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EL MUNDO INTERPERSONAL DEL INFANTE. CAPÍTULO 2: “EL INFANTE OBSERVADO Y EL INFANTE CLÍNICO” [STERN,
DANIEL]
La psicología del desarrollo puede realizar investigaciones sobre el infante únicamente si este es observado. Para relacionar la conducta
observada con la experiencia subjetiva es preciso dar saltos inferenciales.
En el curso de la práctica clínica las teorías psicoanalíticas han construido un infante diferente. Este infante recreado está construido por
recuerdos, reactualizaciones presentes en la transferencia e interpretaciones teóricamente guiadas. A esta creación la llamó infante
clínico.
Ambos enfoques son indispensables para pensar sobre el desarrollo del sentido del sí mismo del infante. El infante clínico infiere vida
subjetiva en el infante observado, mientras que el infante observado señala las teorías generales sobre las cuales se puede erigir la vida
subjetiva inferida del infante clínico.
Una infancia clínica se crea para dar sentido a la totalidad del primer período de la historia de vida del paciente, una historia que emerge
en el curso de su narración a algún otro. La verdad histórica queda establecida por lo que llega a decirse y no por lo que sucedió.
En cuanto tratamos de extraer inferencias sobre las experiencias reales del infante real, nos vemos devueltos a nuestra propia experiencia
subjetiva como principal fuente de inspiración. Pero ese es exactamente el dominio del infante clínico. Esa información está almacenada
en nuestros propios relatos de vida, en como nos hemos sentido al vivir nuestras propias vidas sociales. La conjunción parcial de estos 2
infantes es esencial por 3 razones:
1- Tiene que haber algún modo de que los sucesos reales (observables) se conviertan en experiencias subjetivas que los clínicos llaman
intrapsíquicas. Este punto de cruce envuelve la participación conjunta del infante observado y el infante clínico. Si bien las 2 perspectivas
no se superponen, en ciertos puntos entran en contacto para crear una interface.
2- El terapeuta mejor familiarizado con el infante observado puede estar en condiciones de ayudar a los pacientes a crear relatos de
vida más adecuados.
3- El observador de infantes mejor familiarizado con el infante clínico puede ser impulsado a concebir nuevas direcciones para la
observación.
La perspectiva psicoanalítica:
La progresión evolutiva freudiana, que va de la etapa oral a la anal y genital, ha sido vista como la reorganización secuencial de la pulsión,
o de la naturaleza del Ello.
La progresión evolutiva de Mahler desde el autismo normal a la simbiosis normal y la separación- individuación, concierne a la
reestructuración del Yo y el Ello, pero en función de la experiencia que tiene el infante respecto de si mismo y del otro, pero de un modo
muy diferente.
Los acontecimientos cruciales que podrían definir una fase específica para los rasgos de la autonomía y la independencia:
- Erikson y Freud, situaron el encuentro decisivo para este rasgo clínico en torno al control independiente del funcionamiento intestinal,
aproximadamente a los 24 meses.
- Spitz, ubicó el encuentro decisivo en la capacidad para decir “no”, más o menos a los 15 meses.
- Para Mahler, el acontecimiento decisivo para la autonomía e independencia de la capacidad de caminar del infante, de alejarse de su
propia madre por propia iniciativa, que ocurre más o menos a los 12 meses.
La distribución temporal de estos 3 diferentes encuentros decisivos difiere en un año completo.
Otras conductas que pueden identificarse como criterios de la autonomía y la independencia, pueden ser las pautas de mirada de
madre a infante durante el período de 3 a 6 meses, donde se puede observar a 2 personas que tienen una facilidad y un control casi igual
respecto de la misma conducta social. El infante, al controlar la dirección de su mirada, regula el nivel y la cantidad de estimulación social
a la que está sometido. Este control de estimulación y contacto por medio de la conducta de la mirada es algo análogo, en cuanto al rasgo
genérico de la autonomía y la independencia, en la manera en que logran lo mismo a los 9 meses después alejándose y retornando al
lado de la madre.
La perspectiva de los estudios del desarrollo orientados clínicamente:
El apego es un conjunto de conductas del infante, un sistema motivacional, una relación entre madre e infante, un constructo teórico y una
experiencia subjetiva del bebé en forma de “modelos operativos”.
Si bien el apego es una perspectiva sobre la evolución, sobre las especies y sobre la diada individual, también constituye un modo de ver
la experiencia subjetiva del infante en la forma de un modelo que éste tiene hipotéticamente de la madre.
La perspectiva de los sentidoa del sí mismo en desarrollo:
Stern, toma como punto de partida la experiencia subjetiva inferida del infante, que es la principal parte operativa del sentido del sí mismo.
La progresión evolutiva del sentido del sí- mismo:
• Sentido del sí- mismo nuclear: es el sentido del sí- mismo físico experimentado como una entidad física coherente, volitiva (actos de
voluntad), con una historia y una vida afectiva única que le pertenecen. En general, este sí- mismo opera fuera de la percatación. El
sentido de un sí- mismo nuclear incluye los fenómenos abarcados por la expresión “yo corporal”. Se trata de algo más que de un esquema
sensorio motor, ya que incluye rasgos afectivos. El sentido del sí- mismo nuclear es una perspectiva que reposa en el funcionamiento de
las capacidades interpersonales. Cuando esta perspectiva se forma, el mundo subjetivo social se ve alterado y la experiencia interpersonal
opera en un dominio diferente, un dominio de relacionamiento nuclear. Tal transformación o creación evolutiva se produce entre el 2° y 6°
mes de vida, cuando los infantes sienten que están físicamente separados de la madre, son agentes diferentes de ella, tienen distintas
experiencias afectivas e historias separadas.
• Sentido del sí- mismo subjetivo: entre el 7° y 9° mes de vida, el bebé empieza a desarrollar una 2ª perspectiva subjetiva
organizadora. Esto sucede cuando “descubre” que hay otras mentes allí afuera, además de la propia. El sí- mismo y el otro ya no son sólo
entidades nucleares de presencia, acción, afecto y continuidad físicos. Influyen ahora los estados mentales subjetivos que están detrás de
los acontecimientos físicos del dominio de relacionamiento nuclear. Estos estados mentales se convierten en contenidos nuevos de la
relación. Este nuevo sentido de un sí- mismo subjetivo abre la posibilidad de la intersubjetividad entre el infante y sus padres y opera en el
dominio de relacionamiento intersubjetivo que representa un salto cuántico respecto del dominio de relacionamiento nuclear.
La experiencia de relacionamiento nuclear y de relacionamiento intersubjetivo, sólo puede ser aludida: no es realmente posible describirla.
• Sentido del sí- mismo verbal: entre los 15 y 18 meses, el infante desarrolla una 3ª perspectiva subjetiva organizadora sobre el sí-
mismo y el otro: el sentido de que el sí- mismo y el otro tienen un almacén de conocimientos y experiencias personales del mundo. Este
conocimiento puede objetivarse y traducirse en símbolos que transmiten los significados que han de comunicarse, compartirse e incluso
crearse mediante la negación recíproca que permite el lenguaje. El sentido del sí- mismo verbal opera en el dominio del relacionamiento
verbal, el cual tiene posibilidades en expansión casi ilimitadas para los sucesos interpersonales. Este nuevo sentido del sí- mismo reposa
en un conjunto de aptitudes: para objetivar el sí- mismo, para la autoreflexión, para comprender y producir lenguaje.
• Sentido del sí- mismo emergente: va desde el nacimiento hasta los 2 meses, emerge un sentido del mundo que incluye un sentido
del sí- mismo. Los infantes emprenden la tarea de relacionar experiencias diversas. Sus aptitudes sociales se orientan hacia una meta
para asegurar las interacciones sociales. Estas interacciones producen afectos, percepciones, acontecimientos sensorio motrices,
recuerdos y otras cogniciones. Parte de la integración de los diversos sucesos se realiza de modo innato.
Las conexiones se forman con prontitud y el bebé experimenta la emergencia de una organización. Se experimenta el surgimiento de
redes que se integran, y podemos denominar su dominio como dominio de relacionamiento emergente.
La llegada de una etapa superior “no destruye la fase anterior, sino que la incluye en su propia perspectiva”.
Las cosmovisiones en desarrollo son principalmente sucesivas y secuenciales, no simultáneas.
Todos los dominios de relacionamiento siguen activos durante el desarrollo. En cuanto se tiene acceso a todos los dominios, no hay
seguridad de que uno en particular prepondere en un particular período de edad. Una vez formados, los dominios permanecen para
siempre como formas distintas de experimentar la vida social y el sí- mismo. Ninguno está perdido para la experiencia adulta.
El infante está dotado de capacidades observables que maduran. Cuando ya se puede contar con esas capacidades, ellas son
organizadas y transformadas, en saltos mentales cuánticos, en perspectivas subjetivas organizadoras del sí- mismo y del otro. Cada
nuevo sentido del sí- mismo define la formación de un nuevo dominio de relacionamiento. Estos dominios de relacionamiento son formas
de la experiencia social que permanecen intactas a lo largo de la vida. La experiencia social subjetiva resulta de la suma e integración de
la experiencia en todos los dominios.
Los rasgos clínicos básicos son vistos como rasgos de todo el ciclo vital y no como rasgos de fases del desarrollo. A medida que surge
cada dominio de la experiencia del sí- mismo, la ontogenia de las líneas del desarrollo de cada rasgo clínico recibe un aporte diferente.
FREUD: ALGUNAS CONSECUENCIAS PSÍQUICAS DE LA DIFERENCIA ANATÓMICA ENTRE LOS SEXOS (1925)
La situación del C de E es la 1ª estación que discernimos con seguridad en el varoncito. Nos es fácilmente inteligible xq en ella el niño
retiene el mismo objeto al q ya en el período precedente, el de la lactancia y crianza, habría investido con su libido todavía no genital.
También el hecho de que vea al padre como un rival perturbador a quién querría eliminar y sustituir se deduce de las constelaciones
objetivas. La actitud (postura) edípica del varoncito pertenece a la fase fálica, y q se va al fundamento por la angustia de castración, o sea,
por el interés narcisista a sus genitales. Aun en el varoncito, el C de E es de sentido doble, activo y pasivo, en armonía con la posición
bisexual. También el quiere sustituir a la madre como objeto de amor del padre; a esto lo designamos como actitud femenina.
En lo tocante a la prehistoria del C de E en el varoncito, falta mucho xq todo nos está claro. Hay en ella una identificación de naturaleza
tierna con el padre, de lo que todavía está ausente el sentido de la rivalidad hacia la madre. Otro elemento de esta prehistoria es el
quehacer masturbatorio con los genitales, siempre presente; es el onanismo de la 1ª infancia, + o menos violenta, por parte de las
personas encargadas de la crianza, actúa el C de C. Suponemos que este onanismo es dependiente del C de E y será la descarga de su
excitación sexual. Pero no sabemos con seguridad si esa es desde el comienzo su referencia, o si + bien emerge espontáneamente como
quehacer de órgano y sólo + tarde queda anudado al C de E; esta es la más verosímil. También sigue siendo dudoso el papel de la
enuresis y su deshabituación por obra de la educación. Síntesis: el hecho de que el niño siga mojándose en la cama sería el resultado del
onanismo; y en el varón su sofocación aparece como una inhibición de la actividad genital y, por tanto, en el sentido de una amenaza de
castración
La acción de espiar con las orejas el coito de los progenitores a edad muy temprana da lugar a la 1ª excitación sexual y, por los efectos
que trae con posterioridad, pasa a ser el punto de partida del desarrollo sexual. El onanismo, así como las 2 actitudes del C de E, se
anudaría después a esa impresión, subsiguientemente interpretada.
Inicialmente la mujer fue de ambos el primer objeto, el varón lo retiene, ¿y la niña?
Todo analista ha tomado conocimiento de mujeres que perseveran con particular intensidad y tenacidad en su ligazón- padre y en el
deseo de tener un hijo de él, en que esta culmina. Hay buenas razones para suponer que esta fantasía de deseo fue también la fuerza
pulsional de su onanismo infantil. El análisis de estos casos muestra que el C de E tiene en ellos una larga prehistoria y es una formación
secundaria.
El niño descubre la zona genital dispensadora de placer (pene o clítoris) durante el mamar con fruición (chupeteo). La zona genital es
s
descubierta en algún momento y no parece justificdo atribuir un contenido psíquico a los 1º quehaceres del niño con ella. El paso sería en
la fase fálica que así ha comenzado, no es el enlace de este onanismo con las investiduras de objeto del C de E, sino un descubrimiento
partido en consecuencias circunscrito a la niña. Ella nota el pene de un hermano o de un compañerito de juegos, y lo discierne como el
correspondiente superior de su propio órgano, pequeño y escondido; a partir de ahí cae víctima de la envidia del pene.
En el caso análogo, cuando el varón ve por 1ª vez la región genital de la niña, se muestra irresoluto, poco interesado al principio, no ve
nada o desmiente su percepción. Sólo + tarde, después de que cobra influencia sobre él la amenaza de castración, aquella observación se
volverá significativa; su recuerdo o renovación mueve en él una terrible tormenta afectiva y la somete a la creencia en la efectividad de la
amenaza. 2 reacciones resultarán de ese encuentro, que pueden fijarse y luego determinarán duraderamente su relación con la mujer:
1) Horror frente a la criatura mutilada
2) o menosprecio hacia ella.
La niña, en cambio, ha visto eso, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo. En este 2º lugar se bifurca el C de masculinidad de la mujer, que si
no logra superarse pronto, puede deparar grandes dificultades al desarrollo hacia la femeneidad.
La esperanza de recibir alguna vez un pene, igualándose con el varón, puede conservarse hasta épocas tardías. O bien sobreviene el
proceso de desmentida, q en la vida anímica infantil no es nada raro. La niña se rehusa a aceptar el hecho de su castración, se afirma y
acaricia la convicción de que empero posee un pene y se ve compelida a comportarse en lo sucesivo como si fuera un varón.
Con la admisión de su herida narcisista, se establece en la mujer (como cicatriz) un sentimiento de inferioridad. Superado el primer intento
de explicar su falta de pene como castigo personal y tras aprender la universalidad de este carácter sexual, empieza a compartir el
menosprecio del varón a ese sexo mutilado en un punto decisivo y, al menos en este punto, se mantiene en paridad con el varón.
Aunque la envidia del pene haya renunciado a un objeto femenino y cesa de existir: pervive en el rasgo de carácter de los celos, con leve
desplazamiento. Desempeña un papel mucho mayor en la vida anímica de la mujer, xq recibe un enorme refuerzo desde la fuente de la
envidia del pene, desviada. 1ª fase de la fantasía onanista: “pegan...no tan frecuente en la niña; aquí será q otro niño de quien se tenga
como rival, debe ser golpeado. El niño golpeado (acariciado en ella) no puede ser otro q el clítoris, de suerte q esto contiene la confesión
de la masturbación q desde el comienzo de la fase fálica hasta épocas más tardías se anuda al contenido de la fórmula.
