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Biblioteca de PSICOLOGIA PROFUNDA 20, 82, 33. A. Froud - Pricoandlisis de de- Ssarralio del nino y del aden. conte A. Freud - Psicoandlicis del Jardin de infeniesy a eduencién el nino ©.G- Jung - La paicalogta de le transferencia C.G. Jung - Stmboloe de trans- formacion A. Freud - El psiooondliisy la srienza del nino A, Freud - BU psiconnaliss in- fait 9 la elénien . C. G-dung La Interprevacin de (a naturaleza y ta psique WR. Bion -Aleneione fnterpre- ‘acién CG Tong - Anquetipon on consswiente calectivo AUProud - Neurosie ysintor ‘natologéa infant C.G. dung - Formaciones de to innconseiente . LL Grinborg -Zdentidad y eam b ‘A. Gara - Psiconnaicis de los suenas ©. Fenichel - Teoria psico- ‘naldtia de les neurosis Marie Langer ~ Maternidad y ‘Hanna Sogul-Introduccidna la ‘obra de Melanie Klein 5. W. R. Bion « Aprendiendo de ia experiencia CG. Jung’ - Psicologia y simbdlica del arquetipo A. Garma «Nuevas aportaciones al psicoandliss de lax suenos | Arminda “Aborastury = Apor- lacionesslpsicoanlisisde rion ‘A. Garma - BU psicoandlisie, Teoria clinica y tenica RW. White -B7y09 0 realidad (en la teoria psicoanalition Ea 36 37, 40, 2 “4 46 48. 43. 66. er. 68, W. Reich « Le fumcin del or- gasmo J. Blogor ~ Simbiowie yam. biguedad J.Sandler, Ch. Dare yA. Holder Bl pacientey el ondtisio. ‘Anna Freud -Nermalidad y pa- Iologia ex a nino S. Leela y J.D. Nario Deven mavearar lo real. BI objeto en sicoanclice| I. Boronstoin - Familia y enfer- ‘edad mental 1. Berenetein ~ Bt complejo de Eidipo.Retructuras eignificacion J. Bowlay -BY vinoulo ofetivo 4. Bowlby -Lo aspareciin afee: tia S-Bowlby -La piri vfectie, Tristea 9 depresién ELH. Rolla = Familie y perso alidad TL. Beronstoin - Peicoandliie y ‘semiitiea de le suohoe Anna Frond - Retudias pico ‘analiticos 1. 0. Keraborg La teria delasre laciomes abjeiele yal paicail. ‘is eltaica 1M. SamicAlt - Cuerpo ren, cuer- po imaginare 4. RBlon- Semineroe de pa Coanalite " Chassoguet Sings! - Loe aminoe at onto @Grodiec = Las primera 22 Conferencias paisoneliticas Dara efermoe SEA Siatzon «Bt ani jn. ‘ono defor uetce "Fanos = Gramaice de oe ‘Kone Freud Et yo y los ‘Anns Freod «Bl yoy lor mca ‘ison de defines Fins Robt - La redourcién det semtome Luis Hornstein * Piera Aulagnier Marfa Lucila Pelento * André Green Marfa Cristina Rother de Hornstein Hugo Bianchi * Maurice Dayan Elena Friszman Bosoer CUERPO, HISTORIA, INTERPRETACION Piera Aulagnier: de lo originario al proyecto identificatorio PAIDOS Buenos Aires Bareolona México ‘Traducelén de Trene Agoft (apis 2, 4, 6, 8, 9 y 12) Cubierta de Gastavo Macri Jo. edicién, 1991 Impreso on ta Argentina - Printed in Argentina ‘Quads hecho el depdsito que previene la ley 11.723 © Copyright de todas las ediciones on castellano Balterial Poids SAICF Dofensa 599, Buenos Aires Bdicfones Paidés Ibérica SA Mariano Cubt 82, Barcelona Editorial Paldés Mexicana SA ‘Guanajuato 202, Maxon 1a roproducetin total o parcial de este bro, en cuslquier forma que se ‘déntica © modificads, eserita » méquina, por el sistema “multigraph’, ‘mimosgrate, impreso por folocopi, fotoduplicacién, ote, no autorizada por Toa edilores, viola derechos reservados. Cualquior utilisactén debe ser previamente solicitada, ISBN 95012-41556 INDICE Primera parte DE FREUD A PIRRA AULAGNIER |. PIERAAULAGNIER-SUS CUESTIONES FUNDAMENTALES, Dis Hrs u ce a Introdueci6n, 11. 1. Edipo, 38.2 Pulsiones, 48. 8. Aparato peiquin, 55. 4. Identifieacién, 71. 