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Libro Literatura Hispanoamericana PDF
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e Hispanoamericana
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Literatura Mexicana e Hispanoamericana
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PRESENTACIÓN
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INTRODUCCIÓN
De este modo en 1880, don José María Vigil descubrió en la Biblioteca Nacional el
documento Cantares mexicanos, mismo que despertó el interés hacia las manifesta-
ciones literarias de nuestros antepasados. A la fecha, las traducciones al español de
estos documentos y de otros que paulatinamente se han ido conociendo, se deben
a dos eminentes mexicanos, los doctores Ángel María Garibay (1892-1967) y Miguel
León-Portilla (1926). A ellos debemos el estudio sistemático de la literatura náhuatl,
además de traducciones literarias realizadas con gran sensibilidad artística y que
parten de un conocimiento profundo de la cultura indígena.
Estos trabajos, que se dieron a conocer en la segunda mitad del siglo xx, han tenido
clara influencia en la actual literatura mexicana, como veremos a continuación.
“En cuanto aprendieron la escritura de los misioneros españoles, los indios celosos
de sus tradiciones se apresuraron a consignarlas. Gracias a esta preocupación, a esta
auténtica vocación cultural que en realidad sólo existió entre nahuas y mayas, con-
tamos con un repertorio de excepcional importancia de documentos indígenas...”
En toda América poco a poco una nueva identidad surgió de manera lenta pero fir-
me, diferenciándose de la de los españoles y criollos y de la de los indígenas. Este
fenómeno se acentuó tras la expulsión de los jesuitas de todas las colonias ameri-
canas, decretada por Carlos III en 1767. Las obras que aquéllos escribieron en el
destierro fueron alegatos apasionados que describían la naturaleza y el hombre
americanos.
En el siglo xix, tras las guerras de independencia iniciadas por los criollos, surgió la
inquietud por la independencia cultural. De Estados Unidos a Chile, la preocupación
fundamental de los pensadores americanos fue la identidad nacional y la diferen-
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ciación entre las colonias americanas y las metrópolis, Inglaterra, España o Portu-
gal. Al respecto, fue famosa la polémica entre el venezolano Andrés Bello, jurista,
gramático, poeta y filólogo, y el argentino Domingo Faustino Sarmiento, escritor,
pedagogo y político, que tuvo como tema el uso de la lengua española: para el pri-
mero, representaba un vehículo ortodoxo de expresión, sujeto a reglas; para el se-
gundo, forma libre de expresión en el más puro sentido romántico.
No fue fortuita esta polémica sino una manifestación lógica de las inquietudes es-
pirituales de la época. En la búsqueda de lo propio, los intelectuales latinoamerica-
nos surgidos a partir de 1830 tuvieron como programa generacional la creación de
una literatura que expresara lo vernáculo, y ello incluía el uso de una lengua propia
en la que tuvieran cabida lo popular y lo indígena.
De ahí la adopción del entonces en boga romanticismo europeo que, entre otras
características, exaltaba los valores nacionales y lo folclórico; también se debe a él
la valoración de la libertad y la independencia de los pueblos. El romanticismo ame-
ricano fue una toma de conciencia sobre la identidad de cada uno de sus pueblos.
La literatura latinoamericana del siglo xix, dice la crítica moderna, es la de una
época de aprendizaje y de formación. El primer aprendizaje tuvo que ser el de la li-
bertad y el del autorreconocimiento.
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poderosa influencia de las letras americanas hacia España, donde los escritores de
la Generación del 98 admiraron y adoptaron las innegables aportaciones modernis-
tas a la literatura española.
n el verso libre
n la supresión de la rima
n el empleo de composiciones tipográficas o caligramas
n la libertad en la invención metafórica
n la riqueza innovadora y fundamental del surrealismo
Paralelamente, los grandes poetas de esta época, aportaron también las caracterís-
ticas propias de su forma de ver el mundo. Como ejemplo tenemos el tema de la
provincia en Ramón López Velarde, o el del indio en César Vallejo, o la negritud en
Nicolás Guillén. A partir de 1940, la poesía adquirirá el tono de injusticia y preocu-
pación social propios de la época que puede observarse en la obra de poetas como
Octavio Paz.
