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En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, el éxito, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido, el cual casi hemos olvidado, somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir me equivoqué, para ser humildes y reconocer que otros tienen la razón.
En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, el éxito, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido, el cual casi hemos olvidado, somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir me equivoqué, para ser humildes y reconocer que otros tienen la razón.
En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, el éxito, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido, el cual casi hemos olvidado, somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir me equivoqué, para ser humildes y reconocer que otros tienen la razón.
Un hombre de 65 años era dueño de la más grande empresa
exportadora de flores del país, planeó pensionarse y debía
conseguir un gerente general que administrara su poderosa empresa y que tuviera como principio de vida la honestidad. Durante varios meses entrevistó muchos candidatos que tenían maestrías, otros con doctorados, unos con experiencias en el negocio de las flores, otros expertos en economía y finanzas, pero el empresario no sentía seguridad por ninguno. Necesitaba una persona que fuera honesta, y que se lo demostrara. Así que planeó una estrategia. De las personas entrevistadas eligió a 3. Los citó en diferentes momentos y a cada una le dio una semilla. Les dijo que en dos meses los esperaba con la semilla retoñada en la matera que les dio. A los dos meses las 3 personas llegaron a la entrevista final. Dos traían en sus materas unas plantas. La tercera persona asistió puntual, con su matera igual como se la entregaron: no había retoñado. El empresario ya había resuelto su gran tarea, por fin había encontrado la persona honesta que tanto había buscado. Eligió la que trajo la matera sin planta, porque las tres semillas que entregó eran estériles, así que las plantas que le trajeron eran de otra semilla, no la que él había entregado. La tercera persona, con honestidad, la sembró, esperó y entregó lo solicitado, sin engaño, sin trampas. En tiempos donde lo importante parecen ser los resultados, los logros, el éxito, lo visible, cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido, el cual casi hemos olvidado, somos capaces de inventar los más variados argumentos para excusarnos, por no decir me equivoqué, para ser humildes y reconocer que otros tienen la razón. Si he terminado mi día siendo leal a mí, sin traicionar mis creencias, mis sentimientos y apegándome a mis principios y valores, entonces he tenido un día exitoso. De ti depende.
Cómo ser Influyente y más Respetado: Habilidades Esenciales para ser más Influyente a Donde Quiera que Vayas. 2 Libros en 1 - Fundamentos del Carisma, La Guía del Respeto