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La subyugación del país a los intereses coloniales británicos,1 los gastos de la familia
real,2 el poder de la Iglesia, la inestabilidad política y social, el sistema de alternancia de
los dos partidos en el poder (progresistas y reaccionarios), la dictadura de João Franco3
y la aparente incapacidad de acompañar la evolución de los tiempos y adaptarse a la
modernidad contribuyeron a un inexorable proceso de erosión de la monarquía4
portuguesa del cual los defensores de la república, especialmente el Partido
Republicano, supieron sacar el máximo provecho.5 El Partido Republicano se
presentaba como el único con un programa capaz de devolver al país el prestigio
perdido y colocar a Portugal en la senda del progreso.6
Tras la oposición del ejército a combatir a los cerca de dos mil soldados y marineros
rebeldes entre los días 3 y 4 de octubre de 1910, la república se proclamó a las 9:00 del
día siguiente en el balcón del ayuntamiento de Lisboa.7 Tras la revolución, un gobierno
provisional liderado por Teófilo Braga dirigió el país hasta el nacimiento de la Primera
República con la aprobación de la Constitución de 1911.8 La llegada de la república
implicó, entre otras cosas, la sustitución de los símbolos nacionales: el himno nacional y
la bandera.910
Índice
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1Antecedentes
o 1.1El ultimátum británico y la revuelta del 31 de enero de 1891
o 1.2El Partido Republicano Portugués
o 1.3El regicidio de 1908
o 1.4La agonía de la monarquía
2La revuelta
o 2.1Los primeros movimientos de los revolucionarios
o 2.2Las fuerzas del gobierno
o 2.3Los combates
o 2.4La salida del rey de Lisboa
o 2.5El triunfo de la revolución
o 2.6El embarque de la familia real hacia el exilio
3Los primeros pasos de la República
o 3.1Actuación del gobierno provisional
o 3.2Alteración de los símbolos nacionales
3.2.1La bandera
3.2.2El himno nacional
3.2.3El busto
o 3.3Separación entre Iglesia y Estado
o 3.4Reconocimiento internacional
4Referencias
5Bibliografía
6Enlaces externos
Antecedentes[editar]
El ultimátum británico y la revuelta del 31 de enero de 1891[editar]
Artículo principal: Ultimátum británico de 1890
La rápida retirada portuguesa ante las exigencias británicas fue vista como una
humillación nacional por diversos grupos y por las élites.13 Se inició así un profundo
movimiento de descontento hacia la figura del nuevo rey Carlos I, a la familia real en
general y a la institución monárquica, ya que eran vistos como los responsables del
proceso de «decadencia nacional». La situación se agravó con la profunda crisis
financiera ocurrida entre 1890 y 1891, cuando las remesas de los emigrantes en Brasil
cayeron un 80 %14 debido a la proclamación de la república en Brasil dos meses antes,15
hecho que era observado con cautela por el gobierno monárquico16 y con júbilo por los
defensores de la república en Portugal.1718 Los republicanos supieron capitalizar ese
descontento aumentando su base social de apoyo que acabaría culminando en el
derrumbe del régimen.19
Placa conmemorativa en la calle Trinta e Um de Janeiro, en Oporto
El 1 de abril de 1890, el viejo explorador Silva Porto se suicidó envuelto en una bandera
portuguesa en Kuito (Angola), tras haber fracasado en las negociaciones con los
indígenas bajo las órdenes de Paiva Couceiro, que lo atribuyó al ultimátum. El suicidio
del que era uno de los rostros de la exploración del interior de África generó una
profunda conmoción nacional23 y su funeral en Oporto fue multitudinario.2425 El 11 de
abril se puso a la venta el libro Finis Patriae de Guerra Junqueiro que ridiculizaba la
figura del rey.26
El pensamiento y la
ciencia son republicanos,
porque el genio creador
vive de libertad y sólo la
República puede ser
verdaderamente libre [...].