La 3ª consecuencia de la envidia del pene parece ser el aflojamiento de los vínculos tiernos con el objeto madre. La madre, que echó al
mundo a la niña con una dotación tan insuficiente, es responsabilizada por esa falta de pene.
Otro efecto de la envidia del pene: las reacciones de los individuos de ambos sexos son mezcla de rasgos femeninos y masculinos; sigue
pareciendo q la naturaleza de la mujer está + alejada de la masturbación: al menos la masturbación en el clítoris sería una práctica
masculina. En la niña sobreviene pronto, tras los indicios de la envidia del pene, una intensa contra corriente opuesta al onanismo, que no
puede reconducirse exclusivamente al influjo pedagógico de las personas encargadas de la crianza. Esta noción es manifiestamente un
preanuncio de aquella oleada represiva q en la época de la pubertad eliminará una gran parte de la sexualidad masculina xq deja espacio
para el desarrollo de la femeneidad.
El caso de la diferencia anatómica entre los sexos esfuerza a la niña a apartarse de la masculinidad y del onanismo masculino y a
encaminarse por nuevas vías q llevan al despliegue de la femeneidad.
Hasta ese momento no estuvo en juego el C de E. Pero ahora la libido de la niña se desliza (a lo largo de la ecuación simbólica pene=
hijo) a una nueva posición. Resigna el deseo del pene al reemplazarlo por el deseo de un hijo y con este propósito toma al padre como
objeto de amor. La madre pasa a ser objeto de los celos, y la niña deviene una pequeña mujer.
Y si después esta ligazón padre tiene q resignarse por malograda, puede atrincherarse en una identificación padre con la cual la niña
regresa al C de masculinidad y se fija actualmente en él.
En la niña el C de E es una formación secundaria. Las repercusiones del C de C le preceden y lo preparan. En cuanto al nexo entre el C
de E y C de C, se establece una oposición fundamental entre los 2 sexos. Mientras q el C de E del varón se va al fundamento debido al C
de C, el de la niña es posibilitado e introducido por el C de C. La diferencia entre el varón y la mujer en cuanto a esta pieza del desarrollo
sexual, es una comprensible consecuencia de la diversidad anatómica de los genitales y de la situación psíquica enlazada con ella;
corresponde al distingo entre castración consumada y amenaza de castración.
El complejo no es simplemente reprimido, zozobra formalmente bajo el choque de la amenaza de castración. Sus investiduras son
resignadas, desexualizadas y en parte sublimadas; sus objetos son incorporados al Yo, donde forman el núcleo del Superyó y prestan a
esta neoformación sus propias características. En el caso normal ya no subsiste tampoco en lo inconciente ningún C de E, el superyó ha
devenido su heredero. Puesto q el pene debe su investidura narcisista extraordinariamente alta a su significación orgánica de la
supervivencia de la especie, se puede concebir la catástrofe del C de E, el extrañamiento del incesto, la institución de la conciencia moral
y de la moral misma, como el triunfo de la generación sobre el individuo.
En la niña, falta el motivo de disolución del C de E. La castración ya produjo antes su efecto y consistió en esforzar a la niña a la situación
del C de E, por eso este último escapa al destino q le está deparado en el varón, puede ser abandonado poco a poco, tramitado por
represión, o sus efectos penetrar mucho en la vida anímica q es normal en la mujer.
c)
• El objeto transicional y los fenómenos transicionales. El espacio transicional.
• La relación de objeto y el uso del objeto. Ilusión- desilusión.
• Función materna. Noción de sostén (holding).
• El medio circundante facilitador (M. S. B).
Realidad y juego [WINNICOTT]
Cap 1: Objetos transicionales y fenómenos transicionales:
Los objetos transicionales y los fenómenos transicionales designan la zona intermedia de experiencia, entre el pulgar y el osito, entre el
erotismo oral y la verdadera relación de objeto, entre la actividad creadora primaria y la proyección de lo que ya se ha introyectado.
Entonces podríamos decir que el parloteo del bebé y la manera en que un niño mayor repite un repertorio de canciones y melodías
mientras se prepara para dormir se ubican en la zona intermedia, como fenómenos transicionales, junto con el uso que se hace de objetos
que no forman parte del cuerpo del niño aunque todavía no se los reconozca como pertenecientes a la realidad exterior.
De cada individuo que ha llegado a ser una unidad, con una membrana limitante, y un exterior y un interior, puede decirse que posee una
realidad interna, un mundo interior.
Una 3ª parte de la vida del ser humano es una zona intermedia de experiencia a la cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior.
Se trata de una zona que no es objeto de desafío alguno, porque no se le prestan exigencias, salvo la de que exista como lugar de
descanso para un individuo dedicado a la perpetua tarea humana de mantener separadas y a la vez interrelacionadas la realidad interna y
la exterior.
La pauta de los fenómenos transicionales empieza a aparecer desde los 4 a 6 meses hasta los 8 a 12 meses.
La necesidad de un objeto o de una pauta de conducta específicos, que comenzó a edad muy temprana, puede reaparecer más adelante,
cuando se presente la amenaza de una privación.
Comentarios en la teoría psicoanalítica aceptada:
• El objeto transicional representa el pecho materno o el objeto de la 1ª relación.
• Es anterior a la prueba de realidad establecida.
• En relación con el objeto transicional el bebé pasa del dominio omnipotente (mágico) al dominio por manipulación (erotismo muscular
y placer de la coordinación).
• A la larga, el objeto transicional puede convertirse en un objeto fetiche y por lo tanto persistir como una característica de la vida sexual
adulta.
• A consecuencia de la organización erótica anal, el objeto transicional puede representar las haces.
Un niño no tiene posibilidad de pasar del principio del placer al de la realidad, o la identificación primaria y más allá de ella, si no existe una
madre lo bastante buena. La “madre” lo bastante buena es la que lleva a cabo la adaptación activa a las necesidades de éste y que la
disminuye poco a poco, según la creciente capacidad del niño para hacer frente al fracaso en materia de adaptación y para tolerar los
resultados de la frustración.
La madre bastante buena comienza con una adaptación casi total a las necesidades de su hijo, y a medida que pasa el tiempo se adapta
poco a poco, en consonancia con la creciente capacidad de su hijo para encarar este retroceso.
Entre los medios con que cuenta el bebé para enfrentar ese retiro materno, se encuentran los siguientes:
1. Su experiencia en el sentido de que la frustración tiene un límite de tiempo.
2. Una creciente percepción del proceso.
3. El comienzo de la actividad mental.
4. La utilización de satisfacciones autoeróticas.
5. El recuerdo, el revivir de experiencias, las fantasías, los sueños: la integración del pasado, presente y futuro.
Al comienzo, la mamá ofrece al bebé la posibilidad de crearse la ilusión de que su pecho es parte de él. Parece encontrarse bajo su
dominio mágico. La omnipotencia es casi un hecho de la experiencia. La tarea posterior de la madre consiste en desilusionar al bebé en
forma gradual, pero no lo logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de ilusión.
El bebé crea el pecho una y otra vez a partir de su capacidad de amor o su necesidad. Se desarrolla en él un fenómeno subjetivo, que
llamamos pecho materno.
“La zona inmediata es la que se le ofrece al bebé entre la creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de la
realidad”. Los fenómenos transicionales representan las primeras etapas del uso de la ilusión, sin las cuales no tiene sentido para el ser
humano la idea de una relación con un objeto que otros perciben como exterior a ese ser.
Cuando la adaptación de la madre las necesidades del bebé es lo bastante buena, produce en este la ilusión de que existe una realidad
exterior que corresponde a su propia capacidad de crear. Es decir, que hay una superposición entre lo que la madre proporciona y lo que
el bebé puede concebir al respecto. El bebé se alimenta de un pecho que es parte de él y la madre da leche a un bebé que forma parte de
ella.
La función principal del objeto transicional y el fenómeno transicional es el inicio de una “zona neutral de experiencia” que no será atacada.
Acerca del objeto transicional puede decirse que se trata de un convenio entre nosotros y el bebé, en el sentido de que nunca le
formularemos la pregunta: ¿concebiste esto, o te fue presentado desde afuera? Lo importante es que no se espera decisión alguna al
respecto.
La tarea principal de la madre, aparte de ofrecer la oportunidad para una ilusión, consiste en desilusionar al bebé. Esto es previo a la tarea
del destete, y además sigue siendo una de las obligaciones de los padres y los educadores. Ese aspecto de la ilusión es intrínseco de los
seres humanos, e individuo alguno lo resuelve en definitiva por si mismo. Si las cosas salen bien en ese proceso de desilusión gradual,
queda preparado el escenario para las frustraciones que reunimos bajo la denominación de destete.
La zona intermedia de experiencia es una continuación directa de la zona de juego del niño pequeño que “se pierde” en sus juegos.
En la infancia la zona intermedia es necesaria para la iniciación de una relación entre el niño y el mundo, y la posibilita una crianza lo
bastante buena en la 1ª fase crítica. Para todo ello es esencial la continuidad del ambiente emocional exterior y de determinados
elementos del medio físico, tales como el objeto transicional.
Resumen: Las primeras experiencias del niño sano se expresan ante todo en la relación con la 1ª posesión. Esta se vincula en el tiempo
con los fenómenos autoeróticos y la succión del puño y del pulgar, con juguetes blandos y más adelante con los juguetes duros. Por otra
parte tiene vinculaciones con el objeto exterior (el pecho materno) y con los objetos internos (el pecho mágicamente introyectado), pero es
distinta de ellos.
Los objetos y fenómenos transicionales pertenecen al reino de la ilusión que constituye la base de iniciación de la experiencia. Esa 1ª
etapa del desarrollo está posibilitada por la capacidad especial de la madre para adaptarse a las necesidades de su hijo, con lo cual le
permite forjarse la ilusión de que lo que él cree existe en la realidad.
La zona intermedia de experiencia constituye la mayor parte de la experiencia del bebé, y se conserva a lo largo de la vida en las intensas
experiencias que corresponden a las artes y la religión, a la vida imaginativa y la labor científica creadora.
El objeto transicional del bebé se descarga poco a poco, en especial, a medida que se desarrollan los intereses culturales.
Cap 3: El juego: exposición teórica.
El jugar tiene un lugar y un tiempo. No se encuentra adentro, pero tampoco afuera, es decir, no forma parte del mundo repudiado, el no-
yo, lo que el niño ha decidido reconocer como verdaderamente exterior, fuera del alcance del dominio mágico. Para dominar lo que está
afuera es preciso hacer cosas, no sólo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo. Jugar es hacer.
Lo universal es el juego y corresponde a la salud: facilita el crecimiento y por lo tanto esta última; conduce a relaciones de grupo, puede
ser una forma de comunicación en psicoterapia y el psicoanálisis se ha convertido en una forma muy especializada de juego al servicio de
la comunicación consigo mismo y con los demás.
Teoría del juego: es posible describir una secuencia de relaciones vinculadas con el proceso de desarrollo y buscar donde comienza el
jugar.
- El niño y el objeto se encuentran fusionados. La visión que el niño tiene del objeto es subjetiva, y la madre se orienta a hacer real lo
que el niño está dispuesto a encontrar.
- El objeto es repudiado, reaceptado y percibido en forma objetiva. Este complejo proceso depende en gran medida de que exista una
madre o una figura materna dispuesta a participar y a devolver lo que se ofrece.
Ello significa que la madre se encuentra en un “ir” y “venir” que oscila entre ser lo que el niño tiene la capacidad de encontrar y ser ella
misma, a la que espera que la encuentren.
Si se puede representar ese papel durante un tiempo, el niño vive cierta experiencia de control mágico, es decir, la experiencia de
omnipotencia.
En el estado de confianza que se forma cuando la madre puede hacer esta cosa que es tan difícil, el niño empieza a gozar de
experiencias basadas en un “matrimonio” de la omnipotencia de los procesos intrapsíquicos con su dominio d lo real. La confianza en la
madre constituye un campo intermedio, en el que se origina la idea de lo mágico, pues el niño experimenta en cierta medida la
omnipotencia.
El juego es muy estimulante. Lo que siempre importa es lo precario de la acción recíproca entre la realidad psíquica personal y la
experiencia del dominio de los objetos reales. Se trata de la precariedad de la magia misma, que surge en la intimidad, en una relación
que se percibe como digna de confianza.
- La etapa siguiente consiste en encontrarse solo en presencia de alguien. El niño juega entonces sobre la base del supuesto de que la
persona a quien ama y que es digna de confianza se encuentra cerca, y que sigue estándolo cuando se la recuerda, después de haberla
olvidado. Se siente que dicha persona refleja lo que ocurre en el juego.
- El niño se prepara para la etapa que sigue, la cual consiste en permitir una superposición de 2 zonas de juego. Tarde o temprano, la
madre introduce su propio modo de jugar, y descubre que los bebés varían en su capacidad para aceptar o rechazar la introducción de
ideas que les pertenecen.
Resumen:
Lo que interesa del jugar es el estado casi de alejamiento y en esta región no se admiten intrusiones. Esta zona de juego no es una
realidad psíquica interna. Se encuentra fuera del individuo, pero no es del mundo exterior. En ella el niño reúne objetos o fenómenos de la
realidad exterior y los usa al servicio de una muestra derivada de la realidad interna o personal.
Al jugar manipula fenómenos exteriores al servicio de los sueños, e inviste a algunos de ellos de significación y sentimientos oníricos.
Hay un desarrollo que va desde los fenómenos transicionales al juego compartido, y de él a las experiencias culturales.
El juego implica confianza, y pertenece al espacio potencial entre el niño y la figura materna, con el 1° en un estado de dependencia casi
absoluta y dando por sentada la función de adaptación de la figura materna.
El juego compromete al cuerpo: * debido a la manipulación de objetos y, * porque ciertos tipos de interés intenso se vinculan con algunos
aspectos de la excitación corporal.
La excitación corporal en las zonas erógenas amenaza a cada rato del juego.
En esencia, el juego es satisfactorio. Ello es así cuando conduce a un alto grado de ansiedad. Existe determinada medida de ansiedad
que resulta insoportable y destruye el juego.
El elemento placentero del juego contiene la inferencia de que el despertar de los instintos no es excesivo; el que va más allá de cierto
punto lleva a: * la culminación; * una culminación frustrada y un sentimiento de confusión mental e incomodidad física que sólo el tiempo
puede curar; * una culminación alternativa.
El juego es intrínsecamente excitante y precario. Esta característica deriva de la precariedad de la acción recíproca, en la mente del niño,
entre lo que es subjetivo y lo que se percibe de manera objetiva.
