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Peruana
Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana
Portada del libro "Los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana" de J.C. Mariátegui
Género Ensayo
Idioma Español
Editorial Minerva
Ciudad Lima
País Perú
Fecha de publicación 1928
Formato Libro
Páginas 292
peruana en Wikisource
Índice
[ocultar]
1Contexto
2Estructura
3Contenido
o 3.1Esquema de la evolución económica
3.1.1La economía colonial
3.1.2Las bases económicas de la República
3.1.3El período del guano y del salitre
3.1.4Carácter de nuestra economía actual
3.1.5Economía agraria y latifundismo feudal
o 3.2El problema del indio
3.2.1Su nuevo planteamiento
3.2.2Sumaria revisión histórica
o 3.3El problema de la tierra
3.3.1El problema agrario y el problema del indio
3.3.2Colonialismo - Feudalismo
3.3.3Política del coloniaje: despoblamiento y esclavitud
3.3.4El colonizador español
3.3.5La revolución de la independencia y la propiedad agraria
3.3.6Política agraria de la República
3.3.7La gran propiedad y el poder político
3.3.8La “comunidad” bajo la República
3.3.9La “comunidad” y el latifundio
3.3.10El régimen de trabajo.- Servidumbre y salariado
3.3.11“Colonialismo” de nuestra agricultura costeña
3.3.12Proposiciones finales
o 3.4El proceso de la instrucción pública
3.4.1La herencia colonial y las influencias francesa y norteamericana
3.4.2La reforma universitaria
3.4.3Ideologías en contraste
o 3.5El factor religioso
3.5.1La religión en el Tahuantinsuyo
3.5.2La conquista católica
3.5.3La independencia y la iglesia
o 3.6Regionalismo y centralismo
3.6.1Ponencias básicas
3.6.2Regionalismo y gamonalismo
3.6.3La región en la República
3.6.4Descentralización centralista
3.6.5El nuevo regionalismo
3.6.6El problema de la capital
o 3.7El proceso de la literatura
4Análisis
5Referencias
6Bibliografía
7Enlaces externos
Contexto[editar]
El autor usó como base para su libro la serie de artículos que de manera dispersa e inorgánica había
publicado en revistas como Mundial y Amauta, esta última bajo su dirección.
Mariátegui se propuso en este libro aplicar los principios del materialismo histórico para intentar una
revaluación completa de la realidad peruana. En el prólogo advierte que no es un crítico imparcial y
objetivo, sino que sus juicios se nutren de sus ideales, sentimientos y pasiones.
Los ensayos abarcan diversos temas: la evolución económica, el problema del indio, el problema de
la tierra, la instrucción pública, el factor religioso, el regionalismo vs. El centralismo y un “proceso”
o enjuiciamiento de la literatura nacional. El autor pensaba también incluir un ensayo sobre la
evolución política e ideológica del Perú, pero por parecerle ya excesivo el número de sus páginas,
planeaba darle desarrollo y autonomía en un libro aparte. Asimismo, estaba consciente de sus
limitaciones, pues deja en claro que ninguno de sus ensayos estaba acabado y que volvería a esos
temas.2 Sin embargo su prematura muerte dos años después puso punto final a estos planes.
Más allá de los aciertos o desaciertos del autor en su objetivo de contribuir a la crítica socialista de
los problemas del Perú, este libro tuvo el mérito de incentivar nuevos trabajos sobre la interpretación
de la realidad peruana e iniciar la búsqueda de derroteros distintos a los tradicionales.3 Es de destacar
la réplica que escribió el ilustre pensador Víctor Andrés Belaunde, titulada La realidad nacional,
donde señaló muchos errores y omisiones de Mariátegui. Belaunde, defensor del pensamiento
católico con tendencias sociales progresistas, quiso plantear un debate abierto con Mariátegui, pero
la muerte de éste en 1930 se lo impidió.4
Estructura[editar]
Advertencia
Esquema de la evolución económica
El problema del indio
El problema de la tierra
El proceso de la instrucción pública
El factor religioso
Regionalismo y centralismo
El proceso de la literatura
Contenido[editar]
Esquema de la evolución económica[editar]
Mariátegui estudia la evolución económica del Perú aplicando el materialismo histórico, aunque no
de manera rigurosa. En resumen, afirma que el desarrollo económico del Imperio de los incas, de
tipo socialista, se vio “escindido” (interrumpido) por la conquista española. Los españoles
impusieron una estructura económica feudal y esclavista. Dicho feudalismo se prolonga hasta la
República, con el gamonalismo (caciquismo latifundista), mientras que la esclavitud es abolida. La
burguesía nacional (clase capitalista) surge durante el período del guano y del salitre (siglo XIX) y
empieza a fortalecerse a inicios del siglo XX, pero sin poder suplantar del todo a la clase
terrateniente o latifundista (semifeudal). Según Mariátegui, en su tiempo coexistían en el Perú las
tres economías: la feudal, la burguesa y algunos residuos de la economía comunista indígena en la
sierra.
