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-Entren, siéntense, si se van a sentar, ajá sha, que tontería es la que está haciendo su hijo?

Que
salga, que la arranque, que la arrastre, que no está viendo claramente este hijo del demonio que
esta niña es más pequeña que el? ¿Ahora, a que vienen? Díganmelo.

–Ajá, eso precisamente venimos a ver, ya sabes que ellos están jóvenes, son tontos, no saben lo
que hacen. Si obedecieran nuestras palabras, lo que les decimos es que hicieran, ahora lo que
podemos hacer es casarlos.

-Ahora, escúchenme despacio, ¡tú, xhuana, chagola! qué ¿diablo es lo que eres? No importa que
seas hijo de madre soltera, haz lo correcto, con juicio, yo lo que quiero es que se casen ahora,
pronto, de prisa no vayan a salir con una pendejada , si no, a ustedes y a su hijo los voy a mandar
al carajo (al infierno, a la chingada)

-Ajá anciano, eso sucedería, si nosotros no quisiéramos casar a nuestro hijo con tu hija, pero ahora
nosotros estamos dispuestos a casarlos. Qué es lo que te puedo decir? Yo te conocí cuando tenías
la edad de ellos. Tu… no quedaron muchachitas –ajá-, no quedaron solteras -¿quién dice?-, no
quedaron viudas -déjate de tonterías-, no quedaron casadas -¡noo!-, no quedaron hombres -déjate
de pendejadas- (aquí no se entiende si se refiere a hombres o lesbianas que también se les llama
nguiu), ni los muxhes se salvaron contigo –aquí no se entiende lo un último que replica el que llega
a reclamar-.

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