Cap 4: El juego: actividad creadora y búsqueda de la persona.
Un rasgo importante del juego es que en él, el niño y el adulto están en libertad de ser creadores. Esta consideración surge como un
desarrollo del concepto de los fenómenos transicionales.
Con el relajamiento en las condiciones de confianza basada en la experiencia, la actividad física y mental manifestada en el juego, y la
suma de estas experiencias para formar la base de un sentimiento de persona; el individuo puede integrarse y actuar como una unidad, no
en defensa contra la ansiedad, sino como expresión del yo soy, estoy vivo. A partir de esta posición todo es creador.
Cap 6: El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones.
Es necesario que un analista se preocupe por desarrollar y establecer la aptitud para usar objetos, y por reconocer la falta de ella, cuando
es un hecho concreto.
La diferencia que hay entre la relación de objeto y el uso de objeto es la siguiente:
- En la relación de objeto, el sujeto permite que se produzcan ciertas alteraciones en la persona. El objeto se ha vuelto significativo. Han
actuado mecanismos de proyección e identificación, y el sujeto se ve vaciado en la medida en que parte de él se encuentra en el objeto,
aunque enriquecida por el sentimiento.
- En el uso del objeto, hay una relación de objeto, pero además existen otros rasgos que abarcan la naturaleza y conducta del objeto. Por
ejemplo, si se desea usar un objeto, este debe ser real en el sentido de formar parte de la realidad compartida, y no un manojo de
proyecciones.
El rasgo esencial del concepto de objetos y fenómenos transicionales es que el bebé crea el objeto, pero este estaba ahí, esperando que
se lo crease y que se lo denominara objeto cargado.
Para usar un objeto es preciso que el sujeto haya desarrollado una capacidad que le permita usarlos. Esto forma parte del paso al
principio de realidad.
El desarrollo de la aptitud para usar un objeto va de la mano del proceso de maduración; 1° viene la relación de objeto y luego su uso;
pero en la fase intermedia existe la ubicación del objeto, por el sujeto, fuera de la zona de control omnipotente, es decir, su percepción del
objeto como un fenómeno exterior, no como una entidad proyectiva, y en rigor su reconocimiento como una entidad por derecho propio.
Este paso significa que el sujeto destruye el objeto, pero el objeto puede sobrevivir a la destrucción por el sujeto. Gracias a la
supervivencia del objeto, el sujeto puede vivir una vida en el mundo de los objetos.
En la teoría ortodoxa se encuentra el supuesto de que la agresión es una reacción al encuentro con el principio de realidad, pero aquí el
impulso destructivo es el que crea la exterioridad
Cap 7: La ubicación de la experiencia cultural.
El lugar de ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente. Lo mismo puede decirse
acerca del juego. La experiencia cultural comienza con el vivir creador, cuya 1ª manifestación es el juego.
En cada individuo la utilización de dicho espacio la determinan las experiencias vitales que surgen en las primeras etapas de su
existencia.
Desde el principio, el bebé vive experiencias de máxima intensidad en el espacio potencial que existe entre el objeto subjetivo y el objeto
percibido en forma objetiva, entre las extensiones del yo y el no- yo. Ese espacio se encuentra en el juego recíproco entre el no existir otra
cosa que yo y el existir de objetos y fenómenos fuera del control omnipotente.
El espacio potencial se da sólo en relación con un sentimiento de confianza por parte del bebé, es decir, de confianza vinculada con la
confiabilidad de la figura materna o de los elementos ambientales, siendo la confianza la prueba de confiabilidad que comienza a ser
introyectada.
Si se quiere pensar en esta zona como parte de la organización del yo, hay una parte de este que no es una porción corporal, es decir,
que no se basa en la pauta del funcionamiento del cuerpo, sino en experiencias corporales. Estas se refieren a la relación de objeto del
tipo no orgásmico, o a la que se puede denominar relación del no- yo, en el lugar en que cabe afirmar que la continuidad deja paso a la
contigüidad.
Todo lo que sucede en el juego se ha hecho antes, sentido antes, olido antes, y cuando aparecen símbolos específicos de la unión entre
el bebé y la madre (objetos transicionales); dichos objetos fueron adoptados, no creados. Pero para el bebé c/u de los detalles de su vida
es un ejemplo de vivir creador. C/ objeto es un objeto “hallado”. Si se le ofrece la posibilidad, el bebé empieza a vivir de manera creadora y
a usar objetos reales para mostrarse creativo en y con ellos.
El “niño privado” es inquieto e incapaz de jugar. La falta de confiabilidad o pérdida del objeto significa para el niño la pérdida de la zona de
juego, y la del símbolo significativo.
En circunstancias favorables el espacio potencial se llena de los productos de la imaginación creadora del bebé. En los desfavorables,
falta o es más o menos incierto el uso creador de los objetos.
La capacidad para formar imágenes y usarlas de manera constructiva, por recombinación en nuevas figuras, depende de la capacidad del
niño para confiar.
Resumen:
La 3ª- zona, la del juego, que se ensancha en el vivir creador y en toda la vida cultural del hombre es de gran importancia.
La zona de la experiencia está ubicada en el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente que al principio une y al mismo
tiempo separa al bebé y la madre cuando el amor materno, exhibido o manifestado como confiabilidad humana, otorga al bebé un
sentimiento de confianza en el factor ambiental.
El espacio potencial que existe entre el bebé y la madre, entre el niño y la familia, entre el individuo y la sociedad, depende de la
experiencia que conduce a confiar. Es allí donde el individuo experimenta este vivir creador.
d)
• Un modelo de observación en el desarrollo emocional del niño. Estado simbiótico y proceso de separación- individuación.
1- Fase autística normal.
2- Fase simbiótica normal. Características específicas de la simbiosis.
3- Subfases de separación- individuación. La constancia emocional.
EL NACIMIENTO PSICOLÓGICO DEL INFANTE HUMANO [MAHLER]
PARTE 1:
Enfoque general:
La conciencia de si mismo y el estar absorbido sin conciencia de si son 2 polaridades entre las cuales el adulto se mueve con variable
facilidad y con variables de alternación o simultaneidad. Pero esto también resulta de un proceso de lento desarrollo.
Denominamos al nacimiento psicológico del individuo proceso de separación- individuación: el establecimiento de un sentimiento de
separación respecto de un mundo de realidad y de una relación con él particularmente con respecto a las experiencias del propio cuerpo y
al principal representante del mundo tal como el infante lo experimenta, el objeto primario de amor.
La separación consiste en la emergencia del niño de una fusión simbiótica con la madre. La individuación consiste en los logros por parte
del niño de sus propias características individuales. Estos desarrollos están entrelazados con los procesos evolutivos; pueden proceder en
forma divergente, con una demora o precocidad en uno o en otro.
• Adaptación: desde el comienzo el niño se moldea y se despliega en la matriz de la unidad dual madre- infante, y la capacidad
adaptativa del niño y su necesidad de adaptación (para lograr satisfacción), son mucho mayores que los de la madre.
• La tensión, la ansiedad traumática, el hombre biológico, el aparato del yo, y la homeostasis son conceptos casi biológicos que
adquieren mayor pertinencia en los primeros meses y que son los precursores, respectivamente, de la ansiedad con contenido psíquico, la
ansiedad con señal, los impulsos orales y otros, las funciones del yo, y los mecanismos reguladores internos.
El infante nace en la cresta de las exigencias de adaptación que se le imponen, y estas exigencias las satisface la capacidad que tiene el
infante de dejarse conformar por su ambiente y de moldearse a ese.
• Relación objetal: conceptos tales como narcisismo, ambivalencia, sadomasoquismo, carácter oral o anal, y triángulo edípico se
relacionan simultáneamente con problemas de impulso y de relación objetal. Nuestra contribución muestra el desarrollo de la relación
objetal a partir del narcisismo. El logro cognitivo- afectivo de una conciencia de la separación como prerequisito de la verdadera relación
objetal, el papel de los aparatos del yo (memoria, percepción, etc) y de las funciones más complejas del yo en la promoción de tal
conciencia, ocupan una posición central en nuestra investigación: tratamos de demostrar cómo la relación objetal se desarrolla a partir del
narcisismo simbiótico o primario del infante, y se altera con el paralelo del logro de la separación y la individuación: y como el
funcionamiento del yo y el narcisismo secundario se desarrollan en la matriz de la relación narcisística y, más tarde, objetal con la madre.
• Definiciones:
- La separación: es el logro intrapsíquico de un sentimiento de separación de la madre y de separación del mundo en general. Las
separaciones físicas reales de la madre constituyen importantes contribuciones al sentimiento que adquiere el no de ser una persona
separada.
- La simbiosis: es un estado intrapsíquico, es un estado inferido. Nos referimos a un rasgo de la vida cognitivo- afectiva primitiva en que no
ha ocurrido la diferenciación entre el sí- mismo y la madre, o en que se ha dado una regresión a ese estado de indiferenciación yo- objeto
(que caracterizaba la fase simbiótica).
• Observación e inferencia: la observación de fenómenos motores, kinestésicos y gestuales de todo el cuerpo puede tener gran valor,
pues permite al observador inferir lo que está ocurriendo dentro del niño; es decir, los fenómenos motores están correlacionados con
eventos intrapsíquicos. "Esto es particularmente cierto en los primeros años de vida".
Esto ocurre porque las vías motoras y kinestésicas son los principales caminos de expresión defensa y descarga de que dispone el
infante. Podemos realizar inferencias a partir de esos fenómenos, remontándonos a estados internos, porque tales fenómenos son
productos terminales de los estados internos.
PARTE 2: Sobre la simbiosis humana y las subfases del proceso de separación- individuación.
• La fase autística normal:
En las semanas que preceden a la evolución hacia la simbiosis, los estados somniformes del neonato superan a los períodos de vigilia, y
recuerdan ese estado primigenio de distribución de la libido que prevalecía en la vida intrauterina y que se parece al modelo de un sistema
monádico cerrado, autosuficiente en su realización alucinatoria de deseos.
En la fase autística normal hay una relativa ausencia de catexia de los estímulos externos. Este es el período en el que se observa más
claramente la barrera que se opone a los estímulos, la falta innata de respuesta a los estímulos externos. El infante pasa la mayor parte
del día en un estado de semisueño y semivigilia: se despierta sobre todo cuando el hambre u otras tensiones provocadas por necesidades
lo hacen llorar y se hunde nuevamente en el sueño cuando está satisfecho, es decir, cuando se han aliviado las tensiones excedentes.
- Predominan los procesos fisiológicos más que los procesos psicológicos. El infante está protegido contra los estímulos externos, en una
situación semejante al estado prenatal, para facilitar el crecimiento fisiológico.
- El infante parece encontrarse en una situación de desorientación alucinatoria primitiva, en la cual la satisfacción de necesidades parece
pertenecer a su propia órbita "incondicionada", omnipotente y autística.
- Tiene que ocurrir un desplazamiento progresivo de la libido desde dentro del cuerpo hacia su periferia.
- Se pueden distinguir 2 estadios dentro de la fase del narcisismo primario.
1. Durante las primeras semanas de vida extrauterina, prevalece un estado de narcisismo primario absoluto, marcado por la falta de
conciencia del infante respecto de la existencia de un agente maternante. Este es el estadio que hemos denominado de autismo
normal.
2. Va seguido por un estadio de oscura conciencia de que uno mismo no puede proveer la satisfacción necesaria, sino de que esta
proviene de algún lugar de fuera del sí- mismo (narcisismo primario en la fase simbiótica incipiente), o sea el estadio de omnipotencia
alucinatoria absoluta.
• La fase simbiótica:
- A partir del segundo mes, una oscura conciencia del objeto que satisface las necesidades marca el comienzo de la fase de simbiosis
normal, en que el infante se comporta y funciona como si él y su madre constituyeran un sistema omnipotente, una unidad dual dentro de
un límite unitario común.
- En este período, la barrera casi sólida contra los estímulos (esta caparazón autística que excluye los estímulos externos) comienza a
resquebrajarse.
- La necesidad que el infante tiene de su madre es absoluta, la necesidad que la madre tiene del infante es relativa.
- La simbiosis es ese estado de indiferenciación, de fusión con la madre, en que el "yo" no está aún diferenciado del "no- yo" y en que lo
interno y lo externo sólo están llegando en forma gradual a ser sentidos como diferentes.
- El rasgo esencial de la simbiosis es la fusión somatopsíquica omnipotente, alucinatoria o delusiva, con la representación de la madre y
en particular, la delusión de que existe un límite común entre 2 individuos físicamente separados. Este es el mecanismo al que regresa el
yo en casos de perturbación muy grave de la individuación y de desorganización psicótica, que Mahler ha descripto como psicosis
simbiótica infantil.
- Durante el 2o- y 3o- mes de vida la percepción sensorial de la naturaleza contacto- perceptual facilita la entrada del infante en el estadio
simbiótico. Las experiencias contacto- perceptuales del cuerpo total además del sentido kinestésico desempeñan también un importante
papel en la simbiosis.
- La cara humana en movimiento es el primer percepto significativo y es el engrama mnémico que suscita la sonrisa no específica llamada
social.
El encuentro mirada a mirada es el desencadenador, el organizador o quizás el "descargador" de la respuesta inespecífica de sonrisa.
Esta respuesta señala la entrada en el estadio de la relación con un objeto que satisface las necesidades. Hay una catexia temporaria de
la madre y/o de las atenciones que ésta prodiga a raíz de la presión de la "necesidad". Esto corresponde a la entrada en el período que
hemos denominado fase simbiótica. Si bien prevalece el narcisismo primario, en la fase simbiótica el infante comienza oscuramente a
percibir la satisfacción de sus necesidades como algo que viene de algún objeto- parte que satisface esas necesidades y se vuelve
libidinalmente hacia esa fuente o agente de maternación. La necesidad se transforma gradualmente en un deseo y más tarde en el afecto
específico de anhelo "ligado a un objeto".
- Las sensaciones internas del infante constituyen el núcleo de su sí- mismo. Parecen seguir siendo el punto central de cristalización del
"sentimiento de sí mismo", en torno del cual llegará a establecerse un sentimiento de identidad. El órgano sensorio perceptivo contribuye a
la demarcación del yo respecto del mundo objetivo. Las 2 clases de estructuras intrapsíquicas juntas forman el marco de referencia para la
autoorientación.
- El autismo normal y la simbiosis normal son prerrequisitos del comienzo del proceso normal de separación- individuación.
- La fase simbiótica normal marca la capacidad filogenética del ser humano para investir a la madre dentro de una vaga unidad dual, que
constituye la tierra primordial a partir de la cual se forman todas las relaciones humanas siguientes: la fase de separación- individuación se
caracteriza por un continuo aumento de la conciencia del sí- mismo, de la verdadera relación de objeto, y de la conciencia de una realidad
existente en el mundo exterior.