Por su parte, la novela tuvo gran auge en el siglo xx. Influida por las tensiones socia-
les, alcanzará un primer momento de importancia al cual pertenecen los que se han
llamado “fundadores de la novela moderna”, entre ellos los novelistas de la Revolu-
ción Mexicana (Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán, por ejemplo) y los creadores
de la novela regionalista (José Eustasio Rivera, Rómulo Gallegos y Ricardo Güiral-
des); el segundo periodo comienza en los años que van de 1940 a 1950, etapa en la
que da inicio la obra de Alejo Carpentier y la de otro gran narrador latinoamericano,
Jorge Luis Borges, y culmina hacia 1960. A partir de este momento, se intensifica la
creación y la publicación de las grandes novelas contemporáneas. Así, el género
novelístico en América ha sido particularmente fecundo.
A diferencia de los ensayistas del siglo xix, inclinados más a “proponer programas
de reforma” (Sarmiento, Bello, Martín, González Prada, los de nuestro siglo prefieren
valerse del ensayo para informar, describir y denunciar problemas. Este género es
utilizado en el siglo xx por novelistas y poetas “para expresar un mensaje perentorio
con mayor repercusión inmediata de lo que pudiera tener una obra de ficción o de
poesía”; la preocupación básica de los ensayistas es el análisis de sus respectivas
sociedades, con enfoques distintos y una intercomunicación muy interesante de
puntos de vista que enriquecen la descripción. En opinión del colombiano Germán
Arciniegas, América es un “campo de estudio que, literalmente, sólo cabe en un en-
sayo... ahí, hasta las novelas se vuelven ensayos, y la historia, y el teatro”. Es ésta
una interesante observación que alude a la mezcla de los géneros: algunos ensayos
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de Alfonso Reyes contienen elementos históricos, otros, rasgos dramáticos; Julio
Cortázar utiliza elementos de la narrativa cuando escribe ensayos, lo cual da com-
plejidad e interés a su lectura.
Los temas tratados son múltiples y en todos ellos es patente la postura del escritor
comprometido con su tiempo; la temática común del ensayo hispanoamericano del
siglo xx abarca una amplia gama de enfoques y matices que van desde el problema
de la degradación ecológica hasta el de la ciencia y la tecnología como motores del
progreso humano con sus secuelas negativas; desde el perfil de la cultura moderna
hasta el importantísimo asunto de la educación; y desde el dilema del desarrollo y
subdesarrollo hasta el papel del escritor en su sociedad. Este fértil campo de nues-
tra literatura ha sido abordado por prácticamente todos los escritores en lo que va
del siglo: José Vasconcelos (México, 1882-1959), Alfonso Reyes (México, 1889-1959),
José Carlos Mariátegui (Perú, 1894-1930), Ezequiel Martínez Estrada (Argentina,
1895-1964), Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986), Luis Cardoza y Aragón (Guate-
mala, 1904-1992), Elena Poniatowska (Francia, 1933), Carlos Monsiváis (México,
1938-2010), Gabriel Zaid (México, 1934), entre otros.
No ha sido paralelo en nuestro continente el género dramático en comparación con
el de la poesía, el ensayo y la novela. Si bien es muy antiguo; como se verá, existen
testimonios de un teatro indígena muy sui generis, distinto al clásico occidental y al
concepto aristotélico que conocemos, la actividad teatral en el siglo xvi se restringió
al teatro de evangelización; posteriormente, en nuestro país vendrá la etapa de Juan
Ruiz de Alarcón, que por su estilo y temática pertenece al gran teatro del Siglo de
Oro español, lo mismo que el de sor Juana Inés de la Cruz; en el siglo xviii destaca
la solitaria figura de Eusebio Vela y en el siglo xix, una pléyade de dramaturgos se
dedican a poner en práctica en sus obras todos los temas de la imaginería románti-
ca. A fines del siglo xx, algunas obras de inspiración realista y naturalista derivan en
un teatro costumbrista que trata conflictos entre la ciudad y el campo, y problemas
inherentes a la sociedad y a la moral de sus personajes.
