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UNIDAD 1: la psicología del niño. Su objeto y método de estudio.


• La psicología del niño, su abordaje desde una perspectiva histórica.
• Metodología de estudio de la psicología del niño. El método clínico.

ALCANCES DEL MÉTODO DE EXPLORACIÓN CRÍTICA EN PSICOLOGÍA GENÉTICA(CASTORINA; LENNZI; FERNÁNDEZ)


1. Utilidad del método clínico crítico: un intento de caracterización de diocho método debe tomar en cuenta las modificaciones históricas
que ha sufrido, como su “intención clínica original”.
La indagación clínica es el procedimiento privilegiado para acceder a la organización intelectual en la investigación; interviene, además,
como interrogación dirigida a determinar el funcionamiento cognoscitivo en ciertos trastornos psicopatológicos; incluso tiene un lugar en la
creación de situaciones de aprendizaje que tienden a suscitar la actividad constructiva por parte de los niños.
La imagen más conocida de la práctica científica en psicología genética incluye la elaboración de hipótesis y su verificación por medio del
interrogatorio clínico de niños.
La indagación clínica constituyó una innovación en el panorama de una psicología del desarrollo dominada por la observación o por el
experimentalismo de las técnicas psicométricas. Esta concepción fue rechazada por los círculos conductivistas por sospechosa de
“subjetivismo”, por basarse en hechos obtenidos a partir de una observación abierta y realizada aveces sobre escasos sujetos.
2. El valor de las hipótesis que se plantea el interrogador: las dificultades surgidas de algunos intentos de poner a prueba las hipótesis
de la psicología genética , se debían a que se buscaban datos por medio de técnicas de exploración o por medio de un interrogatorio
clínico más rígido, por lo que los datos que se obtenían no siempre se adecuaban a las hipótesis psicogenéticachupalas.
Entonces, el interrogador se plantea problemas, formula hipótesis y comprueba cada una de ellas. De esta manera orienta la marcha del
interrogatorio, siendo dirigido por las respuestas del sujeto, es decir, que las preguntas formuladas a los niños dependen de ciertas ideas
previas que el interrogador se formula acerca del comportamiento infantil.
3. .El método clínico crítico es un método dialéctico: el interrogador provoca las respuestas de los niños, sin determinar su contenido.
Pero, por un movimiento dialéctico, las respuestas a las preguntas o bien dan lugar a nuevas preguntas a los fines de completar la
información que permita testear la hipótesis o bien promuevan una verificación o reformulación de la misma. Este movimiento de la
pregunta a la respuesta y de la respuesta a una nueva pregunta tiene una direccionalidad: la centración en las respuestas infantiles. Para
la eficacia del procedimiento, el interrogador debe tener 2 cualidades que parecen incompatibles entre si: “saber observar, es decir, dejar
hablar al niño, no agotar nada, no desviar nada y, al mismo tiempo, saber buscar algo preciso, tener en todo instante alguna hipótesis de
trabajo que comprobar”.
4. utilización del método en el período sensoriomotor: en este período se intenta indagar la progresiva coordinación de las acciones del
niño en forma de sistemas.
La preocupación teórica de la psicología genética se desplaza hacia el estudio de la formación de una auténtica estructura cognoscitiva: el
grupo práctico de desplazamientos.
Piaget se propuso establecer por un camino experimental si el conjunto de transformaciones que constituía al espacio
sensoriomotor es a priori o bien deriva de una construcción progresiva por parte del bebé.
Las situaciones experimentales propuestas a los sujetos y la índole de sus variaciones tenían como propósito poner en evidencia una
estructura básica. Esta no es directamente observable sino que inferible a partir de indicadores comportamentales, como es el caso de la
búsqueda del objeto desaparecido. La actividad cognoscitiva del niño en este período es exclusivamente sensorio motriz. Los intercambios
verbales han sido reemplazados por intercambios de acción. El experimentador participa activamente, observando y experimentando,
guiado por sus hipótesis y por las respuestas del niño.
5. indagación de las estructuras operativas: en este período las preocupaciones teóricas se orientan hacia las invariantes conceptuales
referidas a las cantidades físicas (sustancia, peso, etc), las invariantes geométricas (longitudes, superficies, etc) y cantidades lógico-
matemáticas (conservación de conjunto).
Se trataba de invariantes en sistemas de transformaciones, por lo que era preciso reconstruir estos últimos a través de esquemas más
elementales.
Apareció la manifestación de objetos que produzcan transformaciones. Se abandonó el interrogatorio exclusivamente verbal,
sustituyéndolo por un procedimiento mixto, donde la secuencia de preguntas, respuestas y argumentos mantiene un vínculo estrecho con
la acción del niño sobre el material.
6. tipos de preguntas utilizadas en una indagación: el campo de transformaciones del material es conocido de antemano , por lo menos
por el investigador; una vez que se efectúa la transformación se hacen 3 tipos distintos de preguntas:
⇒ de exploración: tienden a develar la noción cuya existencia y estructuración se busca.
⇒ De justificación: obligan al niño a legitimar su punto de vista.
⇒ De control: buscan la coherencia o contradicción en las respuestas a través de la contraargumentación.
La contraargumentación. Va a dar lugar a la denominación de método clínico crítico, ya que el interrogador plantea al niño una
sistemática discusión, con el propósito de saber si las adquisiciones son estables o no, cual es su grado de equilibrio. La resistencia a la
contraargumentación puede mostrar la resistencia de una norma lógica, en el sentido de que el sujeto tiene conciencia de que sus
inferencias llevan a un resultado y a otros. Su argumentación es independiente del cambio empírico del objeto; la necesidad en la
contraargumentación infantil es reveladora de un alto grado de equilibrio en la sistematización de sus acciones.
Las preguntas formuladas a los niños y la situación experimental que se ha diseñado “pretendían poner de relieve el modo en que ellos
piensan las transformaciones del material, cómo argumentan y sostienen la naciente sistematicidad de las transformaciones.
7. “Hay una diferencia de propósito entre una indagación de orientación epistemológica y una indagación con pretensión
clínica”.
La pretensión clínica se caracteriza por la caracterización individual del funcionamiento intelectual del niño y sus diferencias con otros
niños, en la determinación de la movilidad de su pensamiento, de sus posibilidades de cambio.
No es correcto reducir la aproximación clínica a las connotaciones epistemológicas de la investigación psicogenética. Hay que considerar
el interrogatorio clínico como un instrumento de investigación apto para establecer los conocimientos operatorios que son comunes a los
niños que comparten un mismo nivel estructural. En este sentido, el interrogatorio se dirige al sujeto epistémico de la construcción de
conocimientos. Pero también hay que considerar que las pruebas operatorias se orientan hacia un “sujeto clínico”, es decir, un sujeto
determinado con su propia historia cognoscitiva.
8. Articulación entre el método genético y el clínico crítico.
En psicología genética, hay un compromiso teórico que ha condicionado la elección de tal método, el cual involucra la suposición de que
hay formas de conocimiento o sistemas no observables de acciones, de que estos sistemas se suceden en un orden secuenciado y de
que se forman mediante un proceso constructivo por equilibraciones. La indagación se dirige al mecanismo de conocimiento, que es un
“no observable”, por lo que fue necesario encontrar un camino que lo hiciera aprehensible de modo indirecto.
Inhelder afirma que en las investigaciones genéticas se trataba de encontrar métodos aptos para poner de manifiesto la parte ya
deformante, ya constructiva, de los procesos complementarios de asimilación y acomodación en diferentes niveles de desarrollo.

LAPLANCHE:NUEVOS FUNDAMENTOS PARA EL PSICOANÁLISIS


Cap 6: fundamento y originario histórico: psicoanálisis y psicología.
Un fundamento del psicoanálisis puede ser buscado en la historia de la aparición del sujeto psicoanalítico, aparición que debe situarse por
relación a una historia más vasta, pero ella "no psicoanalítica": la historia infantil.
Examinamos la relación tan compleja falseada del psicoanálisis y la psicología, en particular la psicología del niño.
Desarrollo: implica que algo se desenrolla, que potencialidades ya presentes se despliegan, y ello en un orden predeterminado: desarrollo
significa sucesión de etapas, de estadios. Desarrollo no implica forzosamente que se trate de una unidad simple; se puede tomar como
sujeto del desarrollo, incluir en esta unidad, subconjuntos: el tipo más frecuente para estas descripciones de un desarrollo será aquel que
incluya, en la unidad de partida, a la madre o al ambiente, si nos referimos a una relación de desarrollo hijo-madre.
El fundamento para el psicoanálisis no puede ser encontrado en un desarrollo. La aparición del es un acontecimiento no inscrito en un
programa.
Laplanche tomará a la "psicología genética" como sinónimo de "psicología del desarrollo": un dominio que no es directamente aquel del
psicoanálisis, incluso si el psicoanálisis interviene allí; pero es importante darle el sentido más fuerte a este inter- venir: el psicoanálisis
interviene en el desarrollo, el inconciente interviene en lo genético.
El psicoanálisis en la medida en que toma un punto de vista histórico, debe hacer suyos estos 2 aspectos: lo acontecial, el trauma, los
acontecimientos de la infancia siguen siendo un polo indispensable de nuestra referencia; pero intentamos también poner en evidencia, en
situaciones más universales, algo que se asemejaría a lo "arqueológico": no sólo en el marco en el cual se inscribe tal o cual
acontecimiento, no sólo el fondo sobre el cual los acontecimientos vienen a recortarse, sino lo que permite a un acontecimiento existir, lo
que le confiere su especificidad psicoanalítica.
Lo "originario" es algo que trasciende el tiempo pero que permanece al mismo tiempo ligado al tiempo.
Resumen: el fundamento del psicoanálisis no puede evitar referirse a una historia, que debe ser, en ese sentido, histórico o genético, pero
esto en el sentido de una génesis de lo originario y no en el sentido estrecho de la psicología genética. El fundamento del psicoanálisis
debe diferenciarse de una psicología del desarrollo, lo que sólo se consigue si se marca la especificidad de su objeto, es decir, el
inconciente y la sexualidad.
Todo el movimiento del ser humano mismo consiste en rehabilitar o en reinvestir la vida psíquica en su conjunto con motivaciones
sexuales en gran parte inconcientes. La sexualidad viene a vicariar una autoconservación parcialmente faltante en el hombre.
El desarrollo del niño no pasa bruscamente y de una vez por todas a relevar, a sostener todo su desarrollo psicológico. Además el
vicariato no es sólo un proceso temporal sino que vale también en la simultaneidad: a cada momento, en cada situación, las motivaciones
sexuales inconcientes vienen a infiltrar, inyectar, a dar coherencia a una autoconservación más o menos insuficiente. Entonces, existe una
tendencia del ser humano a esta labor de recalce que se llama "pansexualismo". El pansexualismo es un estado y un movimiento de la
realidad humana.
Cap 7: Un ejemplo notable de confusión: el estado "anobjetal".
Genealogía cronológica: autoerotismo, narcisismo, elección de objeto.
En el autoerotismo hay satisfacción en tal o cual parte del cuerpo, en el lugar mismo en que la excitación se produce (placer de órgano).
Se trata de una satisfacción no unificada, fragmentada, como lo indica el prefijo “auto”, el autoerotismo no tiene objeto exterior. el
autoerotismo no es en absoluto 1º, sucede a otra cosa en el tiempo. Si bien constituye el primer estadio independiente de la sexualidad, no
es el comienzo de la relación con el mundo, sino que marca el tiempo “auto” que supone una retroversión de la relación con el mundo.
El narcisismo se define como unificación del autoerotismo en un objeto único, pero en un objeto que es él mismo <auto>, un objeto que
siempre es interno, <reflejado>. No existe desde el comienzo, en el individuo, una unidad comparable al yo; el yo debe experimentar un
desarrollo. Las nociones de apuntalamiento y de tiempo “auto” significan que la vida sexual no está allí desde el comienzo.
Autoerotismo y narcisismo no definen modos fundamentales de relación con el mundo en general, sino modos de funcionamiento sexual y
de placer. Desde el momento en que ellos se recortan sobre el fondo de una relación generalmente con el mundo, que durante ese tiempo
evoluciona y progresa, sólo pueden ser concebidos como momentos más o menos puntuales y más o menos reiterados que por otra parte
presentan diferencias esenciales en el estatuto temporalmente de uno y de otro.
El narcisismo primario u originario va a ser planteado como estadio 1º del ser humano y ya no se lo distinguirá del autoerotismo. El
narcisismo primario perderá su carácter de relación especular con un objeto interno, para devenir así sinónimo de estado <anobjetal>.
Cap 8: hacer su lugar a la psicología del niño.
Hay que separar la línea psicoanalítica de toda psicología.
¿Es el niño “real” aquel que construye o reconstruye el psicoanálisis? No. El rol del psicoanálisis no es reconstruir el mundo real; más bien
el niño mítico, la infancia mítica de un niño real, que constituirá el objeto de la psicología del niño (surge de la oposición entre mito-
psicoanálisis y realidad- psicología).
Opondré entonces el niño verdadero del psicoanálisis (en el sentido en que Freud habla de verdad histórica), al niño real de la psicología.
Por encima de ambos, el niño de la verdad material es aquel de la conjunción del niño real de la psicología y el niño verdadero del
psicoanálisis.
Green oscila entre 2 criterios para deslindar el dominio propio del psicoanálisis: aveces trata del inconciente; y otras veces lo propio del
análisis sería moverse en el campo de la representación.
La especificidad de la representación consiste en no estar constreñida por las exigencias limitantes de lo real y en poseer esta cualidad
esencial: hacer que lo posible advenga, por el sólo juego de la psique.
La distinción entre procedimiento psicológico y el psicoanalítico se debería situar en esta triple oposición:
- Del lado de la psicología: lo sensible, la objetivación y la no inferencia;
- Del lado del psicoanálisis: lo imaginable y lo deductible, las hipótesis heurísticas y tomar por objeto la representación.
La psicología del lactante: fondo mínimo pero real para el psicoanálisis.
Fondo mínimo: lo que trae el bebé desde lo biológico y desde donde parte lo psíquico.
Las aproximaciones de los psicoanalistas, tanto como las racionalizaciones más o menos fundadas de un Piaget, ceden su lugar a un
conocimiento más preciso de esas 1ª relaciones con el mundo, con el ambiente animado o inanimado, parcial o total; con la evolución y el
perfeccionamiento de esos montajes sensitivo- motores o perceptivo- motores, desde este <equipamiento> del lactante. La psicología del
lactante se desarrolla sin la hipótesis contradictoria del narcisismo primario.
El programa de Lagache:
La noción de diferenciación primaria es preferible a la indiferenciación, más corrientemente adoptada. La indiferenciación (la del lactante
por relación al ambiente) es sólo relativa, no es absoluta.
La diferenciación primaria está demostrada por la existencia de aparatos que aseguran al sujeto un mínimo de autonomía: aparatos de la
percepción, de la motricidad, de la memoria, umbrales de descarga de necesidades y afectos; estos aparatos sirven a la gratificación de
las pulsiones y son también las garantías primarias de ajuste al ambiente; preexistentes al conflicto, pueden participar en el como factores
independientes. Estas experiencias concientes son experiencias de estados y de actos corporales, es decir que reposan en recepciones
interoceptivas y propioceptivas. Pero el niño no está encerrado en su subjetividad. Es difícil concebir la relación del recién nacido con el
pecho si no es como la relación de un sujeto con un objeto: sin existir en tanto estructura cognitiva, el sujeto funciona y se actualiza
sucesivamente en las necesidades que lo despiertan y motivan, en los actos de orientación y, después, de consumación que lo apaciguan
y lo adormecen; del mismo modo, el pecho y la leche cumplen su función de objeto mucho antes de que haya conciencia posicional del
objeto.
Lagache esta marcado por lo más positivo de la fenomenología: la ausencia de una conciencia “tética” del objeto y del sujeto no supone la
ausencia de la relación sujeto- objeto, es decir, la ausencia de una conciencia “no tética”.
Podemos oscilar entre 2 totalitarismos:
- El niño psicoanalítico (llamado mítico)
- El niño psicológico observable (objeto de construcciones científicas).
El problema es que ambas se intrincan o se recubren, como lo hacen la autoconservación y la sexualidad. De modo que son
abstracciones.
Es la observación experimental lo que alcanza al niño psicológico, situación cuyo artificio conocemos. El niño psicoanalítico no es
accesible más que en situación analítica.
Entre ambos, dominio común, tenemos la observación.
Existe también aquella observación de Freud concerniente al juego del “fort- da”: no es una situación psicoanalítica como la del pequeño
Hans. Se trata la 1ª de una observación psicològica y la 2ª de una observación psicoanalítica. Ambas son indirectas. La observación
psicoanalítica es doblemente indirecta: 1- como toda tentativa de saber y de conocer, y 2- porque su objeto es él mismo indirecto.

EL MUNDO INTERPERSONAL DEL INFANTE. CAPÍTULO 2: “EL INFANTE OBSERVADO Y EL INFANTE CLÍNICO” [STERN,
DANIEL]
La psicología del desarrollo puede realizar investigaciones sobre el infante únicamente si este es observado. Para relacionar la conducta
observada con la experiencia subjetiva es preciso dar saltos inferenciales.
En el curso de la práctica clínica las teorías psicoanalíticas han construido un infante diferente. Este infante recreado está construido por
recuerdos, reactualizaciones presentes en la transferencia e interpretaciones teóricamente guiadas. A esta creación la llamó infante
clínico.
Ambos enfoques son indispensables para pensar sobre el desarrollo del sentido del sí mismo del infante. El infante clínico infiere vida
subjetiva en el infante observado, mientras que el infante observado señala las teorías generales sobre las cuales se puede erigir la vida
subjetiva inferida del infante clínico.
Una infancia clínica se crea para dar sentido a la totalidad del primer período de la historia de vida del paciente, una historia que emerge
en el curso de su narración a algún otro. La verdad histórica queda establecida por lo que llega a decirse y no por lo que sucedió.
En cuanto tratamos de extraer inferencias sobre las experiencias reales del infante real, nos vemos devueltos a nuestra propia experiencia
subjetiva como principal fuente de inspiración. Pero ese es exactamente el dominio del infante clínico. Esa información está almacenada
en nuestros propios relatos de vida, en como nos hemos sentido al vivir nuestras propias vidas sociales. La conjunción parcial de estos 2
infantes es esencial por 3 razones:
1- Tiene que haber algún modo de que los sucesos reales (observables) se conviertan en experiencias subjetivas que los clínicos llaman
intrapsíquicas. Este punto de cruce envuelve la participación conjunta del infante observado y el infante clínico. Si bien las 2 perspectivas
no se superponen, en ciertos puntos entran en contacto para crear una interface.
2- El terapeuta mejor familiarizado con el infante observado puede estar en condiciones de ayudar a los pacientes a crear relatos de
vida más adecuados.
3- El observador de infantes mejor familiarizado con el infante clínico puede ser impulsado a concebir nuevas direcciones para la
observación.
La perspectiva psicoanalítica:
La progresión evolutiva freudiana, que va de la etapa oral a la anal y genital, ha sido vista como la reorganización secuencial de la pulsión,
o de la naturaleza del Ello.
La progresión evolutiva de Mahler desde el autismo normal a la simbiosis normal y la separación- individuación, concierne a la
reestructuración del Yo y el Ello, pero en función de la experiencia que tiene el infante respecto de si mismo y del otro, pero de un modo
muy diferente.
Los acontecimientos cruciales que podrían definir una fase específica para los rasgos de la autonomía y la independencia:
- Erikson y Freud, situaron el encuentro decisivo para este rasgo clínico en torno al control independiente del funcionamiento intestinal,
aproximadamente a los 24 meses.
- Spitz, ubicó el encuentro decisivo en la capacidad para decir “no”, más o menos a los 15 meses.
- Para Mahler, el acontecimiento decisivo para la autonomía e independencia de la capacidad de caminar del infante, de alejarse de su
propia madre por propia iniciativa, que ocurre más o menos a los 12 meses.
La distribución temporal de estos 3 diferentes encuentros decisivos difiere en un año completo.
Otras conductas que pueden identificarse como criterios de la autonomía y la independencia, pueden ser las pautas de mirada de
madre a infante durante el período de 3 a 6 meses, donde se puede observar a 2 personas que tienen una facilidad y un control casi igual
respecto de la misma conducta social. El infante, al controlar la dirección de su mirada, regula el nivel y la cantidad de estimulación social
a la que está sometido. Este control de estimulación y contacto por medio de la conducta de la mirada es algo análogo, en cuanto al rasgo
genérico de la autonomía y la independencia, en la manera en que logran lo mismo a los 9 meses después alejándose y retornando al
lado de la madre.
La perspectiva de los estudios del desarrollo orientados clínicamente:
El apego es un conjunto de conductas del infante, un sistema motivacional, una relación entre madre e infante, un constructo teórico y una
experiencia subjetiva del bebé en forma de “modelos operativos”.
Si bien el apego es una perspectiva sobre la evolución, sobre las especies y sobre la diada individual, también constituye un modo de ver
la experiencia subjetiva del infante en la forma de un modelo que éste tiene hipotéticamente de la madre.
La perspectiva de los sentidoa del sí mismo en desarrollo:
Stern, toma como punto de partida la experiencia subjetiva inferida del infante, que es la principal parte operativa del sentido del sí mismo.
La progresión evolutiva del sentido del sí- mismo:
• Sentido del sí- mismo nuclear: es el sentido del sí- mismo físico experimentado como una entidad física coherente, volitiva (actos de
voluntad), con una historia y una vida afectiva única que le pertenecen. En general, este sí- mismo opera fuera de la percatación. El
sentido de un sí- mismo nuclear incluye los fenómenos abarcados por la expresión “yo corporal”. Se trata de algo más que de un esquema
sensorio motor, ya que incluye rasgos afectivos. El sentido del sí- mismo nuclear es una perspectiva que reposa en el funcionamiento de
las capacidades interpersonales. Cuando esta perspectiva se forma, el mundo subjetivo social se ve alterado y la experiencia interpersonal
opera en un dominio diferente, un dominio de relacionamiento nuclear. Tal transformación o creación evolutiva se produce entre el 2° y 6°
mes de vida, cuando los infantes sienten que están físicamente separados de la madre, son agentes diferentes de ella, tienen distintas
experiencias afectivas e historias separadas.
• Sentido del sí- mismo subjetivo: entre el 7° y 9° mes de vida, el bebé empieza a desarrollar una 2ª perspectiva subjetiva
organizadora. Esto sucede cuando “descubre” que hay otras mentes allí afuera, además de la propia. El sí- mismo y el otro ya no son sólo
entidades nucleares de presencia, acción, afecto y continuidad físicos. Influyen ahora los estados mentales subjetivos que están detrás de
los acontecimientos físicos del dominio de relacionamiento nuclear. Estos estados mentales se convierten en contenidos nuevos de la
relación. Este nuevo sentido de un sí- mismo subjetivo abre la posibilidad de la intersubjetividad entre el infante y sus padres y opera en el
dominio de relacionamiento intersubjetivo que representa un salto cuántico respecto del dominio de relacionamiento nuclear.
La experiencia de relacionamiento nuclear y de relacionamiento intersubjetivo, sólo puede ser aludida: no es realmente posible describirla.
• Sentido del sí- mismo verbal: entre los 15 y 18 meses, el infante desarrolla una 3ª perspectiva subjetiva organizadora sobre el sí-
mismo y el otro: el sentido de que el sí- mismo y el otro tienen un almacén de conocimientos y experiencias personales del mundo. Este
conocimiento puede objetivarse y traducirse en símbolos que transmiten los significados que han de comunicarse, compartirse e incluso
crearse mediante la negación recíproca que permite el lenguaje. El sentido del sí- mismo verbal opera en el dominio del relacionamiento
verbal, el cual tiene posibilidades en expansión casi ilimitadas para los sucesos interpersonales. Este nuevo sentido del sí- mismo reposa
en un conjunto de aptitudes: para objetivar el sí- mismo, para la autoreflexión, para comprender y producir lenguaje.
• Sentido del sí- mismo emergente: va desde el nacimiento hasta los 2 meses, emerge un sentido del mundo que incluye un sentido
del sí- mismo. Los infantes emprenden la tarea de relacionar experiencias diversas. Sus aptitudes sociales se orientan hacia una meta
para asegurar las interacciones sociales. Estas interacciones producen afectos, percepciones, acontecimientos sensorio motrices,
recuerdos y otras cogniciones. Parte de la integración de los diversos sucesos se realiza de modo innato.
Las conexiones se forman con prontitud y el bebé experimenta la emergencia de una organización. Se experimenta el surgimiento de
redes que se integran, y podemos denominar su dominio como dominio de relacionamiento emergente.
La llegada de una etapa superior “no destruye la fase anterior, sino que la incluye en su propia perspectiva”.
Las cosmovisiones en desarrollo son principalmente sucesivas y secuenciales, no simultáneas.
Todos los dominios de relacionamiento siguen activos durante el desarrollo. En cuanto se tiene acceso a todos los dominios, no hay
seguridad de que uno en particular prepondere en un particular período de edad. Una vez formados, los dominios permanecen para
siempre como formas distintas de experimentar la vida social y el sí- mismo. Ninguno está perdido para la experiencia adulta.
El infante está dotado de capacidades observables que maduran. Cuando ya se puede contar con esas capacidades, ellas son
organizadas y transformadas, en saltos mentales cuánticos, en perspectivas subjetivas organizadoras del sí- mismo y del otro. Cada
nuevo sentido del sí- mismo define la formación de un nuevo dominio de relacionamiento. Estos dominios de relacionamiento son formas
de la experiencia social que permanecen intactas a lo largo de la vida. La experiencia social subjetiva resulta de la suma e integración de
la experiencia en todos los dominios.
Los rasgos clínicos básicos son vistos como rasgos de todo el ciclo vital y no como rasgos de fases del desarrollo. A medida que surge
cada dominio de la experiencia del sí- mismo, la ontogenia de las líneas del desarrollo de cada rasgo clínico recibe un aporte diferente.

PIAGET: LA REPRESENTACIÓN DEL MUND EN EL NIÑO.


Introducción:
¿Qué representaciones del mundo se dan espontáneamente en los niños en el transcurso de las distintas etapas de su desarrollo
intelectual?
1er problema: la realidad en el niño.
2º problema: la causalidad infantil.
La forma y el funcionamiento del pensar se ponen de manifiesto cada vez que el niño establece relación con sus semejantes o con el
adulto, es una manera de comportamiento social que puede observarse desde el exterior. El contenido, por el contrario, se descubre o no,
según los niños y según los objetos de representación. Consiste este en un sistema de creencias internas y se necesita una técnica
especial para llegar a descubrirlas. Es un sistema de tendencias de las cuales el niño mismo no ha tenido conciencia y de las que nunca
ha hablado.
Es indispensable que nos pongamos de acuerdo acerca de los métodos que pensamos emplear para el estudio de las creencias infantiles.
Para juzgar de la lógica de los niños basta hablar con ellos, basta también observar cómo hablan entre sí. Para juzgar de sus creencias,
es necesario un método especial.
El método de los tests, la observación pura y el método clínico.
El primer método, el de los tests, consiste en someter al niño a pruebas organizadas de tal modo, que satisfagan a condiciones de una
parte, la pregunta es igual para todos los sujetos y se propone siempre en las mismas condiciones; de otra, las respuestas dadas por los
sujetos son referidas a un baremo o a una escala, lo cual permite compararlas cualitativa y cuantitativamente. Puede reprocharse a los
tests 2 inconvenientes:
1- no permiten un análisis suficiente de los resultados obtenidos. Operando siempre sus condiciones idénticas, se obtienen resultados
brutos, interesantes para la práctica, pero inutilizable para teorizar, por insuficiencia de contexto.
2- El defecto esencial del test estriba en que falsea la orientación espiritual del niño a quien se interroga, o tiene el peligro de falsearla. el
único modo de evitar esas dificultades consiste en variar las preguntas, en hacer contra- sugestiones, en una palabra, en renunciar a todo
cuestionario fijo.
Recurramos a la observación pura. Toda investigación sobre el pensamiento del niño debe partir de la observación, y volver a ella para
comprobar las experiencias que esta observación haya podido inspirar. La observación primaria nos ofrece una fuente de documentación
de importancia: el estudio de las preguntas espontáneas de los niños. El examen detallado del contenido de las preguntas revela sus
intereses en las distintas edades y nos indica numerosos problemas que el niño se plantea, en los cuales nunca hubiéramos pensado o
que no nos planteamos jamás en los mismos términos.
El estudio de la forma misma de las preguntas, muestra sobre todo, cuales son las soluciones implícitas que se dan los niños porque casi
toda pregunta contiene su solución por la manera en que es planteada.
1a regla de nuestro método: cuando se emprende una investigación sobre tal grupo de explicaciones de niños importa para dirigir la
investigación, partir de algunas preguntas espontáneas formuladas por niños de la misma edad o más jóvenes y aplicar la forma misma de
estas preguntas a las que nos proponemos plantear a los niños que sirvan de sujetos. Importa buscar una contraprueba al estudiar las
preguntas espontáneas de los niños.
La asimilación de la vida y del movimiento corresponde a algo espontáneo del niño.
Inconvenientes del método de la observación pura: el egocentrismo intelectual del niño constituye un serio obstáculo para quien desee
conocerlo por pura observación, sin preguntar de ningún modo al niño observado. El niño no busca espontáneamente o no llega a
comunicar todo su pensamiento.
El 2o inconveniente sistemático de la observación pura se refiere a la dificultad de discernir en el niño el juego de la creencia. La
observación pura es impotente para separar y distinguir la creencia de la fabulación. Los únicos criterios están fundados sobre la
multiplicidad de los resultados y la comparación de las reacciones individuales.
Importa rebasar el método de la observación pura. Emplearemos un tercer método que pretende reunir los recursos del test y de la
observación directa, respetando sus respectivos inconvenientes: es este el método del examen clínico. El examen clínico participa de la
experiencia, en el sentido de que el clínico se plantea problemas, forma hipótesis, hace variar las condiciones que entran en juego y
comprueba cada una de sus hipótesis al contacto de las reacciones provocadas por la conversación. Pero también participa de la
observación directa en el sentido de que el buen clínico, dirigiendo se deja dirigir, y tiene en cuenta todo el contexto mental, en vez de ser
víctima de errores sistemáticos.
El método clínico sólo se aprende por una práctica larga. El buen experimentador debe reunir 2 cualidades: saber observar, dejar hablar al
niño; y saber buscar algo preciso. El psicólogo debe suplir las incertidumbres del método de interrogación, aguzando su finura de
interpretación.
La esencia del método clínico consiste en discernir el buen grano de la cisaña y en actuar cada respuesta en su contexto mental.
• Los 5 tipos de reacción observables en el examen clínico:
Cuando la pregunta planteada disgusta al niño o no provoca ningún trabajo de adaptación, el niño contesta no importa qué y no importa
cómo, sin tratar de distraerse o de construir un mito. Designaremos esta reacción el no importagnismo. Cuando el niño sin reflexionar
responde a la pregunta inventando una historia en la que no cree o en la que cree por sólo impulso verbal, decimos que hay fabulación.
Cuando el niño se esfuerza por construir a la pregunta, pero esta es sugestiva, o el niño trata de responder al examinador sin recurrir a su
propia reflexión, decimos que hay creencia sugerida. Cuando el niño contesta con reflexión extrayendo la respuesta de su propio fondo sin
sugestión, siendo la pregunta nueva para él, decimos que hay creencia disparatada. La creencia disparatada está influenciada por el
interrogatorio, pero igualmente es un producto original del pensamiento del niño. La creencia espontánea ni propiamente disparatada ni
propiamente sugerida es el producto de un razonamiento verificado ante una petición, pero por medio de materiales y de instrumentos
lógicos originales. Cuando el niño no tiene necesidad de razonar para contestar a la pregunta, sino que puede dar con certeza una
respuesta formulada o formulable, hay creencia espontánea. Existe respuesta espontánea cuando la pregunta no es nueva para el niño y
en el caso de que la respuesta sea fruto de una reflexión anterior y original. Excluimos las respuestas influenciadas por las enseñanzas
recibidas con anterioridad al interrogatorio.
Las creencias disparatadas revelan las actitudes mentales del niño, y son susceptibles de la misma de la misma uniformidad que las
espontáneas.
Para el estudio de las creencias disparatadas, el método consiste en preguntar al niño acerca de todo lo que le rodea. La hipótesis
consiste en admitir que el modo como el niño inventa la solución revela algo de sus actitudes de espíritu espontáneas.
2 variedades de creencias sugeridas son temibles: la sugestión por la palabra y la sugestión por la perseveración.
El único medio de evitar la sugestión por la palabra estriba en aprender a conocer el eje infantil y en formular las preguntas en este mismo
eje.
La sugestión por la perseverancia es más difícil de evitar. Porque el sólo hecho de proseguir la conversación después de la 1a respuesta
del niño lo lleva a perseveraren el camino que ha adoptado. Además, todo cuestionario ordenado en serie provoca la perseveración.
La creencia sugerida carece de interés para el psicólogo. La disparatada descubre hábitos de espíritu anteriores al interrogatorio, aunque
sistematizados bajo su influencia, la sugerida no revela otra cosa que la sugestibilidad del niño la cual no tiene nada que ver con la
representación del mundo.
La fabulación no es una creencia. El niño se limita a jugar. El niño fabula para burlarse del psicólogo.
Él sabe callarse raramente, y prefiere inventar una respuesta que permanecer callado. No hay fabulación, porque no hay ninguna
sistematización en el invento ni interés alguno puesto en juego. El niño fabula cuando se divierte: el "no importagnismo" nace del
aburrimiento.
Las creencias espontáneas, es decir, anteriores al interrogatorio, son las más interesantes. Las disparatadas instruyen en medida en que
permiten descubrir la orientación del espíritu del niño. La fabulación puede dar algunas indicaciones, sobre todo negativas, a condición de
ser interpretadas con la prudencia necesaria. Las sugeridas y el no importagnismo, deben eliminar severamente; las primeras porque sólo
revelan lo que el experimentador ha querido hacer decir al niño, y lo 2º porque sólo testimonia la incomprensión del sujeto examinado.
• Reglas y criterios que permiten el diagnóstico de los tipos precedentes de reacción.
La creencia sugerida es momentánea. Basta una contra- sugestión inmediata, pero si poco diferida para quebrantarla.
Hay niños especialmente sugestionables que cambian de opinión con facilidad. El método que debe seguirse entonces es proseguir el
interrogatorio en profundidad. Lo propio de las sugeridas consiste en hacer carecer de ligaduras con el resto de las creencias del sujeto y,
por otra parte, de analogías
con las creencias de los niños de la misma edad y del mismo medio. De ello se deducen 2 reglas complementarias: 1- ahondar alrededor
de la respuesta que se sospecha, para ver si tienen o no raíces sólidas. Después, multiplicar los interrogatorios variando el enunciado de
las preguntas. La sugestión es susceptible de ser evitada a fuerza de paciencia y de análisis.
Estos 3 criterios valen para eliminar el no importangismo, siendo este tipo de respuesta mucho más inestable que la misma creencia
sugerida. La fabulación es mucho más rica y sistematizada, mientras que el no importangnismo constituye un elemento muerto desprovisto
de ramificaciones.
2 reglas son impracticables para distinguir la fabulación. La contra- sugestión no elimina la respuesta fabulada, porque el fabulador lucha
con el contradictor, y fabula tanto más cuanto más apremiantes le son presentadas las objeciones. Es dificultoso el análisis de la
respuesta dada, precisamente porque la respuesta fabulada se ramifica y prolifera hasta dar el cambio y aparecer encajada en un conjunto
de creencias sistemáticas. El único medio de descubrirla es multiplicar los interrogatorios.
Es difícil distinguir las creencias espontáneas de las disparatadas. Las 2 resisten a la sugestión; tienen raíces profundas en el
pensamiento del sujeto examinado; presentan una cierta generalidad en los niños de la misma edad; duran varios años y decrecen
progresivamente en vez de ceder terreno bruscamente; y se fusionan con las primeras respuestas justas, es decir, con las respuestas
debidas a la presión del ambiente adulto.
El único medio de distinguir el punto de partida de lo espontáneo y de lo que es disparatado consiste en recurrir a la observación pura.
• Reglas destinadas a la interpretación de los resultados.
En psicología no hay “hechos” puros, si se entiende por “hecho” un fenómeno presentado al espíritu por la naturaleza misma
independientemente de las hipótesis que han permitido interrogarla, de los principios que regulan la interpretación de la experiencia y del
encadenamiento sistemático de proposiciones anteriores, en el cual el observador inserta por una suerte de preenlace toda comprobación
nueva.
Son interesantes 2 puntos. El 1º es el de las relaciones entre la fórmula verbal o la sistematización conciente que da el niño a sus
creencias, en el momento del interrogatorio, y la orientación de espíritu preconciente que ha determinado al niño, en todo o en parte, a
inventar una solución con preferencia a otra.
La regla que debemos observar es la del justo medio: conceder a toda creencia “disparatada” el valor de un índice, y buscar por medio de
este índice la orientación de espíritu que así se descubre. La observación enseña que el niño es poco sistemático, poco coherente, poco
deductivo, en general, extraño a la necesidad de evitar las contradicciones, yuxtaponiendo las afirmaciones, en lugar de sintetizarlas, y
contentándose con esquemas sincréticos, en lugar de impulsar el análisis de los elementos. Para deducir la orientación de espíritu que
revela una creencia de todo elemento sistemático.
Para esto es necesario 1º eliminar la influencia de la pregunta planteada, es decir, quitar a la respuesta dada por el niño su carácter de
respuesta. No hay que retener de la respuesta más que su dirección.
Hay que despejar las respuestas recibidas de todo carácter lógico y guardarse de introducir una coherencia artificial allí donde la
coherencia es de un tipo más orgánico que lógico. No es un sistema. No hay allí más que enlaces parcialmente sentidos, parcialmente
formulados y mucho más bosquejados que deducidos.
Es también necesario despojar sus respuestas de su elemento verbal cuando se interroga al niño, este traduce su pensamiento en
palabras, pero estas palabras son necesariamente inadecuadas. Lo que importa es la actitud más que la fórmula y la dirección seguida,
más que la respuesta hallada.
Por el hecho de haber socialización progresiva, en cada momento del desenvolvimiento del niño, hay que hacer 2 partes del contenido del
pensamiento infantil, una parte de influencia adulta y otra de reacción original del niño. Las creencias infantiles son producto de una
reacción influenciada, pero no dictada, por el adulto.
El problema tiene 3 términos: el universo al que el niño se adapta, el pensamiento del niño y la sociedad adulta que influye sobre este
pensamiento, hay que distinguir, en las creencias infantiles, 2 tipos distintos: unas están influenciadas pero no dictadas por el adulto. Las
otras son simplemente impuestas, ya por la escuela, ya por la familia, ya por las conversaciones adultas oídas por el niño.
Si la estructura lógica del pensamiento del niño difiere de la estructura lógica del adulto, parece probable que el contenido del
pensamiento infantil será en parte original.
El niño es un ser cuya actividad principal es la adaptación, y que busca adaptarse tanto al adulto que lo rodea como a la propia naturaleza.
El niño no lo copia todo. Su imitación es de selección. Aun lo que parece copiado es deformado y vuelto a copiar. El lenguaje adulto
constituye, para el niño, una realidad frecuentemente “opaca”, y una de las actividades de su pensamiento es la de adaptarse a esta
realidad, del mismo modo que debe hacerlo a la realidad física.
El principio consiste en considerar al niño no como un ser de pura imitación, sino como un organismo que asimila las cosas según su
estructura propia.
De este modo, aun lo que está influenciado por el adulto puede ser original.
¿Cómo discernir en los resultados del examen clínico la parte que corresponde al niño y la que se debe a las palabras adultas
anteriormente oídas e incorporadas por él? Todas las reglas descritas para distinguir las respuestas espontáneas o “disparatadas” de las
sugeridas durante la experiencia, nos parecen validas para resolver este nuevo problema.
1º, la uniformidad de las respuestas de una misma edad media. Si todos los niños de la misma edad mental han llegado a la misma
representación de un fenómeno y en ello una 1ª razón a favor de la originalidad de esta creencia.
2º, en la medida en que la creencia del niño evoluciona con la edad siguiendo un proceso continuo, hay nuevas presunciones ea favor de
la originalidad de esta creencia.
3º, si una creencia está realmente formada por la mentalidad infantil, la desaparición de esta creencia no será brusca, sino que se
comprobará en conjunto de combinaciones o de compromisos entre ella y la nueva creencia que tiende a implantarse.
4º, una creencia realmente solidaria de una estructura mental dada resiste a la sugestión, y
5º, esta creencia presenta múltiples proliferaciones y reobra sobre un conjunto de representaciones vecinas.
Estos 5 criterios, cuando son aplicados, simultáneamente bastan para enseñarnos si una creencia ha sido tomada por el niño a los adultos
por imitación pasiva o si es en parte producto de su estructura mental.