El trabajo y la industria
son republicanos, porque
la actividad creadora
quiere seguridad y
estabilidad y sólo la
República [...] es estable y
segura [...]. La República
es, en el Estado, libertad
[...]; en la industria,
producción; en el trabajo,
seguridad; en la nación,
fuerza e independencia.
Para todos, riqueza; para
todos, igualdad; para
todos, luz.
—Antero de Quental en
República,
11 de mayo de 1870.32
Por eso los problemas dentro del partido acabaron por ser más cuestiones de estrategia
política que de ideología. El rumbo ideológico del republicanismo portugués ya había
sido trazado mucho antes por las obras de José Félix Henriques Nogueira y se alteró
poco con el paso de los años, exceptuando la adaptación a la realidad del país. A eso
contribuyeron las obras de Teófilo Braga, que intentó concretar las ideas
descentralizadoras y federalistas abandonando el carácter social en favor de aspectos
democráticos. Este cambio tenía como objetivo cautivar a la pequeña y mediana
burguesía, que se convirtió en una de las principales bases de la militancia republicana.
En las elecciones del 13 de octubre de 1878, el PRP consiguió un diputado: José
Joaquim Rodrigues de Freitas, por Oporto.34
Se pretendía también que la caída de la monarquía tuviera una dimensión mesiánica,
unificadora, nacional y por encima de los intereses particulares de las diversas clases
sociales.35 Esta panacea universal que debía curar, de una vez por todas, los males de la
Nación y devolvería al país a la senda de la gloria fue acentuando cada vez más dos
vertientes fundamentales: el nacionalismo y el colonialismo. Esta combinación supuso
el definitivo abandono del iberismo, patente en las primeras tesis republicanas de José
Félix Henriques Nogueira,36 y se identificó a los monárquicos y a la monarquía con el
antipatriotismo y la rendición a los intereses extranjeros. Otro fuerte componente de la
ideología republicana fue el marcado anticlericalismo,37 debido a las teorías de Teófilo
Braga, que identificó la religión como un obstáculo al progreso y como la responsable
del atraso científico de Portugal, en oposición a los republicanos, que eran una
vanguardia identificada con la ciencia, el progreso y el bienestar.38
El regicidio de 1908[editar]
Artículo principal: Regicidio de Lisboa
El atentado se debió al progresivo desgaste del sistema político portugués, vigente desde
la Regeneração,42 en gran parte culpa de la erosión política originada por la alternancia
de dos partidos en el poder: el Progresista y el Regenerador. El rey, como árbitro del
sistema político, papel que poseía en virtud de la constitución de 1838, había nombrado
a João Franco presidente del Consejo de Ministros.43 João Franco, que había dejado el
Partido Regenerador, consiguió convencer al rey para que cerrara el parlamento e
implantar así una serie de medidas con idea de moralizar la vida política.4442 Con esta
decisión irritó sobremanera a toda la oposición y no sólo a la republicana sino también a
la monárquica, liderada por políticos rivales de Franco que lo acusaban de crear una
dictadura.44 Los acontecimientos acabaron precipitando una serie de cuestiones sobre
los anticipos de dinero a la Casa Real y la firma del decreto del 30 de enero de 1908 que
preveía el destierro a las colonias, sin juicio, a los implicados en una intentona
republicana fracasada ocurrida dos días antes, el Golpe del Ascensor de la Biblioteca.45
Vi a un hombre de barba
negra [...] abrirse la capa y
sacar una carabina [...].
Cuando [lo] vi [...] apuntar
al carruaje me di cuenta,
infelizmente, de lo que
pasaba. ¡Dios mío, qué
horror lo que pasó!
Inmediatamente después
de que Buíça disparara [...]
comenzó un tiroteo que
sonaba como una lucha de
fieras. El Terreiro do Paço
estaba desierto: no había
ni un alma. Esto es lo que
más me cuesta perdonar a
João Franco...