La economía colonial[editar]
Mariátegui alaba el desarrollo económico del Imperio de los Incas, al que califica de “socialista” y
“colectivista”; destaca especialmente el trabajo colectivo que garantizaba el bienestar material de
toda la población del imperio. Este magnífico desarrollo económico se vio “escindido”
(interrumpido) por la conquista española. Los españoles destruyeron la maquinaria de producción
incaica; luego implantaron sus estructuras políticas y económicas. La economía socialista de los
incas fue reemplazada por otra de tipo feudal. Los españoles no buscaban desarrollar una economía
sólida sino sólo la explotación de los recursos naturales. La actividad fundamental de los españoles
fue la explotación de las minas de oro y plata. Al no haber suficiente mano de obra para el trabajo de
las haciendas de la costa recurrieron a la importación de esclavos negros; fue así como conformaron
no solo una sociedad feudal, sino también una sociedad esclavista. Según Mariátegui, la estructura
económica colonial seguía siendo la base histórica de la economía peruana.5
Las bases económicas de la República[editar]
La segunda etapa de la economía peruana nace de otro hecho político y militar: la Independencia.
Esta tiene como origen la misma política de la Corona Española, que impedía el libre
desenvolvimiento económico de las colonias. Al haber en estas ya una burguesía criolla, aunque
todavía embrionaria, ésta se contagió de las ideas revolucionarias de la burguesía europea e impulsó
la independencia para asegurar su prosperidad. La independencia se decide entonces por las
necesidades del desarrollo capitalista; en ese sentido, Inglaterra, cuna de la economía del
librecambio, cumplió un papel fundamental al apoyar a las nacientes naciones americanas. La lucha
por la independencia mancomunó a las diversas naciones latinoamericanas, pero una vez conseguida
ella, cada una tomó su propio camino. Las naciones más beneficiadas con el tráfico libre con el resto
del mundo fueron las situadas en el lado del Atlántico, es decir, Argentina y Brasil, que atrajeron
inmigrantes y capitales europeos, que permitió que en esos países se fortaleciera la democracia
burguesa y liberal; mientras que el Perú, por su posición geográfica, no recibió ese flujo dinamizador
y se limitó a acoger a los inmigrantes chinos, que pasaron a laborar en las haciendas bajo el modelo
feudal, cuasi esclavista. Sin embargo, el Perú necesitaba de “las máquinas, de los métodos y de las
ideas de los europeos, de los occidentales”.6
El período del guano y del salitre[editar]
Otro capítulo de la historia económica peruana se abre con el descubrimiento de la riqueza del guano
y del salitre. Estos productos, de fácil explotación, aumentaron rápidamente la riqueza del Estado, ya
que la Europa industrial necesitaba estos recursos para mantener su productividad agrícola. Las
rentas de dichas riquezas acabaron por ser despilfarradas por el Estado Peruano, pero permitieron la
aparición del capital comercial y bancario. Se empezó a constituir una clase capitalista, pero cuyo
origen se encontraba en la vieja aristocracia peruana. Otra consecuencia fue la consolidación del
poder económico de la costa, ya que hasta entonces, la minería había configurado a la economía
peruana un carácter serrano. En síntesis, el guano y el salitre permitieron la lenta transformación de
la economía peruana de un sistema feudal a un sistema capitalista, aunque sin dejar de acentuarse la
dependencia con el capital extranjero. Dichas riquezas se perdieron tras la Guerra del Pacífico.7
Carácter de nuestra economía actual[editar]
Finalizada la guerra con Chile, la postguerra se abrió con un período de colapso de las fuerzas
productoras. La moneda se hallaba depreciada y el crédito exterior anulado. El militarismo nacido de
la derrota tomó el poder, pero pronto la antigua clase capitalista surgida en tiempos del guano y del
salitre retomó su puesto en las directrices de la política nacional. Para lograr el resurgimiento
económico fue preciso recurrir a la ayuda del imperialismo británico. Por el Contrato Grace (1888)