EL MÉTODO CLÍNICO. INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA DEL NIÑO.


Método clínico: es un método que define una psicología clínica, es decir, esencialmente individual, casuística. La originalidad de Piaget
consiste en haber adoptado este método a una investigación de carácter experimental. El método clínico permite “superar el método de la
pura observación y, sin caer en los inconvenientes del test, alcanzar las principales ventajas de la experimentación”.
El adjetivo clínico fue elegido para destacar la oposición con el método de los tests, por entonces considerado como el método objetivo por
excelencia para el estudio clínico, el método era en la medida que se negaba a constituirse a la presentación de problemas
estandarizados, de asuntos de vocabulario fijados de una vez por todas, y prefería, por el contrario, , a partir de ideas rectoras, adaptar las
expresiones y situaciones mismas a las respuestas, a las actitudes y hasta el vocabulario del sujeto. Más tarde Piaget iba a preferir la
expresión “método clínico”
El método clínico consiste en conversar libremente con el sujeto y conserva todas las ventajas de una charla adaptada a cada uno y
destinada a permitirle a éste el máximo posible de toma de conciencia y de formulación de sus propias actitudes mentales.
Los primeros trabajos (1920-1930): elaboración del método.
Cuando Piaget emprende sus primeras investigaciones en psicología, el tema de estas ya está bien definido: estudios acerca de la lógica
del niño.
Piaget procuró captar la lógica del niño sólo a través del pensamiento verbal. Pero debía luego superar esta aproximación y hasta criticar
su carácter limitativo. Pero aquella visión provisional afianzaba el recurso de los métodos de libre conversación.
Sin embargo, el método clínico propiamente dicho no se emplea todavía nada más que de una manera ocasional.
Para el estudio del juicio y del razonamiento, el material lo constituyen pruebas verbales tomadas de los tests de Burt, Binet- Simón,
Claparede, o constituidas de igual manera. En ocasión de estas pruebas ya se establecen los diálogos a la vez más libres y más
indagadores, que conforman la índole del método clínico.
La novedad estriba en no limitarse a registrar la respuesta que da el niño a la pregunta que se le ha formulado, sino en dejar que
converse. El método de Piaget procura advertir lo que se oculta tras las primeras apariencias. No abandona la partida cuando el niño da
una respuesta incomprensible o contradictoria, acosa siempre más de cerca al pensamiento fugitivo, hasta que logra sacar a la luz el
enigma de su estructura.
Debemos tener el cuidado de no ir hacia los hechos sin ninguna “idea preconcebida”.
Piaget opta por el método clínico cualitativo antes que por los cuadros numéricos y las pruebas estandarizadas. El examen clínico
participa de la experiencia en el sentido de que el clínico se plantea problemas, formula hipótesis, hace variar las condiciones en juego y
controla cada una de sus hipótesis en contacto con las reacciones provocadas por la conversación. Pero el examen clínico también
participa de la observación directa, en el sentido de que todo buen clínico se deja dirigir mientras dirige y toma en cuenta todo el contexto
mental en lugar de ser víctima de “errores sistemáticos”.
En aquel período Piaget busca un método apto para alcanzar las estructuras del pensamiento infantil a través de sus aspectos verbales-
conceptuales. Pero las opciones metodológicas ya han sido adoptadas y nunca habrá de cuestionárselas, por mucho que evolucionen.
“La observación crítica” (1930- 1940)
Durante el 2º período, Piaget se aplicó al estudio de las primeras manifestaciones, desde los esquemas sensoriomotores hasta las formas
elementales de la representación, de la imitación y del pensamiento simbólico.
Desde el punto de vista metodológico, ¿se trata de un regreso a la observación pura, tan criticada antes por Piaget? Podría pensarse que
el regreso ha sido ordenado por la naturaleza misma de las conductas estudiadas; la ausencia de lenguaje oral torna imposible la
aplicación de los métodos de libre conversación.
La mayoría de las observaciones fueron conducidas como verdaderas experiencias con hipótesis explícitas, variación sistemática de las
condiciones, etc. Una observación fortuita sugiere al instante una serie de situaciones experimentales para estudiar de manera metódica la
génesis del esquema del objeto permanente. Posteriormente fue posible estandarizarlas y extraer de ellas, de un modo casi directo, una
escala de desarrollo.
Las observaciones relativas a la 1ª edad realzan el método clínico o crítico, y vemos en ellas, conjugados, la agilidad de la observación
abierta y el rigor del control experimental. Lo que se comenta no es un inventario; es todo un legajo de argumentos factuales
sistemáticamente clasificados y producidos para demostrar en cuerpo de hipótesis.
“Método clínico y formalización” (1940- 1950).
El estudio del pensamiento verbal del niño proporciona sólo uno de los aspectos del problema de la construcción de las estructuras
lógicas. Renunciamos definitivamente al método de conversación pura y simple como consecuencia de nuestras investigaciones acerca de
los primeros 2 años del desarrollo, para adoptar un método mixto.
La novedad es que en vez de analizar ante todo las operaciones simbólicas del pensamiento, partiremos de operaciones efectivas y
concretas: de la acción en si.
No es tanto el método lo que s ha transformado cuanto la problemática (desde entonces se busca una lógica de operaciones concretas,
entre las organizaciones sensorio- motrices y la lógica “formal”) y la modificación de los dispositivos se ha impuesto en razón de la nueva
problemática. Pero los principios fundamentales de la interrogación clínica han permanecido intactos: en adelante el empleo del material
mismo se hará “clínico! O crítico, y no será ya la mera conversación oral.
El período 1940- 1955 señala el apogeo del método crítico, pero su invención.
Ejemplo: bolita de arcilla ¿hay la misma cantidad? El interés de la respuesta no estriba en si o no, sino en sacar a la luz el enigma de su
estructura de pensamiento.
Aquí es donde el método crítico va a adquirir su verdadero sentido heurístico y experimental. Si el niño dice que hay más pasta en la
morcilla porque es más larga “se le criticará este argumento, no mostrándole que es falso y diciéndole cómo tenía que responder, sino
invocando distintas opciones de las sugestiones o contra- sugestiones verbales no se las extraerá de la lógica del adulto, son de las
inferencias y de las expresiones colegidas en niños de una misma edad o de edades muy próximas. Crítico este método lo es por la
sistemática controversia de las afirmaciones del sujeto, no para medir la solidez de sus convicciones, sino para captar su actividad lógica
profunda y, más que sus performaciones funcionales y sus creencias espontáneas, la estructura característica de cierto estadio del
desarrollo.
La novedad metodológica que señala este tercer período hay que buscarla, antes que la adecuación de las técnicas de interrogación, en la
convergencia (en adelante sistemática) de un método experimental con un método deductivo “basado en un algoritmo preciso”.
Piaget forjaba para la metodología de las investigaciones un poderoso instrumento de análisis y de previsión.
En adelante las hipótesis que la investigación crítica pondrá a prueba ya no serán el producto de intuiciones o de hábiles especulaciones:
se las engendrará a partir de un modelo que fija, cuando iguala su plausibilidad y permite dar a los hechos un sentido no contingente.
Doble paso: clínico y deductivo(Inhelder y Piaget)
Para analizar las estructuras operatorias propias del pensamiento formal del adolescente era necesario utilizar, además de los algoritmos
de la lógica de las proporciones, el grupo de las 4 transformaciones (inversiones y reciprocidades), necesarios para el funcionamiento de
los mecanismos del pensamiento formal.
Mientras que uno de los autores estudiaba el paso de la lógica del niño a la del adolescente, desde el punto de vista del razonamiento
experimental, el otro elaboraba los instrumentos de análisis logísticos que harían posible la interpretación de los resultados obtenidos. Hay
una convergencia entre los hechos recogidos por uno de ellos y los mecanismos formales analizados por el otro.
Ambas indagaciones constituyen los 2 aspectos de una común preocupación metodológica.
Reciente desarrollo (desde 1955)
Dos acontecimientos signan los últimos 10 años:
1- El desarrollo de los estudios de epistemología genética.
2- La reaparición de los cuadros numéricos.
Perspectivas futuras.
La defensa del método crítico, en modo alguno excluye en nada, la posibilidad de “controles” a un tiempo preciso y riguroso. Pensamos
que los controles deben venir en una 2ª fase, en un estadio más adelantado de la investigación, y creemos que la metodología de los
controles todavía está por definirse.
El carácter propio de toda teoría es ser refutable. Pero la refutabilidad exige que se elaboren los instrumentos apropiados para la
refutación.
La aproximación cualitativa y cuantitativa constituyen los 2 niveles de la medición. La investigación teórica, cuyo objeto de estudio es las
leyes generales, puede bastarse con la aproximación cualitativa, y puede proporcionarse sin el auxilio del nº, las herramientas del rigor.
Los métodos clásicos, sobre todo en psicología del niño, son una parte de medidas muy ricas y proponen que a cada fenómeno
psicológico debe corresponder un rendimiento, y a cada rendimiento un nº que mida su frecuencia o su intensidad. Aveces cabe hacerse
una idea sucinta de los “objetos” psicológicos.
Para nosotros, 1º hay que estudiar los datos en su estructura de conjunto, partiendo de relaciones de equivalencia, de orden, etc., lo
bastante simples, para pasar de modo progresivo a un nivel de medición más rico y preciso.
Medir un grado de desarrollo, por ejemplo en una actividad operatoria, exige un minucioso muestrario de las pruebas y de las preguntas, y
no una provisión a priori cuyo uso, suyo “peso” y cuya “significación” se dejarán al cuidado de la curva de Gauss.
UNIDAD 2: el desarrollo emocional del niño.
a)
• El desarrollo sexual del niño.
• La representación del afecto.
• Afecto y emoción.
• Nociones de fases y períodos.

ENSAYO II: LA SEXUALIDAD INFANTIL [FREUD]


Amnesia infantil:
La peculiar amnesia que la mayoría de los seres humanos cubre los primeros años de su infancia, hasta el sexto u octavo año de vida; en
esos años, de los que después no conservamos en la memoria sino unos jirones incomprensibles, reaccionábamos con vivacidad frente a
las impresiones, sabíamos exteriorizar dolor y alegría de una manera humana, mostrábamos amor, celos y otras pasiones que nos
agitaban entonces con violencia, y aún pronunciábamos frases que los adultos registraron como buenas pruebas de penetración y de una
incipiente capacidad de juicio. Y una vez adultos nada sabemos de eso por nosotros mismos. Esas impresiones que hemos olvidado han
dejado, no obstante, las más profundas huellas en nuestra vida anímica y pasaron a ser determinantes para nuestro desarrollo posterior.
1. El período de latencia sexual de la infancia y sus rupturas:
Casi siempre hacia el tercero o cuarto año de vida del niño su sexualidad se expresa en una forma asequible a la observación.
Las inhibiciones sexuales:
Durante este período de latencia total o meramente parcial se edifican los poderes anímicos que más tarde se presentarán como
inhibiciones en el camino de la pulsión sexual y angostarán su curso a la manera de unos diques(el asco, el sentimiento de vergüenza, los
reclamos ideales en lo estético y en lo moral). El establecimiento de estos diques es obra de la educación, la cual contribuye mucho. Pero
en realidad este desarrollo es de condicionamiento orgánico, fijado hereditariamente, y llegado el caso puede producirse sin ninguna
ayuda de la educación.
Formación reactiva y sublimación:
La sublimación se refiere a las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo aflujo no ha cesado, ni siquiera en este período de latencia,
pero cuya energía es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines. Mediante esa desviación de las fuerzas pulsionales sexuales de sus
metas, y su orientación hacia metas nuevas(sublimación), se adquieren poderosos componentes para todos los logros culturales.
Sublimación: las mociones sexuales de esos años infantiles serían inaplicables pues las funciones de la reproducción están diferidas; por
otra parte serían en sí perversas, ya que partirían en zonas erógenas y se sustentarían en pulsiones que dada la dirección del desarrollo
del individuo solo provocarían sensaciones de displacer.
Por eso, un mecanismo de defensa del Yo, la formación reactiva, se encargará de suscitar fuerzas anímicas contrarias(mociones
reactivas) que construyen, para la eficaz sofocación de displacer, diques anímicos(asco, vergüenza y moral).
Rupturas del período de latencia:
De tiempo en tiempo irrumpe un bloque de excitación sexual que se ha sustraído a la sublimación, o cierta práctica sexual se conserva
durante todo el período de latencia hasta el estallido reforzado de la pulsión sexual en la pubertad.
2. Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil:
Tomaremos como modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles el chupeteo. Este consiste en un acto de succión con la boca,,
repetido rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición. Una parte de los labios, la lengua, un lugar de la piel que esté al alcance son
tomados como objeto sobre el cual se ejecuta la acción de mamar.. La acción de mamar con fruición cautiva por entero la atención y lleva
al adormecimiento o incluso a una reacción motriz en una suerte de orgasmo.
Autoerotismo:
Destaquemos, como el carácter más llamativo de esta práctica sexual, el hecho que la pulsión no está dirigida a otra persona; se satisface
en el cuerpo propio, es autoerótica. La acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer ya vivenciado y ahora recordado.
Así la satisfacción se obtiene mamando rítmicamente un sector de la piel o mucosa. Los labios del niño se comportaron como zona
erógena , y la estimulación por el cálido aflijo de leche fue la causa de la sensación placentera. Al comienzo la satisfacción de la zona
erógena se asoció con la satisfacción de la necesidad de alimentarse. El quehacer sexual se apuntala primero en una de las funciones
que sirven a la conservación de la vida, y solo más tarde se independiza de ella. La necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia
entonces de la necesidad de buscar alimento.
El niño prefiere una parte de su propia piel para mamar porque le resulta más cómodo, porque así se independiza del mundo exterior al
que no puede aún dominar, y porque de esa manera se procura una segunda zona erógena, si bien de menor valor. El menor valor de
este segundo lugar lo llevará más tarde a buscar en otra persona la parte correspondiente, los labios.
En el chupeteo o el mamar con fruición hemos observado ya los tres caracteres de una exteriorización sexual infantil. Esta nace
apuntalándose en una de las funciones corporales importantes para la vida; todavía no conoce un objeto sexual, pues es autoerótica, y su
meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona erógena.
3. La meta de la sexualidad infantil:
Caracteres de las zonas erógenas:
La zona erógena es un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de cierta clase provocan una sensación placentera de
determinada cualidad. Existen zonas erógenas predestinadas, pero cualquier otro sector de piel o de mucosa puede prestar los servicios
de una zona erógena. El niño chupeteador busca por su cuerpo y escoge algún sector para mamárselo con fruición; después, por
acostumbramiento este pasa a ser el preferido.
Meta sexual infantil:
La meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante la estimulación apropiada de la zona erógena que ha
escogido. En cuanto a estado, la necesidad de repetir la satisfacción se trasluce por un particular sentimiento de tensión, que posee el
carácter de displacer, y una sensación de estímulo o de picazón condicionada centralmente y proyectada a la zona erógena periférica. La
meta sexual puede formularse también así: procuraría sustituirla sensación de estímulo proyectada sobre la zona erógena, por aquel
estímulo externo que la cancela al provocar la sensación de satisfacción.
4. Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias:
Activación de la zona anal:
La zona anal es apta por su posición para proporcionar un apuntalamiento de la sexualidad en otras funciones corporales. Debe admitirse
que el valor erógeno de ese sector del cuerpo es originariamente muy grande. Los trastornos intestinales tan frecuentes en la infancia se
ocupan de que no falten excitaciones intensas en esta zona.
Los niños que sacan partido de la estimulabilidad erógena de la zona anal se delatan por el hecho de que retienen las haces hasta que la
acumulación de estas provoca fuertes contracciones musculares y, al pasar por el ano, pueden ejercer un poderoso estímulo sobre la
mucosa. De esa manera tienen que producirse sensaciones voluptuosas junto a las dolorosas.
El contenido de los intestinos se comporta respecto de la mucosa sexualmente sensible como precursor de orto órgano destinado a entrar
en acción solo después de la fase de la infancia, tiene para el lactante todavía otros significados. A partir de este significado de “regalo” ,
más tarde cobra el de “hijo”, el cual, según una de las teorías sexuales infantiles se adquiere por la comida y es dado a luz por el intestino.
Activación de las zonas genitales:
Las activaciones sexuales de esta zona erógena, que corresponde a las partes sexuales reales, son sin duda el comienzo de la posterior
vida sexual “normal”. Por su situación anatómica, por el sobreaflujo de secreciones, por los lavados y frotaciones del cuidado corporal y
por ciertas excitaciones accidentales, es inevitable que la sensación placentera que estas partes del cuerpo son capaces de proporcionar
se haga notar al niño ya en su período de lactancia, despertándole una necesidad de repetirla. Mediante el onanismo del lactante, al que
casi ningún individuo escapa; se establece el futuro primado de esta zona erógena para la actividad sexual.
Es preciso distinguir 3 fases en la masturbación infantil. La primera corresponde al período de lactancia, la segunda al breve florecimiento
de la práctica sexual hacia el cuarto año de vida, y solo la tercera responde al onanismo de la pubertad, el único que suele tenerse en
cuenta.
La segunda fase de la masturbación infantil:
Después del período de lactancia, en algún momento de la niñez, por lo común antes del cuarto año, la pulsión sexual suele despertar de
nuevo en esta zona genital. Pero todos los detalles de esta segunda activación sexual infantil dejan tras sí las más profundas huellas en la
memoria de la persona, determinan el desarrollo de su carácter y si permanece sana, y la sintomatología de su neurosis si enferma
después de la pubertad.
Retorno de la masturbación de la lactancia:
La excitación sexual del período de la lactancia retorna en los años de la niñez indicados; puede hacerlo como un estímulo de picazón,
que reclama una satisfacción onanista, o como un proceso del tipo de la polución, que alcanza la satisfacción sin ayuda de ninguna
acción.
Disposición perversa polimorfa:
Es instructivo que bajo la influencia de la seducción el niño pueda convertirse en un perverso polimorfo, siendo descaminado a practicar
todas las transgresiones posibles. Esto demuestra que en su disposición trae consigo la aptitud para ello; tales transgresiones tropiezan
con escasas resistencias porque, según la edad del niño, no se han erigido todavía o están en formación los diques anímicos contra los
excesos sexuales: la vergüenza el asco y la moral.
Pulsiones parciales:
La vida sexual infantil, a pesar del imperio que ejercen las zonas erógenas, muestra componentes que desde el comienzo envuelven a
otras personas en calidad de objetos sexuales. De esa índole son las pulsiones del placer de ver y de exhibir, y de la crueldad. Aparecen
con cierta independencia de las zonas erógenas, y solo más tarde entran en estrechas relaciones de la vida genital; pero ya se hacen
notables en la niñez como unas aspiraciones autónomas, separadas al principio de la actividad sexual erógena.
5. La investigación sexual infantil:
La pulsión de saber:
A la par que la vida sexual del niño alcanza su primer florecimiento, entre los3 y los 5 años, se inicia en el también aquella actividad que
se adscribe a la pulsión de saber o de investigar.
Su acción corresponde a una manera sublimada de apoderamiento, y además, trabaja con la energía de la pulsión de ver. Pero sus
vínculos con la vida sexual tienen particular importancia, ya que la pulsión de saber de los niños recae, en forma insospechadamente
precoz y con inesperada intensidad, sobre los problemas sexuales, y quizás es despertada por estos.
El enigma de la esfinge:
La amenaza que para sus condiciones de existencia significa la llegada, conocida o barruntada, de un nuevo niño, y el miedo de que este
acontecimiento lo prive de los cuidados y amor, lo vuelven reflexivo y penetrante.
La génesis del despertar de la pulsión de saber le plantea el enigma ¿de donde vienen los niños?
Complejo de castración y envidia del pene:
El supuesto de que todos los seres humanos poseen idéntico genital (masculino) es la primera de las asombrosas teorías sexuales
infantiles, grávidas de consecuencias.
Teorías del nacimiento:
En cuanto a la investigación correspondiente a los primeros años de la infancia sus resultados fueron uniformes: los niños se conciben por
haber comido algo determinado y se los da a luz por el intestino, como a la materia fecal.
Concepción sádica del comercio sexual:
Si a esa tierna edad los niños son espectadores del comercio sexual entre adultos, el pequeño no comprende nada de lo sexual, no puede
menos que concebir el acto sexual como una especie de maltrato o de sojuzgamiento, vale decir, en sentido sádico. Una impresión de esa
clase recibida en la primera infancia contribuye en mucho a la disposición para un ulterior desplazamiento sádico de la meta sexual.
El típico fracaso de la investigación sexual infantil:
Acerca de las teorías sexuales infantiles puede hacerse esta formulación general: son reflejos de la propia constitución sexual del niño y
dan pruebas de una gran comprensión sobre los procesos sexuales. Pero como la investigación sexual infantil ignora 2 elementos, el
papel del semen fecundante y la existencia de la abertura sexual femenina, los esfuerzos del pequeño investigador resultan por lo general
infructuosos y terminan en una renuncia que no rara vez deja como secuela un deterioro permanente de la pulsión de saber.
6. Fases de desarrollo de la organización sexual:
En la vida sexual del adulto llamada normal, las pulsiones parciales, bajo el primado de una única zona erógena, han formado una
organización sólida para el logro de la meta sexual en un objeto ajeno.
Organizaciones pregenitales:
Llamaremos pregenitales a las organizaciones de la vida sexual en que las zonas genitales todavía no han alcanzado su papel
hegemónico.
Una primera organización sexual pregenital es la oral: la actividad sexual no se ha separado todavía de la nutrición, ni se han diferenciado
opuestos delante de ella. El objeto de una actividad es también el de la otra; la meta sexual consiste en la incorporación del objeto, el
paradigma de lo que más tarde, en calidad de identificación, desempeñará un papel psíquico importante. El chupeteo puede verse como
un resto de esta fase hipotética que la patología nos forzó a suponer; en ella la actividad sexual, desasida de la actividad de la
alimentación, ha resignado el objeto ajeno ha cambio de uno situado en el propio cuerpo.
Una segunda fase pregenital es la de la organización sádico- anal. Aquí ya se ha desplegado la división en opuestos, que atraviesa la vida
sexual; empero, no se los puede llamar todavía femenino y masculino, sino que es preciso decir pasivo y activo. La actividad es producida
por la pulsión de apoderamiento a través de la musculatura del cuerpo, y como órgano de la meta sexual pasiva se constituye ante todo la
mucosa erógena del intestino.
Ambivalencia:
Esta forma de la organización sexual puede conservarse a lo largo de toda la vida y atraer permanentemente hacia sí una buena parte de
la práctica sexual. Posee este carácter: los pares de opuestos pulsionales están plasmados en un grado aproximadamente igual.
El conjunto de los afanes sexuales se dirigen a una única persona, y en ella quieren alcanzar su meta. La unificación de las pulsiones
parciales y su subordinación al primado de los genitales no establecidas en la infancia; o lo son de manera muy incompleta. La
instauración de ese primado al servicio de la reproducción es la última fase por la que atraviesa la organización sexual.
Los 2 tiempos de elección de objeto:
La primera se inicia entre los 2 y 5 años, y el período de latencia la detiene o la hace retroceder; se caracteriza por la naturaleza infantil de
sus metas sexuales. La segunda sobreviene con la pubertad y determina la confirmación definitiva de la vida sexual.
Los resultados de la elección infantil de objeto se prolongan hasta una época tardía; o bien se los conserva tal cual, o bien experimentan
una renovación en la época de la pubertad. Pero demuestran ser inaplicables, y ello a consecuencia del desarrollo de la represión, que se
sitúa entre ambas fases. Sus metas sexuales han experimentado un atemperamiento, y figuran únicamente lo que podemos llamar la
corriente tierna de la vida sexual. La elección de objeto de la época de la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles y empezar
de nuevo como corriente sensual.
7. Fuentes de la sexualidad infantil:
En el empeño de rastrear los orígenes de la pulsión sexual hemos hallado hasta aquí que la excitación sexual nace:
- como calco de una satisfacción vivenciada a raíz de ortos procesos orgánicos;
- por una apropiada estimulación periférica de zonas erógenas, y como expresión de algunas “pulsiones” cuyo origen todavía no
comprendemos.

UN RECUERDO INFANTIL DE LEONARDO DA VINCI [FREUD]


La observación de la vida cotidiana de los seres humanos nos muestra que la mayoría consigue guiar hacia su actividad profesional
porciones muy considerables de sus esfuerzos pulsionales sexuales. Y la pulsión sexual es idónea para prestar esas contribuciones, pues
está dotada de la aptitud para la sublimación; o sea que es capaz de permutar su meta inmediata por otras, que pueden ser más
estimadas y no sexuales. Consideramos mostrando ese proceso cuando la historia infantil de una persona muestra que en su niñez esa
pulsión hiperpotente estuvo al servicio de intereses sexuales. Hallamos otra confirmación cuando en la vida sexual de la madurez se
evidencia un llamativo angostamiento, como si ahora un fragmento del quehacer sexual estuviera sustituido por el quehacer de la pulsión
hiperpotente.
Del apetito del saber de los niños pequeños es testimonio su placer de preguntar, enigmático para el adulto mientras no comprenda que
todas esas preguntas son circunloquios (expresar el sentido de una palabra de forma imprecisa e indirecta), y que no pueden tener
término porque mediante ellas el niño quiere sustituir una pregunta única que no formula. Cuando el niño crece y comprende más, suele
interrumpir de pronto esa exteriorización del apetito del saber.
Muchos niños atraviesan hacia su tercer año de vida por un período de la investigación sexual infantil. El apetito de saber despierta por la
impresión de una importante vivencia (el nacimiento de un hermano, consumado o temido por experiencias hechas afuera), en que el niño
ve una amenaza para sus intereses egoístas. La investigación se dirige a averiguar de dónde vienen los niños, como si el niño buscara los
medios y caminos para prevenir ese indeseado acontecimiento. Así nos hemos enterado que el niño rehusa creencia a las noticias que le
dan, y desde ese dato de incredulidad data su autonomía espiritual; a menudo se siente en seria oposición a los adultos y nunca les
perdonará que le hayan escatimado la verdad en esa ocasión. Investiga por sus propios caminos, colige la estadía del hijo en el seno
materno y, guiado por las nociones de su propia sexualidad, se forma opiniones sobre la concepción del hijo por algo que se come, su
alumbramiento por el intestino, el papel del padre, difícil de averiguar, y ya entonces sospecha la existencia del acto sexual, que le parece
hostil y violento. Pero como su propia constitución sexual no está a la altura de la tarea de engendrar hijos, también tiene que resultar
estéril su investigación acerca de dónde vienen los niños; y abandonarse por no consumable. La impresión de este fracaso en el primer
intento de su autonomía intelectual parece ser duradera y deprimente.
Si el período de la investigación sexual infantil es clausurado por una oleada de enérgica represión sexual, al ulterior destino de la pulsión
de investigar se le abren 3 diversas posibilidades derivadas de su temprano enlace con intereses sexuales:
1) La investigación puede compartir el destino de la sexualidad; el apetito de saber permanece desde entonces inhibido, y limitado el
libre quehacer de la inteligencia, en particular porque poco tiempo después la educación erige la inhibición religiosa del pensamiento. Este
es el tipo de la inhibición neurótica.
2) En un 2° tipo, el desarrollo intelectual es bastante vigoroso para resistir la sacudida que recibe de la represión sexual. Transcurrido
algún tiempo luego del sepultamiento de la investigación sexual infantil, cuando la inteligencia se ha fortalecido, la antigua conexión le
ofrece memoriosamente su auxilio para sortear la represión sexual y la investigación sexual sofocada regresa a lo inconciente como
compulsión a cavilar, por cierto que desfigurada y no libre, pero lo bastante potente para sexualizar al pensar mismo y teñir las
operaciones intelectuales con el placer y la angustia de los procesos sexuales propiamente dichos. El investigar deviene aquí quehacer
sexual, muchas veces el único; el sentimiento de la tramitación por medio del pensamiento, de la aclaración, reemplaza a la satisfacción
sexual; el carácter inacabable de la investigación infantil se repite en el hecho de que ese cavilar nunca encuentra un término, y que el
buscado sentimiento intelectual de la solución se traslada cada vez, situándose más y más lejos.
El tercer tipo, más raro y perfecto, en virtud de una particular disposición escapa tanto a la inhibición del pensar como a la compulsión
neurótica del pensamiento. Aquí también interviene la represión de lo sexual, pero no consigue arrojar a lo inconciente una pulsión parcial
del placer sexual, sino que la libido escapa al destino de la represión sublimándose desde el comienzo mismo en un apetito del saber y
sumándose como refuerzo a la vigorosa pulsión de investigar. También aquí el investigar deviene en cierta medida de compulsión y
sustituto del quehacer sexual, pero le falta el carácter de la neurosis por ser enteramente diversos los procesos psíquicos que están en su
base (sublimación en lugar de irrupción desde lo inconciente); de él está ausente la atadura a los originarios complejos de la investigación
sexual infantil, y la pulsión puede desplegar libremente su quehacer al servicio del interés intelectual.

PETERS BLOSS: LATENCIA


El período de latencia proporciona al niño instrumentos, en términos del desarrollo del Yo, que lo preparan para enfrentarse al incremento
de los impulsos en la pubertad. El niño está listo para la prueba de distribuir el influjo de energía en todos los niveles del funcionamiento
de la personalidad, los cuales se elaboraron durante el período de latencia. De allí que sea capaz de desviar la energía instintiva a las
estructuras físicas diferenciadas y a diferentes actividades psicológicas, en lugar de experimentar esto solamente como un aumento de la
tensión sexual y agresiva.
La interpretación literal del término “período de latencia” significa que estos años están desprovistos de impulsos sexuales ha sido
corregido por la evidencia clínica de los sentimientos sexuales expresados en la masturbación, en actividades voyeurístas, en el
exhibicionismo y en actividades sadomasoquistas que no dejan de existir durante el período de latencia.
Sin embargo, en esta etapa no aparecen nuevas metas instintivas. Lo que cambia durante el período de latencia es el incremento del
control del yo y del superyó sobre la vida instintiva. La actividad sexual durante el período de latencia está relegada al papel de un
regulador transitorio de la tensión; esta función está superada por la emergencia de una variedad de actividades del Yo, sublimatorias,
adaptativas y defensivas por naturaleza. Este cambio está promovido sustancialmente por el hecho de que las “relaciones de objeto se
abandonan y son sustituidas por identificaciones”. El cambio en la catexis de un objeto externo a uno interno puede muy bien ser
considerado como un criterio esencial del período de latencia.
De vez en cuando puede aparecer una manifestación fragmentaria de la sexualidad que ha evadido la sublimación; o alguna actividad
sexual puede persistir a lo largo de todo el período de latencia hasta que el instinto sexual emerja con gran intensidad en la pubertad.
La dependencia en el apoyo paterno para los sentimientos de valía y significación son reemplazados, progresivamente durante el período
de latencia por un sentido de autovaloración derivado de los logros y del control que ganan la aprobación social y objetiva. Los recursos
internos del niño se unen a los padres como reguladores de la estimación propia. Teniendo al superyó sobre de él, el niño es más capaz
de mantener el balance narcisista en forma más o menos independiente. La ampliación del horizonte de su efectividad social, intelectual y
motora, lo capacitan para el empleo de sus recursos, permitiéndole mantener el equilibrio narcisista dentro de ciertos límites que le fueron
posibles en la niñez temprana, y es evidente una mayor estabilidad en el afecto y en el estado de ánimo.
Las funciones del Yo adquieren una mayor resistencia a la regresión, actividades significativas del Yo, como son la percepción, el
aprendizaje, la memoria y el pensamiento, se consolidan más firmemente en la esfera libre de conflicto del Yo. De allí que las variaciones
de tensión instintiva no amenacen la integridad de las funciones del Yo como ocurría en los años anteriores a la latencia. El
establecimiento de identificaciones estables hace que el niño sea más independiente de las relaciones de objeto y de su ondulante
intensidad y cualidad; la ambivalencia declina en forma clara, especialmente durante la última parte del período de latencia.
La latencia se refiere a la “reducción del uso expresivo del cuerpo como un todo, aumentando la capacidad para la expresión verbal,
independiente de la actividad motora”. El lenguaje atraviesa por un cambio; la conjunción “porque” se emplea con mayor pericia. El empleo
de la metáfora sobresale en el período de latencia y en la adolescencia; esta figura del lenguaje “aparece al mismo tiempo que el control
de los conflictos corporales”.
Un adelanto en el darse cuenta de la vida social en el niño en período de latencia va aparejado con la separación de su pensamiento
racional y su fantasía con la separación de su conducta pública y privada. En esta diferenciación el niño valora las instituciones sociales
normativas, tales como la educación, la escuela y el campo de juego, para un modelo valorativo que promueve una conducta más
integrada.
El hecho de que el niño abandone la fase edípica en forma más distintiva que la niña, hace que la 1ª parte de su período de latencia sea
tormentosa. Por el contrario, la niña entra en este período con menos conflicto: preserva con un sentido de libertad algunos de los
aspectos fálicos de su pasado preedípico. La niña entra en una situación más conflictiva durante los últimos años de su latencia, cuando
sus impulsos instintivos aparecen y su superyó es inadecuado para hacer frente a la 1ª pubertad.
Un prerrequisito para entrar a la fase de la adolescencia de la organización de los impulsos es la consolidación del período de latencia; de
otro modo el niño púber experimenta una simple intensificación de sus deseos de prelatencia y muestra una conducta infantil un tanto
regresiva.
Los logros del período de latencia representan una precondición esencial para avanzar hacia la adolescencia: la inteligencia debe
desarrollarse a través de una franca diferenciación entre el proceso primario y secundario del pensamiento y a través del empleo del juicio,
la generalización y la lógica, la comprensión social, la empatía y los sentimientos de altruismo, deben de haber adquirido una estabilidad
considerable. Las funciones del Yo deben de haber adquirido una mayor resistencia a la regresión y a la desintegración bajo el impacto de
situaciones de la vida cotidiana, la capacidad sintética del Yo debe ser capaz de defender su integridad con menos ayuda del mundo
externo. Estos logros en la latencia deben dar paso al aumento puberal en la energía instintiva.
INTRODUCCIÓN AL NARCISISMO [FREUD] (1914)
I.
El narcisismo sería el comportamiento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación, de la que se atribuye una dosis a
todo ser vivo.
La libido sustraída del mundo exterior fue conducida al yo, y así surgió una conducta que podemos llamar narcisismo. Concebimos al
narcisismo que nace por replegamiento de las investiduras de objeto como un narcisismo secundario que se edifica sobre la base de otro,
primario, oscurecido por múltiples influencias.
Nos formamos la imagen de una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos; empero, considerada en su fondo,
solo persiste, y es a las investiduras de objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emite. Vemos también, una oposición
e/ la libido yoico y la libido de objeto. Cuanto más gasta una, tanto más se empobrece la otra. El estado del enamoramiento se nos
aparece como la fase superior de desarrollo que alcanza la 2ª ; lo concebimos como una resignación de la personalidad propia a favor de
la investidura de objeto.
Las energías psíquicas al comienzo están juntas en el estado del narcisismo y son discernibles para nuestro análisis grueso, y sólo con la
investidura de objeto se vuelve posible diferenciar una energía sexual, la libido, de una energía de las pulsiones yoicas.
La separación de la libido en una que es propia del yo y una endosada a los objetos es la insoslayable prolongación de un primer supuesto
que dividió en pulsiones sexuales y pulsiones yoicas.
El individuo lleva realmente una existencia doble, en cuanto es fin para si mismo y eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario
contra su voluntad o sin que medie esta.
La separación de las pulsiones sexuales respecto de las yoicas no haría sino reflejar esta función doble del individuo.
II.
En la influencia de la enfermedad orgánica sobre la distribución de la libido, la persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones
penosas resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que no se relacionen con su sufrimiento. El enfermo retira sobre su yo
sus investiduras libidinales para volver a enviarlas después de curarse. Libido e interés yoico tienen aquí el mismo destino y se vuelven
otra vez indiscernibles.
El modelo que conocemos de un órgano de sensibilidad dolorosa, son los genitales en su estado de excitación. Llamamos a la actividad
por la cual un lugar del cuerpo envía a la vida anímica estímulos de excitación sexual, su erogenidad. Considerar la erogenidad como una
propiedad general de todos los órganos, nos autorizaría a hablar de su aumento o su disminución en una determinada parte del cuerpo.
¿Por qué una estasis de la libido en el interior del yo se sentiría displacentera? El displacer en general es la expresión de un aumento de
tensión y una cantidad del acontecer material es la que se traspone en la cualidad psíquica del displacer; como quiera que fuese, lo
decisivo para el desarrollo de displacer no sería la magnitud absoluta de ese proceso material, sino, una cierta función de esa magnitud
absoluta. ¿En razón de qué se ve compelida la vida anímica p/ traspasar los límites del narcisismo y poner la libido sobre los objetos? Esa
necesidad sobreviene cuando la investidura del yo con libido ha sobrepasado cierta medida. La elaboración psíquica presta un
extraordinario servicio al desvío interno de excitaciones no susceptibles de descarga directa al exterior, o bien cuya descarga directa sería
indeseable por el momento. Al principio es indiferente que ese procesamiento interno acontezca en objetos reales o en objetos
imaginados. La diferencia se muestra después, cuando la vuelta de la libido sobre los objetos irreales(introversión) ha conducido a una
estasis libidinal.
Así como al comienzo la libido quedó oculta p/ nuestra observación tras la libido de objeto, reparamos 1° en que el niño(y el adolescente)
elige sus objetos sexuales tomándolos de sus vivencias de satisfacción. Las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas son
vivenciadas a remolque de funciones vitales que sirven a la autoconservación. Las pulsiones sexuales se apuntalan al principio en la
satisfacción de las pulsiones yoicas, y sólo más tarde se independizan de ellas; ese apuntalamiento sigue mostrándose en el hecho de
que las personas encargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienen los primeros objetos sexuales. Este tipo y a esta
fuente de elección de objeto puede llamarse tipo de apuntalamiento[tipo anaclítico]. Este apuntalamiento es de las pulsiones sexuales en
las pulsiones yoicas, no del niño a su madre.
Ciertas personas eligen a su posterior objeto de amor según el modelo de su propia persona, y a este tipo de elección de objeto se la
llama narcisista.
Todo ser humano tiene abiertos frente a si ambos caminos p/ la elección de objeto, pudiendo preferir uno o el otro. Decimos que tiene 2
objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo crió, y presuponemos entonces en todo ser humano el narcisismo primario que
puede expresarse de manera dominante en su elección de objeto.
Un sucinto panorama de los caminos p/ la elección de objeto nos sugeriría estas observaciones indicativas: se ama
1. Según el tipo narcisista:
a) a lo que uno mismo es(a si mismo)
b) a lo que uno mismo fue,
c) a lo que uno querría ser, y
d) a la persona que fue una parte del si mismo propio.
2. Según el tipo de apuntalamiento:
a) a la mujer nutricia, y
b) al hombre protector.
Y a las personas sustitutivas que se alinean formando series en c/u de esos caminos.
III.
Tenemos sabido que las mociones pulsionales libidinosas sucumben al destino de la represión patógena cuando entran en conflicto con
las representaciones culturales y éticas del individuo.
La represión parte del yo. Las mismas impresiones y vivencias, los mismos impulsos y mociones de deseo que un hombre tolera o al
menos procesa concientemente, son desaprobados por otro con indagación total o ahogados antes que devengan concientes. Podemos
decir que uno ha erigido en el interior de si un ideal por el cual mide su yo actual, mientras que en el otro falta esa formación ideal. La
formación ideal sería de parte del yo, la condición de la represión.
Sobre este yo ideal recae ahora el amor de si mismo de que en la infancia gozó el yo real. El narcisismo aparece desplazado a este
nuevo yo ideal que, como el infantil, se encuentra en posesión de todas las perfecciones valiosas. El hombre se ha mostrado incapaz de
renunciar a la satisfacción de que gozó alguna vez. No quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia, y si no pudo mantenerla
por estorbárselo las admoniciones que recibió en la época de su desarrollo y por el despertar de su juicio propio, procura recobrarla en la
nueva forma del ideal del yo. Lo que él proyecta frente a si como ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en el que él fue
su propio ideal.
La sublimación es un proceso que atañe a la libido de objeto y consiste en que la pulsión se lanza a otra meta, distante de la satisfacción
sexual; el acento recae entonces en la desviación respecto de lo sexual.
Puesto que la sublimación describe algo que sucede con la pulsión, y la idealización algo que sucede con el objeto, es preciso distinguirlas
en el plano conceptual. Que alguien haya trocado su narcisismo por la veneración de un elevado ideal del yo no implica que haya
alcanzado la sublimación de sus pulsiones libidinosas. El ideal del yo reclama por cierto esa sublimación; la sublimación puede ser iniciada
por el ideal, pero cuya ejecución es por entero independiente de tal iniciación.
La formación del ideal aumenta las exigencias del yo y es el más fuerte favorecedor de la represión. La sublimación constituye aquella vía
de escape que permite cumplir esa exigencia sin dar lugar a la represión.
La iniciación para formar el ideal del yo partió en efecto de la influencia crítica de los padres, ahora agenciada por las voces, y a la que en
el curso del tiempo se sumaron los educadores, los maestros y todas las otras personas del medio.
La institución de la conciencia moral fue en el fondo una encarnación de la crítica de los padres y después de la crítica de la sociedad,
proceso semejante al que se repite en la génesis de una inclinación represiva nacida de una prohibición o un impedimento al comienzo
externos.
A la instancia de observación de si la conocemos como el censor yoico, la conciencia moral; es la misma que por las noches ejerce la
censura sobre los sueños.
El sentimiento de si se nos presenta en primer lugar como expresión del “granador del yo”, como tal, prescindiendo de su condición de
compuesto. Todo lo que uno posee o lo que ha alcanzado, cada resto del primitivo sentimiento de omnipotencia corroborado por la
experiencia, contribuye a incrementar el sentimiento de si.
Si introducimos nuestra diferenciación e/ pulsiones sexuales y pulsiones yoicas, tendremos que admitir que el sentimiento de si depende
de manera particularmente estrecha de la libido narcisista. El ser- amado constituye la meta y la satisfacción en la elección narcisista de
objeto. El que ama ha sacrificado un fragmento de su narcisismo y solo puede restituírselo a trueque de ser- amado.
Las relaciones del sentimiento de si con el erotismo pueden exponerse en algunas fórmulas, de la siguiente manera: hay que distinguir 2
casos, según las investiduras amorosas sean acordes con el yo o hayan experimentado una represión.
En el caso que las investiduras amorosas sean acordes con el yo, el amar en si, como ansia y privación, rebaja la autoestima, mientras
que ser- amado, hallar un objeto de amor, vuelven a elevarla.
En el caso de la libido reprimida, la investidura de amor es sentida como grave reducción del yo, la satisfacción de amor es imposible, y el
re-enriquecimiento del yo solo se vuelve posible por el retiro de la libido de los objetos. El retroceso de la libido de objeto al yo, su
mudanza en narcisismo, vuelve a figurar un amor dichoso, y por otra parte un amor dichoso real responde al estado primordial en que
libido de objeto y libido yoica no eran diferenciables.
El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este
distanciamiento acontece por medio del desplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde fuera; la satisfacción se obtiene
mediante el cumplimiento de este ideal.
3 partes del sentimiento de si: 1)Una parte del sentimiento de si es primaria, el residuo del narcisismo infantil; 2) Otra parte brota de la
omnipotencia corroborada por la experiencia(el cumplimiento del ideal del yo); 3) Una tercera fuente, de la satisfacción de la libido de
objeto.
El ideal del yo ha impuesto difíciles condiciones a la satisfacción libidinal con los objetos, haciendo que su censor rechace por inconciliable
una parte de ella. Donde no se ha desarrollado un ideal así, la aspiración sexual correspondiente ingresa inmodificada a la personalidad
como perversión.
El enamoramiento consiste en un desborde de la libido yoica sobre el objeto. Tiene la virtud de cancelar represiones y de restablecer
perversiones. Eleva el objeto sexual a ideal sexual. Puesto que, en el tipo de apuntalamiento(o del objeto), adviene sobre la base de
cumplimiento de condiciones infantiles de amor, puede decirse: se idealiza a lo que cumple esta condición de amor.
El ideal del yo, además de su componente individual, tiene un componente social; es también el ideal común de una familia, de un
estamento, de una nación.