— Manuel II.46
La familia real se encontraba entonces en el Palacio Ducal de Vila Viçosa,45 pero los
acontecimientos llevaron al rey Carlos a adelantar el regreso a Lisboa. Tomó el tren en
la estación de Vila Viçosa en la mañana del día 1 de febrero. La comitiva real llegó a
Barreiro ya por la tarde. Para atravesar el río Tajo tomó el barco de vapor D. Luís y
desembarcó en Praça do Comércio sobre las 17:00.47 A pesar del clima de gran tensión,
el rey optó por ir en carruaje abierto con una reducida escolta para demostrar
normalidad.45 Mientras saludaban a la multitud presente en la plaza, el carruaje fue
alcanzado por varios disparos. Un tiro de carabina atravesó el cuello del rey,47
matándolo en el acto.45 Los disparos continuaron y el príncipe logró acertar a uno de los
atacantes pero fue enseguida alcanzado en la cara por otro disparo.45 La reina, de pie, se
defendió con un ramo de flores que le habían regalado fustigando a uno de los atacantes
que había subido al estribo del carruaje al grito de: «¡Infames! ¡Infames!».14 El infante
Manuel también fue alcanzado en un brazo.14 Dos de los regicidas, Manuel Buíça,
profesor de primaria, y Alfredo Costa, empleado del comercio e editor, murieron en el
lugar. El resto huyó. El carruaje entró en el arsenal de la Marina donde se constató la
muerte del rey y la del heredero al trono.14
Tras el atentado, el gobierno de João Franco fue cesado y se lanzó una rigurosa
investigación que, dos años después, desveló que el atentado fue cometido por
miembros de la Carbonaria.48 El proceso de investigación estaba ya concluido en las
vísperas del 5 de octubre de 1910. Mientras, se habían descubierto más sospechosos de
estar implicados directamente que se encontraban escondidos en Brasil y Francia y dos,
al menos, habían sido matados por la propia Carbonaria.49
Europa quedó conmocionada con este atentado, ya que Carlos I era muy apreciado por
los otros jefes de estado europeos.50 El regicidio de Lisboa acabó por abreviar el final de
la monarquía al colocar en el trono al joven Manuel II y al lanzar a los partidos
monárquicos unos contra otros.41
La agonía de la monarquía[editar]
Sus demostraciones de
fuerza [de los
republicanos] en las calles
de Lisboa, donde el 2 de
agosto de 1909 reunieron a
cincuenta mil personas
con una disciplina
impresionante, son los
ecos de los tumultos
organizados en la
Asamblea por algunos
diputados republicanos.
Fue en esa noche del 2 de
agosto cuando comprendí
que la corona estaba en
peligro: cuando el rey, con
razón o sin ella, es
contestado y rechazado
por una parte de la opinión
pública, deja de cumplir
con su papel unificador.
