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En sayo de las Ejército en Nuevo Laredo pierde el

miedo…

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La denuncia sobre la presunta ejecución


extrajudicial de al menos ocho personas a manos de militares en Nuevo Laredo en
este semanario animó a la madre de otra víctima para hacer a un lado el miedo y
presentar una queja ante el presidente Enrique Peña Nieto.

Proceso dio a conocer en su edición 2086 imágenes de video y fotográficas que


forman parte de una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH) “en contra del personal militar perteneciente al XVI Regimiento de
Caballería Motorizada del Ejército Mexicano, por la probable ejecución arbitraria
y/o extrajudicial”.

Los hechos ocurrieron el 3 de septiembre y la madre de uno de los fallecidos,


representada por el Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo (CDHNL)
presentó la queja el 12 de octubre.

Contra lo que muestran las evidencias fotográficas y videográficas, los informes


del destacamento militar y del Grupo de Coordinación Tamaulipas sostienen que
se trató de un enfrentamiento entre presuntos integrantes de “un grupo
delincuencial” y soldados en el kilómetro 13 de la carretera Nuevo Laredo-
Monterrey, durante el cual fallecieron 11 personas, entre ellas una mujer que
pasaba por el lugar con su familia.

Como ocurrió en el caso de las ejecuciones de Tlatlaya, hasta ahora había


prevalecido esa versión oficial, pero la primera queja le dio un giro al caso, que la
CNDH radicó en la Segunda Visitaduría General con el folio 92413/2016.

En entrevista, la madre de otro de los ocho civiles que viajaban en la camioneta


blanca –quien pidió no publicar su nombre– admitió que el miedo la paralizó
aunque estaba indignada:

“No quería denunciar, tenía temor a los militares porque ellos siempre amenazan.
Lo sé porque ha habido muchos casos de conocidas a las que los militares les
dicen que se queden calladas, porque las tienen bien ubicadas. Por eso hay tantas
muertes que quedan impunes.
“Cuando miré en la revista (Proceso) me decidí. Dije: ‘Si ya hubo otra señora que
denunció, yo también lo voy a hacer’. Espero que no me pase nada, porque les
molesta a los militares que uno hable. Sí tengo miedo, pero si siempre voy a vivir
callada nunca vamos a hacer nada.”

El viernes 28, asesorada por el presidente de la CDHNL, Raymundo Ramos


Vázquez, la mujer envió un escrito dirigido a Peña Nieto, al secretario de
Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, al procurador general de la República,
Raúl Cervantes Andrade, y al titular de la CNDH.

En su misiva, exige una investigación “profunda, imparcial y pronta”, suspender los


patrullajes del personal del XVI Regimiento de Caballería Motorizada mientras se
llevan a cabo las investigaciones; proteger la integridad de las familias
denunciantes, sobrevivientes y testigos de los hechos, y sancionar a los
responsables de la presunta “ejecución arbitraria y/o extrajudicial”.

De acuerdo con la queja, la tarde del mismo 3 de septiembre alguien le dijo a la


señora que su hijo había muerto bajo el fuego militar; pasada la medianoche ella
localizó el cuerpo en una funeraria y después fue a la Agencia del Ministerio
Público a exigir que se lo entregaran.

En el documento, donde puntualiza que no vivía con su vástago, la señora indica


que entre el sábado 3 y el domingo 4 fue subido a las redes sociales el video que
pone en duda la versión oficial. Añade que “no había justificación para que los
militares privaran de la vida (a su hijo) de manera arbitraria y menos disparándole
en la cabeza a manera de tiro de gracia”.

En la entrevista, explica que al ver el cuerpo advirtió que un disparo le entró por la
sien derecha y salió por la parte superior de la cabeza. Según la versión oficial, él
fue abatido adentro de la camioneta.

Al enterarse de que en las redes sociales circulaba un video sobre los hechos, lo
buscó, situación que le provocó más dolor: “Vi que es muy obvio: dos personas se
bajaron de la troca y corrieron; uno de camisa blanca aparece merito atrás de la
camioneta blanca, casi abajo. ¿Cómo quieren que uno reaccione? Es bien obvio
que los militares los mataron”.