LA IDENTIFICACIÓN (1920-22) [FREUD]


La identificación es la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona. Desempeña un papel en la prehistoria del
complejo de Edipo. El varoncito manifiesta un particular interés por su padre; querría crecer y ser como él, hacer sus veces en todos los
terrenos. Toma al padre como su ideal. Esta es una conducta masculina. El niño emprende una investidura de objeto de la madre según el
tipo de apuntalamiento [anaclítico]. Muestra 2 lazos psicológicamente diversos: con la madre, una directa investidura sexual de objeto; con
el padre, una identificación que lo toma por modelo. Ambos coexisten un tiempo, sin influirse ni perturbarse e/ si. pero la unificación de la
vida anímica avanza y ambos lazos confluyen a la postre, y por esa confluencia nace el C. de E. normal. el pequeño nota que el padre le
significa un estorbo junto a la madre; su identificación con él cobra entonces una tonalidad hostil, y pasa a ser idéntica al deseo de sustituir
al padre también junto a la madre. La identificación, es desde el comienzo mismo ambivalente: puede darse vuelta hacia la expresión de
ternura o hacia el deseo de eliminación. Se comporta como un retoño de la 1ª fase, oral, de la organización libidinal, en la que el objeto
anhelado y apreciado se incorpora ahora por devoración y así se aniquila como tal.
Puede ocurrir después que el c. de E. experimente una inversión, que se tome por objeto al padre en una actitud femenina, un objeto del
cual las pulsiones sexuales directas esperan su satisfacción.
En la identificación con el padre, el padre es lo que uno querría ser; en la elección de objeto que recae sobre el padre, el padre es lo que
uno querría tener. La diferencia depende de que la ligazón recaiga en el sujeto o en el objeto del yo.
La identificación aspira a configurar el yo propio a semejanza del otro, tomado como “modelo”.
La identificación es la forma 1ª ,y la más originaria, del lazo afectivo: bajo las constelaciones de la formación del síntoma, vale decir, la
represión y el predominio de los mecanismos del inconciente, sucede a menudo que la elección de objeto vuelva a la identificación, es
decir, que el yo tome sobre si las propiedades del objeto.
La identificación es la forma más originaria de ligazón afectiva con un objeto; pasa a sustituir una ligazón libidinosa de objeto por la vía
regresiva, mediante introyección del objeto en el yo, por así decir, y puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en
una persona que no es objeto de las pulsiones sexuales. Mientras más significativa sea esa comunidad, tanto más exitosa podrá ser la
identificación parcial y corresponder al comienzo de una nueva ligazón.
La identificación recíproca e/ los individuos de la masa tiene la naturaleza de una identificación de esa clase(mediante una importante
comunidad afectiva), y podemos conjeturar que esa comunidad reside en el modo de ligazón con el conductor.
En nuestro yo se desarrolla una instancia que se separa del resto del yo y puede entrar en conflicto con él. La llamamos ideal del yo, y le
atribuimos las funciones de observación de si, la conciencia moral, la censura onírica y el ejercicio de la principal influencia en la represión.
Dijimos que era la herencia del narcisismo originario, en el que el yo infantil se contentaba a si mismo. Poco a poco toma, de los influjos
del medio, las exigencias que este plantea al yo, y a las que el yo no siempre puede allanarse, de manera que el ser humano, toda vez
que no puede contentarse consigo en su yo, puede hallar su satisfacción en el ideal del yo, diferenciado a partir de aquel.
El origen del ideal del yo son las influencias de las autoridades, sobre todo de los padres.

FREUD: EL SEPULTAMIENTO DEL COMPLEJO DE EDIPO(1924)


El C de E revela cada vez más su significación como fenómeno central del período sexual de la 1ª infancia. Después cae sepultado,
sucumbe a la represión y es seguido por el período de latencia. Se va a pique (al fundamento) a raíz de las dolorosas desilusiones
acontecidas. La niña que quiere considerarse la amada predilecta del padre, forzosamente tendrá que vivenciar una seria reprimenda de
parte de él, y se verá arrojada de los cielos. El varoncito que considera a la madre como su propiedad hace la captación de que ella le
quita amor y cuidados para entregárselos a un recién nacido.
Aun donde no ocurren acontecimientos particulares, como los mencionados a manera de ejemplos, la falta de la satisfacción esperada, la
continua denegación del hijo deseado, por fuerza determinarán que los pequeños enamorados se extrañen de su inclinación sin
esperanzas. Así, el C de E se viene al fundamento a raíz de su fracaso, como estado de si importancia interna.
Se ve aguzada nuestra sensibilidad de la percepción de que el desarrollo sexual del niño programa hasta una fase en que los genitales ya
han tomado sobre si un papel rector.
Pero estos genitales son sólo los masculinos (+ precisamente el pene), pues los femeninos siguen sin ser descubiertos. Esta fase fálica
contemporánea a la del C de E, no proseguirá su desarrollo hasta la organización genital definitiva, sino que se hunde y es relevada por el
período de latencia.
Cuando el varoncito ha volcado su interés a los genitales, lo deja traslucir por su vasta ocupación manual u otros, y después tiene que
hacer la experiencia de que los adultos no están de acuerdo con ese obrar. Sobreviene la amenaza de que se le arrebatará esa parte tan
estimada por él. La mayoría de las veces la amenaza proviene de mujeres, a menudo, ellas buscan reforzar su autoridad invocando al
padre o al doctor que consumarán el castigo.
La tesis es que la organización genital fálica se va al fundamento a raíz de la amenaza de castración. Al principio el varoncito no presta
creencia ni obediencia algunas a la amenaza. La observación que por fin quiebra con la incredulidad del niño es la de los genitales
femeninos. Con ello se ha vuelto representable la pérdida del propio pene, y la amenaza de castración obtiene su efecto con posterioridad.
La vida sexual del niño en esa época no se agota en la masturbación. Se lo puede pesquisar en la actitud edípica hacia sus progenitores;
la masturbación es sólo la descarga genital de la excitación sexual perteneciente al complejo. La captación de la posibilidad de la
castración, la intelección de que la mujer es castrada, puso fin a las 2 posibilidades de satisfacción del C de E activa- pasiva. Ambas
conllevan la pérdida del pene, una, la masculina en calidad de castigo, y la otra, la femenina como premisa. Si la satisfacción amorosa es
el terreno del C de E debe costar el pene, entonces por fuerza estallará el conflicto entre el interés narcisista en esta parte del cuerpo y la
investidura libidinosa de los objetos parentales. En este conflicto triunfa normalmente el 1º de estos poderes, el Yo del niño se extraña del
C de E.
Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas x identificación. La autoridad del padre, o de ambos progenitores introyectada en el
Yo, forma el núcleo del Superyó, que toma prestada del padre su severidad, perpetúa la prohibición del incesto, y así, asegura al Yo
contra el retorno de la investidura libidinosa de objeto. Las aspiraciones libidinosas pertenecientes al C de E son en parte sublimadas, lo
cual probablemente acontezca con toda transposición en identificación, y en parte son inhibidas en su meta y mudadas en mociones
tiernas. El proceso en su conjunto salvó una vez a los genitales, alejó de ellos el peligro de la pérdida, y además los paralizó, canceló su
función. Con ese proceso se inicia el período de latencia, que viene a interrumpir el desarrollo sexual del niño.
Represión: al extrañamiento del Yo respecto del C de E, si bien las represiones posteriores son llevadas a cabo la mayoría de las veces
con participación del superyó, que aquí recién se forma.
Pero el proceso descrito es más que una represión, equivale, cuando se consuma idealmente, a una destrucción y cancelación del
complejo. Si el Yo no ha logrado efectivamente mucho más que una represión del complejo, este subsistirá inconcientemente en el Ello y
más tarde exteriorizará su efecto patógeno.
Entre organización fálica, C de E, amenaza de castración, formación del Superyó y período de latencia, tales son los nexos que
colegimos.
¿Y la niña pequeña? Aquí el material es mucho más oscuro y lagunoso. ¿Puede atribuírsele también una organización fálica y un C de C?
Si, pero las cosas no pueden suceder de = manera que en el varón.
El clítoris de la niña, se comporta al comienzo en un todo como un pene, pero ella, por comparación con el compañerito de juegos, percibe
que es “demasiado corto” y siente este hecho como un perjuicio y una razón de inferioridad. Durante un tiempo se consuela con la
expectativa de que cuando crezca ella tendrá uno tan grande como el varón. Es en este punto donde se bifurca el C de masculinidad de la
mujer. Pero la niña no comprende su falta actual como un carácter sexual, sino q lo explica mediante el supuesto de q una vez poseyó un
miembro igualmente grande y después lo perdió por castración. No parece extender esta inferencia de si misma a otras mujeres, sino que
atribuye a estas, exactamente en el sentido de la fase fálica, un genital grande y completo, masculino. Así se produce esta diferencia
esencial: la niña acepta la castración como un hecho consumado, mientras q el varoncito tiene miedo a la posibilidad de su consumación.
Excluida la angustia de castración, está ausente también un poderoso motivo para instituir el Superyó e interrumpir la organización genital
infantil. Mucho más que el varón estas alteraciones parecen ser el estado de la educación, del amedrantamiento externo, que amenaza
con la pérdida del ser amado.
El C de E en la niña es mucho más unívoco que el del varón; es raro que vaya más allá de la sustitución de la madre y de la actitud
femenina hacia el padre. La renuncia al pene no se soportará sin un intento de resarcimiento. La muchacha se desliza – a lo largo de la
ecuación simbólica- del pene al hijo. Su C de E culmina en el deseo, alimentado por mucho tiempo, de recibir como regalo un hijo del
padre. Se tiene la impresión de que el C de E es abandonado después poco a poco xq este deseo no se cumple nunca, permanece en lo
inconciente, donde se conservan con fuerte investidura y contribuyen a preparar al ser femenino a su posterior papel sexual.

FREUD: ALGUNAS CONSECUENCIAS PSÍQUICAS DE LA DIFERENCIA ANATÓMICA ENTRE LOS SEXOS (1925)

La situación del C de E es la 1ª estación que discernimos con seguridad en el varoncito. Nos es fácilmente inteligible xq en ella el niño
retiene el mismo objeto al q ya en el período precedente, el de la lactancia y crianza, habría investido con su libido todavía no genital.
También el hecho de que vea al padre como un rival perturbador a quién querría eliminar y sustituir se deduce de las constelaciones
objetivas. La actitud (postura) edípica del varoncito pertenece a la fase fálica, y q se va al fundamento por la angustia de castración, o sea,
por el interés narcisista a sus genitales. Aun en el varoncito, el C de E es de sentido doble, activo y pasivo, en armonía con la posición
bisexual. También el quiere sustituir a la madre como objeto de amor del padre; a esto lo designamos como actitud femenina.
En lo tocante a la prehistoria del C de E en el varoncito, falta mucho xq todo nos está claro. Hay en ella una identificación de naturaleza
tierna con el padre, de lo que todavía está ausente el sentido de la rivalidad hacia la madre. Otro elemento de esta prehistoria es el
quehacer masturbatorio con los genitales, siempre presente; es el onanismo de la 1ª infancia, + o menos violenta, por parte de las
personas encargadas de la crianza, actúa el C de C. Suponemos que este onanismo es dependiente del C de E y será la descarga de su
excitación sexual. Pero no sabemos con seguridad si esa es desde el comienzo su referencia, o si + bien emerge espontáneamente como
quehacer de órgano y sólo + tarde queda anudado al C de E; esta es la más verosímil. También sigue siendo dudoso el papel de la
enuresis y su deshabituación por obra de la educación. Síntesis: el hecho de que el niño siga mojándose en la cama sería el resultado del
onanismo; y en el varón su sofocación aparece como una inhibición de la actividad genital y, por tanto, en el sentido de una amenaza de
castración
La acción de espiar con las orejas el coito de los progenitores a edad muy temprana da lugar a la 1ª excitación sexual y, por los efectos
que trae con posterioridad, pasa a ser el punto de partida del desarrollo sexual. El onanismo, así como las 2 actitudes del C de E, se
anudaría después a esa impresión, subsiguientemente interpretada.
Inicialmente la mujer fue de ambos el primer objeto, el varón lo retiene, ¿y la niña?
Todo analista ha tomado conocimiento de mujeres que perseveran con particular intensidad y tenacidad en su ligazón- padre y en el
deseo de tener un hijo de él, en que esta culmina. Hay buenas razones para suponer que esta fantasía de deseo fue también la fuerza
pulsional de su onanismo infantil. El análisis de estos casos muestra que el C de E tiene en ellos una larga prehistoria y es una formación
secundaria.
El niño descubre la zona genital dispensadora de placer (pene o clítoris) durante el mamar con fruición (chupeteo). La zona genital es
s
descubierta en algún momento y no parece justificdo atribuir un contenido psíquico a los 1º quehaceres del niño con ella. El paso sería en
la fase fálica que así ha comenzado, no es el enlace de este onanismo con las investiduras de objeto del C de E, sino un descubrimiento
partido en consecuencias circunscrito a la niña. Ella nota el pene de un hermano o de un compañerito de juegos, y lo discierne como el
correspondiente superior de su propio órgano, pequeño y escondido; a partir de ahí cae víctima de la envidia del pene.
En el caso análogo, cuando el varón ve por 1ª vez la región genital de la niña, se muestra irresoluto, poco interesado al principio, no ve
nada o desmiente su percepción. Sólo + tarde, después de que cobra influencia sobre él la amenaza de castración, aquella observación se
volverá significativa; su recuerdo o renovación mueve en él una terrible tormenta afectiva y la somete a la creencia en la efectividad de la
amenaza. 2 reacciones resultarán de ese encuentro, que pueden fijarse y luego determinarán duraderamente su relación con la mujer:
1) Horror frente a la criatura mutilada
2) o menosprecio hacia ella.
La niña, en cambio, ha visto eso, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo. En este 2º lugar se bifurca el C de masculinidad de la mujer, que si
no logra superarse pronto, puede deparar grandes dificultades al desarrollo hacia la femeneidad.
La esperanza de recibir alguna vez un pene, igualándose con el varón, puede conservarse hasta épocas tardías. O bien sobreviene el
proceso de desmentida, q en la vida anímica infantil no es nada raro. La niña se rehusa a aceptar el hecho de su castración, se afirma y
acaricia la convicción de que empero posee un pene y se ve compelida a comportarse en lo sucesivo como si fuera un varón.
Con la admisión de su herida narcisista, se establece en la mujer (como cicatriz) un sentimiento de inferioridad. Superado el primer intento
de explicar su falta de pene como castigo personal y tras aprender la universalidad de este carácter sexual, empieza a compartir el
menosprecio del varón a ese sexo mutilado en un punto decisivo y, al menos en este punto, se mantiene en paridad con el varón.
Aunque la envidia del pene haya renunciado a un objeto femenino y cesa de existir: pervive en el rasgo de carácter de los celos, con leve
desplazamiento. Desempeña un papel mucho mayor en la vida anímica de la mujer, xq recibe un enorme refuerzo desde la fuente de la
envidia del pene, desviada. 1ª fase de la fantasía onanista: “pegan...no tan frecuente en la niña; aquí será q otro niño de quien se tenga
como rival, debe ser golpeado. El niño golpeado (acariciado en ella) no puede ser otro q el clítoris, de suerte q esto contiene la confesión
de la masturbación q desde el comienzo de la fase fálica hasta épocas más tardías se anuda al contenido de la fórmula.
La 3ª consecuencia de la envidia del pene parece ser el aflojamiento de los vínculos tiernos con el objeto madre. La madre, que echó al
mundo a la niña con una dotación tan insuficiente, es responsabilizada por esa falta de pene.
Otro efecto de la envidia del pene: las reacciones de los individuos de ambos sexos son mezcla de rasgos femeninos y masculinos; sigue
pareciendo q la naturaleza de la mujer está + alejada de la masturbación: al menos la masturbación en el clítoris sería una práctica
masculina. En la niña sobreviene pronto, tras los indicios de la envidia del pene, una intensa contra corriente opuesta al onanismo, que no
puede reconducirse exclusivamente al influjo pedagógico de las personas encargadas de la crianza. Esta noción es manifiestamente un
preanuncio de aquella oleada represiva q en la época de la pubertad eliminará una gran parte de la sexualidad masculina xq deja espacio
para el desarrollo de la femeneidad.
El caso de la diferencia anatómica entre los sexos esfuerza a la niña a apartarse de la masculinidad y del onanismo masculino y a
encaminarse por nuevas vías q llevan al despliegue de la femeneidad.
Hasta ese momento no estuvo en juego el C de E. Pero ahora la libido de la niña se desliza (a lo largo de la ecuación simbólica pene=
hijo) a una nueva posición. Resigna el deseo del pene al reemplazarlo por el deseo de un hijo y con este propósito toma al padre como
objeto de amor. La madre pasa a ser objeto de los celos, y la niña deviene una pequeña mujer.
Y si después esta ligazón padre tiene q resignarse por malograda, puede atrincherarse en una identificación padre con la cual la niña
regresa al C de masculinidad y se fija actualmente en él.
En la niña el C de E es una formación secundaria. Las repercusiones del C de C le preceden y lo preparan. En cuanto al nexo entre el C
de E y C de C, se establece una oposición fundamental entre los 2 sexos. Mientras q el C de E del varón se va al fundamento debido al C
de C, el de la niña es posibilitado e introducido por el C de C. La diferencia entre el varón y la mujer en cuanto a esta pieza del desarrollo
sexual, es una comprensible consecuencia de la diversidad anatómica de los genitales y de la situación psíquica enlazada con ella;
corresponde al distingo entre castración consumada y amenaza de castración.

El complejo no es simplemente reprimido, zozobra formalmente bajo el choque de la amenaza de castración. Sus investiduras son
resignadas, desexualizadas y en parte sublimadas; sus objetos son incorporados al Yo, donde forman el núcleo del Superyó y prestan a
esta neoformación sus propias características. En el caso normal ya no subsiste tampoco en lo inconciente ningún C de E, el superyó ha
devenido su heredero. Puesto q el pene debe su investidura narcisista extraordinariamente alta a su significación orgánica de la
supervivencia de la especie, se puede concebir la catástrofe del C de E, el extrañamiento del incesto, la institución de la conciencia moral
y de la moral misma, como el triunfo de la generación sobre el individuo.
En la niña, falta el motivo de disolución del C de E. La castración ya produjo antes su efecto y consistió en esforzar a la niña a la situación
del C de E, por eso este último escapa al destino q le está deparado en el varón, puede ser abandonado poco a poco, tramitado por
represión, o sus efectos penetrar mucho en la vida anímica q es normal en la mujer.

ANA FREUD: PROTOTIPO DE UNA LÍNEA DE DESARROLLO


Desde la dependencia hasta la autosuficiencia emocional y las relaciones objetales adultas.
1º- Hay una unidad de la pareja H- M, con el narcisismo de la M extendido al niño.
2º- Relación con el objeto parcial q satisface las necesidades.
3º- Etapa de constancia objetal q permite el mantenimiento de una imagen interna y positiva del objeto.
4º- Relación ambivalente, de la fase preedípica sádico- anal.
5ª- fase fálico edípica centralizada en el objeto.
6º- Período d latencia, donde se transfiere la libido desde las figuras parentales hacia maestros, ideales, intereses de objetivos
sublimados.
7º- la rebeldía adolescente.
8º- La lucha del adolescente q se defiende de sus impulsos pregenitales estableciendo la supremacía genital con la catexis libidinal
transferida a los objetos dl sexo opuesto, fuera del círculo familiar.
- Algunos indicios del desarrollo hacia la independencia corporal: el niño al comienzo es totalmente independiente de la madre, salvo
con las gratificaciones autoeróticas q desde el principio están bajo su control.
- De la lactancia a la alimentación racional:
1) La etapa de la lactancia de pecho o biberón. Horario fijo. El placer en el chupeteo es un sustituto con respecto a la alimentación.
2) Destete: iniciado por el niño o por la madre, si la madre lo inicia en forma abrupta, puede provocar resultados negativos con respecto
a la comida.
3) Hay una transición de q lo alimenten a comer por si mismo.
4) Comer por si sólo ya usando cuchara, tenedor, etc. Aparece el problema de los modales en la mesa, aparece el deseo por caramelos
como sustituto para los placeres orales, el rechazo de ciertos alimentos como resultado del entrenamiento anal, o sea de la formación
reactiva de disgusto.
5) Desaparición del período comida- madre en el período edípico las actitudes hacia la comida son determinadas por las teorías
sexuales infantiles, por ejemplo el temor al embarazo aparece por el temor a engordar, el temor de las partes anales aparece por el
temor por la evacuación.
6) La desaparición de la sexualización de la comida, en el período de latencia.
Desde el cuerpo hacia los juguetes y desde el juego hacia el trabajo.
El juego es al principio una actividad que proporciona un placer erótico. Se lleva al cabo con el propio cuerpo o con el de la madre en
relación a la alimentación.
Puede aparecer un objeto transicional:
a) Durante el día los juguetes son reemplazados por el material de juegos q sirve a las actividades del Yo. Son juguetes q permiten
llenar- vaciar, abrir- cerrar.
b) Jueguetes q pueden rodar y q contribuyen al placer de la motricidad q experimenta el niño.
c) Materiales de construcción q permiten construir y destruir (fase sádico- anal).
En el jardín de infantes el material de juegos permite al niño resolver un problema independientemente. Los niños responden a esta
oportunidad casi desde los 2 años.
b)
• La noción de objeto. Su historia.
• La relación de objeto.
• Concepto de posición (posición esquizo- paranoide. La posición maníaco depresiva).
• Nociones de identificación- proyección. La identificación proyectiva.

MELANIE KLEIN: DESARROLLOS EN PSICOANÁLISIS

Vida postnatal: ansiedad (de fuentes internas y externas).


1ª ansiedad: Freud. La causa es el nacimiento y marca las primeras relaciones del bebé con el mundo externo (1ª causa externa).
La acción del instinto de muerte produce el temor al aniquilamiento (causa interna): causa interna de ansiedad persecutoria.
La madre es un objeto parcial, pulsiones oral- libidinales y agresivas (fusión de instintos de vida y de muerte).
El equilibrio se altera por privaciones de origen interno y externo, las pulsiones agresivas son reforzadas.
Fuerza de pulsiones agresivas en interacción con pulsiones libidinales: base constitucional de la intensidad de la voracidad.
Pecho bueno y pecho malo: esta antítesis se debe a la falta de integración del Yo y a los procesos de escisión dentro del Yo en relación
con el objeto.
Procesos endopsíquicos: introyección y proyección.
Contribuyen a la doble negación con el objeto primitivo.
- Proyecto de pulsiones de amor: las atribuye al pecho gratificador (bueno. Interno o externo). Prototipo de objetos protectores y
gratificadores.
- Proyecta pulsiones destructivas: al exterior, las atribuye al pecho frustrador (malo). Prototipo de todos los objetos perseguidores
internos o externos.
Ansiedad persecutoria: la relación con el pecho bueno, lo ayudan a superar este estado.
El pecho bueno se transforma en el pecho “ideal” que saldaría el deseo voraz de gratificación ilimitada. Ejemplo: gratificación alucinatoria.
Yo primitivo: mecanismo de aniquilamiento de un aspecto escindido y apartado del objeto y de la situación. Ejemplo: alucinaciones de
persecución. Tendencia del Yo a integrarse (instintos de vida).
La síntesis entre sentimiento de amor y pulsiones destructivas hacia el pecho materno origina la ansiedad depresiva, culpa y necesidad de
reparar el objeto bueno dañado, el pecho bueno (ambivalencia).
El Yo se desarrolla mediante la introyección del objeto. Capacidad de tolerar tensión y ansiedad: factor constitucional.
En diferentes fantasías el Yo se posiciona por proyección a un objeto externo (la madre) y lo transforma en una extensión del Yo. El objeto
se transforma en representante del Yo; estos procesos constituyen la base de la identificación proyectiva.
Identificación introyectiva e identificación proyectiva: son procesos complementarios (interactúan proyección e introyección desde el
principio de la vida) permiten el desarrollo del Yo.
Procesos presentes en la infancia.
a- Yo: posee rudimento de integración y cohesión y progresa constantemente en esa dirección. Funciones fundamentales. Ej.: procesos
de escisión y la inhibición de deseos instintivos como defensas contra la ansiedad persecutoria, vivenciado por el Yo a partir del
nacimiento.
b- Relaciones de objeto: moldeadas por libido y agresión (amor y odio) = el reaseguramiento omnipotente que deriva de la idealización
de objeto.
c- Introyección y proyección: ligadas a la vida de fantasía y todas sus emociones, y por lo tanto objetos internalizados de la naturaleza
buena o mala, que inician el desarrollo del superyó.
El Yo tiene mayor capacidad para tolerar frustraciones. Los métodos de defensa se modifican. Constituye el sentido de la
realidad, mayor variedad de gratificaciones, intereses y relación de objeto. Disminuye la fuerza de pulsiones destructivas y ansiedad
persecutoria: se fortalece la ansiedad depresiva.
Posición depresiva infantil: 2º trimestre del primer año.
Proceso de síntesis: comprenden los aspectos contrastantes de los objetos internalizados (el superyó primitivo), por una parte y de los
objetos externos por otra.
Ambivalencia: vivenciado hacia el objeto total.
Pasos hacia la integración y síntesis:
- Mayor capacidad del Yo para reconocer la realidad.
- La ansiedad con respecto a la madre internalizada (en peligro de ser aniquilada), fortalece la identificación con ella.

Noción de objeto: su historia.


Las primeras experiencias del lactante con el alimento y la presencia de la madre, inician una relación de objeto con ella. Pero esta
relación es con un objeto parcial, porque las pulsiones oral libidinales y oral destructivas están dirigidas desde el principio de la vida hacia
el pecho de la madre en particular.
En la medida en que gratifica el pecho es amado y sentido como bueno, y en la medida en que es fuente de frustración es odiado y
sentido como malo. Antítesis que se debe en gran parte a una falta de integración del Yo. También una serie de procesos endopsíquicos
(introyección y proyección) contribuyen a la doble relación con el objeto primitivo. El lactante proyecta sus pulsiones de amor
atribuyéndolas al pecho gratificador (pecho bueno), así como proyecta sus pulsiones destructivas al exterior y las atribuye al pecho
frustrador. Simultáneamente por introyección un pecho bueno y malo se instalan en el interior, constituyendo el núcleo del Superyó.
Esta formación de la imagen del objeto, externa e internalizada, se distorsiona en la mente del lactante por sus fantasías.
Al principio de la vida postnatal el bebé experimenta ansiedad proveniente de fuerzas internas y externas. La acción interna del instinto de
muerte produce el terror al aniquilamiento y esta es la causa 1ª de la ansiedad persecutoria(Posición esquizo- paranoide). La ansiedad
persecutoria entra desde un principio en la relación del bebé con los objetos, en la medida que está expuesto a privaciones.
El temor a la voracidad constituye un elemento esencial de ansiedad persecutoria. Objeto frustrador: perseguidor; el pecho bueno: pecho
ideal, inagotable, perfecto.
Pecho: medio de defensa contra la ansiedad.
La síntesis de sentimientos de amor y odio, hacia el pecho origina ansiedad depresiva. Con el progreso en al integración y síntesis de
emociones contrastantes hacia el objeto, la libido llega a mitigar las pulsiones destructivas, conduciendo a una disminución de la ansiedad,
para un desarrollo normal.
2 fantasías sádicas: una ligada principalmente a lo sádico- oral y a la voracidad. La otra predominantemente anal.
En estas el Yo se posesiona por proyección de un objeto externo (1º lugar- madre). El sujeto se transforma en representante del Yo,
constituyendo estos procesos la base de la identificación por proyección e identificación proyectiva. Los procesos que subyacen a la
identificación proyectiva operarían ya en la primitiva relación con el pecho. La identificación proyectiva empezará simultáneamente con la
voraz introyección sádico- oral del pecho.
A medida que aumenta el alcance de la percepción, el concepto de madre como persona única y total se desarrolla.
La posición maníaco depresiva se da en el 2º trimestre del primer año y se supera durante el primer año. Cambios del desarrollo
intelectual y emocional del bebé se hacen más marcados (relación con el mundo más diferenciada). Gratificación e intereses se amplían,
más capacidad de expresar las emociones y comunicarse con la gente. Progresa su organización sexual. Se amplían las fantasías. Todos
estos progresos se reflejan en la relación de la madre con el bebé. Relación con la madre como persona y la identificación se fortalece
cuando el bebé llega a percibir o introyectar a su madre como persona (objeto total).
Mientras que cierto grado de integración es condición previa para que el Yo pueda introyectar a la madre y el padre como personas
totales, el desarrollo ulterior en la dirección de la integración y la síntesis se inicia al colocarse en primer plano la posición depresiva. Los
diferentes aspectos (amado, odiado, bueno, malo) de los objetos se unen y esos objetos son ahora personas totales. La ambivalencia es
ahora vivenciada predominantemente hacia un objeto total. Ahora es la madre buena o mala.
Angustia: se refiere al peligro fantaseado de destruir y perder a la madre como consecuencia del sadismo del sujeto. Identificación madre
dañada: fortalece impulsos a reparar. La angustia es combatida con la defensa maníaca. La omnipotencia decrece a medida que el bebé
adquiere confianza, a la vez en sus objetos y en sus capacidades de reparación.
Desarrollo normal en relación a los demás, disminuye la ansiedad persecutoria. El Yo más fuerte y coherente.
El temor de perder a la madre, objeto amado 1º ( es decir, la ansiedad depresiva) contribuye a necesitar sustitutos, respondiendo hacia
ella el bebé se vuelve primeramente hacia el padre, quien es aquí también introyectado como persona total.
Es condición previa del desarrollo exitoso de las sublimaciones (como también relaciones de objeto y organización libidinal) que el amor
por los primitivos objetos pueda mantenerse, mientras los deseos y ansiedades son desviados y destruidos.
Durante el 2º año: tendencias obsesivas, se colocan en primer plano, expresan y ligan a la vez ansiedades orales, uretrales y anales (ej.
rituales al acostarse). Pudiendo ser descriptos como síntomas neuróticos.
Eligió el término posición para designar las fases paranoide y depresiva xq estos agrupamientos de ansiedades y defensas, aunque
surgen en los estadios primitivos no se reducen a estos, sino que aparecen y reaparecen durante los primeros años de la infancia y bajo
determinadas circunstancias en al vida ulterior.

Melanie Klein: El psicoanálisis de niños.