—Amelia de Orleans.51
Debido a su juventud (18 años) y a la forma trágica y sangrienta en que subió al trono,
Manuel II atrajo al principio una simpatía generalizada.52 El joven rey empezó
nombrando un gobierno de consenso presidido por el almirante Francisco Joaquim
Ferreira do Amaral. Este gobierno denominado de "aclamación", a pesar de lograr
calmar momentáneamente los ánimos, tuvo una duración breve.53 La situación política
rápidamente volvió a degradarse y se sucedieron siete gobiernos en dos años. Los
partidos monárquicos volvieron a las andadas con sus problemas y divisiones mientras
que el Partido Republicano seguía ganando terreno. En las elecciones del 5 de abril de
1908, las últimas legislativas de la monarquía, se eligió a un total de siete diputados
republicanos, entre ellos Estêvão de Vasconcelos, Feio Terenas y Manuel de Brito
Camacho. En las elecciones del 28 de agosto de 1910 el partido arrasó al obtener 14
diputados, diez de ellos por Lisboa.54
Mientras tanto, a pesar de los evidentes éxitos electorales logrados por el movimiento
republicano, el sector más revolucionario del partido se mostraba favorable a la lucha
armada como mejor medio para tomar el poder a corto plazo. Fue esta sección la que
salió victoriosa en el congreso del partido realizado en Setúbal entre el 23 y el 25 de
abril de 1909.55 La cúpula, compuesta por moderados como Teófilo Braga, Basílio
Teles, Eusébio Leão, José Cupertino Ribeiro y José Relvas, recibió del congreso la
orden de hacer la revolución. Las funciones logísticas de preparación de la intentona se
confiaron a los elementos más radicales. El comité civil estaba formado por Afonso
Costa, João Chagas y António José de Almeida, mientras que el almirante Cândido dos
Reis lideraba el comité militar.56 António José de Almeida fue el encargado de la
organización de las sociedades secretas como la Carbonaria — en cuya cabeza se
integraba el comisario naval António Machado Santos57 —, la Francmasonería58 y la
"Junta Liberal", dirigida por Miguel Bombarda. Este eminente médico fue el artífice de
la importante acción de propaganda republicana por el medio burgués y que trajo
muchos simpatizantes a la causa republicana.59
La revuelta[editar]
El 3 de octubre de 1910 estalló la revuelta republicana, algo que ya se avecinaba debido
al contexto de inestabilidad política.62 Aunque muchos no fueron partícipes de la
revolución (incluso parecía que la revuelta había fracasado) esta tuvo éxito finalmente
por la incapacidad de respuesta del gobierno, que no consiguió reunir tropas que
aplacasen a los doscientos revolucionarios que resistían armas en mano en la plaza
Marquês de Pombal.63
Durante el verano de 1910, Lisboa hervía en aires de revolución y varias veces el primer
ministro Teixeira de Sousa fue avisado de golpes de Estado inminentes.64 De hecho, la
revolución era algo que el propio gobierno esperaba65 ya que el día 3 de octubre dio la
orden a todas las tropas para que se quedaran en Lisboa como prevención. Tras la cena
ofrecida en honor a Manuel II por el presidente de Brasil Hermes da Fonseca, que se
encontraba de visita de Estado en Portugal,66 el rey se retiró al Palacio de las
Necesidades, mientras que su tío y heredero a la corona, el infante Alfonso seguía en la
ciudadela de Cascaes.67
Tras el asesinato de Miguel Bombarda por los disparos de uno de sus pacientes,6568 los
jefes republicanos se reunieron la noche del día 3.69 Algunos oficiales estuvieron en
contra, dada la alerta de las fuerzas militares. No obstante, el almirante Cândido dos
Reis insistió para que se continuara y se le atribuye la frase: "La revolución no será
retrasada: síganme si quieren. Habiendo uno solo que cumpla su deber, ese uno seré
yo."7071
Sobre las 7 de la mañana, Ladislau Perreira, que había sido informado de la situación,
echó al teniente segundo Tito de Morais para tomar el mando del "São Rafael" con
órdenes para que ambos navíos reforzaran la guarnición del cuartel. Tras algún tiroteo,
en los que resultaron heridos el comandante de un navío y un teniente, los oficiales se
rindieron y el "D. Carlos I" también quedó en manos de los republicanos.75
El crucero portugués Dom Carlos I pintado por Giovanni Battista Castagneto
Fue la última unidad que se unió a los rebeldes, que contaban, de esta manera, con parte
del regimiento de Artillería 16 y Artillería 1, el cuerpo de marineros y los tres navíos
citados. La marina se unió en masa como se esperaba, pero muchos cuarteles
considerados simpatizantes no. Los republicanos sumaban cerca de 400 hombres en la
plaza, cerca de 1000 y 1500 en Alcântara (contando la tripulación de los navíos) y se
habían conseguido apoderar de la artillería de la ciudad, así como de la mayoría de las
municiones, a lo que hay que sumar la artillería de los navíos. La plaza y Alcântara
estaban ocupadas pero la revolución aún no estaba decidida y los principales dirigentes
aún no habían aparecido.74
Aun así, al principio los acontecimientos no fueron favorables a los rebeldes. La señal
de tres tiros de cañón (que debía ser el aviso para que los civiles y militares avanzaran)
no hizo efecto. Solo se oyó un tiro y el almirante Cândido dos Reis, que esperaba la
señal para tomar el mando de los navíos, fue informado por oficiales de que todo había
fallado y se retiró a casa de su hermana. Al amanecer fue encontrado muerto en Arroios.