se entregaron los ferrocarriles a los banqueros ingleses, como prenda y garantía de nuevas
inversiones en el Perú. La puesta en operatividad de los ferrocarriles de la región central activó la
explotación minera a gran escala en esa región. Lentamente, la economía peruana se fue recobrando,
con bases más sólidas que las del guano y del salitre, pero sin perder su carácter de economía
colonial. En esa línea, el gobierno de Nicolás de Piérola (1895-1899) se puso al servicio de los
intereses de la plutocracia, según la percepción de Mariátegui. Luego, enumera las características
fundamentales de la economía peruana de su tiempo (hacia 1928):
No obstante el incremento de la actividad minera desde fines del siglo XIX, el Perú mantenía su
carácter de país agrícola. La gran mayoría de la población se dedicaba a la agricultura. El indio, que
conformaba las cuatro quintas partes de esa población, era tradicionalmente agricultor. La
agricultura de productos alimenticios se concentraba en la sierra y abastecía el mercado nacional.
Los cultivos agroindustriales destinados a la exportación (caña de azúcar y algodón) se concentraban
en la costa, y estaban bajo control de una clase terrateniente. Esta mantenía una organización
semifeudal que constituía el más pesado obstáculo para el desarrollo del país. Según Mariátegui,
dicho propietario criollo, debido a su herencia y formación española, no podía desarrollar a plenitud
la economía de corte capitalista. El interés del autor en el florecimiento pleno del capitalismo en el
Perú se debía a que, según el ideario comunista, esa fase era necesaria para el surgimiento de la
revolución socialista.9
El problema del indio[editar]
Su nuevo planteamiento[editar]
Mariátegui concebía el problema del indio no como un asunto racial, administrativo, jurídico,
educativo o eclesiástico, sino como un problema sustancialmente económico cuyo origen estaba en
el injusto sistema de propiedad de la tierra concentrado en pocas manos (gamonalismo o
latifundismo); mientras subsistiera esta forma de propiedad todo intento por solucionar el problema
del indio sería estéril.
El gamonalismo se oponía con éxito a toda ley u ordenanza de protección indígena. El hacendado,
latifundista o gamonal era prácticamente un señor feudal. Frente a él, la ley era impotente. La
República había prohibido el trabajo gratuito, pero aun así, el trabajo gratuito, y aun el trabajo
forzado, sobrevivían en el latifundio.10
Sumaria revisión histórica[editar]
Se calcula que la población del Imperio de los Incas fue de diez millones de habitantes. La conquista
española fue una tremenda carnicería; la población nativa quedó diezmada. El virreinato estableció
un régimen de brutal explotación. Los españoles impusieron el régimen feudal de la tenencia de la
tierra y dieron más importancia a la extracción del oro y la plata. La población indígena fue sometida
a un sistema abrumador de trabajos forzados, en las minas y los obrajes. La costa se despobló, por lo
que se importaron esclavos negros para las labores de las haciendas. Los españoles destruyeron la
sociedad y la economía incaica, sin reemplazarla por otra de igual rendimiento. El sistema que
implantaron fue el feudal y el esclavista, de manera simultánea.
La revolución independentista fue dirigida por los criollos y hasta por algunos españoles, que
aprovecharon el apoyo de la masa indígena. El programa liberal de la revolución incluía la redención
del indio, pero al consumarse la independencia, quedó solo como promesa. Ello debido a que la
aristocracia latifundista de la colonia, dueña del poder, conservó intactos sus derechos feudales sobre
la tierra. La situación del indio tendió a empeorarse durante la República.
En la sierra, la región habitada principalmente por los indios, subsistía en tiempos de Mariátegui la
más bárbara y omnipotente feudalidad. El dominio de la tierra estaba en manos de los gamonales o
latifundistas. Sin embargo, la propagación de las ideas socialistas originó un fuerte movimiento de
reivindicación entre la masa indígena.