5, Técnica, 78,6, Pelosi, 9. Bibliografle, 110. Segunda parte ‘CUERPO ‘NACIMIENTODE UN CUERPO, ORIGENDEUNAEISTORIA, Piera Aulagnier a Protmbulo, 117. Los discursas sobre el cuerpo, 128. La “pucata 20 vide" del aparato psiquieo, 187. Eheverpo para la medre, 51 El efectosustimionto oo la vida infantil, 15 DUELO ¥ TRASTORNOS PSICOSOMATICOS, Maria Lucila Pebent oven Bibliogratia, 181, RESPUESTAS A PREGUNTAS INCONCEBIBLES, am ‘Tercore parte HISTORIA, . LOS DOS PRINCIPIOS DEL FUNCIONAMIENTO IDENTIFICATORIO: PERMANENCIA Y CAMBIO, Piera Aulognier ou . Sao 1. Bl conflict identlicatoro, 218.2. La potencialidad paicdi ‘come precio del compromiso identiicatoro, 227 a7 1 10. 1 a, . {REPETICION 0 HISTORIA?, Hugo Bianchi 5. HISTORIA LIBIDINAL, HISTORIA IDENTIFICATORIA, 238 ‘Marta Cristina Rother de Hornstsin ‘Cuerpo, afostoy representacion, 240. Construcdiénidentifieetoria: tly come devnir, 250, Bibligraia, 264, L. Tiempo y repeticin, 266, 2. Tiempo y fantasia, 22. 8. Trans- ferencia y repelicién, 276. 4. Historia o repetiién, 250. Biblio. graf, 288, INTRODUCCION ORAL A LA LECTORA DE EL APREN. Diz DE HISTORIADOR Y EL MABSTRO-BRUJO, Maurice Dayar Caatta parte INTERPRETACION EL TRABAJO DE LA INTERPRETACION. LA FUNCION DEL PLACER EN ES, TRABAJO ANALITICO, Pier Aulagnier ‘A moo de profacio, 317, Consideraciones préliminares, 319. EL TRABAJO CLINICO Y SUS OPCIONES TEONICAS EN LA.CURA PSICOANALITICA, Blena Friszman Bosoer. we Tntroducelén, 342. Posiciones y rela fundamental en la cra, La ‘escucha y ol sabor, 242. Intarpretacién, 845. Bros y Ténatos on, clyo, $45. La actividad dela dudaen el pensar: Laincertidumbre. La iusisn y ol ponsamionto auténomo, 348, Transferencia, placer y tiompo futuro, 351. Historia singular. Los limites de lo deeibley deo interpretable, 952, Rememoracién y figdratividad, 355. air DIALOGO CON PIERA AULAGNIER, Luis Hornstein cen 860 El vinculo realidad pstquica-realided, 861. Paloosis, representa ‘don, historia, 364, Deseo de hijo, desso de maternidad, 857. ED Jenguaje,elinconscientey ol yo, 368. La pulsion de muerte: deseo 0 no deseo, #71. Pasiin de transforencia, lionacién y ética del ‘oicoandlisi, 378. El poicoandlisis franegs contemporsnee, 375. La telacién tebrico-cinies, 378. PIERA AULAGNIER, Maurice Dayan . 380 LISTADO CRONOLOGICO DE LA OBRA DE PIBRA AULAGNIBR woo. 895 Primera parte DE FREUD A PIERA AULAGNIER “onset er A 1. PIERA AULAGNIER: -SUS CUESTIONES FUNDAMENTALES Luis Hornstein INTRODUCCION “En Ia empresa cientifica no deberta haber espacio para.el horror @ lo nuevo. Por su cardeter eter- namente incompleto e insuficiente, Ia, ciencia estd condenada a confiar para su salud en nuevos descubri- ‘mientos y concepciones. A fin de no sufrir féiciles desenganos, hard bien en abroquelarse.en el escepticismo y no aceptar nada nuevo que no haya resistido un riguroso examen. No obstante, en ocasiones esteescepticis- moexhibe dos caracteres insospecha- dos. Se pone rigido frente a lo nuevo que llega, en tanto tiene por sacro- santoa lo ya consabidoy cretdo, con- tentandose con desestimar aquello, un antes desometerloaindagacién” (Freud, S., 1924), iL “Multiplicidad de las petsonas psiquicas”: es as{ como Freud |etransmite en 1897 a Fliessu idea de una t6pica. En esa misma carta insiste: “B] hecho de la identificacion admite, quiz4, ser tomado literalmente” (21). Hasta un cuarto de siglo més tarde Freud no conceptualizaré esa “multiplicidad de las personas psfquicas”. La t6pica freudiana os una pluralidad de instancias, ‘Ademés del inconsciente reprimido, Freud postularé lo inconsciente represor: aspectos inconscientes del yo y del supery6. El superyé tiene un patrimonio energético dife- renciado y es definido “como una real y efectiva cons- telaci6n estructural y no como una abstraccién”. Bsa “multiplicidad de las personas ps{quicas” origina los conilictos inter e intrasistémicos. 