Después de la Primera Guerra Mundial, y por influjo de nuevas corrientes artísticas,
el teatro abordó una temática más profunda y cosmopolita. En México, un intenso
deseo de experimentación llevó a autores como Xavier Villaurrutia, Celestino Goros-
tiza y Salvador Novo, a fundar el Teatro Ulises, cuyas temporadas de 1927 y 1928
fueron las primeras del teatro experimental mexicano. El afán de renovación, el ha-
cer un teatro crítico que abordara los problemas nacionales, fueron algunas de las
inquietudes de esa generación. La influencia del existencialismo, movimiento euro-
peo posterior a la Segunda Guerra Mundial, también repercutió en los autores hispa-
noamericanos que llevaron a la escena los problemas del hombre contemporáneo.
Además de los dramaturgos mencionados, destacan los mexicanos Rodolfo Usigli
(1905-1979), Luis G. Basurto (1920), Elena Garro (1920-2001), Emilio Carballido (1925),
Luisa Josefina Hernández (1928), Héctor Azar (1930), Héctor Mendoza (1932) y Carlos
Solórzano (1922).
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tica, originalidad narrativa y lenguaje renovador. Muy pronto fueron traducidas a
otros idiomas. Compartían, como artistas, algunas notas en común: mismas in-
fluencias literarias (Proust, Mann, Joyce, Faulkner, Sartre); conciencia de su perte-
nencia latinoamericana (tradiciones locales y familiares, narrativa oral); realidades
políticas semejantes (varios de ellos son oriundos de países que sufrían dictaduras
militantes); contemporáneos testigos y simpatizantes de la revolución cubana, de la
cual algunos se apartarían más tarde; cercanía y amistad entre ellos. Posteriormen-
te sus caminos se separarían, por diferencias que iban desde las afinidades litera-
rias hasta las políticas. No tuvieron un programa rector ni elaboraron un manifiesto
común que los integrara como generación literaria, con el tiempo sus divergencias
acabarían distanciándolos, sin embargo ejercieron una poderosa influencia en la
literatura posterior.
Son considerados precursores del Boom Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias,
Alejo Carpentier y Juan Carlos Onetti. Al cubano Alejo Carpentier se debe a la expre-
sión “lo real maravilloso” concepto que explica en su libro El reino de este mundo
(1949) a propósito de la naturaleza americana, llena de maravillas desconocidas
para los europeos. Cien años de soledad mostró al mundo esa naturaleza e hizo ver
que no sólo en Colombia sino que también entre el resto de los latinoamericanos tal
realidad formaba parte de su cosmovisión y se encontraba bien arraigada, lo fantás-
tico es narrado por García Máquez como algo cotidiano: las cosas más insólitas
contadas “en un estilo calmadamente realista” (John Sturrock). Esta forma de narrar
fue rebautizada como “realismo mágico”; el universo y el estilo literario de García
Márquez dieron la vuelta al mundo.
El premio Nobel de 1982 fue concedido a Gabriel García Márquez y el de 2010 a Ma-
rio Vargas Llosa por el conjunto de su obra, gran parte de la cual fue escrita después
del Boom. Otros autores forman parte también de la narrativa de nuestros días y
cuentan entre ellos novelistas, ensayistas, periodistas, cronistas. Los de mayor edad
son Mario Benedetti (Uruguay 1920-2009), Álvaro Mutis (Colombia 1923), Tomás Eloy
Martínez (Argentina 1934-2010), Manuel Puig (Argentina 1932-1990), Alfredo Bryce
Echenique (Perú 1939), Eduardo Galeano (Uruguay, 1940).