Desesperado, se había suicidado disparándose un tiro en la cabeza.75
En cuanto hubo noticia del inicio de la revuelta, el plan se puso en práctica: los
regimiento de Infantería 1 y 2, de Infantería Ligera 2 y de Caballería 2 así como las
baterías de Queluz salieron hacia el palacio de las Necesidades para proteger al rey,
mientras que Infantería 5 e Infantería Ligera 5 fueron hacia Rossio para proteger el
cuartel general.75
En cuanto a las fuerzas policiales, la guardia municipal fue distribuida por la ciudad,
siguiendo el plan, con la idea de proteger los puntos estratégicos como la estación de
Rossio, la fábrica de gas, la casa de la moneda, el edificio de correos, el cuartel do
Carmo, el depósito de municiones de Beirolas y la casa del presidente del Consejo de
Ministros mientras el gobierno estaba reunido. De la guardia fiscal (un total de 1397
efectivos) hay pocas informaciones, solo que algunos soldados estuvieron con las tropas
en Rossio. La policía civil (un total de 1200 efectivos) se quedó en las comisarías. Esta
inacción restó, por lo tanto, cerca de 2600 efectivos a las fuerzas del gobierno.74
Los combates[editar]
El hecho de que algunas unidades del bando monárquico simpatizaran con los
republicanos (incluso estos esperaban que se hubiesen sublevado), unido al abandono
por parte de los rebeldes del plan de acción original y optar por el atrincheramiento en
plaza Marquês de Pombal y en Alcântara supuso que el día 4 la situación se mantuviera
en equilibrio, corriendo por la ciudad varias noticias sobre victorias y derrotas.74
Los refuerzos de la provincia, que el gobierno esperó a lo largo de todo el día 4, nunca
llegaron. Solo las unidades mencionadas y llamadas por las medidas preventivas
recibieron la orden de marchar. Desde el inicio de la revolución, los carbonarios habían
desconectado los telégrafos para impedir la llegada de mensajes a las unidades de fuera
de Lisboa.75 Además, los rebeldes habían cortado las líneas ferroviarias80 por lo que,
aunque estaban obligadas a marchar, nunca llegarían a tiempo. De la península de
Setúbal, que era el punto más cercano a Lisboa, también era improbable la llegada de
refuerzos ya que los navíos rebeldes dominaban el Tajo.81
Al final del día la situación era difícil para las fuerzas monárquicas: los navíos
sublevados habían atracado junto a la praça do Comércio y el "São Rafael" disparó
contra los edificios de los ministerios8283 ante la mirada atónita del cuerpo diplomático
brasileño a bordo del acorazado "São Paulo" en el que viajaba el presidente electo
Hermes da Fonseca.84 Este bombardeo minó la moral de las fuerzas que se encontraban
en Rossio.