70 cl conflict no puede ser pensado sdlo en au dimensién t6pica. E) conflicto, para Freud, remite al triple registro de su metapsicologia. Registro topico: preconsciente-inconsciente; ello, yo, superyé. Registro dindmico: conflicto pulsional (Bros y pulsin de muerte). Registro econémico: energia libre y ligada, proceso pri- mario y secundario. #] abandono de cualquiera de los tres registros empobrece la metapsicologia. En el posfreudismo suele ocurrir que cada escuela privilegie un concepto freudiano, lo afsle disocidndolo del término antitético del cual es solidario y lo amplifique descentréndolo de todo aquello que lo vuelve activo en el conjunto teérico. Una tarea imprescindible es la reconstruccién de la tépica freudiana, delimitando las fronteras de sus pro- vincias para evitar atribuirle a alguna de las instancias la totalidad del campo te6rico. El inconsciente reprimido fue privilegiado por Lacan y por los analistas franceses que se formaron con éi, En el iitimo Lacan hay un énfasis en aquello que esta més alld del campo de la repre- | sentacién. Al definir lo real como lo imposible se produjo un deslizamiento desde el inconsciente reprimido aaque- | 12 Uo que no cesa de no inscribirse. Por otra parte, él yo he j sido mds trabajado por la escuela norteamericana. Pero | | se loautonomiz6 y se lo sustrajo del conflicto. Por su lati, | os kleinianos han privilegiado lo arcaico, tanto el ello , como el supety6, no como antecodente procesal sino més | bien como fundamento siempre operante, descuidando | los aspectos neursticos. En cada pais, el andlisis debi6 afrontar las resistencias ideolégico-culturales y, por supuesto, no salié ileso sino mediante una formacién de compromiso. En Estados Unidos las resistencias mayores procedieron de la me- dicina; en Francia, de la filosofia. En 1925 Freud las identifies como las dos principales resistencias (37). “De modo que més que del retorno de lo reprimido habria que hablar del retorno de lo represor”. Con ello alerta Pontalis acerca del descuido y, hasta de la repre- sién, que en el psicoandlisis francés hubo de las instan- cias represoras. El. yo, ese yo al que se consideraba desmantelado definitivamente, ese yo unificado y uriifi- cante, que puede reconocerse como si-mismo, como si y mismo, como unidad y continuidad; que contiene la multiplicidad de identificaciones, ha retornado, dice Pantalis, y es indicador de una problemética freudianano resuelta (72). El enfrentamiento entre dos concepciones del yo es una cuestién nuclear en el psicoandlisis contempordneo. Le teoria freudiana asigna al yo las funciones mas diver- sas: control de la motilidad y de la percepcién, prueba de la realidad, anticipacién, pensamiento; pero también: desconocimiento, racionalizacién, defensa compulsiva contra las reivindicaciones pulsionales. Esta bipolaridad hallevado al psicoandlisis norteamericano a optar por las fuaciones auténomas del yo, por su adaptacién a la realidad, haciendo intervenir nociones como las de ener- gia neutralizada a disposicién del yo, esfera no con- flictual; funcién sintética. 13 Entre el yo imaginario de Lacan y el yo auténomo de Hartmann bay oposicién teérica. Reducir el yo a'su funcién adaptativa implica retroceder a etapas pre- freudianas pero, a la inversa, reducir el yo auna imagen engafiosa implica subestimar su funcién dinémica. E] dogmatismo, tanto én un sentido como en el otro, répi- damente linda con la inccherencia. No es coherente afirmar la alienacién total, definitiva del yo; asf como, en una perspectiva opuesta, postular la autonomia del yo (65). El yo; decia Froud, “contiene la historia de las elec- ciones de objetos”. El yo, agregar P. Aulagnier, es efecto de la apropiacién de los enunciados identificatorios que sobre é] formularon los objetos investidos. Pondré