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Mi historia
Soy madre de dos niñas. La más joven, Annie, tiene ansiedad y dificultades de atención, lo cual le dificulta seguir instrucciones.
Cuando tenía aproximadamente 7 años, a veces se negaba a hacer lo que yo le pedía.
Qué hacía yo
En la escuela, Annie era dulce, obediente y servicial. Pero en la casa se volvía rebelde y terca cuando le pedía que hiciera tareas
domésticas sencillas. Si le pedía que guardara sus juguetes y se cepillara los dientes me ignoraba, discutía, lloraba, o hacía las
tres cosas.
Lógica: “Annie, si no guardas los Legos podrías perder piezas y entonces no podrás jugar lo que tanto te divierte”.
Negociación: “De acuerdo Annie, puedes ver 10 minutos más de TV y luego recoges”.
Advertencia: “Tienes 5 minutos para recoger o de lo contrario. Cinco… cuatro… tres…”.
El resultado típico: Una batalla épica de una hora de lágrimas, gritos y castigos.
Dr. Reddy nos proporcionó una serie de explicaciones explícitas a seguir que incluían lo siguiente: Mire a su hija a los ojos, diga
su nombre con calma, haga una pausa, déle instrucciones de dos pasos y finalice con “ahora”. “Annie, sube las escaleras y
cepilla tus dientes ahora”.
Dr. Reddy nos dijo que hiciéramos una pausa de 15 a 18 segundos de duración y permaneciéramos alejados de Annie de 3 a 5
pies. Si seguía las instrucciones, debíamos elogiarla brevemente por haber obedecido. Si no seguía las indicaciones, debíamos
repetir la orden con tranquilidad.
Aquella noche lo probé: “Annie, sube y lávate los dientes ahora”. En silencio conté hasta 18, ignorando cualquier cosa que ella
dijera o hiciera entretanto. Luego repetí mi orden. Hice esto varias veces con pausas de 15 a 18 segundos entre cada orden,
preocupada de que sus gritos y súplicas se transformaran en un ataque de furia. Pero en el octavo intento, sucedió algo increíble.
“¡DE ACUERDO!”, dijo irritada, y subió y se cepilló los dientes. Hacer una pausa de 15 a 18 segundos entre cada instrucción me
ayudó a mantener la calma y a enojarme menos.
Muy pronto, esta técnica se volvió automática y siempre funcionó. De hecho, la táctica funcionó tan bien que estuve tentada a
probarla con mi esposo. “David”, le dije a mi esposo una noche, “¿podrías por favor sacar la basura, ahora?” (Él hizo un gesto
reconociendo mi intención, ¡y agarró la bolsa de basura!).
Lo que es fantástico es que las sugerencias de expertos como la Dra. Reddy han sido compiladas para los padres en nuestra
sección de Entrenamiento para padres. Si su hijo tiene un problema de conducta, hágase un favor y échele un vistazo.
Descubra cómo repitiendo las indicaciones ayudó a una mamá para que su hijo la escuchara.
3. Esté abierto a la discusión
Cuando existe la posibilidad para la negociación, ciertas frases pueden transformar un argumento en una conversación:
“¿Qué pasaría si tienes 20 minutos para usar tu iPad antes de hacer la tarea?”
“Podríamos intentar …” o “estarías dispuesto a intentar esto por una semana y luego decidir si está funcionando?”
“Me pregunto, ¿cuál crees es el mejor momento para hacer tu tarea todos los días?”
Usar frases cortas y simples es particularmente útil con los niños que tienen dificultades del lenguaje receptivo o problemas para
enfocarse.
5. Hágalo divertido
¿Cómo puede apaciguar la situación hacienda tonterías? En vez de gritar (de nuevo) a su distraído (o hiperactivo) hijo pequeño
para que permanezca quieto y usted pueda cepillarle los dientes, intente con creatividad convencerlo. “¡Apúrate Carlos, veo a
Elmo en tu boca y necesito cepillarlo para que se salga. Ajá y también veo al monstruo come galletas!” O “puedes escoger el
postre todas las noches de esta semana si no tengo que recordarte que pongas la mesa”.
7. Controle la conversación
Evitar que la discusión se intensifique es la mejor manera de evitar los gritos. Después de todo, se necesitan dos para discutir. Y
a diferencia de muchos chicos, usted tiene la conciencia para detenerse y analizar: “¿Lo que diré ayudará o empeorará la
situación?” ¿Y qué hay de cómo lo voy a decir?” Como padre, ustedpuede decidir terminar una discusión. Tiene el poder de
desconectar, redirigir o reiniciar la conversación de una manera más productiva.
