Está en la página 1de 1

La comunicación en público ha sido estudiada de muy distintas maneras.

Para algunos es un
arte práctico. Una herramienta en las organizaciones para mejorar la productividad y un medio
de control social; otros la han considerado como una de las bellas artes, puesto que, la palabra
embellecida proporciona placer, estabilidad y visión interior a las experiencias humanas. Sin
duda, la comunicación en público ha sido practicada en diversos estilos durante años, pero hoy
se considera indispensable para el desarrollo de los sistemas, las instituciones y los países
democráticos, ya que proporciona el ambiente adecuado para que la gente se exprese con
libertad, hable de sus ideas y sus problemas y, en consecuencia, exista pluralidad de opiniones
y se formen grupos que actúen para el logro de sus metas e ideales.

Al correr de la historia, la función de hablar ante un público ha experimentado cambios. El


filosofo griego Aristóteles vio el arte de hablar en público _ la retorica_ como un medio para
persuadir, ``considerado ilícito usar la palabra para fines inmortales, pues la retorica debía
perfeccionar al hombre, no permitido`` (Fernández, 1991:14). Al igual que entonces, ahora la
siguen practicando políticos y hombres de negocios; sin embargo, durante este siglo se han
publicado modificaciones en su forma, debido a que lo oradores tienen que capacitarse para
saber manejar los equipos tecnológicos y los medios de comunicación, al igual que la palabra.
En un mundo de comunicaciones instantáneas, en donde la persuasión, la información, el
entretenimiento y todo tipo de mensajes vienen y van por súper carreras de información, así
como, donde la opción publica se forma bajo la influencia de imágenes y diálogos a través de
medios masivos, correos electrónicos y monitores de computadoras o de televisión, resulta
lógico que el discurso largo, pausando, con la imagen casi estática del orador, sea percibido
como cansado o aburrido.

También podría gustarte