luego a prueba sus deseos y sus afectos y se comprometeré en sus actiones, enunciando sus propios pensamientos y sus proyectos singulares. Este yo capaz de enunciacién es la instancia a la cual el analista no puede perder de vista.? | co 1. Freud, en 1926, cuando advirtié la lectura tendenciosa que no pocos de sus discipules habfan hecho de sus formulaciones de las dopondentias del yoen 1923, formulé:“Entonces os atinadopreguntar véimo se compadece este reconocimiento dela potencialidad del yo con ‘a deseripcién que esbozamos, en el estudio Ei yoy el ello, acerca dela posi de ose mismo yo, Deseribimosalilos vasallajes del yorespecto el ello, asi como respecto del supery6, su impotencia y su apronte langustiado hacia ambos, desenmasearamos su arrogancia trabajosa- mente mantenida. Desde entonces, ese juicio ha hallado fuerte eco en Ja bibliografia psicoanalitica. Innumerables voces destacan con insis- tencia la endeblez del yo frente al ello, de lo acorde a la ratio frente a Todemonfaco en nosatros, prestas a hacer de esa tesisel pilarbésicode. ‘una cosmovisién psicoanalitica. La inteleccién de la manera en que la. represién demuestra su eficacia, {no deberfa mover a los analistas, justamente a ellos, a abstenerse de una toma de partido tan extrema?” (39). La insistencia en las exigencias a que estaba sometido el yo fue déformada por un planteo de la impotencia del yo, negando de esa ‘manera lacompleja arquitecténica freudianadel aparato psiquico. Alli donde Freud hablaba de dependencia, algunos descubrian una debi- lidad que era el signo de una inferioridad ontolégica. 14 Como psicoanalistas sabemos que no debiéramos considerar al yo como una realidad en s{. Proponer al yo como una realidad independiente entrafia el peligro de rechazar hecia el pasado su relacién con el inconsciente y nos hace olvidar que contintia estando en el campo del conflicto. Pero también sabemos. que considerar al yo como mera apariencia y sin ninguna consistencia en. relacién con el inconsciente conduce inevitablemente a perder el punto de vista t6pico y dinémico, y a abandonar Ja concepcién que propuso Freud de la vida psiquica: centrada en el conflicto entre instancias. TK partir de 1970 se produjo cierto viraje en la inves- tigacién dentro del campo psicoanalitico francés, tal como Jo evidencia la obra de P. Aulagnier: aumenté el interés por el yo y por la actividad de pensar.) ,Cuéles son las cuestiones metapsicolégicas que conciernen a una teoria del pensamiento en nuestra préctica? “Qué quiere decir pensar, bajo qué condiciones semejante actividad resulta posible y pensable,son cuestiones que comienzan a ocupar el frentedela escena. Por cierto que queda por recorrer un largo camino, pero nos parece un buen augurio para el futuro de nuestra disciplina comprobar que, lejos del ruido de las nuevas modas o del taciturno machaqueo del dogma, comienza a descifrarse una via a la cual, efec- tivamente, s6lo la obra de Freud podria conducirnos. Pero que él mismo no habia aun recorrido” (3). Dilucidar la genealogia de un desarrollo teérico re- quiere, ademés de delimitar el élgebra de sus estructuras formales que lo dotan de su coherencia interna, situar histéricamente las instituciones y los précticas que pre- sionan sobre las formas conceptuales y que constituyen el “saber”. Es la tmica forma de inteligir la existencia histérica de una disciplina y evitar la ilusién teoricista que se empantana en un formalismo ahistorico al su- 16 poner que el psicoandlisis se agota en sus estructuras eonceptuales; como si los conceptos surgiesen y se de- sarrollasen puros e incontaminados a partir de psi- ‘coanalistas también puros e incontaminados de las in- fluencias