Entre los más jóvenes puede contarse al prematuramente muerto Roberto Bolaño
(Chile 1953-2003), así como a Rodrigo Fresán (Argentina 1963), Andrés Neuman (Ar-
gentina 1977), Santiago Roncagliolo (Perú 1975).
En México, la narrativa de fin de siglo y de la primera década del presente continúa
mostrando gran vitalidad: varias generaciones de novelistas, ensayistas, cronistas y
periodistas han venido desarrollando su actividad creadora en un contexto históri-
co agitado políticamente e incierto en el terreno social económico. Según el crítico
Adolfo Castañón, el perfil actual de la literatura mexicana, caracterizada por la
convivencia de generaciones, se distingue por el auge de la literatura testimonial y
periodística, la novela negra, la narración histórica, la literatura de imaginación, la
literatura femenina, y la voluntad de experimentación, no ésta como un recurso
estilístico trivial o prescindible, sino como una necesidad exigida por la literatura
actual que debe competir con un mundo de recursos tecnológicos inagotables y
arrolladores.
Algunos de los narradores que siguen destacando en el panorama literario nacional
son: Carlos Fuentes (1928), Vicente Leñero (1933), Sergio Pitol (1933), Fernando del
Paso (1935), Arturo Azuela (1938), José Emilio Pacheco (1939), Federico Campbell
(1941), Hugo Hiriart (1942), Hernán Lara Zavala (1946), Héctor Aguilar Camín (1946),
Ángeles Mastretta (1949), José Joaquín Blanco (1951), David Martín del Campo (1952),
Álvaro Uribe (1953), Juan Villoro (1956), Enrique Serna (1959), Pablo Soler Frost
(1965), Frabricio Mejía Madrid (1968), Antonio Ortuño (1976).
A mediados de la década de los años noventa un grupo de jóvenes escritores agru-
pados con el nombre de la Generación del Crack, se propuso como objetivo convertirse
en una generación de ruptura entre la literatura que se hacía en México y el Boom
por el que sentía afinidad. Lo integraban Jorge Volpi (1968), Ignacio Padilla (1968),
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Eloy Urroz (1967), Pedro Ángel Palou (1966), Ricardo Chávez Castañeda (1961) y Vi-
cente Herrasti (1967). Este grupo lanzó en 1996 su Manifiesto Crack en el que cada
uno expresa su concepción de novela, misma que coincide en sujetarse a principios
tales como rigor formal, estructura innovadora, profundidad, experimentación lin-
güística y temática desligada de la realidad mexicana. En la última Unidad nos
ocuparemos de la obra de Jorge Volpi y de algunos de sus conceptos literarios con-
tenidos en el Manifiesto.
De vuelta a la poesía, varios nombres sobresalen entre los muchos poetas que dio el
siglo xx: surgidos de las revistas literarias de la época, destacan Octavio Paz (1914-
1992) y Efraín Huerta (1914-1982) en torno a Taller, 1938-1941; y en Tierra Nueva,
1940-1942, participó Alí Chumacero (1918-2010). Otras figuras también valiosas en
el género son Jaime Sabines (1926-1999) quien fue y sigue siendo uno de los poetas
“más leídos y recitados de México”, Rubén Bonifaz Nuño (1923), Marco Antonio Mon-
tes de Oca (1932), Eduardo Lizalde (1929), Gerardo Deniz (1934), Tomás Segovia
(1927). Por otra parte, el gusto de cada época puede observarse en las antologías que
permiten ver la evolución y la consolidación de verdaderos valores. Las más conoci-
das del siglo pasado fueron Poesía en movimiento (1966) de Octavio Paz, Alí Chumace-
ro, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis que incluyó a poetas partidarios de una
ruptura con el pasado y una decidida voluntad de modernidad, y el Ómnibus de poe-
sía mexicana (1971), compilado por Gabriel Zaid, que abarca buena parte de la poesía
mexicana desde sus inicios —poseía prehispánica— hasta la poesía más joven de
ese momento, la de José Carlos Becerra. Antologías posteriores trataron de dar un
panorama, no siempre imparcial, de lo que fue producción poética del momento,
entre ellas las de José Joaquín Blanco (1976), Evodio Escalante (1988), y José María
Espinosa et al., son quizá las más representativas, no las únicas. En ellas sus autores
escogieron a los más prometedores o bien a los que contaban ya con una obra, por
ejemplo Elsa Cross (1946), Antonio Deltoro (1947), David Huerta (1949), Efraín Barto-
lomé (1950), Coral Bracho (1951), Vicente Quiriarte (1954), Verónica Volkow (1955),
Javier Sicilia (1956), Fabio Morábito (1955), Francisco Segovia (1958), Aurelio Asiain
(1960), entre otros.
