Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Trabajadores,
técnicos y preparados, inteligentes y muy preparados para su trabajo, actúan como cualquier otra
persona muy sociables, relacionándose según la prueba se vaya dando con un entorno que oprime
a unos y sonríe a otros, pero cuando a los integrantes se les presentan situaciones peculiares que
no lograron anticipar muestran lo que realmente son y qué es lo que están dispuestos a hacer por
no ser ellos quienes se tengan que ir.
En la película se comienza con una vida cotidiana en entornos familiares, con desayunos servidos en
la mesa de la cocina, tal vez en la barra de un bar. A ellos asisten los candidatos a trabajar en una
empresa de altas esferas, Dekia, mientras la sociedad anda levantada en armas, en protesta por la
incipiente globalización que cambia el curso de la sociedad mundial a pasos agigantados. Cuando
los candidatos, altos ejecutivos, asisten a la oficina de la empresa, no saben que les espera un
proceso de selección que sacará lo mejor y lo peor de cada uno de ellos como trabajadores, pero
también como seres sociales y como personas.
Sin duda, en un proceso de selección de personal para una empresa no hay que olvidar que los
candidatos son sujetos con una careta, que la sociedad, el entorno en el que han habitado y el mérito
de su pasado profesional ha contribuido a crear, pero que también son personas y en los momentos
críticos o inesperados de la compañía actuarán conforme a su aspecto real, sin caretas. El proceso
de selección adecuado deberá evaluar todas las vertientes existentes, con objeto de seleccionar al
trabajador más adecuado para el fomento del devenir de la empresa y de modo que, conociendo
sus aspectos internos y externos, se pueda llevar a cabo una gestión del desempeño actualizada en
el tiempo y a medida del trabajador.
En ese sentido, el Método Gronholm se muestra como un proceso que evalúa al candidato de
manera completa, dura y exhaustiva. Se pone a prueba la ética empresarial, la capacidad de
liderazgo personal y profesional, el complejo de inferioridad mujer-hombre, la capacidad de tomar
decisiones inesperadas en centésimas de segundo, el ego del poder, la avaricia, la codicia y el
espíritu de supervivencia, en un entorno de protestas ante una globalización que se desarrolla a un
ritmo vertiginoso.
Precisamente, tras esta reflexión sobre el trabajador como ser social y ser humano, pilar básico
presente en todos los temas, la globalización es el aspecto que analizaré en mayor medida y que
utilizaré como cauce para ir englobando a otros, tales como la ética empresarial, las desigualdades
de sexo, el liderazgo y el espíritu de supervivencia en el puesto de trabajo y todo lo que el mismo
conlleva.
Desde un punto de vista económico, podríamos decir que es la integración de los países, resultado
de la enorme disminución de los costes de transporte y comunicación, y la caída de las barreras
artificiales que bloqueaban los flujos de bienes, servicios capitales, conocimientos y personas a
través de las fronteras. La idea de la mano invisible que provoca flujos de actividad eficientes en el
mercado, promovida por Adam Smith, supone el inicio de una ideología de libre mercado, llevada a
su extremo en países como USA, más oculta en países como Venezuela o Cuba, e inexistente en
otros de África.
El hecho por el que considero que la falta de ética empresarial no es positiva en ningún ámbito de
la empresa, al menos a largo plazo, es, no solo una cuestión de “buenismo” o de justicia, de que no
todo vale para lograr los objetivos y de que hay que tratar de manera adecuada al entorno y a los
elementos personales de la compañía, que también. Estoy absolutamente convencido de que una
estructura empresarial ética, a largo plazo, proporciona mayor rentabilidad para la empresa, por
varios motivos. En primer lugar, aunque a corto plazo los costes de producción serán mayores, el
hecho de utilizar una contratación de recursos humanos legal y justa, proporcionará una mayor
estabilidad a la compañía, evitando cambios de legislación radicales o revueltas que hagan variar la
estructura con violencia. Por otro lado, es evidente que el aspecto motivacional del trabajador
crecerá, logrando un mayor rendimiento. La gestión del desempeño del trabajador estará más
controlada por recursos humanos, al tener un criterio homogéneo al que atender, porque ¿Cómo
se puede gestionar el desempeño de un niño de 7 años, y el de un hombre de 42 que elaboran
zapatillas de deporte del mismo modo? Es inviable, aparte de inmoral. Y es, precisamente, ese
aspecto de “moralidad”, de actuar conforme a las reglas del juego no escritas pero consideradas
adecuadas y justas por la sociedad, otra de las ventajas indispensables de una estructura ética. La
imagen que transmite al exterior una compañía que actúa conforme a las reglas de la ética es mucho
mejor que la de una empresa que carece de ella. Es necesario cuidar esa imagen, pues influirá de
manera decisiva en las ventas, y ya se sabe, la imagen tarda mucho en construirse, pero se puede
derrumbar para siempre en apenas segundos… ¿Conviene convivir con esa amenaza constante?
Junto con la ética empresarial cobra fuerza en los últimos tiempos la atención en torno a deshacer
las desigualdades hombre-mujer, algo, sin duda, positivo, pues venimos de una sociedad en la que
existía una superioridad no ya física sino moral del hombre, consolidada, y especialmente en el
entorno de la empresa: las mujeres trabajan en menor número, cobraban, y aún lo siguen haciendo,
menos que un hombre en el mismo puesto de trabajo y acceden en menor medida a puestos
directivos; solo 1 de cada 7 ejecutivos de las empresas del Ibex 35 son mujeres. Esta cuestión solo
puede ser abordada desde la realidad de que hombres y mujeres somos diferentes. Todo
movimiento tendente a una igualdad exacta y de carácter formal entre ambos carece de
fundamento, porque no somos iguales, ni lo seremos; tenemos nuestras diferencias físicas y
emocionales. Es necesario conocer estas diferencias para avanzar hacia una igualdad real, adaptada
a lo que necesita cada género, moldeando puestos de trabajo y oportunidades a cada uno de los
dos sexos. Si conseguimos esa igualdad real, no ganará sino la sociedad en su conjunto, ya que las
mujeres tienen características y virtudes que fisiológica, psicológica y genéticamente no tienen los
hombres, y que una sociedad que aspira a ser próspera no puede dejar de contemplar.