Cap 6: Algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del bebé (1952)
1. Los primeros 3 o 4 meses de vida ( la posición esquizo- paranoide).
Al principio de la vida postnatal, el bebé experimenta ansiedad proveniente de fuentes internas y externas. La acción interna del instinto de
muerte produce el terror al aniquilamiento y esta es la causa 1ª de la ansiedad persecutoria. La 1ª causa externa de ansiedad puede
hallarse en la experiencia del nacimiento. Esta experiencia marca las primeras relaciones del bebé con el mundo exterior. Pareciera como
si el dolor e incomodidad sufridos por él, así como la pérdida del estado intrauterino, fueran sentidos como un ataque de fuerzas hostiles,
es decir, como persecución, la ansiedad persecutoria entra desde el principio en la relación del bebé con los objetos, en la medida en que
está expuesto a privaciones.
Hipótesis: las primeras experiencias del lactante con el alimento y la presencia de la madre inician una relación de objeto con ella. Esta
relación es una relación con un objeto parcial, xq las pulsiones oral libidinales y oral destructivas están dirigidas desde el principio de la
vida hacia el pecho de la madre en particular. Suponemos que existe también una interacción con las pulsiones libidinales y agresivas, q
corresponde a la fusión de los instintos de vida y de muerte. En períodos libres de hambre y tensión existe un equilibrio óptimo entre las
pulsiones libidinales y agresivas. Este equilibrio se altera cada vez q, debido a privaciones de origen interno o externo, las pulsiones
agresivas son reforzadas. Esta alteración del equilibrio entre libido y agresión es causa de la emoción que llamamos voracidad, la cual es
primeramente y sobre todo de naturaleza oral, la voracidad fortalece los sentimientos de frustración y estos fortalecen las pulsiones
agresivas.
La fuerza de las pulsiones destructivas en su interacción con las pulsiones libidinales suministraría la base constitucional de la intensidad
de la voracidad. Sin embrago, en algunos casos la ansiedad persecutoria puede aumentar la voracidad, en otros puede transformarse en
causa de las primeras inhibiciones de la alimentación.
Las vivencias recurrentes de gratificación y frustración son estímulos poderosos de las pulsiones libidinales y destructivas del amor y del
odio. En la medida en q gratifica, el pecho es amado y sentido como bueno, y en la medida en q es fuente de frustración, es odiado y
sentido como malo. Esta marcada antítesis entre el pecho bueno y el pecho malo se debe en gran parte a la falta de integración del Yo,
así como los procesos de escisión dentro del Yo y en relación con el objeto. Durante los 3 0 4 primeros meses de vida, el objeto bueno y el
objeto malo no son totalmente diferenciados el uno del otro en la mente del lactante. El pecho de la madre, en sus aspectos bueno y malo,
también parece estar unido para él a su presencia corpórea, y su relación con ella como persona se construye así gradualmente a partir
de este primer estadio.
Además de las experiencias de gratificación y frustración provenientes de factores externos, una serie de procesos endopsíquicos
(introyección y proyección) contribuyen a la doble relación con el objeto primitivo. El lactante proyecta sus pulsiones de amor y las atribuye
al pecho gratificador bueno, así como proyecta sus pulsiones destructivas al exterior y las atribuye al pecho frustrador malo.
Simultáneamente, por introyección, un pecho bueno y un pecho malo se instalan en el interior. En esta forma la imagen del objeto,
externa e internalizada, se distorsiona en la mente del lactante por sus fantasías, ligadas a la proyección de sus pulsiones sobre el objeto.
El pecho bueno, externo e interno, llega a ser el prototipo de todos los objetos protectores y gratificadores, el pecho malo, el prototipo de
todos los objetos perseguidores externos e internos.
En la imagen que existe en la mente del lactante, el pecho odiado adquirió las cualidades oral destructivas de las propias pulsiones del
lactante cuando este atraviesa estados de frustración y de odio. En sus fantasías destructivas muerde y desgarra el pecho, lo devora, lo
aniquila, y siente q el pecho lo atacará de la misma forma. A medida q las pulsiones sádico- uretrales y sádico- anales se fortalecen, el
lactante, en su imaginación, ataca el pecho q con orina envenenada y heces explosivas y supone q el pecho lo envenenará o hará
explotar.
Como los ataques fantaseados dirigidos contra el objeto son influidos por la voracidad, el temor a la voracidad del objeto, debido a la
proyección constituye un elemento esencial de la ansiedad persecutoria: el pecho malo devorará al bebé con la misma voracidad con q
desea devorarlo.
Pero la ansiedad persecutoria es en cierta medida contrarrestada por la relación del lactante con el pecho bueno. Aunque sus
sentimientos se centran en la relación alimentaria con la madre, representada por el pecho, otros aspectos de la madre intervienen ya en
la 1ª relación con ella (sonrisa, mano, voz). La gratificación y el amor q el bebé experimenta en esas situaciones le ayudan a contrarrestar
la ansiedad persecutoria y aun los sentimientos de pérdida y persecución despertados por la experiencia del nacimiento: su proximidad
física a la madre durante la alimentación ayuda a superar la añoranza de un estado anterior perdido, alivia la ansiedad persecutoria y
fortalece la confianza en el objeto bueno.
Es característico de las emociones del niño muy pequeño ser extremas y poderosas. El objeto frustrador malo es sentido como un
perseguidor terrible; el pecho bueno tiende a transformarse en el pecho “ideal” q saciará el deseo voraz de gratificación ilimitada,
inmediata e incesante. Así se origina la sensación de q hay un pecho perfecto, inagotable, siempre disponible y siempre gratificador. Otro
factor q interviene en la idealización del pecho buen es la fuerza del temor a la persecución en el lactante; esto crea la necesidad de ser
protegido contra perseguidores y viene a incrementar el poder de un objeto totalmente gratificador. El pecho idealizado constituye el
corolario del pecho perseguidor, y en la medida en q la idealización deriva de la necesidad de protección contra los objetos perseguidores,
es un medio de defensa contra la ansiedad.
El pecho idealizado es un medio de defensa contra la ansiedad persecutoria.
La negación en su forma externa (como en la gratificación alucinatoria) lleva hasta el aniquilamiento de cualquier objeto o situación
frustradores y está ligada al fuerte sentimiento de omnipotencia q prevalece en los primeros estadios de vida.
La tendencia del Yo a integrarse puede considerarse como una expresión del instinto de vida.
La síntesis entre sentimientos de amor y pulsiones destructivas hacia un mismo objeto (el pecho) origina ansiedad depresiva, culpa y
necesidad de reparar el objeto bueno dañado, el pecho bueno.
La ambivalencia es a veces vivenciada en relación con un objeto parcial ( el pecho de la madre). Durante los primeros meses de vida,
esos estados de integración son de corta duración. Paralelamente al crecimiento, las experiencias de síntesis y de ansiedad depresiva, se
hacen más frecuentes y duraderas; todo esto forma parte del progreso en la integración. Con el progreso de la integración y la síntesis de
emociones contrastantes hacia el objeto, la libido llega a mitigar las pulsiones destructivas. Esto conduce a una disminución efectiva de la
ansiedad, lo cual constituye una condición fundamental del desarrollo normal.
Los tempranos métodos de escisión influyen en la forma en que se lleva a cabo la represión, en un estadío ulterior; y esto a su vez
determina el grado de interacción entre lo consciente y lo inconsciente. Todo lo que estimula el temor a la persecución refuerza los
mecanismos esquizoides, es decir, la tendencia del yo a escindirse a si mismo y al objeto, mientras que toda experiencia positiva fortalece
la confianza en el objeto bueno y contribuye a la integración del yo y a la síntesis del objeto.
En la fase mas temprana, el pecho bueno, introyectado en situaciones de gratificación y felicidad, llega a ser parte vital del yo y fortalece
su capacidad de integración. Cuando en la fusión de los dos instintos, el instinto de vida predomina sobre el instinto de muerte, y la libido
sobre la agresión, el pecho bueno puede instalarse en forma firme en la mente del lactante.
El hecho de que predominen sentimientos de frustración o de gratificación en la relación del lactante con el pecho está influido por las
circunstancias externas; pero tb debemos tener en cuenta los factores constitucionales, que desde un principio contribuyen a fortalecer al
yo: la capacidad del yo para tolerar la atención y la ansiedad y, en cierta medida, tolerar la frustración es un factor constitucional.
El papel de la proyección en las vicisitudes de la ansiedad persecutoria: las pulsiones sadico-orales de devorar y vaciar el pecho materno
son elaboradas en fantasías de devorar y vaciar el cuerpo de la madre. Ataques derivados de todas las demás fuentes de sadismo quedan
pronto ligados a esos ataques orales y así desarrollan dos principales líneas de fantasías sádicas. Una forma de ataque fantaseado
consiste en vaciar el cuerpo de la madre de todo lo bueno y deseable. La otra (predominantemente anal) consiste en llenar el cuerpo
materno con sustancias malas o con partes del yo que fueran escindidas y proyectadas en el interior de la madre. Estas sustancias y
partes malas son principalmente representadas por los excrementos, que se transforman en instrumentos para dañar, destruir o controlar
al objeto atacado. O bien todo el si-mismo (sentido como malo) entra en el cuerpo materno y lo controla. En estas diferentes fantasías el
yo se posesiona por proyección de un objeto externo (en primer lugar de la madre) y lo transforma en una extensión de si-mismo. El objeto
se transforma, hasta cierto punto, en representante del yo y estos procesos constituyen la base de la significación por proyección o
identificación proyectiva. La identificación por introyección y la identificación por proyección parecen ser procesos complementarios. Los
procesos que subyacen a la identificación proyectiva operarían ya en la primitiva relación con el pecho. La identificación proyectiva
empezara simultáneamente con la voraz introyeccion sadico-oral del pecho. La introyeccion y la proyección interactuan desde el principio
de la vida.
La proyección de los sentimientos de amor, que subyacen al proceso de inversión de la libido en el objeto, es la condición preliminar del
hallazgo de un objeto bueno. La introyeccion de un objeto bueno estimula la proyección de sentimientos buenos hacia el exterior y esto a
su vez, por reintroyeccion, fortalece el sentimiento de poseer un objeto interno bueno. A la proyección de si-mismo malo en el objeto y en
el mundo externo, corresponde la proyección de partes buenas o de todo el si-mismo bueno. La introyeccion del objeto bueno reduce la
ansiedad persecutoria. Así, la relación con ambos mundos, interno y externo, mejora simultáneamente y el yo adquiere mas fuerza e
integración.
El progreso de la integración que depende de la predominancia temporaria de las pulsiones de amor sobre las pulsiones destructivas,
conduce a estados transitorios en los que el yo sintetiza sentimientos de amor y pulsiones destructivas hacia un objeto. Este proceso de
síntesis inicia nuevos pasos de importancia en el desarrollo: surgen las penosas emociones de la ansiedad depresiva y la culpa; la
agresión es mitigada por la libido; disminuye la ansiedad persecutoria; la ansiedad relativa al destino del objeto externo o interno en peligro
conduce a una identificación fuerte con él; el yo lucha por repara y tb inhibe las pulsiones agresivas, sentidas como peligrosas para el
objeto amado.
Con la creciente integridad de yo, las experiencias de ansiedad depresiva aumentan en frecuencia. Simultáneamente, a medida que
aumenta el alcance de la percepción, el concepto de madre como persona única y total se desarrolla en la mente del lactante a partir de
una relación con parte de su cuerpo y varios aspectos de su personalidad. La angustia depresiva y la culpa se centran gradualmente en la
madre como persona y aumentan en intensidad; la posición depresiva aparece en primer plano.
En este estadio predomina la posición esquizo-paranoide. La interacción entre los procesos de introyeccion y proyección (reintroyeccion y
reproyeccion) determina el desarrollo del yo. La relación con el pecho amado y odiado constituye la 1ª relación de objeto del lactante. Las
pulsiones destructivas y la ansiedad persecutoria se hallan en su apogeo. El deseo de ilimitada gratificación tanto como la ansiedad
persecutoria, contribuyen a que el lactante sienta que existen a la vez un pecho ideal y un pecho peligroso devorador, que se hallan
cuidadosamente separados uno de otro en su mente. Estos dos aspectos del pecho materno son introyectados y constituyen el núcleo del
superyó. La escisión, la omnipotencia, la idealización, la negación y el control de los objetos internos y externos predominan en este
estadio. Estos primeros métodos de defensa son de naturaleza extrema, de acuerdo con la intensidad de la emociones tempranas y la
limitada capacidad del yo para tolerar la ansiedad aguda. Al mismo tiempo que estas defensas obstruyen el camino de la integración son
esenciales para el total desarrollo del yo, porque alinean una y otra vez las ansiedades del bebé. Esta seguridad relativa y temporaria se
logra principalmente manteniendo el objeto perseguidor separado del objeto bueno. La presencia en la mente del objeto bueno permite al
yo conservar por momentos fuertes sentimientos de amor y gratificación. El objeto bueno tb ofrece protección contra el objeto perseguidor,
porque el lactante siente que lo ha reemplazado.
A medida que el yo adquiere mayor capacidad para tolerar la ansiedad, los métodos de defensa se modifican paralelamente. A ello
contribuye el creciente sentido de realidad y la mayor variedad de gratificación, intereses y relaciones de objetos. Disminuye la fuerza de
las pulsiones destructivas y de la ansiedad persecutoria; se fortalece la ansiedad depresiva.

2. La posición depresiva infantil


Durante el segundo trimestre del primer año, ciertos cambios en el desarrollo intelectual y emocional del bebé se hacen mas marcados. Su
relación con el mundo externo se vuelve mas diferenciado.
La gama de sus gratificaciones e intereses se amplía y aumenta su capacidad de expresar sus emociones y de comunicarse con la gente.
Estos cambios observables evidencian el desarrollo gradual del yo. La integración, la conciencia, las capacidades intelectuales, la relación
con el mundo externo y otras funciones del yo se desarrollan constantemente. Progresa la organización sexual del bebé; las tendencias
uretrales, anales y genitales adquieren fuerza, aunque los impulsos orales predominan aún. Existe una confluencia de diferentes fuentes
de libido y agresión, que matiza la vida emocional del bebé y hace aparecer en primer plano varias situaciones nuevas de ansiedad; se
amplia la gama de fantasías y estas se vuelven mas elaboradas y diferenciadas. Paralelamente ocurren importantes cambios en la
naturaleza de las defensas.
La relación con la madre como persona se establece mas firmemente y la identificación con ella se fortalece cuando el bebé llega a
percibir a su madre como persona, como objeto total.
Mientras que cierto grado de integración es condición previa para que el yo pueda introyectar a la madre y al padre como personas totales,
el desarrollo ulterior en la dirección de la integración y síntesis de inicia al colocarse en primer plano la posición depresiva. Los distintos
aspectos de los objetos se unen y esos objetos son ahora personas totales.
Los procesos de integración y síntesis hacen que el conflicto entre el amor y el odio aparezca a plena luz. La ansiedad depresiva y los
sentimientos de culpa resultantes se modifican no solo en cantidad sino en calidad. La ambivalencia es ahora vivenciada hacia el objeto
total. Se produce un acercamiento del amor y del odio; la madre buena y la madre mala ya no pueden ser mantenidas tan separadas como
en el estadio primitivo. Aunque el poder de las pulsiones destructivas disminuye, estas pulsiones son sentidas como un gran peligro para
el objeto amado percibido ahora como persona. La voracidad y las defensas contra ésta desempeñan un importante papel en este estadio,
pues la ansiedad de perder irreparablemente el objeto amado tiende a aumentar la voracidad. Esta es sentida como incontrolable y
destructiva, como amenaza a los objetos internos y externos. El yo inhibe los deseos instintivos y esto puede conducir a serias inhibiciones
en el establecimiento de relaciones.
La ansiedad con respecto a la madre internalizada a la que se siente dañada, el peligro de ser aniquilada o ya aniquilada y perdida para
siempre, conduce a una mayor identificación con el objeto dañado. Esta identificación fortalece a la vez el impulso a reparar y las
tentativas del yo de inhibir las pulsiones agresivas. El yo utiliza la defensa maníaca. La negación, la idealización, la escisión y el control de
los objetos internos y externos son utilizados por el yo con el fin de neutralizar la ansiedad persecutoria. Estos métodos omnipotentes se
conservan en cierta medida cuando surge la posición depresiva pero se los utiliza predominantemente para neutralizar la ansiedad
depresiva. Cambian tb los progresos hacia la integración y síntesis, se hacen menos extremos y se adaptan a la creciente capacidad del
yo para afrontar la realidad psíquica. Alterados de este modo en forma y fin, esos métodos tempranos constituyen ahora la defensa
maníaca.
Enfrentado a una multitud de situaciones de ansiedad, el yo tiende a negarlas y cuando la ansiedad es máxima, el yo llega hasta negar
que pueda amar al objeto en forma alguna.
Cuando el bebé introyecta una realidad externa mas tranquilizadora, mejora su mundo interno; y esto a su vez por proyección mejora la
imagen del mundo externo. A medida que el bebé reintroyecta un mundo externo mas realista y tranquilizador, se producen progresos
esenciales en la organización del superyó. Sin embrago, a medida que se unen los objetos internos buenos y malos se altera la relación
entre el yo y el superyó, es decir, se produce una asimilación progresiva del superyó por el yo.
En este estadio, el deseo de reparar el objeto dañado entra en juego de lleno. Esta tendencia se halla ligada a sentimientos de culpa. Al
sentir el bebé que sus pulsiones y fantasías de destrucción están dirigidos contra la persona total de su objeto amado, surge la culpa y la
necesidad dominante de preservar o revivir el objeto amado dañado. Estas emociones conducen a estadios de duelo y las defensas
movilizadas a tentativas por parte del yo a superar el duelo.
Puesto q la tendencia a reparar deriva del instinto de vida, origina fantasías y deseos libidinales. Esta tendencia forma parte de todas las
sublimaciones y constituirá, a partir de este estadio, el medio + poderoso por el cual se mantiene a raya y se disminuye la depresión.
En los primeros estadios, todos los aspectos de la vida mental son utilizados por el Yo como defensa contra la ansiedad.
La omnipotencia decrece a medida q el bebé adquiere confianza a la vez en sus objetos y en sus capacidades de reparación. Siente q
todas las etapas del desarrollo, todo nuevo logro, complace a los q lo rodean y q en esta forma expresa su amor, compensa o anula el
daño hecho por sus pulsiones agresivas y repara sus objetos amados dañados.
Así se establecen las bases del desarrollo normal: se desarrollan relaciones con los demás, disminuye la ansiedad persecutoria referida a
los objetos internos y externos, se establecen + firmemente los objetos internos buenos, lo q trae aparejado un sentimiento de seguridad;
todo lo cual fortalece y enriquece al Yo.
Cuando aumenta el sentido de la realidad en relación con los objetos y la confianza en ellos, el bebé se vuelve más capaz de distinguir
entre la frustración impuesta desde el exterior y los peligros internos fantaseados. El odio y la agresión se relacionan más estrechamente
con la frustración o daño reales derivados de factores externos. Esto constituye un paso hacia un método más realista y objetivo de
manejo de su propia agresión, q despierta menos culpa y capacita al niño tanto para vivenciar como para sublimar su agresión en una
forma egosintónica.
La creciente adaptación a la realidad (ligada a los cambios del funcionamiento de la introyección y la proyección) tiene por resultado una
relación + segura con el mundo externo e interno. Esto conduce a una disminución de la ambivalencia y agresión, lo q permite q el deseo
de reparación entra a jugar de lleno.
Cuando el bebé alcanza el estadio crucial comprendido entre los 3 y los 6 meses de edad y se enfrenta con los conflictos, culpa y pena a
la posición depresiva. Su capacidad de manejo de la ansiedad se halla en cierto grado determinada por su desarrollo anterior, es decir, por
la medida en q durante los 3 o 4 primeros meses de vida fue capaz de incorporar y establecer dentro de si el objeto bueno q forma el
núcleo de su Yo. Si este proceso fue exitoso (es decir, si la ansiedad persecutoria y los procesos de escisión no son excesivos y q cierto
grado de integración ha sido alcanzado) gradualmente pierden fuerza su ansiedad persecutoria y los mecanismos esquizoides, el Yo
puede introyectar y establecer el objeto total y atravesar la posición depresiva. Pero si el Yo es incapaz de mantener las situaciones de
ansiedad q surgen en este estadio, puede nacer una marcada regresión desde la posición depresiva a la anterior posición esquizo-
paranoide. Esto impediría tb los procesos de introyección total y afectaría intensamente el desarrollo durante el primer año de vida y toda
su niñez.
La posición depresiva está ligada a cambios fundamentales en la organización libidinal del bebé, pues durante este período, el bebé entra
en los estadios tempranos del C de E positivo y negativo. Estos estadios tempranos se caracterizan por el importante papel q
desempeñan los objetos parciales en la mente del bebé mientras se establece la relación con los objetos totales. A pesar de q los deseos
genitales se acercan al primer plano, predomina aún la libido oral. Poderosos deseos orales se transfieren del pecho materno al pene del
padre. Los deseos genitales del bebé, se unen a los deseos orales; lo q trae aparejada una relación oral, así como genital con el pene del
padre. Los deseos genitales se dirigen tb hacia la madre. Los deseos del pene paterno están ligados a los celos de la madre, xq el bebé
siente q ésta recibe el objeto codiciado.
Estas múltiples emociones y deseos en ambos sexos subyacen al C de E tanto directo como invertido.
Los estadios tempranos del desarrollo edípico son muy complejos: convergen deseos de distintos orígenes; estos deseos se dirigen a
objetos parciales así como a objetos totales, el pene del padre, codiciado y odiado, existe como parte del cuerpo del padre y tb el bebé
siente q está simultáneamente en su propio interior y dentro del cuerpo de la madre.
La envidia parece ser inherente a la voracidad oral, se dirige primeramente hacia el pecho nutricio. A esta envidia primitiva se agregan los
celos cuando surge la situación edípica. Los sentimientos del bebé en relación con ambos padres parecen organizarse así:
Cuando es frustrado, el padre o la madre gozan del objeto apetecido del q es privado. Es característico de las emociones y voracidad
intensas del bebé atribuir a los padres un estado de constante gratificación mutua de naturaleza oral, anal y genital.
A medida q se desarrolla una relación + realista con los padres, el bebé llega a considerarlos como individuos separados.
Estos progresos están ligados a la posición depresiva. En ambos sexos, el temor a perder a la madre, objeto amado primario, contribuye a
crear la necesidad de sustitutos, respondiendo a ella el bebé se vuelve primeramente hacia el padre, quien en ese estadio tb es
introyectado como persona total.
Así, la libido y la ansiedad depresiva son desviadas de la madre en cierta medida, y este proceso de distribución estimula las relaciones de
objeto y disminuye la intensidad de los sentimientos depresivos. Los estadios tempranos del C de E positivo y negativo alivian las
ansiedades del niño y lo ayudan a superar la posición depresiva. Al mismo tiempo surgen nuevos conflictos y ansiedades, puesto q los
deseos edípicos hacia los padres implican q la envidia y los celos son ahora vivenciados hacia 2 personas, a las q se odia y se ama a la
vez.

Desarrollo ulterior y modificación de la ansiedad


La neurosis infantil puede ser considerada como una combinación de procesos mediante los cuales las ansiedades de naturaleza psicótica
son ligadas, elaboradas y modificadas. La neurosis infantil empieza en el primer año de vida y termina al iniciarse el período de latencia,
cuando se logra la modificación de las ansiedades tempranas.
La primacía genital implica una disminución de las tendencias y ansiedades orales, uretrales y anales. A través del proceso de elaboración
de conflictos edípicos y el logro de la primacía genital, el niño se hace capaz de establecer firmemente los objetos buenos en su mundo
interior y de desarrollar una relación estable con sus padres. Esto significa q está elaborando y modificando las ansiedades persecutoria y
depresiva.
Con el comienzo de la posición depresiva, el Yo se ve llevado a proyectar, desviar y distribuir los deseos y emociones así como la culpa y
la necesidad de reparar en nuevos objetos e intereses. Estos procesos constituyen la fuente principal de las sublimaciones a lo largo de la
vida. Es condición previa del desarrollo exitoso de las sublimaciones q el amor por los objetos primitivos pueda mantenerse, mientras los
deseos y ansiedades son desviados y distribuidos, pues el predominio de la queja y el odio hacia los objetos primarios tiende a hacer
peligrar las sublimaciones y relaciones con objetos sustitutivos.
Todos los aspectos del desarrollo están ligados a la neurosis infantil. Un rasgo característico de la neurosis infantil lo constituyen las fobias
tempranas q surgen durante el primer año de vida y, cambiando de forma y contenido, aparecen y desaparecen a lo largo de los años de
infancia. Tanto la ansiedad persecutoria como la depresiva subyacen a las fobias tempranas. La necesidad de externalizar los objetos
perseguidores es un elemento intrínseco del mecanismo de las fobias. Esta necesidad deriva tanto de la ansiedad persecutoria (referida al
Yo) como de la ansiedad depresiva (centrada en los peligros q amenazan a los objetos internos buenos por parte de los perseguidores
internos).
Las ansiedades orales, uretrales y anales constituyen rasgos básicos de la sintomatología de la neurosis infantil.
Durante el 2º año, las tendencias obsesivas se colocan en primer plano; expresan y ligan ansiedades orales, uretrales y anales. Estos
fenómenos pueden ser descritos como síntomas neuróticos.
La capacidad del Yo para desarrollar paso a paso defensas q le permitan en cierta medida elaborar las ansiedades, es parte esencial del
proceso de modificación de la ansiedad.
Los mecanismos obsesivos constituyen una parte importante del desarrollo del Yo, capacitan a este para mantener temporariamente a
raya la ansiedad. Esto a su vez ayuda al Yo en el logro de mayor integración y fuerza; en esta forma es posible la gradual elaboración,
disminución y modificación de la ansiedad.
Otro cambio de las defensas caracteriza al estadio en q se fortalece la libido genital. Cuando esto sucede, el Yo se halla más integrado,
se ha desarrollado la función de la conciencia, tb el superyó está más integrado, se ha producido una síntesis + completa de los procesos
inconcientes, es decir, entre las partes inconcientes del Yo y del superyó, es más nítida la demarcación entre lo conciente y lo inconciente.
Estos progresos permiten a la represión desempeñar el papel dominante entre las defensas. Un factor esencial de la represión es el
aspecto censurador y prohibidor del superyó. Las exigencias del superyó de mantener fuera de la conciencia determinadas pulsiones y
fantasías de carácter agresivo y libidinal, las cumple el yo + fácilmente xq ha progresado en su integración y en la asimilación del superyó.
Los cambios en la estructura del superyó, q se efectúan gradualmente y están siempre ligados al desarrollo edípico, contribuyen a la
declinación del C de E al iniciarse el período de latencia.
Los cambios característicos de la iniciación del período de latencia pueden resumirse así: la relación con los padres es + segura, los
padres introyectados se aproximan + a la imagen de los padres reales, sus normas, advertencias y prohibiciones son aceptadas e
internalizadas y la represión de los deseos edípicos es + eficaz.