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Bibliografía
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UNIDAD 5 El siglo XIX. 1. El romanticismo 85
MARCO HISTÓRICO: MÉXICO DURANTE EL SIGLO XIX . . . . . . . . . . 86
ROMANTICISMO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Características del movimiento romántico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
El romanticismo en América y en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
Apogeo y decadencia del romanticismo en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Los poetas románticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
GUILLERMO PRIETO. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
Lectura de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
La prosa en el romanticismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Ideología y obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Lectura de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
El teatro romántico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
EL ROMANTICISMO EN ARGENTINA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Marco histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
El romanticismo en Argentina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
La poesía gauchesca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
JOSÉ HERNÁNDEZ. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
Tema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Personajes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Métrica y lenguaje. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
Lectura de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
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UNIDAD 7 El modernismo 125
MARCO histórico-social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
Génesis del modernismo. Influencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
Los temas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
La estética modernista, el lenguaje. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
La métrica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
EL MODERNISMO EN HISPANOAMÉRICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
Lectura de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
RUBÉN DARÍO. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Estética. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Lectura de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ. Vida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Lectura de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
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UNIDAD 9 La novela de la Revolución Mexicana.
La novela regionalista 195
LA ÉPOCA (1931-1946) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
MARIANO AZUELA. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
MARTÍN LUIS GUZMÁN. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
RAFAEL F. MUÑOZ. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
LA NOVELA REGIONALISTA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
JOSÉ EUSTASIO RIVERA. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
Lectura de textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
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Elena Poniatowska. Vida y obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268
Carlos Monsiváis. Vida y obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269
Posmodernidad y posmodernismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 272
Posmodernismo en literatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
La Generación del Crack . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Jorge Volpi. Vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274
Obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279
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La literatura
prehispánica 1 UNIDAD
ResumenNNN
AutoevaluaciónNNN
GlosarioOOOO
BibliografíaAAA
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Figura 1.2
Códices
Las primeras manifestaciones de la literatura náhuatl se encuentran en los códices,
que eran los libros que pintaban los tlacuilos —escribanos o pintores— en hojas de
piel de venado raspada o en corteza de amate preparada con una capa de carbonato
de calcio. Las hojas se doblaban a manera de biombo y se cerraban con tapas duras
para conservarlas; su tamaño variaba y, para ser leídas, o mejor dicho, comentadas,
se extendían. El arte de pintar códices y leerlos se resumía en la expresión “poseer la
tinta negra y roja”, símbolo de la sabiduría de que dispone el hombre culto. La escri-
tura de códices era una costumbre no sólo de los habitantes del valle, sino también
de las regiones maya, mixteca y zapoteca. Los códices se guardaban en bibliotecas
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UNIDAD 1 La literatura prehispánica
llamadas amoxcalli (la de Texcoco fue famosa, aunque destruida por los
conquistadores). SIGNOS PICTOGRÁFICOS
Poesía épica
La épica antigua surgió de la fusión de mito y realidad; por ello, muchas veces los
documentos históricos son más bien material literario, porque ofrecen una imagen
subjetiva y humana del acontecer histórico.