Sobre las 9 de la mañana, el rey recibió un telegrama del presidente del Consejo que le
aconsejaba que se refugiara en Mafra o en Sintra dado que los rebeldes amenazaban con
bombardear el palacio de las Necesidades. Manuel II se negó a irse diciendo a los
presentes: «Váyanse ustedes si quieren, yo me quedo. Dado que la constitución no me
marca otro papel que el de dejarme matar, lo cumpliré».87
Con la llegada de la batería móvil de Queluz, las piezas fueron dispuestas en los jardines
del palacio para poder bombardear el cuartel rebelde de los marineros, que se
encontraba a escasos 100 metros del palacio. Mientras, antes de poder comenzar, el
comandante de la batería recibió la orden de cancelar el bombardeo y unirse a las
fuerzas que salían del palacio, integradas en la columna que iba a atacar a los rebeldes
en Artillería 1 y en la plaza. Cerca del mediodía, los cruceros Adamastor y São Rafael,
que desde hacía una hora habían fondeado enfrente del cuartel de los marineros,
comenzaron a bombardear el palacio de las Necesidades, lo que desmoralizó a las
fuerzas monárquicas allí presentes. El rey se refugió en una pequeña casa en el parque
del palacio, desde donde logró llamar por teléfono a Teixeira de Sousa85 ya que los
rebeldes habían cortado las líneas de teléfono especiales del estado pero no las de la red
general. El primer ministro ordenó que se mandase al palacio de las Necesidades la
batería de Queluz para impedir el desembarco de los marineros, pero no cayó en la
cuenta de que la acción principal sucedía en la plaza y que todas las tropas allí eran
necesarias. Teniendo en cuenta que las tropas disponibles no eran suficientes para cercar
a los rebeldes en la plaza, el ministro hizo ver al rey la conveniencia de que se retirara a
Sintra o a Mafra para poder liberar a las tropas de la misión de protegerle, ya que eran
necesarias en la plaza.85
A las dos de la tarde los vehículos con Manuel II y sus asesores salieron del palacio en
dirección a Mafra, donde la Escuela Práctica de Infantería disponía de fuerzas
suficientes para proteger al soberano. Justo a la entrada de Benfica el rey dispensó al
escuadrón de la guardia municipal que lo escoltaba para que fueran a luchar contra los
rebeldes. La comitiva llegó sin problemas a Mafra cerca de las 4 de la tarde, pero allí se
encontraron con un problema: debido a las vacaciones apenas había 100 soldados rasos
en vez de los 800 que esperaba el comandante, el coronel Pinto da Rocha afirmó que no
disponía de medios para proteger al rey.88 Mientras tanto, llegó a Lisboa el consejero
João de Azevedo Coutinho, que aconsejó al rey que mandara llamar a las reinas Amelia
y María Pía (madre y abuela del rey) que estaban en los palacios da Pena y de Vila, en
Sintra, y que se preparara para salir a Oporto con el objetivo de organizar la
resistencia.75
En Lisboa, la salida del rey no supuso grandes ventajas ya que las tropas liberadas, a
pesar de recibir repetidas órdenes del cuartel general de que marcharan hacia Rossio
para impedir la concentración de la artillería rebelde en Alcântara, la mayoría las
desobedecieron.74
El triunfo de la revolución[editar]
La noche del día 4 la moral se encontraba baja entre las tropas monárquicas
estacionadas en Rossio, debido al peligro constante de ser bombardeadas por las fuerzas
navales, ya que ni las baterías colocadas estratégicamente les daban seguridad. En el
cuartel general se discutía la mejor forma de bombardear la plaza. A las tres de la
mañana, Pavia Couceiro salió con la batería móvil escoltado por un escuadrón de la
guardia municipal y se instaló en el jardín de Castro Guimarães y en el jardín do Torel
aguardando la madrugada.74 Cuando las fuerzas de la plaza empezaron a disparar sobre
Rossio, revelando su posición, Paiva Couceiro abrió fuego provocando bajas y
sembrando la confusión entre los rebeldes. El bombardeo continuó con ventaja para los
monárquicos pero a las 8 de la mañana Paiva Couceiro recibió orden de cesar el fuego
ya que iba a haber una tregua de una hora.89
Mientras tanto, en Rossio, tras la salida de Paiva Couceiro con la batería, la moral de las
tropas monárquicas empeoró aún más debido a las continuas amenazas de bombardeo
por parte de las fuerzas navales90 Infantería 5 y algunos miembros e Infantería Ligera 5
garantizaron que no se opondrían al desembarco de los marineros. Como reacción a esta
confraternización con el enemigo, los comandantes de estas formaciones se dirigieron al
cuartel general donde recibieron la sorpresa de la noticia de la tregua.