Subfases del proceso de separación-individuación:
1. 1ª- subfase: la diferenciación y el desarrollo de la imagen corporal
- Alrededor de los 4 a 5 meses de edad, en el apogeo de la simbiosis, hay fenómenos conductales que parecen indicar el comienzo de
la diferenciación.
- Durante la fase simbiótica el infante se ha familiarizado con la mitad maternante de su yo simbiótico como lo indica la sonrisa social no
específica. Esta sonrisa se transforma gradualmente en la respuesta específica de sonrisa a la madre, que “es el signo crucial de que se
ha establecido un vínculo específico entre el infante y su madre”.
- La ruptura del cascarón: la atención del infante se expande gradualmente con el advenimiento de la actividad perceptual dirigida hacia
el exterior durante los crecientes períodos de vigilia del niño. La atención hacia la figura maternante se va cambiando gradualmente con un
repositorio creciente de recuerdos de las idas y venidas de la madre de experiencias “buenas” y “malas”. Llegamos a reconocer una cierta
apariencia nueva de alerta, insistencia y orientación hacia fines, manifestación conductal de ruptura del cascarón. El niño tiene un sensorio
más permanentemente alerta cuando está en el estado de vigilia.
- Alrededor de los 6 meses comienzan los intentos de experimentar con la separación- individuación, que se manifiesta en el infante en
conductas como tirar del cabello, las orejas la nariz de la madre, poner el cuerpo tenso para apartarse de la madre y poder contemplarla
mejor. Hay signos definidos de que el bebé comienza a diferenciar su propio cuerpo del de su madre. Ocurre el apogeo de exploración
manual, táctil y visual del rostro de la madre y de las partes cubiertas y desnudas del cuerpo de la madre.
- Desde más o menos 7 a 8 meses, la pauta visual de verificación de la madre era el signo más importante del comienzo de la
diferenciación somatopsíquica. En realidad, parece ser la pauta normal más importante de desarrollo cognitivo y emocional. El bebé se
interesa ahora en la “madre” y parece compararla con “otro”, compara lo no familiar con lo familiar.
- Los 2 carriles evolutivos de la separación y la individuación: al final del primer año y en los primeros meses del 2° año, el proceso
intrapsíquico de separación- individuación sigue 2 carriles evolutivos interrelacionados. Uno es el carril de la individuación, la evolución de
la autonomía intrapsíquica, la percepción, la memoria, la cognición, la prueba de la realidad; y el otro es el carril evolutivo intrapsíquico de
la separación, que sigue la trayectoria de la diferenciación, el distanciamiento, la formación de límites y la desvinculación de la madre.
Las situaciones óptimas parecen ser aquellas en que la conciencia de separación corporal, en lo que respecta a la diferenciación de la
madre, corre paralela con las funciones del yo que sirven a la individuación.
2. 2ª- subfase: ejercitación locomotriz.
- La subfase de diferenciación se superpone con el período de ejercitación locomotriz.
- El período de ejercitación se puede concebir como dividido en 2 partes:
a) La 1ª- fase de ejercitación, anunciada por la capacidad del infante de alejarse físicamente de su madre gateando, haciendo pinitos,
trepando y poniéndose de pie pero aún agarrado:
El infante explora los objetos inanimados visualmente e investiga su gusto, textura y olor con sus órganos perceptuales de contacto,
particularmente con la boca y las manos. Alguno de estos objetos puede transformarse en objeto transicional.
La expansión de la capacidad locomotriz durante la 1ª- fase de ejercitación amplía el mundo del niño; quien tiene un rol más activo en
determinar la cercanía y distancia con su madre, y las modalidades utilizadas hasta entonces para explorar el ambiente familiar o
exponen repentinamente a un segmento más amplio de la realidad; hay más que ver, más que oír, más que tocar. La manera en que se
experimenta este nuevo mundo parece estar sutilmente relacionada con la madre, que aún es el centro del universo del niño, desde el
cual este va saliendo sólo gradualmente hacia círculos cada vez más amplios.
Cuando el niño comienza a aventurarse alejándose cada vez más de los pies de la madre, está a menudo tan absorbido en sus propias
actividades que por largos períodos de tiempo parece olvidado de la presencia de ésta. Sin embargo, vuelve periódicamente a ella ya que
parece necesitar cada tanto su proximidad física. El infante decaído y fatigado se anima y vigoriza en brevísimo tiempo luego del contacto
con la madre, y prosigue sus exploraciones y queda absorbido de nuevo por su placer de funcionamiento. A esto Furer lo llamó
reabastecimiento o recarga emocional.
b) el período de ejercitación propiamente dicho, caracterizado por la locomoción vertical libre.
• Con el estímulo de las funciones autónomas, tales como la cognición pero especialmente la locomoción vertical; el niño cambia el
plano de su visión, descubre así perspectivas nuevas, placeres y frustraciones inesperadas y cambiantes.
• Durante la edad de 10 o 12 meses a 16 o 18 meses, la catexia libidinal se desplaza y pasa al servicio del yo autónomo en rápido
desarrollo y de sus funciones, y el niño parece embriagado por sus propias facultades y por la magnitud de su propio mundo. El narcisismo
alcanza su máximo nivel.
• La principal característica de este período de ejercitación es el gran investimiento narcisístico del niño en sus propias funciones, su
propio cuerpo y los objetos y objetivos de su “realidad” en expansión. Junto con esto, vemos una gran impermeabilidad a los golpes y
caídas y demás frustraciones. Los adultos sustitutos que le resultan familiares son aceptados con facilidad.
Sus propias habilidades lo regocijan y está casi enamorado de su mundo en expansión y de su propia grandeza y omnipotencia.
• La marcha proporciona al infante un enorme aumento de descubrimientos y pruebas de realidad del mundo mediante su propio
control y dominio mágico.
• En esta subfase de ejercitación propiamente dicha, los niños tienen períodos de regocijo, son impermeables a los golpes y caídas, y
sólo se les baja de tono cuando notan que su madre no está presente. Parecen estar preocupados con una atención concentrada hacia
adentro, con lo cual se puede inferir que está evocando imágenes.
3. 3ª- subfase: acercamiento.
- Con la adquisición de la locomoción vertical y con el logro del comienzo d la inteligencia representacional, el ser humano ha emergido
como persona separada y autónoma. Estos 2 organizadores constituyen el nacimiento psicológico. En este estadio final del proceso de
“ruptura del cascarón”, el niño llega a constituir una entidad individual separada.
- La falta relativa de interés por la presencia de la madre, característica de la subfase de ejercitación, es remplazada ahora por un
interés en determinar dónde está la madre, y por una conducta activa de acercamiento. A medida que se desarrolla la conciencia de
separación del niño, este parece tener una necesidad mayor de que la madre comparta con él todas sus nuevas habilidades y
experiencias, así como una gran necesidad de amor objetal.
- En esta 3ª- subfase que comienza aproximadamente de los 15 a los 24 meses, se vuelve cada vez más importante el lenguaje
simbólico, la intercomunicación vocal y de otros tipos, y el juego.
- Las 2 pautas características de la conducta del deambulador son: el seguimiento de la madre y la huida de ella, con la expectativa de
ser perseguido y arrebatado por los brazos de la madre, indican tanto el deseo de reencuentro con el objeto de amor como el temor del
niño de que ese objeto lo reengolfe o lo reabsorba.
- El deambulador pequeño se da cuenta gradualmente de que sus objetos de amor (sus padres) son individuos separados con sus
propios intereses personales, y debe ir abandonando la delusión de su propia grandeza. Esta es la encrucijada que denominamos crisis de
acercamiento.
- Las señales de peligro potencial que se observan durante esta fase incluyen una ansiedad de separación mayor que el promedio; un
excesivo seguimiento de la madre o una continua “huida” impulsiva de ella, con el fin de provocarla a que atrape al niño; y, finalmente,
excesivas perturbaciones del dormir.
Podemos subdividir el acercamiento en 3 períodos:
1) El comienzo del acercamiento: junto con la incipiente conciencia de separación, el niño llegaba a comprender que los deseos de su
madre no eran idénticos a los suyos. Esta comprensión desafiaba el sentimiento de grandeza y omnipotencia del período de ejercitación.
El reconocimiento de la madre como una persona separada iba paralelo a la conciencia de la existencia de otros niños. Esto se ponía en
evidencia por el hecho de que los niños mostraban un mayor deseo de tener o hacer lo que otro niño tenía o hacía, es decir, un deseo de
actividad especular, de imitación, de identificación en cierta medida con el otro niño. Junto con este importante desarrollo aparecía la
cólera específica dirigida a un fin, si no había manera de alcanzar el fin deseado. Estos desarrollos ocurren en medio de la fase anal, con
las características de la adquisitividad, celos y envidia típica de esta fase.
La 1ª- conciencia de separación del niño había traído consigo placenteros descubrimientos de incipiente autonomía y de interacción social,
expresados en una cantidad de palabras y comunicaciones gestuales importantes de ese período. Uno de estos descubrimientos consistía
en notar que uno podía pedir que satisfacieran sus deseos, mediante el empleo de palabras y gestos de pedido o necesidad.
2) La crisis de acercamiento (18-20 a 24 meses y con posterioridad): el período se caracteriza por el deseo alternante de alejar a la
madre y d aferrarse a ella, secuencia conductal descripta por la palabra ambivalencia. Pero ya a esa edad había a menudo un deseo
simultáneo en ambas direcciones, es decir, la ambivalencia característica de los niños que están en la mitad de la subfase de
acercamiento. El deseo de funcionar mediante el propio yo puede resultar amenazador para el niño en el punto mismo del desarrollo en
que sus sentimientos y deseos y los de la madre están aún poco diferenciados. El deseo de ser autónomo y separado de la madre, de
dejarla, podría significar también emocionalmente que la madre querría dejar al niño.
En el aspecto cognitivo, la capacidad de comprender que la madre puede estar en otra parte y se la puede encontrar, era algo que ya se
hallaba bien establecido. Pero al deambulador a esta edad no le gusta que lo “dejen abandonado” pasivamente.
3) Moldeamiento del acercamiento (la distancia óptima): a los 21 meses, se observa una disminución de la lucha por el acercamiento.
Los niños se calman por lo menos durante un tiempo, ya que encuentran la distancia óptima respecto de su madre, la distancia a la cual
su funcionamiento es óptimo. Los elementos de la creciente individuación que posibilitan la capacidad para funcionar a mayor distancia, y
sin presencia física de la madre son:
- La designación de objetos y la expresión de deseos con palabras específicas;
- El proceso de internalización, que podía inferirse tanto de actos de identificación con la madre y el padre “buenos” y proveedores de
satisfacciones, como de la internalización de reglas y exigencias (comienzo del superyo);
- Y el proceso en la capacidad de expresar deseos y fantasías mediante el juego simbólico, así como el uso del juego para fines de
dominio.
Alrededor de los 12 a 14 meses la posición vertical facilita al nene la exploración visual y sensoriomotriz del pene. El descubrimiento del
pene por las niñas las enfrentaba con algo que ellas no tenían. Este descubrimiento produjo un amplio rango de conductas, que indicaban
ansiedad, cólera y desconfianza.
4. 4ª- subfase: la consolidación de la individualidad y los comienzos de la constancia objetal emocional.
En lo que respecta al sí- mismo, hay una estructura ligazón del yo, y se producen signos definidos de internalización de exigencias
parentales que indican la formación de precursores del superyo.
El establecimiento de la constancia objetal afectiva depende de la gradual internalización de una imagen constante positivamente
catexiada de la madre. Esto para comenzar permite que el niño funcione separadamente. La constancia objetal emocional se basará en el
logro cognitivo del objeto permanente, pero también participan de esta evolución todos los otros aspectos del desarrollo de la personalidad
del niño.
La última subfase constituye un período evolutivo intrapsíqico importante, en el curso del cual se logra un sentimiento estable de entidad
(límites del yo). En esta subfase parece ocurrir también la consolidación primitiva de la identidad sexual.
La constancia objetal implica también la unificación del objeto “bueno” y “malo” en una representación total. Esto promueve la fusión de los
impulsos agresivo y libidinal, y modera el odio por el objeto cuando la agresión es intensa.
El establecimiento de la constancia del objeto emocional está detrminada por:
1- La fe y la confianza de que ya en la fase simbiótica ha ocurrido un alivio de la tensión provocada por las necesidades, alivio
proporcionado por el instrumento de satisfacción de las necesidades. En el curso de las subfases del proceso separación- individuación
este alivio se va atribuyendo gradualmente a la madre, y se transfiere luego a la representación intrapsíquica de la madre.
2- La adquisición cognitiva de la representación interna simbólica del objeto permanente (la madre).
Sólo después de bien avanzada la constancia objetal que parece ocurrir antes del tercer año, la madre puede ser sustituida durante su
ausencia física, por la presencia de una imagen interna confiable que se mantiene relativamente estable.
A medida que esta subfase avanza, el niño se va volviendo cada vez más capaz de aceptar nuevamente la separación de la madre.
- Hay un comienzo de juego de fantasía, desempeño de roles y juego como- si.
- En la 4ª- subfase, que es abierta, deben tener principio ambas estructuras internas:
1) constancia objetal libidinal;
2) una autoimagen unificada basada en verdaderas identificaciones del yo.
La imagen interna o representación intrapsíquica de la madre, debe llegar a estar más o menos disponible en el curso del tercer año, para
proporcionar confrontación al niño en ausencia física de la madre.
Las amenazas contra la constancia objetal libidinal y el funcionamiento individual separado se originan en varias fuentes.
Ante todo, está la presión de la maduración de los impulsos, que enfrenta al niño con nuevas tareas durante la fase anal, que implica
exigencias de control de esfínteres. Luego, al entrar en la fase fálica, el niño se vuelve mucho más conciente de la diferencia sexual, y
junto con ello, experimenta una ansiedad de castración de variable intensidad.
e)
• Un modelo teórico- clínico de los primeros tiempos de la vida psíquica.
- La actividad de representación: originario y pictograma. El postulado de autoengendramiento.
- La violencia primaria y la violencia secundaria.
- Noción de encuentro. Encuentro madre- hijo.
II.
El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es el resultado del proceso represivo. La represión parte del
yo, quien, eventualmente por encargo del superyó, no quiere acatar una investidura pulsional incitada en el ello. Mediante la represión, el
yo consigue coartar el devenir- conciente de la representación que era la portadora de la moción desagradable. El análisis demuestra a
menudo que esta se ha conservado como formación inconciente.
¿Cuál es el destino de la moción pulsional activada en el ello, cuya meta es la satisfacción? A consecuencia de la represión, el decurso
excitatorio intentado en el ello no se produce; el yo consigue inhibirlo o desviarlo. Por esto, vemos como el yo exterioriza una influencia
sobre los procesos del ello.