histérico-ideolégicas. ‘Cuanto menos sepamos del pasado y del presente més incierto ser nuestro juicio sobre el porvenir —advierte Freud— (41), Haré un somero inventario del horizonte ‘epistemoldgico e ideol6gico del: psicoandlisis francés de Jas Gltimas décadas. fla fenomenologfa que imperaba en la década del 50 privilegiaha la descripcién de los fenémenos. A partir del estructuralismo, el origen del sentido ya no podia estar situado donde crefa el fenomenslogo —en el autor del discurso, en el individuo que cree expresarse—, sino que residia en el mismo lenguaje. La estructura inconsciente se habfa convertido cn la implacable razén ds todo, la logica necesariamerite no percibida de la cual las-con- ductas eran el efecto involuntario, ciego y sintomatico. Se generé un platonismo de las formas que evacuaba todo reconocimiento de dindmica de fuerzas del conflicto, promoviéndose una apologia fatalista de las estructuras. Al flujo de los aeontecimientos —tiempo historicista—se lo consideraba una fébula empirista. La difusién de la teoria lacaniana fue contemporénea con un proyecto estructuralista que propagé ciertas con- signas: la muerte del hombre (Foucault); el anti- humanismo teérico (Althusser); la disolucién del hombre (Lévi-Strauss). Lacan tuvo la suya: “muerte del yo”. E. Roudineseo resume Ja historia del estructuralismo francés puntualizando dos momentos teéricos. En un primer tiempo, la lingifstica es utilizada como ciencia piloto en el psicoanglisis y en la etnologia; en un segundo tiempo, surge un conjunto de trabajos que tienen comocje organizador la evaluacién del estatuto de las “ciencias hymanas”, planteando Ik primacia del lenguaje sobre el 16 pensamiento, del sistema sobre lo vivido, de la forma sobre el contenido, de la letra sobre el sujeto, de la sincronfa sobre la diacronia (78).* Cornelius Castoriadis, en su exhaustivo estudio de las ideologfes que han impregnado desde hace un tiempo la escena parisiense, subraya la exclusién de lo social e hist6rico, del pensamiento y la praxis, Sugiere recuperar la dimensién de historicidad que supone una subjetividad que puede pensar su presente, su pasado y su futuro (13). Es evidente que la episteme contempordnea est atra- vesandoporel debate modernidad-posmodernidad. ;Cémo dilucidar sus efectos en el psicoandlisis? Alrededor de la cuestién del “fin de la historia” se articulan casi todas las polémicas. Sus consignas principales son: *muerte del sujeto”, “disolucién del hombre”, “crisis dela razén", “era del vacic”, “derrota del pensamiento”. Se configuré una ideologfa que hace cinénimos lucider y pesimismo. ‘Nuestrosiglodecienciay téenica es desesperadamente religioso. Para muchos el psicoandlisis se convirtié en una ideologia: creencia refinada de los que estén seguros de no creer ya en nada, creencia nihilista que provee ese tono dsperodonde el escepticismo hastiado se hace notar. Se ha expandido la imagen de un hombre ineapaz de 2, El estructuralismo privilegis un primado del osquena combinatorio y su provalencia con rospocto a todo contenido. Nada ‘menos que Foucault —une de los padres del estructuralismo—eseribe on 1977: "No veo quién puede ser més antiestructuralista que yo", refiriéndose ala eliminacién deta categorfa de acontecimiento y dea ‘storia. Enfatiza que rechaza en sus conceptuelizaciones el recurso sbeeluto al eampo simbélicooal dominjode les eatructarascignificentes, privilegiando, en cambio, las relaciones de fuerza y Tos conflietos que Go all dorivan: “Pienso que no hay que reforirse al gran modelo do Ta lengua y de las signos, sino al de la guerra y de Ts batalla. La historicidad que nos arrastra y nos dotermina es belicose; no es , engusjers” 19), qT comprometerse en una accién