Proclamada por
importantes fuerzas del
ejército, por toda la
armada y auxiliada por el
concurso popular, la
República tiene hoy su
primer día de Historia. El
devenir de los
acontecimientos, hasta el
momento en el que
escribimos, permite
alimentar toda la
esperanza de un definido
triunfo. [...] No se puede
hacer idea del entusiasmo
que corre por la ciudad. El
pueblo está
verdaderamente loco de
satisfacción. Podría
decirse que toda la
población de Lisboa está
en la calle vitoreando a la
república.
— Diario O Mundo, 5 de
octubre de 1910.91
La situación en Rossio, con la salida popular a la calle era muy confusa pero favorable a
los republicanos dado el evidente apoyo popular. Machado Santos habla con el general
Gorjão Henriques y lo invita a mantenerse al mando de la división, pero este lo rechaza.
Machado Santos le entrega el mando al general António Carvalhal ya que sabía que era
republicano. Poco después, a las 9 de la mañana, José Relvas proclama la república93 en
el balcón del ayuntamiento de Lisboa, tras lo cual se formó un gobierno provisional
presidido por miembros del PRP con la idea de gobernar la nación hasta la aprobación
de una nueva constitución.
Ericeira, desde donde la familia real portuguesa salió a bordo del yate real Amélia IV
La solución aparece cuando llega la noticia de que el yate Amélia IV fondeaba cerca de
allí, en Ericeira.67 A las dos de la mañana, el yate había recogido de la ciudadela de
Cascaes al tío del rey y heredero al trono, y ya que el rey estaba en Mafra se había
acercado a Ericeira por ser el puerto más cercano.67 Manuel II, sabiendo que con la
proclamación de la república le esperaba la cárcel, decide embarcarse con la idea de
dirigirse a Oporto.67 La familia real y algunos acompañantes se dirigieron a Ericeira en
donde, gracias a dos barcos de pesca y ante la mirada de algunos curiosos, embarcaron
en el yate.95
Querido Teixeira de Sousa, forzado por las circunstancias me veo obligado a embarcar en el
yate real "Amélia". Soy portugués y lo seré siempre. Tengo la convicción de haber cumplido
siempre mi deber de rey en todas las circunstancias y de haber puesto mi corazón y mi vida al
servicio de mi país. ¡Espero que él, convencido de mis derechos y de mi dedicación, lo sepa
reconocer!. ¡Viva Portugal! Dé a esta carta la publicidad que pueda.
