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Freud (1909) dentro de sus escritos y teorías, menciona el carácter

predominante de la omnipotencia de los pensamientos, esto significa, que el


individuo es capaz de organizar su mundo en base a una perspectiva de carácter
objetiva y real, observándose en la forma que tienen de alterar aquellas
situaciones que lo involucran. Por este motivo, es que la idea de omnipotencia
puede justificar el carácter culposo que presenta el individuo, no trayendo consigo
justificaciones racionales que avalen lo expresado por este, pero desde Freud, es
que este sentimiento de culpa se justifica mediante las pulsiones de muerte
inconscientes que las estructuras de carácter obsesivo experimentan, en relación
a los individuos a quienes les tienen gran afecto, esto a partir de la ambivalencia
afectiva que además se presenta. Desde este punto, es que podemos insertar las
características no solo del caso, sino también del paciente N quién no olvidemos,
posee sentimientos de culpa y se reprocha el hecho de “No ser un buen paciente”
“No querer defraudar” al analista en cuestión, todo un desarrollo posterior
vinculado a la transferencia instalada, base fundamental para establecer un
desarrollo en los padecimiento del paciente. No sólo se generan pensamientos de
tipo culposo, sino también los actos que comienzan a expresar la necesidad del
Paciente N de desplazar aquellos síntomas ansiosos a un vínculo generado a
partir de la transferencia con el analista.

“La Transferencia se basa en la convicción de que el otro tiene algo que ver en
todo lo que me pasa. La transferencia lleva la marca de la culpa, pero evitará
encerrarse en ella”. (Bonnet, 1996, p24)

Desde Bonnet, podemos observar aquella marca de culpa que se expresa en


cuanto a la transferencia hablamos, recordando así que la figura del analista viene
a sustituir.

El significante enigmático se encontraría del lado del analista y ya no del lado de


los padres, por lo que se genera una marcha donde el Paciente esboza un
discurso escuchado por el Terapeuta, quien tendrá las herramientas para dar
validez a lo verbalizado por el paciente. Hay otro que escucha mi discurso y lo
valida con su respuesta.

Desde el fenómeno de la transferencia, podemos observar gradual desarrollo en


cuanto a la instalación de ésta, partiendo desde los cimientos de la terapia donde
el paciente tiene una manera de responder al contexto de forma distinta: “Sus
relatos son extremamente breves, abundan los silencios, ocupando en ocasiones
casi la totalidad del tiempo de las sesiones Me paga mis honorarios con billetes
extremadamente húmedos, como sus propias manos traspiradas que puedo sentir
en el saludo de ingreso a mi consultorio.” (p.3)

A medida que van pasando las sesiones, el paciente comienza a afianzar una
relación terapéutica donde entrega al analista las actividades más íntimas que
realiza: Las escrituras, los poemas y los sueños, evidenciando así de forma más
concreta, la intensidad que va tomando la transferencia, pudiendo observarse
posteriormente en la ansiedad que le produce estar de espaldas con el analista,
indicando que éste “quedaría atrás”.

Tal como se expresó en párrafos anteriores, a medida que el tiempo va


transcurriendo y las sesiones van generando avances en N, la transferencia
también logra transformaciones, esto pudiéndose observar en los sentimientos de
culpa y reproches constantes que corresponden a sí mismos con la preocupación
excesiva de no ser lo suficientemente bueno para ser el Paciente del terapeuta,
expresándoselo no solo en el contexto analítico, sino también por medio de
llamadas y mails escritos durante la ausencia del terapeuta.