c)
• El objeto transicional y los fenómenos transicionales. El espacio transicional.
• La relación de objeto y el uso del objeto. Ilusión- desilusión.
• Función materna. Noción de sostén (holding).
• El medio circundante facilitador (M. S. B).
Realidad y juego [WINNICOTT]
Cap 1: Objetos transicionales y fenómenos transicionales:
Los objetos transicionales y los fenómenos transicionales designan la zona intermedia de experiencia, entre el pulgar y el osito, entre el
erotismo oral y la verdadera relación de objeto, entre la actividad creadora primaria y la proyección de lo que ya se ha introyectado.
Entonces podríamos decir que el parloteo del bebé y la manera en que un niño mayor repite un repertorio de canciones y melodías
mientras se prepara para dormir se ubican en la zona intermedia, como fenómenos transicionales, junto con el uso que se hace de objetos
que no forman parte del cuerpo del niño aunque todavía no se los reconozca como pertenecientes a la realidad exterior.
De cada individuo que ha llegado a ser una unidad, con una membrana limitante, y un exterior y un interior, puede decirse que posee una
realidad interna, un mundo interior.
Una 3ª parte de la vida del ser humano es una zona intermedia de experiencia a la cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior.
Se trata de una zona que no es objeto de desafío alguno, porque no se le prestan exigencias, salvo la de que exista como lugar de
descanso para un individuo dedicado a la perpetua tarea humana de mantener separadas y a la vez interrelacionadas la realidad interna y
la exterior.
La pauta de los fenómenos transicionales empieza a aparecer desde los 4 a 6 meses hasta los 8 a 12 meses.
La necesidad de un objeto o de una pauta de conducta específicos, que comenzó a edad muy temprana, puede reaparecer más adelante,
cuando se presente la amenaza de una privación.
Comentarios en la teoría psicoanalítica aceptada:
• El objeto transicional representa el pecho materno o el objeto de la 1ª relación.
• Es anterior a la prueba de realidad establecida.
• En relación con el objeto transicional el bebé pasa del dominio omnipotente (mágico) al dominio por manipulación (erotismo muscular
y placer de la coordinación).
• A la larga, el objeto transicional puede convertirse en un objeto fetiche y por lo tanto persistir como una característica de la vida sexual
adulta.
• A consecuencia de la organización erótica anal, el objeto transicional puede representar las haces.
Un niño no tiene posibilidad de pasar del principio del placer al de la realidad, o la identificación primaria y más allá de ella, si no existe una
madre lo bastante buena. La “madre” lo bastante buena es la que lleva a cabo la adaptación activa a las necesidades de éste y que la
disminuye poco a poco, según la creciente capacidad del niño para hacer frente al fracaso en materia de adaptación y para tolerar los
resultados de la frustración.
La madre bastante buena comienza con una adaptación casi total a las necesidades de su hijo, y a medida que pasa el tiempo se adapta
poco a poco, en consonancia con la creciente capacidad de su hijo para encarar este retroceso.
Entre los medios con que cuenta el bebé para enfrentar ese retiro materno, se encuentran los siguientes:
1. Su experiencia en el sentido de que la frustración tiene un límite de tiempo.
2. Una creciente percepción del proceso.
3. El comienzo de la actividad mental.
4. La utilización de satisfacciones autoeróticas.
5. El recuerdo, el revivir de experiencias, las fantasías, los sueños: la integración del pasado, presente y futuro.
Al comienzo, la mamá ofrece al bebé la posibilidad de crearse la ilusión de que su pecho es parte de él. Parece encontrarse bajo su
dominio mágico. La omnipotencia es casi un hecho de la experiencia. La tarea posterior de la madre consiste en desilusionar al bebé en
forma gradual, pero no lo logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de ilusión.
El bebé crea el pecho una y otra vez a partir de su capacidad de amor o su necesidad. Se desarrolla en él un fenómeno subjetivo, que
llamamos pecho materno.
“La zona inmediata es la que se le ofrece al bebé entre la creatividad primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de la
realidad”. Los fenómenos transicionales representan las primeras etapas del uso de la ilusión, sin las cuales no tiene sentido para el ser
humano la idea de una relación con un objeto que otros perciben como exterior a ese ser.
Cuando la adaptación de la madre las necesidades del bebé es lo bastante buena, produce en este la ilusión de que existe una realidad
exterior que corresponde a su propia capacidad de crear. Es decir, que hay una superposición entre lo que la madre proporciona y lo que
el bebé puede concebir al respecto. El bebé se alimenta de un pecho que es parte de él y la madre da leche a un bebé que forma parte de
ella.
La función principal del objeto transicional y el fenómeno transicional es el inicio de una “zona neutral de experiencia” que no será atacada.
Acerca del objeto transicional puede decirse que se trata de un convenio entre nosotros y el bebé, en el sentido de que nunca le
formularemos la pregunta: ¿concebiste esto, o te fue presentado desde afuera? Lo importante es que no se espera decisión alguna al
respecto.
La tarea principal de la madre, aparte de ofrecer la oportunidad para una ilusión, consiste en desilusionar al bebé. Esto es previo a la tarea
del destete, y además sigue siendo una de las obligaciones de los padres y los educadores. Ese aspecto de la ilusión es intrínseco de los
seres humanos, e individuo alguno lo resuelve en definitiva por si mismo. Si las cosas salen bien en ese proceso de desilusión gradual,
queda preparado el escenario para las frustraciones que reunimos bajo la denominación de destete.
La zona intermedia de experiencia es una continuación directa de la zona de juego del niño pequeño que “se pierde” en sus juegos.
En la infancia la zona intermedia es necesaria para la iniciación de una relación entre el niño y el mundo, y la posibilita una crianza lo
bastante buena en la 1ª fase crítica. Para todo ello es esencial la continuidad del ambiente emocional exterior y de determinados
elementos del medio físico, tales como el objeto transicional.
Resumen: Las primeras experiencias del niño sano se expresan ante todo en la relación con la 1ª posesión. Esta se vincula en el tiempo
con los fenómenos autoeróticos y la succión del puño y del pulgar, con juguetes blandos y más adelante con los juguetes duros. Por otra
parte tiene vinculaciones con el objeto exterior (el pecho materno) y con los objetos internos (el pecho mágicamente introyectado), pero es
distinta de ellos.
Los objetos y fenómenos transicionales pertenecen al reino de la ilusión que constituye la base de iniciación de la experiencia. Esa 1ª
etapa del desarrollo está posibilitada por la capacidad especial de la madre para adaptarse a las necesidades de su hijo, con lo cual le
permite forjarse la ilusión de que lo que él cree existe en la realidad.
La zona intermedia de experiencia constituye la mayor parte de la experiencia del bebé, y se conserva a lo largo de la vida en las intensas
experiencias que corresponden a las artes y la religión, a la vida imaginativa y la labor científica creadora.
El objeto transicional del bebé se descarga poco a poco, en especial, a medida que se desarrollan los intereses culturales.
Cap 3: El juego: exposición teórica.
El jugar tiene un lugar y un tiempo. No se encuentra adentro, pero tampoco afuera, es decir, no forma parte del mundo repudiado, el no-
yo, lo que el niño ha decidido reconocer como verdaderamente exterior, fuera del alcance del dominio mágico. Para dominar lo que está
afuera es preciso hacer cosas, no sólo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo. Jugar es hacer.
Lo universal es el juego y corresponde a la salud: facilita el crecimiento y por lo tanto esta última; conduce a relaciones de grupo, puede
ser una forma de comunicación en psicoterapia y el psicoanálisis se ha convertido en una forma muy especializada de juego al servicio de
la comunicación consigo mismo y con los demás.
Teoría del juego: es posible describir una secuencia de relaciones vinculadas con el proceso de desarrollo y buscar donde comienza el
jugar.
- El niño y el objeto se encuentran fusionados. La visión que el niño tiene del objeto es subjetiva, y la madre se orienta a hacer real lo
que el niño está dispuesto a encontrar.
- El objeto es repudiado, reaceptado y percibido en forma objetiva. Este complejo proceso depende en gran medida de que exista una
madre o una figura materna dispuesta a participar y a devolver lo que se ofrece.
Ello significa que la madre se encuentra en un “ir” y “venir” que oscila entre ser lo que el niño tiene la capacidad de encontrar y ser ella
misma, a la que espera que la encuentren.
Si se puede representar ese papel durante un tiempo, el niño vive cierta experiencia de control mágico, es decir, la experiencia de
omnipotencia.
En el estado de confianza que se forma cuando la madre puede hacer esta cosa que es tan difícil, el niño empieza a gozar de
experiencias basadas en un “matrimonio” de la omnipotencia de los procesos intrapsíquicos con su dominio d lo real. La confianza en la
madre constituye un campo intermedio, en el que se origina la idea de lo mágico, pues el niño experimenta en cierta medida la
omnipotencia.
El juego es muy estimulante. Lo que siempre importa es lo precario de la acción recíproca entre la realidad psíquica personal y la
experiencia del dominio de los objetos reales. Se trata de la precariedad de la magia misma, que surge en la intimidad, en una relación
que se percibe como digna de confianza.
- La etapa siguiente consiste en encontrarse solo en presencia de alguien. El niño juega entonces sobre la base del supuesto de que la
persona a quien ama y que es digna de confianza se encuentra cerca, y que sigue estándolo cuando se la recuerda, después de haberla
olvidado. Se siente que dicha persona refleja lo que ocurre en el juego.
- El niño se prepara para la etapa que sigue, la cual consiste en permitir una superposición de 2 zonas de juego. Tarde o temprano, la
madre introduce su propio modo de jugar, y descubre que los bebés varían en su capacidad para aceptar o rechazar la introducción de
ideas que les pertenecen.
Resumen:
Lo que interesa del jugar es el estado casi de alejamiento y en esta región no se admiten intrusiones. Esta zona de juego no es una
realidad psíquica interna. Se encuentra fuera del individuo, pero no es del mundo exterior. En ella el niño reúne objetos o fenómenos de la
realidad exterior y los usa al servicio de una muestra derivada de la realidad interna o personal.
Al jugar manipula fenómenos exteriores al servicio de los sueños, e inviste a algunos de ellos de significación y sentimientos oníricos.
Hay un desarrollo que va desde los fenómenos transicionales al juego compartido, y de él a las experiencias culturales.
El juego implica confianza, y pertenece al espacio potencial entre el niño y la figura materna, con el 1° en un estado de dependencia casi
absoluta y dando por sentada la función de adaptación de la figura materna.
El juego compromete al cuerpo: * debido a la manipulación de objetos y, * porque ciertos tipos de interés intenso se vinculan con algunos
aspectos de la excitación corporal.
La excitación corporal en las zonas erógenas amenaza a cada rato del juego.
En esencia, el juego es satisfactorio. Ello es así cuando conduce a un alto grado de ansiedad. Existe determinada medida de ansiedad
que resulta insoportable y destruye el juego.
El elemento placentero del juego contiene la inferencia de que el despertar de los instintos no es excesivo; el que va más allá de cierto
punto lleva a: * la culminación; * una culminación frustrada y un sentimiento de confusión mental e incomodidad física que sólo el tiempo
puede curar; * una culminación alternativa.
El juego es intrínsecamente excitante y precario. Esta característica deriva de la precariedad de la acción recíproca, en la mente del niño,
entre lo que es subjetivo y lo que se percibe de manera objetiva.
Cap 4: El juego: actividad creadora y búsqueda de la persona.
Un rasgo importante del juego es que en él, el niño y el adulto están en libertad de ser creadores. Esta consideración surge como un
desarrollo del concepto de los fenómenos transicionales.
Con el relajamiento en las condiciones de confianza basada en la experiencia, la actividad física y mental manifestada en el juego, y la
suma de estas experiencias para formar la base de un sentimiento de persona; el individuo puede integrarse y actuar como una unidad, no
en defensa contra la ansiedad, sino como expresión del yo soy, estoy vivo. A partir de esta posición todo es creador.
Cap 6: El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones.
Es necesario que un analista se preocupe por desarrollar y establecer la aptitud para usar objetos, y por reconocer la falta de ella, cuando
es un hecho concreto.
La diferencia que hay entre la relación de objeto y el uso de objeto es la siguiente:
- En la relación de objeto, el sujeto permite que se produzcan ciertas alteraciones en la persona. El objeto se ha vuelto significativo. Han
actuado mecanismos de proyección e identificación, y el sujeto se ve vaciado en la medida en que parte de él se encuentra en el objeto,
aunque enriquecida por el sentimiento.
- En el uso del objeto, hay una relación de objeto, pero además existen otros rasgos que abarcan la naturaleza y conducta del objeto. Por
ejemplo, si se desea usar un objeto, este debe ser real en el sentido de formar parte de la realidad compartida, y no un manojo de
proyecciones.
El rasgo esencial del concepto de objetos y fenómenos transicionales es que el bebé crea el objeto, pero este estaba ahí, esperando que
se lo crease y que se lo denominara objeto cargado.
Para usar un objeto es preciso que el sujeto haya desarrollado una capacidad que le permita usarlos. Esto forma parte del paso al
principio de realidad.
El desarrollo de la aptitud para usar un objeto va de la mano del proceso de maduración; 1° viene la relación de objeto y luego su uso;
pero en la fase intermedia existe la ubicación del objeto, por el sujeto, fuera de la zona de control omnipotente, es decir, su percepción del
objeto como un fenómeno exterior, no como una entidad proyectiva, y en rigor su reconocimiento como una entidad por derecho propio.
Este paso significa que el sujeto destruye el objeto, pero el objeto puede sobrevivir a la destrucción por el sujeto. Gracias a la
supervivencia del objeto, el sujeto puede vivir una vida en el mundo de los objetos.
En la teoría ortodoxa se encuentra el supuesto de que la agresión es una reacción al encuentro con el principio de realidad, pero aquí el
impulso destructivo es el que crea la exterioridad
Cap 7: La ubicación de la experiencia cultural.
El lugar de ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente. Lo mismo puede decirse
acerca del juego. La experiencia cultural comienza con el vivir creador, cuya 1ª manifestación es el juego.
En cada individuo la utilización de dicho espacio la determinan las experiencias vitales que surgen en las primeras etapas de su
existencia.
Desde el principio, el bebé vive experiencias de máxima intensidad en el espacio potencial que existe entre el objeto subjetivo y el objeto
percibido en forma objetiva, entre las extensiones del yo y el no- yo. Ese espacio se encuentra en el juego recíproco entre el no existir otra
cosa que yo y el existir de objetos y fenómenos fuera del control omnipotente.
El espacio potencial se da sólo en relación con un sentimiento de confianza por parte del bebé, es decir, de confianza vinculada con la
confiabilidad de la figura materna o de los elementos ambientales, siendo la confianza la prueba de confiabilidad que comienza a ser
introyectada.
Si se quiere pensar en esta zona como parte de la organización del yo, hay una parte de este que no es una porción corporal, es decir,
que no se basa en la pauta del funcionamiento del cuerpo, sino en experiencias corporales. Estas se refieren a la relación de objeto del
tipo no orgásmico, o a la que se puede denominar relación del no- yo, en el lugar en que cabe afirmar que la continuidad deja paso a la
contigüidad.
Todo lo que sucede en el juego se ha hecho antes, sentido antes, olido antes, y cuando aparecen símbolos específicos de la unión entre
el bebé y la madre (objetos transicionales); dichos objetos fueron adoptados, no creados. Pero para el bebé c/u de los detalles de su vida
es un ejemplo de vivir creador. C/ objeto es un objeto “hallado”. Si se le ofrece la posibilidad, el bebé empieza a vivir de manera creadora y
a usar objetos reales para mostrarse creativo en y con ellos.
El “niño privado” es inquieto e incapaz de jugar. La falta de confiabilidad o pérdida del objeto significa para el niño la pérdida de la zona de
juego, y la del símbolo significativo.
En circunstancias favorables el espacio potencial se llena de los productos de la imaginación creadora del bebé. En los desfavorables,
falta o es más o menos incierto el uso creador de los objetos.
La capacidad para formar imágenes y usarlas de manera constructiva, por recombinación en nuevas figuras, depende de la capacidad del
niño para confiar.
Resumen:
La 3ª- zona, la del juego, que se ensancha en el vivir creador y en toda la vida cultural del hombre es de gran importancia.
La zona de la experiencia está ubicada en el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente que al principio une y al mismo
tiempo separa al bebé y la madre cuando el amor materno, exhibido o manifestado como confiabilidad humana, otorga al bebé un
sentimiento de confianza en el factor ambiental.
El espacio potencial que existe entre el bebé y la madre, entre el niño y la familia, entre el individuo y la sociedad, depende de la
experiencia que conduce a confiar. Es allí donde el individuo experimenta este vivir creador.
d)
• Un modelo de observación en el desarrollo emocional del niño. Estado simbiótico y proceso de separación- individuación.
1- Fase autística normal.
2- Fase simbiótica normal. Características específicas de la simbiosis.
3- Subfases de separación- individuación. La constancia emocional.
EL NACIMIENTO PSICOLÓGICO DEL INFANTE HUMANO [MAHLER]
PARTE 1:
Enfoque general:
La conciencia de si mismo y el estar absorbido sin conciencia de si son 2 polaridades entre las cuales el adulto se mueve con variable
facilidad y con variables de alternación o simultaneidad. Pero esto también resulta de un proceso de lento desarrollo.
Denominamos al nacimiento psicológico del individuo proceso de separación- individuación: el establecimiento de un sentimiento de
separación respecto de un mundo de realidad y de una relación con él particularmente con respecto a las experiencias del propio cuerpo y
al principal representante del mundo tal como el infante lo experimenta, el objeto primario de amor.
La separación consiste en la emergencia del niño de una fusión simbiótica con la madre. La individuación consiste en los logros por parte
del niño de sus propias características individuales. Estos desarrollos están entrelazados con los procesos evolutivos; pueden proceder en
forma divergente, con una demora o precocidad en uno o en otro.
• Adaptación: desde el comienzo el niño se moldea y se despliega en la matriz de la unidad dual madre- infante, y la capacidad
adaptativa del niño y su necesidad de adaptación (para lograr satisfacción), son mucho mayores que los de la madre.
• La tensión, la ansiedad traumática, el hombre biológico, el aparato del yo, y la homeostasis son conceptos casi biológicos que
adquieren mayor pertinencia en los primeros meses y que son los precursores, respectivamente, de la ansiedad con contenido psíquico, la
ansiedad con señal, los impulsos orales y otros, las funciones del yo, y los mecanismos reguladores internos.
El infante nace en la cresta de las exigencias de adaptación que se le imponen, y estas exigencias las satisface la capacidad que tiene el
infante de dejarse conformar por su ambiente y de moldearse a ese.
• Relación objetal: conceptos tales como narcisismo, ambivalencia, sadomasoquismo, carácter oral o anal, y triángulo edípico se
relacionan simultáneamente con problemas de impulso y de relación objetal. Nuestra contribución muestra el desarrollo de la relación
objetal a partir del narcisismo. El logro cognitivo- afectivo de una conciencia de la separación como prerequisito de la verdadera relación
objetal, el papel de los aparatos del yo (memoria, percepción, etc) y de las funciones más complejas del yo en la promoción de tal
conciencia, ocupan una posición central en nuestra investigación: tratamos de demostrar cómo la relación objetal se desarrolla a partir del
narcisismo simbiótico o primario del infante, y se altera con el paralelo del logro de la separación y la individuación: y como el
funcionamiento del yo y el narcisismo secundario se desarrollan en la matriz de la relación narcisística y, más tarde, objetal con la madre.
• Definiciones:
- La separación: es el logro intrapsíquico de un sentimiento de separación de la madre y de separación del mundo en general. Las
separaciones físicas reales de la madre constituyen importantes contribuciones al sentimiento que adquiere el no de ser una persona
separada.
- La simbiosis: es un estado intrapsíquico, es un estado inferido. Nos referimos a un rasgo de la vida cognitivo- afectiva primitiva en que no
ha ocurrido la diferenciación entre el sí- mismo y la madre, o en que se ha dado una regresión a ese estado de indiferenciación yo- objeto
(que caracterizaba la fase simbiótica).
• Observación e inferencia: la observación de fenómenos motores, kinestésicos y gestuales de todo el cuerpo puede tener gran valor,
pues permite al observador inferir lo que está ocurriendo dentro del niño; es decir, los fenómenos motores están correlacionados con
eventos intrapsíquicos. "Esto es particularmente cierto en los primeros años de vida".
Esto ocurre porque las vías motoras y kinestésicas son los principales caminos de expresión defensa y descarga de que dispone el
infante. Podemos realizar inferencias a partir de esos fenómenos, remontándonos a estados internos, porque tales fenómenos son
productos terminales de los estados internos.
PARTE 2: Sobre la simbiosis humana y las subfases del proceso de separación- individuación.
• La fase autística normal:
En las semanas que preceden a la evolución hacia la simbiosis, los estados somniformes del neonato superan a los períodos de vigilia, y
recuerdan ese estado primigenio de distribución de la libido que prevalecía en la vida intrauterina y que se parece al modelo de un sistema
monádico cerrado, autosuficiente en su realización alucinatoria de deseos.
En la fase autística normal hay una relativa ausencia de catexia de los estímulos externos. Este es el período en el que se observa más
claramente la barrera que se opone a los estímulos, la falta innata de respuesta a los estímulos externos. El infante pasa la mayor parte
del día en un estado de semisueño y semivigilia: se despierta sobre todo cuando el hambre u otras tensiones provocadas por necesidades
lo hacen llorar y se hunde nuevamente en el sueño cuando está satisfecho, es decir, cuando se han aliviado las tensiones excedentes.
- Predominan los procesos fisiológicos más que los procesos psicológicos. El infante está protegido contra los estímulos externos, en una
situación semejante al estado prenatal, para facilitar el crecimiento fisiológico.
- El infante parece encontrarse en una situación de desorientación alucinatoria primitiva, en la cual la satisfacción de necesidades parece
pertenecer a su propia órbita "incondicionada", omnipotente y autística.
- Tiene que ocurrir un desplazamiento progresivo de la libido desde dentro del cuerpo hacia su periferia.
- Se pueden distinguir 2 estadios dentro de la fase del narcisismo primario.
1. Durante las primeras semanas de vida extrauterina, prevalece un estado de narcisismo primario absoluto, marcado por la falta de
conciencia del infante respecto de la existencia de un agente maternante. Este es el estadio que hemos denominado de autismo
normal.
2. Va seguido por un estadio de oscura conciencia de que uno mismo no puede proveer la satisfacción necesaria, sino de que esta
proviene de algún lugar de fuera del sí- mismo (narcisismo primario en la fase simbiótica incipiente), o sea el estadio de omnipotencia
alucinatoria absoluta.
• La fase simbiótica:
- A partir del segundo mes, una oscura conciencia del objeto que satisface las necesidades marca el comienzo de la fase de simbiosis
normal, en que el infante se comporta y funciona como si él y su madre constituyeran un sistema omnipotente, una unidad dual dentro de
un límite unitario común.
- En este período, la barrera casi sólida contra los estímulos (esta caparazón autística que excluye los estímulos externos) comienza a
resquebrajarse.
- La necesidad que el infante tiene de su madre es absoluta, la necesidad que la madre tiene del infante es relativa.
- La simbiosis es ese estado de indiferenciación, de fusión con la madre, en que el "yo" no está aún diferenciado del "no- yo" y en que lo
interno y lo externo sólo están llegando en forma gradual a ser sentidos como diferentes.
- El rasgo esencial de la simbiosis es la fusión somatopsíquica omnipotente, alucinatoria o delusiva, con la representación de la madre y
en particular, la delusión de que existe un límite común entre 2 individuos físicamente separados. Este es el mecanismo al que regresa el
yo en casos de perturbación muy grave de la individuación y de desorganización psicótica, que Mahler ha descripto como psicosis
simbiótica infantil.
- Durante el 2o- y 3o- mes de vida la percepción sensorial de la naturaleza contacto- perceptual facilita la entrada del infante en el estadio
simbiótico. Las experiencias contacto- perceptuales del cuerpo total además del sentido kinestésico desempeñan también un importante
papel en la simbiosis.
- La cara humana en movimiento es el primer percepto significativo y es el engrama mnémico que suscita la sonrisa no específica llamada
social.
El encuentro mirada a mirada es el desencadenador, el organizador o quizás el "descargador" de la respuesta inespecífica de sonrisa.
Esta respuesta señala la entrada en el estadio de la relación con un objeto que satisface las necesidades. Hay una catexia temporaria de
la madre y/o de las atenciones que ésta prodiga a raíz de la presión de la "necesidad". Esto corresponde a la entrada en el período que
hemos denominado fase simbiótica. Si bien prevalece el narcisismo primario, en la fase simbiótica el infante comienza oscuramente a
percibir la satisfacción de sus necesidades como algo que viene de algún objeto- parte que satisface esas necesidades y se vuelve
libidinalmente hacia esa fuente o agente de maternación. La necesidad se transforma gradualmente en un deseo y más tarde en el afecto
específico de anhelo "ligado a un objeto".
- Las sensaciones internas del infante constituyen el núcleo de su sí- mismo. Parecen seguir siendo el punto central de cristalización del
"sentimiento de sí mismo", en torno del cual llegará a establecerse un sentimiento de identidad. El órgano sensorio perceptivo contribuye a
la demarcación del yo respecto del mundo objetivo. Las 2 clases de estructuras intrapsíquicas juntas forman el marco de referencia para la
autoorientación.
- El autismo normal y la simbiosis normal son prerrequisitos del comienzo del proceso normal de separación- individuación.
- La fase simbiótica normal marca la capacidad filogenética del ser humano para investir a la madre dentro de una vaga unidad dual, que
constituye la tierra primordial a partir de la cual se forman todas las relaciones humanas siguientes: la fase de separación- individuación se
caracteriza por un continuo aumento de la conciencia del sí- mismo, de la verdadera relación de objeto, y de la conciencia de una realidad
existente en el mundo exterior.
Subfases del proceso de separación-individuación:
1. 1ª- subfase: la diferenciación y el desarrollo de la imagen corporal
- Alrededor de los 4 a 5 meses de edad, en el apogeo de la simbiosis, hay fenómenos conductales que parecen indicar el comienzo de
la diferenciación.
- Durante la fase simbiótica el infante se ha familiarizado con la mitad maternante de su yo simbiótico como lo indica la sonrisa social no
específica. Esta sonrisa se transforma gradualmente en la respuesta específica de sonrisa a la madre, que “es el signo crucial de que se
ha establecido un vínculo específico entre el infante y su madre”.
- La ruptura del cascarón: la atención del infante se expande gradualmente con el advenimiento de la actividad perceptual dirigida hacia
el exterior durante los crecientes períodos de vigilia del niño. La atención hacia la figura maternante se va cambiando gradualmente con un
repositorio creciente de recuerdos de las idas y venidas de la madre de experiencias “buenas” y “malas”. Llegamos a reconocer una cierta
apariencia nueva de alerta, insistencia y orientación hacia fines, manifestación conductal de ruptura del cascarón. El niño tiene un sensorio
más permanentemente alerta cuando está en el estado de vigilia.
- Alrededor de los 6 meses comienzan los intentos de experimentar con la separación- individuación, que se manifiesta en el infante en
conductas como tirar del cabello, las orejas la nariz de la madre, poner el cuerpo tenso para apartarse de la madre y poder contemplarla
mejor. Hay signos definidos de que el bebé comienza a diferenciar su propio cuerpo del de su madre. Ocurre el apogeo de exploración
manual, táctil y visual del rostro de la madre y de las partes cubiertas y desnudas del cuerpo de la madre.
- Desde más o menos 7 a 8 meses, la pauta visual de verificación de la madre era el signo más importante del comienzo de la
diferenciación somatopsíquica. En realidad, parece ser la pauta normal más importante de desarrollo cognitivo y emocional. El bebé se
interesa ahora en la “madre” y parece compararla con “otro”, compara lo no familiar con lo familiar.
- Los 2 carriles evolutivos de la separación y la individuación: al final del primer año y en los primeros meses del 2° año, el proceso
intrapsíquico de separación- individuación sigue 2 carriles evolutivos interrelacionados. Uno es el carril de la individuación, la evolución de
la autonomía intrapsíquica, la percepción, la memoria, la cognición, la prueba de la realidad; y el otro es el carril evolutivo intrapsíquico de
la separación, que sigue la trayectoria de la diferenciación, el distanciamiento, la formación de límites y la desvinculación de la madre.
Las situaciones óptimas parecen ser aquellas en que la conciencia de separación corporal, en lo que respecta a la diferenciación de la
madre, corre paralela con las funciones del yo que sirven a la individuación.
2. 2ª- subfase: ejercitación locomotriz.
- La subfase de diferenciación se superpone con el período de ejercitación locomotriz.
- El período de ejercitación se puede concebir como dividido en 2 partes:
a) La 1ª- fase de ejercitación, anunciada por la capacidad del infante de alejarse físicamente de su madre gateando, haciendo pinitos,
trepando y poniéndose de pie pero aún agarrado:
El infante explora los objetos inanimados visualmente e investiga su gusto, textura y olor con sus órganos perceptuales de contacto,
particularmente con la boca y las manos. Alguno de estos objetos puede transformarse en objeto transicional.
La expansión de la capacidad locomotriz durante la 1ª- fase de ejercitación amplía el mundo del niño; quien tiene un rol más activo en
determinar la cercanía y distancia con su madre, y las modalidades utilizadas hasta entonces para explorar el ambiente familiar o
exponen repentinamente a un segmento más amplio de la realidad; hay más que ver, más que oír, más que tocar. La manera en que se
experimenta este nuevo mundo parece estar sutilmente relacionada con la madre, que aún es el centro del universo del niño, desde el
cual este va saliendo sólo gradualmente hacia círculos cada vez más amplios.
Cuando el niño comienza a aventurarse alejándose cada vez más de los pies de la madre, está a menudo tan absorbido en sus propias
actividades que por largos períodos de tiempo parece olvidado de la presencia de ésta. Sin embargo, vuelve periódicamente a ella ya que
parece necesitar cada tanto su proximidad física. El infante decaído y fatigado se anima y vigoriza en brevísimo tiempo luego del contacto
con la madre, y prosigue sus exploraciones y queda absorbido de nuevo por su placer de funcionamiento. A esto Furer lo llamó
reabastecimiento o recarga emocional.
b) el período de ejercitación propiamente dicho, caracterizado por la locomoción vertical libre.
• Con el estímulo de las funciones autónomas, tales como la cognición pero especialmente la locomoción vertical; el niño cambia el
plano de su visión, descubre así perspectivas nuevas, placeres y frustraciones inesperadas y cambiantes.
• Durante la edad de 10 o 12 meses a 16 o 18 meses, la catexia libidinal se desplaza y pasa al servicio del yo autónomo en rápido
desarrollo y de sus funciones, y el niño parece embriagado por sus propias facultades y por la magnitud de su propio mundo. El narcisismo
alcanza su máximo nivel.
• La principal característica de este período de ejercitación es el gran investimiento narcisístico del niño en sus propias funciones, su
propio cuerpo y los objetos y objetivos de su “realidad” en expansión. Junto con esto, vemos una gran impermeabilidad a los golpes y
caídas y demás frustraciones. Los adultos sustitutos que le resultan familiares son aceptados con facilidad.
Sus propias habilidades lo regocijan y está casi enamorado de su mundo en expansión y de su propia grandeza y omnipotencia.
• La marcha proporciona al infante un enorme aumento de descubrimientos y pruebas de realidad del mundo mediante su propio
control y dominio mágico.
• En esta subfase de ejercitación propiamente dicha, los niños tienen períodos de regocijo, son impermeables a los golpes y caídas, y
sólo se les baja de tono cuando notan que su madre no está presente. Parecen estar preocupados con una atención concentrada hacia
adentro, con lo cual se puede inferir que está evocando imágenes.
3. 3ª- subfase: acercamiento.
- Con la adquisición de la locomoción vertical y con el logro del comienzo d la inteligencia representacional, el ser humano ha emergido
como persona separada y autónoma. Estos 2 organizadores constituyen el nacimiento psicológico. En este estadio final del proceso de
“ruptura del cascarón”, el niño llega a constituir una entidad individual separada.
- La falta relativa de interés por la presencia de la madre, característica de la subfase de ejercitación, es remplazada ahora por un
interés en determinar dónde está la madre, y por una conducta activa de acercamiento. A medida que se desarrolla la conciencia de
separación del niño, este parece tener una necesidad mayor de que la madre comparta con él todas sus nuevas habilidades y
experiencias, así como una gran necesidad de amor objetal.
- En esta 3ª- subfase que comienza aproximadamente de los 15 a los 24 meses, se vuelve cada vez más importante el lenguaje
simbólico, la intercomunicación vocal y de otros tipos, y el juego.
- Las 2 pautas características de la conducta del deambulador son: el seguimiento de la madre y la huida de ella, con la expectativa de
ser perseguido y arrebatado por los brazos de la madre, indican tanto el deseo de reencuentro con el objeto de amor como el temor del
niño de que ese objeto lo reengolfe o lo reabsorba.
- El deambulador pequeño se da cuenta gradualmente de que sus objetos de amor (sus padres) son individuos separados con sus
propios intereses personales, y debe ir abandonando la delusión de su propia grandeza. Esta es la encrucijada que denominamos crisis de
acercamiento.
- Las señales de peligro potencial que se observan durante esta fase incluyen una ansiedad de separación mayor que el promedio; un
excesivo seguimiento de la madre o una continua “huida” impulsiva de ella, con el fin de provocarla a que atrape al niño; y, finalmente,
excesivas perturbaciones del dormir.
Podemos subdividir el acercamiento en 3 períodos:
1) El comienzo del acercamiento: junto con la incipiente conciencia de separación, el niño llegaba a comprender que los deseos de su
madre no eran idénticos a los suyos. Esta comprensión desafiaba el sentimiento de grandeza y omnipotencia del período de ejercitación.
El reconocimiento de la madre como una persona separada iba paralelo a la conciencia de la existencia de otros niños. Esto se ponía en
evidencia por el hecho de que los niños mostraban un mayor deseo de tener o hacer lo que otro niño tenía o hacía, es decir, un deseo de
actividad especular, de imitación, de identificación en cierta medida con el otro niño. Junto con este importante desarrollo aparecía la
cólera específica dirigida a un fin, si no había manera de alcanzar el fin deseado. Estos desarrollos ocurren en medio de la fase anal, con
las características de la adquisitividad, celos y envidia típica de esta fase.
La 1ª- conciencia de separación del niño había traído consigo placenteros descubrimientos de incipiente autonomía y de interacción social,
expresados en una cantidad de palabras y comunicaciones gestuales importantes de ese período. Uno de estos descubrimientos consistía
en notar que uno podía pedir que satisfacieran sus deseos, mediante el empleo de palabras y gestos de pedido o necesidad.
2) La crisis de acercamiento (18-20 a 24 meses y con posterioridad): el período se caracteriza por el deseo alternante de alejar a la
madre y d aferrarse a ella, secuencia conductal descripta por la palabra ambivalencia. Pero ya a esa edad había a menudo un deseo
simultáneo en ambas direcciones, es decir, la ambivalencia característica de los niños que están en la mitad de la subfase de
acercamiento. El deseo de funcionar mediante el propio yo puede resultar amenazador para el niño en el punto mismo del desarrollo en
que sus sentimientos y deseos y los de la madre están aún poco diferenciados. El deseo de ser autónomo y separado de la madre, de
dejarla, podría significar también emocionalmente que la madre querría dejar al niño.
En el aspecto cognitivo, la capacidad de comprender que la madre puede estar en otra parte y se la puede encontrar, era algo que ya se
hallaba bien establecido. Pero al deambulador a esta edad no le gusta que lo “dejen abandonado” pasivamente.
3) Moldeamiento del acercamiento (la distancia óptima): a los 21 meses, se observa una disminución de la lucha por el acercamiento.
Los niños se calman por lo menos durante un tiempo, ya que encuentran la distancia óptima respecto de su madre, la distancia a la cual
su funcionamiento es óptimo. Los elementos de la creciente individuación que posibilitan la capacidad para funcionar a mayor distancia, y
sin presencia física de la madre son:
- La designación de objetos y la expresión de deseos con palabras específicas;
- El proceso de internalización, que podía inferirse tanto de actos de identificación con la madre y el padre “buenos” y proveedores de
satisfacciones, como de la internalización de reglas y exigencias (comienzo del superyo);
- Y el proceso en la capacidad de expresar deseos y fantasías mediante el juego simbólico, así como el uso del juego para fines de
dominio.
Alrededor de los 12 a 14 meses la posición vertical facilita al nene la exploración visual y sensoriomotriz del pene. El descubrimiento del
pene por las niñas las enfrentaba con algo que ellas no tenían. Este descubrimiento produjo un amplio rango de conductas, que indicaban
ansiedad, cólera y desconfianza.
4. 4ª- subfase: la consolidación de la individualidad y los comienzos de la constancia objetal emocional.
En lo que respecta al sí- mismo, hay una estructura ligazón del yo, y se producen signos definidos de internalización de exigencias
parentales que indican la formación de precursores del superyo.
El establecimiento de la constancia objetal afectiva depende de la gradual internalización de una imagen constante positivamente
catexiada de la madre. Esto para comenzar permite que el niño funcione separadamente. La constancia objetal emocional se basará en el
logro cognitivo del objeto permanente, pero también participan de esta evolución todos los otros aspectos del desarrollo de la personalidad
del niño.
La última subfase constituye un período evolutivo intrapsíqico importante, en el curso del cual se logra un sentimiento estable de entidad
(límites del yo). En esta subfase parece ocurrir también la consolidación primitiva de la identidad sexual.
La constancia objetal implica también la unificación del objeto “bueno” y “malo” en una representación total. Esto promueve la fusión de los
impulsos agresivo y libidinal, y modera el odio por el objeto cuando la agresión es intensa.
El establecimiento de la constancia del objeto emocional está detrminada por:
1- La fe y la confianza de que ya en la fase simbiótica ha ocurrido un alivio de la tensión provocada por las necesidades, alivio
proporcionado por el instrumento de satisfacción de las necesidades. En el curso de las subfases del proceso separación- individuación
este alivio se va atribuyendo gradualmente a la madre, y se transfiere luego a la representación intrapsíquica de la madre.
2- La adquisición cognitiva de la representación interna simbólica del objeto permanente (la madre).
Sólo después de bien avanzada la constancia objetal que parece ocurrir antes del tercer año, la madre puede ser sustituida durante su
ausencia física, por la presencia de una imagen interna confiable que se mantiene relativamente estable.
A medida que esta subfase avanza, el niño se va volviendo cada vez más capaz de aceptar nuevamente la separación de la madre.
- Hay un comienzo de juego de fantasía, desempeño de roles y juego como- si.
- En la 4ª- subfase, que es abierta, deben tener principio ambas estructuras internas:
1) constancia objetal libidinal;
2) una autoimagen unificada basada en verdaderas identificaciones del yo.
La imagen interna o representación intrapsíquica de la madre, debe llegar a estar más o menos disponible en el curso del tercer año, para
proporcionar confrontación al niño en ausencia física de la madre.
Las amenazas contra la constancia objetal libidinal y el funcionamiento individual separado se originan en varias fuentes.
Ante todo, está la presión de la maduración de los impulsos, que enfrenta al niño con nuevas tareas durante la fase anal, que implica
exigencias de control de esfínteres. Luego, al entrar en la fase fálica, el niño se vuelve mucho más conciente de la diferencia sexual, y
junto con ello, experimenta una ansiedad de castración de variable intensidad.
e)
• Un modelo teórico- clínico de los primeros tiempos de la vida psíquica.
- La actividad de representación: originario y pictograma. El postulado de autoengendramiento.
- La violencia primaria y la violencia secundaria.
- Noción de encuentro. Encuentro madre- hijo.

PIERA AULAGNIER: LA VIOLENCIA DE LA INTERPRETACIÓN.


Palabras preliminares:
Hay un modo de representar q será definido mediante el concepto de “lo originario”: testigo de la continuidad de una actividad de
representación q utiliza un “pictograma” q ignora la “imagen de la palabra” y posee como material exclusivo la “imagen de la cosa
corporal”.
Originario: forma de actividad común a todo sujeto.
El cuerpo es un conjunto de funciones sensoriales q son vehículo de una información continua; es una condición para la supervivencia
somática y además constituye la condición necesaria para una actividad psíquica q exige q sean libidinalmente caracterizados tanto el
informado como el informante.
El origen de la relación psique- cuerpo se encuentra en lo q la 1ª toma del modelo de actividad del 2º; a su vez, este modelo será
metabolizado en un material totalmente heterogéneo, q formará el marco constante de un argumento originario q se repite
indefinidamente. Esta repetición de una puesta en escena inmutable define el funcionamiento y la producción de lo q denominamos lo
originario.
Lo q caracteriza al ser viviente es su situación de encuentro continuo con el medio físico- psíquico q lo rodea. Este encuentro será la
fuente de 3 producciones cuyos lugares de inscripción y los procesos q los producen delimitan 3 “espacios- funciones”:
• Lo originario y la producción pictográfica;
• Lo primario y la representación escénica (la fantasía);
• Lo secundario y la representación ideica, es decir, la puesta en escena como obra del Yo. Los 3 procesos constituyen la actividad
psíquica.
Desde el primer momento de su existencia, el sujeto se halla frente a una serie de encuentros: una de las características de estos será
anticiparse siempre a sus posibilidades de respuesta o de previsión. Este tipo de encuentro da lugar a 3 tipos de producción q metabolizan
de acuerdo con su propio postulado la información obtenida. Todo acto, toda experiencia, toda vivencia, da lugar, conjuntamente, a un
pictograma, a una puesta en escena, a una puesta en sentido. Del pictograma, el sujeto no puedo poseer ningún conocimiento directo.

a- La actividad de representación, sus objetos.


1. Consideraciones generales:
Espacio originario: lugar en el q se desarrolla la actividad representante. Los 3 procesos postulados no están presentes desde un primer
momento en la actividad psíquica, se suceden temporalmente y su puesta en marcha es provocada por la necesidad q se le impone a la
psique de conocer una propiedad del objeto exterior a ella, propiedad q el proceso anterior estaba obligado a ignorar.
Postulado del autoengendramiento cuyo funcionamiento caracteriza al proceso originario: todo existente es autoengendrado por la
actividad del sistema q la representa.
Objetivo de la actividad de representación: metabolizar un material heterogéneo de tal modo q puedo ocupar un lugar en la representación
q es sólo la representación del propio postulado.
Todo acto de representación es coextenso con un acto de catectización , y todo acto de catectización se origina en la tendencia
característica de la psique de preservar o reencontrar una experiencia de placer (experiencia del Yo).
Toda “puesta en representación” implica una experiencia de place; de no ser así, estaría ausente la 1ª condición necesaria vida, es decir,
la catectización de la actividad de representación.. es este el placer mínimo necesario para q existan una actividad de representación y
representantes psíquicos del mundo.
El placer y el displacer se refieren a las 2 representaciones del afecto q pueden producirse en el espacio psíquico.
Vivir es experimentar en forma continua lo q se origina en una situación de encuentro: la psique está sumergida desde un primer momento
en un espacio q le es heterogéneo, cuyos efectos padece en forma continua e inmediata. Podemos plantear q es a través de la
representación de estos efectos, q la psique puede forjar una 1ª representación de si misma y q es ese el hecho originario q pone en
marcha a la actividad psíquica.
2. El estado de encuentro y el concepto de violencia:
La psique y el mundo son el resultado de un estado de encuentro.
La 1ª representación q la psique se forja de si misma como actividad representante se realizará a través de la puesta en relación de los
efectos originados en su doble encuentro con el cuerpo y con las producciones de la psique materna.
El encuentro se opera entre la actividad psíquica y los elementos por ella materializables q la informan acerca de las “cualidades” del
objeto q es causa de afecto. En lo referente a lo originario, se comprueba q esta cualidad se reduce a la representabilidad propia de
determinados objetos. El término “representabilidad” designa la posibilidad de determinados objetos de situarse en el esquema relacional
característico del postulado del sistema: la efectividad del esquema característico del sistema va a decidir cuáles son los objetos q la
psique puede conocer.
Las palabras y los actos maternos se anticipan siempre a lo q el niño puede conocer de ellos, si la oferta precede a la demanda, si el
pecho es dado antes q la boca sepa q lo espera. La madre se presenta como un “Yo hablante” q ubica al infans en situación de
destinatario de un discurso, mientras q carece de la posibilidad de apropiación de la significación del enunciado y q “lo oído” será
metabolizado en un material homogéneo con respecto a la estructura pictográfica. Si es cierto q todo encuentro confronta al sujeto con
una experiencia q se anticipa a sus posibilidades de respuesta en el instante en q la vive, la forma + absoluta de tal anticipación se
manifestará en el momento inaugural en q la actividad psíquica del infans se ve confrontada con las producciones psíquicas de la psique
materna y deberá formar una representación de si misma a partir de los efectos de este encuentro, cuya frecuencia constituye una
exigencia vital. Cuando hablamos de las producciones psíquicas de la madre nos referimos a los enunciados mediante los cuales habla el
niño y le habla al niño. El discurso materno es el agente y el responsable del efecto de anticipación impuesto a aquel de quien se espera
una respuesta q no puede proporcionar; este discurso tb ilustra lo q entendemos por violencia primaria.
La violencia constituye el resultado del carácter específico del encuentro: la diferencia q existe entre las estructuras conforme a las cuales
los 2 espacios organizan su representación del mundo. El fenómeno de la violencia remite en primer lugar a la diferencia q separa a un
espacio psíquico, el de la madre, en q la acción de la represión ya se ha producido, de la organización psíquica propia del infans. La
madre es un sujeto en el q ya se ha operado la represión e implantado la instancia llamada Yo; el discurso q ella dirige al infans lleva la
doble marca responsable de la violencia q él va a operar. Esta violencia refuerza a su vez, en quien la sufre, una división preexistente cuyo
origen reside en la bipolaridad originaria q escinde los objetivos y contradictorias características del deseo.
Separamos, por un lado, una violencia primaria q designa lo q en el campo psíquico se impone desde el exterior a expensas de una 1ª
violación de un espacio y de una actividad q obedece a leyes heterogéneas del Yo; por otro lado, una violencia secundaria, q se abre
camino apoyándose en su predecesora, de la q representa un exceso por lo general perjudicial y nunca necesario, para el funcionamiento
del Yo, pese a la proliferación y a la difusión q demuestra.
La actividad psíquica exige 2 condiciones: La supervivencia del cuerpo y, para ello, la persistencia de una catexia libidinal q resista a una
victoria definitiva de la pulsión de muerte. Cuando estas 2 condiciones se cumplen, se encuentra garantizada la presencia de una actividad
psíquica.
Violencia primaria: acción mediante la cual se le impone a la psique de otro una elección, un pensamiento o una acción motivados en el
deseo del q lo impone, pero q se apoyan en un objeto q corresponde para el otro a la categoría de lo necesario.
Al instrumentar el deseo sobre el objeto de una necesidad, la violencia primaria alcanza su objetivo, q es convertir a la realización del
deseo del q la ejerce en el objeto demandado por el q la sufre.
El efecto anticipatorio de la respuesta materna está presente desde un primer momento y el efecto anticipatorio de su palabra y del sentido
q ella vehiculiza ( y del cual el niño deberá apropiarse) no hará + q continuarla.
La entrada en acción de la psiquerequiere como condición q al trabajo de la psique del infans se le añada la función de prótesis de la
psique de la mujer, prótesis q consideraremos comparable a la del pecho, en cuanto extensión del cuerpo propio, debido a q se trata de un
objeto cuya unión con la boca es una necesidad vital, pero tb xq ese objeto dispensa un placer erógeno, necesidad vital para el
funcionamiento psíquico.
Al considerar el primer encuentro boca- pecho como punto de partida de nuestra construcción teórica, la consideramos tb como la
experiencia originaria de un triple descubrimiento: para la psique del infans la de una experiencia de placer, para el cuerpo la de una
experiencia de satisfacción y para la madre no puede postularse nada universal.
Primer encuentro q el proceso originario tendrá como función representar: en el momento en q la boca encuentra el pecho, encuentra y
traga un primer sorbo del mundo.

b- Proceso originario y el pictograma:


