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Dimensionalidad

de la relación de
objeto.

Aspectos clínicos.

Inmaculada Roldán López.


Psicóloga. Psicoterapeuta.

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Con este trabajo intento aproximarme a una idea que


siempre me ha parecido muy interesante.

Es un acercamiento basado en la experiencia personal,


en los intentos de pintar un cuadro yo sola, pero también es
una reflexión basada en la relación con otras personas, como
en última instancia puede ser mi trabajo en la consulta, o en
cualquier otro tipo de actividad.

Mi planteamiento surge de la idea de que la creatividad


está siempre implícita en cualquier actividad que nos
propongamos, no solamente en aquellas que tienen que ver
con el arte.

Podríamos considerar que el desarrollo de una relación


de objeto es un acto creativo, y un acto creativo es,
forzosamente, una relación de objeto.

Constantemente nos encontramos en la vida momentos


en los que queremos, o debemos, hacer cosas, desde el
simple hecho de escuchar, hablar, estudiar, escribir e incluso
tener pareja o crear cosas con nuestras manos.

Todos estos momentos implican una relación, con aquel


que escuchamos, o le hablamos, con el papel, los materiales,
etc. Pueden constituir todas ellas diferentes tipos de relación,
pero con un elemento en común, una relación objetal, es
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decir, la relación con otro, con algo, en definitiva, con un


objeto.

De esta forma me gustaría poder describir, recurriendo


en tanto pueda a mi experiencia, los diferentes momentos por
los que la actividad creativa pasa y de qué forma la
creatividad y la relación de objeto están profundamente
unidas.

Es una propuesta de atención sobre un punto concreto


de la relación, el de las dimensiones y quiero decir con esto
que la relación abarca muchos más aspectos, (como los
mecanismos de defensa, el grado de desarrollo, la estructura
del yo, etc.) a los que no voy a hacer referencia aquí, pero que
también son importantes y que también tengo en cuenta.

Del punto que voy a partir para desarrollar el tema es de


una clasificación que establece D. Meltzer, sacada del libro de
Etchegoyen de “Los fundamentos de la técnica psicoanalítica”,
en el apartado de “La Angustia de separación y el proceso
psicoanalítico”, en la que propone cuatro tipos de relación de
objeto según las diferentes concepciones del espacio y del
tiempo.

1) ESPACIO UNIDIMENSIONAL:

- Se define como y por el impulso que llega, toca y se


va.
- Tiempo y espacio se funden en una dimensión
lineal del self y el objeto. Los objetos son
atractivos o repelentes.
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- El tiempo no se distingue de la distancia y la


velocidad.

( Distancia= Velocidad x
Tiempo)

- Este sería el mundo del autista, unidireccional y sin


mente.

- No hay disponibilidad para la memoria o el


pensamiento.

2) ESPACIO BIDIMENSIONAL:

- Es el de la Identificación adhesiva. (Copia de la


realidad)
- El espacio es en función de contactos o superficies.
- La significación del objeto depende de las
cualidades sensuales que pueden captarse de la
superficie y el self también se vivencia como una
superficie sensitiva.
- El pensamiento no puede desarrollarse en cuanto
falta un espacio dentro de la mente, para poder
tener un pensamiento experimental o un ensayo.
- El tiempo adquiere una vaga continuidad o
circularidad, moviéndose de un punto a otro en la
superficie.
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La Identificación adhesiva o copia de la realidad parte de


una idea básica en el trabajo de Bick, en la que añade
otro tipo de identificación, además de la proyectiva y la
introyectiva, que sería más narcisista, en la que la
superposición de sujeto y objeto es muy grande. La idea
de “meterse dentro” queda reemplazada por la de
“ponerse en contacto”. El self se vivencia como partes
necesitadas de un objeto que las contenga y las
unifique.

En estas personas hay una nota de inautenticidad


que lleva a pensar que el proceso de identificación se
hace realmente de forma superficial.

Son personas que pueden provocar que se les trate


con desprecio o rabia, tienen una identificación muy
inauténtica o muy ingenua.

3) ESPACIO TRIDIMENSIONAL:

- Aquí predomina la Identificación Proyectiva.


- Surge una vez que el objeto se ha vivenciado como
resistente a la penetración y se constituye el
concepto de orificios en el objeto y en el self.
- El objeto se transforma en tridimensional y
continente y el self también adquiere la tercera
dimensión al identificarse con él.
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- El tiempo es oscilatorio, en tanto se concibe a


través de la fantasía de entrar y salir del objeto
mediante la identificación proyectiva.
- El tiempo ahora parece adquirir una dirección
propia, un movimiento de adentro hacia afuera del
objeto.

