esta categoría.
Es destacable que esta comparación internacional confirme el diagnóstico que
proporciona el análisis de la trayectoria histórica argentina: este país ha devenido
un ejemplo tipo de la liberalización de los mercados respecto de las restricciones
jurídicas e institucionales, en el contexto de un estado relativamente ineficaz.
Un primer interés que ofrece poner en perspectiva la crisis actual, es que ofre-
ce proporcionar enseñanzas concernientes a los errores que convendría no volver
a repetir, máxime cuando algunos de ellos podrían ser detectados y por consi-
guiente evitados ex ante (cuadro 3).
Si se toma distancia, aparecen claramente los peligros de una apertura comple-
ta y rápida a la finanza internacional cuando se observa la multiplicación de las
crisis que han golpeado a los países llamados emergentes a lo largo de los años
noventa. Una entrada masiva de capitales estimula el crédito que alimenta la ex-
pansión del consumo, pero también genera una asignación discutible del capital
a los sectores protegidos contra la competencia internacional. Aunque el sector
bancario respete las prudentes normas internacionales, la experiencia ha mostra-
do que la rapidez de los flujos de capitales tuvieron como contrapartida su brutal
fuga cuando cambia el punto de vista sobre el futuro. Así, la globalización finan-
ciera ha acentuado la inestabilidad macroeconómica y más bien penalizado el cre-
cimiento, sin resolver verdaderamente la cuestión del equilibrio dinámico entre el
ahorro y la inversión doméstica. Sería entonces oportuno favorecer la intermedia-
752 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas
ciertos sectores que producen bienes de consumo corrientes, pero es sin dudas
más problemático para los bienes de consumo durable y más aún para los bienes
de producción, aunque más no sea porque son raras las empresas que en ese sec-
tor se han revelado como competitivas, luego del largo período de sobrevaluación
asociada a la Caja de conversión. A esto se agrega que se puede anticipar una re-
valuación del peso, que introduciría un freno en la sustitución de importaciones.
Finalmente, hay que recordar que a lo largo de la historia económica argentina,
todos los regímenes se han enfrentado a la inelasticidad de las exportaciones, fe-
nómeno que continúa observándose actualmente. Se hubiera podido esperar un
crecimiento mucho más espectacular de las exportaciones a partir de 2002.
También habría que discutir la pertinencia del establecimiento, a término, de un
régimen de crecimiento intensivo basado en el consumo masivo. Este sería a prio-
ri una excelente solución para conciliar la reducción de las desigualdades, la vuel-
ta a un mejor empleo y la movilización de la productividad de los productores do-
mésticos. En cierto sentido, las medidas sociales de apoyo al ingreso de los más
pobres constituyen un punto de partida para este modelo. Todo el problema es sin
embargo el de su persistencia, más allá del período de recuperación coyuntural.
Los incrementos de productividad observados se deben aparentemente más a la
existencia de un ciclo de productividad –las empresas tardan antes de contratar
más personal hasta asegurarse que la recuperación es durable- que al pleno de-
sarrollo de un nuevo régimen de productividad; las inversiones productivas, la
formación del capital humano y los esfuerzos de investigación y desarrollo con-
tinúan siendo modestos. Mas aún, se ha señalado recientemente que la domina-
ción de una regulación competitiva era un obstáculo al establecimiento de una
acumulación intensiva. Solo la negociación de nuevos compromisos instituciona-
lizados con respecto a la formación del ingreso salarial, podría permitir eventual-
mente el establecimiento de tal régimen.
Finalmente, trabajos recientes ponen de relieve que las tecnologías de la infor-
mación no serían sino el signo precursor de una economía del conocimiento, que
anunciaría la emergencia de un modelo antropogenético. Esa hipótesis encuentra
su origen en la constatación de un crecimiento quasi secular de los gastos en con-
cepto de salud, educación, recreación; en resumen, de todos los gastos que con-
tribuyen a la producción del hombre por el hombre, para revertir una fórmula que
se atribuye a Karl Marx y que transpone a su vez una propuesta por Piero Sraffa
relativa a la producción de mercancías por las mercancías. Por un lado, tal mode-
lo está en el corazón de la solución de los problemas relacionados con la paupe-
rización que ha arrastrado el modo de regulación competitivo de los años noven-
ta. Un crecimiento debido al acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, o in-
cluso en ciertos casos al consumo básico, tendría sólo efectos favorables en el lar-
go plazo, para la cohesión social y el potencial del crecimiento. Pero, por otro la-
do, la persistencia del desempleo, del subempleo, de la precariedad y de la debi-
lidad de los recursos presupuestarios susceptibles de ser movilizados por el equi-
758 R. BOYER Y J.NEFFA: La crisis argentina: lecturas institucionalistas y regulacionistas
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