colectiva, Jo que conlleva una pulverizacién del yo. Freud pensaba al yo no sélo como instituido, sino también como instituyente. Destacé siempre su capa cidad de innovacién y de invencién por oposicién a la repeticién y ala décil adaptacién. Ast escribe en 1926 que el yo no sélo tiene como meta la adaptacién a la realidad, sino “también es posible intervenir en el mundo exterior alteréndolo y produciendo en él, deliberadamente, aque- las condiciones que posibiliten la satisfaccién. Esta ac- tividad se convierte luego en la operacién suprema del yo: decidir cuando es mas acorde al fin dominar sus pasiones ¢ inclinarse ante la realidad, o tomar partido por ellas y ponerse en pie de guerra frente al mundo exterior: he ah{ el alfa y el omega de la sabiduria de vida” (40). ) al P, Aulagnier es una de las autoras que mejor ilustra el nuevo panorama del psicoandlisis francés de las dos ltimas décadas. Es un psicoandllisis vivo, aunque esa vitalidad no excluya cierto desconcierto. Ese cambio de paisaje se evidencia por el surgimiento de una compleja constelacién conceptual: —recuperacién de ciertas problematicas (el conflicto, lo econdmico, la historia, lo corporal, lo pulsional, la problemética identificatoria y la realidad); — retorno ala clinica y aun mayor interés por los cuadros “en los limites de lo analizable”; —replanteo de la cuestién del proyecto terapéutico y de la ética del psicoandlisis; — evitacién de la huida a la filosofiay a la psicoliteratura (tentacién tan francesa); — puesta en primer plano del problema del narcisismo y los ideales; 18 —jerarquizacién del tema de la pretransferencia y su vinculacién con la divulgacién y fetichizacién del psicoandlisis; — revalorizacién de la ilusién como dimensién fundante, constitutiva y transformadora de la realidad. Piera Aulagnier aborda y profundiza probleméticas cruciales del psicoandlisis contemporéneo. Su obra es una elaboracién acerca de los fundamentos que no pierde de vista la clinica. “La practica no puede ser sino tecrico- clinica”. Este enunciado resume una conviceién profunda gue la evé a subrayar la implicacién de la teorfa en la escucha ("teorizacién flotante”) y de lo escuchado en la teorizacion. Es posible diferenciar en sus escritos distintos mo- mentos tedricos. En una primera etapa, hasta 1968, desarrolla temas psicopatolégicos: estructura maniaco- depresiva, psicética y perversa. Una segunda, en la cual predomina une reflexién sobre la relacién teoria-préc- tica. Finalmente, una tercera, en la que realiza una revisién exhaustiva de la metapsicologia en La violencia de la interpretacién (1975), que prosigue con Los destinos del placer (1979), El aprendiz de historiador y el maestro- brujo (1984) y Un interpréte en quéte de sens (1986). En sus primeros trabajos, las referencias mayores son atin lacanianas:el deseo del Otro, la castracién simbélica, el Nombre-del-Padre, la primacia del significante. Pro- gresivamente emergen en sus textos sus propios con- ceptos: violencia primaria y secundaria, sombra hablada, portavoz, proceso originario, pictograma, proyecto iden- tificatorio, enunciadosidentificatorios, contratonarcisista, causalidad interpretada, pasién de transferencia, yo historiador, interpenetracion, y tantos otros. Esos con- ‘ceptos que forjé son testimonio de un didlogo y un debate ejemplar con la clinica, 19 Se destacan en sus escritos algunas “cuestiones fun- damentales”: la psicosis, el yo, la historia, lo pulsional, la realidad, el pensamiento, la interpretacién, el proyecto terapéutico, la pasién, la alienacién. Retrospectivamente podemos definir un eje privilegiado en el itinerario te6rico de Piera Aulagnier: el proceso identificatorio. El yo no se constituye como una