Algunos niños tienen dificultad con aspectos no-verbales del lenguaje. Por eso, el hecho de que usted le pida a su niño o su niña,
que les miren a usted, en vez de que usted les mire a los ojos a ellos, es mucho más eficaz.
Usted también puede modelar esa conducta, dándoles a su niño o a su niña su total atención cuando le está dando instrucciones,
lo cual les muestra a ellos que lo que usted está diciendo es realmente importante.
Quizás, sus niños no sigan las direcciones o respondan a su pregunta después de la pausa. Si eso pasara, repita lo que dijo.
5. Compruebe si entendieron.
Comprobar si usted fue entendida va de la mano con darle a sus niños “tiempo de espera.” Pídale a sus niños que le repitan sus
direcciones, o pídales que le expliquen sus direcciones o indicaciones en sus palabras. Esto le dará a sus niños la oportunidad de
hacer preguntas, si tuvieran alguna. También les dará la oportunidad de clarificar lo que usted dijo en caso que no hubieran
entendido con claridad, la primera vez.
6. Diga, no pregunte.
Muchos padres dan direcciones en forma de preguntas, tal como, “¿Podrías poner la mesa, por favor?” Sus niños podrían pensar
que tienen una opción en esa indicación. Dígale a sus niños qué es lo que tienen que hacer, en vez de preguntarles.
Simplemente diga, “Ven acá y pon la mesa, por favor.” Esto hace una gran diferencia.
Si usted no pudiera dividir las direcciones en pasos, trate entonces de agruparlas en la medida que tengan sentido. Por ejemplo,
“Mientras estás en el baño, lávate las manos, y dile a tu hermana que venga a comer.”
Por ejemplo, diga cosas como “Hay tres cosas que necesito que hagas,” o utilice palabras como primero, segundo, luego,
después y por último. Esto puede ayudar a sus niños a mantener todos los pasos en sus mentes o recordarlos.
Sea específica. Por ejemplo, usted podría obtener mejores resultados diciendo, “Por favor, recoge la ropa sucia y ponla a lavar,
recoge la basura del piso y haz tu cama” , en vez de “Limpia tu dormitorio.”
Jacob, de 12 años, tiene dificultades con la función ejecutiva y con el procesamiento sensorial. Tiende a abrumarse
sensorialmente y a sentirse frustrado cuando las cosas no salen como él lo esperaba. Esto también es un obstáculo.
El resultado es que mi esposo y yo, a menudo, debemos decidir entre opciones igualmente indeseables. Cuando uno de nuestros
hijos tiene un evento en la escuela, ¿es más decepcionante para él que tengamos que salir del auditorio con su abrumado (o
apabullante) hermano o si solo uno de sus padres asiste con él?
Esa no es la manera como quería que fueran las cosas. Solía pasar mucho tiempo sintiéndome enojada. No con alguien, sino
con las circunstancias que me hacían sentir como si yo no fuera el tipo de mamá que quería ser. No quería sentirme jalada en
diferentes direcciones ni estar tan irritada. Siempre era más fácil ver lo que estaba haciendo mal, pero no era tan fácil ver lo que
estaba haciendo bien.
Tan pronto lo dije, me avergoncé de mí misma. Me di cuenta que estaba tan enojada sobre lo difícil que era la vida, que había
interferido en mi comprensión de que este pequeño y maravilloso niño solo quería hablar conmigo. No hay nada malo con él. Su
entusiasmo por la vida es maravilloso.
Ojalá hubiese sabido antes que estar enojada es agotador y nada productivo. Ese día me di cuenta que toda la energía que había
invertido preocupándome por todo lo que no hacía bien, era energía que pude haber usado para disfrutar lo que hacía bien.
Desde entonces, mi esposo y yo trabajamos para encontrar nuevas maneras de manejar las necesidades de nuestros chicos.
Ahora, funcionamos como un equipo la mayor parte del tiempo. Mientras yo ayudo a Jacob con su tarea, mi esposo se ocupa de
que Benjamin no interrumpa. Encontramos buenas niñeras así que ambos podemos asistir a los eventos escolares de nuestros
hijos y ninguno de ellos se siente excluido.