4) ESPACIO TETRADIMENSIONAL:

- Incluye la noción de tiempo vinculado a la


identificación introyectiva, la idea de que el tiempo
pasa y no vuelve. (El objeto desaparece, la relación
se acaba).
- Se basa en una concepción del espacio y del tiempo
que reconoce la existencia y la autonomía del
objeto. (Posición depresiva de Melanie Klein).

Basadas en la lectura de esta clasificación se me


ocurrieron algunas ideas.

Tengo que decir que ha sido un poco complicado poder


retomar estas ideas porque ahora estoy dando clases de
pintura y estoy en otro punto totalmente distinto comparado
con esto, es como encontrar el camino fácil para resolver las
cosas, si tengo algún problema pregunto y me lo resuelven o
me lo explican, entonces ya no me veo con tanta frecuencia
ante esta situación.
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Me voy a colocar desde la perspectiva del momento en el


que me planteo que voy a pintar algo, como por ejemplo en
un lienzo en blanco, porque quiera pintar un cuadro, o aquí
mismo, en esta charla, que voy a ver si pinto algo yo aquí, o
no consigo pintar nada.

Nos tendríamos que centrar en el momento exacto en el


que me planteo una relación objetal, porque tengo una
obligación, porque siento un deseo, una necesidad…, y
busco.

Si lo que voy a hacer es pintar un cuadro busco qué es


lo que quiero pintar (p. ej.: ahora en mis clases de pintura
estoy terminando uno y ya me ha dicho la profesora que qué
es lo que voy a pintar después, ya estoy buscando algo),
observo la realidad, percibo lo que me rodea, a ver qué capta
mi atención, probablemente, con qué de todo lo que veo me
puedo identificar para poderlo pintar luego.

En este momento aún no hay cabida para el


pensamiento, simplemente busco, como que rastreo, no hay
ni espacio ni tiempo, sólo una sensación, una realidad externa
que capto, pero que aún no he decidido que va a ser esa y no
otra, la que va a convertirse en algo, dentro de mí, más tarde.

De pronto decido, eso es, eso quiero pintar, algo me


dice que ahí me puedo encontrar, me identifico con esa parte
de la realidad que veo porque ahí me siento, me dice algo,
conecta conmigo.
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A partir de ese instante me planteo que quiero pintar lo


que he visto, pero no sé si podré, es una realidad compleja,
no soy yo, es diferente de mí. (En este instante se pasa
mucha incertidumbre, inseguridad, incluso miedo).

Tengo dos opciones, por un lado puedo copiarlo, no


separarme, copiar la realidad tal cual la veo, sin dejar espacio
para diferenciarla de mi, una pintura donde sólo van a existir
dos dimensiones, no va a existir más espacio que lo que yo
soy y lo que esa realidad es.

Es como una vivencia plana, no le voy a dar existencia


por sí misma, sólo lo que yo veo en la superficie, p. ej.: el
color, qué color va al lado de cuál, qué figura va junto a la
otra, hasta completar el cuadro y la obra más parecida a lo
que se ve.

Quizás tenga la sensación de haber pintado un cuadro, y


de hecho es así, pero no nos hemos separado, ninguno, ni el
objeto ni yo hemos podido ser diferentes, ni captar la
diferencia, eso me lo he perdido. (Muchas personas verán el
cuadro y dirán que está muy bien, quizás se verán forzadas a
decirte que está muy bonito, porque perciban tu miedo, pero
algo dentro de ellas es probable que les diga otra cosa
diferente).

No obstante puedo elegir otra opción, sé que eso que


veo es diferente de mí, no soy yo, y lo acepto.

Qué pasa ahora, que lo tengo que entender si me quiero


relacionar con él, si lo quiero pintar, tengo que conocerlo y
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me tengo que acercar a él y descomponerlo en su esencia.


Para conseguir hacer esto tengo que poder dejar un espacio
donde el objeto pueda existir y aceptar su existencia, una
existencia cambiante, con dimensiones de espacio y de
tiempo Lo que veo tiene su propio espacio y su propio
tiempo, diferente del mío, y yo me acerco a conocerlo, pongo
partes de mi, de mi experiencia previa, de mi conocimiento,
de mis sentimientos y dejo que se acerque a mí y me diga
cómo es, y dejo que entre.

Esto implica a veces un alto grado de esfuerzo y de


sufrimiento, ya que hay que renunciar a lo que se tiene como
seguro, a la realidad tal como la habíamos estado percibiendo
hasta ese momento y esto puede acercarnos al miedo a la
desorganización y al caos.