«La solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los
propios indios. Este concepto conduce a ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho
histórico. Los congresos indígenas, desvirtuados en los últimos años por el burocratismo, no
representaban todavía un programa; pero sus primeras reuniones señalaron una ruta comunicando a
los indios de diversas regiones. A los indios les falta vinculación nacional. Sus protestas han sido
siempre regionales. Esto ha contribuido, en gran parte, a su abatimiento», finaliza diciendo
Mariátegui.11
El problema de la tierra[editar]
A grandes rasgos:
Dice Mariátegui que “la cuestión del indio, más que pedagógica es económica, es social”.
La liquidación de la feudalidad en el Perú debió haber sido realizado por el régimen demo-burgués
establecido luego de la independencia. Pero no ocurrió ello, pues no cuajó en el Perú una verdadera
clase capitalista. La antigua clase feudal, disfrazada de burguesía republicana, conservó sus
posiciones.
Las expresiones de la feudalidad sobreviviente eran dos: Latifundio y Servidumbre. No se podía
liberar la servidumbre que pesaba sobre la clase indígena si antes no se acababa con el latifundio.
El problema agrario aparecía pues, en toda su magnitud, como un problema económico-social, y por
lo tanto, político.12
Colonialismo - Feudalismo[editar]
España trajo al Perú el Medioevo (inquisición, feudalismo, etc.), la Contrarreforma. De la mayor
parte de esas instituciones los peruanos fueron liberándose penosamente. Pero el cimiento
económico, es decir, la herencia feudal, permaneció tras la revolución independiente. La clase
dirigente criolla, que sucedió a la española, no cambió las estructuras socio-económicas del régimen
colonial.
El régimen de la propiedad de la tierra determinó el régimen político y administrativo de toda la
nación. Sobre una economía semifeudal no podía prosperar ni funcionar instituciones democráticas y
liberales.
El pueblo incaico era una civilización agraria (“la vida viene de la tierra” era su lema). Vivía
dedicado a la agricultura y el pastoreo. Los caracteres fundamentales de la economía incaica eran los
siguientes:
Mariátegui observa que el régimen colonial español resultó incapaz de desarrollar en el Perú una
economía de puro tipo feudal y que injertó en ella elementos de la economía esclavista. El
colonizador español, que no tenía desarrollada la idea del valor económico del hombre, estableció
una política de despoblamiento, es decir, de exterminio de la masa indígena (etnocidio). Llegó el
momento en que los españoles se vieron necesitados de mano de obra y recurrieron entonces a la
importación de negros, trayendo así la esclavitud. Pero también los indios prácticamente sufrieron un
régimen esclavista, pues la actividad preferida de los españoles, la minería, debía ser necesariamente
un trabajo de esclavos. En ese sentido, los españoles implantaron la mita minera, un sistema de
trabajo supuestamente inspirado en la mita incaica, pero que no fue sino una forma de esclavitud en
la que muchos indígenas se vieron sometidos.
En la época de Mariátegui, el carácter colonial de la agricultura de la costa provenía en gran parte
del sistema esclavista. Ello debido a que el latifundista costeño, más que hombres, pedía brazos para
el cultivo de sus tierras. Miles de indios bajaban a las haciendas costeras, donde laboraban como
peones en las peores condiciones.14
El colonizador español[editar]
Mariátegui compara al colonizador español con el anglosajón (inglés). El español no tuvo las
condiciones del colonizador anglosajón o pionero. Pensaba que las riquezas del Perú eran sus
metales preciosos. Así, con la práctica de la mita, aniquilaron el capital humano, trayendo la
decadencia de la agricultura. El colonizador español nunca fue un creador de riqueza, como si lo fue
el anglosajón.15
La revolución de la independencia y la propiedad agraria [editar]
La revolución de la independencia, al no haber sido dirigida por las masas indígenas, no tuvo
reivindicaciones agraristas. La dirigieron y financiaron los criollos (burguesía comerciante), más
interesados en defender sus intereses comerciales. Si bien el gobierno republicano abolió la mita, las
encomiendas, etc., la aristocracia terrateniente continuó siendo la clase dominante.16
Política agraria de la República[editar]
La República, trató de legislar con miras a fortalecer la pequeña propiedad individual, de acuerdo al
liberalismo entonces en boga. Ello equivalía a desarticular tanto al latifundio como a la comunidad