1. El postulado de autoengendramiento:
Separamos lo q se relaciona con la economía placer- displacer, característica de este postulado, y lo q se relaciona con la particularidad
de lo representado q él engendra: el pictograma.
Factores responsables de la organización de la actividad psíquica en la fase originaria:
- La presencia de un cuerpo cuya propiedad es preservar por autorregulación su estado de equilibrio energético.
La psique responde ante el estado de sufrimiento del cuerpo mediante la única acción a su alcance: la alucinación de una modificación en
la situación de encuentro, q niegue su estado de falta. La conducta de llamada aparece sólo frente al fracaso del poder omnímodo del
pictograma.
- Un poder de excitabilidad al q se debe “la representación en la psique de los estímulos originados en el cuerpo y q alcanzan al
espíritu, exigencia de trabajo requerido al aparato psíquico como consecuencia de su ligazón con lo corporal. El trabajo requerido al
aparato psíquico consistirá en metabolizar un elemento de información proveniente de un espacio q le es heterogéneo en un material
homogéneo a su estructura, para permitir a la psique representarse lo q ella quiere reencontrar de su propia experiencia.
- Un afecto ligado a esta representación, siendo la representación de un afecto y el afecto de la representación indisociables para y en
el registro de lo originario.
- La doble presencia de un vínculo y de una heterogeneidad entre la “x” de la experiencia corporal y el afecto psíquico, q se manifiesta
en y por su representación pictográfica: el afecto es coextenso con la representación, y la representación puede conformarse o no a la
realidad de la experiencia corporal.
- La exigencia constante de la psique: en su campo no puede aparecer nada q no haya sido metabolizado previamente en una
representación. La representabilidad pictográfica del fenómeno constituye una condición necesaria para su existencia psíquica. Lo
originario sólo puede “conocer” los fenómenos q responden a las condiciones de representabilidad, los restantes carecen de existencia
para él.
2. Las condiciones necesarias para la representabilidad del encuentro:
La actividad del proceso originario es coextensa con una experiencia responsable del desencadenamiento de la actividad de una o varias
funciones del cuerpo, originada en la excitación de las superficies sensoriales correspondientes.
Esta actividad y esta excitación exigen el aumento de un órgano sensorial y un objeto exterior q posee un poder de estimulación frente a
él. En sus “puestas en forma” el proceso originario retoma este modelo sensorial. La representación es una “puesta en presentación” de la
psique para la psique, autoencuentro para una actividad originaria y un “producto”, tb originario, q se da como presentación del acto de
representación para el agente de la representación. Esta sobresignificación y sobredeterminación de lo representado constituye su rasgo
esencial.
La 1ª condición de la representabilidad del encuentro nos remite al cuerpo y, + precisamente, a la actividad sensorial q lo caracteriza.
2ª ley general de la actividad psíquica: la meta a la q apunta nunca es gratuita, el gasto de trabajo q implica debe asegurarse una “prima
de placer”; de no ser así, la no catectización de la actividad de representación pondría fin a la actividad vital misma. La psique previene
este peligro gracias a la presencia del “placer mínimo”.
Es necesario q al placer mínimo se le añada la búsqueda y la espera de una “prima de placer”, equivalente psíquico de un “placer de
órgano”, prima q a partir del momento en q se la experimenta se convierte en meta de la actividad psíquica.
La psique percibe muy precozmente un suplemento de placer cuando a la representación la acompaña una experiencia de satisfacción
real: a condición de q esta satisfacción pueda proporcionar placer y no se reduzca a calmar la necesidad.
El cuerpo al mismo tiempo q es el sustrato necesario para la vida psíquica, el abastecedor de los modelos somáticos a los q recurre la
representación, obedece a leyes heterogéneas a la de la psique. El cuerpo, como conjunto de órganos y de funciones sensoriales gracias
a las cuales la psique descubre su poder se convierte en fuente y lugar de un placer erógeno, q permite q algunos de sus fragmentos sean
catectizados de inmediato por la libido narcisista al servicio de Eros.
Este autodescubrimiento del poder de sus funciones sensoriales se presentará en el pictograma a través del modelo del tomar en sí un
objeto autoengendrado.
3. El “préstamo” tomado del modelo sensorial por la actividad de lo originario:
El fundamento de la vida del organismo consiste en una oscilación continua entre 2 formas elementales de actividad (el “tomar en si” y el
“rechazar fuera de si”), actividades q se acompañan con un trabajo de metabolización de lo “tomado”, q se transforma en un material de
cuerpo propio: los residuos de esta operación son expulsados del cuerpo.
4. Pictograma y especularización:
Desde el origen de la actividad psíquica, se comprueba la presencia y la pregnancia de un fenómeno de especularización: toda creación
de la actividad psíquica se presenta ante la psique como reflejo, representación de si misma, fuerza q engendra esa imagen de cosa en la
q se refleja, reflejo q contempla como creación propia, “imagen” q es simultáneamente para la psique presentación del agente productor y
de la actividad q produce. Si se acepta q en esta fase no existe fuera de la representación pictográfica q lo originario forja acerca de él, se
deduce q la psique encuentra al mundo como un fragmento de superficie especular en la q ella mira su propio reflejo.
La actividad sensorial es fuente de un placer q constituye condición necesaria y causa de la catectización de una actividad corporal cuyo
poder descubre la psique. Experiencia de un placer q ella obtiene y q constituye la condición previa necesaria para la catectización de la
actividad de representación y de la imagen q en ella se origina.
5. Pictograma y placer erógeno:
La boca se convertirá en representante, pictográfico y metonímico, de las actividades del conjunto de las zonas, representante q autocrea
por ingestión la totalidad de los atributos de un objeto (el pecho), q a su vez será representado como fuente global y única. Este “objeto-
zona complementario” es la representación primordial mediante la cual la psique pone en escena toda experiencia de encuentro entre ella
y el mundo.
6. La reproducción de lo mismo:
El pictograma es la 1ª representación q se da acerca de si misma la actividad psíquica a través de su “puesta en forma” del objeto- zona
complementario y del esquema relacional q ella impone a estas 2 entidades. Placer y displacer dependerán de las relaciones
respectivamente puestas en escena entre el objeto y la zona.
La experiencia misma, la experiencia en si, será metabolizada. La psique contempla en la representación su propia forma de actividad
(incorporar o rechazar).
La relación de la psique con lo q ella produce, con lo q experimenta, se expresa y se manifiesta mediante un pictograma. La
representación es tributaria del préstamo tomado de la imagen de una cosa y de una función del cuerpo.
7. El concepto de originario: conclusiones.
La especificidad de la actividad de lo originario reside en su metabolización de todas las experiencias, fuente de afecto, en un pictograma.
La única condición necesaria para esta metabolización es q el fenómeno responsable de la experiencia responda a los caracteres de la
representabilidad.
La información sensorial q debemos a las perspectivas de estimulación q poseen una serie de objetos de los cuales, en un primer
momento, el cuerpo materno es el proveedor privilegiado, determina el comienzo de la actividad de los órganos de los sentidos.
La actividad de distintas zonas sensibles posee la propiedad de acompañarse con placer erógeno. Existe una equivalencia e/ la
excitabilidad y la erogeneidad de las zonas; lo catectizado por la libido y q se convierte en fuente de poseer para la psique es la actividad
originada en su excitación en el momento del encuentro con sus objetos. Esta catectización de la actividad sensorial constituye la
condición misma de existencia de una vida psíquica, ya q es condición necesaria para la catectización de la actividad de la representación.
Toda información sensible sólo es tal en la medida en q dispone de una representación en el espacio psíquico: “excitación, erogenización,
representación”, forman parte de un trinomio indisociable; designan las 3 cualidades q un objeto debe necesariamente poseer para q
pueda existir ante la psique.
A partir de una puesta en función “real” de los movimientos de la zona oral y de placer concomitante, la representación reproduce la
alucinación de la presencia del conjunto de los atributos, fuente de excitación, de los q está provisto el pecho.
El pictograma es la representación q la psique se da de si misma como actividad representante.
f)
• Una investigación teórico- clínica de la cátedra. Psicología evolutiva 1.
- El período de latencia. Observación y cuestionamientos. La pulsión de saber.
- La sublimación.
INFANCIA Y SOCIEDAD. [ERIKSON]
Cap 6: “juguetes y motivos”
• Juego, trabajo y crecimiento:
El juego es el camino real para llegar a la comprensión de los esfuerzos q el yo infantil realiza con el fin de lograr una síntesis.
El juego le permite al niño lograr una victoria sobre su cuerpo y su yo, integrándolo en una totalidad que funciona bien a partir del cerebro,
los nervios y los músculos de la voluntad y la totalidad del cuerpo.
El juego puede pensarse como si fuera una función del ego, un intento de sincronizar los procesos del cuerpo y los procesos sociales de
los cuales formamos parte, al mismo tiempo que seguimos siendo un yo.
El énfasis reside en la necesidad del ego en manejar distintos campos de la vida y aquellos en los que el individuo encuentra a su yo, su
cuerpo y su papel social.
El poderío del ego constituye el propósito del juego, pro el juego es el jefe indiscutible de sólo un margen muy pequeño de la existencia.
Cuando el hombre juega debe entremezclarse con las leyes de las cosas y de las personas de una manera similarmente ligera y sin
quedar envuelto en ellas.
Debe hacer lo que haya elegido hacer, sin encontrarse obligado por intereses urgentes o estimulado por una fuerte pasión; debe sentirse
entretenido y libre de cualquier temor o esperanza de serias consecuencias.
Para el adulto que trabaja, el juego es creación. Le permite una salida periódica de aquellas formas, de definida limitación, que
constituyen su realidad.
• Consideramos a la gravedad: saltar, hacer juegos de manos y treparse añaden dimensiones poco comunes a la conciencia que
tenemos de nuestro cuerpo. El juego da en este caso, un sentimiento de libertad divina, de espacio sin limitaciones.
• Consideremos al tiempo: en las bromas, en los entretenimientos, haraganeando, nos burlamos de nuestro exclavizador. Cuando cada
minuto cuenta, el juego desaparecerá.
• Consideremos a la suerte y a la casualidad: que han determinado quiénes y qué somos, y de dónde. En los juegos de suerte nosotros
restablecemos la igualdad ante la suerte. Si un jugador se olvida que dicho juego debe ser su elección libre, si se deja poseer por el
dominio del juego, desaparece la cualidad misma del juego. Se transforma en un jugador, deja de ser alguien que se divierte.
• Consideramos a la realidad social y a nuestros determinados lugares dentro de ella. En el juego de representación, podemos ser lo
que en la vida no podemos o no quisiéramos ser.
• Consideremos a las exigencias del propio cuerpo: nuestro deseo de jugar como si fuera una necesidad. En los casos en que la
necesidad de comer llegue a ser compulsiva, se crea un estado de propensión leve y glotonería, que deja de comunicar un sentimiento de
abundancia y que origina una corriente de descontento.
• El juego sexual en la vida amorosa, es decir, las distintas actividades que preceden al acto final, estrechándolo a elegir y dando rienda
suelta a “la naturaleza”. Cuando estos actos preparatorios llegan a ser lo bastante apremiantes como para remplazar totalmente el acto
final, desaparece la cualidad de juego y comienza la perversión o la inhibición.
Esta lista de situaciones con cualidad de juego, señala el campo estrecho dentro del cual nuestro ego puede sentirse superior a los
confinamientos del espacio y del tiempo a la realidad social. Sólo dentro de dichas limitaciones el hombre puede sentirse unido a su ego.
El psicoanálisis añadió a la teoría “catártica”, según la cual el juego posee una función definida en el ser humano, ya que le permite
descargarse de emociones pasadas y encontrar un alivio imaginario para las pasadas frustraciones.
En el juego del “fort- da” observado por Freud en un niño de 18 meses, la frecuencia del tema principal estaba en relación con la
intensidad de la experiencia vital que reflejaba, es decir, la madre que se iba durante la mañana y su retorno a la noche.
Es notorio como este niño, en el juego, hace uso de su gobierno sobre los objetos, y los arregla de tal modo que le permiten imaginar que
él también es gobernante de su vida. Porque cuando la madre lo deja, ella se aleja de la esfera de sus llantos y exigencias; para volver
sólo cuando a ella le viene bien. El niño en su juego, tiene a la madre agarrada de una soga y la hace irse para luego hacerla volver
cuando se le place. “Ha transformado la pasividad en actividad”: juega a que hace algo que en realidad le hacen a él.
El juego del niño comienza y se centra en su propio cuerpo. A esto lo denominamos juego autocósmico. Consiste en la exploración
mediante la repetición de percepciones sensuales, de sensaciones kinestésicas, de vocalizaciones, etc. luego, el niño juega con las
personas y las cosas que se encuentran a su alcance.
El juego infantil no es el equivalente del juego del adulto, no es recreación. El adulto que juega entra en otra realidad; el niño que juega se
adelanta hacia nuevos estadios de dominio. El juego del niño es la forma infantil que adopta la capacidad humana para tratar no sólo con
la experiencia, creando situaciones modelo, sino para dominar también la realidad mediante el experimento y la planificación.
• Los comienzos de la identidad:
Juego y medio ambiente: un niño que se acaba de sentir capaz de caminar se ve llevado a repetir el acto con el único fin de gozar con el
funcionamiento y por la necesidad de dominar y perfeccionar una función recientemente iniciada. Pero también actúa con la conciencia
inmediata de haber logrado un nuevo status y la estatura de “quien puede caminar”, “alguien a quien habrá que observar porque puede ir
demasiado lejos”. La incorporación en el ego de una versión particular de “alguien que puede caminar”, es uno de los distintos escalones
en el desarrollo del niño que llevan a una autoestima más realista. Dicha autoestima se transforma en la convicción de que el ego está
aprendiendo a dar pasos efectivos hacia un futuro colectivo tangible; que se está desarrollando en un ego definido, dentro de una realidad
social.
Un niño tiene una cantidad de oportunidades para identificarse así mismo, más o menos experimentalmente, con hábitos,
características, ocupaciones e ideas de personas reales o ficticias de ambos sexos. Ciertas crisis lo fuerzan a hacer selecciones radicales.
La utilidad de la identificación depende de la forma en que simultáneamente llenen las exigencias del estadio de madurez del organismo y
los hábitos de síntesis del ego. Esta síntesis del ego, es una síntesis del temperamento; el estadio de madurez( ejemplo: fálico), el estadio
social (Edipo) y su situación social, sus capacidades, el temperamento del padre y un prototipo popular actual.
La identidad del ego se desarrolla a partir de la integración gradual de todas las identificaciones.
La totalidad tiene una cualidad diferente que la de la suma de sus partes. Lo que establece la diferencia es la integración de la totalidad, y
no la cualidad, ni la fuerza de sus partes.
Cap 7: “ocho estadios del hombre”
1. Confianza vs desconfianza básica:
La 1ª demostración de confianza social en el recién nacido la constituye la facilidad con q se alimenta, la profundidad de sueño, la
relajación de sus intestinos. El primer logro social del recién nacido, es su voluntad de dejar q su madre se le pierda de vista sin q esto
provoque una reacción indebida de rabia o ansiedad, xq ella ha llegado a ser una certeza íntima y una seguridad externa. Dicha
experiencia firme lo proveen de un sentido rudimentario de identidad del Ego, q depende del reconocimiento de q existe una población de
sensaciones e imágenes recordadas y anticipadas, las cuales se encuentran correlacionadas con la población externa de las cosas y
personas familiares y predecibles.
El estadio general de confianza, implica tanto el hecho de q uno ha aprendido a apoyarse en la igualdad y continuidad de proveedores
externos como así tb en q uno confía en si mismo y en la capacidad de los propios órganos para superar las urgencias; y q uno es capaz
de considerarse a si mismo lo suficientemente merecedor de confianza como para q los proveedores no necesiten ponerse en guardia.
El establecimiento firme de pautas permanentes para la solución del conflicto nuclear entre la confianza básica vs la desconfianza básica,
constituye la 1ª tarea del Ego y la tarea del cuidado materno. Las madres crean un sentimiento de confianza en sus hijos mediante el
cuidado sensitivo de las de las necesidades individuales del recién nacido con un sentimiento firme de confianza personal, dentro del
marco de su estilo de vida cultural. Esto da la base en el niño para un sentido de identidad, q posteriormente se combinará a un
sentimiento de estar “muy bien”, de ser él mismo y de llagar a ser lo q otras personas q confían en él, esperan q llegue a ser.
2. Autonomía vs vergüenza y duda.
La maduración anal- muscular, inicia el estadio para la experimentación con 2 aspectos simultáneos de las modalidades sociales: retener
y soltar. Retener, puede llegar a ser una retensión o restricción destructiva y cruel, o una pauta de cuidado: tener y retener. Soltar, a su
vez, puede llegar a ser un soltar fuerzas destructivas, o un relajado “dejar pasar” y “dejar ser”.
La vergüenza supone q uno se encuentra totalmente expuesto y conciente de ser mirado. La vergüenza se expresa tempranamente en un
impulso de esconder la cara.
La duda es la hermana de la vergüenza. Mientras q la vergüenza depende de la conciencia de estar expuesto y parado, la duda tiene q ver
con la conciencia de tener una parte delantera y una trasera. Porque esta superficie del revés del cuerpo, no puede ser vista por el niño, y
sin embargo pueden ser dominadas por la voluntad de otro. El trasero es el continente oscuro del individuo, una superficie del cuerpo q
puede ser dominada mágicamente e invadida por quienes quieren atacar el poder de autonomía de uno, y q designamos como malos a
aquellos productos de los intestinos, sentidos como buenos cuando se los expulsaba.
3. Iniciativa vs culpa:
El estadio ambulatorio y el de la genitalidad infantil agregan a las modalidades sociales básicas, la de “hacer”, en el sentido de “estar en el
hacer”.
El peligro de dicho estadio es un sentimiento de culpa respecto de los fines contemplados y de los actos iniciados en el placer q produce el
nuevo poder mental y locomotor.
La sexualidad infantil y el tabú del incesto, el complejo de castración y el superyó, se unen para causar esa crisis humana, durante la cual
el niño debe alejarse de un apego exclusivo, pregenital con sus padres y entrar en el lento proceso de llegar a ser un padre, un portador
de tradición.
4. Industria vs inferioridad:
El niño deberá comenzar por ser un trabajador y un proveedor potencial. Al manifestarse el período de latencia, el niño normalmente
desarrollado sublima y aprende a ganar reconocimiento produciendo cosas.
Su peligro, durante este estadio, reside en un sentimiento de inadecuación e inferioridad. Si pierde la fe en sus herramientas y en su
capacidad o en su “status” entre sus compañeros de trabajo, sufrirán los límites de su Yo, perderá la fe en su capacidad, la q le permite
identificarse tempranamente con otros q se dedicaban a esa sección general del mundo de las herramientas.
5. Identidad vs difusión de rol:
La infancia propiamente dicha llega a un fin con el establecimiento de una buena relación con el mundo de las herramientas y las
capacidades, y con el advenimiento de la madurez sexual. Se inicia la juventud. Pero en la pubertad y la adolescencia se cuestionan
nuevamente todas las igualdades y continuidades en las q se confiaron durante los estadios anteriores.
6. Intimidad vs aislamiento:
Sólo cuando la gente joven emerge de sus esfuerzos de identidad, sus egos pueden manejar el 6º estadio, el de la intimidad. El cuerpo y
el ego deben ser en este momento quienes dominan a los modos de los órganos y los conflictos nucleares, con el fin de estar capacitados
para enfrentar el temor de la pérdida del ego en situaciones q exigen autoabandono.
7. La generatividad vs la paralización.
La capacidad de entregarse a si mismo en el encuentro de los cuerpos y de las mentes lleva a una expansión gradual de los intereses del
ego y de la catexis libidinal sobre aquello q ha sido de este modo generado y aceptado como responsabilidad. La generatividad constituye
primeramente el interés de establecer y guiar a la generación siguiente, o lo q haya llegado a ser, en un caso dado; el objeto absorbente
de un tipo paternal de responsabilidad. Cuando este enriquecimiento falla, tiene lugar una regresión, de la generatividad a una necesidad
obsesiva de seudointimidad, marcada con momentos de repulsión mutua, a menudo con un sentimiento penetrante de la paralización
individual y de un empobrecimiento interpersonal.
8. La integridad del Ego vs desesperación:
La integridad del Yo la logra sólo aquel q en alguna forma ha tenido a su cargo el cuidado de cosas y personas, y se ha adaptado a los
triunfos y a las desilusiones adherentes a ser creador de otros y el generador de cosas y de ideas, sólo aquel q puede recoger
gradualmente el fruto de dichos 7 estadios.
El poseedor de integridad se encuentra dispuesto a defeder la dignidad de su propio tipo de vida en contra de todas las amenazas físicas
y económicas. Porque sabe q la vida individual es la coincidencia accidental de sólo un ciclo de vida, con sólo un segmento de historia; y q
para él se mantiene o sucumbre toda integridad humana con el único tipo de integridad q èl comparte (la desarrollada por su cultura).
INHIBICIÓN, SÍNTOMA Y ANGUSTIA(1926) [FREUD]

II.
El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es el resultado del proceso represivo. La represión parte del
yo, quien, eventualmente por encargo del superyó, no quiere acatar una investidura pulsional incitada en el ello. Mediante la represión, el
yo consigue coartar el devenir- conciente de la representación que era la portadora de la moción desagradable. El análisis demuestra a
menudo que esta se ha conservado como formación inconciente.
¿Cuál es el destino de la moción pulsional activada en el ello, cuya meta es la satisfacción? A consecuencia de la represión, el decurso
excitatorio intentado en el ello no se produce; el yo consigue inhibirlo o desviarlo. Por esto, vemos como el yo exterioriza una influencia
sobre los procesos del ello.
El yo adquiere este influjo a consecuencia de sus íntimos vínculos con el sistema percepción. Este sistema P- Cc, se conecta con el
fenómeno de la conciencia; recibe excitaciones de afuera y de adentro, y, por medio de las sensaciones de placer y displacer intenta guiar
todos los decursos del acontecer anímico en el sentido del principio de placer. Cuando el yo se revuelve contra un proceso pulsional del
ello, no le hace falta nada más que emitir una señal de displacer para alcanzar su propósito con ayuda del principio de placer.
¿De dónde proviene la energía empleada p/ producir la señal de displacer? La represión equivale a un intento de huida. El yo quita la
investidura(preconciente) de la agencia representante de la pulsión que es preciso reprimir, y la emplea p/ el desprendimiento de
displacer(de angustia).
La angustia no es producida como algo nuevo, sino que es reproducida como estado afectivo siguiendo una imagen mnémica
preexistente. En el hombre, el acto de nacimiento, en su calidad de 1ª vivencia individual de angustia, parece haber prestado rasgos
característicos a la expresión del afecto de angustia.
La mayoría de las represiones son casos de “esfuerzo de dar caza”. Presuponen represiones primordiales producidas con anterioridad, y
que ejercen su influjo de atracción sobre la situación reciente.
Los primeros estallidos de angustia se producen antes de la diferenciación del superyó. Es enteramente verosímil que factores
cuantitativos como la intensidad hipertrófica de la excitación y la ruptura de la protección antiestímulo constituyan las ocasiones inmediatas
de las represiones primordiales. La protección antiestímulo, existe sólo frente a estímulos externos, no frente a exigencias pulsionales
internas.
El síntoma se engendra a/p de la moción pulsional afectada por la represión. Cuando el yo, recurriendo a la señal de displacer, consigue
su propósito de sofocar por entero la moción pulsional, no nos enteramos de nada de lo acontecido. A pesar de la represión, la moción
pulsional ha encontrado un sustituto, pero uno harto mutilado, desplazado, inhibido. Si ese sustituto llega a consumarse, no se produce
ninguna sensación de placer; en cambio de ello, tal consumación ha cobrado el carácter de la compulsión. El proceso sustitutivo es
mantenido lejos de su descarga por la motilidad.
En la represión el yo trabaja bajo la influencia de la realidad externa, y por eso segrega de ella al resultado del proceso sustitutivo.
III.
El yo no es más que un sector del ellos diferenciado en particular. El yo es una organización, pero el ello no lo es; el yo es justamente el
sector organizado del ello.
El proceso que por obra de la represión ha devenido síntoma afirma ahora su existencia fuera de la organización yoica y con
independencia de ella. Todos sus retoños gozan del mismo privilegio, se diría que de “extraterritorialidad”; cada vez que se encuentren por
vía asociativa con sectores de la organización yoica cabe la posibilidad de que los atraigan y, con esta ganancia, se extiendan a expensas
del yo.
Esta lucha defensiva secundaria nos muestra 2 rostros de expresión contradictoria:
1) el yo es constreñido por su naturaleza a emprender un intento de restablecimiento o de reconciliación. Su energía desexualizada
revela todavía su origen en su aspiración a la ligazón y a la unificación, y esta compulsión a la síntesis aumenta a medida que el yo se
desarrolla más vigoroso. Así se comprende que el yo intente cancelar la ajenidad y el aislamiento del síntoma, aprovechando toda
oportunidad p/ ligarlo de algún modo a sí e incorporarlo a su organización mediante tales lazos. El yo se comporta como si se guiara por
esta consideración: el síntoma ya está ahí y no puede ser eliminado; ahora se impone avenirse a esta situación y a sacarle la máxima
ventaja posible. Sobreviene una adaptación al fragmento del mundo interior que es ajeno al yo y está representado por el síntoma,
adaptación como la que el yo suele llevar a cabo normalmente respecto del mundo exterior objetivo.
2) Los 2 procedimientos que el yo aplica contra el síntoma se encuentran en contradicción recíproca. El otro procedimiento tiene un
carácter menos amistoso, prosigue la línea de la represión. Pero parece que no sería lícito reprochar inconsecuencia al yo. La
perturbación parte del síntoma, que sigue escenificado su papel de correcto sustituto y retoño de la moción reprimida, cuya exigencia de
satisfacción renueva una y otra vez, constriñendo al yo a dar en cada caso la señal de displacer y a ponerse a la defensiva.
IV.
Consideramos el caso de una zoofobia histérica infantil. El pequeño Hans se rehusa a andar por la calle porque tiene angustia ante el
caballo. La incomprensible angustia frente al caballo es el síntoma; la incapacidad p/ andar por la calle, un fenómeno de inhibición, una
limitación que el yo se impone p/ no provocar el síntoma- angustia. Se trata, no de una angustia indeterminada frente al caballo, sino de
una determinada expectativa angustiada: el caballo lo morderá.
El niño se encuentra en la actitud edípica de celos y hostilidad hacia su padre a quien, ama de corazón toda vez que no entre en cuenta la
madre como causa de la desavenencia. Por tanto, un conflicto de ambivalencia, un amor bien fundado y odio no menos justificado, ambos
dirigidos a una misma persona. Su fobia tiene que ser un intento de solucionar ese conflicto.
La moción pulsional que sufre la represión es un impulso hostil hacia el padre. El deseo de hacer a un lado al padre tiene el mismo valor
que el propósito de eliminarlo a él mismo; equivale a la moción asesina del complejo de Edipo.
No podemos designar como síntoma la angustia de esta fobia. Lo que la convierte en neurosis es la sustitución del padre por el caballo.
Es este desplazamiento lo que se hace acreedor al nombre de síntoma.
La desfiguración en que consiste el síntoma no se emprende en la agencia representante(el contenido de representación) de la moción
pulsional por reprimir, sino en otra por entero diversa, que corresponde sólo a una reacción frente a lo genuinamente desagradable.
La representación de ser devorado por el padre es la expresión, degradada en sentido regresivo, de una moción tierna pasiva: es la que
apetece ser amado por el padre, como objeto, en el sentido del erotismo genital.
La represión no es el único recurso de que dispone el yo p/ defenderse de una moción pulsional desagradable. Si el yo consigue llevar a
la pulsión a la regresión, en el fondo la daña de manera más enérgica de lo que sería posible mediante la represión.
La moción pulsional reprimida en estas fobias es una moción hostil hacia el padre. Es reprimida por el proceso de la mudanza hacia la
parte contraria; en lugar de la agresión hacia el padre se presenta la agresión(la venganza) hacia la persona propia. Puesto que de todos
modos una moción de esa índole arraiga en la fase libidinal sádica, sólo le hace falta cierta degradación al estadio oral, que en Hans es
indicada por el ser- mordido.
Simultáneamente ha sucumbido a la represión la otra moción pulsional, de sentido contrario: una moción pasiva tierna respecto del padre,
que ya había alcanzado el nivel de la organización libidinal genital(fálica).
Las 2 mociones pulsionales(agresión sádica hacia el padre y actitud pasiva tierna frente a él) forman un par de opuestos. En Hans,
mediante la formación de su fobia se cancela también la investidura de objeto- madre tierna, de lo cual nada deja traslucir el contenido de
la fobia. Se trata de un proceso represivo que afecta a casi todos los componentes del c: de E., tanto a la moción hostil como a la tierna
hacia el padre, y a la moción tierna respecto a la madre.
En lugar de una única represión, nos encontramos con una acumulación de ellas, y además nos topamos con la regresión.
El pequeño Hans, tramitó mediante su fobia las 2 mociones principales del c. de E., la agresiva hacia el padre y la hipertierna hacia la
madre, es cierto que tb estuvo presente la moción tierna hacia el padre; pero ni puede demostrarse que fue lo bastante intensa como p/
provocar una represión.
El motor de la represión es la angustia frente a la castración inminente. Por angustia de castración resigna el pequeño Hans la agresión
hacia el padre; su angustia de que el caballo lo muerda puede completarse, sin forzar las cosas: que el caballo le arranque de un mordisco
los genitales, que lo castre.
El motor de la represión es la angustia frente a la castración; los contenidos angustiantes son sustitutos desfigurados del contenido “ser
castrado por el padre”.
Pero el afecto- angustia de la fobia, no proviene del proceso represivo, de las investiduras libidinosas de las mociones reprimidas, sino de
lo represor mismo; la angustia de la zoofobia es la angustia de castración inmutada, vale decir, una angustia realista, angustia frente a un
peligro que amenaza efectivamente o es consabido como real. Aquí la angustia crea a la represión y no la represión a la angustia.
La mayoría de las fobias se remontan a una angustia del yo, frente a las exigencias de la libido. En ellas la actitud angustiada del yo es
siempre lo primario y es la impulsión p/ la represión. La angustia nunca proviene de la libido reprimida.

LAPLANCHE: LA SUBLIMACIÓN.
¿La sublimación “desde el origen”?
Encontré sugestiva la indicación de Freud de poner la sublimación en relación con el apuntalamiento, pero insuficiente la idea de q esta
relación fuera sencilla, es decir, q la sublimación sólo fuera el apuntalamiento en sentido inverso, el retorno de lo sexual a lo no sexual.
Ese esquema es insuficiente xq no toma en cuenta el elemento “represión”. La sublimación es para una parte de la pulsión un destino q le
permite escapar de la represión. Pero es correlativa pese a todo de una represión, y en particular de una represión concerniente a un
cierto tipo de objeto: el objeto propiamente sexual.
Si conservamos la idea de q la sublimación está muy cerca del apuntalamiento, conviene dar un destino particular a la frase: “desde el
origen”. La sublimación no sería un repliegue, un 2º repliegue por relación al primer tiempo del nacimiento de lo sexual: apuntalamiento y
sublimación irían + bien a la par. “Desde el origen” hay una especie de acoplamiento cuando una sublimación debe producirse. Las
sublimaciones verdaderas son “precoces” (sublimación: intelectualidad de Leonardo). Habría q intentar concebir la sublimación
produciéndose en el momento mismo en q aparece la excitación sexual, en el campo de la pulsión parcial sexual. Pero ese término
“precoces” implica una significación temporal, cronológica, q corre riesgo de imponer la idea de q sólo habría sublimaciones en los
primeros años de vida.
Si sustituyo la calificación “precoz” por la de “originaria” es para entender q lo originario no es primitivo de los años de origen. La pulsión
sexual no está dada de una vez para siempre, sino q, existe la capacidad en el ser humano de crear sin cesar, cerca del origen, lo sexual
a partir de toda suerte de conmociones exteriores, a partir de lo nuevo, de lo cual el traumatismo no representa sino el paradigma +
dramático.
Si se admite por una parte q la pulsión sexual está dada tal cual desde el origen, como una cantidad idéntica de libido y se admite por otra
parte q la sublimación es una manera de derivar una parte de esa sexualidad, parecería evidente q desearíamos encontrar en el “creador”
y, de manera general, en todo aquel q se dedique a una actividad sublimada, una disminución de la actividad sexual. Pero esto es +
complejo: a veces se opone a la sexualidad, pero ocurre tb en otros casos q ambas se complementan, lo q vendrá a confirmar q la
sublimación puede estar ligada a una suerte de neogenesis de la sexualidad.
A la actividad pictórica de Leonardo, Freud no sabe bien en donde situarla, unas veces las considera como directamente pulsional (el
placer de vivir), por oposición a lo sublimado; q es la investigación teórica; otras veces la opone como una sublimación a otra sublimación.
Este 2º punto de vista es el q prevalece al final del texto, donde la sublimación pictórica es considerada como + tardía, como una 2ª
oleada, surgida esencialmente en la pubertad, ligada al desarrollo genital, ligada mucho + directamente a la homosexualidad, pero en
última instancia de origen obsceno.
Freud vacila en asignar fuentes pulsionales a la actividad “representativa” por excelencia, la creación artística o literaria tal como aparece
en Leonardo.
Lo q es esencialmente sublimado son las tendencias perversas polimorfas q trabajan c/u por su cuenta, las tendencias pregenitales, y no
la sexualidad genital.
Paradoja de la perversión: Freud no deja de señalar la conexión entre ciertas actividades sublimadas y la perversión, tomada en el sentido
de sus estructuras psicopatológicas diferenciadas.
Leonardo y su homosexualidad, esto es transportado a sus pinturas (renegación).
La sublimación, si admitimos la hipótesis de q acompaña desde el origen el nacimiento de la pulsión sexual, nos parecería ligada al
movimiento mismo de seducción q caracteriza a la neogenesis de la sexualidad, es decir a aquello q nos vemos obligados a llamar una
desviación de la autoconservación.
Queda la cuestión del objeto y la del Yo, q se pueden reunir bajo el título provisional de “síntesis”. Melanie Klein puso el acento, para la
sublimación en este aspecto de totalidad: toda sublimación es reparación, ligada a la fase depresiva, del peligro de ver el objeto y el sujeto
despedazarse, destruirse. Todo amor, toda relación de objeto verdadera es reparación, creación del objeto como una totalidad, garante de
la totalidad del Yo.
El primado general es una manera de coordinar las pulsiones en una especie de unidad q es la relación sexual adulta. La actividad
sublimada es una suerte de sustituto del primado genital, una manera de coordinar las actividades pregenitales, bajo una especie de
primado, el de una obra, de un trabajo, de un resultado por alcanzar, pero una síntesis q, a diferencia de la síntesis genital, se producirá tal
vez bajo el signo de la represión o de la renegación, precisamente bajo el signo de la renegación de lo genital.
2 dominios de la sublimación: el del juego; y el del arte culinario y de la gastronomía.
Sublimación y síntomas:
La sublimación no es una represión y existe, sin embargo, retorno. No es una represión, es decir q en el lugar mismo donde algo ha sido
reprimido no surge un sustituto bajo la forma de síntoma, sin embargo, hay represión de una parte de la actividad pulsional; en particular, y
especialmente, represión de la parte q constituirá una investigación dirigida a un objeto propiamente sexual, es decir, una represión
concerniente al objeto, una vía bloqueada y hay incluso un sustituto, pero se podría decir q por derivación, por vía colateral y no un
síntoma neurótico, q se produce allí donde sobreviene la represión.
UNIDAD 3: El desarrollo psicomotor del niño.
• La psicomotricidad: origen y evolución del concepto.
• Incidencia del movimiento en el desarrollo psicológico del niño.
• Desarrollo del esquema corporal:
- Movimientos involuntarios y voluntarios.
- Desarrollo de la extensibilidad y postura.
- Control tónico- postural.
- Coordinaciones sensoriomotrices. Praxias.
- Lateralidad funcional: génesis, evolución y efecto de la educación.
- Desarrollo de la sensopercepción.
- Esquema corporal- imagen inconciente del cuerpo.
LOS ORÍGENES DEL CARÁCTER EN EL NIÑO [WALLON]
• Introducción: Conciencia corporal y "cenestesia".
La cenestesia se refiere a los grados que el niño llega a realizar una noción coherente y unificada de su ser físico.
La necesidad de encontrar correlaciones orgánicas para los hechos de la vida psíquica determina que se señale a la cenestesia o
sensibilidad del propio cuerpo como sustrato del sentimiento de personalidad. Si en 2 momentos un individuo tiene dificultad para
reconocerse como él mismo, es su cenestesia la que cambió; y esta explicación cómoda contribuyó a hacer admitir esa sugestión que
sirvió de ayuda, los casos hoy inhallables de doble o triple personalidad.
La cenestesia entraña a los estudios que pudieron emprenderse sobre la sensibilidad intero y propioceptiva, sobre la sensibilidad
protopática, sobre las relaciones de sensibilidad y de los estados afectivos, sobre los intervalos de rapidez nerviosa entre las diversas
formas de sensibilidad; permanece siendo bajo su forma global la conciencia del cuerpo, es decir, una simple especialización de la
conciencia, tal como la puede definir la introspección.
• Capítulo 1: las premisas psico- fisiológicas de la conciencia corporal:
Asi como la noción del yo psíquico implica la oposición más o menos latente y virtual de personalidades extrañas a su propia
personalidad, para el yo corporal, su noción no se limita a la intuición de los órganos y de su actividad: ella exige que se haga la distinción
entre lo que debe ser referido al mundo exterior y lo que puede ser atribuido al propio cuerpo, como definiéndolo en sus diferentes
aspectos. Una condición indispensable es que sea posible la ligazón entre la actividad que está volcada hacia el mundo exterior y la que
se refiere más inmediatamente a las necesidades y a las actitudes del cuerpo.
Hay por lo tanto una disociación entre los diferentes dominios funcionales: el dominio interoceptivo que es el de la necesidad visceral; el
dominio propioceptivo que comprende las sensaciones ligadas al equilibrio, a las actitudes, a los movimientos; y el dominio exteroceptivo o
sensibilidad vuelta hacia las excitaciones de origen exterior.
Sensibilidad interoceptiva: de todas las manifestaciones orgánicas, las que están en relación con el tubo digestivo y la alimentación son las
que parecen tener mayor concomitancia con el desarrollo psíquico del niño por lo que la función alimenticia supera mucho a la circulación
y a la respiración. El corazón late desde el período fetal; sin embargo, sus funciones no son un motivo de actividad. En cuanto a la
respiración, esta comienza con la vida extrauterina; es su primer acontecimiento. El reflejo de enfriamiento periférico que conduce a la
primer inspiración es seguido por otros reflejos o reacciones que tienen su punto de partida o su asiento en el árbol respiratorio: estornudo,
grito.
Preyer pudo obtener, por excitación de los labios, un reflejo de succión. Succión y deglución se parecen por la forma, por el
encadenamiento, por la estrecha y precisa coordinación de movimientos al peristaltismo esofágico, gástrico intestinal y sólo difieren por su
asiento periférico y su mayor diversificación. Teniendo que abrir o cerrar el tubo digestivo, la actividad bucal desarrolla y afina sus
conexiones, sus mecanismos, sus aptitudes discriminativas. Llega a ser una especie de intermediario entre las necesidades del organismo
y el medio exterior.
do as
Después del 2 mes, el hambre puede, fuera de toda excitación local, provocar movimientos de succión. El niño en las 1 semanas de
vida, al mamar, está absorbido por los movimientos de su boca y de su faringe, los párpados cerrados, los puños ligeramente apretados,
el antebrazo flexionado.
o
Después del 4 mes, sonríe a su nodriza, vuelve la cabeza hacia una persona que se aproxima, se interrumpe en ocasión de un débil
estímulo auditivo o visual. Las excitaciones exteroceptivas pueden ya disputar su atención a funciones interoceptivas. Pero pronto los
órganos interoceptivos van a servir de órganos exteroceptivos. El mundo irá tomando mayor importancia para el niño a medida que se
establezcan las conexiones entre estos 2 dominios de su actividad. Llevando todo lo que él toma a su boca, que es la zona de sensibilidad
más despierta de su cuerpo, aprende a distinguir las cosas entre si.
as
Sensibilidad propioceptiva: contribuye de manera preponderante a constituir la noción del propio cuerpo. Sus 1 manifestaciones son
contemporáneas del nacimiento y remontan al período fetal.
Todas consisten en sistemas sinérgicos de movimientos y de actividades, es decir, en sistemas constituidos de tal manera que el
desplazamiento efectuado por una parte del cuerpo, las actitudes y los movimientos que pueden mantener mejor el equilibrio general y
concurrir a la realización de la acción perseguida.
Entre las sinergias que han perdido ya su autonomía en el momento del nacimiento, son los reflejos cervicales y los reflejos laberínticos.
Los reflejos cervicales parten en la sensibilidad articular de las vértebras cervicales, cuando el giro de la cabeza cambia su posición
recíproca. Tienen por efecto poner los segmentos subyacentes, en particular los miembros superiores en una actitud determinada, inversa
para los brazos y que a su vez se invierte si la cabeza gira en sentido contrario.
Con los reflejos laberínticos son provocados sistemas invariables de actitudes, c/u con una excitación determinada. El asiento de estas
excitaciones es un órgano especial, que se diferenció en el cráneo, y estas excitaciones traducen los cambios de posición que toma el
organismo en relación a la gravedad, y no en relación a si mismo.
as
1 reacciones del aparato exteroceptivo: otras sinergias , que están en relación con excitaciones que llegan del mundo exterior, en lugar
as os
de estar desde el nacimiento despojadas de su individualidad, hacen su aparición en el curso de las 1 semanas o de los 1 meses.
El equilibrio: al mismo tiempo que se construyen sinergias parciales, van a desarrollarse las sinergias generalizadas a las que se remite el
equilibrio del cuerpo. Al cerebelo le corresponde su regulación.
o o o o
Entre el 1 y 2 mes comienza a levantar la cabeza hacia el pecho de la madre; entre el 2 y el 3 mes la levanta estando en descúbito
o o
ventral. Entre el 3 y 4 mes, la cabeza comienza a fijarse en posición derecha, primero sólo por algunos instantes, luego de manera
o o
permanente. Entre el 4 y 10 mes se producen con éxito creciente los esfuerzos por sentarse, por modificar, volviéndose, una posición
incómoda.
o
Un niño puede sostenerse hacia e; 5 mes sobre las 2 manos
o o as o o
entre el 8 y 9 mes aparecen las 1 tentativas de locomoción (gateo). Entre el 9 y 10 mes llega a mantenerse parado solo, a ensayar
algunos pasos, pero a condición de estar sostenido.
El equilibrio es el sistema incesantemente modificable de reacciones compensadoras, que parecen modelar el organismo en relación con
las fuerzas opuestas del mundo exterior y sobre los objetos de la actividad motriz.
• Capítulo 2: diferenciación y progreso de las reacciones exteroceptivas.
La sensibilidad exteroceptiva, que sólo es apta para proveer el conjunto de impresiones contraponibles, como mundo exterior, al propio
cuerpo, comienza a suscitar sólo efectos sin relación con el mundo exterior.
o
Con el 2 mes, la movilidad de tipo afectivo da lugar a una actividad de un aspecto más sensoriomotor. Al mismo tiempo que se
constituyen las sinergias sensoriales, el rostro adquiere los rasgos de la atención y de la preparación a las impresiones exteriores: tensión
de la frente, mayor apertura de los ojos, agudeza de la boca, avance de la lengua entre los labios.
er
Al terminar el 3 mes, el niño comienza a mantener su cabeza derecha. Un resultado capital de las asociaciones intersensoriales es que
se individualizan las fuentes de excitación al mismo tiempo que se unifica el campo de la percepción.
o
En el curso del 5 mes logra aprehender con una sola mano.
o o
Entre el 6 y 7 mes se destaca la aptitud para anticiparse a la percepción directa de las cosas y por los progresos de la actividad
instrumental. En el momento de comer, de ser sacado de su lecho, de ser vestido, de salir de paseo, la simple espera del acontecimiento
pone ya al niño en un estado de excitación.
o o
Entre el 10 y el 11 mes, sigue los objetos con la mirada, los suelta y los mira caer.
El sistema de datos sensoriales o motrices que responden al objeto no puede hacerlo percibir como objeto sino integrándose, en otro
plano de la vida psíquica, a un orden diferente de operaciones en las que intervienen la actividad simbólica.
• Capítulo 3: diferenciación y progreso de las relaciones relativas al propio cuerpo:
er o
En un primer período, que va del 3 al 6 mes, la entrada de sus miembros en su campo perceptivo parece sorprenderlo y suscita un
a
esfuerzo visible de reconocimiento y de discriminación. Desde el final de la 12 semana, el niño seguirá con sus ojos el desplazamiento de
a
sus manos, y recién en la 19 semana se interesará por el movimiento de sus pies y de los dedos de los pies.
o
Al 4 mes el niño presta atención a su mano derecha, la detiene delante de sus ojos, mira agitarse sus dedos y comienza a fijarse en ella
de manera prolongada y sostenida varias veces por día.
o
Al finalizar el 4 mes, en el momento de aprehender el objeto, se detiene ante su mano, la desplaza hasta la altura de sus ojos. El niño se
esfuerza por tomar un objeto, pero más aun sobre su mano que llega a ser un objeto privilegiado en el desdoblamiento que se opera entre
ella y el objeto.
o
A partir del 6 mes, el niño comienza a concederle al mundo exterior suficiente realidad como para esperar de él ciertos efectos y para
iniciar su actividad instrumental. Frente a su propio cuerpo se libra una actividad de alguna manera complementaria, cuyo resultado es
individualizado y hace predominar sobre las sensibilidades orgánica y subjetivas la sensibilidad de relación.
El reconocimiento de las formas corporales se ejerce con una actividad y aveces una intemperancia tanto mayores cuanto está más
imperfectamente integrada todavía al conjunto de la actividad psíquica. De allí el descubrimiento de semejanzas que hace el niño y que
asombran al adulto, cuando le parecen acertadas.
Reconocidas e individualizadas las partes del cuerpo no son integradas por el niño en su individualidad física. A un año y 11 meses el niño
de Preyer ofrece varias veces un bizcocho a su propio pie, como si se lo ofreciera a sus padres, y se divierte mucho viendo como lo toman
los dedos de sus pies. Este es un simple juego.
• Capítulo 4: el propio cuerpo y su imagen exteroceptiva:
Una contraprueba que muestra porque grados y dificultades debe pasar el niño antes de llegar a reducir en una intuición de conjunto todo
lo referente a su personalidad física, es su manera de reaccionar, en presencia de su imagen en el espejo. Se trata de saber como llega a
reconocer como suyo su aspecto exteroceptivo.
El niño ante la imagen especular del otro. Realismo de las imágenes y estadio de yuxtaposición:
er
- Hasta el final del 3 mes, el niño permanece insensible a las imágenes que se forman en el espejo.
o
- En el curso del 4 mes, la imagen reflejada por el espejo parece provocar la fijación de la mirada sin despertar interés por el rostro.
El niño mira como si estuviera frente a un extraño que ve por primera vez; 3 días después le sonríe.
El hecho de volverse de la imagen hacia la persona es la verificación de una relación, es un acto de conocimiento.
El niño frente a su propia imagen especular. El simbolismo progresivo de las imágenes y su reducción a lo real. Aparición del espacio
suprasensorial:
La representación del propio cuerpo, debe responder a la condición de poder formarse exteriorizándose.
El conocimiento que hace de su imagen en el espejo es un procedimiento más o menos episódico entre aquellos que le sirven para hacer
entrar gradualmente en el número de cosas y las personas cuyos rasgos de identidad fijó progresivamente, de manera de considerarse a
si mismo como un cuerpo entre los cuerpos, como un ser entre los seres. Es a través de innumerables puntos de referencia, usando
analogías y por asimilación con aquello que ya sabe percibir y representarse diferenciadamente, que llega a individualizar y discernir los
diferentes aspectos bajo los cuales le es posible tener una representación de si mismo.
Para que logre unificar su yo en el espacio es necesario que sitúe su yo exteroceptivo de tal manera que su percepción llegue a ser
irrealizable por si mismo. Tan pronto como vea su propia imagen, esta deja de coincidir en el espacio con su propio cuerpo y debe tenerla
por privada de la realidad; y tan pronto como suponga la realidad de su aspecto exteroceptivo, debe tenerlo por inaccesible a sus propios
sentidos.
Es el preludio de la actividad simbólica, por la que el espíritu llega a trasmutar en universo los datos de la sensibilidad.
La imagen en el espejo no tiene existencia por si misma, ésta es referida por el niño sobre su yo propioceptivo y táctil: es un sistema de
referencias, apto para orientar los gestos hacia las particularidades del propio cuerpo del cual da indicaciones. Al vaciarse de existencia
llega a ser puramente simbólica. Ha llegado a serlo puesto que ahora puede ser considerada como exterior al sistema de imágenes con el
cual el niño identifica su cuerpo y su yo.

