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ENEMAS
ENEMAS
Los enemas son líquidos que se introducen por vía rectal en la porción terminal
del intestino. Se pueden emplear como evacuantes (enemas de evacuación o
de limpieza, que son los más frecuentes y en los que nos vamos a centrar),
para ejercer una acción local o sistémica (enemas de retención) o con fines
diagnósticos (enemas con sustancias radioopacas). Cuando el volumen que se
va a administrar es pequeño, se denominan microenemas.
Antes de llevar a cabo cualquier técnica hay que tener preparado el material
que se va a emplear, que en este caso consiste en:
Ponga lubricante en una gasa y pásela por la sonda rectal, lubricando unos 10
cm desde su punta.
Introducción
de la sonda
rectal con el
paciente en
decúbito
lateral
izquierdo y
separando la
nalga superior.
Aprovechando una de las espiraciones (en este momento la presión abdominal
es menor) introduzca la punta de la sonda rectal, girándola poco a poco y
apuntando en dirección al ombligo del paciente (esta dirección sigue el trayecto
anatómico del intestino grueso). La cantidad de sonda a introducir varía según
la edad del individuo: de 7.5-10 cm en el adulto, de 5-7.5 cm en el niño y de
2.5-3-5 cm en el bebé. Si topa con cualquier resistencia no fuerce la entrada
de la sonda, permita que fluya un poco de solución mientras el paciente realiza
respiraciones lentas y profundas y luego intente proseguir con la inserción (una
pequeña cantidad de solución puede diluir el material fecal que obstruye el
paso de la sonda).
Eleve el irrigador poco a poco hasta situarlo a unos 30 cm por encima del ano.
Esta altura permite una infusión lenta y continua (la velocidad de infusión
depende de la altura a la que se coloque el irrigador: a mayor altura, mayor
velocidad).