indígena. Sin embargo, esta intención no prosperó. El latifundio se consolidó y extendió, mientras
que la comunidad indígena fue la más afectada, tanto por la ambición de los terratenientes como por
la política desatinada dirigida desde la capital.17
La gran propiedad y el poder político[editar]
A pesar que la tendencia en la República era desaparecer la comunidad indígena para dar pase a las
propiedades individuales, sin embargo, no hubo una política más incisiva al respecto. La comunidad
sobrevivió, si bien a duras penas. Luego, un intelectual de tendencia liberal como Manuel Vicente
Villarán reclamó la protección de las comunidades frente al latifundismo. Sin embargo, la defensa
más consistente vendría de parte de los intelectuales socialistas como Hildebrando Castro Pozo,
autor del interesante estudio Nuestra comunidad indígena.19
La “comunidad” y el latifundio[editar]
La defensa de la comunidad indígena, asumida por muchos pensadores como Castro Pozo, no
reposaba en principios abstractos de justicia ni en sentimentalismos tradicionalistas, sino en razones
concretas de orden económico y social. La comparación del latifundio serrano con la comunidad
indígena como empresa de producción agrícola, desfavorecía al primero.20
El régimen de trabajo.- Servidumbre y salariado[editar]
El desarrollo del cultivo agroindustrial de la costa peruana (caña de azúcar y algodón) se debía al
interés del capital británico y norteamericano en esos productos. Los mejores valles de la costa
estaban sembrados de caña y algodón y conformaban inmensos latifundios, mientras que los cultivos
alimenticios ocupaban una extensión mucho menor y estaba a cargo de pequeños propietarios y
arredantarios.
Todo ello, pese a que el suelo del Perú no producía todo lo que la población necesitaba para su
subsistencia y se hacía necesario importar trigo. Problema éste que no fue resuelto por el Estado,
más afanado en hacer una política de subsistencias.
Lo que nos muestra que la economía del Perú es una economía colonial, pues su movimiento y su
desarrollo estaban subordinados a los intereses y necesidades de las grandes potencias.22
Proposiciones finales[editar]
1. El carácter de la propiedad agraria en el Perú se presenta
como una de las mayores trabas del propio desarrollo del
capitalismo nacional.
2. El latifundismo existente en el Perú es la más grave barrera
para la inmigración blanca o europea, debido a que no
resulta atrayente por sus bajos salarios y su sistema casi
esclavista.
3. La orientación de la agricultura de la costa a los intereses de
los capitales británicos y norteamericanos (agroexportación)
impide que se ensaye y adopte nuevos cultivos de necesidad
nacional.
4. La propiedad agraria de la costa se muestra incapaz de
atender los problemas de salubridad rural.
5. En la sierra, el feudalismo agrario sobreviviente se muestra
del todo inepto como creador de riqueza y de progreso. Los
latifundios tienen una producción miserable.
6. La razón de que esa situación de los latifundios serranos no
se debía solo a lo difícil de las comunicaciones, sino más
que nada al gamonalismo (caciquismo latifundista).23
El proceso de la instrucción pública[editar]
Mariátegui analiza el desarrollo de la instrucción o educación pública, que para él estaba
estrechamente ligado a lo económico-social.
La herencia colonial y las influencias francesa y norteamericana[editar]
En esta sección final del ensayo, el autor expone las dos posiciones ideológicas que debatieron en
torno al modelo educativo que debía imponerse en el Perú, a principios del siglo XX. Estas
ideologías se desenvolvían en el seno del Partido Civil, el predominante en la política peruana de
entonces y eran las siguientes:
Según Mariátegui, la conquista española fue la última cruzada, es decir una empresa esencialmente
militar y religiosa, realizada en conjunto por soldados y misioneros (la espada y la cruz).
Tras la conquista, empieza el coloniaje, que es una empresa política y eclesiástica. El Virreinato
atrae a nobles letrados y doctores eclesiásticos. Llega la Inquisición y la Contrarreforma, pero
también toda la actividad cultural, concentrada en las manos de la Iglesia Católica. La Universidad
nace fundada por los frailes.
La liturgia suntuosa del catolicismo y el estilo conmovedor de los predicadores cautivaron a las
masas indígenas, más que la misma doctrina evangélica. Es decir, para los indios, lo más atrayente
del culto católico fue su exterioridad y no su interioridad. El indio, en realidad, mantuvo sus antiguas
creencias mágicas adecuándolas al culto católico, fenómeno al que se conoce
como sincretismo religioso.