ménada, sino en el espacio de la relacién con el Otro. Es por la historia de la relacién con sus objetos que el yo construye la propia. El yo, “aprendiz de historiador”, oponé sus frdgiles construcciones a ese “maestro-brujo”, él ello, metahistoriador de un texto sin palabras que ningtin discurso podré modificar del todo. El yo noes “auténomo” como el de la ego-psychology. No puede ser pensado sin relacién con aquello que no cesa de acompafiarlo y deter- minarlo; el inconsciente reprimido. Si bien las primeras identificaciones son provistas por la madre, él yo es también una instancia identificante y no s6lo un titere del discurso materno. | La elaboracién de P. Aulagnier —como el yo— fue primero enunciada para poder ser enunciante sin dejar de reconocer sus filiaciones —Freud y Lacan—. Enun- ciante de un proyecto quele es propio y que singularizasu vinculo con la teoria y la préctica analitica. ‘A pesar de su postura critica a las propuestas insti- tucionales de Lacan y a la modalidad que asumi6 su practica, nunca dejé de reconocer su deuda tedrica: “A ‘Lacan le debemos la importancia que han llegado a tener en la teorfa analitica los conceptos de simbélico y de imaginario; también le debemos un cuestionamiento del psicoandlisis y una teorfa acerea de la identificacién dela cual la nuestra ha tomado lo esencial” (1). Realiz6 como pocos aquello que Laplanche define como trabajo de filiacién: esa elaboracién psiquica que permite el desa- simiento del progenitor, pero continuando su obra (59). 20 La reflexién de P. Aulagnier concierne especialmente ala Topica. Topigue es el nombre de la revista que fund6 en 1969 y que dirigié hasta su muerte. Su teorta del aparato pstquico no es una mera relectura de Freud, ni tampoco una adicién de Lacan a Freud. Al recuperar la complejidad de la segunda t6pita freudiana e incor- porarle ciertas elaboraciones de Lacan, produjo una t6- pica diferente. No sélo retoma la oposicion entre repre- sentacién de palabra y representaci6n de cosa; sino que también indica las modifieaciones decisivas aportadas por el lenguajeal funcionamiento del aparato psiquico. E] hecho de poder nombrar imagenes y afectos est asociado con la capacidad del enunciante de reflexionar por sf mismo, de reconocerse mediante la asuncién de un cierto atimero de enunciados autodesignativos. P. Aulagnier también le otorga un valor esencial a lo originario carac- terizado por ls ausencia de toda referencia que permita separar entre un polo subjetivo y un polo de exterioridad. “Teoriz6 acerca de las relaciones entre el yo y el sujeto. Elyo tiene una organizacién que lo diferencia delas otras | instancias. El sujeto designa, en cambio, una dindmica que desborda la division en instancias. No se puede plantear el sujeto sin esta instancia fundada sobre el lenguaje y el pensamiento que es el yo (67). El sujeto os aquello que subvierte no solamente la pretensién del yo de igualarse al conjunto de la psique, sino también la posibilidad para el pensamiento de constituirse en orga- nizacion auténoma y de no estar sometido mas que @ sus propias leyes.? ‘3, Lacan, en surelectura de Freud, desplegé su concepto de sujeto concebido como efecto del significante. Sujeto irreductible a todo ‘aquello que sorfa representacién y significacién. El suieto, para Lacan, est a la ver presente y ausente en la cadena signifcante y se manifiesta do manova privilogiada en todo acuello que del dscurse ‘escapa.alaintencidneanscientede aquel quelopronuncie, Inasimiable ‘todo aquello que sea del orden de ta sustarcia del sor pensante, el, 2a P. Aulagnier cuestiona la extension dada por Lacan al concepto de significante. Sostiene que'sélo es legitimo aplicarlo al lenguaje propiamente