Los fragmentos épicos con los que se cuenta pueden clasificarse, según su tema,
como sigue:
Otra clasificación se hace de acuerdo con el lugar de origen, esto es, la región en
donde surgen los poemas. Con base en este criterio, tenemos poemas de los tres
estados centrales del valle de México:
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Estos dos términos son imágenes que, asociadas, dan una metáfora.
l Metáfora. En realidad, toda poesía se expresa por medio del lenguaje metafóri-
co y, en este sentido, la poesía náhuatl no es una excepción.
Lo que es original y aparece casi como exclusivo en el proceso creador de metá-
foras es que los elementos de comparación son aves, piedras preciosas y flores.
Como se sabe, la metáfora surge de la identificación de un término real con uno
imaginario llamado imagen, por ejemplo:
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UNIDAD 1 La literatura prehispánica
Yo prefiero esmeraldas:
yo oro estoy fundiendo:
¡Es mi canto! (estribillo)
En hilo ensarto ricas esmeraldas:
¡Es mi canto! (estribillo)
Poetas prehispánicos
Nezahualcóyotl, el poeta rey
Acomiztli Nezahualcóyotl nació en Texcoco el 28 de abril de 1402, año que enton-
ces se llamaba 1-Conejo. Desde su infancia recibió una educación esmerada de sus
maestros del principal Calmecac de Texcoco. Debido a esto pudo adentrarse en los
conocimientos de las antiguas creencias y tradiciones toltecas. Al morir su padre a
manos de los tepanecas de Azcapotzalco, y siendo él aún muy joven, fue obligado
a vivir escondiéndose de las asechanzas de sus enemigos. Esos años fueron duros y
amargos hasta que finalmente reconquistó su señorío en 1428. Nezahualcóyotl lle-
gó de Tenochtitlan, y en 1431 fue proclamado señor de Texcoco. Emprendió enton- Figura 1.4
ces, con una visión certera y sagaz, la organización política y administrativa de sus
dominios. Se le atribuyen cualidades de poeta, arquitecto y sabio. Nezahualcóyotl
murió el año 1472, 6-Pedernal.
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Las flores, las plumas de aves y las piedras preciosas son para él, como en toda la
poesía náhuatl, los motivos principales en el uso de metáforas y símiles:
En el poema Como una pintura nos iremos borrando..., a través de una reflexión filosófica
Nezahualcóyotl expresa el tiempo, la fugacidad de la vida y la muerte inevitable.
Observa cómo el poeta compara la vida con los libros pintados por los tlacuilos que
pintan y colorean las figuras para darles vida.
Poesía dramática
Entre los indígenas, el teatro poseía un carácter especial de representación en vivo
en honor de los dioses, en el cual participaba el pueblo. Se mezclaban varios ele-
Calendario azteca. mentos, como la música, el baile y el canto, coincidiendo en esto con el concepto
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UNIDAD 1 La literatura prehispánica
Figura 1.6
Prosa
En la prosa encontramos algunos de los recursos típicos de la lírica, como el paralelis-
mo y el lenguaje metafórico. Por su contenido, tenemos prosa histórica y didáctica.
En la prosa histórica encontramos gran caudal de referencias sobre genealogías,
acontecimientos como eclipses, terremotos, sequías, inundaciones y hechos históri-
cos. Hay textos que tratan de emigraciones y conquistas de los pueblos nahuas; de
su llegada y ubicación en el valle, así como de su desarrollo posterior. Las obras que
tratan de la Conquista son particularmente interesantes pues reconstruyen este
hecho desde el punto de vista indígena, tal es el caso del famoso manuscrito Anales
históricos de la nación mexicana, de 1528.