Encontrar estas nuevas maneras para lidiar con esto me ha ayudado a ver a mis hijos con una perspectiva diferente. Por
supuesto que Benjamin nunca deja de hablar, pero las cosas que dice son increíbles. Es curioso, original y realmente divertido. Y
sí, Jacob se abruma en situaciones sociales. Pero cuando estamos juntos en la casa, es tiempo que podemos pasar
conociéndonos en lugar de liberarnos de la sobrecarga sensorial.
Cualquiera que tenga más de un hijo sabe que asegurar que todos tengan lo que necesitan siempre será un acto de
malabarismo. Y usted tiene que aceptar que algunas de esas pelotas van a caerse, especialmente cuando tiene hijos con
dificultades de aprendizaje y de atención.
Probablemente yo esté todavía haciendo malabares con demasiadas pelotas. Pero al menos ahora me enfoco mejor en las que
están en el aire en lugar de enojarme por las que se caen.
La mayoría de los chicos ignoran las instrucciones en ocasiones. Pero si usted está constantemente preguntando a su hijo cosas
como “¿me estás escuchando?” o “¿por qué no has hecho lo que te pedí?”, puede que esté ocurriendo algo más.
Ciertas dificultades de aprendizaje y de atención pueden dificultar que los chicos entiendan y sigan instrucciones. En esas
situaciones, los chicos no están ignorando lo que se les pidió que hicieran. Sus desafíos les impiden hacerlo.
A otros les cuesta concentrarse en las instrucciones. Pueden distraerse con el olor del desayuno, el ruido de la televisión de
fondo o incluso con sus propios pensamientos. Estas cosas pueden dificultar que "escuchen" las instrucciones.
Los chicos pueden tener dificultades con las instrucciones escritas o verbales. Puede que note que su hijo pierde el hilo de lo que
se dice u omite instrucciones al leer. Su hijo también podría:
Si observa alguna de estas señales y su hijo no ha sido diagnosticado con una condición, es buena idea hablar con su maestro y
su médico. Asegúrese de decirles qué tan frecuentes e intensas son sus dificultades. Pueden trabajar juntos para tener una idea
más clara de lo que está causando el problema.
Falta de atención
Impulsividad
Hiperactividad
Distractibilidad
Estos síntomas pueden dificultar que los chicos se tranquilicen y pongan suficiente atención para seguir instrucciones.
Las dificultades del funcionamiento ejecutivo también pueden dificultar que los chicos se concentren y retengan información el
tiempo suficiente para usarla. La función ejecutiva es un grupo de habilidades que ayuda a las personas a planificar, organizar,
iniciar y completar tareas. El TDAH es un trastorno de la función ejecutiva, pero los chicos pueden tener dificultades del
funcionamiento ejecutivo sin tener TDAH (vea un cuadro que explica las similitudes y diferencias entre ellas).
Una función ejecutiva clave es la memoria funcional. La memoria funcional es algo así como una nota adhesiva en el cerebro.
Mantiene la información a la mano el tiempo suficiente para que los chicos la usen. Deficiencias en esta área pueden complicar
que los chicos recuerden instrucciones con muchos pasos.
La velocidad de procesamiento es el ritmo al que su hijo capta, entiende y responde a la información. Los chicos con un velocidad
de procesamiento lenta pueden sentirse abrumados cuando reciben mucha información al mismo tiempo y demasiado rápido. Es
posible que su hijo necesite más tiempo para procesar lo que usted le dice antes de responder o seguir sus instrucciones. Puede
ser de ayuda dar instrucciones cortas y sencillas.
Las dificultades de aprendizaje basadas en el lenguaje, como la dislexia y la disgrafía también pueden crear problemas. Los
chicos con estas dificultades a menudo tienen problemas con la lectura y la comprensión de la lectura. Podría ser difícil no solo
leer las palabras, sino también entenderlas. Esto puede obstaculizar seguir instrucciones escritas.
Considere usar un horario con imágenes para ayudar a su hijo a recordar el orden de las cosas. Y lea la recomendación de un
maestro sobre cómo ayudar a su hijo a poner atención.
También puede revisar la sección entrenamiento para padres para encontrar cientos de recomendaciones acordes a la edad de
su hijo para ayudarlo a enfrentar los desafíos cotidianos.
Puntos clave
Tener dificultades para seguir instrucciones es común en los niños con TDAH.
Conocer las causas de las dificultades de su hijo puede ayudarlo a encontrar soluciones.
En algunos casos, pequeños trucos pueden ayudar. Por ejemplo, intente dar instrucciones más cortas o use un horario con
imágenes.