Como dirá Freud en el año 1926, el Yo tiene dos funciones a la hora de estructurar
una neurosis. Por un lado, es quién otorga un espacio en donde el Súper Yó
comienza a establecer demandas desproporcionadas que no dan espacio para
algo racional, y por otro lado, el espacio teatral donde se exhiben aquellos
síntomas que generan malestar en el individuo y que alteran su organización.
“La prohibición obsesiva suele propagarse de un objeto a otro, los que se vuelven
“imposibles” a través de este mecanismo. La imposibilidad termina por invadir el
mundo todo. Las prohibiciones obsesivas conllevan una grandiosa renuncia y
restricciones para la vida pero una parte puede ser cancelada por medio de
ejecuciones de ciertas acciones; estas son acciones obsesivas, de naturaleza de
penitencia, expiaciones, medidas defensivas, purificaciones” (Recupero, 2002,
p.34)

Desde la estructura obsesiva, se observan las prohibiciones y las medidas


preventivas, actos que ayudan a aludir las prohibiciones que tenía el Paciente “N”
sobre las relaciones sexuales y las medidas preventivas que toma todos los
meses al realizarse el examen para verificar el hecho de no tener VIH, actos que
comienzan a cesar de forma gradual a medida que las sesiones con el terapeuta
van avanzando, sin dejar de hacer mención que “N” comienza a tener relaciones
de tipo sexual después de sus 30 años, acontecimiento que se da cuando el
paciente ya lleva tiempo frecuentando al terapeuta. A pesar de no tener relaciones
sexuales en un principio, de igual forma se toma el examen de VIH, acto que se
justifica por aquellas ideas obsesivas que lo caracterizan.

No solo existen los actos de prevención y prohibición sobre las relaciones


sexuales, el paciente N expresa tener la sensación de poder “infectar” sus
pensamientos, tomando la determinada decisión de proteger aquellos
pensamientos por medio de las Drogas (se especifica la Cocaína) acto que
ocasiona en el Paciente insomnio, pudiendo así no quedar vulnerable ante estas
bacterias que planean infectar su mente. Tal como menciona el autor de la cita
anterior, existen ejecuciones de ciertas acciones como lo son las “mecanismos de
protección” quienes se encargan de bajar los montos de angustia que padece el
paciente, uno de estas medidas, la anulación, mecanismo de defensa que se
caracteriza por un intento de hacer que algo no haya ocurrido, volviendo a realizar
las mismas acciones pero de forma que estas se borren, no existan. El paciente N
trae consigo este tipo de comportamientos en el segundo tiempo del tratamiento,
donde el terapeuta refiere: “N No puede componer nuevas poesías y nuevas
canciones, retoca una y mil veces las mismas estrofas, los mismos sonetos,
escribe el primer párrafo de sus cuentos “borrándolos con el mismo codo de la
mano que los escribe” (p.5).

Es relevante el considerar al Ello dentro de las características que validan la


estructura psíquica del individuo, si evaluamos la vida genital del Paciente N
podemos ver reflejado aquellos miedos que devienen de un acontecimiento en la
infancia: El temor a la castración. Se puede visualizar en las complicaciones que
presenta N en cuanto a las infecciones que puedan transmitirle, en este caso, la
enfermedad del VIH, desplazando la vida sexual como un acto que puede traerle
severas consecuencias y sólo llevándolo a cabo meses después de dar comienzo
al contexto psicoanalítico. Este miedo presentado por el paciente posee un
carácter de tipo ambivalente, ambivalente ya que a pesar de entregarle una
connotación negativa al acto sexual producto de las enfermedades que este puede
producir, de todas formas existe la concepción de los rasgos amorosos y/o
afectivos dentro de la situación sexual (observado posteriormente con el avance
del paciente) A pesar de ello, como en toda estructura de tipo obsesiva, el
individuo mantiene actos de masturbación, haciendo énfasis siempre al uso del
preservativo mientras realiza estos actos.
Referencias Bibliográficas

- Bercherie P. (1986) Los fundamentos de la clínica. Historia y estructura del


saber psiquiátrico, Buenos Aires: Manantial.
- Freud S. (1925-1926) Inhibición, Síntoma y Angustia. Obras Completas,
Editorial: Amorrortu, Buenos Aires: Manantial.
- Bonet G. (1996) “La transferencia en la Clínica Psicoanalítica”, Editorial:
Amorrortu, Buenos Aires: Manantial.
- Recupero E. (2002) “Neurosis Obsesiva, La problemática de la Ley”,
Universidad Del Aconcagua, España.

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