El rol de la Iglesia Católica durante el virreinato fue el de apoyar y justificar al estado feudal y
semifeudal instituido. Si bien hubo choques entre el poder civil y el poder eclesiástico, éstos no
tuvieron ningún fondo doctrinal, sino que fueron simples querellas domésticas, que se superaron
eventualmente.31
La independencia y la iglesia[editar]
Regionalismo y centralismo[editar]
Cuando surgió la República Peruana, ésta se constituyó bajo el sistema centralista, pese a los
planteamientos de federalismo que hicieron algunos ideólogos liberales.33 En la época de Mariátegui,
el problema de la centralización política se mantenía vigente; naturalmente, para él, la solución de
este problema tenía que abarcar necesariamente el plano social y económico, y no solo el político y
administrativo, como se había venido intentando.
Ponencias básicas[editar]
Mariátegui resalta que en su tiempo ya existía una ideología de avanzada interesada en la solución
del problema agrario y la cuestión indígena. Por ello, entendía que toda política descentralista que
estuviera enfocada solo como reforma política y administrativa, sin contemplar previamente la
solución del problema del indio, no merecía ni siquiera ser discutida. Temía que al darse una
autonomía más o menos amplia a los departamentos y a las regiones, esto solo aumentaría el poder
del gamonalismo, que era la lacra que debía ser extirpada, con prioridad.35
La región en la República[editar]
Mariátegui observa que es difícil definir y demarcar en el Perú regiones existentes históricamente
como tales. Los departamentos, cuyos orígenes se remontan a las antiguas intendencias coloniales,
no pueden ser definidos como «regiones» pues son solo entidades políticas administrativas, que no
representan una unidad económica e histórica. Tampoco las tres regiones físicas: la Costa, la Sierra y
la Montaña (Selva) equivalen a regiones en cuanto a realidad social y económica; Mariátegui afirma
que la Montaña carece aún de significación socioeconómica; en cambio, «la actual peruanidad se ha
sedimentado en tierra baja» o Costa, y la Sierra es el refugio del indigenismo. Otra forma artificial
de concebir las regiones en el Perú ha sido la división de Norte, Centro y Sur peruano, cada una de
las cuales reunía tentativamente a departamentos y provincias sin ningún contacto entre sí.36
Descentralización centralista[editar]
«Las formas de descentralización ensayadas en la historia de la República, han adolecido del vicio
original de representar una concepción y un diseño absolutamente centralistas», dice Mariátegui. Es
decir, se aplicaron proyectos esbozados desde el gobierno central, sin contemplar los planteamientos
de los regionalistas. Mariátegui enumera y analiza los ensayos que se hicieron a lo largo de la
historia republicana, lo que denomina como el «viejo regionalismo». El primer experimento de
descentralización fue la creación de los concejos departamentales de 1873, en tiempos del
presidente Manuel Pardo. La guerra con Chile de 1879 liquidó ese ensayo. Una nueva ley dada en
1886 creó las Juntas Departamentales, subordinadas al poder central, pero que tampoco dieron
resultado y fueron suprimidas años después. La Constitución de 1920 consagró la autonomía
municipal (lo que no se implementó) y creó los Congresos Regionales (del norte, centro y sur del
Perú), que solo constituyeron en una parodia absurda de descentralización.37
El nuevo regionalismo[editar]
Examinada la teoría y la práctica del viejo regionalismo, Mariátegui formula sus puntos de vista
sobre cómo debe enfocarse la nueva descentralización. Primero, debe quedar esclarecida la
solidaridad del gamonalismo regional con el régimen centralista. El gamonalismo, por su naturaleza,
tendía hacia el federalismo, pero una vez aliado con el gobierno central, dejó de lado su
reivindicación federalista. Luego, Mariátegui considera que el Perú debe optar entre el gamonal o el
indio: «no existe un tercer camino». Naturalmente, él y los hombres nuevos se inclinan por el indio.
Porque «ninguna reforma que robustezca al gamonal contra el indio, por mucho que aparezca como
una satisfacción del sentimiento regionalista, puede ser estimada como una reforma buena y justa».