También es importante la ansiedad que puede causar el


poner partes de mí en el objeto, con el miedo al daño que
puedan causar, si van a destruir algo y será irreparable, o no,
o que lo que dejemos entrar nos pueda destruir (que en
efecto destruye, pero para crear algo diferente).

De ahí mi visión se transforma, lo que yo simplemente


percibía con mis ojos (como una sensación), ahora toma
cuerpo, toma identidad propia conmigo y se crea algo nuevo.

Ahora lo veo no solamente con mis ojos, sino también


por dentro y mi visión ha cambiado, lo he entendido.

A partir de ese momento ya puedo plantearme pintar ese


cuadro. Lo tengo en mi mente. Puedo tenerlo delante para
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pintarlo, para poder recordarlo, pero ya no es necesario,


porque tengo su esencia y una vivencia que ha interaccionado
conmigo.

Ahora me planteo devolver esa información y ponerla en


un lienzo, cómo yo he vivido esa relación, cómo yo me he
relacionado con ese espacio y ese tiempo, la relación del
objeto-espacio-tiempo-yo.

Cada persona puede plasmarlo de una forma diferente,


muy parecido a la realidad que perciben los ojos o muy poco,
pero la esencia está ahí y quien lo vea podrá sentirla y sabrá
lo que es.

Es un acto creativo.

Pero no siempre es posible llevarlo a cabo.

Ayer encontré un trabajo que me gustó y decidí incorporar


algo aquí hoy,

Vigotsky, en su ensayo psicológico “La imaginación y el arte


en la infancia”, escribe:

“Crear es fuente de júbilo para el hombre, pero acarrea


también sufrimientos conocidos con el nombre de los
tormentos de la creación.

Crear es difícil, la demanda creadora no siempre coincide con


la posibilidad de crear.”
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“Los elementos que entran en su composición son tomados


de la realidad por el hombre, dentro del cual, en su
pensamiento, sufrieron una compleja reelaboración
convirtiéndose en fruto de su imaginación.

Por último, materializándose, volvieron a la realidad, pero


trayendo consigo una fuerza activa, nueva, capaz de modificar
esa misma realidad, cerrándose de este modo el círculo de la
actividad generadora de la imaginación humana.”

“Toda actividad imaginativa tiene siempre una larga


historia tras de sí. Lo que llamamos creación no suele ser más
que un catastrófico parto consecuencia de una larga
gestación.”

También dice, refiriéndose a la imaginación o fantasía


artística:

“De tales obras suele decirse que son sólidas no por su


fuerza exterior sino por la verdad interna.”

Me gustaría aquí añadir una anécdota que me parece


interesante, se trata de una escena de la película “Un método
peligroso” que me llamó mucho la atención y me pareció que
podía incluirse en este proceso.

El diálogo de la película se produce entre Jung y Sabina


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Jung - Explique la analogía que establece entre la pulsión


sexual y la pulsión de muerte.

Sabina – El profesor Freud afirma que la pulsión sexual nace


de una viva necesidad de placer, si es cierto, ¿por qué esa
necesidad es tan a menudo reprimida con éxito?

Jung – Usted solía albergar una teoría sobre el impulso de


destrucción y autodestrucción, de perderse.

Sabina – Pues, suponiendo que veamos la sexualidad como


una pulsión, perderse a sí mismo como dice, pero
perdiéndose en el otro, en otras palabras, destruyendo la
propia individualidad, ¿no se resistiría automáticamente el yo
al impulso como autodefensa?

Jung – Por razones egoístas, no sociales.

Sabina – Si, y lo que digo es que, tal vez, la auténtica


sexualidad exige la destrucción del yo.

Jung – En otras palabras, lo opuesto de lo que propone Freud.

Cuando he buscado sobre sus aportaciones, ya que no


conocía nada de ella, me he encontrado que escribió un
artículo llamado "La destrucción como causa generativa del
ser" (1912), donde la destructividad es considerada como
parte intrínseca de toda creación.

En una página de internet un artículo que habla sobre


las aportaciones de Sabina Spielrein dice:
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“Habría que diferenciar entre aquella destructividad cuyo


objetivo es dañar y aniquilar y esa destructividad cuyo
objetivo es crear la posibilidad de una nueva vida.

Según Spielrein, la destructividad no se alimenta del odio


al buen objeto y del deseo de atacarlo y de destruirlo, tal
como lo describió M. Klein (1935), sino más bien del deseo de
destruir algo que no satisface, a fin de dar vida a algo que sí
satisface (Kerr, 1993). La destructividad, de acuerdo a
Spielrein, está muy cerca de la crueldad de la cual ha hablado
Winnicott (1969), una destructividad necesaria que permite el
surgimiento de algo nuevo.

