Hoy celebramos un nuevo aniversario de la declaración de nuestra Indepedencia.
Hechos sociales y políticos de una época convulsionada por las decisiones
extranjeras sobre nuestra patria en gesta dieron inicio a un incipiente cambio. Una España en crisis por su dominación francesa que repercutió de inmediato en las Provincias Unidas del Sur y que consolidó una Junta de gobierno que tenía por intención conducir soberanamente los destinos de nuestro territorio. No fue fácil lograr nuestra libertad. Sobre todo porque en el seno de los patriotas - hombres como Saavedra y Rivadavia- persistía la idea de que la Corona Española fuera la que tomara las decisiones pese a la distancia y las batallas en la que habían logrado vencer los que pelearon por la libertad. Moreno, Belgrano y Castelli fueron los pocos que matuvieron la esperanza de construir un territorio en el cual predominara el derecho a las designaciones políticas, económicas y sociales, planteando la necesidad de crear un gobierno propio que tomara las decisiones en forma popular. Pero ¿fuimos y somos verdaderamente independientes? La idea de Independencia es un valor que en estos dos siglos ha sido resignificado, de una y otra forma, por los gobiernos y dirigentes políticos e intelectuales que idearon un país. Porque no solo se logró batallar contra los realistas sino que además se debió lidiar y resistir contra los ingleses y no solo en forma bélica sino también en la dominación territorial con la venta de tierras y regalías, con la introducción de empresas que vaciaron nuestros recursos con mano de obra barata y evasión de impuestos. Y aunque a veces parezca tan lejanos los orígenes de nuestra patria, algunos hechos se repiten como si nunca hubiésemos aprendido. Lamentablemente, la intromisión extranjera en nuestro país fue una desidia de muchos. Sin ir más lejos, las primeras maestras de la escuela pública fueron extranjeras que Sarmiento consiguió por unos meses. No fuimos independientes si sabemos que la nefasta Guerra del Paraguay se trató de una matanza en la que fuimos aliados de Brasil y Uruguay para despojar a los paraguayos de sus tierras y entregárselas a los Ingleses. O ¿se puede ser patriota y hablar de libertad cuando Roca por idea de Mitre y Avellaneda realizó el genocidio más grande del país en la llamada “Conquista del desierto”? ¿Y cuándo se creó la Ley de Residencia para expulsar a los primeros inmigrantes? Suele recordarse a la pasada década del 90 como la venta del país. La entrega de los servicios de la población fue el deshuase del Estado: las políticas económicas del neoliberalismo llevó a la ruina a la Argentina de fin de siglo. Si bien se han recuperado algunas herramientas de producción, aún queda mucho por hacer. Mientras exista venta de tierras a latifundios europeos y se expulse a los pueblos originarios, mientras los servicios del Estado sigan perteneciendo a empresas privadas, mientras se pague ilegitimamente una deuda externa que nunca contrajimos (o que solicitó la dictadura del Plan Cóndor norteamericano), mientras las Islas Malvinas continúen siendo usurpadas, no seremos verdaderamente independientes. Oímos hablar de libertad de una manera recurrente. Algunos de manera irresponsable: desde la prensa hasta la posibilidad de salir del país. Claro que la libertad tiene que ver con los derechos humanos pero en todas sus formas: en salud, educación, vivienda, alimentos, elementos básicos de un pueblo, sin intermediarios, de manera autónoma. La libertad es uno de los valores humanos más preciados y, como tal, debe ser un elemento fundamental para la contrucción colectiva de una verdadera patria libre, justa, equitativa y soberana. Y también latinoamericana como la pensaron San Martín, Bolívar, Martí, Sandino, Artigas. Será cuestión de luchar y crear conciencia por una segunda y definitiva independencia.