El yo adquiere este influjo a consecuencia de sus íntimos vínculos con el sistema percepción. Este sistema P- Cc, se conecta con el
fenómeno de la conciencia; recibe excitaciones de afuera y de adentro, y, por medio de las sensaciones de placer y displacer intenta guiar
todos los decursos del acontecer anímico en el sentido del principio de placer. Cuando el yo se revuelve contra un proceso pulsional del
ello, no le hace falta nada más que emitir una señal de displacer para alcanzar su propósito con ayuda del principio de placer.
¿De dónde proviene la energía empleada p/ producir la señal de displacer? La represión equivale a un intento de huida. El yo quita la
investidura(preconciente) de la agencia representante de la pulsión que es preciso reprimir, y la emplea p/ el desprendimiento de
displacer(de angustia).
La angustia no es producida como algo nuevo, sino que es reproducida como estado afectivo siguiendo una imagen mnémica
preexistente. En el hombre, el acto de nacimiento, en su calidad de 1ª vivencia individual de angustia, parece haber prestado rasgos
característicos a la expresión del afecto de angustia.
La mayoría de las represiones son casos de “esfuerzo de dar caza”. Presuponen represiones primordiales producidas con anterioridad, y
que ejercen su influjo de atracción sobre la situación reciente.
Los primeros estallidos de angustia se producen antes de la diferenciación del superyó. Es enteramente verosímil que factores
cuantitativos como la intensidad hipertrófica de la excitación y la ruptura de la protección antiestímulo constituyan las ocasiones inmediatas
de las represiones primordiales. La protección antiestímulo, existe sólo frente a estímulos externos, no frente a exigencias pulsionales
internas.
El síntoma se engendra a/p de la moción pulsional afectada por la represión. Cuando el yo, recurriendo a la señal de displacer, consigue
su propósito de sofocar por entero la moción pulsional, no nos enteramos de nada de lo acontecido. A pesar de la represión, la moción
pulsional ha encontrado un sustituto, pero uno harto mutilado, desplazado, inhibido. Si ese sustituto llega a consumarse, no se produce
ninguna sensación de placer; en cambio de ello, tal consumación ha cobrado el carácter de la compulsión. El proceso sustitutivo es
mantenido lejos de su descarga por la motilidad.
En la represión el yo trabaja bajo la influencia de la realidad externa, y por eso segrega de ella al resultado del proceso sustitutivo.
III.
El yo no es más que un sector del ellos diferenciado en particular. El yo es una organización, pero el ello no lo es; el yo es justamente el
sector organizado del ello.
El proceso que por obra de la represión ha devenido síntoma afirma ahora su existencia fuera de la organización yoica y con
independencia de ella. Todos sus retoños gozan del mismo privilegio, se diría que de “extraterritorialidad”; cada vez que se encuentren por
vía asociativa con sectores de la organización yoica cabe la posibilidad de que los atraigan y, con esta ganancia, se extiendan a expensas
del yo.
Esta lucha defensiva secundaria nos muestra 2 rostros de expresión contradictoria:
1) el yo es constreñido por su naturaleza a emprender un intento de restablecimiento o de reconciliación. Su energía desexualizada
revela todavía su origen en su aspiración a la ligazón y a la unificación, y esta compulsión a la síntesis aumenta a medida que el yo se
desarrolla más vigoroso. Así se comprende que el yo intente cancelar la ajenidad y el aislamiento del síntoma, aprovechando toda
oportunidad p/ ligarlo de algún modo a sí e incorporarlo a su organización mediante tales lazos. El yo se comporta como si se guiara por
esta consideración: el síntoma ya está ahí y no puede ser eliminado; ahora se impone avenirse a esta situación y a sacarle la máxima
ventaja posible. Sobreviene una adaptación al fragmento del mundo interior que es ajeno al yo y está representado por el síntoma,
adaptación como la que el yo suele llevar a cabo normalmente respecto del mundo exterior objetivo.
2) Los 2 procedimientos que el yo aplica contra el síntoma se encuentran en contradicción recíproca. El otro procedimiento tiene un
carácter menos amistoso, prosigue la línea de la represión. Pero parece que no sería lícito reprochar inconsecuencia al yo. La
perturbación parte del síntoma, que sigue escenificado su papel de correcto sustituto y retoño de la moción reprimida, cuya exigencia de
satisfacción renueva una y otra vez, constriñendo al yo a dar en cada caso la señal de displacer y a ponerse a la defensiva.
IV.
Consideramos el caso de una zoofobia histérica infantil. El pequeño Hans se rehusa a andar por la calle porque tiene angustia ante el
caballo. La incomprensible angustia frente al caballo es el síntoma; la incapacidad p/ andar por la calle, un fenómeno de inhibición, una
limitación que el yo se impone p/ no provocar el síntoma- angustia. Se trata, no de una angustia indeterminada frente al caballo, sino de
una determinada expectativa angustiada: el caballo lo morderá.
El niño se encuentra en la actitud edípica de celos y hostilidad hacia su padre a quien, ama de corazón toda vez que no entre en cuenta la
madre como causa de la desavenencia. Por tanto, un conflicto de ambivalencia, un amor bien fundado y odio no menos justificado, ambos
dirigidos a una misma persona. Su fobia tiene que ser un intento de solucionar ese conflicto.
La moción pulsional que sufre la represión es un impulso hostil hacia el padre. El deseo de hacer a un lado al padre tiene el mismo valor
que el propósito de eliminarlo a él mismo; equivale a la moción asesina del complejo de Edipo.
No podemos designar como síntoma la angustia de esta fobia. Lo que la convierte en neurosis es la sustitución del padre por el caballo.
Es este desplazamiento lo que se hace acreedor al nombre de síntoma.
La desfiguración en que consiste el síntoma no se emprende en la agencia representante(el contenido de representación) de la moción
pulsional por reprimir, sino en otra por entero diversa, que corresponde sólo a una reacción frente a lo genuinamente desagradable.
La representación de ser devorado por el padre es la expresión, degradada en sentido regresivo, de una moción tierna pasiva: es la que
apetece ser amado por el padre, como objeto, en el sentido del erotismo genital.
La represión no es el único recurso de que dispone el yo p/ defenderse de una moción pulsional desagradable. Si el yo consigue llevar a
la pulsión a la regresión, en el fondo la daña de manera más enérgica de lo que sería posible mediante la represión.
La moción pulsional reprimida en estas fobias es una moción hostil hacia el padre. Es reprimida por el proceso de la mudanza hacia la
parte contraria; en lugar de la agresión hacia el padre se presenta la agresión(la venganza) hacia la persona propia. Puesto que de todos
modos una moción de esa índole arraiga en la fase libidinal sádica, sólo le hace falta cierta degradación al estadio oral, que en Hans es
indicada por el ser- mordido.
Simultáneamente ha sucumbido a la represión la otra moción pulsional, de sentido contrario: una moción pasiva tierna respecto del padre,
que ya había alcanzado el nivel de la organización libidinal genital(fálica).
Las 2 mociones pulsionales(agresión sádica hacia el padre y actitud pasiva tierna frente a él) forman un par de opuestos. En Hans,
mediante la formación de su fobia se cancela también la investidura de objeto- madre tierna, de lo cual nada deja traslucir el contenido de
la fobia. Se trata de un proceso represivo que afecta a casi todos los componentes del c: de E., tanto a la moción hostil como a la tierna
hacia el padre, y a la moción tierna respecto a la madre.
En lugar de una única represión, nos encontramos con una acumulación de ellas, y además nos topamos con la regresión.
El pequeño Hans, tramitó mediante su fobia las 2 mociones principales del c. de E., la agresiva hacia el padre y la hipertierna hacia la
madre, es cierto que tb estuvo presente la moción tierna hacia el padre; pero ni puede demostrarse que fue lo bastante intensa como p/
provocar una represión.
El motor de la represión es la angustia frente a la castración inminente. Por angustia de castración resigna el pequeño Hans la agresión
hacia el padre; su angustia de que el caballo lo muerda puede completarse, sin forzar las cosas: que el caballo le arranque de un mordisco
los genitales, que lo castre.
El motor de la represión es la angustia frente a la castración; los contenidos angustiantes son sustitutos desfigurados del contenido “ser
castrado por el padre”.
Pero el afecto- angustia de la fobia, no proviene del proceso represivo, de las investiduras libidinosas de las mociones reprimidas, sino de
lo represor mismo; la angustia de la zoofobia es la angustia de castración inmutada, vale decir, una angustia realista, angustia frente a un
peligro que amenaza efectivamente o es consabido como real. Aquí la angustia crea a la represión y no la represión a la angustia.
La mayoría de las fobias se remontan a una angustia del yo, frente a las exigencias de la libido. En ellas la actitud angustiada del yo es
siempre lo primario y es la impulsión p/ la represión. La angustia nunca proviene de la libido reprimida.
LAPLANCHE: LA SUBLIMACIÓN.
¿La sublimación “desde el origen”?
Encontré sugestiva la indicación de Freud de poner la sublimación en relación con el apuntalamiento, pero insuficiente la idea de q esta
relación fuera sencilla, es decir, q la sublimación sólo fuera el apuntalamiento en sentido inverso, el retorno de lo sexual a lo no sexual.
Ese esquema es insuficiente xq no toma en cuenta el elemento “represión”. La sublimación es para una parte de la pulsión un destino q le
permite escapar de la represión. Pero es correlativa pese a todo de una represión, y en particular de una represión concerniente a un
cierto tipo de objeto: el objeto propiamente sexual.
Si conservamos la idea de q la sublimación está muy cerca del apuntalamiento, conviene dar un destino particular a la frase: “desde el
origen”. La sublimación no sería un repliegue, un 2º repliegue por relación al primer tiempo del nacimiento de lo sexual: apuntalamiento y
sublimación irían + bien a la par. “Desde el origen” hay una especie de acoplamiento cuando una sublimación debe producirse. Las
sublimaciones verdaderas son “precoces” (sublimación: intelectualidad de Leonardo). Habría q intentar concebir la sublimación
produciéndose en el momento mismo en q aparece la excitación sexual, en el campo de la pulsión parcial sexual. Pero ese término
“precoces” implica una significación temporal, cronológica, q corre riesgo de imponer la idea de q sólo habría sublimaciones en los
primeros años de vida.
Si sustituyo la calificación “precoz” por la de “originaria” es para entender q lo originario no es primitivo de los años de origen. La pulsión
sexual no está dada de una vez para siempre, sino q, existe la capacidad en el ser humano de crear sin cesar, cerca del origen, lo sexual
a partir de toda suerte de conmociones exteriores, a partir de lo nuevo, de lo cual el traumatismo no representa sino el paradigma +
dramático.
Si se admite por una parte q la pulsión sexual está dada tal cual desde el origen, como una cantidad idéntica de libido y se admite por otra
parte q la sublimación es una manera de derivar una parte de esa sexualidad, parecería evidente q desearíamos encontrar en el “creador”
y, de manera general, en todo aquel q se dedique a una actividad sublimada, una disminución de la actividad sexual. Pero esto es +
complejo: a veces se opone a la sexualidad, pero ocurre tb en otros casos q ambas se complementan, lo q vendrá a confirmar q la
sublimación puede estar ligada a una suerte de neogenesis de la sexualidad.
A la actividad pictórica de Leonardo, Freud no sabe bien en donde situarla, unas veces las considera como directamente pulsional (el
placer de vivir), por oposición a lo sublimado; q es la investigación teórica; otras veces la opone como una sublimación a otra sublimación.
Este 2º punto de vista es el q prevalece al final del texto, donde la sublimación pictórica es considerada como + tardía, como una 2ª
oleada, surgida esencialmente en la pubertad, ligada al desarrollo genital, ligada mucho + directamente a la homosexualidad, pero en
última instancia de origen obsceno.
Freud vacila en asignar fuentes pulsionales a la actividad “representativa” por excelencia, la creación artística o literaria tal como aparece
en Leonardo.
Lo q es esencialmente sublimado son las tendencias perversas polimorfas q trabajan c/u por su cuenta, las tendencias pregenitales, y no
la sexualidad genital.
Paradoja de la perversión: Freud no deja de señalar la conexión entre ciertas actividades sublimadas y la perversión, tomada en el sentido
de sus estructuras psicopatológicas diferenciadas.
Leonardo y su homosexualidad, esto es transportado a sus pinturas (renegación).
La sublimación, si admitimos la hipótesis de q acompaña desde el origen el nacimiento de la pulsión sexual, nos parecería ligada al
movimiento mismo de seducción q caracteriza a la neogenesis de la sexualidad, es decir a aquello q nos vemos obligados a llamar una
desviación de la autoconservación.
Queda la cuestión del objeto y la del Yo, q se pueden reunir bajo el título provisional de “síntesis”. Melanie Klein puso el acento, para la
sublimación en este aspecto de totalidad: toda sublimación es reparación, ligada a la fase depresiva, del peligro de ver el objeto y el sujeto
despedazarse, destruirse. Todo amor, toda relación de objeto verdadera es reparación, creación del objeto como una totalidad, garante de
la totalidad del Yo.
El primado general es una manera de coordinar las pulsiones en una especie de unidad q es la relación sexual adulta. La actividad
sublimada es una suerte de sustituto del primado genital, una manera de coordinar las actividades pregenitales, bajo una especie de
primado, el de una obra, de un trabajo, de un resultado por alcanzar, pero una síntesis q, a diferencia de la síntesis genital, se producirá tal
vez bajo el signo de la represión o de la renegación, precisamente bajo el signo de la renegación de lo genital.
2 dominios de la sublimación: el del juego; y el del arte culinario y de la gastronomía.
Sublimación y síntomas:
La sublimación no es una represión y existe, sin embargo, retorno. No es una represión, es decir q en el lugar mismo donde algo ha sido
reprimido no surge un sustituto bajo la forma de síntoma, sin embargo, hay represión de una parte de la actividad pulsional; en particular, y
especialmente, represión de la parte q constituirá una investigación dirigida a un objeto propiamente sexual, es decir, una represión
concerniente al objeto, una vía bloqueada y hay incluso un sustituto, pero se podría decir q por derivación, por vía colateral y no un
síntoma neurótico, q se produce allí donde sobreviene la represión.
UNIDAD 3: El desarrollo psicomotor del niño.
• La psicomotricidad: origen y evolución del concepto.
• Incidencia del movimiento en el desarrollo psicológico del niño.
• Desarrollo del esquema corporal:
- Movimientos involuntarios y voluntarios.
- Desarrollo de la extensibilidad y postura.
- Control tónico- postural.
- Coordinaciones sensoriomotrices. Praxias.
- Lateralidad funcional: génesis, evolución y efecto de la educación.
- Desarrollo de la sensopercepción.
- Esquema corporal- imagen inconciente del cuerpo.