En conclusión, para los nuevos regionalistas, la regionalización debe contemplar simultáneamente el
problema del indio y de la tierra.38
El problema de la capital[editar]
Mariátegui estudia también el problema de la capital y sostiene que la suerte de Lima como centro
político del Perú estará subordinada a los grandes cambios políticos que se den en este país.39
El proceso de la literatura[editar]
Mariátegui pone a la literatura bajo cuestionamiento al pasar revista a distintos autores peruanos. En
este proceso de la literatura se enjuicia la capacidad política de la literatura de constituir un lugar de
contestación de la estructura feudal y colonial.
Mariátegui propone una concepción de la literatura que une a la vanguardia estética y al
'nacionalismo indigenista'. De la vanguardia estética toma la necesidad de concebir la práctica
artística como una mediación técnica, como una brecha entre lo representado y la forma de
representar. De Vallejo nos dice:
El sentimiento indígena tiene en sus versos una modulación propia. Su canto es íntegramente suyo.
Al poeta no le basta traer un mensaje nuevo. Necesita traer una técnica y un lenguaje nuevos
también. Su arte no tolera el equívoco y artificial dualismo de la esencia y la forma. [..] El
sentimiento indígena es en Melgar algo que se vislumbra sólo en el fondo de sus versos; en Vallejo
es algo que se ve aflorar plenamente al verso mismo cambiando su estructura.40
Esta 'modulación propia' se debe al estatuto de lo nacional en el Perú. Una literatura no puede apelar
a sus elementos nutricios si está íntimamente imbricada con la estructura económica feudal y
colonial. Una literatura nacionalista sería cómplice de esta estructura de dominación e injusticia que
oprime al indio ya que expresaría la cultura de su oligarquía feudal. Mariátegui detecta, sin embargo,
una 'dualidad de raza y espíritu' que impide que exista una "literatura orgánicamente nacional", una
identidad nacional fija como, por ejemplo, Argentina:
El criollismo no ha podido prosperar en nuestra literatura, como una corriente de espíritu
nacionalista, ante todo porque el criollo no representa todavía la nacionalidad. Se constata, casi
uniformemente, desde hace tiempo, que somos una nacionalidad en formación. Se percibe ahora,
precisando ese concepto, la subsistencia de una dualidad de raza y de espíritu.40
La presencia desequilibrante del indígena permite abrir un espacio para la literatura indigenista. Esta
no sería una literatura que se ocupe del indio como tema dentro de una perspectiva nacional. La
perspectiva indígena participa en la lucha por la definición de la identidad peruana y, como tal,
puede ser tomada por la literatura como un elemento significativo. Las concepciones en pugna, la
colonial y la indigenista, se disputan la identidad nacional. De ahí la importancia de tomar a lo
indígena modulándolo para hacer presente su cosmovisión, no solo presentándolo como un objeto:
El indio no representa únicamente un tipo, un tema, un motivo, un personaje. Representa un pueblo,
una raza, una tradición, un espíritu. No es posible, pues, valorarlo y considerarlo, desde puntos de
vista exclusivamente literarios, como un color o un aspecto nacional, colocándolo en el mismo plano
que otros elementos étnicos del Perú.40
Como apunta Löwy,41 Mariátegui busca refirmar un concepto de nación romántico. Este es una
afirmación del concepto de nación que, sin embargo, rechaza la expresión subjetiva individual y, en
cambio, busca la asociación, es esencialmente unanimista:
El romanticismo del siglo XIX fue esencialmente individualista; el romanticismo del novecientos es,
en cambio, espontánea y lógicamente socialista, unanimista. Vallejo, desde este punto de vista, no
sólo pertenece a su raza, pertenece también a su siglo, a su evo.40
En consecuencia con esto último, Mariátegui rechaza el individualismo de la expresión individual,
anárquica:
Políticamente, históricamente, el anarquismo es, como está averiguado, la extrema izquierda del
liberalismo. Entra, por tanto, a pesar de todas las protestas inocentes o interesadas, en el orden
ideológico burgués. El anarquista, en nuestro tiempo, puede ser un revolté, pero no es,
históricamente, un revolucionario.40
Así, Mariátegui configura una literatura en que se incorporan los componentes de lo nacional, pero,
al mediar la cosmovisión indígena, se conculca la cultura oligárquica contra la que la literatura debe
bregar. Dice Mariátegui que "La nueva peruanidad es una cosa por crear. Su cimiento histórico tiene
que ser indígena." La índole de la cultura indígena cuya cosmovisión Mariátegui toma prestada no
proviene de los buenos deseos del utopista, sino que, según Mariátegui se asenta en la realidad
concreta del Perú:
El mestizo actual, concreto, no es para Vasconcelos el tipo de una nueva raza, de una nueva cultura,
sino apenas su promesa. La especulación del filósofo, del utopista, no conoce límites de tiempo ni de
espacio. Los siglos no cuentan en su construcción ideal más que como momentos. La labor del
crítico, del historiógrafo, del político, es de otra índole. Tiene que atenerse a resultados inmediatos y
contentarse con perspectivas próximas.40
Desde una perspectiva marxista y materialista, las condiciones materiales inmediatas de la nación
peruana deberán ser usadas como materiales para entender los planteamientos de la arena política. El
intento de pensar un tipo de 'comunismo indígena' no puede basarse en una raza futura, en un
mestizaje por venir sino que tiene que asentarse en las condiciones étnicas y políticas actuales de
Perú.
