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Reporte Etnográfico Borrador.

Lugar: Plaza de Armas, Santiago de Chile.


Hora: 14:00 Horas aproximadamente.

El lugar escogido, para realizar la etnografía, fue la Plaza de Armas, un lugar público, ubicado en la
comuna de Santiago. Alrededor de la plaza se puede ver la Catedral de Santiago, el Museo Histórico
Nacional y el Correo Central de Santiago, lugares de connotación histórica para el patrimonio de la
ciudad. Ahora bien, refiriéndonos a la plaza en sí misma, en esta se puede observar una pileta,
ubicada en el centro de la plaza, alrededor hay muchos asientos, la mayoría ocupados, los cuales
están situados debajo de árboles. Se puede observar mucho movimiento de personas, las que cruzan
la plaza de extremo a extremo.

Yo, particularmente me enfoqué en un hombre, el cual estaba vestido con una bata blanca,
zapatillas, pantalones de mezclilla y un chaleco negro, tenía el pelo canoso. Este se encontraba junto
a un atril que sostiene unas fotografías por ambos lados y en la parte superior una cámara
fotográfica bastante antigua. Por el otro lado del hombre, se encuentra una mesa, la cual tiene un
objeto cúbico que no logro identificar que es. A menudo se acerca gente a hablar con el hombre, los
cuales ríen y bromean y a los pocos minutos se van, dejando nuevamente solo al hombre, entonces
él le dice a una persona que pasaba junto con una niña, si querían una foto, este le responde que no.

No aguante la curiosidad de hablar con el hombre, por lo que me acerqué y le pedí si podía hacerle
unas preguntas para un trabajo de la universidad, le indiqué que se trataba de una etnografía, sin
mayores problemas acepto amablemente. Me indicó que se llamaba José y que se dedicaba a sacar
fotografías en la plaza de armas hace más de treinta años, le pregunté acerca de la cámara de
aspecto antiguo, me respondió que era mera utilería y que la conservaba para mantener la tradición.
Le indiqué con la mano al artefacto cúbico, cuya utilidad desconocía, me respondió que era un
generador para la impresora, seguido de esto me dijo sin que le preguntara, que él daba las
fotografías al instante, le comenté, que por estas fechas no había mucho movimiento de gente, ni
mucho menos de turistas por la plaza, me dijo que tenía razón y que el negocio estaba malo por
estas épocas, pero que algo siempre se llevaba. Le estreché la mano, me despedí y le di las gracias
por el tiempo que me había dedicado, él de igual forma se despidió y me dijo que no era ningún
problema. Me quedé un poco más de tiempo a observar su trabajo, era lo mismo, el hombre solo,
sentado en su banquilla, preguntándole a quien pudiera si quería una fotografía, nadie le dijo que sí.

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