LOS ORÍGENES DEL CARÁCTER EN EL NIÑO [WALLON]
• Introducción: Conciencia corporal y "cenestesia".
La cenestesia se refiere a los grados que el niño llega a realizar una noción coherente y unificada de su ser físico.
La necesidad de encontrar correlaciones orgánicas para los hechos de la vida psíquica determina que se señale a la cenestesia o
sensibilidad del propio cuerpo como sustrato del sentimiento de personalidad. Si en 2 momentos un individuo tiene dificultad para
reconocerse como él mismo, es su cenestesia la que cambió; y esta explicación cómoda contribuyó a hacer admitir esa sugestión que
sirvió de ayuda, los casos hoy inhallables de doble o triple personalidad.
La cenestesia entraña a los estudios que pudieron emprenderse sobre la sensibilidad intero y propioceptiva, sobre la sensibilidad
protopática, sobre las relaciones de sensibilidad y de los estados afectivos, sobre los intervalos de rapidez nerviosa entre las diversas
formas de sensibilidad; permanece siendo bajo su forma global la conciencia del cuerpo, es decir, una simple especialización de la
conciencia, tal como la puede definir la introspección.
• Capítulo 1: las premisas psico- fisiológicas de la conciencia corporal:
Asi como la noción del yo psíquico implica la oposición más o menos latente y virtual de personalidades extrañas a su propia
personalidad, para el yo corporal, su noción no se limita a la intuición de los órganos y de su actividad: ella exige que se haga la distinción
entre lo que debe ser referido al mundo exterior y lo que puede ser atribuido al propio cuerpo, como definiéndolo en sus diferentes
aspectos. Una condición indispensable es que sea posible la ligazón entre la actividad que está volcada hacia el mundo exterior y la que
se refiere más inmediatamente a las necesidades y a las actitudes del cuerpo.
Hay por lo tanto una disociación entre los diferentes dominios funcionales: el dominio interoceptivo que es el de la necesidad visceral; el
dominio propioceptivo que comprende las sensaciones ligadas al equilibrio, a las actitudes, a los movimientos; y el dominio exteroceptivo o
sensibilidad vuelta hacia las excitaciones de origen exterior.
Sensibilidad interoceptiva: de todas las manifestaciones orgánicas, las que están en relación con el tubo digestivo y la alimentación son las
que parecen tener mayor concomitancia con el desarrollo psíquico del niño por lo que la función alimenticia supera mucho a la circulación
y a la respiración. El corazón late desde el período fetal; sin embargo, sus funciones no son un motivo de actividad. En cuanto a la
respiración, esta comienza con la vida extrauterina; es su primer acontecimiento. El reflejo de enfriamiento periférico que conduce a la
primer inspiración es seguido por otros reflejos o reacciones que tienen su punto de partida o su asiento en el árbol respiratorio: estornudo,
grito.
Preyer pudo obtener, por excitación de los labios, un reflejo de succión. Succión y deglución se parecen por la forma, por el
encadenamiento, por la estrecha y precisa coordinación de movimientos al peristaltismo esofágico, gástrico intestinal y sólo difieren por su
asiento periférico y su mayor diversificación. Teniendo que abrir o cerrar el tubo digestivo, la actividad bucal desarrolla y afina sus
conexiones, sus mecanismos, sus aptitudes discriminativas. Llega a ser una especie de intermediario entre las necesidades del organismo
y el medio exterior.
do as
Después del 2 mes, el hambre puede, fuera de toda excitación local, provocar movimientos de succión. El niño en las 1 semanas de
vida, al mamar, está absorbido por los movimientos de su boca y de su faringe, los párpados cerrados, los puños ligeramente apretados,
el antebrazo flexionado.
o
Después del 4 mes, sonríe a su nodriza, vuelve la cabeza hacia una persona que se aproxima, se interrumpe en ocasión de un débil
estímulo auditivo o visual. Las excitaciones exteroceptivas pueden ya disputar su atención a funciones interoceptivas. Pero pronto los
órganos interoceptivos van a servir de órganos exteroceptivos. El mundo irá tomando mayor importancia para el niño a medida que se
establezcan las conexiones entre estos 2 dominios de su actividad. Llevando todo lo que él toma a su boca, que es la zona de sensibilidad
más despierta de su cuerpo, aprende a distinguir las cosas entre si.
as
Sensibilidad propioceptiva: contribuye de manera preponderante a constituir la noción del propio cuerpo. Sus 1 manifestaciones son
contemporáneas del nacimiento y remontan al período fetal.
Todas consisten en sistemas sinérgicos de movimientos y de actividades, es decir, en sistemas constituidos de tal manera que el
desplazamiento efectuado por una parte del cuerpo, las actitudes y los movimientos que pueden mantener mejor el equilibrio general y
concurrir a la realización de la acción perseguida.
Entre las sinergias que han perdido ya su autonomía en el momento del nacimiento, son los reflejos cervicales y los reflejos laberínticos.
Los reflejos cervicales parten en la sensibilidad articular de las vértebras cervicales, cuando el giro de la cabeza cambia su posición
recíproca. Tienen por efecto poner los segmentos subyacentes, en particular los miembros superiores en una actitud determinada, inversa
para los brazos y que a su vez se invierte si la cabeza gira en sentido contrario.
Con los reflejos laberínticos son provocados sistemas invariables de actitudes, c/u con una excitación determinada. El asiento de estas
excitaciones es un órgano especial, que se diferenció en el cráneo, y estas excitaciones traducen los cambios de posición que toma el
organismo en relación a la gravedad, y no en relación a si mismo.
as
1 reacciones del aparato exteroceptivo: otras sinergias , que están en relación con excitaciones que llegan del mundo exterior, en lugar
as os
de estar desde el nacimiento despojadas de su individualidad, hacen su aparición en el curso de las 1 semanas o de los 1 meses.
El equilibrio: al mismo tiempo que se construyen sinergias parciales, van a desarrollarse las sinergias generalizadas a las que se remite el
equilibrio del cuerpo. Al cerebelo le corresponde su regulación.
o o o o
Entre el 1 y 2 mes comienza a levantar la cabeza hacia el pecho de la madre; entre el 2 y el 3 mes la levanta estando en descúbito
o o
ventral. Entre el 3 y 4 mes, la cabeza comienza a fijarse en posición derecha, primero sólo por algunos instantes, luego de manera
o o
permanente. Entre el 4 y 10 mes se producen con éxito creciente los esfuerzos por sentarse, por modificar, volviéndose, una posición
incómoda.
o
Un niño puede sostenerse hacia e; 5 mes sobre las 2 manos
o o as o o
entre el 8 y 9 mes aparecen las 1 tentativas de locomoción (gateo). Entre el 9 y 10 mes llega a mantenerse parado solo, a ensayar
algunos pasos, pero a condición de estar sostenido.
El equilibrio es el sistema incesantemente modificable de reacciones compensadoras, que parecen modelar el organismo en relación con
las fuerzas opuestas del mundo exterior y sobre los objetos de la actividad motriz.
• Capítulo 2: diferenciación y progreso de las reacciones exteroceptivas.
La sensibilidad exteroceptiva, que sólo es apta para proveer el conjunto de impresiones contraponibles, como mundo exterior, al propio
cuerpo, comienza a suscitar sólo efectos sin relación con el mundo exterior.
o
Con el 2 mes, la movilidad de tipo afectivo da lugar a una actividad de un aspecto más sensoriomotor. Al mismo tiempo que se
constituyen las sinergias sensoriales, el rostro adquiere los rasgos de la atención y de la preparación a las impresiones exteriores: tensión
de la frente, mayor apertura de los ojos, agudeza de la boca, avance de la lengua entre los labios.
er
Al terminar el 3 mes, el niño comienza a mantener su cabeza derecha. Un resultado capital de las asociaciones intersensoriales es que
se individualizan las fuentes de excitación al mismo tiempo que se unifica el campo de la percepción.
o
En el curso del 5 mes logra aprehender con una sola mano.
o o
Entre el 6 y 7 mes se destaca la aptitud para anticiparse a la percepción directa de las cosas y por los progresos de la actividad
instrumental. En el momento de comer, de ser sacado de su lecho, de ser vestido, de salir de paseo, la simple espera del acontecimiento
pone ya al niño en un estado de excitación.
o o
Entre el 10 y el 11 mes, sigue los objetos con la mirada, los suelta y los mira caer.
El sistema de datos sensoriales o motrices que responden al objeto no puede hacerlo percibir como objeto sino integrándose, en otro
plano de la vida psíquica, a un orden diferente de operaciones en las que intervienen la actividad simbólica.
• Capítulo 3: diferenciación y progreso de las relaciones relativas al propio cuerpo:
er o
En un primer período, que va del 3 al 6 mes, la entrada de sus miembros en su campo perceptivo parece sorprenderlo y suscita un
a
esfuerzo visible de reconocimiento y de discriminación. Desde el final de la 12 semana, el niño seguirá con sus ojos el desplazamiento de
a
sus manos, y recién en la 19 semana se interesará por el movimiento de sus pies y de los dedos de los pies.
o
Al 4 mes el niño presta atención a su mano derecha, la detiene delante de sus ojos, mira agitarse sus dedos y comienza a fijarse en ella
de manera prolongada y sostenida varias veces por día.
o
Al finalizar el 4 mes, en el momento de aprehender el objeto, se detiene ante su mano, la desplaza hasta la altura de sus ojos. El niño se
esfuerza por tomar un objeto, pero más aun sobre su mano que llega a ser un objeto privilegiado en el desdoblamiento que se opera entre
ella y el objeto.
o
A partir del 6 mes, el niño comienza a concederle al mundo exterior suficiente realidad como para esperar de él ciertos efectos y para
iniciar su actividad instrumental. Frente a su propio cuerpo se libra una actividad de alguna manera complementaria, cuyo resultado es
individualizado y hace predominar sobre las sensibilidades orgánica y subjetivas la sensibilidad de relación.
El reconocimiento de las formas corporales se ejerce con una actividad y aveces una intemperancia tanto mayores cuanto está más
imperfectamente integrada todavía al conjunto de la actividad psíquica. De allí el descubrimiento de semejanzas que hace el niño y que
asombran al adulto, cuando le parecen acertadas.
Reconocidas e individualizadas las partes del cuerpo no son integradas por el niño en su individualidad física. A un año y 11 meses el niño
de Preyer ofrece varias veces un bizcocho a su propio pie, como si se lo ofreciera a sus padres, y se divierte mucho viendo como lo toman
los dedos de sus pies. Este es un simple juego.
• Capítulo 4: el propio cuerpo y su imagen exteroceptiva:
Una contraprueba que muestra porque grados y dificultades debe pasar el niño antes de llegar a reducir en una intuición de conjunto todo
lo referente a su personalidad física, es su manera de reaccionar, en presencia de su imagen en el espejo. Se trata de saber como llega a
reconocer como suyo su aspecto exteroceptivo.
El niño ante la imagen especular del otro. Realismo de las imágenes y estadio de yuxtaposición:
er
- Hasta el final del 3 mes, el niño permanece insensible a las imágenes que se forman en el espejo.
o
- En el curso del 4 mes, la imagen reflejada por el espejo parece provocar la fijación de la mirada sin despertar interés por el rostro.
El niño mira como si estuviera frente a un extraño que ve por primera vez; 3 días después le sonríe.
El hecho de volverse de la imagen hacia la persona es la verificación de una relación, es un acto de conocimiento.
El niño frente a su propia imagen especular. El simbolismo progresivo de las imágenes y su reducción a lo real. Aparición del espacio
suprasensorial:
La representación del propio cuerpo, debe responder a la condición de poder formarse exteriorizándose.
El conocimiento que hace de su imagen en el espejo es un procedimiento más o menos episódico entre aquellos que le sirven para hacer
entrar gradualmente en el número de cosas y las personas cuyos rasgos de identidad fijó progresivamente, de manera de considerarse a
si mismo como un cuerpo entre los cuerpos, como un ser entre los seres. Es a través de innumerables puntos de referencia, usando
analogías y por asimilación con aquello que ya sabe percibir y representarse diferenciadamente, que llega a individualizar y discernir los
diferentes aspectos bajo los cuales le es posible tener una representación de si mismo.
Para que logre unificar su yo en el espacio es necesario que sitúe su yo exteroceptivo de tal manera que su percepción llegue a ser
irrealizable por si mismo. Tan pronto como vea su propia imagen, esta deja de coincidir en el espacio con su propio cuerpo y debe tenerla
por privada de la realidad; y tan pronto como suponga la realidad de su aspecto exteroceptivo, debe tenerlo por inaccesible a sus propios
sentidos.
Es el preludio de la actividad simbólica, por la que el espíritu llega a trasmutar en universo los datos de la sensibilidad.
La imagen en el espejo no tiene existencia por si misma, ésta es referida por el niño sobre su yo propioceptivo y táctil: es un sistema de
referencias, apto para orientar los gestos hacia las particularidades del propio cuerpo del cual da indicaciones. Al vaciarse de existencia
llega a ser puramente simbólica. Ha llegado a serlo puesto que ahora puede ser considerada como exterior al sistema de imágenes con el
cual el niño identifica su cuerpo y su yo.
ESTADIO 1 No hay imitación propiamente dicha. Ejemplo: un bebé llora y lloran los otros.
Desencadenamiento de un reflejo por un excitante externo.
ESTADIO 2 ϑ Imitación esporádica. Ejemplo: balbuceos, sonidos, etc.
ϑ La voz del otro excita la voz del niño, sin imitación precisa de los sonidos.
ϑ Imita sonidos conocidos.
ESTADIO 3 La imitación es:
ϑ conservadora, se hace sistemática, reproduce el modelo para conservar el resultado
interesante.
ϑ De lo que forma parte de su repertorio(de un esquema asimilado). Ejemplo: movimiento
de mano, golpear, rascar.
ϑ Imitación limitada por la R.C:S.
ESTADIO 4 Imitación de los movimientos ya ejecutados por el sujeto pero de manera invisible para él.
ϑ Aparece el índice, el cual permite la previsión(la señal desencadena una acción
automáticamente), permite asimilación mediata(lo que ve ).
ϑ Hay coordinación de esquemas con aplicación de medios conocidos a situaciones
nuevas.
ϑ Coordina esquemas visuales a esquemas táctiles que servirán de medios para el
objetivo de la imitación. La coordinación inteligente de este estadio conduce a la construcción
de las primeras formas del objeto y a un comienzo de la objetivación de espacio y la
causalidad. Imita sonidos y movimientos nuevos pero parecidos a los que el niño a percibido
anteriormente.
ESTADIO 5 Imitación sistemática de los modelos nuevos, incluso los que corresponden a los
movimientos invisibles del propio cuerpo. Logra imitar un modelo nuevo pero debe estar en
presencia por medio del tanteo empírico, que le sirve para construir los índices para poder
imitar el modelo.