DOLTO: IMAGEN INCONCIENTE DEL CUERPO.


Esquema corporal: es una realidad de hecho, es el mismo para todos los individuos.
Es frecuente q en un sujeto cohabiten un esquema corporal invalidado y una imagen del cuerpo sano. Por ejemplo: un niño invalidado
(paraplégico) tiene necesidad de jugar verbalmente con su madre, hablando de correr, saltar, cosas q su madre sabe tb como el q ya
jamás podrá realizar. Proyecta así, este niño una imagen sana del cuerpo, simbolizada mediante la palabra y las relaciones gráficas.
Hipótesis de Dolto: la no estructuración de la imagen del cuerpo se debe en gran parte al hecho de q la instancia tutelar desorientada por
no tener nunca las respuestas habitualmente esperadas de un niño de esta edad, ya no intenta comunicarse con él de otra manera q
mediante un cuerpo a cuerpo dirigido sólo a la satisfacción de sus necesidades y abandona su humanización.
El esquema corporal es en parte inconciente, preconciente y conciente.
Mientras q la imagen del cuerpo es inconciente.
La imagen del cuerpo es la síntesis viva de nuestras experiencias emocionales.
Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por nuestro esquema corporal, podemos entrar en comunicación con el otro.
El esquema corporal refiere al cuerpo actual en el espacio de la experiencia inmediata. La imagen del cuerpo puede hacerse
independientemente del esquema corporal. Se articula con él a través del narcisismo (cómo es investido ese chico, como amado completo
o incompleto).

UNIDAD 4: El desarrollo cognitivo del niño. Aportes teóricos de Jean Piaget.


• La inteligncia sensorio motriz.
• La función simbólica.
• Las representaciones concretas. Génesis.
PIAGET: LA FORMACIÓN DEL SÍMBOLO.
Invención: acomodación mental de los esquemas ya elaborados en forma brusca y con sustitutos simbólicos.
Acción: secundaria a la representación
Representar: evocar objetos ausentes.
Ste: símbolo.
Sdo: esquema.
En el símbolo :
- El significante aporta a la imitación(acomodación)
- El Significado aporta al juego(asimilación)
REPRESENTACIÓN
- Surge por interiorización de la acción
- Hay una asimilación formal(no material- acción).
- La actividad asimiladora actúa sobre símbolos representativos en lugar de datos perceptivos.
- Imágenes visuales representadas(simbólicas): significante(antes hay Imagen perceptiva)
- Proceso de invención significado.
- Provee símbolos.
- Reemplaza acción efectiva
- Elementos: palabras o símbolos = imágenes
Nociones o significados = esquemas.
Imitación representativa: con partes del cuerpo invisibles para él(boca).
Imitación diferida: sin modelo presente.
Juego simbólico hace como si.
TANTEO COMBINACIÓN MENTAL
Asimilación más lenta por ensayo- error Asimilación más rápida y económica.
Visible, exterior interiorizada
Atado a la realidad efectiva Evocación de esquemas mentales
Esquema conocido: fracaso esquema: tanteo Esquema: fracaso esquema: invención de esquemas:
empírico: nuevos esquemas. Situación nueva. por acomodación brusca con intentos representativos
IMITACIÓN: prolongación, acomodación.
JUEGO: no hay esfuerzo acomodativo, es placentero.
En el 6° estadio se aceleran las velocidades ya que la combinación mental es
Instantánea, por lo que aparece una inteligencia sistemática. La invención por deducción o combinación mental: este nuevo tipo de
inteligencia caracteriza la inteligencia sistemática.
Interiorización: hay combinación mental.
Imitación, juego e inteligencia contribuyen entre si para que haya representación
LA IMITACIÓN DIFERIDA: la imitación comienza a ser mental.
LOS JUEGOS: simbólicos o lúdicos.
La imitación interiorizada o la acomodación interior, es la imagen mental, lo
cual es un significante(lo que está haciendo, los gestos). Es el sentido que el niño
le da a la acción.
El juego y la imitación dan cuenta de lo que ocurre en el interior del niño.
Con respecto al juego, el niño sustituye objetos para representar algo. Esta
representación es objetiva en el sentido de que lo que va a representar tiene que
asemejarse a lo que está pensando y en algo esa representación está
deformando la realidad(asimilación deformante). Es un tipo de sustitución en la que siempre se pierde algo.
Es un símbolo porque tiene un significado y un significante, que son semejantes. El símbolo es individual y
motivado(responde al deseo de jugar).
Ejemplo: si un nene juega con piedritas y hace que juega a los dados, otro nene puede jugar con las mismas piedritas y
hacer que juega a las bolitas.
Los índices están dados, son naturales.
SIGNIFICANTE: son las imágenes mentales acústicas , de los sonidos de las palabras. Registro de sonidos distintos de
cómo es la letra(ejemplo: s es distinto de ese).
SIGNIFICADO: es un concepto que es de clase general. No se define en particularidades. Ejemplo: entiende el concepto de
silla pero no incluye particularidades. Remite a un concepto.
En el SÍMBOLO la relación entre significante y significado es arbitraria. Para tal significante hay un determinado significado.
Tiene que ver con lo social.
Con la invención por combinación mental y la aplicación paralela a su adquisición, hay invención y combinaciones originales.
La invención es parecida a la aplicación de medios conocidos a situaciones nuevas, puesto que esta última procede por
deducción, la cual participa de los procesos de adquisición y del descubrimiento de medios nuevos por experimentación
activa.
Ejemplo de invención elemental por combinación mental: a partir de la imitación motriz(analogías), Lucienne abre y cierra la
boca ya que nota que al abrirse, que al ampliarse la ranura de la caja tiene la posibilidad de sacar la cadenita. Esta imitación
es un momento antes de poder representar, es decir, que hay imitación casi representativa. Es casi representación, ya que
no es totalmente interiorizado, la representación la piensa de una manera motriz(representación en actos, es un momento
lógico), es un momento del pasaje de lo motriz a lo mental.
Hay innovación, la que procede por experimentación activa, se investiga anteriormente por combinación mental. Hay
invención y no solamente descubrimiento, hay representación y no solamente tanteo sensorio- motor. Inventar es combinar
esquemas representativos, para que los esquemas sensorio- motrices se transformen en mentales deben ser susceptibles
de combinarse entre si, capaces de originar verdaderas invenciones. La invención busca esquemas para reorganizarlos y
representarlos.
Procedimiento de la acomodación: consiste en considerar los esquemas precedentes en función de la situación actual, lo
que resulta por asimilación espontanea, por lo tanto más rápida y procede por ensayos representativos.
La interiorización es de los conocimientos adquiridos, vinculados con las experiencias. La experiencia efectiva o externa
implica una actividad asimiladora interna, formadora de esquemas, la cual funciona por si sola, sin necesidad de
alimentación externa.
La experiencia mental es una asimilación que funciona en si misma y llega a ser así por oposición a la asimilación material
inicial.
Desde que los esquemas comienzan a funcionar espontáneamente y a combinarse así mentalmente, confieren por ello una
significación a las huellas dejadas por la percepción y las llevan al rango de los símbolos. La imagen asi constituida llega a
ser un significante, cuyo significado no es más que el esquema sensorio- motor mismo.
Representación:
• Palabras o símbolos(signos). Se refieren a la imagen.
• Las nociones(significaciones), están constituidas por los esquemas.
Los índices se suman a los caracteres de las cosas y tienden a constituirse en imágenes. Debido a la separación de los
índices con respecto a la acción inmediata, en beneficio de la combinación mental, esas imágenes se liberan de la
percepción directa para llegar a ser símbolos.
La imitación del 6° estadio, llega a ser representativa porque el niño se dedica a imitar gestos nuevos por medio de las
partes invisibles de su cuerpo.
El juego llega a ser también simbólico, en tanto que comienza a implicar el como si.

IMITACIÓN EN LOS 6 ESTADIOS:

ESTADIO 1 No hay imitación propiamente dicha. Ejemplo: un bebé llora y lloran los otros.
Desencadenamiento de un reflejo por un excitante externo.
ESTADIO 2 ϑ Imitación esporádica. Ejemplo: balbuceos, sonidos, etc.
ϑ La voz del otro excita la voz del niño, sin imitación precisa de los sonidos.
ϑ Imita sonidos conocidos.
ESTADIO 3 La imitación es:
ϑ conservadora, se hace sistemática, reproduce el modelo para conservar el resultado
interesante.
ϑ De lo que forma parte de su repertorio(de un esquema asimilado). Ejemplo: movimiento
de mano, golpear, rascar.
ϑ Imitación limitada por la R.C:S.
ESTADIO 4 Imitación de los movimientos ya ejecutados por el sujeto pero de manera invisible para él.
ϑ Aparece el índice, el cual permite la previsión(la señal desencadena una acción
automáticamente), permite asimilación mediata(lo que ve ).
ϑ Hay coordinación de esquemas con aplicación de medios conocidos a situaciones
nuevas.
ϑ Coordina esquemas visuales a esquemas táctiles que servirán de medios para el
objetivo de la imitación. La coordinación inteligente de este estadio conduce a la construcción
de las primeras formas del objeto y a un comienzo de la objetivación de espacio y la
causalidad. Imita sonidos y movimientos nuevos pero parecidos a los que el niño a percibido
anteriormente.
ESTADIO 5 Imitación sistemática de los modelos nuevos, incluso los que corresponden a los
movimientos invisibles del propio cuerpo. Logra imitar un modelo nuevo pero debe estar en
presencia por medio del tanteo empírico, que le sirve para construir los índices para poder
imitar el modelo.
ESTADIO 6 Comienzo de la imitación representativa y evolución ulterior de la imitación.
ϑ El tanteo se interioriza.
ϑ La imitación diferida es posible por la representación(evocar sibolicamente algo que está
ausente).
ϑ La imitación en presencia: el tanteo está interirizado.
ϑ Hay imitación de objetos materiales.
Juego: es esencialmente asimilación, todos los comportamientos son susceptibles de convertirse en juego cuando se
repiten por asimilación pura (simple placer funcional).
- Primacía de la asimilación Es la asimilación que predomina sobre la acomodación.
- Acciones sin funcionalidad adaptativa
- Asimilación sin esfuerzo
- Placer final
- Aporta significados a la relación
- Culmina su desarrollo en la ficción.
Estadio 1: no se diferencia de la asimilación funcional de la asimilación pura q superaría este cuadro.
Estadio 2: ligera diferenciación de la asimilación adaptativa. El juego parece ya formar parte de las conductas adaptativas.
La mayor parte de la R C se continúan en juegos. Se reproducen determinadas conductas. Simplemente por placer
(asimilación pura por placer funcional). Observación 50: girar la cabeza hacia atrás xq si.
Estadio 3: R C S. La diferenciación entre la asimilación adaptativa y juego es acentuada. La acción se transforma en juego
cuando el fenómeno es “comprendido” por el niño y es realizado sólo por el placer de actuar.
1°, 2° y 3° estadio: el juego surge por asimilación funcional, se da para no perder los esquemas asimilados(repetir por
placer).
El juego es complementario de la imitación.
Estadio 4: la movilidad de los esquemas permite la formación de combinaciones lúdicas (diferenciación entre significante y
significado).
Actividad inteligente: apartar un obstáculo para tomar un objeto.
Juego: desplazamiento de interés sobre la acción misma.
Adaptación inteligentemente, diferente de juego: en la 1ª la realidad exterior constituye un problema en el 2º, los objetos
sirven de ocasión a la actividad propia. Hay una especie de ritualización (esquema sacado de contexto y aplicado a otro)
prepara la formación de juegos simbólicos. Ejemplo de ritual: el niño ejecuta todos los gestos habituales de la iniciación del
sueño. Hay juego xq el esquema es ejercido con placer.
En el juego se diferencian los medios y fines.
Se queda en el esquema intermediario
No le interesa el fin.
Ejemplo: la mano corre el obstáculo para alcanzar el muñeco.
Ensayo del ritual lúdico:
- el fin es repetir algo conocido.
- Repite esquemas constituidos sin finalidad exterior. Los maneja por placer funcional. Ejemplo: acostarse, succionando
el pulgar
- Juego simbólico: hay conciencia de ficción. “hace como si”.
Estadio 5: los esquemas se constituyen casi en lúdicos y permiten mayor fertilidad de combinaciones. El niño se limita a
reproducir los esquemas tal cuales, se trata casi del símbolo en acción.
- Especialización de la ritualización.
- Combinaciones motoras nuevas(a diferencia del 4°).
Estadio 6: usa símbolos, es un juego simbólico. Conciencia de ficción y de ”Hacer como si”. Ejemplo: no tiene almohada y
toma otra cosa como si fuera almohada.
-Imita situaciones ausentes.
-Usa sustitutos, símbolos.
Comienzo de la ficción: se aplica un esquema a objetos inadecuados, la evocación de ellos es por placer.
Asimilación ficticia: hay asimilación de un objeto al esquema sin acomodación activa, porque es con fines propios: “jugar a
...”.
El juego simbólico es distinto del juego motor: hay imitación aparente(algo parecido a...) y asimilación lúdica.
Juego simbólico: el símbolo se basa en el simple parecido entre el objeto presente y el ausente. Hay representación en el
juego simbólico: el significante es el objeto presente y el significado el ausente.
En el 6º estadio aparecen esquemas propiamente simbólicos por asimilación de un objeto cualquiera al esquema jugado y a
su objetivo inicial.

UNIDAD 5: La adquisición y el desarrollo del lenguaje.


• Aspectos psicológicos. Aspectos lingüísticos. Aspectos psicolingüísticos.
• Adquisiciones fonológicas, semánticas y sintácticas.
• El prelenguaje. El primer lenguaje. El lenguaje propiamente dicho.
• Modelos de investigación en el desarrollo del lenguaje.

BOUTON: EL DESARROLLO DEL LENGUAJE (1982)


La ontogénesis del lenguaje, se despliega en 3 etapas sucesivas cronológicamente, aunque variando de un niño a otro.
1) El prelenguaje: hasta los 12- 13 meses o a veces hasta los 18 meses.
2) El primer lenguaje: desde los 12 o 18 meses hasta los 2 años y medio o 3 años.
3) El lenguaje: a partir de los 3 años.

El prelenguaje:
No tiene estatuto de lenguaje, no hay conexión entre sonido y sentido.
Un grito acompaña la llegada al mundo de todos los niños, es un reflejo automático del comienzo de la respiración aérea.
Parecen ser estos reflejos, a estados fisiológicos de malestar o incomodidad (por hambre, cólicos, etc.).
El grito se convierte en lenguaje por la intervención del entorno q lo tomo como un signo, de las necesidades del niño; al
grito ligado a una situación de necesidad o sufrimiento le sucede el grito emotivo, q sirve para traducir de manera intencional
un estado de ánimo (cólera, decepción, grito llanto de protesta).
Los primeros elementos de la elaboración del lenguaje, se sitúan en el marco de la relación madre- hijo, particularmente en
el momento de la nutrición los sonidos de succión q emite el niño en el chupeteo, son los primeros (de manera voluntaria).
Esta actividad es el preludio a otra actividad sonora del bebé en reposo: el balbuceo o lalación.
Son respuestas no específicas a estímulos igualmente no específicos, viscerales, somáticos, visuales y acústicos.
Dichos sonidos son principalmente vocálicos emitidos y aparecen algunos sonidos consonánticos (ejemplo: ajó).
Ecolalia: aparece alrededor de los 6 meses y es una actividad más coordinada y más intencional, se instaura una suerte de
diálogo, entre el niño y su madre o padre. Por una imitación global el niño responde a las palabras del adulto con una
repetición rítmica, melódica, contínua (ejemplo: ta ta ta).
En este período el niño es capaz de producir todos los sonidos imaginables.
Poco a poco este espectro de sonidos se reduce, a medida q la emisión se torna más intencional.

El primer lenguaje:
El medio familiar tiene mucha importancia en la adquisición del lenguaje.
El niño se muestra + sensible a unos sonidos q a otros. Esta adquisición se concreta, paralelamente a la desaparición de los
elementos prelingüísticos extraños al sistema fonológico de la lengua modelo.
Las emisiones intencionalmente significantes, generalmente van precedidas, de un período de silencio, donde adquiere +
importancia de comprensión pasiva del lenguaje q la emisión activa.
Palabra- sílaba: son los gestos, la mímica o la situación, los q permiten al adulto traducir la significación exacta, de la
emisión del niño. Este trata de producir ciertos grupos fonemáticos (unidades sobre cuya oposición es posible construir un
sentido). Esto le permite establecer una relación entre sonido y sentido (ejemplo: captar la oposición entre papá y mamá).
Estas unidades son al comienzo monosilábicas (“pa”- “ma”).
Palabra- frase: es universal. Ejemplo: “vino papá en el auto”.
Las frases de una sola palabra, pueden comunicar necesidades, deseos, órdenes, emociones, miedos. Consisten en
general en sustantivos.
Frases de 2 o más palabras: aparece como una abreviación telegráfica.
Hacia los 18 meses aparecen combinaciones de 2 palabras y constituyen un esquema más complejo, q está en relación
directa con las posibilidades de su análisis de lo real y con sus posibilidades articulatorias. Ejemplo: “mamá no ta”, puede
significar: “mamá salió”.
También aparecen frases estereotipadas q son calcos de la lengua materna. Se refieren a si mismo en 3ª persona.
2 años: las palabras se organizan en 2 grandes clases. Clase pivote- clase abierta: el niño utiliza una palabra, q ha cobrado
para él valor de concepto (clase pivote) y le yuxtapone sucesivamente todos los conceptos o verbos de q es capaz (clase
abierta).
Clase abierta: se agregan de continuo nuevas palabras.
Clase pivote: hay pocas palabras, cada una de las cuales es usada frecuentemente, esta clase se va ampliando lentamente.

El lenguaje ya adquirido:
El acceso al lenguaje propiamente dicho se caracteriza en un abandono progresivo de las estructuras elementales del
lenguaje infantil, y se sustituye por construcciones cada vez + acordes con el lenguaje del adulto.
Las correcciones parentales se refieren a aspectos semánticos o fonéticos, no obstante, la sintaxis se adquiere a pesar de q
las reglas de formación de estructuras no sean explicitadas, ni enseñadas directamente por los padres.
En el primer lenguaje este acompañaba la acción, ahora a través de distintas experiencias, el niño descubre el poder de
relación del estímulo verbal, el poder predictivo q le permite sustituir lo real. Ejemplo: “quiero la mueca”, en ausencia de la
misma.
Esto se traduce en el interés por el habla del adulto, por el relato de cuentos, q solicita q le sean contados repetidamente.
El lenguaje se convierte en un medio de conocimiento, en un sustituto de la experiencia directa en un medio para
comprender mejor.
El juego mismo se convierte en palabra y esta en creadora de acciones.
El niño comienza a utilizar el pronombre “yo”. Plantea preguntas y utiliza cuándo, dónde, porqué, cómo.
A menudo su saber engaña, repite palabras, sin haber determinado exactamente su sentido. Ejemplo: “estuve muy enferma
y me morí”.
Puede utilizar términos muy complejos de relación como: “todavía”, “más”, pero les adjudica significados diferentes según se
capacidad de comprensión de las relaciones lógicas q implican.
El futuro y el imperfecto son empleados antes de q se establezcan las estructuraciones del presente con respecto al pasado
y al futuro.
Conjugación de verbos: hay un fenómeno universal, q es la regularización de los verbos irregulares por parte de los niños.
A los 5 años pueden dominar la morfología y sintaxis de la lengua.
Posibilidad de definir palabras, especialmente nombres concretos en términos de cualidades de acción. Ejemplo: “auto es
para andar”, puede decir xq 2 cosas son diferentes.

FRANCESCATO: LENGUAJE INFANTIL: ESTRUCTURACIÓN Y APRENDIZAJE (1971).


En la adquisición del lenguaje se dan 3 aspectos que son interdependiantes: la fonología, la semántica y la morfosintáxis.
Fonología
a) Formación del sistema fonológico:
a
La situación del niño en los inicios de la comprensión lingüística, puede ser muy similar a un adulto que oye hablar por 1
vez una lengua que le es totalmente desconocida. Las primeras formas lingüísticas con las que se encuentra el niño son las
secuencias fónicas delimitadas por una pausa anterior y otra posterior.
Lewis reconoce la importancia de las manifestaciones vocales y de la presencia de personas, en el proporcionar estímulos
a los cuales el niño reacciona. Esto se puede comprobar desde los 2 meses de edad, momento en que comienza un trabajo
inconciente que tiende a fijar el estímulo en unidades cada vez más precisas, llegando por último a diferenciar los estímulos
lingüísticos de los demás estímulos.
El niño, en esta fase, intenta delimitar totalidades situacionales de las cuales surgirán las totalidades fónicas, de manera que
pueda establecer una relación entre unas y otras.
Según Borgstrom, los elementos constitutivos de la regulación lingüística son: * el objeto; * la idea de la cosa y * el nombre.
En las primeras fases de la actividad decodificadora del niño, se debe suponer que la estructuración de la realidad es
todavía incierta, ya que la situación concreta y los sonidos que la acompañan se confunden en una única experiencia. El
momento inicial de la actividad propiamente lingüística se tiene en el momento que el elemento contextual y el fónico, se
separan y se capta la relación que hay entre ambos. Este "acto semántico" presupone el desarrollo de la capacidad de
distinguir ciertas "cosas" y la capacidad de "cortar" la cadena fónica en los puntos correctos para distinguir la "palabra"
referida a la "cosa".
• Fase prelingüística del desarrollo del lenguaje infantil: esta fase comienza con la identificación y el aprendizaje de
unidades fónicas a las que se va asociando un determinado significado.
El proceso de aprendizaje tiene 2 aspectos:
(1) Mayor clarificación de las unidades fónicas percibidas y (2) una creciente precisión del significado unido a ellas.
El primer aspecto tiene 2 caras. Una "perceptiva" en la cual se distinguen los sonidos cada vez más claramente, y otra
"articulada" en la que se aprende gradualmente a reproducirlas por medio de los órganos articuladores. El proceso
perceptivo es un proceso pasivo, de decodificación. Este proceso tiene el fin de descubrir las "estructuras" en la estructura
compleja de señales fónicas oídas. Esto ocurre con un procedimiento de análisis y de comprensión. Los elementos
"suprasegmentarios" (entonación - acento) le impresionan desde el primer momento y le permitirán llegar a una primera
"clasificación" de las señales fónicas de las cuales va adquiriendo experiencia. El niño entra en el período de la melodía, por
lo que se puede decir que "la entonación es el primer factor significativo en el lenguaje del niño". Así, el niño construye su
primer sistema lingüístico, el cual es un sistema pasivo, ya que es comprendido pero no es utilizado.
Este "sistema inicial" constituye el primer peldaño a partir del cual el niño puede empezar las 2 posibilidades de desarrollo
que se le presentan: el paso de la parte pasiva a la activa, y la construcción de "sistemas" lingüísticos más complicados.
La decodificación es el reconocimiento de las estructuras semántico - fónicas, desarrollado por el niño durante los primeros
meses de vida, pero poco sabemos de ese trabajo de decodificación.
Teoría de Jackobson:
Considera el desarrollo del lenguaje infantil desde el punto de vista sincrónico, lo cual siginifica considerar el problema
desde el punto de vista estructural. Va a estudiar el desarrollo del lenguaje del niño como la formación orgánica de un
sistema destinado a proporcionar el código que el niño utilizará. Jackobson estudiará sólo el aspecto fonológico del código.
La adquisición de los sonidos en el lenguaje infantil está regida por la ley del contraste máximo, según la cual se establece
una sucesión cronológica relativa que es siempre la misma.
Desarrollo: en la primera fase, el vocalismo se inicia con una vocal abierta y el consonantismo con una consonante oclusiva.
La primera vocal es regularmente "a", y la primera consonante es una labial ( p, b). Como primer contexto consonántico, se
desarrolla el contraste entre sonidos labiales, orales y nasales. Estos 2 contrastes forman el consonantísmo mínimo. A estos
2 contrastes sigue el primer contraste vocálico: a la vocal abierta se opone una vocal cerrada. En la siguiente etapa del
vocalismo tiene lugar: * o una escisión de la vocal cerrada en anterior y posterior (papa- pipi- pupu), * o se desarrolla en un
grado medio de apertura (papa- pipi- pepe). Cada uno de estos 3 procesos conduce a un sistema de 3 vocales: esto
representa el vocalismo mínimo.
A partir de la teoría de Jackobson, podemos decir que el aprendizaje del lenguaje se desarrolla siguiendo un proceso
estructurado.

En el momento en que el niño empieza a hacer uso activo del lenguaje, suelen presentar una especie de
suspensión de los habituales ejercicios fónicos inconcientes y una radical reducción, e inclusive desaparición total del gran
número de sonidos que hasta el momento habían sido capaces de utilizar. Sucesivamente, el niño empieza a hablar
nuevamente, pero de una manera muy distinta a la anterior: ahora se trata de grupos de sonidos sencillos, a los cuales el
sujeto atribuye un valor o un significado estable. Es decir, que a la abundancia del período de balbuceo sigue la carencia
fonética del primer período del lenguaje articulado. Esto se debe a la actividad de interpretación, de decodificación que el
niño tiene que desarrollar. Ahora se presentan con evidencia ante la percepción del niño, siguiendo las leyes del máximo
contraste ciertos sonidos que reaparecen en el lenguaje de los adultos. Una vez que son fijados estos sonidos
perceptivamente, el niño se esfuerza por sustituir las inconcientes y ocasionales articulaciones de la lalación con las
articulaciones que sirven para producir los sonidos deseados.
La discriminación entre tipos diversos de entonación que había tenido ocupada la atención del sujeto durante el período
prelingüístico se sustituye por la discriminación de las diversas cualidades fonéticas que preludian e impulsan el pleno
control fonético de la lengua.
Los sonidos se convierten en "fonemas" por medio de la selección operada por el niño. Los sonidos producidos por el niño
sólo pueden ser parcialmente justificadas por el "sistema"de la lengua adulta: cuando el niño se esfuerza por hablar como
los adultos, lo hace porque ha empezado a captar algunos elementos del código, pero está muy lejos de controlarlo en su
totalidad.
En esta fase, la reacción del niño ante el lenguaje adulto está totalmente dominada por 2 factores: el factor fonético y el
factor sintagmático. El factor fonético domina, ya que al no poseer el niño un sistema fonológico personal, sus reacciones
están a menudo determinadas por las impresiones auditivas en su estado puro. El factor sintagmático domina porque el niño
no se esfuerza en reproducir los sonidos emitidos por los adultos y que él identifica, sino las secuencias de sonidos que
constituyen unidades aisladas por él e identificables en el lenguaje adulto.
"En el aprendizaje del lenguaje, la discriminación auditiva de los fonemas de los adultos precede a menudo al uso
de estos fonemas por parte del sujeto".
En el niño, durante los primeros estadios del aprendizaje, se debe pensar que la identificación tiene lugar según las
características fonéticas. En tal caso, el análisis en "trazos distintivos "tendría un papel decisivo en la identificación de los
segmentos fónicos y en la determinación de características cinestésicas que rigen la articulación.
Existe un proceso de adaptación (que puede durar 3 o 4 años) antes de que el sistema fonológico infantil se confunda con el
del adulto, es decir, antes que el aprendizaje del aspecto fonológico de la lengua materna puede considerarse finalizado.
Durante dicho proceso, el niño se sirve de un o unos "sistemas fonológicos" gradualmente y más cercanos a los del adulto.
Estas razones confirman que el lenguaje infantil se desarrolla en una serie de "sistemas sucesivos".
El niño capta las oposiciones fonéticamente más evidentes, las oposiciones máximas. Los sonidos que presentan un
contraste menos evidente son los últimos que se aprenden. El "contraste" sería el principio coordinador sometido a la ley de
la relatividad.
La pertinencia de las realizaciones fonéticas está basada en su capacidad de expresar una diferencia semántica: el sistema
de la lengua se basa en este principio para funcionar.
El niño se esfuerza por reproducir las secuencias más o menos largas de sonidos cuya unidad consigue captar. Estas
secuencias pueden ser denominadas "palabras".
Los esfuerzos que realiza el niño para adaptar sus "sonidos" son esfuerzos para hacer funcionar eficazmente las "unidades",
es decir, para adaptar sus unidades a las aceptadas entre los adultos. Tal adaptación viene impuesta por razones sociales.
La unidad de la palabra no puede entenderse sin tener presente que está constituida por 2 partes: la fonética (expresión,
significante) y la semántica (contenido, significado).
b) Adquisición de sonidos:
Los fenómenos que caracterizan a la fase prelingüística son:
• la desaparición de muchos sonidos, que puede coincidir con un "período de silencio"casi total;
• la afirmación de una "fase de la melodía", en la cual los significados del contexto ambiental están vinculados con los
hechos de entonación;
• la delineación de elementos fónicos privilegiados, que se pueden llamar "prefonemas".
Jackobson afirma que en la transición de la fase prelingüística a la adquisición de la primera palabra, el niño pierde casi
totalmente su capacidad de emisión fónica.
Esta continuación a partir de cero parece regida por un criterio de carácter auditivo.
En esta fase el niño parece depender de la entonación para comprender los datos verbales. A este aprendizaje pasivo
responde una análoga reacción activa en el niño. Ello da lugar a la llamada "fase de la melodía", la cual va de los 4 a los 12
meses más o menos.
Junto al estable cimiento de las experiencias melódicas, el niño empieza a formar las primeras asociaciones fónico-
semánticas, es decir, asociaciones de determinados segmentos fónicos con ciertos contextos situacionales. Al producto de
tales asociaciones se ha dado el nombre de "prefonemas". La emisión de dichos sonidos prepara y precede la utilización
fonemática de los sonidos, es decir, su transformación en fonemas. Se trata de una utilización de sonidos que coloca al niño
a mitad de camino entre las puras "señales" fónicas y los "signos" lingüísticos.
Teoría de la formación silábica: una secuencia de fonemas, no viene producida por un fonema después de otro, sino que
supone una actividad de programación preliminar de toda secuencia.
El niño tiende a reproducir las combinaciones sintagmáticas que son características del lenguaje que aprende.
Operan 2 criterios, el "pancrónico" que justifica ciertas limitaciones de las propiedades reproductivas del niño, y el
"específico", que determina los modelos que el niño tiende a reproducir.
Las sílabas iniciales están siempre formadas por una sola consonante y una vocal; son sílabas abiertas a las que sólo más
tarde se añadirán sílabas cerradas. Las primeras formas silábicas están caracterizadas por la reduplicación de la misma
sílaba; sus palabras modelo que contienen 3 o más sílabas, se abrevian por lo regular con la caída de la sílaba inicial.
En Resumen:
Podemos describir el desarrollo lingüístico del niño:
el niño desarrolla desde las primeras semanas de vida la capacidad de utilizar ciertas "señales" fónicas, que va desde la risa
y el llanto hasta la emisión más o menos casual de sonidos (lalación o balbuceo).
La emisión fónica va unida a circunstancias particulares.
Contemporáneamente, se desarrolla la capacidad de "decodificación" (interpretar), es decir, de comprender en su valor
simbólico los "sonidos" emitidos por adultos. Con esto el niño llega a los umbrales del lenguaje verdadero (fase
prelingüística).
En la fase de transición prelingüística expresa sus intenciones comunicativas a los elementos suprasegmentarios, melódicos
del lenguaje; después mejora su propia capacidad de captar e imitar las sucesiones segmentarias de los enunciados de los
adultos: nos encontramos ante la primera "palabra" ante la primera emisión de fonemas, los cuales se irán convirtiendo en
"sistema".
Este sistema se adapta al de los adultos, tanto en el aspecto paradigmático (la estructura y realización fonética del mismo
sistema) como en el sintagmático (la sucesión lineal de los segmentos fónicos).
En cuanto se inicia la verdadera actividad lingüística, ésta todavía se mezcla con la emisión de señales sin valor lingüístico,
en sentido limitado que representan la continuación del "balbuceo" y de otras emisiones fónicas infantiles.
Más tarde, el campo propio de esas señales se va restringiendo y adaptando a los límites propios del uso adulto, y dichas
señales permanecen como intersecciones y similares, más o menos convencionales.
En general, en el momento de la edad escolar convencional (entre los 5 y 6 años), cada niño controla el sistema fonológico
de la lengua materna en todos sus aspectos con la misma facilidad y precisión que los adultos; es decir, está totalmente
integrado con los que hablan la lengua como los nativos.

Semántica
a) Estructuración semántica:
El niño aprende a captar la asociación que en el lenguaje adulto va acompañada de un determinado "perfil" de la realidad y
una secuencia fónica. Tal asociación se capta con una cierta anticipación respecto al uso activo del lenguaje, en la
comprensión (es decir, en el uso positivo). En la comprensión los elementos válidos a nivel fonológico (de la expresión) y los
válidos a nivel semántico (del contenido) están unidos entre si de manera indestructible. Todo lo que el niño hace para pasar
del lenguaje pasivo al activo es reproducir una secuencia fónica más o menos adaptada a la de los adultos, en
correspondencia con estímulos reales análogos a los que ha conseguido identificar en el comportamiento de los adultos.
El problema de la adquisición semántica se transfiere del nivel de un conjunto atomístico al nivel de la estructuración.
El acto verbal que consagra la unidad fónica como hecho del lenguaje infantil establece luego, inevitablemente, su validez
como elemento de un "sistema" lexical. La pertenencia al sistema, define tanto el "significado" actual como las posibilidades
y los límites de los "significados" futuros de todos los actos verbales homófonos. Esto quiere decir que el acto verbal infantil
no se agota en su comunicatividad, sino que encuentra el fundamento de la propia creatividad en la lengua. Todo desarrollo
ulterior del vocabulario infantil está condicionado por la estructura y condiciona la estructura del "sistema" lexical infantil.
Dicho sistema se modela con el ejemplo del sistema de los adultos. Las condiciones esenciales que rigen la salida del
vocabulario infantil son 2:
- La identificación más precisa y adaptada de las "unidades reales" en las cuales se configura el mundo de los adultos, y
- La adaptación formal de los mensajes verbales a los de los adultos.
La asociación entre contexto (la substancia del contenido) y la palabra en la lingüística infantil clásica debe ser situada por la
asociación, en un nivel más elevado de abstracción entre la "estructura inmanente" y la "estructura manifestada".
La identificación de unidades relacionadas en el ámbito de un conjunto estructurado, presupone el desarrollo de 2
capacidades psicológicas de orden estructural en el niño:
1) La capacidad de aislar los detalles relevantes de la "situación del trasfondo de las percepciones continuamente presentes,
y
2) La capacidad de cortar la cadena hablada en los puntos deseados para identificar la denominación. En estos 2 casos nos
encontramos con fenómenos de "forma" (gestalt) que intervienen para fijar las características del referente semántico
identificado y para identificar la "fórmula" de la palabra en medio de la variedad de secuencias fónicas entre las cuales
puede aparecer.
El sistema del lenguaje infantil opera en la primera fase del aprendizaje con restricciones, expansiones y oposiciones
semánticas que difícilmente se pueden poner en directa correlación con las sancionadas por la convención en el lenguaje de
los adultos.
Las "leyes" de organización del sistema lexical son 2:
1) Una ley interna de diferencias y oposiciones;
2) La ley de gradual adaptación de los "contextos situacionales" y de las respectivas "denominaciones" al uso de los adultos.
El niño identifica primero una determinada secuencia fónica, una "palabra", con una cantidad de significados muy variados:
es un hecho que todos los estudiantes señalan con ejemplos. Pero poco después, por la necesidad de diferenciar, el niño se
sirve pronto de las nuevas posibilidades que se le ofrecen por medio de un sistema fónico aumentado.
b) Aumento del léxico:
La aparición de la primera palabra está subordinada al desarrollo del proceso de maduración individual, el cual suele llegar a
completarse hacia el año o año y medio de edad. Pero esta maduración también depende de que se verifiquen muchas
circunstancias más o menos accidentales que pueden anticipar o retrasar el "estímulo" decisivo, el cual provoca la primera
asociación lingüística. Una vez sucedido esto, el proceso puede repetirse con más facilidad y dar impulso a la rápida
adquisición del vocabulario.
Las oscilaciones cronológicas en la aparición de la primera palabra van desde los 8 a los 18 meses, con pocos casos más
tardíos que ya pueden ser considerados anormales.
Las "primeras palabras" parecen estar construidas sobre un núcleo silábico formado por una vocal anterior (generalmente
"a") y por una consonante labial, o dental, en general sorda, o bien la semivocal "u". Estas características nos dan los tipos
silábicos pa, ba, ta, va, y las palabras como papá, baba, tata, y similares. El significado de tales palabras siempre es vago e
indeterminante.
El lenguaje infantil en estas primeras fases admite un altísimo grado de homofonía, a la cual pone remedio con gestos y con
la referencia a la situación total.
La idea de que el niño sustituye los sonidos de los vocablos adultos con los sonidos que le son más familiares, se vuelve
importante si se interpreta en el sentido de que sonidos "familiares" son los que el niño adquiere según las leyes del
"máximo contraste".
La introducción de nuevas "palabras" implica un nuevo ajuste del sistema semántico: tal introducción es provocada por el
impulso del modelo adulto, que en un determinado momento impone una distinción descuidada hasta el momento.
Hay que hacer una distinción entre léxico "pasivo" (conceptos- palabras comprendidas) y el léxico "activo" (palabras
usadas). El estudio de las "unidades" lingüísticas emitidas en un determinado período de tiempo nos ofrece un campo
paralelo de investigación; aqui se puede tener en cuenta las unidades en cifras absolutas y los varios tipos categoriales
representados en un modelo recogido.