Señala que en los últimos meses han ocurrido muchas muertes a manos de
personal castrense, pero opina que “si eran personas inocentes o no, si andan
trabajando mal, no lo sé, pero los militares no tienen el derecho de hacer justicia
por su propia mano, por eso existe un Ministerio Público, pero lo que hacen los
militares es matarlos”.
En consecuencia, decidió exigir justicia en un intento de parar la violencia militar
en Nuevo Laredo, de la que “por miedo” no se habla. Y sostiene: “Si ganamos el
caso, sé que nunca me van a regresar a mi hijo, pero los que hicieron eso que
paguen, porque no tenían que matarlos”.

El silencio de las autoridades


El pasado lunes 24 la reportera consultó brevemente al presidente de la CNDH,
Luis Raúl González Pérez, quien consideró “graves” los señalamientos y confirmó
que el caso está en investigación.

Explicó que a la comisión llegó una primera queja en la que se “planteaba la


entrega de un cadáver: después quedó sin materia, se desistió de esa
circunstancia”.

Después se presentó otra con “señalamientos que se hacen a autoridades del


Ejército”. Ésta “es una queja que se acaba de radicar; hemos solicitado la
información y previsto el trabajo en campo al respecto, es decir el desplazamiento
de personal de la comisión a realizar una investigación”.

El martes 25, un equipo de la CNDH se presentó ante el presidente del CDHNL,


Raymundo Ramos Vázquez, a fin de que lo apoyara en la ratificación de la queja
presentada por la madre de una de las víctimas y para recorrer el lugar de los
hechos.

En entrevista, Ramos Vázquez explica que juntos revisaron la camioneta en la que


viajaban los ocho civiles y encontraron en ella “más de 50 impactos por todos
lados”, mientras que a lo largo de un kilómetro marcaron otros 48 “en fachadas de
negocios, paredes, rejas, bardas, ventanas y en la puerta de un hotel”.

Considera que esos disparos “hablan de la intensidad del fuego y la intención de


causar daño” por parte de los militares aquel 3 de septiembre.

Como la investigación podría durar al menos un año, por la complejidad del caso,
Ramos Vázquez destaca que la CNDH ordenó medidas cautelares para él y sus
representadas, pues “no estamos trabajando en un ambiente tranquilo sino en uno
hostil”.

Sin embargo, aún no hay un acuerdo: “La CNDH dio aviso a las autoridades
militares y estatales para que no se nos moleste, para que tomen medidas de
precaución y medidas de seguridad para nosotros. Aún no han respondido,
estamos esperando”.
Ramos Vázquez, quien ha documentado 26 casos de presuntas ejecuciones
arbitrarias de las Fuerzas Armadas desplegadas en Nuevo Laredo entre marzo de
2009 y agosto pasado, también espera contestación del Mecanismo de Protección
de Personas Defensoras y Periodistas, de la Secretaría de Gobernación, ante los
mensajes amenazantes que ha recibido en las redes sociales después de hacer
pública la denuncia.

En una carta dirigida al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong,


con copia para Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Derechos Humanos,
Ramos Vázquez da cuenta de expresiones difamatorias en las redes sociales y de
la presencia de personas desconocidas frente a su domicilio, como lo informó la
agencia Apro el martes 25.

Ramos Vázquez expresa que ya ha pasado por momentos similares al presentar


denuncias ante la CNDH y la PGR contra marinos y soldados que cometieron
abusos contra la población civil de Tamaulipas:

“Ya sé lo que viene: distorsión de la información y campañas de desprestigio e


intimidación. Por eso, cuando hablé con la gente del mecanismo de protección de
Gobernación (el martes 25), le pedí que le digan a la Secretaría de la Defensa
Nacional que deje esa campaña de linchamiento en las redes sociales. Me
respondieron que están evaluando las amenazas”.

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