dicho. No considera que debicra instituinse una heterogeneidad total entre sujeto y yo. La oposicion entre simbélico e imaginario es una dialéctica internaal yo. La distincién entre simbélico e imaginaric diferencia ese nticleo estable del yo de todas Jas figuras contingentes a las que reviste su proyecto identificatorio. El identificante tiene necesidad de ase- gurarse un identificado que sea para él una referencia inalienable. No comparte con Lacan la distincién neta entre un sujeto inconsciente determinado por lo simbélico y un yo consciente capturado en la ilusién de lo ima- ginario. Coincide con Rosolato: “Habria un exceso de simplifieacién si se considera el sujeto y el yo en una oposicién sin relaciones posibles” (77). Otro punto de divergencia es el lugar del pensamiento, la realidad y Ja historia en la teoria psicoanalitica. En tanto para Lacan Ja verdad del sujeto esta del lado del inconsciente, el pensamiento como aprehensién orde- nada y comunicable de una realidad objetiva es des- valorizado. La coherencia y la inteligibilidad del mundo no serfan otra cosa que un engafio imaginario que viene aenmascarar aquello que en la relacién del sujeto con lo real excede el registro de la representacicn. La cuestién del pensamiento en psicoandlisis es con- trovertida. Por la regla fundamental, el analizado es sujetoes, por el contrario, afectado porta carenciaradieal quelohace / fundamentalmente deseante. E} deseo es aquello que se encuentra subtendide y que sin eesar es relanzado por la carencia inscriptaen la psique de un cbjeto-causa radicalmente heterogéneo al campo de lo fgurable y de le representacién. Lacan establecié una oposicién tajante entre el sujetoy elyo;estetltimose forma. partirdelsimagen ‘especulary astd constituidopor la suma deidentificacionesal semejante / (63). 22 invitado a asociar libremente, y el analista, a su ver, escucha ¢ interpreta, no debiendo restringirse a una disciplina de inteleccién que se podria convertir en una actitud esterilizante. El pensar psicoanalitico no se re- duce a conexiones de ideas lineales, sino que pone en comunicacién lo alto y lo bajo, el centro y la periferia, lo formulable y lo informulable. Su trabajo esencial es la invencién de lo heterogéneo por un desplazamiento in- cesante de refarencias, y es de lo heterogéneo que pre- tende dar cuenta la funcién teorética. No se trata, para la teoria psicoanalitica, de dejar escapar este objeto incongruente, racionalizéndolo, ni intentar reproducirlo pretendiendo imitar el proceso primario (18). P, Aulagnier, yen eso sigue a Freud, sostienela validex relativa del pensamiento. Castoriadis puntualiza que el término “syjeto del inconscienle” no es de Freud. Para Freudel sujetoes transaccional,, producto de las diversas instancias.* 4, Se encuentre freeuentemente en la literature psicoanelitica de ‘estos altimos afr, la expresién “aujeto del inconsclente®. La realidad psiquica no era pensads por Freud como un “sujeto”, sino como una pluralidad de sujetos. En la obra freudiane como en le deloscontinua- dores, las “instancias” obran cada una por su cuenta y persiguen Sinalidades que les son propias. Entre estas finalidades, afirma Cas- ‘oriadis, a primera es perseverar en su ser propio (sentido timo de la resistencial: le especificdad, el ser aparte, de cada una de las instancias implica la existencia, para cada una, de un mundo propio, de objetos, de motos de relacién, de valoraciones que le son particu. ares. Se ha pretendido descuartizar al sujeto humano bajo dos mo- dalidades. Por un lado, se considera e) para si en tanto que simple proceso autoventrado y autoconservadr, pero “cog” para todoloque

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