Mariátegui, de todas formas, avizora el curso de los eventos por venir. Traza un camino evolutivo de
tres estadios para 'lo peruano'. En primer lugar, la época colonial determinada por España, en
segundo la época universal y cosmopolita, y en tercero la afirmación de la nacionalidad, del proyecto
indigenista:
Nuestra literatura ha entrado en su período de cosmopolitismo. En Lima, este cosmopolitismo se
traduce, en la imitación entre otras cosas de no pocos corrosivos decadentismos occidentales y en la
adopción de anárquicas modas finiseculares. Pero, bajo este flujo precario, un nuevo sentimiento,
una nueva revelación se anuncian. Por los caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos
reprocha, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos.40
Se reconoce la conocida tríada dialéctica: en un primer momento tenemos el colonialismo de corte
nacionalista que será posteriormente negado por el universalismo europeizante. Finalmente el
nacionalismo volverá a la afirmación de lo propio, pero eliminando los elementos coloniales.
En la segunda etapa en la que se encuentra la literatura no puede apelar a lo indígena como tal sino
en cuanto a como su cosmovisión puede afectar la cultura nacional en su totalidad. No se trata de
afirmar lo indígena como tal sino encontrar un lugar de enunciación posible dentro de la
cosmovisión indígena y explotarlo como un arma de la lucha en la definición de lo nacional:
La literatura indigenista no puede darnos una versión rigurosamente verista del indio. Tiene que
idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de
mestizos. Por eso se llama indigenista y no indígena. Una literatura indígena, si debe venir, vendrá a
su tiempo. Cuando los propios indios estén en grado de producirla.40
Lo importante no es tanto una reivindicación sectorial de lo indígena sino la redefinición de lo
peruano en términos de una alteridad, de una otredad que da pie para pensar una identidad peruana
distinta.
Análisis[editar]
Este libro destaca por el abundante contenido de cada uno de sus
capítulos, la fuerza analítica del pensamiento y las citas
bibliográficas con los que el autor se esfuerza encuadrar toda la
obra, intentando así darle un carácter erudito.42
El lenguaje es armonioso y dúctil, el estilo fresco y cargado de
humor e ironía. La lectura del texto no desmaya en ningún
instante42 (partiendo, obviamente, de la premisa que el lector
posea conocimientos básicos de cultura general, en los rubros de
historia, filosofía, literatura, religión, etc.)
Sin embargo, el autor peca muchos veces por su sentido
unilateral, por exceso de esquematismo, por personales afectos y
simpatías (muy visibles en el ensayo sobre literatura), por el
carácter tendencioso de su propaganda, o, simplemente, por
deficiente información.43 Como queriendo anticiparse a los
ataques, el autor advertía en el prólogo que no se proponía ser un
crítico objetivo e imparcial, y que ninguno de sus ensayos estaba
terminado (es decir, que estaba consciente de sus limitaciones).2
Pese a todo, esta obra ha tenido mucha importancia y
trascendencia, ya que tuvo el mérito de iniciar en el Perú el
estudio de los asuntos nacionales de manera seria y metódica,
vinculando los problemas actuales con los antiguos y mostrando
verdades lacerantes que otros no querían ver.3