Morfosintáxis
a) Estructuración sintáctica:
El problema morfológico suele ir unido con el problema de la "clasificación de las partes de la oración".
No es posible usar cualquier palabra exclusivamente en su significado lexical, sin realizar contemporáneamente unas
relaciones morfológico- sintácticas. Desde este punto de vista, la cuestión se resuelve afirmando la contemporaneidad de
desarrollo de los aspectos semánticos lexicales y gramaticales. Es decir, que las características de la "primera articulación"
lingüística aparecen al mismo tiempo en el lenguaje infantil y son inescindibles.
Las dificultades inherentes a esta posición teórica dependen del hecho de que el lenguaje infantil está caracterizado, en su
fase inicial, por un período de duración en el cual las manifestaciones propiamente lingüísticas del niño están constituidas
por "palabras" aisladas, es decir, por secuencias fónicas separables, a las cuales corresponde un significado y que pueden
ser interpretadas como "palabras", pero entre las cuales no es posible evidenciar ningún vínculo sintáctico. La solución
clásica del problema planteado por la actividad lingüística infantil en esta fase, es que las "palabras aisladas" tienen un valor
"holofrástico", es decir, son usadas en función de frase.
Froschels afirma que la actividad lingüística infantil alcanza la "frase" cuando se produce la primera conexión o
acercamiento de 2 "palabras". En este punto está superada la fase holofrástica y aparecen valores morfológicos y sintácticos
explícitos. Las frases constituidas por la sucesión de 2 palabras tienen un carácter "paragramatical": el niño, poniendo las 2
primeras palabras una junto a la otra, genera en ellas una valencia funcional que antes no tenían.
El importante elemento del contexto interviene para precisar los vínculos sintácticos y las valencias funcionales que el niño
ha intentado realizar con la combinación de 2 palabras. Para el niño tal realización es clara y evidente.
Pero una "frase" del tipo que hemos indicado ahora corresponde al modelo de frases oídas a los adultos y es fruto de una
repetición, de una imitación, más que de una creación original.
En conclusión: una vez que el niño hay llegado a la fase "paragramatical" caracterizada por la conexión de 2 o más palabras
en una "frase", se puede partir de la hipótesis que el niño realiza un "sistema morfosintáctico" sui generis. Tal sistema está
muy lejos del de los adultos en el aspecto formal: sin embargo, contiene ya algunas de sus determinaciones esenciales y
está destinado a desarrollarse en la dirección señalada por el modelo.
La teoría de Braine, afirma que el niño fija inicialmente las palabras que usa en 2 categorías: pivot y X. La "frase" es el
resultado de la combinación de un pivote con una X (px o xp).
Braine intentó explicar el aprendizaje sintáctico infantil mediante una "organización jerárquica de elementos", posibilitada por
la "generalización contextual". La hipótesis de Braine se basa en la suposición de que "el aprendizaje lingüístico infantil tiene
lugar mediante la exposición casi exclusiva de ejemplos de frases afirmativas", generalmente del tipo sujeto- predicado.
Klima y Bellugi han partido de la hipótesis de que el niño desarrolla un "sistema", que gradualmente se adapta al adulto.
"El lenguaje infantil presenta una sistematicidad propia y las frases infantiles no son sólo una copia imperfecta de las de los
adultos".
Tanto para la sintaxis como para la fonología, debemos imaginar un proceso basado en 2 supuestos:
I. Uno de desarrollo individual, regido por las capacidades de abstracción e identificación propias del niño;
II. otro supuesto es de carácter objetivo, determinado por la estructura lingüística de la lengua aprendida.
b) Aprendizaje de la gramática:
•La aparición de la primera palabra tiene lugar a una edad que gira alrededor del primer año. Con esta primera palabra, se
asocia también la aparición de la función morfológica, en cuanto que tal palabra se debe entender como elemento
"holofrástico". En esta primera fase, el sistema lingüístico del niño está formado por un número limitado de secuencias
fónicas que son recíprocamente exclusivas: están diferenciadas en el sentido que el niño no usa nunca una secuencia en
lugar de otra, sino que las asocia constantemente con una situación o complejo de situaciones determinadas.
•En una segunda fase, la gramaticalidad empieza a sugerir mediante el acercamiento de 2 o más secuencias fónicas, las
cuales habían permanecido aisladas hasta el momento. El inicio de esta segunda fase se puede colocar a los 18 meses de
edad: los límites de oscilación son más amplios en esta segunda fase.
•La gradación en la aparición de las llamadas palabras vacías, es decir, de las palabras que sirven exclusivamente para
expresar relaciones gramaticales, está caracterizada por la limitada frecuencia todavía observable alrededor de los 2 años
de edad.
•Los niños de entre 4 y 7 años operan según reglas morfológicas claramente definidas. Son capaces de usar reglas
morfológicas inducidas por la experiencia y la evolución de estas reglas tiene lugar de manera consistente, regular y simple.
Los niños operan, durante el aprendizaje lingüístico, construyendo "sistemas morfológicos" de tipo gradualmente más
complejo y adaptado al de los adultos.
El número y la complejidad de las "frases" pronunciadas por los sujetos crecen gradual y rápidamente con el aumento de la
edad, hasta parecerse prácticamente, a los 9 años, a las prestaciones de los adultos.
A partir de la frase paragramatical, el niño llega al conocimiento de los hechos morfosintácticos propios de su lengua
materna a través de 2 procedimientos:
- El aprendizaje y la utilización de "unidades de la oración", y
- El uso de la extensión analógica.
El aprendizaje y la utilización de las unidades así concebidas tiene lugar de manera análoga a la descrita para las "palabras
aisladas". Las estructuras aprendidas de esta manera pueden ser variadas más tarde mediante la sustitución de un
elemento y se fijan en el uso del niño gracias a los normales procesos de control, aprobación y corrección por parte de los
adultos, y de experimento y ejercitación, feedback, por parte del niño.
El acercamiento de 2 unidades del género (y más tarde de 3 o 4 unidades del género), favorecido por la repetición de
modelos adultos equivalentes, puede conducir a la realización de construcciones que tienen la apariencia de verdaderas
"frases" gramaticalmente correctas. Así parece que la frase "paragramatical" haya sido superada.
La lengua representa la descripción total del conjunto de todas las "reglas" lingüísticas inconicentes que rigen la lengua y
corresponden a la competencia de la colectividad. La competencia sólo existe en lo individual y en lo psíquico. Por el
contrario, la lengua sólo está en lo colectivo lingüístico conciente, es decir, que es el resultado de una investigación o
análisis lingüístico llevado a cabo deliberadamente según ciertas formas científicas socialmente aprobadas.
La suma de las experiencias concretas (de los actos del habla) que son inteligibles gracias a su correspondencia con un
hecho de "estructura", tiene como resultado el surgimiento de "sistemas" cada vez más complejos y más cercanos al
sistema ideal que está en la base de la "lengua" entendida como hecho colectivo.

UNIDAD 6: El desarrollo del juego, del dibujo y de la socialización en el niño.


• El juego. Su función estructurante.
• Significado y función del juego.
• El juego de jercicio, el juego simbólico y el juego de reglas.
• El juego en la autosfera, en la microesfera y en la macroesfera.
• La creación poética y el juego. Fort- da.
• Significado y función del dibujo. Fases.
• Primeros encuentros. Interacciones.
• El proceso de socialización.

DESARROLLO DE LA CAPACIDAD CREADORA: LOS COMIENZOS DE LA AUTOEXPRESIÓN.[LOWENFELD Y


BRITTAIN].
• La etapa del garabateo ( de 2 a 4 años ).
Alrededor de los 18 meses, el primer registro permanente toma la forma de un garabateo. El primer trazo es un paso muy
importante en el desarrollo del niño, ya que es el comienzo de la expresión que va a conducir al dibujo y a la pintura, y
también a la palabra escrita.
Los garabatos se clasifican en 3 grandes categorías:
1) Garabateo desordenado: los primeros trazos generalmente no tienen sentido, y el niño parece no darse cuenta de que
podría hacer de ellos lo que quisiera.
El tamaño de los movimientos que se observan en el papel guardan relación con el tamaño del niño. Puesto que los niños
en la edad del garabateo no han desarrollado un control muscular preciso, generalmente sólo pueden repetir los
movimientos más amplios.
Los garabatos tienen como base el desarrollo físico y psicológico del niño, y no una intención de representar algo. El niño se
siente fascinado por esa actividad y goza de sus garabatos, como movimiento y como registro de una actividad kinestésica.
2) Garabateo controlado: en algún momento el niño descubrirá que hay una vinculación entre sus movimientos y los trazos
que ejecuta en el papel.
Esto sucede a los 2 años 6 meses, es decir, aproximadamente 6 meses después que ha comenzado a garabatear. El niño
ha descubierto el control visual sobre los trazos que ejecuta.
La coordinación entre su desarrollo visual y motor es una conquista muy importante. El disfrutar de este nuevo
descubrimiento estimula al niño y lo induce a variar sus movimientos. En esta etapa le gusta llenar toda la página. Todavía
ensaya métodos para sostener el lápiz, y alrededor de los 3 años ya se aproxima a la forma de tomar el lápiz que tiene el
adulto. Los garabatos son más elaborados y en algunas ocasiones el niño descubre ciertas relaciones entre lo que ha
dibujado y algo del ambiente.
Las intenciones del niño son mover el lápiz y su goce proviene de la sensación kinestésica y de su dominio.
3) Garabatos con nombre: la actitud de dar nombre a los garabatos es muy significativa, ya que es el indicio de que ha
empezado a conectar los movimientos con el mundo que lo rodea. Ha cambiado del pensamiento kinestésico al
pensamiento imaginativo.
Esta etapa tiene lugar alrededor de los 3 años y medio. Es en este punto que el niño desarrolla una fase para la retención
visual.
Lo que ha cambiado en los dibujos es que antes el niño no podía ver una relación entre lo que había dibujado y algún
objeto, y ahora dibuja con una intención.
Los trazos pueden estar bien distribuidos por toda la página y aveces estarán acompañados por una descripción verbal de lo
que se está haciendo. Está conversación no va dirigida a ningún adulto, sino que a menudo una comunicación con el propio
yo.
Sólo cuando el niño entra en la etapa de dar nombre a sus garabatos desea emplear diferentes colores para distintos
significados. Una de las primeras etapas en el proceso de la percepción del color es la de distinguir entre colores diferentes
colores para realizar cierta elección en el color.
La interacción del niño y su ambiente es el elemento más importante para el aprendizaje.
La experiencia en trabajos con materiales artísticos favorece el desarrollo del dibujo en los niños. Parece ser necesario que
el maestro sea capaz de proveer sugerencias, animar al niño y hacerle sentir que el producto final de su tarea tiene valor.
Los niños que tienden a ser tímidos y delicados encaran las actividades artísticas de la misma manera. Un niño perdido
confianza en su capacidad para adaptarse a situaciones nuevas tiende a garabatear con repeticiones estereotipadas. Es
muy fácil descubrir falta de confianza en estos rasgos repetidos, que han trazado una y otra vez como medida de seguridad.
Esta seguridad resulta peligrosa, pues puede inhibir el desarrollo del niño, ya que tiende a bloquear cualquier evolución
ulterior. Por lo que es importante para el desarrollo emocional del niño que se lo estimule para que elabore y descubra las
posibilidades del garabateo.
Las aptitudes perceptivas en el niño pequeño se desarrollan más tempranamente que sus aptitudes motrices.
El garabateo puede considerarse como un reflejo del desarrollo físico y afectivo del niño. Los garabatos tienen un sentido
simbólico para el niño de más de 3 años. Tenemos que escuchar también las palabras que el niño usa para describir esos
garabatos, ya que tienen significados personales.
El desarrollo intelectual y el desarrollo del lenguaje están relacionados. El desarrollo del lenguaje no se completa hasta
aproximadamente los 5 años. En las primeras etapas del desarrollo, la actividad motriz juega un papel más importante que
el lenguaje en el descubrimiento de la realidad. Para representar esa realidad el niño de 2 a 4 años desarrolla la habilidad
para hacer que algo represente lo que no está a la vista.
• La etapa preesquemática (de 4 a 7 años): primeros intentos de representación.
El niño ha comenzado un método diferente de dibujo: "la creación conciente de la forma". Ahora el niño crea concientemente
ciertas formas que tienen alguna relación con el mundo que lo rodea, lo cual constituye el comienzo de la comunicación
gráfica. El niño trata de establecer una relación con lo que él intenta representar, lo cual origina una satisfacción para el
niño.
Generalmente, a los 4 años el niño hace formas reconocibles. Hacia los 5 años se observan en sus dibujos personas, cosas,
árboles. Y hacia los 6 años las figuras constituyen dibujos distinguibles y con un tema.
Los movimientos circulares y longitudinales evolucionan hacia formas reconocibles y estos intentos de representación
provienen de las etapas de garabateo. Generalmente, el primer símbolo logrado es un hombre. El niño en la primer infancia
está dedicado al yo. La perspectiva egocéntrica del mundo es una visión de si mismo.
Un dibujo es una abstracción o un esquema, que resultan de una amplia gama de estímulos complejos y es el comienzo de
un proceso mental ordenado.
Cuando los niños empiezan a dibujar formas, empiezan a comparar objetos por la forma más que por el color. En los dibujos
y pinturas realizados a esta edad hay normalmente poca relación entre el color elegido para pintar un objeto y el objeto
representado. Aunque el niño puede disfrutar de usar el color a su gusto.
El niño de esta edad concibe al espacio como relacionado consigo mismo y su propio cuerpo. Experimentar con el propio yo
como parte del ambiente es una de las premisas más importantes para la cooperación y para la coordinación visual. Puesto
que el niño se considera a si mismo como centro del ambiente, en lo que podría llamarse una etapa de egocentrismo, las
experiencias que están directamente relacionadas con él resultan las más significativas.
El dibujo es el medio gracias al cual desarrolla relaciones y concreta muchos pensamientos vagos que pueden ser
importantes para ella. El dibujo se convierte en si mismo en una experiencia de aprendizaje. Quizá mediante la experiencia
del dibujo el niño comience a establecer cierto tipo de organización conceptual.
El desarrollo intelectual en su totalidad a esta edad está mezclado con la fantasía, realidad y respuestas biológicas al medio
ambiente.
Cuanto más diferenciados sean los intentos de representación, más altos serán los procesos intelectuales que se han
desarrollado. Cuantos más detalles se encuentren en un dibujo, mayor será la conciencia que ha tomado el niño de las
cosas que lo rodean.
El niño exagerará los objetos o hecho en los cuales se ha visto emocionalmente envuelto.
La percepción incluye la "inervación" de todos los sentidos, tales como las experiencias kinestésicas o auditivas.
Durante los primeros intentos de representación, el niño creador expresa conceptos independientes y no preguntará cómo
se dibuja una boca o una nariz. Los conceptos propios del niño se distinguen de aquellos que han sido tomados de otras
fuentes por el uso espontáneo y flexible, y por los cambios frecuentes que hace en ellos.
El período comprendido entre los 5 y 8 años aparece como el más rápido perfeccionamiento de la capacidad perceptiva
analítica. En esos años se desarrolla la capacidad para mirar, examinar y complacerse en una conciencia visual de las
cosas del ambiente.
• La etapa esquemática ( de 7 a 9 años ): la obtención de un concepto de forma.
El niño llega a formarse un concepto definido del hombre y su ambiente. Aquí se llamará esquema al concepto que el niño
ha llegado respecto de un objeto. Estos conceptos tienen un carácter altamente individual.
El esquema puede estar determinado por la forma en que un niño ve algo, el significado afectivo que él le adjudica, sus
experiencias kinestésicas, la impresión táctil del objeto o la manera en que éste funciona o se comporta.
Encontramos un esquema puro en el dibujo de un niño cuando su representación se limita exclusivamente al objeto mismo,
y esta representación no revela experiencias intencionales.
El esquema espacial: el principal descubrimiento durante esta etapa es la existencia de un orden en las relaciones
espaciales. El niño ya no piensa: "hay un hombre, un árbol, un auto", sin relacionarlos entre si, como ha estado haciendo
durante la etapa preesquemática. Ahora, el niño piensa: "yo estoy sobre el suelo, el pasto crece en el suelo, etc". Este
primer conocimiento consiste en que el niño es parte de su ambiente, se expresa por un símbolo que se llama línea de base.
De aquí en adelante, esta conciencia que incluye todos los objetos en una relación espacial común, se expresa poniendo
todo sobre esta importante línea de base.
Representaciones de espacio y tiempo: esto significa la inclusión en un mismo dibujo de distintas secuencias de tiempo o de
impresiones espacialmente distintas. Así como el niño tiene su propio modo de mostrar objetos de 2 y 3 dimensiones,
aveces usando plano y elevación al mismo tiempo, también tiene su manera propia de señalar acontecimientos que tuvieron
lugar en distintos momentos. Aparentemente, los niños nociones distintas para desarrollar estas representaciones de
espacio y tiempo y la comprensión de esto es importante porque ofrece una rica fuente de motivación.
Uno de los métodos de representación espacio- tiempo surge de la necesidad de comunicación. A un niño le gusta narrar
cuentos y a su vez, escucharlos. Esta es una razón por la cual encontramos distintos episodios, representados por distintos
cuadros en una secuencia de dibujos.
Otra forma de representación espacio- tiempo es aquella en la que se asientan en un dibujo distintas acciones que han
tenido lugar en distintos momentos.
• Comienzo del realismo (de 9 a 12 años ): la edad de la pandilla.
Esta etapa se caracteriza por el descubrimiento que hace un niño de que es miembro de la sociedad: una sociedad
constituida por sus pares. Durante esta etapa los niños construye la trama de lo que luego será su capacidad para trabajar
en grupo y cooperar en la vida de los adultos. Existe una conciencia creciente de que uno puede hacer más en grupo que
solo, y de que el grupo es más poderoso que una persona aislada.
Esta edad es la de la amistad en grupo y la de los grupos iguale so pandillas. A causa de los distintos intereses de los
varones y las niñas en nuestra sociedad y de las diferencias físicas en el desarrollo, los grupos o pandillas son
generalmente del mismo sexo.
Un niño de esta edad va tomando progresivamente conciencia de su mundo real, un mundo lleno de emociones pero
emociones que los adultos ignoran; un mundo real con amigos, planes y recuerdos, un mundo real que le pertenece sólo a
él. Nos referimos al realismo, sin confundirlo con naturalismo, con las cosas que suceden en el mundo real.
Un trabajo artístico no es la representación de un objeto en si, es la representación de la experiencia que hemos tenido con
un objeto particular. La mera imitación fotográfica de su ambiente expresa la relación individual del niño con lo que percibe.
La cuestión no está en decir si el niño debe dibujar en forma fotográfica o si hay que obligarlo a que confíe en su
imaginación. El problema consiste en discernir si la experiencia artística le proporciona al niño la oportunidad para que se
identifique con su propia experiencia y si lo anima a seguir la senda de su propia creación artística personal y sensible.
Características de los dibujos durante la edad de la pandilla: el esquema ya no es adecuado para representar la figura
humana durante este período. Ahora el niño está interesado en expresar características vinculadas al sexo, como por
ejemplo, los niños usan pantalones y las niñas polleras. Ahora que el niño desarrolla una mayor conciencia visual, ya no
emplea el recurso de la exageración, omisión u otras desviaciones para expresarse. Aunque a la edad de 9 años la memoria
de los niños exagera el tamaño de la figura humana, el empleo de dicho recurso tiende a desaparecer durante esta etapa.
El niño comienza a emplear otros modos de expresión para acentuar algo, tales como una acumulación de detalles en
aquellas partes que son emocionalmente significativas.
El significado del espacio: en esta etapa, el niño se aleja gradualmente de su dependencia con respecto a lo concreto y
comienza a manejar conceptos abstractos. El arte es el resultado de acciones internas, los conceptos de esos objetos,
externas.
El niño distribuye varias imágenes sobre la hoja, de modo que tengan relaciones entre si.
MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER[1920] [FREUD]
I.
El decurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer. Vale decir: creemos que en
todos los casos lo pone en marcha una tensión displacentera, y después adopta tal orientación que su resultado final
coincide con una disminución de aquella, esto es, una evitación de displacer o una producción de placer.
Nos hemos resuelto ha referir placer y displacer a la cantidad de excitación presente en la vida anímica, así: el displacer
corresponde a un incremento de esa cantidad, y el placer a una reducción de ella.
En el alma existe una fuerte tendencia al principio de placer, pero ciertas otras fuerzas la contrarían, de suerte que el
resultado final no siempre puede corresponder a la tendencia al placer. Sabemos que el principio de placer es propio de un
modo de trabajo primario del aparato anímico.
Bajo el influjo de las pulsiones de autoconservación del yo, es relevado por el principio de realidad, que, sin resignar el
propósito de una ganancia final de placer, exige y consigue posponer la satisfacción, renunciar a diversas posibilidades de
lograrla y tolerar provisionalmente el displacer en el largo rodeo hacia el placer.
II.
La vida onírica de la neurosis traumática muestra ese carácter: reconduce al enfermo, una y otra vez, a la situación de su
accidente, de la cual despierta con renovado terror. Se cree que si la vivencia traumática lo asedia de continuo mientras
duerme, ello prueba la fuerza de la impresión que le provocó. El enfermo está, por así decir, fijado psíquicamente al trauma.
Freud propone estudiar el modo de trabajo del aparato anímico en una de sus prácticas normales más tempranas: el juego
infantil.
Un niño de un año y medio jugaba a que sus juguetes “se iban”. Cuando arrojaba los juguetes decía “o-o-o-o-o-o”(fort) y
cuando los atraía hacia sí, saludaba su aparición con un amistoso “da”.
La interpretación del juego resultó entonces obvia. Se entramaba en el gran logro cultural del niño: su renuncia pulsional de
admitir sin protesta la partida de su madre.
Nuestro interés se dirigirá a otro punto. Es imposible que la partida de su madre le resultara agradable o indiferente.
Entonces ¿Cómo es posible concebir que con el principio del placer, repitiese en caridad de juego esta vivencia penosa para
él? Recibimos la impresión de que el niño convirtió en juego esa vivencia a raíz de otro motivo. En la vivencia era pasivo,
era afectado por ella, ahora se ponía en un papel activo repitiéndola como juego a pesar de que fue displacentera.
El acto de arrojar el objeto era la satisfacción de un impulso, sofocado por el niño de vengarse de su madre por su partida.
Se advierte que los niños repiten en el juego todo cuanto les ha hecho gran impresión en la vida: de ese modo abreaccionan
la intensidad de la impresión y se adueñan de la situación.
Así nos convencemos de que aún bajo el principio del placer existen suficientes medios y vías para convertir en objeto de
recuerdo y elaboración anímica lo que en sí mismo es displacentero.
III.
El enfermo puede no recordar todo lo que hay en él de reprimido. Más bien se ve forzado a repetir lo reprimido como
vivencia presente, en vez de recordarlo como el médico preferiría. Esta reproducción, que emerge como fidelidad no
deseada, tiene siempre por contenido un fragmento de la vida sexual infantil, y por tanto, el complejo de Edipo; y
regularmente se juega en el terreno de la transferencia, en la relación con el médico.
En el interior del yo es mucho lo inconciente: justamente lo que puede llamarse el núcleo del yo; abarcamos sólo una parte
de eso que llamamos preconciente. La resistencia del analizado parte de su yo; hecho esto, enseguida advertimos que
hemos de adscribir a la compulsión de repetición a lo reprimido inconciente. Es probable que no pueda exteriorizarse antes
que el trabajo solicitante de la cura haya aflojado la represión.
Las más de las veces, lo que compulsión de repetición que hace revivenciar, no puede menos que provocar displacer en el
yo, puesto que saca a la luz operaciones de mociones reprimidas, pero esta clase de displacer no contradice al principio de
placer, es displacer p/ un sistema y, al mismo tiempo, satisfacción p/ el otro. La compulsión de repetición devuelve también
vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco en aquel momento pudieron ser
satisfacciones.
Ahora bien, los neuróticos repiten en la transferencia todas esas ocasiones indeseadas y estas situaciones afectivas
dolorosas, reanimándolas con gran habilidad.
Nada de esto puede procurar placer, entonces: se creería que hoy produciría un displacer menor si emergiera como
recuerdo o en sueños, en vez de configurarse como vivencia nueva.
En la vida anímica existe realmente una compulsión de repetición que se instaura más allá del principio del placer.
IV.
Puesto que la conciencia brinda percepciones de excitaciones que vienen del mundo exterior, y sensaciones de placer y
displacer que sólo pueden originarse en el interior del aparato anímico, es posible atribuir al sistema P- Cc una posición
espacial. Tiene que encontrarse en la frontera e/ lo exterior y lo interior. Podríamos decir que en el sistema P- Cc el proceso
excitatorio deviene conciente, pero no deja como secuela ninguna huella duradera; todas las huellas de ese proceso, huellas
en las que se apoya ese recuerdo, se producirían a raíz de la propagación de la excitación a los sistemas internos
contiguos, y en estos. La conciencia surge en remplazo de la huella mnémica.
Representémonos al organismo vivo como una vesícula indiferenciada de sustancia estimulable; entonces en su superficie
vuelta hacia el mundo exterior está diferenciada por su ubicación misma y sirve como órgano receptor de estímulos. Sería
concebible que, por el incesante embate de estímulos externos sobre la superficie de la vesícula, la sustancia de esta se
altere hasta una cierta profundidad, de suerte que su proceso excitatorio discurriese de manera diversa que en estratos más
profundos.
Transferido al sistema Cc, esto significaría que el paso de la excitación ya no puede imprimir alguna alteración permanente
a sus elementos. Ellos están modificados al máximo en el sentido de este efecto, quedando entonces habilitados para
generar la conciencia.
Esta partícula de sustancia viva flota en medio de un mundo exterior cargado con energías más potentes, y sería aniquilada
por la acción de los estímulos que parten de él si no estuviera provista de una protección antiestímulo. Su superficie más
externa deja de tener la estructura propia de la materia viva, se vuelve inorgánica, y en lo sucesivo opera apartando
estímulos, como un envoltorio espacial o membrana; vale decir, hace que ahora las energías del mundo exterior puedan
propagarse sólo con una fracción de su intensidad a los estratos contiguos, que permanecieron vivos. Y estos, escudados
tras la protección antiestímulos, pueden dedicarse a recibir los volúmenes de estímulos filtrados.
Los procesos anímicos inconcientes son en sí “atemporales”, es decir, que el tiempo no altera nada en ellos, que no puede
aportárseles la representación del tiempo.
Hemos puntualizado que la vesícula viva está dotada de una protección antiestímulo frente al mundo exterior; y que el
estrato cortical contiguo a ella tiene que estar diferenciado como órgano p/ la recepción de estímulos externos. Este estrato
cortical sensitivo, que más tarde será el sistema Cc, recibe también estímulos desde adentro; la posición del sistema e/ el
exterior y el interior, se vuelven decisivas p/ su operación y la del aparato anímico como un todo.
Un sistema de elevada investidura en si mismo es capaz de recibir nuevos aportes de energía fluyente y trasmudarlos en
investidura quiescente , vale decir, ligarlos psíquicamente. La “ligazón” de la energía que afluye al aparato anímico consiste
en un transporte desde el estado de libre fluir hasta el estado quiescente.
Los mencionados sueños de los neuróticos traumáticos ya no pueden verse como cumplimiento de deseo. Más bien
obedecen a la compulsión de repetición, que en el análisis se apoya en el deseo de convocar lo olvidado y reprimido. Así, no
sería la función originaria del sueño eliminar, mediante el cumplimiento de deseo de las mociones perturbadoras, unos
motivos capaces de interrumpir el dormir; sólo podría apropiarse de esa función después de que el conjunto de la vida
anímica aceptó el imperio del principio del placer.
La violencia mecánica del trauma liberaría el quantum de excitación sexual, cuya acción traumática es debida a la falta de
apronte angustiado; y por otra parte, la herida física simultánea ligaría el exceso de excitación al reclamar una
sobreinvestidura narcisista del órgano doliente.
V.
Las fuentes más proficuas de esa excitación interna son las llamadas pulsiones del organismo: los representantes de todas
las fuerzas eficaces que provienen del interior del cuerpo y se transfieren al aparato anímico.
Los procesos que se despliegan en los sistemas inconcientes son diversos de los que ocurren en los sistemas
preconcientes; en el inconciente las investiduras pueden transferirse, desplazarse y condensarse de manera completa y
fácil. He llamado proceso psíquico primario a la modalidad de estos procesos que ocurren en el inconciente, a diferencia del
proceso secundario, que rige nuestra vida normal de vigilia. Puesto que todas las mociones pulsionales afectan a los
sistemas inconcientes obedecen al proceso psíquico primario, por lo que habría que identificar a este con la investidura
libremente móvil, y al proceso secundario con las alteraciones de la investidura ligada.
Las exteriorizaciones de una compulsión de repetición muestran en alto grado un carácter pulsional, y donde se encuentran
en oposición al principio del placer.
En el caso del juego infantil, es notorio que la repetición, el reencuentro de la identidad, constituye por sí misma una fuente
de placer.
En el analizado, en cambio, resulta claro que su compulsión a repetir en la transferencia los episodios del periodo infantil de
su vida se sitúa, en todos los sentidos más allá del principio del placer.
¿ De qué modo se entrama lo pulsional con la compulsión de repetición?
La pulsión sería un esfuerzo de reproducción de un estado anterior que lo vivo debió resignar bajo el influjo de fuerzas
perturbadoras externas.
Esta manera de concebir la pulsión es reconocer en ella la expresión de una naturaleza conservadora del ser vivo.
Si todas las pulsiones orgánicas son conservadoras, adquiridas históricamente y dirigidas a la regresión, al restablecimiento
de lo anterior, tendremos que anotar los éxitos del desarrollo orgánico en la cuenta de influjos externos, perturbadores y
desviantes.
Las pulsiones orgánicas conservadoras han recogido cada una de estas variaciones impuestas a su curso vital,
preservándolas en la repetición, por ello esas fuerzas no pueden sino despertar la engañosa impresión de que aspiran al
cambio y al progreso, cuando en verdad se empeñaban meramente por alcanzar una vieja meta a través de viejos y nuevos
caminos. Esa meta a de ser un estado antiguo inicial que lo vivo abandonó una vez y al que aspira regresar por todos los
rodeos de la evolución. Si nos es lícito admitir como experiencia sin excepciones que todo lo vivo muere, regresa a lo
inorgánico, por razones internas, no podemos decir otra cosa que esto: la meta de toda vida es la muerte y lo inanimado
estuvo ahí antes que lo vivo.
Las pulsiones sexuales son conservadoras en el mismo sentido que las otras, en cuanto espejan estados anteriores de la
sustancia viva, pero lo son en medida mayor, pues resultan particularmente resistentes a injerencias externas, y lo son
además en otro sentido, pues conservan la vida por lapsos más largos. Son las genuinas pulsiones de vida, dado que
contrarían el propósito de las otras pulsiones(de muerte).
La pulsión nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena, que consistiría en la repetición de una vivencia primaria de
satisfacción; todas las formaciones sustitutivas y reactivas, y todas las sublimaciones, son insuficientes p/ cancelar su
tensión acuciante, y la diferencia e/ el placer de satisfacción hallado y el pretendido engendra el factor pulsionante, que no
admite aferrarse a ninguna de las situaciones establecidas, sino que acicatea, indomeñado, siempre hacia delante.
VI.
Al comienzo, el análisis de las neurosis de transferencia nos compelió a establecer la oposición e/ las “pulsiones sexuales”,
que están dirigidas al objeto, y otras pulsiones, que discernimos de manera muy insatisfactoria y provisionalmente
llamamos “pulsiones yoicas”. Entre ellas debimos reconocer, en primera línea, pulsiones que sirven a la autoconservación
del individuo.
El concepto de sexualidad no pudo menos que extenderse a muchas cosas que no se subordinaban a la función de
reproducción, lo que provocó gran escándalo en una sociedad rígida, respetable o meramente hipócrita.
Llamó la atención de la observación psicoanalítica, en su cuidadoso avance, la regularidad con que la libido era quitada del
objeto y dirigida al yo (introversión); y, estudiando el desarrollo libidinal del niño en sus fases más tempranas, llegó a la
intelección de que el yo era el reservorio genuino y originario de la libido, la cual sólo desde ahí se extendía al objeto. El yo
pasó a formar parte de los objetos sexuales, y enseguida se discernió en él al más encumbrado de ellos. La libido fue
llamada narcisista cuando así permanecía dentro del yo. De este modo, la oposición originaria e/ pulsiones yoicas y
pulsiones sexuales se volvía insuficiente.
Hemos partido de una tajante separación e/ pulsiones yoicas = pulsiones de muerte, y pulsiones sexuales = pulsiones de
vida. Entre las pulsiones de muerte estarían las supuestas pulsiones de autoconservación del yo. Nuestra concepción fue
desde el comienzo dualista , lo que antes eran los opuestos pulsiones yoicas y pulsiones sexuales, hoy se les da el nombre
de pulsiones de vida y pulsiones de muerte.
Hemos discernido como la tendencia dominante de la vida anímica, y quizá de la vida nerviosa en general, la de rebajar,
mantener constante, suprimir la tensión interna de estímulo( el principio de Nirvana), de lo cual es expresión el principio de
placer, ese constituye uno de nuestros más fuertes motivos p/ creer en la existencia de pulsiones de muerte.
Con la tesis de la libido narcisista y la extensión del concepto de libido a la célula individual, la pulsión sexual se nos
convirtió en Eros, que procura esforzar las partes de la sustancia viva unas hacia otras y cohesionarlas; y las comúnmente
llamadas pulsiones sexuales aparecieron como parte de este Eros vuelta hacia el objeto. Este Eros actuaría desde el
comienzo de la vida y como “pulsión de vida”, entra en oposición con la “pulsión de muerte” nacida por la animación de lo
inorgánico.
Las pulsiones yoicas son las orientaciones pulsionales menos conocidas, que podían diferenciarse de las pulsiones
sexuales dirigidas al objeto; pusimos las pulsiones yoicas en oposición a las pulsiones sexuales, cuya expresión es la libido.
Más tarde entramos en el análisis del yo y discernimos que también una parte de las pulsiones yoicas es de naturaleza
libidinosa y ha tomado por objeto al yo propio. Estas pulsiones de autoconservación narcisistas debieron computarse,
entonces, e/ las pulsiones sexuales libidinosas. La oposición e/ pulsiones yoicas y pulsiones de objeto, se convirtió en la
que media e/ pulsiones yoicas y pulsiones de objeto, ambas de naturaleza libidinosa. Pero en su lugar surgió una nueva
oposición e/ pulsiones libidinosas (yoicas y de objeto) y otras que son de estatuirse en el interior del yo y quizá puedan
pesquisarse en las pulsiones de destrucción. La especulación convirtió esta oposición en la que media e/ pulsiones de vida
(Eros) y pulsiones de muerte.
VII.
Si realmente es un carácter tan general de las pulsiones el de querer restablecer un estado anterior, no podemos
asombrarnos de que en la vida anímica tantos procesos se consumen con independencia del principio de placer.
La ligazón es un acto preparatorio que introduce y asegura el imperio del principio del placer.
El principio del placer es una tendencia que está al servicio de una función: la de hacer que el aparato anímico quede exento
de excitación, o la de mantener en el constante, o en el nivel mínimo posible, el monto de la excitación.
El máximo placer asequible a nosotros, el del acto sexual, va unido a la momentánea extinción de una excitación
extremada. Ahora la ligazón de la moción pulsional sería una función preparatoria destinada a acomodar la excitación p/
luego tramitarla definitivamente en el placer de descarga.
Los procesos no ligados, los procesos primarios, provocan sensaciones mucho más intensas en ambos sentidos que los
ligados, los del proceso secundario.
El afán de placer se exterioriza al comienzo de la vida anímica con mayor intensidad que más tarde, se ve forzado a admitir
frecuentes rupturas. En épocas de mayor madurez, el imperio del principio de placer está mucho más asegurado, pero él
mismo no ha podido sustraerse al domeñamiento más que las otras pulsiones. Aquello que en el proceso excitatorio hace
nacer las sensaciones de placer y displacer tiene que estar presente en el proceso secundario lo mismo que en el primario.
Las pulsiones de vida tienen que ver con nuestra percepción interna, se presentan como revoltosas, sin cesar aportan
tensiones cuya tramitación es sentida como placer, mientras que las pulsiones de muerte parecen realizar su trabajo en
forma inadvertida. El principio de placer parece estar directamente al servicio de las pulsiones de muerte; es verdad que
también monta guardia con relación a los estímulos de afuera, apreciados como peligros por las 2 clases de pulsiones, pero
muy en particular con relación a los incrementos de estímulo procedentes de adentro, que apuntan a dificultar la tarea de
vivir.

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