ESTADIO 6 Comienzo de la imitación representativa y evolución ulterior de la imitación.
ϑ El tanteo se interioriza.
ϑ La imitación diferida es posible por la representación(evocar sibolicamente algo que está
ausente).
ϑ La imitación en presencia: el tanteo está interirizado.
ϑ Hay imitación de objetos materiales.
Juego: es esencialmente asimilación, todos los comportamientos son susceptibles de convertirse en juego cuando se
repiten por asimilación pura (simple placer funcional).
- Primacía de la asimilación Es la asimilación que predomina sobre la acomodación.
- Acciones sin funcionalidad adaptativa
- Asimilación sin esfuerzo
- Placer final
- Aporta significados a la relación
- Culmina su desarrollo en la ficción.
Estadio 1: no se diferencia de la asimilación funcional de la asimilación pura q superaría este cuadro.
Estadio 2: ligera diferenciación de la asimilación adaptativa. El juego parece ya formar parte de las conductas adaptativas.
La mayor parte de la R C se continúan en juegos. Se reproducen determinadas conductas. Simplemente por placer
(asimilación pura por placer funcional). Observación 50: girar la cabeza hacia atrás xq si.
Estadio 3: R C S. La diferenciación entre la asimilación adaptativa y juego es acentuada. La acción se transforma en juego
cuando el fenómeno es “comprendido” por el niño y es realizado sólo por el placer de actuar.
1°, 2° y 3° estadio: el juego surge por asimilación funcional, se da para no perder los esquemas asimilados(repetir por
placer).
El juego es complementario de la imitación.
Estadio 4: la movilidad de los esquemas permite la formación de combinaciones lúdicas (diferenciación entre significante y
significado).
Actividad inteligente: apartar un obstáculo para tomar un objeto.
Juego: desplazamiento de interés sobre la acción misma.
Adaptación inteligentemente, diferente de juego: en la 1ª la realidad exterior constituye un problema en el 2º, los objetos
sirven de ocasión a la actividad propia. Hay una especie de ritualización (esquema sacado de contexto y aplicado a otro)
prepara la formación de juegos simbólicos. Ejemplo de ritual: el niño ejecuta todos los gestos habituales de la iniciación del
sueño. Hay juego xq el esquema es ejercido con placer.
En el juego se diferencian los medios y fines.
Se queda en el esquema intermediario
No le interesa el fin.
Ejemplo: la mano corre el obstáculo para alcanzar el muñeco.
Ensayo del ritual lúdico:
- el fin es repetir algo conocido.
- Repite esquemas constituidos sin finalidad exterior. Los maneja por placer funcional. Ejemplo: acostarse, succionando
el pulgar
- Juego simbólico: hay conciencia de ficción. “hace como si”.
Estadio 5: los esquemas se constituyen casi en lúdicos y permiten mayor fertilidad de combinaciones. El niño se limita a
reproducir los esquemas tal cuales, se trata casi del símbolo en acción.
- Especialización de la ritualización.
- Combinaciones motoras nuevas(a diferencia del 4°).
Estadio 6: usa símbolos, es un juego simbólico. Conciencia de ficción y de ”Hacer como si”. Ejemplo: no tiene almohada y
toma otra cosa como si fuera almohada.
-Imita situaciones ausentes.
-Usa sustitutos, símbolos.
Comienzo de la ficción: se aplica un esquema a objetos inadecuados, la evocación de ellos es por placer.
Asimilación ficticia: hay asimilación de un objeto al esquema sin acomodación activa, porque es con fines propios: “jugar a
...”.
El juego simbólico es distinto del juego motor: hay imitación aparente(algo parecido a...) y asimilación lúdica.
Juego simbólico: el símbolo se basa en el simple parecido entre el objeto presente y el ausente. Hay representación en el
juego simbólico: el significante es el objeto presente y el significado el ausente.
En el 6º estadio aparecen esquemas propiamente simbólicos por asimilación de un objeto cualquiera al esquema jugado y a
su objetivo inicial.
El prelenguaje:
No tiene estatuto de lenguaje, no hay conexión entre sonido y sentido.
Un grito acompaña la llegada al mundo de todos los niños, es un reflejo automático del comienzo de la respiración aérea.
Parecen ser estos reflejos, a estados fisiológicos de malestar o incomodidad (por hambre, cólicos, etc.).
El grito se convierte en lenguaje por la intervención del entorno q lo tomo como un signo, de las necesidades del niño; al
grito ligado a una situación de necesidad o sufrimiento le sucede el grito emotivo, q sirve para traducir de manera intencional
un estado de ánimo (cólera, decepción, grito llanto de protesta).
Los primeros elementos de la elaboración del lenguaje, se sitúan en el marco de la relación madre- hijo, particularmente en
el momento de la nutrición los sonidos de succión q emite el niño en el chupeteo, son los primeros (de manera voluntaria).
Esta actividad es el preludio a otra actividad sonora del bebé en reposo: el balbuceo o lalación.
Son respuestas no específicas a estímulos igualmente no específicos, viscerales, somáticos, visuales y acústicos.
Dichos sonidos son principalmente vocálicos emitidos y aparecen algunos sonidos consonánticos (ejemplo: ajó).
Ecolalia: aparece alrededor de los 6 meses y es una actividad más coordinada y más intencional, se instaura una suerte de
diálogo, entre el niño y su madre o padre. Por una imitación global el niño responde a las palabras del adulto con una
repetición rítmica, melódica, contínua (ejemplo: ta ta ta).
En este período el niño es capaz de producir todos los sonidos imaginables.
Poco a poco este espectro de sonidos se reduce, a medida q la emisión se torna más intencional.
El primer lenguaje:
El medio familiar tiene mucha importancia en la adquisición del lenguaje.
El niño se muestra + sensible a unos sonidos q a otros. Esta adquisición se concreta, paralelamente a la desaparición de los
elementos prelingüísticos extraños al sistema fonológico de la lengua modelo.
Las emisiones intencionalmente significantes, generalmente van precedidas, de un período de silencio, donde adquiere +
importancia de comprensión pasiva del lenguaje q la emisión activa.
Palabra- sílaba: son los gestos, la mímica o la situación, los q permiten al adulto traducir la significación exacta, de la
emisión del niño. Este trata de producir ciertos grupos fonemáticos (unidades sobre cuya oposición es posible construir un
sentido). Esto le permite establecer una relación entre sonido y sentido (ejemplo: captar la oposición entre papá y mamá).
Estas unidades son al comienzo monosilábicas (“pa”- “ma”).
Palabra- frase: es universal. Ejemplo: “vino papá en el auto”.
Las frases de una sola palabra, pueden comunicar necesidades, deseos, órdenes, emociones, miedos. Consisten en
general en sustantivos.
Frases de 2 o más palabras: aparece como una abreviación telegráfica.
Hacia los 18 meses aparecen combinaciones de 2 palabras y constituyen un esquema más complejo, q está en relación
directa con las posibilidades de su análisis de lo real y con sus posibilidades articulatorias. Ejemplo: “mamá no ta”, puede
significar: “mamá salió”.
También aparecen frases estereotipadas q son calcos de la lengua materna. Se refieren a si mismo en 3ª persona.
2 años: las palabras se organizan en 2 grandes clases. Clase pivote- clase abierta: el niño utiliza una palabra, q ha cobrado
para él valor de concepto (clase pivote) y le yuxtapone sucesivamente todos los conceptos o verbos de q es capaz (clase
abierta).
Clase abierta: se agregan de continuo nuevas palabras.
Clase pivote: hay pocas palabras, cada una de las cuales es usada frecuentemente, esta clase se va ampliando lentamente.
El lenguaje ya adquirido:
El acceso al lenguaje propiamente dicho se caracteriza en un abandono progresivo de las estructuras elementales del
lenguaje infantil, y se sustituye por construcciones cada vez + acordes con el lenguaje del adulto.
Las correcciones parentales se refieren a aspectos semánticos o fonéticos, no obstante, la sintaxis se adquiere a pesar de q
las reglas de formación de estructuras no sean explicitadas, ni enseñadas directamente por los padres.
En el primer lenguaje este acompañaba la acción, ahora a través de distintas experiencias, el niño descubre el poder de
relación del estímulo verbal, el poder predictivo q le permite sustituir lo real. Ejemplo: “quiero la mueca”, en ausencia de la
misma.
Esto se traduce en el interés por el habla del adulto, por el relato de cuentos, q solicita q le sean contados repetidamente.
El lenguaje se convierte en un medio de conocimiento, en un sustituto de la experiencia directa en un medio para
comprender mejor.
El juego mismo se convierte en palabra y esta en creadora de acciones.
El niño comienza a utilizar el pronombre “yo”. Plantea preguntas y utiliza cuándo, dónde, porqué, cómo.
A menudo su saber engaña, repite palabras, sin haber determinado exactamente su sentido. Ejemplo: “estuve muy enferma
y me morí”.
Puede utilizar términos muy complejos de relación como: “todavía”, “más”, pero les adjudica significados diferentes según se
capacidad de comprensión de las relaciones lógicas q implican.
El futuro y el imperfecto son empleados antes de q se establezcan las estructuraciones del presente con respecto al pasado
y al futuro.
Conjugación de verbos: hay un fenómeno universal, q es la regularización de los verbos irregulares por parte de los niños.
A los 5 años pueden dominar la morfología y sintaxis de la lengua.
Posibilidad de definir palabras, especialmente nombres concretos en términos de cualidades de acción. Ejemplo: “auto es
para andar”, puede decir xq 2 cosas son diferentes.
En el momento en que el niño empieza a hacer uso activo del lenguaje, suelen presentar una especie de
suspensión de los habituales ejercicios fónicos inconcientes y una radical reducción, e inclusive desaparición total del gran
número de sonidos que hasta el momento habían sido capaces de utilizar. Sucesivamente, el niño empieza a hablar
nuevamente, pero de una manera muy distinta a la anterior: ahora se trata de grupos de sonidos sencillos, a los cuales el
sujeto atribuye un valor o un significado estable. Es decir, que a la abundancia del período de balbuceo sigue la carencia
fonética del primer período del lenguaje articulado. Esto se debe a la actividad de interpretación, de decodificación que el
niño tiene que desarrollar. Ahora se presentan con evidencia ante la percepción del niño, siguiendo las leyes del máximo
contraste ciertos sonidos que reaparecen en el lenguaje de los adultos. Una vez que son fijados estos sonidos
perceptivamente, el niño se esfuerza por sustituir las inconcientes y ocasionales articulaciones de la lalación con las
articulaciones que sirven para producir los sonidos deseados.
La discriminación entre tipos diversos de entonación que había tenido ocupada la atención del sujeto durante el período
prelingüístico se sustituye por la discriminación de las diversas cualidades fonéticas que preludian e impulsan el pleno
control fonético de la lengua.
Los sonidos se convierten en "fonemas" por medio de la selección operada por el niño. Los sonidos producidos por el niño
sólo pueden ser parcialmente justificadas por el "sistema"de la lengua adulta: cuando el niño se esfuerza por hablar como
los adultos, lo hace porque ha empezado a captar algunos elementos del código, pero está muy lejos de controlarlo en su
totalidad.
En esta fase, la reacción del niño ante el lenguaje adulto está totalmente dominada por 2 factores: el factor fonético y el
factor sintagmático. El factor fonético domina, ya que al no poseer el niño un sistema fonológico personal, sus reacciones
están a menudo determinadas por las impresiones auditivas en su estado puro. El factor sintagmático domina porque el niño
no se esfuerza en reproducir los sonidos emitidos por los adultos y que él identifica, sino las secuencias de sonidos que
constituyen unidades aisladas por él e identificables en el lenguaje adulto.
"En el aprendizaje del lenguaje, la discriminación auditiva de los fonemas de los adultos precede a menudo al uso
de estos fonemas por parte del sujeto".
En el niño, durante los primeros estadios del aprendizaje, se debe pensar que la identificación tiene lugar según las
características fonéticas. En tal caso, el análisis en "trazos distintivos "tendría un papel decisivo en la identificación de los
segmentos fónicos y en la determinación de características cinestésicas que rigen la articulación.
Existe un proceso de adaptación (que puede durar 3 o 4 años) antes de que el sistema fonológico infantil se confunda con el
del adulto, es decir, antes que el aprendizaje del aspecto fonológico de la lengua materna puede considerarse finalizado.
Durante dicho proceso, el niño se sirve de un o unos "sistemas fonológicos" gradualmente y más cercanos a los del adulto.
Estas razones confirman que el lenguaje infantil se desarrolla en una serie de "sistemas sucesivos".
El niño capta las oposiciones fonéticamente más evidentes, las oposiciones máximas. Los sonidos que presentan un
contraste menos evidente son los últimos que se aprenden. El "contraste" sería el principio coordinador sometido a la ley de
la relatividad.
La pertinencia de las realizaciones fonéticas está basada en su capacidad de expresar una diferencia semántica: el sistema
de la lengua se basa en este principio para funcionar.
El niño se esfuerza por reproducir las secuencias más o menos largas de sonidos cuya unidad consigue captar. Estas
secuencias pueden ser denominadas "palabras".
Los esfuerzos que realiza el niño para adaptar sus "sonidos" son esfuerzos para hacer funcionar eficazmente las "unidades",
es decir, para adaptar sus unidades a las aceptadas entre los adultos. Tal adaptación viene impuesta por razones sociales.
La unidad de la palabra no puede entenderse sin tener presente que está constituida por 2 partes: la fonética (expresión,
significante) y la semántica (contenido, significado).
b) Adquisición de sonidos:
Los fenómenos que caracterizan a la fase prelingüística son:
• la desaparición de muchos sonidos, que puede coincidir con un "período de silencio"casi total;
• la afirmación de una "fase de la melodía", en la cual los significados del contexto ambiental están vinculados con los
hechos de entonación;
• la delineación de elementos fónicos privilegiados, que se pueden llamar "prefonemas".
Jackobson afirma que en la transición de la fase prelingüística a la adquisición de la primera palabra, el niño pierde casi
totalmente su capacidad de emisión fónica.
Esta continuación a partir de cero parece regida por un criterio de carácter auditivo.
En esta fase el niño parece depender de la entonación para comprender los datos verbales. A este aprendizaje pasivo
responde una análoga reacción activa en el niño. Ello da lugar a la llamada "fase de la melodía", la cual va de los 4 a los 12
meses más o menos.
Junto al estable cimiento de las experiencias melódicas, el niño empieza a formar las primeras asociaciones fónico-
semánticas, es decir, asociaciones de determinados segmentos fónicos con ciertos contextos situacionales. Al producto de
tales asociaciones se ha dado el nombre de "prefonemas". La emisión de dichos sonidos prepara y precede la utilización
fonemática de los sonidos, es decir, su transformación en fonemas. Se trata de una utilización de sonidos que coloca al niño
a mitad de camino entre las puras "señales" fónicas y los "signos" lingüísticos.