También podemos observar globalización desde una vertiente política, en la observancia de una
diplomacia ligera y sin fronteras, y de un capitalismo paralelo a la globalización en el que mucho
tienen que decir los estados. Observamos cada vez más organismos a nivel mundial, órganos
supranacionales e internacionales, que tratan de unificar los criterios de diversas naciones de cara
a la adopción de acuerdos comunes, bajo la idea de la economía de mercado, un ejemplo es el euro
como moneda única de Europa. En gran parte, esos organismos de nivel mundial han sido creados
debido a la fuerza que han adquirido las grandes empresas transoceánicas, como medio de control
de las mismas, incluso algunos han sido creados de manera mixta con representantes de las grandes
compañías. También afloran los representantes de los trabajadores y de las empresas, como
agentes sociales de una partida de ajedrez que se juega a nivel mundial, pero también a nivel de
cada estado, provincia o empresa.
Por otro lado, el fenómeno que analizo también tiene una naturaleza social, como creador de una
cultura mundial unificada. Marcas como H&M o Zara marcan la moda y la tendencia a nivel mundial,
mientras otras son utilizadas, como Amazon en EEUU, hasta para pedir naranjas para el desayuno
del día siguiente. Las grandes empresas internacionales crean una imagen alrededor de la marca
que adquiere connotaciones de todo tipo, viajando rápidamente alrededor del mundo. Los niños de
todos los continentes quieren tener la camiseta Nike nueva, poseer las zapatillas de la nueva imagen
de Adidas, el ídolo Leo Messi, o usar la colonia de Channel que utiliza el actor de Hollywood de turno,
para luego ir a casa y comentárselo a los amigos por Facebook, o tal vez por Twitter que es más
rápido. Incluso las hamburguesas de McDonalds y las alitas de pollo de KFC crean una gastronomía
unificada a nivel mundial, y amenazan a los platos autóctonos de cada país.
Estamos hablando de un cultura unificada, tendiente a lo occidental, aunque con aires orientales
procedentes de una China cada vez más poderosa, con permiso de Rusia. Las peculiaridades de cada
estado ceden paso ante unos comportamientos homogéneos. Ésto, por tanto, genera un riesgo, la
conculcación cultural de las naciones más débiles o menos influyentes culturalmente, que pueden
quedar solapadas en su identidad por culturas más poderosas, como la americana o la china. Sin
duda, uno de los factores claves y positivos de nuestro planeta es la diversidad entre naciones, en
la diferencia se encuentra la virtud. Avanzar hacia un mundo unificado culturalmente no hace sino
poner en riesgo, no solo la belleza de la diversidad, sino la respuesta a los problemas mundiales,
que se halla desde la diferencia que otorgan los distintos puntos de vista.
Para concluir, volvamos al principio. Podemos hablar de líderes, de cualificación profesional, de ética
empresarial, de desigualdades, de economía, tecnología, cultura, política y globalización, pero todo
queda en un segundo plano ante los instintos naturales y sociales del ser humano y, como ser
humano que es, del trabajador en la empresa. El ser humano de hoy tiende, por lo general y como
podemos ver en la película, al egoísmo natural de buscar su bien propio y el de sus más próximos,
con independencia del devenir del prójimo. La codicia y la avaricia hacen acto de presencia en tantas
y tantas situaciones de la empresa y de la vida real, como resultado de un patente espíritu de
supervivencia presente por naturaleza en la condición humana, y potenciado por la sociedad. Ante
una situación comprometida para un puesto de trabajo, el empleado o el concurrente a un proceso
de selección tenderá a intentar conservarlo u obtenerlo a toda costa, derribando a todo aquel que
se le ponga de por medio. Ante la posibilidad de un ascenso, el interés propio tentará a realizar una
competencia sin cuartel, en la que casi todo valdrá, como en tantas otras situaciones. Y hasta aquí
lo habitual por defecto en el ser humano. Pero no olvidemos, el ser humano no es solo su naturaleza,
es también sus circunstancias, los valores y los comportamientos que la sociedad en la que le toca
vivir le ha enseñado. En este sentido, es esa sociedad la que normalmente empuja y potencia estas
actitudes de la persona o el trabajador antes descritas, pero son también esos valores y ese
aprendizaje social el que da lugar a otra forma de hacer las cosas, a un modelo de ética y moral
personal del trabajador en el que no todo vale para lograr el fin deseado, a una conciencia crítica
con uno mismo, a una generosidad y capacidad de sacrificio personal por el compañero, a una
valoración del tiempo por encima del dinero.
Es por todo ello que nunca debemos olvidar que más allá de las estructuras empresariales artificiales
y del concepto de trabajador, se encuentra el elemento central de todo ésto, la persona, ser humano
por naturaleza e influido por el conjunto de los demás coetáneos, lo que llamamos sociedad. Solo
así podremos observar a un potencial trabajador y darnos cuenta de sus miedos, necesidades,
aptitudes y posibilidades, visionando anticipadamente cual sería su meta en la empresa, y, en caso
de ser el elegido, adaptando el camino para que siempre pueda llegar a ella.