Manuel II.96
Tras asegurarse de que la carta llegaría a su destino, el rey hace saber que quería ir a
Oporto. Se reúne un consejo con el soberano, los oficiales y parte de la comitiva. El
comandante João Agnelo Vélez Caldeira Castelo Branco y João Jorge Moreira de Sá se
opusieron a la decisión del soberano alegando que si Oporto no quisiera recibirlo el
navío difícilmente tendría combustible para llegar a otro puerto. Ante la insistencia de
Manuel II, João Jorge Moreira de Sá argumentó que llevaba a bordo a toda la familia
real, por lo que su primer deber era salvar esas vidas. El puerto de destino escogido fue
Gibraltar. Allí se conoció que Oporto se había unido a la causa republicana. Manuel II
ordenó que el navío, por ser propiedad del estado portugués, volviera a Lisboa. El rey
depuesto viviría el resto de sus días en el exilio.97
—Teófilo Braga, 21 de
junio de 1911.102
Durante el tiempo que estuvo en funciones, el Gobierno Provisional tomó una serie de
medidas importantes y que tuvieron un efecto duradero. Para apaciguar los ánimos y
reparar a las víctimas de la monarquía, se concedió una amplia amnistía a los
condenados por delitos contra la seguridad del Estado, contra la religión, de
desobediencia, de uso de armas prohibidas, etc.103 La Iglesia católica se resintió bastante
por las medidas tomadas. Entre estas destacan la expulsión de la Compañía de Jesús y
de las órdenes religiosas del clero regular, el cierre de conventos, la prohibición de la
enseñanza religiosa en las escuelas, la abolición del juramento religioso en las
ceremonias civiles y el laicismo del Estado mediante la separación entre Iglesia y
Estado. Se institucionalizó el divorcio104 y la legalidad del matrimonio civil, la igualdad
de derechos en el matrimonio entre hombres y mujeres, la regularización jurídica de los
hijos nacidos fuera del matrimonio,105 la protección a la infancia y a los ancianos, la
reformulación de la ley de prensa, la extinción de los títulos nobiliarios y el
reconocimiento del derecho a huelga.106 Este gobierno optó también por la extinción de
las guardias municipales de Lisboa y de Oporto, sustituidas por un nuevo cuerpo
público de defensa del orden: la Guarda Nacional Republicana. Para las colonias, se
creó una legislación con la idea de conceder autonomía a las provincias de ultramar,
condición necesaria para su desarrollo. También se alteraron los símbolos nacionales: la
bandera nacional y el himno y se creó una nueva unidad monetaria: el escudo portugués,
que equivalía a mil reales.107 Hasta la ortografía del portugués fue simplificada y
debidamente reglamentada gracias a la reforma ortográfica de 1911.
Dos meses más tarde, con la aprobación de la Constitución de 1911 y la elección del
primer presidente constitucional de la República, Manuel de Arriaga, el 24 de agosto, el
gobierno provisional presentó su dimisión, que fue aceptada el 3 de septiembre de 1911
por el presidente de la república, poniendo así fin a un mandato de más de 10 meses.109
Comenzaba así a funcionar la Primera República Portuguesa, que mantendría el régimen
parlamentario y presidencialista en el país hasta la Revolución Portuguesa de 1926.
Con la llegada de la República, los símbolos nacionales fueron modificados. Por decreto
del 15 de octubre de 1910 del gobierno provisional, se nombró una comisión encargada
de crearlos.110 La modificación de los símbolos nacionales, según el historiador Nuno
Severiano Teixeira, surgió de las dificultades que los republicanos tenían para
representar la República.
En la monarquía el rey tiene un cuerpo físico y por lo tanto es una persona reconocible y
reconocida por los ciudadanos. No obstante, la República es una idea abstracta.
La bandera[editar]
En relación a la bandera, existían dos tendencias: una la de mantener los colores azul y
blanco, tradicional de las banderas portuguesas, y otra de usar colores "más
republicanas": verde y rojo.10 La propuesta de la comisión sufrió varias alteraciones,
siendo el diseño final rectangular, con los dos quintos próximos al asta de color verde y
los tres quintos del lado batiente de color rojo.111112 El verde fue escogido por ser el
«color de la esperanza» mientras que el rojo es un color «combativo, caliente, viril por
excelencia». En la unión de dos colores, el escudo de armas nacional.113 El proyecto de
bandera fue aprobado por el gobierno provisional por un voto el 29 de noviembre de
1910. El 1 de diciembre se celebró la "Fiesta de la Bandera", frente al ayuntamiento de
Lisboa.9 La Asamblea Nacional Constituyente promulgó la elección de la bandera el 19
de junio de 1911.114
El himno nacional[editar]
Artículo principal: A Portuguesa
El busto[editar]
Simões creyó graciosa la cara de la chica y la invitó a ser modelo. La madre dijo que lo
autorizaba pero con dos condiciones: que ella estuviera presente en las sesiones y que la hija no
se desnudase.
António Valdemar.10
Reconocimiento internacional[editar]