En la prosa didáctica destacan los Huehuetlatolli o discursos de los viejos, y los Pro-
verbios. Los primeros fueron recogidos por fray Andrés de Olmos después de la
Conquista, y son consejos de los mayores a los jóvenes para guiarlos en su vida,
encierran todas las ideas de los mexicanos sobre educación, normas de conducta,
conceptos morales, respeto a las tradiciones y a los dioses. Los consejos se transmi-
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tían de padres a hijos, de sabios a gobernantes, de reyes a sus descendientes. Se con-
servaron por tradición oral y eran enseñados a los jóvenes en las escuelas. Por este
medio se ha podido estudiar el pensamiento y la psicología del indígena, así como
su sensibilidad, su mundo interior y su ideal de conducta humana. Estos discursos
presentan una faceta del mexicano, delicada y contrastada, si los comparamos con
algunos poemas religiosos y guerreros.
Actividades
Lectura de textos
Realiza una lectura atenta de los textos para comprender los poemas en su conjunto.
Este canto solemne se atribuye a Nezahualcóyotl.
MUERTE EN LA GUERRA
¡Esmeraldas, oro ¿Acaso en verdad
tus flores, oh dios! es lugar a darse a conocer
Sólo tu riqueza, el sitio del misterio?
oh por quien se vive,
la muerte al filo de obsidiana, Sólo el renombre
la muerte en guerra. el señorío
muere en la guerra:
Con muerte en guerra un poco se lleva hacia
os dais a conocer. el sitio de los descorporizados.
Al borde de la guerra, cerca de la hoguera
os dais a conocer. Sólo con trepidantes flores
Polvo de escudos se tiende, sale...
niebla de dardos se tiende.
Traducción de Ángel María Garibay K.
El hermoso poema que sigue lo escribió Tochihuitzin Coyolchiuhqui, quien fuera hijo de Itzcóatl, el gobernador
azteca y contemporáneo de Nezahualcóyotl.
VINIMOS A SOÑAR
Así lo dejó dicho Tochihuitzin,
Así lo dejó dicho Coyolchiuhqui:
De pronto salimos del sueño,
sólo vinimos a soñar,
no es cierto, no es cierto,
que vinimos a vivir sobre la tierra.
Como yerba en primavera
es nuestro ser.
Nuestro corazón hace nacer, germinan
flores de nuestra carne.
Algunas abren sus corolas,
luego se secan.
Así lo dejó dicho Tochihuitzin.
Miguel León-Portilla.
Trece poetas del mundo azteca, UNAM.
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UNIDAD 1 La literatura prehispánica
Ayocuan Cueltzpaltzin, poeta y sabio de la región poblana, expresa su pensamiento en este poema.
Interpretación de textos
Lee con atención cada una de las actividades que se proponen y comenta con tus compañeros.
a) Identifica el tema que predomina en cada uno de los poemas anteriores. Recuerda que el tema es la idea
central que está presente a lo largo de todo el texto.
b) En cuanto a la temática, ¿hay algo en común entre los tres poemas?
c) En el poema de Nezahualcóyotl, ¿por qué el guerrero se da a conocer, se manifiesta luchando y muriendo?
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Apreciación personal
Escribe en tres o cuatro oraciones la impresión que te han dejado estos poemas. Toma en cuenta:
l El acento humano
l El carácter simbólico
l Las ideas filosóficas
l La elección de imágenes
l Los motivos poéticos
ARTE PREHISPÁNICO
l Lee atentamente el texto siguiente:
l Realiza una visita al Museo de Antropología y comenta con tus compañeros si estás de acuerdo con las si-
guientes ideas:
En opinión de los críticos de arte, las diferencias entre las obras artísticas de cada cultura tienen que ver
con su historia, su forma de ser y su manera de ver el mundo, ello determina las características de su arte y
configura su concepto de la belleza.
Juzgar, pues, una obra de arte americana según los criterios estéticos de otros pueblos, los europeos por
ejemplo, es imposible. ¿Cómo podía resultar bella a los ojos de los españoles de los siglos xvi a xviii la Coa-
tlicue azteca?
Para reconocerla como obra de arte se requiere, en primer término, conocer la historia del pueblo que la creó
y en el caso particular de esta pieza, de las ideas religiosas de los antiguos mexicanos porque su concepto de
belleza, como sucede en otras civilizaciones, estaba asociado a los valores religiosos.
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