Teoría de la formación silábica: una secuencia de fonemas, no viene producida por un fonema después de otro, sino que
supone una actividad de programación preliminar de toda secuencia.
El niño tiende a reproducir las combinaciones sintagmáticas que son características del lenguaje que aprende.
Operan 2 criterios, el "pancrónico" que justifica ciertas limitaciones de las propiedades reproductivas del niño, y el
"específico", que determina los modelos que el niño tiende a reproducir.
Las sílabas iniciales están siempre formadas por una sola consonante y una vocal; son sílabas abiertas a las que sólo más
tarde se añadirán sílabas cerradas. Las primeras formas silábicas están caracterizadas por la reduplicación de la misma
sílaba; sus palabras modelo que contienen 3 o más sílabas, se abrevian por lo regular con la caída de la sílaba inicial.
En Resumen:
Podemos describir el desarrollo lingüístico del niño:
el niño desarrolla desde las primeras semanas de vida la capacidad de utilizar ciertas "señales" fónicas, que va desde la risa
y el llanto hasta la emisión más o menos casual de sonidos (lalación o balbuceo).
La emisión fónica va unida a circunstancias particulares.
Contemporáneamente, se desarrolla la capacidad de "decodificación" (interpretar), es decir, de comprender en su valor
simbólico los "sonidos" emitidos por adultos. Con esto el niño llega a los umbrales del lenguaje verdadero (fase
prelingüística).
En la fase de transición prelingüística expresa sus intenciones comunicativas a los elementos suprasegmentarios, melódicos
del lenguaje; después mejora su propia capacidad de captar e imitar las sucesiones segmentarias de los enunciados de los
adultos: nos encontramos ante la primera "palabra" ante la primera emisión de fonemas, los cuales se irán convirtiendo en
"sistema".
Este sistema se adapta al de los adultos, tanto en el aspecto paradigmático (la estructura y realización fonética del mismo
sistema) como en el sintagmático (la sucesión lineal de los segmentos fónicos).
En cuanto se inicia la verdadera actividad lingüística, ésta todavía se mezcla con la emisión de señales sin valor lingüístico,
en sentido limitado que representan la continuación del "balbuceo" y de otras emisiones fónicas infantiles.
Más tarde, el campo propio de esas señales se va restringiendo y adaptando a los límites propios del uso adulto, y dichas
señales permanecen como intersecciones y similares, más o menos convencionales.
En general, en el momento de la edad escolar convencional (entre los 5 y 6 años), cada niño controla el sistema fonológico
de la lengua materna en todos sus aspectos con la misma facilidad y precisión que los adultos; es decir, está totalmente
integrado con los que hablan la lengua como los nativos.
Semántica
a) Estructuración semántica:
El niño aprende a captar la asociación que en el lenguaje adulto va acompañada de un determinado "perfil" de la realidad y
una secuencia fónica. Tal asociación se capta con una cierta anticipación respecto al uso activo del lenguaje, en la
comprensión (es decir, en el uso positivo). En la comprensión los elementos válidos a nivel fonológico (de la expresión) y los
válidos a nivel semántico (del contenido) están unidos entre si de manera indestructible. Todo lo que el niño hace para pasar
del lenguaje pasivo al activo es reproducir una secuencia fónica más o menos adaptada a la de los adultos, en
correspondencia con estímulos reales análogos a los que ha conseguido identificar en el comportamiento de los adultos.
El problema de la adquisición semántica se transfiere del nivel de un conjunto atomístico al nivel de la estructuración.
El acto verbal que consagra la unidad fónica como hecho del lenguaje infantil establece luego, inevitablemente, su validez
como elemento de un "sistema" lexical. La pertenencia al sistema, define tanto el "significado" actual como las posibilidades
y los límites de los "significados" futuros de todos los actos verbales homófonos. Esto quiere decir que el acto verbal infantil
no se agota en su comunicatividad, sino que encuentra el fundamento de la propia creatividad en la lengua. Todo desarrollo
ulterior del vocabulario infantil está condicionado por la estructura y condiciona la estructura del "sistema" lexical infantil.
Dicho sistema se modela con el ejemplo del sistema de los adultos. Las condiciones esenciales que rigen la salida del
vocabulario infantil son 2:
- La identificación más precisa y adaptada de las "unidades reales" en las cuales se configura el mundo de los adultos, y
- La adaptación formal de los mensajes verbales a los de los adultos.
La asociación entre contexto (la substancia del contenido) y la palabra en la lingüística infantil clásica debe ser situada por la
asociación, en un nivel más elevado de abstracción entre la "estructura inmanente" y la "estructura manifestada".
La identificación de unidades relacionadas en el ámbito de un conjunto estructurado, presupone el desarrollo de 2
capacidades psicológicas de orden estructural en el niño:
1) La capacidad de aislar los detalles relevantes de la "situación del trasfondo de las percepciones continuamente presentes,
y
2) La capacidad de cortar la cadena hablada en los puntos deseados para identificar la denominación. En estos 2 casos nos
encontramos con fenómenos de "forma" (gestalt) que intervienen para fijar las características del referente semántico
identificado y para identificar la "fórmula" de la palabra en medio de la variedad de secuencias fónicas entre las cuales
puede aparecer.
El sistema del lenguaje infantil opera en la primera fase del aprendizaje con restricciones, expansiones y oposiciones
semánticas que difícilmente se pueden poner en directa correlación con las sancionadas por la convención en el lenguaje de
los adultos.
Las "leyes" de organización del sistema lexical son 2:
1) Una ley interna de diferencias y oposiciones;
2) La ley de gradual adaptación de los "contextos situacionales" y de las respectivas "denominaciones" al uso de los adultos.
El niño identifica primero una determinada secuencia fónica, una "palabra", con una cantidad de significados muy variados:
es un hecho que todos los estudiantes señalan con ejemplos. Pero poco después, por la necesidad de diferenciar, el niño se
sirve pronto de las nuevas posibilidades que se le ofrecen por medio de un sistema fónico aumentado.
b) Aumento del léxico:
La aparición de la primera palabra está subordinada al desarrollo del proceso de maduración individual, el cual suele llegar a
completarse hacia el año o año y medio de edad. Pero esta maduración también depende de que se verifiquen muchas
circunstancias más o menos accidentales que pueden anticipar o retrasar el "estímulo" decisivo, el cual provoca la primera
asociación lingüística. Una vez sucedido esto, el proceso puede repetirse con más facilidad y dar impulso a la rápida
adquisición del vocabulario.
Las oscilaciones cronológicas en la aparición de la primera palabra van desde los 8 a los 18 meses, con pocos casos más
tardíos que ya pueden ser considerados anormales.
Las "primeras palabras" parecen estar construidas sobre un núcleo silábico formado por una vocal anterior (generalmente
"a") y por una consonante labial, o dental, en general sorda, o bien la semivocal "u". Estas características nos dan los tipos
silábicos pa, ba, ta, va, y las palabras como papá, baba, tata, y similares. El significado de tales palabras siempre es vago e
indeterminante.
El lenguaje infantil en estas primeras fases admite un altísimo grado de homofonía, a la cual pone remedio con gestos y con
la referencia a la situación total.
La idea de que el niño sustituye los sonidos de los vocablos adultos con los sonidos que le son más familiares, se vuelve
importante si se interpreta en el sentido de que sonidos "familiares" son los que el niño adquiere según las leyes del
"máximo contraste".
La introducción de nuevas "palabras" implica un nuevo ajuste del sistema semántico: tal introducción es provocada por el
impulso del modelo adulto, que en un determinado momento impone una distinción descuidada hasta el momento.
Hay que hacer una distinción entre léxico "pasivo" (conceptos- palabras comprendidas) y el léxico "activo" (palabras
usadas). El estudio de las "unidades" lingüísticas emitidas en un determinado período de tiempo nos ofrece un campo
paralelo de investigación; aqui se puede tener en cuenta las unidades en cifras absolutas y los varios tipos categoriales
representados en un modelo recogido.
Morfosintáxis
a) Estructuración sintáctica:
El problema morfológico suele ir unido con el problema de la "clasificación de las partes de la oración".
No es posible usar cualquier palabra exclusivamente en su significado lexical, sin realizar contemporáneamente unas
relaciones morfológico- sintácticas. Desde este punto de vista, la cuestión se resuelve afirmando la contemporaneidad de
desarrollo de los aspectos semánticos lexicales y gramaticales. Es decir, que las características de la "primera articulación"
lingüística aparecen al mismo tiempo en el lenguaje infantil y son inescindibles.
Las dificultades inherentes a esta posición teórica dependen del hecho de que el lenguaje infantil está caracterizado, en su
fase inicial, por un período de duración en el cual las manifestaciones propiamente lingüísticas del niño están constituidas
por "palabras" aisladas, es decir, por secuencias fónicas separables, a las cuales corresponde un significado y que pueden
ser interpretadas como "palabras", pero entre las cuales no es posible evidenciar ningún vínculo sintáctico. La solución
clásica del problema planteado por la actividad lingüística infantil en esta fase, es que las "palabras aisladas" tienen un valor
"holofrástico", es decir, son usadas en función de frase.
Froschels afirma que la actividad lingüística infantil alcanza la "frase" cuando se produce la primera conexión o
acercamiento de 2 "palabras". En este punto está superada la fase holofrástica y aparecen valores morfológicos y sintácticos
explícitos. Las frases constituidas por la sucesión de 2 palabras tienen un carácter "paragramatical": el niño, poniendo las 2
primeras palabras una junto a la otra, genera en ellas una valencia funcional que antes no tenían.
El importante elemento del contexto interviene para precisar los vínculos sintácticos y las valencias funcionales que el niño
ha intentado realizar con la combinación de 2 palabras. Para el niño tal realización es clara y evidente.
Pero una "frase" del tipo que hemos indicado ahora corresponde al modelo de frases oídas a los adultos y es fruto de una
repetición, de una imitación, más que de una creación original.
En conclusión: una vez que el niño hay llegado a la fase "paragramatical" caracterizada por la conexión de 2 o más palabras
en una "frase", se puede partir de la hipótesis que el niño realiza un "sistema morfosintáctico" sui generis. Tal sistema está
muy lejos del de los adultos en el aspecto formal: sin embargo, contiene ya algunas de sus determinaciones esenciales y
está destinado a desarrollarse en la dirección señalada por el modelo.
La teoría de Braine, afirma que el niño fija inicialmente las palabras que usa en 2 categorías: pivot y X. La "frase" es el
resultado de la combinación de un pivote con una X (px o xp).
Braine intentó explicar el aprendizaje sintáctico infantil mediante una "organización jerárquica de elementos", posibilitada por
la "generalización contextual". La hipótesis de Braine se basa en la suposición de que "el aprendizaje lingüístico infantil tiene
lugar mediante la exposición casi exclusiva de ejemplos de frases afirmativas", generalmente del tipo sujeto- predicado.
Klima y Bellugi han partido de la hipótesis de que el niño desarrolla un "sistema", que gradualmente se adapta al adulto.
"El lenguaje infantil presenta una sistematicidad propia y las frases infantiles no son sólo una copia imperfecta de las de los
adultos".
Tanto para la sintaxis como para la fonología, debemos imaginar un proceso basado en 2 supuestos:
I. Uno de desarrollo individual, regido por las capacidades de abstracción e identificación propias del niño;
II. otro supuesto es de carácter objetivo, determinado por la estructura lingüística de la lengua aprendida.
b) Aprendizaje de la gramática:
•La aparición de la primera palabra tiene lugar a una edad que gira alrededor del primer año. Con esta primera palabra, se
asocia también la aparición de la función morfológica, en cuanto que tal palabra se debe entender como elemento
"holofrástico". En esta primera fase, el sistema lingüístico del niño está formado por un número limitado de secuencias
fónicas que son recíprocamente exclusivas: están diferenciadas en el sentido que el niño no usa nunca una secuencia en
lugar de otra, sino que las asocia constantemente con una situación o complejo de situaciones determinadas.
•En una segunda fase, la gramaticalidad empieza a sugerir mediante el acercamiento de 2 o más secuencias fónicas, las
cuales habían permanecido aisladas hasta el momento. El inicio de esta segunda fase se puede colocar a los 18 meses de
edad: los límites de oscilación son más amplios en esta segunda fase.
•La gradación en la aparición de las llamadas palabras vacías, es decir, de las palabras que sirven exclusivamente para
expresar relaciones gramaticales, está caracterizada por la limitada frecuencia todavía observable alrededor de los 2 años
de edad.
•Los niños de entre 4 y 7 años operan según reglas morfológicas claramente definidas. Son capaces de usar reglas
morfológicas inducidas por la experiencia y la evolución de estas reglas tiene lugar de manera consistente, regular y simple.
Los niños operan, durante el aprendizaje lingüístico, construyendo "sistemas morfológicos" de tipo gradualmente más
complejo y adaptado al de los adultos.
El número y la complejidad de las "frases" pronunciadas por los sujetos crecen gradual y rápidamente con el aumento de la
edad, hasta parecerse prácticamente, a los 9 años, a las prestaciones de los adultos.
A partir de la frase paragramatical, el niño llega al conocimiento de los hechos morfosintácticos propios de su lengua
materna a través de 2 procedimientos:
- El aprendizaje y la utilización de "unidades de la oración", y
- El uso de la extensión analógica.
El aprendizaje y la utilización de las unidades así concebidas tiene lugar de manera análoga a la descrita para las "palabras
aisladas". Las estructuras aprendidas de esta manera pueden ser variadas más tarde mediante la sustitución de un
elemento y se fijan en el uso del niño gracias a los normales procesos de control, aprobación y corrección por parte de los
adultos, y de experimento y ejercitación, feedback, por parte del niño.
El acercamiento de 2 unidades del género (y más tarde de 3 o 4 unidades del género), favorecido por la repetición de
modelos adultos equivalentes, puede conducir a la realización de construcciones que tienen la apariencia de verdaderas
"frases" gramaticalmente correctas. Así parece que la frase "paragramatical" haya sido superada.
La lengua representa la descripción total del conjunto de todas las "reglas" lingüísticas inconicentes que rigen la lengua y
corresponden a la competencia de la colectividad. La competencia sólo existe en lo individual y en lo psíquico. Por el
contrario, la lengua sólo está en lo colectivo lingüístico conciente, es decir, que es el resultado de una investigación o
análisis lingüístico llevado a cabo deliberadamente según ciertas formas científicas socialmente aprobadas.
La suma de las experiencias concretas (de los actos del habla) que son inteligibles gracias a su correspondencia con un
hecho de "estructura", tiene como resultado el surgimiento de "sistemas" cada vez más complejos y más cercanos al
sistema ideal que está en la base de la "lengua" entendida como hecho colectivo.