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Melissa Raquel Livar Herrera 2242516

LA TECNOLOGÍA
Carl Sagan dijo una vez: “vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia
y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura
para el desastre”
Vivimos en una era globalizada, en la que resulta imposible negar el hecho de que gran parte
de nuestra vida se ha visto afectada por las nuevas tecnologías. El problema radica realmente
en la velocidad y la fuerza desmedida con que estas van avanzando, sin dejarnos tiempo para
meditar en lo que realmente era y continua siendo importante, ¿realmente estábamos listos
para el golpe tecnológico de este siglo?, yo no lo creo.
Muchos sociólogos y filósofos aseguran que la globalización y el avance de las nuevas
tecnologías, son un medio para erradicar las enormes brechas sociales que existen en la
actualidad. Sin embargo, estos análisis y argumentos, son hechos a partir de otro punto de
vista, muy lejano al nuestro. La realidad de un país como Guatemala, es distinta. La mayor
parte de la población se encuentra en una situación de pobreza desmesurada, donde la
prioridad día a día, es la obtención de alimentos, nunca la adquisición de un nuevo teléfono
móvil o un operador de última generación. Estas últimas preocupaciones son exclusivas de
una minoría privilegiada, o al menos estable.
Creo que esta breve descripción denota la falsedad existente en la teoría de que los avances
tecnológicos ayudarán a cerrar las brechas digitales. Al contrario, los que están arriba
continúan creciendo y los que están abajo, continúan decayendo. Pues las prioridades sociales
ahora resultan ser otras, más simples y vanas, y nos olvidamos de las necesidades y angustias
que aquejan a las personas menos favorecidas.
Y es así como caemos, y nos convertimos en una sociedad compuesta por humanos cada vez
más deshumanizados. Con esto me refiero, no solo a que ya no existen tiempos de calidad en
familia, o que la comunicación personal ha sido remplazada por la comunicación digital, sino a
que los problemas, los desastres, los crímenes sociales, los desfases culturales, etc., se han
vuelto cada vez más cotidianos y “normales”, se ha perdido la sensibilidad propia del ser
humano y nos inmutamos ante los gritos desesperados de una sociedad y planeta que se está
desintegrando.
¿Pero dónde radica el problema? Es simple: “educación”. No estábamos y no estamos
educados para manejar y admitir las responsabilidades que la tecnología requiere.
Pretendemos preparar niños, adolescentes, jóvenes y adultos que dominen información,
controlen dispositivos, creen sistemas…todo para que en un futuro tengan la oportunidad de
ingresar en un campo laboral “digno”. Pero nunca les damos la oportunidad de aprender a ser
humanos.
No hablo de dejar de lado la tecnología, tampoco de satanizarla, porque creo que con una
correcta educación será de mucha ayuda, para la sociedad en general, independientemente
de que escala social somos o el medio en que vivimos. Hablo de incluir las tecnologías en el
sistema educativo educación y educar para su uso adecuando, sin dejar de lado las
emociones, los pensamientos, sentimientos, curiosidades, descubrimientos y todo lo que nos
hace ser humanos.

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