El primer tipo de destructividad, está más relacionado


a ataques de envidia.

En cuanto al segundo tipo de destructividad, quizá el


término que mejor exprese la noción de Spielrein de
destructividad, sea "crueldad". Esta crueldad tiene lugar
en el centro del proceso creativo; en él la destrucción se
lleva a cabo al servicio del desarrollo.

La violencia aludida por Spielrein está motivada por el


amor al objeto, por el deseo de que tenga una vida mejor, una
vida verdadera e independiente. Por lo tanto, si bien el centro
de este escrito es la destructividad, no debemos olvidarnos
del amor que aparece como sustrato; es amor lo que se
expresa a través de aquello que llamamos belleza.”

Esto me recuerda a una conversación que tuvimos un día


en casa, mi marido, mis hijos y yo, a la hora del desayuno. Mi
hija, que da clases a niños, estuvo hablando de una niña a la
que todo el mundo le dice que tiene una letra muy fea, y que
por más que intenta cambiar alguna que otra letra, eso le
supone un gran esfuerzo, y protesta mucho, ella le había
intentado explicar que la letra es una manera de expresar
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cómo se siente la persona, y hablábamos de que esforzarse


en hacer una letra inteligible para otros era una manera de
mostrar cuánto se tiene en cuenta a los demás, y pensar que
quizás otros van a leer lo que tú escribes y deseas que te
entiendan bien. Al final llegamos a la conclusión de que
hacer una letra bonita, o por lo menos inteligible es realmente
un acto de amor.

Me han parecido ideas interesantes a tener en cuenta


porque me recordó a lo que comentaba antes, que tal vez, en
el paso de unas dimensiones a otras, es muy importante la
gestión que se hace de esta destructividad, de la agresividad.
Sobre todo cuando ya empieza a intervenir la identificación
proyectiva.

Me recordó mucho un caso de un paciente mío, que


expongo aquí como caso nº 2, que le tiene pánico a este paso
y prefiere permanecer en la identificación adhesiva.

Me he tomado la licencia también de añadir un valor más


relacionado con la física que también me parece interesante.

En física, se llama presión a la relación que existe entre


una fuerza y la superficie sobre la que se aplica.

(Presión = Fuerza / Superficie)

Esto quiere decir que cuanta menor sea la superficie sobre la


que se aplica esa fuerza la presión será mayor.
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Para que esto ocurra tiene que haber una relación entre
dos objetos, entendiendo objeto como todo lo que puede
ser conocido o sentido por el sujeto, incluso él mismo.

Si consideramos que estamos constantemente en


relación con objetos, tanto en el mundo externo como en el
mundo interno, es posible pensar que en esta relación se
ejerce una fuerza sobre una superficie. Un acontecimiento,
una idea, un sentimiento, una emoción, etc., pueden ejercer
una fuerza sobre nuestro mundo interno, que podríamos
considerar que tiene una superficie de ideas, emociones,
sentimientos, etc., por lo tanto ejerce una presión.

A veces nos sentimos muy presionados, y esta presión


puede ser unos de los motivos de nuestro sufrimiento.

La presión será mayor cuanto menor sea la superficie


sobre la que se ejerza la fuerza.

Quizás no podamos hacer nada con respecto al objeto


que ejerce la fuerza, y todas nuestras posibilidades queden
reducidas a aumentar la superficie.

Cuando tenemos pocos recursos, con esto me refiero a


pocas ideas alternativas, poca variedad de emociones, poca
flexibilidad para pasar de unas a otras, la superficie se reduce
ostensiblemente y con ello viviremos mucha presión cada vez
que algo imprima su fuerza, una relación amorosa, una
despedida, etc.
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Si desarrollamos un mayor número de opciones, como


por ejemplo aumentando las dimensiones, entretejemos una
superficie mayor, más compleja, la presión disminuirá y esto
nos permitirá reaccionar, responder, pensar y solucionar
problemas con mayor facilidad.

Con el proceso creativo o creatividad estaremos


aumentando constantemente nuestra superficie de relación,
ya que en cada encuentro se irá modificando y enriqueciendo
con nuevas opciones, en definitiva “aprendiendo”.
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Bibliografía:

- “Los fundamentos de la técnica psicoanalítica” H.


Etchegoyen

Internet:

- “Sabina Spielrein y C.G. Jung: Amor y Ética”


Por Horacio Ejilevich Grimaldi
2011
- Diccionario de Real Academia Española.
- “La imaginación y el arte en la infancia” Lev. S. Vigotsky

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